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INDICE

RESUMEN ...................................................................................................................................... 1
DELITO DE SECUESTRO .................................................................................................................. 2
CASO 2…………………………………………………………………………………………………………………………………….. 5
CASO 3 ........................................................................................................................................... 7
FUNDAMENTOS........................................................................................................................... 11
EFECTO NORMA LEGAL ............................................................................................................... 13
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS……………………………………………………………………………………………….15

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DELITO DE SECUESTRO

La descripción típica del delito de secuestro es tan amplia, que parece comprender una
serie de supuestos cuya subsunción en el delito mencionado se presenta más que
discutible. Más aún cuando existen figuras afines que También parecen aplicables
(delitos de extorsión y coacción). No es nuestra intención llevar a cabo un profundo
análisis del delito de secuestro, sino, tan sólo, hacer una aproximación al tema y a los
puntos que estimamos más polémicos. Con este fin, analizaremos el delito de
secuestro en función de cuatro casos hipotéticos.

Caso 1

Un grupo de manifestantes toma como rehén a José miembro de la Policía Nacional


durante varias horas, hasta que es liberado gracias a la intervención de sus
compañeros de arma.

ARTÍCULO 152°.- SECUESTRO

Será reprimido con pena privativa de la libertad no menor de veinte ni mayor de


treinta años el que, sin derecho, motivo ni facultad justificada, priva a otro de su
libertad personal, cualquiera sea el móvil, el propósito, la modalidad o circunstancia o
tiempo que el agraviado sufra la privación o restricción de su libertad.

La pena será no menor de treinta años cuando:

1. Se abusa, corrompe, trata con crueldad o pone en peligro la vida o salud del
agraviado.

2. Se pretexta enfermedad mental inexistente en el agraviado.

3. El agraviado o el agente es funcionario o servidor público.

4. El agraviado es representante diplomático de otro país.

5. El agraviado es secuestrado por sus actividades en el sector privado.

6. El agraviado es pariente, dentro del tercer grado de consanguinidad o segundo de


afinidad con las personas referidas en los incisos 3, 4 y 5 precedentes.

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7. Tiene por finalidad obligar a un funcionario o servidor público a poner en libertad a
un detenido o a conceder exigencias ilegales.

8. Se comete para obligar al agraviado a incorporarse a una organización criminal.

9. Se comete para obtener tejidos somáticos del agraviado.

10. Se causa lesiones leves al agraviado.

11. Es cometido por dos o más personas o se utiliza para la comisión del delito a
menores de edad u otra persona inimputable.

12. El agraviado adolece de enfermedad grave.

13. La víctima se encuentra en estado de gestación.

La misma pena se aplicará al que con la finalidad de contribuir a la comisión del delito
de secuestro, suministra información que haya conocido por razón o con ocasión de
sus funciones, cargo u oficio, o proporciona deliberadamente los medios para la
perpetración del delito.

La pena será de cadena perpetua cuando:

1. El agraviado es menor de edad o mayor de setenta años.

2. El agraviado sufre discapacidad y el agente se aprovecha de ésta circunstancia.

3. Si se causa lesiones graves o muerte al agraviado durante el secuestro o como


consecuencia de dicho acto.

a) Adecuación típica.- El núcleo del delito de secuestro gira alrededor de la privación o


restricción de la libertad personal, lo que supone una injustificada limitación de la
capacidad de desplazamiento o de la facultad de trasladarse de un lugar a otro de
manera libre y voluntaria.

El tipo penal exige que se realice la conducta sin derecho, motivo ni facultad
justificada. Y es que en algunos casos dichos comportamientos pueden no ser
antijurídicos. Así por ejemplo, en el ejercicio razonable del derecho de corrección

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sobre los hijos (prohibición temporal a salir de casa); el internamiento de enfermos
mentales.

Entendemos que el caso propuesto se adecua a la descripción típica del delito de


secuestro, pues ha habido una injustificada privación de la libertad personal de José.
En efecto, se le ha privado de la facultad de trasladarse libremente de un lugar a otro.

El móvil, la modalidad, las circunstancias o el tiempo que duró la privación de libertad,


según el legislador, son indistintos para la consumación del delito, es decir, no lo
justifican ni enervan. Si nos atenemos a la redacción del tipo penal, toda privación de
la libertad personal sin derecho, motivo o facultad “justificada” debe sancionarse
como un delito de secuestro.

b) Delito permanente.- El delito de secuestro tiene una naturaleza jurídica sui generis,
pues se le suele considerar un delito de consumación instantánea con efectos o de
ejecución permanentes. Dicho de otro modo, el delito se perfecciona desde el mismo
momento en que se priva de la libertad a otro, pero la acción típica se sigue
ejecutando de manera ininterrumpida hasta que se pone fin a la privación de libertad.

Lo anterior es de suma importancia para calificar las conductas posteriores al


momento inicial de la privación de la libertad. En efecto, toda vez que el delito de
secuestro supone un ataque permanente e ininterrumpido al bien jurídico protegido,
mientras no se ponga fin a la privación de libertad toda intervención que se produzca
en ese periodo puede imputarse, según sea el caso, a título de autoría o a título de
complicidad.

Como señala Del Rosal Blasco: Es posible, incluso, la concurrencia de formas de autoría
o de participación en aquellos sujetos que se incorporen a la ejecución (permanente)
del delito mientras esté persistiendo la situación de privación de libertad, aunque ésta
haya comenzado antes de que ellos intervengan y tuvieran conocimiento de su
existencia.

De esto, el hecho de que un imputado no haya participado en el momento inicial en


que se privó de libertad al efectivo policial, no lo exime necesariamente de una
condena por delito de secuestro a título de autor o cómplice. Y así, quien traslada a la

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víctima previamente privada de su libertad de un lugar a otro o presta la casa donde ha
de ser retenida, responderá penalmente.

Sería errado considerar que estos actos carecen de relevancia penal por ser
posteriores a la “consumación” del delito, como si el delito se consumara única y
exclusivamente en el momento en que José es privado de su libertad. Y es errado
porque, como venimos diciendo, estamos ante un delito permanente, con lo que la
acción típica se realiza sin interrupción, sin solución de continuidad. Las conductas
subsiguientes, por ello, suponen también una privación a la libertad personal y pueden
ser imputadas bien a título de autoría o complicidad.

Ahora bien, el hecho de que no se haya individualizado a todos los que participaron en
el momento inicial del secuestro o, incluso, que ellos fuesen menores de edad, no
enerva la posibilidad de que los que intervinieron posteriormente puedan ser
responsabilizados como autores o cómplices. En efecto, el secuestro es un delito
permanente y, como tal, la responsabilidad de los “posteriores autores” no depende
necesariamente de la responsabilidad de los que hubiesen actuado primero, esto es,
de los que inicialmente privaron de libertad a la víctima. Tratándose de cómplices, la
participación se ve informada por el principio de accesoriedad limitada, es decir, los
cómplices responden por su contribución en un hecho antijurídico, aun cuando se
excluya la culpabilidad de los autores (por ejemplo, si los autores son menores de
edad).

c) Circunstancia agravante.- Teniendo en cuenta que la víctima del secuestro era


miembro de la Policía Nacional, es de aplicación el tipo agravado previsto en el inciso 3
del segundo párrafo del artículo 152 CP: la pena será no menor de treinta años cuando
el agraviado o el agente es funcionario o servidor público.

Efectivamente, José era miembro de la Policía Nacional del Perú y estaba en acto de
servicio, tratando de restablecer el orden. Concurre el subtipo agravado, toda vez que
el numeral 5 del artículo 425 del Código Penal determina la condición de funcionario o
servidor público de los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional.
Justamente casos como estos fundamentan el mayor grado de reproche de la

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conducta, lo que amerita el incremento de la pena recurriendo a la aplicación de un
subtipo agravado. A este respecto, Bramont-Arias y García Cantizano sostienen:

…esta agravante se configura en razón de la calidad del agraviado, quien es una


persona al servicio de los intereses públicos. En tal caso, además de afectarse su
libertad ambulatoria personal, indirectamente se está también perturbando el
funcionamiento normal del Estado. Para precisar quien es funcionario o servidor
público hay que recurrir a lo dispuesto en el artículo 425 CP.4

No obstante, la magnitud de la pena prevista por el legislador (no menor de treinta


años) se muestra excesiva para casos como el que aquí se plantea: toma de rehén en
actos de agitación social o política. Francamente excesiva si se la compara con las
penas del homicidio calificado (no menor de quince años) y del delito de terrorismo
(no menor de veinte años). Consecuentemente, y a la espera de alguna reforma que
devuelva cierta racionalidad a esta norma, tendremos que recurrir a la eximente
incompleta prevista por el artículo 21 del Código Penal para reducir la pena por debajo
del límite legal.

d) Tiempo que la víctima sufre la privación o restricción de su libertad.- A la


consumación del tipo penal le es indistinto el tiempo que la víctima se haya visto
privada de su libertad.

Ni siquiera es tomada como circunstancia agravante, como ocurre en el “secuestro


extorsivo” cuando dura más de veinticuatro horas. Con lo cual, más allá de la
modulación de la pena dentro de los márgenes previstos por el legislador para el delito
de secuestro, se valora con el mismo rasero tanto la privación de libertad por pocas
horas, como por varios días o semanas.

Caso 2

Juan, Pedro y José secuestran a Luis. Posteriormente, se comunican con la familia de


Luis para pedir un rescate de medio millón de dólares.

Este es quizás el ejemplo que más tenemos en mente cuando oímos la palabra
secuestro.

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Y es que, en verdad, estamos ante una clara afectación de la libertad ambulatoria. No

obstante, es paradójico que el secuestro de una persona con el objeto de pedir una
ventaja económica léase rescate viene sancionado en nuestro ordenamiento jurídico
no bajo la figura del secuestro, sino de la extorsión, esto es, un delito ubicado
sistemáticamente dentro del Título V, dedicado a los Delitos contra el Patrimonio.

En efecto, el artículo 200 CP reprime con pena privativa de libertad no menor de veinte
ni mayor de treinta años al agente que con el objeto de obtener una ventaja
económica indebida o de cualquier otra índole, mantiene en rehén a una persona.
Cuando el delito es cometido por dos o más personas, como en el caso propuesto, la
pena prevista es no menor de treinta años.

Estamos pues ante un concurso aparente de leyes, donde el denominado “secuestro


extorsivo” desplaza al delito previsto en el artículo 152 CP. Resulta curioso que
prevalezca un delito contra el patrimonio (artículo 200 CP) sobre una figura penal que
tiene por bien jurídico uno de tamaña importancia como es la libertad personal
(artículo 152 CP). Pero así lo quiso el legislador, al tomar como agravante de la
extorsión la privación de libertad, cuando quizás lo más apropiado habría sido tomar
como circunstancia agravante del secuestro el perseguir una ventaja económica.

La distinción entre el delito de secuestro (artículo 152) y el secuestro extorsivo


(artículo 200) ha sido precisada por la Corte Suprema en sentencia de 28 de abril de
2004: “que de la propia acusación se desprende que los que secuestraron y
mantuvieron en rehén al agraviado León Huaco pusieron en contacto telefónico con su
hermano a quienes le exigieron quinientos mil dólares americanos para liberarlo; que,
empero, habiéndose tipificado el hecho como un delito de secuestro más allá de que,
en rigor, y vista la finalidad perseguida por el agente activo, el tipo penal sería el de
secuestro extorsivo, previsto y sancionado por el artículo doscientos del Código Penal,
figura penal que se limita o circunscribe a una privación de liberta personal del sujeto
pasivo”.

La Sala rechazó que la exigencia del pago de un rescate para la liberación de la víctima
constituyese la circunstancia agravante del antiguo inciso 8 del artículo 152 CP pues,

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como se acaba de señalar, la exigencia de un rescate es uno de los elementos
definidores del delito de extorsión o, con más precisión, del secuestro extorsivo.

El delito de extorsión, ciertamente, reconoce otras modalidades típicas, algunas de las


cuales no parecen tener una adecuada ubicación sistemática dentro de los delitos
contra el patrimonio. Más allá de los cuestionamientos de índole dogmático y político-
criminal que se pudieren hacer, tarea que escapa al propósito del presente trabajo.

Caso 3

Juan mantiene cautiva a María durante varios días con el objeto de practicar con ella el
acto sexual. María es rescatada por miembros de la Policía Nacional. Es indudable que
se produce una privación de libertad de manera injustificada. No obstante, sería bueno
detenerse en dos circunstancias que tienen por virtud excluir, en algunos casos, la
concurrencia del delito de secuestro. Nos referimos al tiempo y al propósito
perseguido por el autor del delito de violación sexual. Cabe mencionar que esto
también se puede predicar con relación a otras figuras delictivas, como por ejemplo el
delito de robo.

En efecto, con relación a este último delito se viene entendiendo que la momentánea
privación de libertad de la víctima no conlleva la consumación del delito de secuestro,
pues esa breve afectación a la libertad ambulatoria que se produce mientras dure el
acto de apoderamiento ya estaría desvalorada por el legislador penal al sancionar el
delito de robo. Con lo cual, nos encontramos ante un concurso aparente.

Como refiere la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo español, nos encontramos ante
un concurso aparente de leyes “únicamente en aquellos supuestos de mínima
duración temporal”, en los que la privación de libertad tiene lugar durante el acto de
apoderamiento, por entender que en este supuesto la privación de libertad queda
absorbida por el robo: todo robo con violencia o intimidación afecta, aun cuando sea
de modo instantáneo, la libertad ambulatoria de la víctima.

Igualmente, la Sala Penal de nuestra Corte Suprema ha tenido oportunidad de


pronunciarse sobre el propósito perseguido por el agente al privar de libertad a su
víctima. Se trataba de un caso en que el acusado había trasladado a la víctima a una

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cabaña con el fin de practicar con ella el acto sexual en contra de su voluntad;
llevándola de regreso a su domicilio una vez consumado el hecho.

La Sala consideró que “el propósito de la conducta criminal estaba en función al delito
de violación sexual y no así al de secuestro, por lo que no concurren los elementos
configurativos de este tipo penal”.

En estos casos vemos que la privación de libertad es un medio necesario para


consumar ya sea un delito de robo o un delito contra la libertad sexual. Sin embargo,
cuando el tiempo en que se priva de libertad a la víctima resulta excesivo o es muy
superior al necesario para la consumación del delito de robo o de violación sexual, se
considera que el delito de secuestro cobra plena autonomía y, por tanto, el acusado
debe ser condenado tanto por el delito de robo o violación sexual, como por el delito
de secuestro.

Teniendo en cuenta que Juan mantuvo en cautiverio a María por una semana, se
puede apreciar una grave afectación a la libertad ambulatoria, siendo la lesión de este
bien jurídico de una intensidad tal, que no puede entenderse absorbido por el delito
contra la libertad sexual. Podría haberse tratado de un concurso real entre los delitos
de secuestro y violación sexual, más teniendo en cuenta que el delito de secuestro
incluye como circunstancia agravante el hecho de abusar del agraviado, Juan será
condenado como autor del delito de secuestro en su forma agravada a una pena no
menor de treinta años.

Juan, dado de alta a los pocos días de haber sido sometido a una operación quirúrgica,
es impedido de abandonar la clínica mientras no cumpla con pagar el íntegro de la
factura por los servicios médicos. Juan acaba de cumplir los 80 años.

Una interpretación literal de la norma podría llevar a condenar al director de la clínica


a una pena no menor de veinte ni mayor de treinta años. Y hasta cadena perpetua, si
se quiere aplicar la agravante del inciso 1 del último párrafo del artículo 152 CP (que el
agraviado sea menor de edad o mayor de setenta años). Y es que hay una restricción a
la libertad personal de Juan que no parece estar justificada, al menos en nuestro

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ordenamiento jurídico, como ya lo ha señalado en múltiples ocasiones el Tribunal
Constitucional.

No obstante ello, no parece que el caso planteado deba ser reconducido a la figura del
secuestro. Mucho menos cuando se echa una mirada a la magnitud de las penas fijadas
por el legislador.

Pues bien, en la doctrina y jurisprudencia española, el delito de coacciones es


entendido como un tipo residual y genérico con relación, entre otros, al delito de
detenciones ilegales [léase secuestro]. Por ello, no es casualidad que en nuestra
legislación el delito de coacción esté regulado al lado del delito de secuestro, y bajo un
epígrafe común:

“Violación de la libertad personal”. En efecto, el artículo 151 CP reprime con pena


privativa de libertad no mayor de dos años al que, mediante amenaza o violencia,
obliga a otro a hacer lo que la ley no manda o le impide hacer lo que ella no prohíbe.
En mi opinión, el caso propuesto se subsume en esta figura típica. Veamos.

Si en nuestro ordenamiento jurídico no existe disposición alguna que prohíba a un


paciente abandonar un centro hospitalario en tanto no cumpla con pagar la factura
por los servicios recibidos no existe, para este caso, una norma semejante al derecho
de retención previsto en el artículo 1123 del Código Civil, se tiene que la restricción de
la libertad de movimiento, manifestada en impedir la salida del paciente, es del todo
antijurídica.

Por lo demás, como ya se indicó, el Tribunal Constitucional ha determinado la


ilegalidad de este tipo de prácticas.

En cuanto al requisito de la violencia, tendremos que aceptar que dicho elemento no


se educe a la violencia física ejercida sobre la persona de la víctima, sino que debe ser
entendida bajo una concepción espiritualista en donde lo importante es que exista una
restricción a la libertad de obrar.

La solución del caso parece oscilar entre la atipicidad del hecho y la consumación de un
delito de coacción. Entiendo que sí ha habido una afectación a la libertad individual,
con lo cual, atendiendo a los criterios de merecimiento y necesidad de pena, y al
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principio de proporcionalidad considero que el hecho se subsume dentro del delito de
coacción.

Por su importancia desde el punto de vista procesal, vale la pena citar a Morán Mora
cuando señala: “cabe hacer especial hincapié en el carácter homogéneo de estos
delitos, lo que permite que pueda condenarse de oficio por un delito de coacciones a
pesar de que las partes aleguen otro delito más específico, como por ejemplo la
detención ilegal [léase secuestro]. Para el Tribunal Supremo ello no supone
vulneración alguna del principio acusatorio que debe regir todo proceso, puesto que se
cumplen las características exigidas para la aplicación de dicha homogeneidad
(identidad del bien jurídico protegido y ubicación en el mismo Título del Código
Penal)”.

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FUNDAMENTOS

El delito de secuestro fue contemplado en el proyecto suizo de 1918 en el artículo 157.


Así, el legislador del Código Penal Peruano de 1924 lo incorpora y asimila dentro de los
delitos contra la libertad individual. También el Código Penal Peruano de 1991 lo
plantea en el artículo 152. El supuesto típico fue modificado por la Ley 26222 del 21 de
agosto de 1993 y por la Ley 26630 del 21 de junio de 1996, en las cuales se establecen
la cadena perpetua, cuando el agraviado resulte con graves daños en el cuerpo o en la
salud física o mental, o muere durante el secuestro, o a consecuencia de dicho acto; se
agravan las penas hasta no menores de 10 ni mayores de 15 años. Se aumenta la pena
a no menos de 20 años ni mayores de 25 años si esta fuera agravada. Además, los
beneficios penitenciarios fueron recortados para este tipo de delito.

Posteriormente, mediante Decreto Legislativo N° 896 se agravan las penas hasta no


menores de 20 ni mayores de 30 años. Se aumenta la pena a no menos de 30 años si
esta fuera agravada.

La Ley N° 27472, del 5 de junio de 2001 rebaja las penas a no menores de 10 ni


mayores de 15 años y la forma agravada no menor de 20 ni mayor de 25 años. Se
procedió a incorporar los beneficios penitenciarios que en las leyes anteriores habían
sido recortados.

El aumento de las acciones delictivas en los últimos tiempos se ha evidenciado a tal


punto que la seguridad de la ciudadanía en general se encuentra en estado de
indefensión.

La teoría de la prevención general positiva es observada aludiendo a la necesidad de la


vigencia segura de la norma y debe ser el punto de partida para aumentar las penas.
Las leyes penales, por muy severas que sean, se convalidan con el paso del tiempo.
Como dice Heiko Lesch, el Codigo Penal es para una determinada época que vive la
sociedad civil de un Estado.

En las últimas semanas se ha producido una gran incidencia de secuestros,


especialmente a menores de edad que han sido interceptados cerca de sus centros de
estudios o cerca de sus domicilios.

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No obstante la normatividad penal sanciona el delito de secuestro con pena no menor
de diez ni mayor de quince años y en sus formas agravadas, con pena no menor de
veinte años ni mayor de veinticinco años, resulta que varios condenados obtienen su
libertad mediante la concesión de beneficios penitenciarios, y aún más, para continuar
cometiendo el mismo hecho delictivo.

De ahí lo recomendable sería volver al Decreto Legislativo N° 896, que aumentó las
penas y recortó los beneficios penitenciarios para esta delincuencia organizada. Ello
cumpliría con la misión del derecho penal y debería aplicarse en concordancia con
leyes penales reales, órganos e instituciones de prevención y persecución del delito
(Policía, Ministerio Público), de imposición penal (Poder Judicial) y de ejecución penal
(INPE, jueces de ejecución penal).

EFECTO DE LA VIGENCIA DE LA NORMA SOBRE LA LEGISLACIÓN NACIONAL

La presente iniciativa legislativa no se contrapone a ninguna norma constitucional del


sector correspondiente. La presente propuesta legislativa pretende la modificación de
los artículos 152° del Código Penal, establecido en el Título IV Delitos Contra la Libertad
Capítulo I Violación de la Libertad Personal - Secuestro; estableciendo sanciones más
drásticas para los autores del delito de Secuestro, tal y como fue sancionado por el
Decreto Legislativo N°896. Esto, esta en concordancia con el artículo 2° de la
Constitución Política del Perú que señala: “toda persona tiene derecho a la vida, a su
identidad, a su integridad moral, psíquica y física; y a su libre desarrollo y bienestar. Así
también, a la libertad y seguridad personales”.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

 http://www2.congreso.gob.pe/sicr/tradocestproc/clproley2001.nsf/pley/B68F9
A7D6269812D05256DBB0070878B?opendocument

 BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis y GARCÍA CANTIZANO, María del Carmen.


Manual de Derecho Penal. Parte Especial. Lima, Editorial San Marcos, 1998, 4°
ed., pág. 189

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 PRATS CANUT, Josep Miquel. Delitos contra la libertad. En: AA. VV. Quintero
Olivares (dir.). Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal. Navarra,
Aranzadi, 2005, 5° ed., pág. 188-191.

 DEL ROSAL BLASCO, Bernardo. Delitos contra la libertad (I). En: Cobo del Rosal
(coord.). Derecho Penal Español. Parte Especial. Madrid, Dykinson, 2005, 2° ed.,
pág. 184.

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