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Resumen: El presente trabajo pretende hacer una breve reflexión sobre la influencia de las
ideas venidas de Europa y todo lo que ello supone en la sociedad española dieciochesca,
todavía rural y agraria, por medio de la óptica de José Cadalso y Vázquez, en la obra Noches
Lúgubres (1789-1790). El autor, motivado por la llegada del pensamiento francés del Siècle
des Lumières, se basa en la razón para encontrar una posible solución para los problemas que
afligen a la sociedad, manifestándose contra lo tradicional y lo dogmático.
El Siglo XVIII, también llamado Siglo de las Luces, Ilustración o Iluminismo, es una de
las épocas más relevantes para la historia de la cultura y literatura de España. En este período,
el país enfrenta una serie de crisis ideológicas, lo que favorece un cambio sustancial en todos
los ámbitos de la sociedad, especialmente en el terreno literario.
El Siglo de las Luces se inicia en el país con la llegada de ideas venidas de Europa,
favoreciendo el movimiento político, filosófico y cultural. Los acontecimientos de más allá
del Pirineo, como la Revolución Francesa de 1789, vienen acompañados de un gran progreso
económico y desarrollo científico.
El pensamiento francés del Siècle des Lumières, sumado a la aportación del raciocinio
de otros países, como pueden ser Italia, Inglaterra u Holanda, entre otros, pretende arrancar a
España de la ruralidad y de la sombra eclesiástica, como factor indispensable para
incorporarse a la modernidad. En este sentido, la llegada de nuevas ideas y costumbres dan
nuevo matiz a la sociedad. No obstante, a esa España dieciochesca, todavía rural y arcaica,
heredera de la debilidad política, militar y cultural de finales del siglo XVII, las novedades
traídas por los nuevos aires que vienen de países con mayor libertad de pensamiento,
“tardaron en llegar y no fueron bien recibidas ni asimiladas en su integridad”, subraya
Aguilar Piñal (1996, p.13).
1
Investigadora postdoctoral – Universidad de Salamanca, USAL, (actual), España, Departamento de Literatura
Española e Hispanoamericana; Doctora en Español: Lingüística, Literatura y Comunicación – Universidad de
Valladolid, UVA, España (2015). E-mail: gracineia@hotmail.com.
SOLETRAS – Revista do Departamento de Letras da FFP/UERJ
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En la literatura, algunos escritores satirizan ferozmente esta idea de moda por tratarse,
en general, de una novedad extraña y vanidosa. Sin embargo, aunque hacen críticas
contundentes a esta nueva ilustración de la sociedad española, bajo la influencia francesa, no
se contienen y se adhieren al gusto adquirido a través de los vientos que soplaban desde más
allá del Pirineo. José Cadalso y Vázquez es uno de los ejemplos más contundentes de la
influencia europea.
Las “novedades” venidas de Europa tienen lugar en plena Guerra de Sucesión y
coinciden con reformas sociales, como el aumento y reformulación del Ejército y, por
consiguiente, el florecimiento de una España como nación supuestamente unitaria y
centralizada. Sin embargo, según destaca Aguilar Piñal (1996, p.15), “la novedad más
importante fue, sin duda, la pragmática real de 10 de mayo de 1715 que dio origen a la
Corona de España, en la que se integraban los antiguos reinos y provincias, tanto peninsulares
como insulares y coloniales”.
Además del florecimiento de una España como nación unitaria y centralizada, son
hechos importantes para el futuro del país el surgimiento de los colegios de abogados, 1732, y
la creación de los ministerios y del Consejo de Ministros (1787). Por otro lado, fenómenos
como el desarrollo de la industria son evidentes, lo que ocasiona la libertad del comercio
decretada en 1778. Con todas esas aportaciones, el país se va modernizando y la referida
modernización se refleja y se concretiza en la numeración de las casas por manzanas; en la
construcción y restauración de paseos públicos; en la difusión de la prensa periódica; en el
transporte de viajeros o el servicio de correos, entre otras creaciones del siglo XVIII.
Sin duda, es importante destacar que el Siglo de las Luces en España es heredero de un
panorama desolador, que venía desde finales del siglo XVII, principalmente en lo que se
refiere al ámbito de la cultura: “Para mí nunca sale el sol. Las horas todas se pasan en igual
oscuridad para mí. Cuantos objetos veo en lo que llaman día, son a mí vista fantasmas,
visiones y sombras” (CADALSO, 2006. p. 385). En estas circunstancias, las tres grandes
universidades como la Universidad de Salamanca, la Universidad de Valladolid y la
Universidad de Alcalá de Henares “agonizaban en manos de los catedráticos más
tradicionales, empeñados en una repetición absurda de los tópicos escolásticos y en defensa
intransigente del sistema galénico”, subraya Aguilar Piñal (1996. p.17). Ante este panorama
desolador de los últimos años del siglo XVII, un grupo de científicos y médicos deciden
romper abiertamente con los principios tradicionales de la sociedad en que vivían, pasando a
la historia como pioneros de la Ilustración en España, aunque en el principio se les atribuye el
término despectivo de novatores.
En el ámbito literario, surge la literatura satírica a partir de la llegada de lo que podemos
denominar nuevos aires, venidos de Europa. Las obras de autores como Ramón de la Cruz se
convierten en novedad teatral y tienen una prolongada influencia en las clases sociales más
populares. El repertorio de estas obras se compone de imitaciones, traducciones y reediciones
de textos de diversos países, y que ya tienen éxito en toda Europa. La competencia de piezas
extranjeras, sin embargo, favorece la disminución de la preferencia de los espectadores
españoles por las obras de producción nacional.
En efecto, la Ilustración en España tiene un carácter colectivo y supone un relevante
fenómeno motivador de la reforma del país contra la decadencia nacional y el aislamiento del
resto de Europa. El deseo colectivo de construir una España nueva, a partir de la influencia
europea, es una característica que marca el siglo XVIII. En este sentido, es importante
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A causa de la censura ejercida por el Estado y la Iglesia, muchos escritores, entre ellos
Cadalso, autocensuran sus obras como forma de librarse de la persecución de las jerarquías
dominantes. Por un lado, la censura gubernamental; por otro, la inquisitorial, ya que no se
puede oponerse a las buenas costumbres, a la fe católica y a la familia real.
En la muy católica España dieciochesca, todos los libros sospechosos tienen que pasar
por la censura, sean nacionales o importados, para evitar atentar contra las regalías del Estado
y de la Iglesia. Por ello, muchos escritores y personajes de la vida pública son castigados y
condenados por el Santo Oficio de la Inquisición, con el visto bueno del poder político, a
causa de su “sospechosa” trayectoria ideológica. En las reprobaciones inquisitoriales se
incluyen a todos los que se atrevieran a pisar el umbral de la ortodoxia vaticana. La vigilancia
y condena de la censura no se destina solamente a los escritores y filósofos españoles, sino
que se amplia, además, a las empresas periodísticas, con embargos y prohibiciones de sus
textos, tanto en el ámbito nacional como internacional.
En medio de este panorama de conflictos internos, siempre bajo la influencia de ideas
venidas de varios países de Europa, surge una nueva cultura nacida a raíz del pensamiento
ilustrado. La nueva cultura, el nuevo pensamiento, lentamente se arraigan y se extienden con
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firmeza en el territorio nacional. Los pensadores ilustrados en España no optan por alcanzar la
libertad y los cambios sociales a cualquier precio, tampoco pretenden la desaparición del
Antiguo Régimen, sino que intentan trazar un nuevo rumbo de la historia; abrir el país a
nuevas ideas, con un intento de europeización del país por medio de ideas sólidas, en
búsqueda de una sociedad más libre e igualitaria.
El hombre ilustrado no hace uso exclusivo de la razón, sino también de la emoción, la
sensibilidad, la cual se refleja no solo en las letras, sino en los más variados ámbitos de la
ciencia: las matemáticas, la química, entre otras. Se trata de una sensibilidad que permite
entender la sociedad española como un conjunto de intereses comunes, diferentemente de los
siglos pasados, con repercusiones novedosas en las costumbres y en el comportamiento social,
reflejadas en las instituciones y en la consciencia histórica. El hombre ilustrado no sale de las
capas menos favorecidas, analfabetas y rurales o periféricas de la sociedad, sino de una elite
social; aspira a erradicar la pobreza y estimular el trabajo; es reformista y no concibe el origen
divino de los reyes.
Noches Lúgubres (1789-1790) es una de las obras más relevantes del romanticismo
español. Bastante antes de su publicación, el texto provoca interés y despierta la crítica e
inquietudes en muchos escritores. Se trata de una obra que se destaca por su radical novedad
literaria y por ser, según Azorín (1926), la primera obra romántica española, cuyo
protagonista padece del más profundo dolor humano y no encuentra remedio para sus penas
más que en la naturaleza. Es una obra lírica y, como la gran producción romántica, manifiesta
una tendencia agenérica. Tiene rasgos teatrales, pero no llega a formar parte de este género.
Su forma dialogada remite al Renacimiento y a la antigüedad clásica, cuya trascendentalidad
se da a causa de las cuestiones que trae a la luz el yo lírico.
La obra de Cadalso tiene un carácter sumamente innovador, ampliamente diferente de la
literatura de la época, y forma parte de un conjunto de obras que procura delinear un retrato
de una sociedad impregnada de modelos tradicionales, tanto en el ámbito civil como
eclesiástico. La historia de amor de Tediato es precursora del romanticismo español, cuyas
adversidades llevan al protagonista a exteriorizar su desacuerdo con las jerarquías civiles y
eclesiásticas; no entiende cómo el ser humano, siendo tan frágil, puede vivir tanto tiempo bajo
el control de la Iglesia y del Estado:
Cadalso utiliza en Noches Lúgubres el escenario de la España del siglo XVIII para
denunciar la división de clase y la inmovilidad social. Además, trae a la luz el materialismo de
la nobleza y del clero, y las injusticias sufridas por los que carecen de posición importante en
la sociedad, como los de las clases menos favorecidas, que viven a la merced de su propio
destino; sometidos a las normas y leyes de la Iglesia y del Estado, cuya esperanza es en la
vida eterna, donde se gozará la felicidad para siempre. El protagonista Tediato se convierte en
el modelo reaccionario de una sociedad jerárquicamente tradicional; no puede disfrutar de su
amor incondicional por su amada, dadas las circunstancias que le hacen fenecer. Así, lleva a
cabo el plan de desenterrar su cadáver, algo que no conseguirá, evidenciando su desacuerdo
con la doctrina cristiana que se “adueña” de los muertos, encargándose de sus cuidados y la
conservación de sus restos mortales cementerios que son, tradicionalmente, propiedad de la
Iglesia:
¡Ay, qué veo! Todo mi pie derecho está cubierto de ellos. ¡Cuánta miseria
me anuncian! En éstos, ¡ay!, en éstos se ha convertido tu carne! ¡De tus
hermosos ojos se han engendrado estos vivientes asquerosos! ¡Tu pelo, que
en lo fuerte de mi pasión llamé mil veces no sólo más rubio, sino más
preciosos que el oro, ha producido esta podre! ¡Tus blancas manos, tus
labios amorosos, se han vuelto materia y corrupción! ¡En qué estado estarán
las tristes reliquias de tu cadáver! (CADALSO, 2006. pp. 383-384).
El período de publicación de las Noches Lúgubres coincide con una etapa muy
importante en Europa, la Revolución Francesa. Eso significa que existe en la atmósfera
europea una significativa agitación política, social y cultural que abarca todas las capas de la
sociedad. La literatura es responsable de mostrar esta realidad, de registrar los hechos que
ocurren, además de llamar la atención sobre la necesidad de no perder el tren de la
modernidad y acompañar estas transformaciones que dan lugar a la construcción de las nuevas
sociedades y las formas que surgen de los comportamientos individuales y colectivos. Son
cambios significativos que necesitan la participación de toda la sociedad.
La sólida formación del escritor y su manera irreverente de escribir, con el rechazo de lo
preestablecido, le convierte en blanco de críticas y censura por parte de las jerarquías
vigentes. Sin embargo, la censura no logra impedirle su actividad literaria y tampoco poda su
decisión de transmitir las inquietudes del hombre ilustrado con la preciada arma de la palabra.
las luces de la razón, apartada de dogmatismos que perpetúan ideas antes consideradas como
verdades absolutas, no dignas de ser cuestionadas.
El sueño de Tediato de suicidarse al lado del cadáver de su amada y la propuesta de
suicidio colectivo que hace a Lorenzo son ejemplos de desesperación ante una sociedad que
no presenta signos visibles de mudanza. No obstante, el pleno uso de las facultades mentales,
el no perder la cordura, hace que se vislumbre la posibilidad de una sociedad redimensionada,
que bebe en el pozo del saber producido en el extranjero, basada en la creencia de las luces
que traen al panorama nacional la realización de este deseo de transformación socio-cultural y
que abarca todos los recovecos de la sociedad. El intento y deseo de suicidio del protagonista
de las Noches Lúgubres demuestra una contundente forma de decir no al orden establecido y
hace un llamamiento a toda la sociedad de España para no perder el tren de la modernidad.
En efecto, al no llevar a cabo el suicidio pretendido, esta decisión de Tediato está
impregnada de constantes reflexiones acerca de los nuevos rumbos que necesita tomar la
España dieciochesca. Su reintegro a la sociedad no significa el conformismo ante las
circunstancias vigentes a lo largo de todo el siglo XVIII, heredadas del siglo anterior, sino el
candente deseo de mantener la lucha a favor de la construcción del nuevo panorama nacional,
cuya prioridad es el bienestar de la colectividad y con vistas al futuro de forma no tradicional.
La muy firme y constante intención del suicidio es una forma de protestar contra las
injusticias sociales y el decir un no contundente a las trabas impuestas por la religión: “¡Ven,
muerte, con todo tu séquito. Sí; ábrase esa puerta; entren verdugos feroces manchados aún
con la sangre que acaban de derramar a una vara de mí. Si el ser infeliz es culpa, ninguno más
reo que yo! (CADALSO, 2006. p. 398).
Noches Lúgubres constituye una crítica contundente a la sociedad dieciochesca y
presenta una nueva forma de ver el mundo y actuar sobre él. Además, se suma a una nueva
forma de expresión del pensamiento y de la literatura; está impregnada de denuncia social. Se
trata de una obra por medio de la cual el autor refleja su inconformidad ante la oscuridad en la
que vive el país; un ambiente “lleno de aflicciones, privado de bienes, con mil enemigos por
fuera y un tormento interior capaz, por sí solo, de llenarme de horrores, aunque todo el orbe
procurara mi infelicidad” (CADALSO, 2006. p. 405).
Además de mostrar un retrato del siglo XVIII en España, la obra de Cadalso plantea la
total innovación de la sociedad, en todos los ámbitos. Al final, el protagonista no lleva a cabo
el suicidio pretendido. Es una demostración de que las estructuras sociales dieciochescas
tienen un papel muy importante en la formación de los individuos. El razonamiento de
Tediato y el florecimiento del fervor revolucionario no le distancian totalmente de las
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enseñanzas de la iglesia católica, aunque esta sea el blanco de constantes críticas; plantea
cambios significativos para toda la sociedad, no obstante está impregnado de la ortodoxia
vigente.
La literatura cadalsiana irrumpe en la España dieciochesca como un arma cargada de
sátira. Trae a la luz los escándalos ocasionados por los hombres y mujeres de bien, personajes
de la alta sociedad madrileña que fingen fidelidad en las relaciones amorosas, pero mantienen
relaciones ilícitas fuera del matrimonio. Es una denuncia vehemente del falso moralismo
reinante en algunas familias católicas, consideradas como modelo de la sociedad y que debe
ser seguido por todos. El propio Cadalso no lleva una vida digna de imitación. La
irreverencia de su conducta personal y su sátira literaria le llevan al destierro de la Corte, de
donde sale miserable y enfermo. Al salir desterrado, empieza una nueva etapa en la vida del
tediático joven, pero la buena compañía de su musa le da inspiración para seguir adelante.
Gran parte de la vida de Cadalso está cargada de tedio. La turbulenta infancia, carente
de apoyo psicológico de la familia y sus constantes traslados le aíslan de la vida convencional
y de la ciudad. Todo le agobia, todo le molesta y hace surgir el deseo de la vida sencilla en
una aldea. La naturaleza se convierte en una especie de refugio para su soledad, su tedio y su
aburrimiento. La muerte de la amada marca profundamente la vida del autor. El amor
incondicional de María Ignacia por el desheredado es el gran alivio de sus pesadumbres: “la
mujer del mayor talento que yo he conocido, y que tuvo la extravagancia de enamorarse de
mí, cuando yo me hallaba desnudo, pobre y desgraciado”, confiesa en su Autobiografía
(SEBOLD, 2006. p. 28).
La obra de Cadalso coincide con las muy tempranas muestras del Romanticismo
alemán, aunque se publique posteriormente a la producción alemana. En efecto, es importante
señalar la influencia de Noches Lúgubres en escritores como Meléndez, Jovellanos y
Trigueros, entre otros. Todos estos autores aluden en su obra el tema del suicidio, uno de los
principales objetivos del protagonista Tediato. Con base en esta perspectiva, y según subraya
Sebold (2006), Cadalso podría ser considerado el Werther español, aunque haya sido escrita
mucho antes, dado su sufrimiento y desesperación, reflejados en la obra. El dolor de Tediato,
el protagonista, empieza con la muerte de su amada, la inesperada muerte.
El siglo XVIII es un tiempo en el cual abunda mal du siècle, afectando, principalmente,
a los jóvenes. En este sentido, se hace notar la influencia de Noches Lúgubres en la sociedad
española dieciochesca, como una obra que supone un peligro para la vida de los descreídos y
rebeldes lectores jóvenes. La vida, en todas sus manifestaciones, tiene lugar en la obra de
Cadalso. No obstante, es la muerte la que se destaca a través del deseo del protagonista de
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llegar a ella por vía propia. En ella tiene lugar, además, los problemas del hombre y de la
humanidad, sus aspiraciones y necesidades; sus tristezas, sus dudas, sus sueños y esperanzas.
¿Para pasar cincuenta años de vida como la que he pasado, lleno de
infortunios; y cuando apenas tengo fuerzas para ganar un triste alimento…
hallarme con tantas nuevas desgracias en mi mísera familia, expuesta toda a
morir con su padre en la más espantosa infelicidad? Amigo, si para eso
deseas que me guarde el cielo, ¡ah!, pídele que me destruya (CADALSO,
2006. p. 409).
contemplándose, es una más dolorosa, por más lenta, muerte voluntaria, y brinda al escritor
infinitas más posibilidades líricas que el brusco e irrevocable desenlace sangriento.
Para entender mejor la obra de Cadalso es necesario, además, tener en cuenta su sólida
formación europea, principalmente inglesa y francesa. Ello ha favorecido el surgimiento de
una obra tempranamente romántica y de considerable radical novedad. No obstante, tampoco
hay que negar la influencia de la literatura hispánica, aunque en menor grado. Noches
Lúgubres aparece mencionada ya en otras obras de Cadalso, anteriormente escritas, como en
las Cartas Marruecas. En general, se trata de obras consideradas como un capricho literario
del autor. El autor es consciente de la importancia de sus textos en la sociedad dieciochesca,
de la repercusión entre los lectores jóvenes y el interés que fomentaría en la crítica de la
época.
Tal es el éxito de Noches Lúgubres que se llega a creer que Cadalso, al igual que
Tediato, el protagonista de su obra, llega a planificar el desenterramiento del cadáver de su
amada y exhumarlo. Eso demuestra la gran publicidad e influencia que tiene la obra en el
territorio nacional. El propósito inicial de Tediato no se lleva a cabo y, al final de la obra, el
lector se encuentra ante las ganas de vivir que tiene el protagonista: “Andemos, amigo,
andemos” (CADALSO, 2006, p.410). Con estas palabras desaparece todo el ambiente
sepulcral de la obra y la naturaleza parece impregnarse de luces, las luces de la razón que
hacen que el enamorado emprenda un nuevo propósito para su vida y la de su acompañante
Lorenzo, el sepulturero. Tediato, además de ser un romántico, es un hombre ilustrado y no
prescinde de los razonamientos ni de proyectar el futuro; busca, de manera constante,
encontrar una solución para los problemas, pero es invadido por el dolor interior y las
sombras tormentosas que le rodean. El miedo no le abandona y este es un sentimiento que
favorece el uso de la razón. La consciencia de la transitoriedad de la vida y de las mismas
condiciones humanas a las que todos están sometidos, por el simple hecho de ser humano, son
cuestiones que forman parte de los razonamientos de Tediato.
Según subraya Glendinning (1993), el autor romántico tiene muchas preocupaciones por
el presente y el futuro de la sociedad; bebe en fuentes tradicionales y de ellas acata la
moralidad y el uso de la razón. Esto le hace comprometerse con las cuestiones relacionadas
con las estructuras convencionales, como la familia y rechazar el orden establecido y las
jerarquías. Además, mantiene una enorme preocupación por la búsqueda de la fraternidad
humana, sin distinción de clase. De ahí que se evidencia que Cadalso bebe en fuentes
literarias europeas, principalmente en la inglesa, una vez que en su obra se observa la gran
aportación de esta literatura. Existe una influencia clara de la obra y del estilo del doctor
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Consideraciones finales
La España del Siglo de las Luces padece un gran oscurantismo en el ámbito político,
económico y social. Conflictos internos y externos de todo tipo inspiran a Cadalso a trazar el
panorama histórico del país, partiendo de su propia experiencia. De ahí su esplendoroso vigor
literario. En medio de la inquietud del presente y de la incertidumbre del futuro, el hombre
ilustrado está caracterizado por el uso de la razón y por el deseo de cambio de la sociedad.
Con base en esta perspectiva, resulta curioso hablar de noches, en pleno Siglo de las Luces.
¿Por qué aparecen las noches en un período conocido como Iluminismo? Esta es una
pregunta que supone mucha reflexión. Por ello, reflexionar sobre Noches Lúgubres es un
intento de comprender mejor esta época de la sociedad española y su importante aportación
para la formación del pensamiento moderno.
Entender la conflictividad y el misterio de la sociedad ilustrada supone un gran desafío.
Así, la lectura del pensamiento dieciochesco, sobre la postura de las jerarquías civiles y
eclesiásticas, a partir de las Noches Lúgubres, consiste el punto de partida para llegar al
entendimiento de una de las más importantes épocas de la historia de España.
Para finalizar, subrayamos que de la angustia y de la desesperación ante la realidad de la
que forma parte el hombre dieciochesco surge la necesidad de procurar entender las
circunstancias a las que está sometido. De ahí que trazar una imagen de la sociedad de ese
momento consiste una de las principales formas de intentar transformarla, de evitar que se
cometan tantos errores, como los del pasado, reflejados en fragmentos como en el que se
habla del oro que se trajo “de la infeliz América a la tirana Europa” (CADALSO, 2006, p.
373), entre otros.
Bibliografía:
AGUILAR PIÑAL, Francisco. La España del absolutismo ilustrado. Madrid: Espasa Calpe,
2005.
______. Historia literaria de España en el siglo XVIII. Madrid: Editorial Trotta: Consejo
superior de Investigaciones Científicas, 1996.
ÁLVAREZ BARRIENTOS, Joaquín. La novela del siglo XVIII. Júcar. Madrid, 1999.
ANES, G. Economía e Ilustración en la España del siglo XVIII. Barcelona: Ariel, 1981.
CADALSO, J. Cartas Marruecas. Noches lúgubres. Madrid: Ed. Sebold, R.P; Cátedra, 2006.
MARTIN GAITE, C. Usos amorosos del dieciocho en España. Madrid: Siglo XXI, 1988.
Lights and shadows in the Spanish Age of Enlightenment: evaluation about the ideas
come from Europe, reflected in the Noches Lúgubres work by José Cadalso
Abstract: The current work tend to do a brief reflection about the ideas come from Europe
and everything that it entails in the 18th Spanish society, which is rural and agrarian yet,
according to José Cadalso y Vázquez´s view in the Noches Lúgubres work (1789-1790). The
author, motivated due to French thinking arrival of Siècle des Lumières, based the reason on
to find a possible solution for the issues which distress the society, revealing himself against
the traditional and dogmatic.