Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Resp Extracontractual
Resp Extracontractual
La responsabilidad extracontractual.
Es decir, en el derecho civil hay responsabilidad cada vez que una persona tiene
que reparar el perjuicio que otra persona ha sufrido. Por eso es que en derecho civil
se define la responsabilidad como "la obligación que pesa sobre una persona de
indemnizar el daño sufrido por otra".
La responsabilidad que emana del delito civil, del cuasidelito civil y de la ley,
constituye la denominada "responsabilidad extracontractual", cuya fuente principal
son los delitos y cuasidelitos civiles. Los casos de responsabilidad legal son
excepcionales.
El delito y cuasidelito civil se asemejan entre sí en que ambos son hechos ilícitos,
ambos causan daño y ambos producen obligaciones.
La diferencia que existe entre ellos se encuentra en la intención que el autor ha
tenido. Así, el delito civil es el hecho ilícito cometido con la intención de cometer
daño; aquí la voluntad del autor era causarle daño a otra persona. En cambio, el
cuasidelito se ha ejecutado sin intención de dañar. Lo que sucede es que el delito
civil supone dolo: el daño ha sido deseado por el autor del hecho; en tanto que el
cuasidelito civil supone culpa, es decir, una falta de diligencia o de cuidado del
autor. Es por eso que en materia civil un mismo hecho puede ser delito o cuasidelito
según si ha habido o no intención de dañar a otra persona.
Esta distinción entre delito y cuasidelito es una distinción clásica y tradicional, pero
en realidad ella no presenta utilidad y, aún más, hoy en día se sostiene que es
totalmente inútil hacer esta distinción, y también se señala que carece de
justificación teórica porque ambos son hechos ilícitos, porque uno y otro obligan al
autor a reparar el daño causado en su totalidad y el monto de la indemnización se
regula atendiéndose al daño causado y no a la naturaleza del hecho que originó el
daño.
Luego, es muy posible que la indemnización causada por un cuasidelito civil sea
mayor a la originada en un delito civil. Es por estas razones que el CC sometió a los
delitos y cuasidelitos civiles a una misma y única reglamentación en los arts.2314 y
siguientes. Estos hechos ilícitos pueden consistir en la ejecución de un hecho, lo
cual recibe el nombre de culpa in cometendo; o también pueden constituir una
abstención, caso en cual se habla de culpa in omitendo.
En el primer caso son de acción, como el que mata a otro intencionalmente o el que
hiere a otro al disparar un arma imprudentemente. En el segundo caso estamos
frente a una omisión, como sería el caso de aquellas personas que estando obligada
a realizar una acción, no lo realiza.
También puede provenir de una omisión que produzca iguales efectos, o bien, de un
hecho penado por la ley por ser contrario al orden social.
Por su parte, la responsabilidad civil proviene de todo hecho u omisión que causa
un daño a la persona o a la propiedad de otro y esta responsabilidad civil puede ser
contractual, delictual, cuasidelictual y, en ciertos casos, legal, atendiendo esto al
origen de esta responsabilidad.
Pero, hay autores como Planiol, que no aceptan la distinción entre estas dos clases
de responsabilidad (contractual y extracontractual). Planiol sostiene que estas dos
formas de responsabilidad son idénticas y ello porque ambas crean una obligación:
reparar el daño causado. Pero, Planiol va aún más allá, sosteniendo que ambas
clases de responsabilidad suponen una obligación anterior, que en la
responsabilidad contractual nace del contrato y en la extracontractual nace de la
ley; y en ambas la fuente de la responsabilidad es el incumplimiento de las
obligaciones. Afirma Planiol que el incumplimiento de una obligación contractual
constituye un hecho ilícito.
- por otro lado, pareciera ser más un principio de carácter moral que netamente
jurídico.
Además, no puede dársele el sentido jurídico de obligación porque ésta supone
necesariamente un acreedor y deudor y en la responsabilidad delictual y
cuasidelictual no puede hablarse de deudor y acreedor con anterioridad al hecho
ilícito, toda vez que las calidades de acreedor y deudor nacen después del hecho
ilícito.
Cabe recordar que conforme al art.1554 inc. final y art.1558 inc. final, las partes
pueden modificar las normas sobre responsabilidad contractual haciendo que el
deudor tenga una responsabilidad menor e, incluso, eximiéndolo de responsabilidad.
Para esta teoría son 2 los requisitos fundamentales que deben reunirse para que
exista responsabilidad extracontractual:
1. El daño,
Según esta teoría, como las personas pueden actuar libre e independientemente,
cada una de ellas debe aprovechar los beneficios que le reporta su actividad y
soportar los daños que le causa la naturaleza o el hecho ajeno. No basta, para esta
teoría, con que una persona sufra un daño en sí misma o en sus bienes para que
surja la obligación de repararlo.
Para que exista obligación de indemnizar ese daño, es necesario que provenga del
dolo o culpa del autor: sin dolo o culpa no hay responsabilidad.
Ahora, si bien es cierto que este es el gran defecto de esta teoría, se han buscado
diversos caminos para palear sus inconvenientes. Tanto la ley, la jurisprudencia
como la doctrina, sin alterar el fundamento subjetivo de esta teoría, han adoptado
diversas medidas y soluciones a los problemas que ella plantea. Así, en primer
lugar, el legislador, para liberar a la víctima de la prueba de la responsabilidad, ha
establecido en su favor diversas presunciones legales (en nuestro CC tales
presunciones se encuentran en los arts.2320, 2322, 2326, 2328 y 2329). Cuando
existen estas presunciones, la víctima va a tener que probar solamente los hechos
de los cuales la ley deduce la culpa; luego, establecidos estos hechos, se va a
presumir la culpa de la persona civilmente responsable y le va a corresponder a ella
probar que no hubo culpa para exonerarse de responsabilidad. Estas presunciones
pueden ser simplemente legales o de derecho:
El problema que plantea esta teoría es la extensión que debe dársele a esta noción,
y al respecto hay diversas opiniones:
De modo que aún la persona más diligente, si causa un daño a otro, va a tener que
indemnizarlo, y para defenderse de esta posibilidad de indemnizar todos estos
daños y no actuar con la diligencia debida, puede contratar seguros sobre la
materia.
Por otro lado, hay que tener presente que el derecho civil se funda principalmente
en la teorías subjetivas, y en estas materias no puede dejar de considerarse a la
persona y a su accionar para adoptar un criterio meramente material,
considerándose sólo el efecto que se ha producido.
De los arts.2284, 2314 uy 2319 se desprende que para que un hecho genere
responsabilidad delictual o cuasidelictual civil, es necesario que concurran los
siguientes elementos:
Para que un hecho u omisión que causa daño a otra persona genere
responsabilidad delictual o cuasidelictual civil, es indispensable que haya habido
dolo o culpa del autor en su ejecución, porque en el sistema del CC origina
responsabilidad el hecho perjudicial liso y llano.
El dolo, definido en el art.44, existe cuando de parte del autor del daño ha existido
el propósito deliberado de causarlo, es decir, cuando con la acción u omisión lo que
se persigue es causar un daño. El dolo presenta la particularidad de transformar en
ilícito todo acto, por lícito que éste haya sido en sí mismo.
El dolo se aprecia en concreto, según las circunstancias del autor, porque el dolo
incluye un elemento sicológico: la intención de causar el daño y la prueba de este
dolo le va a corresponder a la víctima del daño, ello porque el dolo no se presume.
a) En la culpa en abstracto se compara la actitud del autor del daño con la actitud
que habría tenido una persona prudente expuesta a la misma situación, es
decir, aquí se adopta un tipo ideal y se determina cómo habría reaccionado
éste enfrentado a la misma situación que dio origen al daño.
Algunos estiman que esta norma lo único que hace es reiterar lo establecido en
el art.2314, norma que impone a quien ha cometido un hecho ilícito la
obligación de reparar el daño que de el se deriva.
En cuanto a la redacción del art.2329, esta norma nos dice "...que pueda
imputarse..." y no "que sea" imputable: entonces, para que exista responsabilidad
basta con que sea lógico entender que hubo culpa.
Por último, argumenta con los ejemplos del art.2329, ya que todos ellos suponen
por sí solos que hubo culpa.
b) El abuso de derecho.
La regla en esta materia es que si una persona actúa ejerciendo un derecho que le
corresponde, aunque cause daño a otro no tiene responsabilidad. Pero, en ciertos
casos, el ejercicio de un derecho puede hacer responsable al titular de ese derecho
cuando lo ejerce en forma abusiva. Esto es lo que configura la llamada "teoría del
abuso de derecho".
La doctrina no está de acuerdo en cuáles son los requisitos que deben concurrir
para que haya abuso de derecho, pero en general se aceptan los siguientes
requisitos:
1. - Tiene que existir un derecho: si una persona actúa sin que exista un
derecho y causa daño a otro, se está ante los casos generales de
responsabilidad.
3.- Que el ejercicio del derecho sea abusivo: aquí es donde se plantea el
grave problema de esta teoría porque es sumamente difícil precisar
cuándo hay abuso en el ejercicio de un derecho. Hay autores que incluso
sostienen que no puede hablarse de abuso de derecho, sino que lo que
habría sería un exceso en su ejercicio. Pero, hay legislaciones que
señalan en qué casos puede entenderse que hay abuso de derecho; así,
en Alemania el CC en su art.226 dice que: "el ejercicio de un derecho no
está permitido cuando no pueda tener otro fin que causar daño a otro".
Esto prácticamente equivale al dolo, porque se entiende que habría abuso
de derecho cuando ese derecho se ejerce con el solo fin de causar
perjuicios a otra persona y sin reportarle utilidad al titular de ese derecho.
Otros, en doctrina, señalan que los derechos deben ejercerse de buena fe, en el
sentido de que el ejercicio del derecho no debe sobrepasar el objeto en cuya
consideración se otorgó ese derecho al titular.
El problema es que en la actualidad los roces entre vecinos pueden ser muy
frecuentes, lo cual nos lleva necesariamente a exigir un mayor respeto hacia el
derecho ajeno. Donde con mayor frecuencia se pueden plantear estos problemas es
en los inmuebles acogidos a la ley de propiedad horizontal (recordar que ésta no
sólo se aplica a los edificios en altura, sino que también a los condominios). Es por
ello que la ley en materia de propiedad horizontal exige la dictación de un
reglamento de copropiedad, reglamento que generalmente contiene numerosas
prohibiciones para prevenir molestias a las personas que viven en el propio edificio,
estableciéndose sanciones para el caso de infracción, sin perjuicio de las
indemnizaciones de perjuicios que procedan.
La culpa no sólo puede provenir de una acción, sino que también puede originarse
en una omisión, es decir, por no actuar. Lo normal en estos casos va a ser que la
omisión se produzca en el ejercicio de una determinada actividad, principalmente
por no adoptarse una precaución que debió tomarse o por preverse un determinado
peligro. Algunos la llaman "culpa-negligencia", para oponerla a la "culpa-
imprudencia", que sería la culpa por acción.
Estos son hechos que excluyen la existencia de culpa o de dolo y otros que, no
obstante existir culpa o dolo, hacen que no se responda civilmente o que se
modifique la responsabilidad. En el primer caso, estamos ante las llamadas
"eximentes de responsabilidad" y, en el segundo, ante las llamadas "cláusulas de
irresponsabilidad".
Las dos producen el mismo efecto, cual es que el autor no sea civilmente
responsable, pero en el fondo existen diferencias entre ambas, ello porque las
eximentes de responsabilidad suponen la ausencia de culpa o dolo en el autor; en
cambio, en las cláusulas de irresponsabilidad hay culpa o hay dolo, pero no se
responde de ellas porque así se ha convenido.
Entre los hechos que alteran o eximen de responsabilidad podemos señalar los
siguientes:
Está definido en el art.45: "Se llama fuerza mayor o caso fortuito al imprevisto al
que no es posible resistir...". Cuando hay caso fortuito o fuerza mayor no hay culpa
del autor del daño y éste queda eximido de toda responsabilidad. Es diferente el
caso fortuito que la ausencia de culpa, puesto que éste supone un hecho imprevisto
e irresistible, en tanto que en la ausencia de culpa se ha probado que se actuó con
la debida diligencia o cuidado, siendo accidental el daño causado.
Aquí hay que distinguir si el hecho del tercero es o no la única causa del daño:
a) Si el hecho del tercero es la única causa del daño, pero el acto no es doloso ni
culpable, no hay responsabilidad. Si es doloso o culpable, se responderá en los
casos de responsabilidad por hecho ajeno; sino será caso fortuito y responderá el
tercero.
b) Si el hecho del tercero concurre con otro a causar el daño, debe distinguirse:
No siempre los daños se producen debido a la culpa del autor del daño, sino que a
veces se origina la culpa en quien la sufre, esto es, en la víctima. Cuando hablamos
de culpa de la víctima, tenemos que hacer una distinción y ver cuál es la causa del
daño:
a) Hay ciertos casos en que la única causa del daño es la culpa de la víctima. En
este caso, no hay responsabilidad para el autor, porque no hay culpa suya (es lo
que ocurría, por ejemplo, si el peatón no cruza la calzada cumpliendo las reglas
del tránsito).
b) La otra situación es aquella en que hay un concurso de culpa, hay tanto culpa de
la víctima como del autor del daño. En este caso, se aplica el art.2320,
produciéndose una rebaja de la indemnización, la cual se va a determinar por el
tribunal correspondiente.
Estas tienen importancia en materia penal, porque en ella hay ciertas circunstancias
que eximen, atenúan o extinguen la responsabilidad penal. Si bien tienen gran
importancia en materia penal, no la tienen en materia de responsabilidad civil; así,
se ha resuelto que una sentencia absolutoria de responsabilidad penal, si se ha
fundado en circunstancias eximentes de responsabilidad penal, no produce cosa
juzgada en materia civil.
Sin embargo, en los últimos tiempos ha surgido una tendencia que dice que aquella
posición incurre en una confusión de algunos aspectos de la responsabilidad penal
con algunos aspectos de la responsabilidad delictual y cuasidelictual civil,
señalando que en materia penal sí está en juego el interés social, el cual está
representado por la represión del delito, pero que en el campo de los delitos y
cuasidelitos civiles, en lo que dice relación con la indemnización del daño causado,
está en juego sólo el interés personal de la víctima, la cual puede perfectamente
renunciar a la indemnización antes o después del delito.
La regla general en esta materia es que toda persona natural o jurídica es capaz de
delito o cuasidelito civil. Sólo son incapaces los que carecen de suficiente juicio y
discernimiento para comprender el alcance del acto que están ejecutando. Ello es
así, pues, de acuerdo con el sistema seguido en esta materia por el CC, sólo hay
responsabilidad delictual o cuasidelictual civil cuando la acción provenga de dolo o
culpa del autor y, solamente podrá haberlos cuando éste tenga voluntad, cuando se
dé cuenta de la trascendencia del acto que realiza.
Lo que debe tenerse en cuenta es que la capacidad en materia de responsabilidad
delictual o cuasidelictual es más amplia que en materia de responsabilidad
contractual, porque hay personas que no pueden obligarse a través de un contrato
porque no tienen capacidad para celebrarlo, pero que si pueden resultar obligadas
como consecuencia de un delito o cuasidelito civil que han cometido, siempre que
tengan suficiente juicio y discernimiento. Se funda esto en la idea de que los seres
humanos adquieren la noción del bien y del mal con mucha anterioridad al momento
en que llegan a adquirir la experiencia y la madurez suficiente para poder actuar en
los negocios jurídicos y comprende la proyección y consecuencia de ello.
a) Los infantes: de acuerdo al art.26 CC, infante o niño es todo aquel que no
ha cumplido los 7 años.
Responsabilidad del ebrio: el ebrio responde de los daños que haya causado aún
cuando la ebriedad lo tenga en un estado de privación de razón (art.2318). Aquí se
plantea también una discusión de carácter doctrinaria, porque la ley establece esta
norma tomando como base el que el ebrio es el responsable de su ebriedad, pero
Qué sucede si el estado de ebriedad se debe a obra de terceros y el ebrio ha sido
colocado en esta situación en contra de su voluntad?. Tendrá o no responsabilidad
en este caso? La doctrina estima que no, pero la ley no hace distinción alguna.
Ahora, la misma regla del art.2318 se aplica o debe aplicarse a las personas que
actúan bajo influencia de estupefacientes.
Responsabilidad del guardián del incapaz: los incapaces no responden de los daños
causados por ellos, pero pueden ser responsables de esos daños la persona a cuyo
cuidado estén; así lo dice el art.2319 inc.1. La persona a cuyo cuidado está el
incapaz es responsable siempre y cuando pueda atribuírsele a culpa de esa persona
el origen del daño, esto es, a la falta de cuidado o vigilancia que debió guardar
respecto del incapaz. Cuando hay responsabilidad de la persona a cuyo cuidado
está el incapaz, presenta la particularidad de que esta persona va a poder repetir lo
que se haya pagado en contra del incapaz. La posibilidad de repetir lo que se ha
pagado por un daño causado, se concede sólo al que responde de un daño ajeno en
el caso que el autor del daño esté dotado de capacidad para cometer un delito o
cuasidelito civil (art.2325).
Ahora, en materia de responsabilidad civil debe tenerse presente que hay una
norma diferente de la que existe en materia penal respecto de las personas
jurídicas, porque éstas son incapaces de delito o cuasidelito penal, ello, sin perjuicio
de la responsabilidad de la persona natural que haya actuado en el delito; pero, si
hay responsabilidad civil de las personas jurídicas (art.39 CPP), Cabe consignar que
hay ciertas materias muy especiales en que las personas jurídicas son responsables
de delitos o cuasidelitos penales, como ocurre en materia de cambios
internacionales.
Es así, por ejemplo, que los delitos frustrados no originan responsabilidad civil. A la
inversa, hay situaciones como las que se plantean en la responsabilidad objetiva en
que hay una acción u omisión, no hay culpa ni dolo, pero existe un daño: en este
caso, va a existir la obligación de indemnizar.
Para que el daño dé lugar a la indemnización de los perjuicios, tiene que reunir
ciertos requisitos:
a) Que el daño sea cierto (lo que se denomina "certidumbre de daño"): esto
significa, que sea real, efectivo, que tenga una existencia concreta. Por esta
razón es que no se acepta la indemnización del daño eventual, es decir, de aquel
daño que no se sabe si va o no a existir; por ejemplo: una persona no podría
demandar perjuicios por la muerte de otra de quien recibía ayuda ocasional o
esporádica y de carácter esporádico. En este caso, se trataría de un daño
eventual, porque esa ayuda, por sus características, podría cesar en cualquier
momento.
Para que surja la obligación de indemnizar no basta con la sola concurrencia de los
requisitos vistos, es decir, no es suficiente que el autor del daño sea capaz, que
haya actuado con culpa o dolo y que se haya causado el daño, sino que además es
necesario que entre la culpa o el dolo y el daño exista una relación de causalidad,
es decir, que el daño causado sea el efecto o la consecuencia de el actuar doloso o
culpable del autor.
La relación de causalidad tiene que concurrir, sea que el daño provenga de una
acción u omisión, sea que se trate de una responsabilidad simple o compleja.
También debe estar presente la relación de causalidad en la responsabilidad
objetiva y en los casos de responsabilidad sin culpa; pero, en estos casos, la
relación de causalidad se presenta en una forma distinta, porque ella tiene que
existir entre el hecho y el daño y no entre el daño y la culpa o el dolo, como
acontece en la responsabilidad subjetiva.
En estos casos, basta que entre esas causas se encuentre un hecho u omisión
culpable o doloso para que exista relación de causalidad, siempre que ese culpable
o doloso haya sido el elemento necesario y directo del daño, es decir, que sin él el
daño no se habría producido, aun cuando concurrieron los demás hechos.
Las dos causas han concurrido a la producción del daño y la falta de vigilancia o
cuidado del civilmente responsable ha sido tan necesaria para la producción del
daño que, si esta persona hubiese tenido la debida diligencia o cuidado, el daño no
se habría producido.
Por eso ha surgido otra teoría, la llamada "teoría de la causa eficiente, adecuada o
determinante". Su autor es Von Kries, quien planteó que entre todas las causas que
concurran a la producción de un daño, debe elegirse aquella que normalmente ha de
producir el daño, es decir, aquella que entre varias causas ha desempeñado un
papel preponderante en la ocurrencia del perjuicio. Sin embargo, esta teoría no ha
sido generalmente aceptada.
- la muerte de la víctima,
Pero, esta norma del art.2329 añade en su inc.2: "son especialmente obligados a
esta reparación..." y hace una enumeración de las personas obligadas a reparar. En
cuanto a esta enumeración, la norma se aparta de la regla general del inc.1; ello,
sostienen los autores, queda evidenciado por la redacción del inc.2., quienes toman
como base la expresión "especialmente" y dicen que la norma se separa de la regla
general, porque se está refiriendo necesariamente a aquello que se diferencia de lo
genera y la singularidad que tiene esta situación de apartarse la norma de la regla
general es que, en estos casos enumerados, hay una presunción de culpa del autor.
La norma del CP nos dice que en estos accidentes causados por vehículos de
tracción mecánica o animal en que resultare herido un peatón, se presume la culpa
del conductor del vehículo dentro del radio urbano cuando el accidente se hubiere
producido en el cruce de las dos calzadas o en la extensión de los 10 metros
anteriores a la esquina; ocurrido el accidente en otro lugar que no sea éste, se
presume la culpa del peatón (art.492 CP). Por su parte, la actual Ley del Tránsito
(L.18290), consagra una serie de presunciones de culpa en su art.172.
La regla general en esta materia está dada en el art.2316: cada persona responde
por sus delitos o cuasidelitos o por la persona de quien se es heredero. Es decir, la
regla general es que la persona responde por hecho propio y no por hecho ajeno.
Pero, hay casos de excepción, porque hay circunstancias en que una persona va a
entrar a responder por hechos ajenos, lo que va a suceder cuando el autor del delito
o cuasidelito está bajo el cuidado o bajo la dependencia de la persona que va a
responder por el hecho ajeno: este es una caso de responsabilidad civil que la ley
presume (art.2320 inc.1).
El fundamento de esta responsabilidad por hecho ajeno radica en que la ley estima
que cuando una persona tiene a otra bajo su cuidado o dependencia, aquélla tiene
que vigilar a esta última para evitar que cause daño. Pues bien, el legislador razona
sobre la base que es de suponer que si la persona que está al cuidado o bajo la
dependencia de otra causa un daño es porque la persona que debía vigilarla no
empleó el cuidado suficiente para evitar que el hecho se produjera.. De modo que lo
que la ley hace es presumir en estos casos que el daño se produjo porque no se
empleó la debida diligencia para cuidar o controlar a la persona que se tiene a
cargo, ya que si la hubiere empleado el daño no se habría producido.
Basta ver los casos de responsabilidad por hecho ajeno para ver cuál es el principio
que inspira a todas estas presunciones.
2.- Es necesario que sean capaces de delito o cuasidelito civil, tanto el hechor como
el responsable: ello fluye del art.239, norma que establece la capacidad como
elemento del delito o cuasidelito civil y exige la concurrencia de la capacidad sin
distinguir si se responde por hecho propio o por hecho ajeno y, como la ley no
distingue, el requisito se aplica a ambos casos. Es decir, la persona que comete
el hecho ilícito tiene que ser capaz de delito o cuasidelito civil y también tiene
que ser capaz, en el mismo sentido, la persona que lo tenía a su cuidado. En
caso contrario, no hay responsabilidad por el hecho ajeno.
La diferencia entre estas dos situaciones está en que si el autor del daño es
capaz, se presume la culpa de la persona que lo tenía a su cuidado. En cambio,
si es incapaz, la víctima va a tener la culpa del guardián, porque la ley exige
como requisito para su responsabilidad el que pueda imputársele negligencia.
4.- La víctima va a tener que probar la culpa del subordinado o dependiente: esto es
así porque lo que la ley presume es la culpa del guardián, es decir, de la persona
que tiene a su cargo a otra persona, pero no se presume la culpa del hechor y
por eso la víctima, para que se configure la otra presunción, debe probar la culpa
del hechor.
Algunos de los cuales están expresamente señalados en el art.2320. Hay otros que
pueden encuadrarse en el inc.1 del art.2320 y, finalmente, también hay algunos que
se encuentran establecidos en otras leyes. Estos casos son los siguientes:
1. - La responsabilidad del padre o la madre por los hijos menores que habiten con
ellos. Para que se configure esta responsabilidad tienen que concurrir los
siguientes requisitos:
b) Tienen que ser hijos menores de 18 años. Por los hijos mayores de edad
no responden los padres, sino que personalmente el autor del daño. Por
esta razón, si el hijo de familia comete un delito o cuasidelito civil y tiene
peculio profesional o industrial, no va a responder el padre, porque
cuando es así, ese hijo se mira como mayor de edad (art.240).
c) Que el hijo habite en la misma casa del padre o madre: esta exigencia de
la ley se basa en que solamente puede exigirse esta obligación de
vigilancia o cuidado del padre o la madre en el caso que el hijo conviva
con ellos, ya que si no viven juntos es difícil que el padre o la madre
puedan dar cumplimiento a esa obligación. De tal suerte que si el hijo no
habita en la casa de su padre o madre, no va a existir la presunción de
responsabilidad, es decir, el padre o la madre no van a responder de los
delitos o cuasidelitos civiles cometidos por el hijo menor, salvo la
situación excepcional que se contempla en el art.2321, en el cual hay
responsabilidad de los padres por los actos del hijo, no obstante que no
habiten en la misma casa.
3.- La responsabilidad del marido por los hechos de la mujer: la potestad marital, tal
como la contempla el CC en la actualidad, le confiere al marido ciertos derechos
y atribuciones sobre la persona y bienes de la mujer (art.131 inc.2). Esta
situación de la potestad marital existe cualquiera que sea el régimen matrimonial
que exista entre los cónyuges.
Ahora, la existencia del régimen de separación total de bienes altera las facultades
del marido sólo en lo que se refiere a la administración de los bienes de la mujer,
conservando su autoridad sobre la persona de la mujer y, siendo así, el marido
responde de los hechos ilícitos de la mujer no sólo cuando están casados bajo el
régimen de sociedad conyugal, sino que también cuando están casados bajo el
régimen de separación total de bienes.
Hace excepción a esta responsabilidad el caso del divorcio, pero el divorcio a que
nos referimos es el que se establece en Chile (arts.19 y sgtes. de la Ley de
Matrimonio Civil), el cual no produce la disolución del vínculo matrimonial, sino que
solamente libera a los cónyuges de la obligación de vivir juntos (por definición, uno
de los fines del matrimonio es que los cónyuges vivan juntos: art.102). Para que
cese esta obligación legal de vivir juntos la ley contempla el divorcio, definido en el
art.19 de la Ley de Matrimonio Civil, que señala lo siguiente: "el divorcio no disuelve
el matrimonio, sino que suspende la vida en común de los cónyuges". Al ser así, el
marido no puede ejercer su autoridad sobre la mujer y, al no poder ejercerla, es
evidente que no va a poder impedir la comisión de hechos ilícitos por parte de ella y,
es por ello que el legislador lo libera en ese caso de la presunción de
responsabilidad.
En la situación normal, esto es, cuando el marido y la mujer viven juntos (operando
la presunción de culpa), el marido puede liberarse de su responsabilidad probando
que con su autoridad no pudo evitar el hecho ilícito (art.2320 inc.final).
A la disolución de la sociedad conyugal operan las recompensas (art.1748) y el
marido va a poder obtener lo que pagó con bienes propios por los perjuicios
causados por la mujer.
4.- La responsabilidad de los jefes de escuelas y colegios por sus discípulos: estas
personas están afectadas por una responsabilidad por los hechos ilícitos de sus
discípulos mayores o menores de edad (la ley no hace distinción). Pero, esta
responsabilidad existe y subsiste sólo mientras el discípulo esté al cuidado del
jefe de la escuela o colegio respectivo.
6.- Otros casos fuera del art.2320: existe uno muy particular en el art.2322, aquí el
legislador emplea la expresión "amo", entendiéndose por tal la persona que tiene
a sus servicios a empleados domésticos; y por "criados" o "sirvientes", las
personas empleadas en esos menesteres. El amo responde sólo de los actos
ejecutados por el sirviente o criado que se realicen mientras este último
desempeñe sus funcione, labores o cumple las órdenes que se le han impartido.
No hay si responsabilidad por los actos ejecutados por éstos y que sean ajenos a
las funciones que les corresponden, ni tampoco por los actos que importen un abuso
de las funciones que le corresponden al criado o dependiente.
7.- Casos fuera del CC: por ejemplo, en la Ley del Tránsito se establece la
responsabilidad por del propietario del vehículo por los hechos ilícitos que haya
cometido el conductor.
La razón del primer efecto está en que la responsabilidad por hecho ajeno tiene por
fundamento la idea que de parte del responsable ha habido un descuido, una
negligencia, es decir, una culpa por falta de vigilancia de la persona que está
sometida a su autoridad y, es por ello que se presume la responsabilidad de esta
persona, presunción esta que es simplemente legal, ya que la regla general en la
materia nos la da el inc. final del art.2320.
Por lo demás, no hay ninguna norma legal expresa que excluya la posibilidad de
dirigirse contra el hechor, es decir, si la víctima del hecho ilícito no ha sido reparada
por la persona civilmente responsable, va a poder accionar en contra del autor del
hecho ilícito. No va a ser esta la situación frecuente y normal, porque la presunción
de responsabilidad se encuentra establecida, entre otras razones, por la posible
insolvencia del hechor o autor. Basta analizar los casos de responsabilidad por
hecho ajeno contemplados en el art.2320 para concluir que en la mayor parte de
ellos el autor o hecho no tiene la capacidad económica suficiente como para
responder de los perjuicios que hubiere causado.
Tampoco le está permitido por la ley el que pueda acumular la responsabilidad por
hecho ajeno proveniente de distintas causas, como sería el caso de un hijo menor
que a la vez es estudiante: no podría acumular la responsabilidad del padre o de la
madre y la del director de la escuela o colegio.
a) El hecho ilícito tiene que haber sido cometido por persona capaz.
c) El hecho ilícito tiene que haberse cometido sin orden de la persona que
pretende repetir.
d) Que el hechor tenga bienes sobre los cuales pueda dirigirse el civilmente
responsable.
3. Daños causados por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un
edificio.
1.- Responsabilidad por hecho de los animales: está tratada en los arts.2326 y
2327, disposiciones que establecen la responsabilidad del dueño o de la persona
que se sirve de un animal ajeno por el daño causado por éstos, e incluso por
aquellos daños que causaren después de haberse soltado o extraviado.
Hay ciertos casos en que la prueba de culpa por parte del dueño o del que tenía el
animal bajo su responsabilidad ni siquiera es admisible, como sucede en la
situación contemplada en el art.2327 respecto del animal fiero del que no se reporta
utilidad para la guarda o servicio de un predio.
2.- La responsabilidad por ruina de un edificio: está tratada en los arts.2323 y 2324.
En estas disposiciones las expresiones "edificio" y "ruina" están tratadas en un
sentido muy amplio. La palabra "edificio" se refiere a toda construcción que se
adhiera al suelo en forma permanente y "ruina" no implica necesariamente la
destrucción total de la obra.
Ahora, si la ruina del edificio se debe, no a la falta de cuidado del propietario, sino
que a defectos en la construcción del mismo, la responsabilidad va a recaer sobre el
constructor y, para hacerla efectiva, habrá que considerar el respectivo contrato de
construcción.
3.- El daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un
edificio: (art.2338)
Aquí debe tratarse de una cosa que no forma parte del edificio (no debe estar
adherida a éste), porque si así fuera no se estaría en esta situación, sino que en la
anterior, esto es, en el caso de la ruina de un edificio con la consiguiente
responsabilidad del dueño. En este caso, la responsabilidad no es del dueño.
Es siempre una acción mueble, porque tiene por objeto, normalmente, el cobro de
una suma de dinero y, en ciertos casos, la ejecución de un hecho.