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Tras la guerra contra España, el dictador Mariano Ignacio Prado se convirtió en presidente
provisorio. Pese a las críticas, Prado se presentó como candidato a la presidencia sin
abandonar el poder, obteniendo el triunfo. Convocó también a un Congreso Constituyente, que
se encargó de dar una nueva Constitución: la Constitución Liberal de 1867. Pero una
revolución acaudillada por el general Pedro Diez Canseco en Arequipa y por el coronel José
Balta en Chiclayo, trajo abajo a su régimen y restituyó la Constitución de 1860, a principios
de 1868.
Manuel Pardo, que había huido a Pisco, retornó a Lima y tomó el mando de la nación el 2 de
agosto de 1872. Pese a las medidas que tomó para contrarrestar la grave crisis económica
(entre ellas la nacionalización de la riqueza salitrera), no tuvo éxito. El contrato Dreyfus ya no
rendía pues la Casa Dreyfus se negó a dar más adelantos con garantía del guano, arguyendo
que el Estado peruano le debía.
Durante el gobierno de Pardo se firmó el Tratado de Alianza Defensiva entre Perú y Bolivia,
el 6 de febrero de 1873, que luego sería usado como pretexto por Chile para desatar la Guerra
del Pacífico.
En 1876 la transmisión del mando se produjo sin incidentes. Los principales candidatos eran
el ex presidente Mariano Ignacio Prado y el contralmirante Lizardo Montero. El triunfador fue
Prado.
Durante su gobierno, Prado enfrentó el problema de la cuantiosa deuda externa y la galopante
crisis económica y hacendaria. Tratando de paliar la situación, Prado declaró disuelto el
Contrato Dreyfus y firmó un nuevo contrato para la venta del guano con la firma inglesa
Raphael e Hijos, el llamado Contrato Raphael, pero no tuvo éxito. El precio del guano iba por
entonces cayendo en el mercado internacional y ya no constituía un negocio rentable. La crisis
se agudizó. El Estado peruano se declaró en bancarrota y anunció la moratoria de su deuda
externa.
Para colmo, Prado tuvo que enfrentar la oposición de Nicolás de Piérola, que acaudilló dos
revoluciones, que si bien fueron sofocadas, causaron un gasto a la ya exhausta caja fiscal.
Suceso luctuoso de este período fue el asesinato de Manuel Pardo, entonces presidente del
Senado, el 16 de septiembre de 1878. Al año siguiente estalló la guerra con Chile, pese a los
intentos de Prado de evitarla diplomáticamente. Chile, con su característica perfidia, esperó el
momento adecuado para atacar al Perú, es decir cuando éste se hallaba en plena bancarrota
y prácticamente desarmado.
La guerra desencadenada por Chile contra el Perú y Bolivia en 1879 fue denominada Guerra
del Pacífico por el historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna y así se ha impuesto en la
historiografía actual, pero se trata de una denominación equívoca, pues no fue una guerra
absolutamente marítima, sino que la mayor parte de las acciones militares se desarrollaron en
escenario terrestre, y se definió en el mismo. La más apropiada es la denominación que le dio
el historiador peruano Mariano Felipe Paz Soldán, en una de sus obras: la Guerra de Chile
contra el Perú y Bolivia. Otro historiador, el venezolano Jacinto López, la definió también de
manera acertada: la Guerra del guano y del salitre.2
Efectivamente, está fuera de duda de que la causa principal de la guerra fue
el expansionismo chileno: Chile ambicionaba los yacimientos peruanos y bolivianos de salitre,
y adicionalmente, los de guano, que por entonces alcanzaban precios ingentes en el mercado
mundial. Pero no se habría lanzado a una aventura como esa si no hubiera sido movido,
armado, preparado y animado por las potencias europeas, principalmente Inglaterra. Las
razones por las que las potencias europeas se pusieron contra el Perú fueron las siguientes:
La campaña marítima
La campaña de Tarapacá
Batalla de Tarapacá.
Esta campaña fue iniciada en mayo de 1880 por Chile, temeroso de que el ejército aliado
intentara recuperar desde el norte la provincia de Tarapacá. Por entonces habían ocurrido
cambios políticos en los países aliados. En el Perú asumió al poder Nicolás de Piérola el 21 de
diciembre de 1879, luego de que el presidente Prado saliera del país para agilizar la compra
de armamentos. En Bolivia, Daza fue derrocado por el coronel Eliodoro Camacho y luego
tomó el poder de manera provisoria el general Narciso Campero. En el teatro de operaciones,
los aliados contaban con 6000 peruanos a órdenes de Lizardo Montero, y 4,000 bolivianos al
mando de Eliodoro Camacho. Por su parte, las tropas chilenas de 15 000 efectivos bajo el
mando del general Manuel Baquedano desembarcaron entre Ilo y Pacocha y avanzaron hacia
Tacna. Narciso Campero tomó el mando de las tropas aliadas y se posesionó para esperar al
enemigo en la meseta de Intiorko, que desde entonces se llamó el Alto de la Alianza, situado a
seis millas al norte de la ciudad de Tacna. El encuentro se produjo el 26 de mayo de 1880 y se
conoce como la batalla del Alto de la Alianza o batalla de Tacna. La resistencia de los aliados
fue tenaz y en algún momento se presagió su victoria. Ante ello, los chilenos debieron emplear
hasta sus cuadros de reserva para poder conseguir el triunfo, luego de cuatro horas de
sangrienta lucha. Tacna fue ocupada por las fuerzas chilenas, la alianza peruano-boliviana se
rompió y Bolivia abandonó la guerra.
El último episodio de esta campaña fue el sitio de Arica, defendido por el anciano
coronel Francisco Bolognesi al mando de 2000 hombres, quienes se negaron a rendirse.
La batalla de Arica, librada el 7 de junio de 1880, constituyó otro acto de la heroica y esforzada
resistencia peruana. Bolognesi, muerto en el campo de batalla, se alzó como un nuevo héroe
a la par de Grau.
La campaña de Lima
La defensa de los peruanos en uno de los reductos de Miraflores. Óleo del pintor peruano Juan Lepiani.
Esta campaña fue organizada por el gobierno chileno tras el fracaso de las negociaciones de
paz realizadas bajo mediación de los Estados Unidos, en las que el Perú se negó a firmar la
paz con cesión territorial. Previamente al inicio de la campaña de Lima, los chilenos enviaron
una expedición de rapiña a lo largo de la costa norte peruana, al mando del capitán Patricio
Lynch. Piérola organizó la defensa de Lima, tendiendo dos líneas defensivas. La primera línea
partía del Morro Solar, en Chorrillos y pasaba por la hacienda Villa y los llanos de San Juan,
hasta llegar a Monte Rico Chico. La segunda línea partía de la quebrada de Armendáriz,
pasaba por las afueras de la villa de Miraflores y terminaba en Monte Rico Grande. Si bien los
peruanos contaban con 20 000 hombres, estos en su mayor parte estaban mal preparados y
peor equipados. Por su parte, los chilenos, bajo el mando del general Baquedano,
desembarcaron en Pisco y Chilca; luego acamparon en Lurín, al sur de la capital peruana.
Sumaban en total 25 000 soldados. Avanzaron hacia Lima y se enfrentaron a la primera línea
defensiva peruana, librándose la batalla de San Juan y Chorrillos, el 13 de enero de 1881.
Baquedano debió usar todas sus reservas para doblegar la tenaz resistencia peruana,
especialmente en el Morro Solar. La villa de Chorrillos fue saqueada e incendiada. La última
batalla de la defensa de Lima se dio en la línea de Miraflores, defendida mayormente por
civiles, quienes se batieron con valor y denuedo en los llamados «reductos» (15 de
enero de 1881). Consumada la derrota peruana, Piérola se retiró a la sierra central, quedando
en Lima como única autoridad peruana el alcalde Rufino Torrico, que entregó de manera
pacífica la ciudad a los invasores, el 17 de enero de 1881. Los chilenos nombraron a su vez
como gobernador a Patricio Lynch. Posteriormente, se formó en La Magdalena (suburbio de
Lima) un nuevo gobierno peruano, encabezado por el doctor Francisco García Calderón, que
se instaló el 12 de marzo de 1881. Este presidente resistió las presiones de los chilenos para
firmar una paz con cesión territorial, por lo que fue apresado y enviado a Chile. Por su parte,
Piérola renunció también al mando supremo y marchó al extranjero.
La campaña de la Breña
Tratado de Ancón
El Tratado de Ancón, firmado el 20 de octubre de 1883, reconoció la derrota peruana y dio por
terminada la guerra con Chile. El Perú cedió a Chile perpetua e incondicionalmente
la provincia de Tarapacá, y las provincias de Tacna y Arica quedaron sujetas a la legislación
chilena por un período de diez años más, tras el cual se debía realizar un plebiscito para
decidir su destino final. Por otra parte, en 1884, se firmó un Pacto de Tregua entre Chile y
Bolivia, en el que se estipuló una paz no definitiva.
Retrato del general Andrés Avelino Cáceres. Obra del pintor Nicolás Palas, año 1894.
Cáceres gobernó de 1886 a 1890, período que sería su primer gobierno constitucional. Tuvo
que afrontar la reconstrucción del país, especialmente en el campo económico. Puso fuera de
curso el billete fiscal o papel moneda, muy devaluado para entonces; creó impuestos nuevos;
intentó la descentralización tributaria; y para solucionar el problema de la enorme deuda
externa firmó el Contrato Grace por el cual entregó los ferrocarriles a los acreedores. Su
gobierno fue autoritario y tuvo que enfrentar una tenaz oposición desde la prensa y el
parlamento.
Finalizando el período de Cáceres, se convocaron a elecciones en 1890, en las que triunfó el
coronel Remigio Morales Bermúdez, que pertenecía al mismo partido de Cáceres (el Partido
Constitucional o cacerista), y por lo tanto, significó el continuismo político. Morales Bermúdez
llevó a cabo un discreto gobierno y debió enfrentar la negativa de Chile a convocar el
plebiscito que debía decidir el destino final de las provincias de Tacna y Arica, tras haber
finalizado en 1894 el plazo de 10 años estipulado en el Tratado de Ancón de 1883. Chile fue
prorrogando la realización de dicho plebiscito indefinidamente; finalmente nunca se realizó.
Víctima de una enfermedad, Morales Bermúdez murió el 1 de abril de 1894, antes de concluir
su mandato. Lo sucedió el segundo vicepresidente Justiniano Borgoño, en desmedro del
primer vicepresidente Pedro Alejandrino del Solar, que fue marginado por oponerse al
cacerismo. Borgoño allanó el camino para la vuelta al poder del general Cáceres y convocó a
unas elecciones que fueron muy cuestionadas. Con el apoyo del gobierno, Cáceres triunfó en
dichos comicios.
Piérola y sus montoneros entran a Lima por la Puerta de Cocharcas (17 de marzo de 1895).
Por segunda vez Cáceres asumió la presidencia, el 10 de agosto de 1894. Pero carecía de
legitimidad y popularidad, por lo que era inevitable que surgiera la guerra civil. El
anticacerismo formó la Coalición Nacional, integrada por los demócratas y civilistas, que
eligieron como líder a Nicolás de Piérola (jefe de los demócratas), entonces desterrado en
Chile. En todo el Perú surgieron partidas de montoneros que se sumaron a la causa de la
Coalición. Piérola retornó al Perú, desembarcó en Puerto Caballas (costa de Ica) y pasó
a Chincha donde dio un Manifiesto a la Nación, tomando el título de Delegado Nacional, y
poniéndose de inmediato en campaña sobre Lima, al frente de los montoneros. Estos
atacaron la capital del 17 al 19 de marzo de 1895, desatando una lucha muy sangrienta. Al
verse desprovisto del apoyo del pueblo, volcado masivamente hacia los coaligados, Cáceres
renunció y partió al exilio. Se instaló una Junta de Gobierno presidida por Manuel Candamo,
que convocó a elecciones en las que triunfó abrumadoramente Piérola.
Nicolás de Piérola.
Con el advenimiento al poder de Nicolás de Piérola en 1895, se dieron las condiciones para la
formación de la República Oligárquica, llamada también República Aristocrática, término éste
acuñado por Basadre. Se extiende desde el 8 de septiembre de 1895 hasta el 4 de
julio de 1919, período en el que se sucedieron una serie de gobiernos elegidos
democráticamente, con excepción del período de 1914-1915. Fue entonces cuando se
materializó una política pluto - oligárquica, con unas clases alta y media que vivían
acomodadamente y un pueblo llano con diversas carencias. Se acentuó la dependencia
económica hacia el capitalismo inglés y el norteamericano y se desarrolló de nuevas
actividades económicas: agroexportación (azúcar y algodón), extracción cauchera y la
extracción petrolera. El malestar de las clases populares se manifestó en el surgimiento del
movimiento obrero anarcosindicalista y el estallido de huelgas.
Las principales fuerzas políticas eran el Partido Demócrata o pierolista y Partido Civil o
civilista, que se habían aliado en la coyuntura de 1894-1895. A partir de 1903 predominaría el
civilismo en el gobierno, lo que se conoce como el Segundo Civilismo, por distinción del
primero de 1872-1874. Otras fuerzas importantes fueron el Partido Constitucional o cacerista y
el Partido Liberal.
El gobierno de Piérola (1895-1899) fue notable, contando con el apoyo de demócratas y
civilistas. Piérola convocó a los más capaces para ocupar funciones en el gobierno, sin tener
en cuenta antecedentes partidarios; respetó escrupulosamente la Constitución; fortaleció las
instituciones públicas e impulsó el desarrollo integral del país. Destacan las importantes
reformas en el campo económico y financiero, como la implantación de una nueva moneda
(la Libra peruana), la primera ley normativa de la ejecución presupuestal, la creación de la
Compañía Recaudadora de Impuestos. Además, fomentó el ahorro público, aplicó una política
de austeridad gubernamental y evitó el endeudamiento externo. Asimismo, fomentó y protegió
la industria nacional, impulsó el desarrollo de la Amazonía, llevó a cabo un plan de obras
públicas sin recurrir a los empréstitos, impulsó la prolongación de caminos y ferrocarriles y la
modernización de ciudades. En el aspecto de la defensa nacional, contrató a una misión
francesa para que modernizara al Ejército, fundó la Escuela Militar de Chorrillos y estableció el
servicio militar obligatorio. En el aspecto material, continuó la expansión urbana de Lima,
construyendo el Paseo Colón e iniciando la Avenida de la Colmena, hoy llamada Avenida
Nicolás de Piérola.
Ya finalizando su mandato, Piérola intentó mantener la coalición política que lo había apoyado
y planteo una convención civil-demócrata para presentar una fórmula común en el proceso
electoral. Los demócratas quedaron facultados para elegir el candidato y optaron por el
ingeniero Eduardo López de Romaña, quien logró la presidencia con relativa facilidad.
López de Romaña (1899-1903) continuó el desarrollo de la agricultura, la minería y
la industria; promovió la colonización de los valles interandinos y zonas orientales, hasta
entonces aislados; promulgó el Código de Minería, el nuevo Código de Comercio y el Código
de Aguas; creó el Estanco de la Sal para financiar la recuperación de las provincias de Tacna y
Arica en poder chileno; y afrontó los problemas derivados de la política de chilenización en
dichos territorios, que buscaban perpetuar la ocupación. Al término de su mandato, una nueva
alianza, ahora entre los civilistas y el Partido Constitucional de Cáceres, llevó a la presidencia
al acaudalado hombre de negocios Manuel Candamo, quien asumió el 8 de
septiembre de 1903, siendo el segundo civilista en llegar a la presidencia, después de Manuel
Pardo en 1872. Pero Candamo murió antes de finalizar su mandato, el 7 de mayo de 1904. El
poder quedó a cargo del jurista cuzqueño Serapio Calderón, quien convocó a nuevos
comicios, en las que ganó José Pardo y Barreda, cabeza de una nueva generación de
civilistas con anhelos renovadores.
José Pardo y Barreda, presidente del Perú de 1904 a 1908 y de 1915 a 1919. Fue hijo de Manuel Pardo,
el fundador del Partido Civil.
Billinghurst (1912-1912) quiso favorecer a la clase obrera, lo que le ganó la oposición de los
elementos conservadores. Tuvo una pugna tenaz con el Congreso, dominado por los civilistas
y leguiístas, sus enemigos políticos. Se propuso entonces disolver el parlamento y convocar al
pueblo para realizar reformas constitucionales fundamentales, lo que provocó el levantamiento
militar del coronel Óscar R. Benavides, héroe de La Pedrera, que derrocó a Billinghurst el 4 de
febrero de 1914.
Benavides asumió el poder, primero a la cabeza de una Junta de Gobierno y luego como
presidente provisorio designado por el Congreso (1914-1915). Enfrentó el problema monetario
y se comprometió a restaurar el orden legal. En 1915 convocó a una Convención de los
partidos civilista, liberal y constitucional, para que lanzaran una candidatura unificada. El
elegido fue el ex presidente José Pardo, del Partido Civil, quien ganó abrumadoramente las
elecciones de ese año, derrotando a la simbólica candidatura de Carlos de Piérola, del Partido
Demócrata.
El segundo gobierno de José Pardo (1915-1919) se caracterizó por la violencia política y
social, síntoma del agotamiento del civilismo y de la crisis mundial. Por efecto de la primera
guerra mundial se agravó la condición económica de la clase trabajadora y se preparó el
campo para el desenvolvimiento de la acción sindical. Se produjeron sucesivas huelgas que
tenían como exigencia el abaratamiento de las subsistencias y la implantación de la jornada
de las «8 horas de trabajo»; esta última fue concedida finalmente, por decreto del 15 de
enero de 1919. En el sur andino, los abusos de los hacendados y gamonales sobre la
población nativa y campesina motivaron muchas sublevaciones de indígenas, como la
encabezada por Rumi Maqui en 1915.
Pardo convocó a elecciones en 1919, en las que postuló el ex presidente Augusto B. Leguía,
que enfrentó a la candidatura oficialista representada por Ántero Aspíllaga. Los comicios, que
no fueron muy limpios, dieron por ganador a Leguía, pero en el recuento oficial se le anularon
numerosos votos. Ante el peligro de que fueran anuladas las elecciones y que estas se
trasladaran al Congreso, donde los civilistas tenían mayoría, Leguía y sus partidarios dieron
un golpe de estado, contando con el apoyo de la gendarmería (4 de julio de 1919). Finalizó así
la «República Aristocrática» y se inició una nueva etapa en la historia republicana del Perú.
Consumado el golpe de estado de 1919, Leguía asumió el poder como presidente transitorio.
Disolvió el Congreso y convocó a un plebiscito para someter al voto de la ciudadanía una serie
de reformas constitucionales que consideraba necesarias; entre esas reformas se
contemplaba elegir al mismo tiempo al Presidente de la República y al Congreso, ambos con
períodos de cinco años (antes, el mandato presidencial era de cuatro años y el Parlamento se
renovaba por tercios cada dos años). Simultáneamente convocó a elecciones para elegir a los
representantes de una Asamblea Nacional, que durante sus primeros 30 días se encargaría
de ratificar las reformas constitucionales, es decir, haría de Asamblea Constituyente, para
luego asumir la función de Congreso ordinario. Esta Asamblea se instaló el 24 de setiembre de
1919 y fue presidida por Mariano H. Cornejo, ideólogo del gobierno. Una de las primeras
labores de dicha Asamblea fue hacer el recuento de votos de las anteriores elecciones
presidenciales, tras lo cual ratificó como ganador a Leguía, quien fue proclamado Presidente
Constitucional el 12 de octubre de 1919. La Constitución vigente (la de 1860) fue sustituida
por la Constitución de 1920.
Este segundo gobierno de Leguía se prolongaría por once años, ya que, tras sendas reformas
constitucionales, se reeligió en 1924 y en 1929. Por eso se le conoce como el Oncenio y
también como la «Patria Nueva», pues pretendía modernizar el país a través de un cambio de
relaciones entre el Estado y la sociedad civil.
Fue una época en que se restringieron las libertades públicas. El diario La Prensa, donde se
había parapetado la oposición, fue asaltado y confiscado. Se barrió también con la oposición
en el parlamento, que quedó sometido al Ejecutivo. Se puso fin a las municipalidades elegidas
por voto popular, siendo reemplazadas por organismos con personal designado por el
gobierno. Los opositores políticos fueron perseguidos, presos, deportados y hasta fusilados.
La figura del presidente fue adulada hasta límites extremos, se habló del «Siglo de Leguía»,
del «Gigante del Pacífico», del «Júpiter Presidente», del «Wiracocha», y se le comparó
hiperbólicamente con personajes como Bolívar, Julio César, Alejandro, Bonaparte, etc.
La preocupación esencial de Leguía fue la modernización del país, lo que quiso imponer a
paso acelerado. Suceso notable de este período fue la celebración pomposa del Centenario
de la Independencia en 1921, cuyo acto central fue la inauguración de la Plaza San Martín, en
el centro de Lima. Un gigantesco programa de obras públicas fue financiado con empréstitos
obtenidos del exterior. Se arreglaron y pavimentaron muchas avenidas, calles y plazas
limeñas, se abrieron varias avenidas a fin de ampliar el radio urbano, como la Avenida
Progreso (hoy Venezuela) y la Avenida Leguía (hoy Arequipa).
Se fomentó la política colonizadora, se realizaron importantes obras de irrigación en la costa;
entre ellas en la pampa de Imperial (Cañete) y en las pampas de Olmos (Lambayeque). Se
estudió también la irrigación de las pampas de La Joya, en Arequipa. Se realizó una
importante obra vial en toda la República. Medida impopular fue la ley de Conscripción Vial
(1920) que obligaba a todos los hombres de 18 a 60 años de edad a trabajar gratuitamente en
la construcción y apertura de carreteras, por espacio de 6 a 12 días al año, lo que en la
práctica afectó mayormente a la población indígena.
Fueron creadas la Escuela de la Guardia Civil y Policía (a cargo de instructores españoles), la
Escuela de Aviación de Las Palmas y el Ministerio de Marina (el cual en 1929 pasó a llamarse
de Marina y Aviación).
En el aspecto internacional, se firmaron dos tratados internacionales muy polémicos:
Sánchez Cerro prometió convocar a elecciones, pero cometió el error de querer postular a la
presidencia estando en el poder. Una nueva rebelión que estalló en Arequipa lo obligó a dimitir
el 1 de marzo de 1931. Interinamente, por unas horas, asumió el poder el jefe de la iglesia
católica peruana, monseñor Mariano Holguín, como presidente de una junta de notables, que
inmediatamente dio pase a una Junta Transitoria presidida por el presidente de la Corte
Suprema Ricardo Leoncio Elías y luego por el teniente coronel Gustavo Jiménez. Sin
embargo, estas Juntas no gozaron de apoyo y la presión popular impuso al viejo líder
apurimeño David Samanez Ocampo como presidente de una Junta Nacional de Gobierno, con
representación de todo el país (11 de marzo de 1931).
Samanez pacificó momentáneamente al país y convocó a elecciones para Presidente y los
representantes de la Asamblea Constituyente. Con tal fin dio un nuevo Estatuto Electoral y
creó el Jurado Nacional de Elecciones. Estas elecciones generales se realizaron el 11 de
octubre de 1931 y fueron las primeras elecciones modernas de la historia peruana. Los
principales candidatos fueron Sánchez Cerro, por la Unión Revolucionaria, y Víctor Raúl Haya
de la Torre, por el Partido Aprista Peruano. Sánchez Cerro, auroleado por ser el caudillo que
derrocó a Leguía, triunfó en las urnas por un amplio margen, pero los apristas no reconocieron
el resultado y denunciaron fraude. El país quedó así dividido, con el germen de la guerra civil.
Sánchez Cerro asumió como presidente constitucional el 8 de diciembre de 1931. Ese mismo
día se instaló el Congreso Constituyente cuya misión primordial sería dar una nueva
Constitución al país. El nuevo gobierno contaba con mayoría parlamentaria. Los diputados
apristas elegidos tomaron posesión de sus escaños y conformaron en una combativa minoría
opositora al gobierno.
La oposición del aprismo al gobierno sanchecerrista se tornó exacerbada. Menudearon los
atentados, las revueltas y los actos terroristas. El Congreso aprobó leyes severas, entre ellas
una llamada Ley de Emergencia, que dio al gobierno poderes especiales para reprimir a los
opositores, en especial a los apristas, aunque también a los comunistas. Los diputados
apristas fueron desaforados.
En 1932 ocurrieron una serie de sucesos sangrientos provocados por los apristas: un atentado
criminal contra la vida del mismo Sánchez Cerro, que se salvó fortuitamente (6 de marzo); una
rebelión de la marinería de la escuadra del Callao (7 de mayo), que fue sofocada
severamente, siendo fusilados ocho marineros; y la llamada revolución aprista de Trujillo (7 de
julio), que fue reprimida sangrientamente por el gobierno. Trujillo fue tomada por el ejército,
que en represalia por la masacre de los oficiales prisioneros en el cuartel O’Donovan, fusiló a
un número no determinado de ciudadanos, que desde entonces fueron considerados como los
“mártires del aprismo”. Al año siguiente estalló una sublevación militar
en Cajamarca encabezada por el comandante Gustavo Jiménez, quien al ser vencido en
Paiján se quitó la vida disparándose un tiro en la cabeza (14 de marzo de 1933).
Obra importante del gobierno sanchecerrista fue la promulgación de la Constitución Política de
1933, el 3 de abril de 1933. Otras obras importantes fueron el otorgamiento a los obreros de
vacaciones y el descanso remunerado por el día del trabajo, la creación de los restaurantes
populares, el equipamiento de las Fuerzas Armadas, la continuación de la carretera Central,
etc.
En el aspecto internacional, Sánchez Cerro declaró inicialmente su intención de respetar los
tratados firmados por sus antecesores, pero presionado por la opinión pública, se vio obligado
a respaldar a los patriotas peruanos de Leticia, que querían que su territorio, cedido a
Colombia por el Tratado Salomón-Lozano, volviera al seno del Perú (episodio conocido como
el incidente de Leticia). Ello que provocó un enfrentamiento bélico con dicha nación. Estando
precisamente Sánchez Cerro pasando revista a los reclutas en el Hipódromo de Santa Beatriz
(hoy Campo de Marte, en Lima), el 30 de abril de 1933, cuando fue víctima de un atentado: un
individuo, llamado Abelardo González Leiva, se le acercó y le disparó varios tiros, que le
cegaron la vida. Se supo después que el magnicida se había afiliado al partido aprista años
antes, pero no se sabe hasta hoy si actúo solo o formó parte de un complot. Ese mismo día el
Congreso, violando la Constitución, nombró presidente de la República al general Oscar
Benavides, para que completara el período del difunto presidente, o sea hasta 1936.
La tarea inicial de Benavides fue buscar el fin del conflicto con Colombia, país con el que se
llegó a un acuerdo de paz en mayo de 1934, previo compromiso del Perú de respetar el
Tratado Salomón-Lozano. En el aspecto interno, Benavides dio la Ley de Amnistía General,
el 9 de agosto de 1933, que favoreció a los apristas. Pero tras un intento revolucionario aprista
en Lima (la llamada conspiración de El Agustino), se reinició la persecución antiaprista. Los
apristas respondieron con actos terroristas en todo el país. El 15 de mayo de 1935 ocurrió el
asesinato del director del diario El Comercio, Antonio Miró Quesada de la Guerra, y el de su
esposa, a manos de un militante aprista. La represión recrudeció. Tanto el Partido Aprista
como el Comunista fueron proscritos según ley por ser partidos “internacionales”.
Como su período debía culminar en 1936, Benavides convocó a elecciones en las que el
candidato favorito era Luis Antonio Eguiguren; pero estas elecciones fueron anuladas por el
Jurado Nacional de Elecciones, con el argumento de que los votos de los apristas favorecían
a Eguiguren, y por tanto, eran ilegales por provenir de un partido proscrito. Consultado el
Congreso, éste decidió que Benavides extendiera su mandato por tres años más, hasta 1939,
y por añadidura le cedió la facultad de legislar. Acto seguido, el Congreso se disolvió.
Bajo el lema de «orden, paz y progreso», Benavides gobernó apoyado por la alta finanza y las
Fuerzas Armadas. Logró superar la crisis económica, mejoró notablemente el aspecto
financiero, especialmente en lo relacionado con la banca y la captación de impuestos,
aplicándose algunos proyectos que había dejado la misión Kemmerer en 1931. El país
comenzó a entrar a un período de prosperidad debido a las exportaciones, especialmente
agrícolas. Se promulgó el Código Civil de 1936, se creó el Ministerio de Salud Pública, Trabajo
y Asistencia Social y el Ministerio de Educación Pública, se fomentó el turismo. Se realizaron
grandes obras de modernización en la capital, como la construcción de las actuales sedes de
los poderes ejecutivo (Palacio de Gobierno), legislativo (Palacio Legislativo) y judicial (Palacio
de Justicia). Se realizaron también obras de saneamiento en diversas ciudades, se culminaron
varias obras de irrigación iniciadas por Leguía, se construyeron barrios y comedores para los
trabajadores y sus familias, se instituyó el Seguro Social Obligatorio para Obreros, entre otras
obras de tipo social.
Sin embargo, en el último tramo del gobierno de Benavides se hizo notorio el hastío de la
población. El 19 de febrero de 1939 ocurrió la intentona golpista del general Antonio
Rodríguez Ramírez, al parecer con gran apoyo de diversos sectores. Aunque dicho caudillo
resultó muerto en Palacio de Gobierno tras ser ametrallado por un oficial de la policía,
Benavides entendió el mensaje.
Viendo pues el panorama, que le era adverso, Benavides decidió convocar a elecciones y
hacer el traspaso de poder. Pero antes convocó a un plebiscito, que se realizó el 18 de
junio de 1939, y por el cual se aprobaron importantes reformas constitucionales, como la
ampliación del período presidencial de 5 a 6 años, el restablecimiento de los dos
vicepresidentes y la disminución de las facultades legislativas del Congreso en materia
económica. Su intención era robustecer el Poder Ejecutivo en desmedro del Legislativo.
Las elecciones generales se realizaron el 22 de octubre de 1939. El candidato del gobierno, el
banquero Manuel Prado Ugarteche (hijo del presidente Mariano Ignacio Prado), ganó con
facilidad a su contrincante, el abogado José Quesada Larrea. Se habló de fraude electoral.
Manuel Prado Ugarteche, presidente constitucional del Perú en dos períodos: 1939-1945 y 1956-1962.
Durante la década de 1980, el Perú enfrentó en una fuerte crisis económica y social, agravada
por el estallido de un conflicto armado interno, iniciado por grupos terroristas de inspiración
comunista.
Inaugurado el segundo gobierno de Fernando Belaúnde Terry (1980-1985), de inmediato se
restituyeron a sus propietarios los medios de comunicación expropiados por la dictadura
militar, pero no se quiso revertir la expropiación de las tierras hechas al amparo de la reforma
agraria. Se convocaron también a elecciones municipales, restaurándose así el origen
democrático de los gobiernos locales. El triunfador en la municipalidad metropolitana de Lima
fue el acciopopulista Eduardo Orrego Villacorta. En 1983, unas nuevas elecciones municipales
llevaron al municipio limeño a Alfonso Barrantes, candidato de la izquierda unificada.
En el aspecto internacional, Belaúnde enfrentó con el Ecuador el llamado conflicto del Falso
Paquisha (1981) y apoyó a la Argentina durante la guerra de las Malvinas (1982).
En el aspecto interno, pese a tener mayoría en el Congreso (a diferencia de su primer
mandato), este segundo gobierno belaundista no colmó las expectativas de la ciudadanía.
Tuvo que enfrentar los efectos desastrosos del Fenómeno del Niño de 1983 y el agravamiento
de la crisis económica, cuyo signo más notorio fue una continua inflación y el alza del costo de
vida. Todo ello ocasionó una oleada de huelgas y paros laborales, que se prolongaría durante
todo el gobierno.
Pero indudablemente el suceso negativo más relevante fue el surgimiento del accionar
de grupos terroristas de inspiración comunista que pretendían instaurar un nuevo Estado
mediante la lucha armada: Sendero Luminoso (1980) y el MRTA (1984). Las reiteradas
violaciones de los derechos humanos en las regiones del conflicto, los crímenes y abusos no
divulgados de efectivos militares y policiales peruanos, así como los de Sendero Luminoso,
convirtieron al segundo gobierno de Belaúnde en uno de los más violentos de la historia de
Perú. Los hechos más graves sucedidos fueron la masacre de Uchuraccay, donde nueve
periodistas fueron asesinados por los moradores de dicho distrito andino al confundirlos con
militantes de Sendero (26 de enero de 1983); y la masacre de Putis, donde más de un
centenar de civiles fueron masacrados por una unidad del ejército al ser confundidos también
con militantes de Sendero y enterrados en un conjunto de fosas comunes clandestinas
(diciembre de 1984).
No obstante, Belaunde llevó adelante una política de obras públicas, especialmente en lo
referente a la educación, vivienda y carreteras. Se construyeron las represas de Condoroma y
Gallito Ciego, se terminó una etapa más de la Central Hidroeléctrica del Mantaro, se empezó
la construcción de la central hidroeléctrica de Carhuaquero, se fundó la Ciudad Constitución
(en plena selva de Pasco), se continuó la carretera marginal de la selva, se construyeron
hospitales, postas sanitarias y colegios en todo el país, así como conjuntos habitacionales en
varios lugares del Perú, principalmente en Lima, donde destacan las Torres de San Borja,
Limatambo, Precursores, Marbella, Pachacámac y Carlos Cueto Fernandini; y en el Callao, la
Ciudad Satélite de Santa Rosa.
Los años noventa significaron así la definitiva cancelación del modelo económico dirigido por
el Estado que regía el Perú desde la época del reformismo militar de los 70. Fue entonces
cuando se redujo el tamaño del Estado, se abrió la economía al mercado internacional, y se
privatizaron una serie de empresas estatales, muchas de las cuales habían sido utilizadas
como botines políticos por los partidos políticos en el poder. Esto ocasionó que miles de
trabajadores perdieran su empleo y se vieron obligados a realizar faenas informarles y es que
con éstas medidas también abolió la estabilidad laboral: desde entonces el jubilado comenzó
a perder su poder adquisitivo en sus pensiones. Gozando de popularidad por su victoria sobre
el terrorismo y sus aciertos en el plano económico, Fujimori fue reelegido presidente en 1995,
derrotando a la candidatura del embajador Javier Pérez de Cuellar, sin necesidad de ir a
segunda vuelta. En este segundo gobierno, logró terminar la delimitación de la frontera norte
con la República del Ecuador, después del conflicto del Cenepa, según el Protocolo de Río de
Janeiro de 1942 y la declaración de Paz de Itamaraty de 1995. De otro lado, enfrentó la crisis
de los rehenes de la residencia del embajador japonés, tomada por un comando del MRTA,
crisis que fue superada en abril de 1997, cuando en una acción militar sorpresiva, fueron
liberados 71 de los 72 rehenes que todavía se mantenían cautivos.
Sin embargo, el autoritarismo y la red de corrupción que tejió su principal asesor, Vladimiro
Montesinos, jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), acabaron por socavar al régimen
fujimorista. Ya desde 1996, Fujimori inició maniobras legales para poder postular como
candidato a la presidencia en el 2000, pese a que la Constitución de 1993 permitía solamente
una reelección consecutiva. Para hacer viable tal proyecto, se dio la ley denominada de
Interpretación Auténtica de la Constitución, por la cual no se tomaba en cuenta su primera
elección de 1990, sino solo la del 1995, aduciendo que la norma constitucional se aplicaba a
partir de 1993.
C o n v e n c i o n a l m e n t e s e a f i r m a q u e l a República
surge luego de la Independencia del Perú, proclamada
por el Libertador Don José de San Martin, el 28 de Julio de
1821.Pero según el historiador Jorge Basadre, la
é p o c a r e p u b l i c a n a e m p i e z a r e a l m e n t e e n 1822,
cuando se instala el primer Congreso Constituyente del
Perú, que dio la primera Constitución Política del país,
que estableció
d e f i n i t i v a m e n t e e l s i s t e m a r e p u b l i c a n o d e gobierno,
con sus tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. El
inicio de la Republicano significó mayor cambio en las
estructuras económico-sociales.
DIVISIÓN DE LA EPOCA REPUBLICANA
* Inicio de la República (1821-1845)* Era del Guano (1845-1866)* Crisis económica
e internacional (1867-1883)* La Reconstrucción Nacional (1884-1895)* La
República Aristocrática (1895-1919)* El Oncenio (1919-1930)* Entre democracias y
dictaduras (1930-1980)* Gobiernos democráticos (1980-1990)* El Fujimorazo
(1990-2000)* Época actual (2000 - ) PERIODO DE INICIO
Los primeros años de independencia se
desarrollarone n t r e l u c h a s c a u d i l l e s c a s o rg a n i z a d a s p or l o s m i l i t a
r e s p a r a a l c a n z a r l a P r e s i d e n c i a d e l a República. En este
contexto, entre 1836 y 1839, se conformó la Confederación Perú-
Boliviana, disuelta luego de la derrota de Yungay a manos del Ejército Unido
Restaurador Peruano-Chileno.
ERA DEL GUANO
A mediados de 1840 se dio el boom de la era del guano y nuestro
territorio entró en un periodo de auge económico, ya que se empleó como
fertilizante indispensable incrementando la producción agrícola. Destacan
los dos gobiernos del mariscal Ramón
Castilla, verdadero constructor de la República. Culmina con la
victoria del Callao de 1866 ante la escuadra española.
CRISIS ECONÓMICA-INTERNACIONAL
El manejo irresponsable de los rentas del guano, derivó en una severa
crisis económica, que ocasionó el descuido de la defensa nacional.
En 1879, Chile, aprovechando esto, declaró la guerra al Perú, que
intervino en un problema de impuestos entre Bolivia Chile a razón de un
Tratado de Alianza Defensiva Perú-Bolivia en 1873. Esta declaratoria
de guerra, devino en lo que se conoce como Guerra del Pacífico que se
desarrolló entre 1879 y 1883, a raíz del cual el Perú perdió
las provincias sureñas de Arica y Tarapacá.
PERIODO DE RECONSTRUCCIÓN
Tras la guerra, se inició un período de
“Reconstrucción Nacional" que, aunque de relativa calma, no conoció la
reactivación económica ni
la paz política hasta 1895 con la presidencia de Nicolás de Piérola, gobierno d
urante el cual sematerializó una política Pluto-aristocrática con unas clases
alta y media.
LA REPÚBLICA ARISTOCRÁTICA
D e 1 8 9 9 a 1 9 1 9 s e p r o d u j o u n a s u c e s i ó n d e gobiernos
democráticos, exceptuando 1914-1915.Más que “aristocrática” fue
oligárquica. El partido Civil domina la política.
Se acentúa la dependencia
e c o n ó m i c a h a c i a e l c a p i t a l i s m o i n g l é s y norteamericano y
se desarrollan nuevas actividades económicas: agro-exportación (azúcar y
algodón), extracción cauchera y petrolera.
EL ONCENIO
Es el gobierno de once años de Augusto B. Leguía(1919-
1930), que contrae millonarios empréstitos para obras públicas, moderni
za la capital y firmatratados de límites controversiales con Colombia y Chile.
G O B I E R N O S D I C T A T O R I A L E S Y DEMOCRÁTICOS
Las dictaduras militares se extienden, con intervalos democráticos, de 1930
a 1980. La intervención delos militares en el poder nace ante el fracaso de
los partidos políticos frente a la crisis económica y social, así como para
contener el ascenso de partidos de ideología radical como el APRA y el
comunismo.Dictaduras militares: Sánchez Cerro, Benavides yO dr í a .
G o b i e r n o s d e m o c r á t i c o s : B u s t a m a n t e y Rivero, Manuel Prado (1º
y 2º) y Belaunde
(1º).Gr a d u a l m e n t e , d ur a n t e l o s a ñ o s 1 9 6 0 l a c r i s i s económica-
social volvió a hacerse patente, lo que provocó la revolución de las fuerz
as armadas, en1968. El general Juan Velasco impulsa una serie
der ef o r m a s y n a c i o n a l i z a c i o n e s , p e r o r e pr i m e l a libertad de prens
a. Su sucesor, Francisco Morales Bermúdez, prepara el retorno a la
democracia.
PERIODO DE 1980 A 2000
Durante la década de 1980, el Perú enfrentó una fuerte crisis económica
y social, debido al descontrol del gasto fiscal, una considerable deuda externa,
la creciente inflación y la violencia terrorista. Los
gobiernos democráticos de Belaunde (2º) y Alan García (1º)
fracasaron, hasta que subió al poder el ingeniero Alberto Fujimori (1990-
2000) quien puso estabilidad y enrumbó al país hacia su crecimiento.
PERIODO ACTUAL
Después del escándalo de Fujimori y Montesinos, el congreso eligió como
presidente interino alentonces congresista Valentín Paniagua, quienll
evo a cabo las elecciones
del 2001. Resultov e n c e d o r A l e j a n d r o To l e d o M a n r i q u e , q u i e n t e r
m i n ó s u g o b i e r n o e n e l 2 0 0 6 d e j a n d o u n a economía estable.
Le sucede el 2º gobierno de Alan García, que mantiene el modelo
económico, a u n q u e a f r o n t a v a r i o s e s t a l l i d o s d e p r o t e s t a regional.
Desde el 2011 gobierna el comandante Ollanta Humala.