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UNIVERSIDAD NACIONAL JORGE BASADRE GROHMANN

TACNA

FACULTAD DE CIENCIAS
ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE FÍSICA APLICADA

FILOSOFIA
Tema:

Docente : José María


Alumno : Código:
 Maria Rosa Turpo Cabana 2016 – 121018
 Jennifer Luz Sanga Clavitea 2016 – 121012
Año : Segundo
Turno : Mañana

TACNA – PERÚ
2017
INTRODUCCION
Para Aristóteles sólo el individuo es sustancia; que no se puede definir por su
elemento material ni por lo perecedero de la materia, porque la sustancia es la
esencia o forma de una cosa.La sustancia es
principalmente la forma, que es inmaterial, y la
única sustancia verdadera y única es la sustancia
pura. Las formas puras, independientes de la
materia son Dios, las inteligencias de las esferas y
el entendimiento agente en el hombre. La forma
pura es el elemento inteligible mientras la materia
es impenetrable por el pensamiento. Existe un
sustrato en el cambio que subyace, sin
características propias definidas y que está en
potencia, en todo lo que se modifica, por acción de
una causa eficiente. La materia siempre existe en
conjunción con la forma que la caracteriza, no
puede existir por si sola, es un elemento de todos
los cuerpos. El cambio es el desarrollo de un cuerpo
que ya existía anteriormente, capaz de
transformarse en otra cosa. Existen tres factores en
el cambio: la materia, la forma y la privación o
exigencia. Las personas son idénticas en cuanto a
la forma o sea en cuanto a su naturaleza humana,
pero distintas porque la materia informada es
diferente. La materia es lo que individualiza y la forma es el universal. La pluralidad
depende de la materia, que es el principio de individuación e ininteligible en si
misma. Por lo tanto, el individuo no es objeto de la ciencia porque no es enteramente
cognoscible. Si bien al individuo no se lo puede definir, se los puede aprehender por
percepción o intuición.

Los objetos naturales están en potencia con respecto a la plena realización de su


forma, pero el acto es primero que la potencia, el acto es el fin, aquello para lo cual
existe o se adquiere la potencia. Lo que es eterno es primero y es actual en el más
amplio sentido. Dios es actual como eterna fuente del movimiento, del pasar de la
potencia al acto, Dios debe ser total Actualidad, Primer Motor Móvil. Las cosas
eternas, dice Aristóteles, tienen que ser necesariamente buenas, sin defectos o
perversión, por ende, no puede existir un principio malo separado, puesto que lo
que no tiene materia es pura forma.

La causa última de la actualización de la potencia es que la bondad llegue a


realizarse. La distinción de la potencia y el acto lleva a la teoría de la jerarquía de
los seres a medida que son transformados; pero las formas puras no evolucionan
fuera de la materia. Las especies son inmutables, aunque los objetos sensibles
desaparezcan.

El cambio exige además de una causa material una causa eficiente o sea un agente
externo que la modifique o un movimiento natural hacia su propio lugar en el
universo. La causa formal de una cosa es normalmente su causa final porque el
individuo de una especie se esfuerza en encarnar con la mayor perfección posible
la correspondiente forma específica.

Aristóteles nos dice que la naturaleza no hace nada superfluo. El Primer Motor
Inmóvil no es un Dios creador, dado que el mundo existe eternamente. Dios forma
el mundo, pero no lo ha creado. Lo forma por ser él la fuente suprema del
movimiento, actuando como soberana causa final, como objeto de deseos. El Primer
Motor debe causar el cambio sin cambiar, absolutamente inmaterial, o sea Acto
Puro. La manera como mueve es inspirando amor y deseo (lo deseable es lo mismo
que lo inteligible en lo inmaterial). El Primer Motor, siendo inmaterial, no puede
realizar ninguna acción material, o sea, que su actividad tiene que ser espiritual y
por ende intelectual.

En consecuencia, la actividad de Dios es pensar. Dios es Pensamiento del


pensamiento.

Aristóteles no tiene ninguna teoría ni sobre la creación divina ni sobre la divina


Providencia, pero reconoce la tendencia connatural de todos los objetos sensibles
hacia la plena realización de sus potencialidades, atribuyéndole un significado y una
finalidad real al cambio y al devenir.

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