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La Revolución Neolítica

Hace aproximadamente 8000 años a.C. (según el autor), el hombre cambia su actitud hacia la
naturaleza, en coincidencia con el fin de la última glaciación. Es en este período, si bien continúa
en principio la caza y recolección, cuando el hombre comienza a cultivar especies vegetales
comestibles, como el trigo, la cebada, el arroz, etc., dependiendo de la zona geográfica. El autor
se centra en el trigo (triticum vulgare) y la cebada (hordeum vulgare), que fueron la base de las
civilizaciones del Mediterráneo, Cercano Oriente y La India. Estas especies eran en principio
hierbas silvestres originarias de países montañosos, que con el tiempo fueron mejoradas para
producir más y mejor grano, ya sea por cruzamiento o por selección. El trigo tiene por
antecesores al alforfón y la cebada a la escanda silvestre. Afganistán y NO de China se
consideran centros originales del cultivo del trigo. En Europa Central y Asia Menor se cultivaba
una variedad muy similar al trigo actual. Los granos más antiguos se encontraron en
Mesopotamia, Turquestán, Persia e India. La cebada parece haber sido cultivada en África y SE
de Asia a partir de ancestros silvestres del N de África, Persia y Afganistán.

No hay certeza de si el cultivo comenzó en un solo lugar o varios a la vez. Se han encontrado
en Palestina, por ejemplo, cavernas con restos de herramientas de labranza, pero no se sabe si
fueron propios de esta cultura o adoptados de otra más avanzada.

En todo caso, la nueva economía productora de alimentos significó una revolución, ya que la
población sufrió un incremento, que si bien no es cuantificable, es fácilmente advertida por el
autor. Por ejemplo, en el Valle del Nilo hay restos de populosas aldeas de agricultores que se
desarrollan hasta 3000 años a.C., que aparecen en forma contemporánea, mientras que
anteriormente se encontraban restos de escasos pobladores paleolíticos. Las culturas
cazadoras/recolectoras estaban limitadas por la disponibilidad de animales, frutas, raíces, etc.
Los niños eran una carga para ellas, porque pasaban años antes de que pudiesen contribuir al
sustento familiar. Las culturas agrícolas no tenían ese problema. Si se precisaba más alimento, se
cultivaba más extensión de tierra, a mayor población, había más brazos para trabajar; los niños
podían ayudar desde edad temprana a labores como desyerbar, espantar pájaros o sembrar. Hay
autores que opinan que la ganadería se inicia junto con la agricultura, otros que antes y en forma
independiente. También en Europa, enormes cementerios hechos con grandes piedras, con hasta
200 cuerpos atestiguan el crecimiento de la población. Era común en estas zonas que la tierra se
fuera agotando con los años y se fuera abandonando, moviéndose la población hacia nuevas
zonas. Los enseres eran fácilmente transportados y las viviendas precarias, por la misma razón.

Este tipo de agricultura nómade se denominaba “hortense” o “de azada”, prevaleció por ejemplo
en Europa al N de los Alpes. En otras zonas, se estableció un sistema que aprovechaba los ciclos
de los suelos de aluvión, donde todos los años torrentes intermitentes bajan de las colinas,
inundando valles y dejando sedimentos fértiles y húmedos que se sembraban (Sudán, Valle del
Nilo).

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