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LA CÁMARA LÚCIDA

Resumen

Daniel Martín-Arroyo Duarte

1º de fotografía
La cámara lúcida
- Sobre el autor
Antes de hablar sobre el libro, creo que es necesario y conveniente hablar de su
autor, ya que, es este, el que plasma sobre el papel sus ideas.

Roland Barthes, fue un filósofo de nacionalidad francesa, que se dedicó


principalmente a la semiología, es decir, al estudio de los signos. Barthes se
encuentra dentro de la llamada escuela estructuralista, la cual tuvo un gran auge
a mediados del Siglo XX y cambió de manera radical la forma de entender la
lingüística moderna. Es por ello que Barthes, se interesa por la fotografía como
medio de comunicación que usa signos y símbolos para transmitir un
determinado mensaje, por lo que en 1980 publica este libro que estamos
analizando “La cámara lúcida”.

- Resumen
Este libro, en su versión española, cuenta con 185 páginas, y se encuentra
dividido en 48 capítulos divididos a su vez en dos bloques.

- Primera parte

El libro comienza hablando sobre que es la fotografía, el autor se pregunta de


forma ontológica que es la fotografía, y haciendo una reflexión, que ya había
escuchado, pero que merece la pena citar: “Veo los ojos que han visto al
emperador”. Esto, fue lo que pensó Barthes al ver una foto de Jerónimo,
hermano de Napoleón. Es decir resalta el poder evocador y casi “mágico” de la
fotografía, ya que en un soporte de papel es posible “guardar” casi cualquier
cosa que queramos que perdure en el tiempo.

En este comienzo del libro habla también de como la fotografía usa una serie de
clasificaciones, la fotografía es empírica (aficionado/amateur), retórica
(Paisajes/objetos/retratos…) y estética (realismo/pictorialismo…), pero según el
autor, la fotografía es inclasificable, por lo que estas clasificaciones
mencionadas anteriormente.
Por otro lado he querido parafrasear otra frase del libro que me ha llamado
mucho la atención que es la siguiente: “La fotografía repite mecánicamente lo
que nunca más podrá repetirse existencialmente”

La fotografía según el autor tiene algo de tautológico (vacío, redundancia) ya


que, en su origen la fotografía muestra la realidad tal y como es. Una fotografía
de una pipa, muestra siempre una pipa, es decir, fotografía y referente van
unidos, y es precisamente por esto, por lo que según Barthes, la fotografía es
inclasificable.

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Por otra parte, el autor considera, que la foto, es una unión de tres prácticas, que
son: Hacer, experimentar y mirar. En cuanto a las personas que intervienen en
este proceso nos encontramos con el llamado “operator” que se identifica con el
fotógrafo, el “Espectator”, que es el observador y el “Spectum” que se
identifica con la fotografía en sí.

A continuación, el autor expone también, como, las fotografías pasan un filtro


para ganarse un hueco en la cultura. Sobre este tema en concreto, pone un
ejemplo en concreto, una fotografía de Nicaragua la cuál, llamó su atención, por
haber en ella dos elementos tan dispares como lo son unas monjas y soldados,
que comparten el mismo espacio en la imagen.

También Barthes, habla de cómo la fotografía, a diferencia de un texto, siempre


representa algo, por ir referente e imagen unidos, además recuerda al lector, que
pese a que la fotografía puede ser considerada un arte de carácter autónomo,
bebe directamente de la pintura, lo cual ejemplifica con una fotografía de
Mapplethorpe de unos lirios que recuerdan a una pintura oriental.
Esta reflexión, me ha llamado la atención, ya que, en cierta medida, la fotografía
puede ser considerada pintura, ya que el objetivo de un fotógrafo, es representar,
plasmar, todo aquello que lo cautiva, con lo cual, un pintor y un fotógrafo,
tienen el mismo objetivo, lo que diferencia a uno de otro, no es más que los
materiales usados, ya que mientras que el pintor se vale de pinceles y tintes, el
fotógrafo, se vale de la luz y de la cámara, para llevar a cabo su cometido.

Dejando a un lado sus diferencias con los textos y sus similitudes con la pintura,
el escritor Galo, expone ahora que la fotografía solo tiene significado si adopta
una máscara, es por ello que considera a que los grandes retratistas, son a su vez
grandes mitólogos (Nadar y la burguesía Francesa, Sander y la Alemania de
entreguerras.

Por otra parte, habla también de la forma, en concreto del punto al que él llama
“Puctum” que a menudo, puede ser un detalle.
Hace referencia también a otro término “Studium” que es aquello que interesa o
llama la atención del espectador, y explica que mientras que el “Studium” está
siempre codificado, el “Puctum” no lo está, y concluye diciendo que aquellos
detalles que no son punzantes es porque están colocados intencionadamente por
el autor.

- Segunda parte

Esta segunda parte comienza con las memorias del propio Barthes, el cuál
recuerda como una tarde observando antiguas fotos familiares, cayó en la cuenta
de que la fotografía, desde sus inicios, va unida a la historia, y no solo eso, sino
que además según él sirve para que conozcamos nuestra inexistencia.

En este apartado, se centra en los recuerdos que tiene, al ver las fotografías de su
madre. El recordar a su madre a través de las antiguas fotografías hacen que se
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plantee cuestiones tan profundas, como: ¿Reconocía a su madre en las
fotografías? Y no solo eso, sino que además habla del poder evocador que tiene
la fotografía y de la cantidad de emociones que esta, puede desatar en el
espectador. Volviendo a la función histórica y documental de la fotografía,
comenta que la fotografía no solo representa lo que ya no es, sino que además
representa lo que ha sido.

En esta segunda parte del libro, hace mención también a la pose, y de como esta,
modifica sustancialmente la toma, ya que una pose, refleja, muestra un instante
preciso, y va más allá al afirmar que el cine, al ser fotogramas en movimiento,
elimina todo rastro de pose.

Barthes, también se interesa en los distintos tipos de fotografía es decir paisajes,


de objetos y retratos llegando a la conclusión de que es este último, el más
complejo de lograr en fotografía, debido a que debe ser capaz de transmitir, no
solo lo que el autor quiera transmitir, sino lo que transmite el retratado.

Por último, Barthes hace referencia al uso de la fotografía y a su relación con las
sociedades actuales, donde la imagen, se encuentra en cualquier lugar, cartelería,
moda, propaganda…
Me gustaría añadirá a este último apartado una reflexión personal y adaptada a
nuestros tiempos (Siglo XXI), ya que personalmente pienso que la imagen ha
perdido un gran valor debido a la aparición de las nuevas tecnologías de la
comunicación, especialmente internet, donde, la imagen, y en concreto la
fotografía ha perdido gran valor, debido a una sobreinformación visual, ya que
constantemente vemos imágenes en redes sociales, televisión, cine… por lo que
nuestra vista está sobrexcitada, lo cual, hace que cada vez sea más difícil de
impresionar al espectador.

A modo de conclusión y para concluir, valga la redundancia, este resumen, he de


decir, que este libro, me ha sorpendido gratamente, ya que pese a que cuando lo
comencé a leer pensé que sería pesado de leer, me sorprendí al ver lo interesante
que era y las reflexiones tan importantes que hace el autor acerca de la
fotografía. Por poner alguna queja, debo decir que el libro se hace un poco
pesado, por lo que ha habido partes que he tenido que leer más de una vez para
poder comprender claramente lo que el autor quería expresar. Pese a todo, como
he dicho antes, el libro me ha sorprendido y creo, que es un libro de lectura
obligada para todo aquel que ame la fotografía.

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