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6.

UNIÓN LIBERAL Y EL RETORNO DEL MODERANTISMO


O’Donnell se encargó de restaurar el régimen que dos años antes había ayudado a derribar,
restableciendo los principios del moderantismo.
La Constitución de 1845 fue repuesta, al tiempo que se frenaba la legislación más
progresista del bienio anterior, interrumpiendo el proceso desamortizador y anulando la
libertad de imprenta.
Con la intención de desviar la atención de los españoles de los problemas internos y para
fomentar la creación de una conciencia nacional y patriótica, se puso en marcha una activa
política exterior. Se desarrollaron acciones militares en Indochina, México, Perú y Chile,
aunque la más importante fue la de Marruecos, que respondió al intento de expansión
colonial por el norte de África. Ninguna de estas acciones militares tuvo repercusiones, se
trató de una política de prestigio, de alarde militar, que para nada influyó en las relaciones
de equilibrio internacionales.
En 1863 el gobierno de los unionistas no podía hacer frente a la oposición política de
progresistas, demócratas y republicanos. O’Donnell, incapaz de conducir la situación,
presentó la dimisión. Entre 1863 y 1868 se suceden gobiernos inestables y autoritarios,
presididos alternativamente por Narváez y O’Donnell.

6.1. Crisis de 1866 y el agotamiento del régimen isabelino


En 1864 se inició una fuerte crisis económica en España: comenzó con la quiebra de las
compañías ferroviarias, debido a la escasa rentabilidad; continuó con el hundimiento del
sector textil, como consecuencia de la falta de algodón que provocó la Guerra de Secesión
estadounidense; a esto hay que añadir el crack de las Bolsas europeas de 1866.
A partir de 1866 amplios sectores de la sociedad coincidieron en la necesidad de dar un giro
a la situación, aunque esta vez no podía consistir en un mero cambio de gobierno, sino que
implicaba la caída de la monarquía isabelina. Con el objetivo de destronar a la reina y
convocar Cortes Constituyentes mediante sufragio universal, progresistas, demócratas y
republicanos firmaron en agosto de 1866 un acuerdo conocido como el Pacto de Ostende.
La muerte de O’Donnell y de Narváez en 1867 y 1868 respectivamente, terminó por dejar
completamente sola a Isabel II. Incluso muchos unionistas se sumaron entonces al Pacto de
Ostende.

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