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De los tres grandes grupos de rocas (ígneas, sedimentarias y metamórficas) las metamórficas son las más variadas y
complejas, tanto en su composición como en su textura. La gran variedad de rocas metamórficas es la consecuencia de que
todas las rocas ígneas y sedimentarias pueden sufrir diferentes tipos y diferentes grados de metamorfismo.
Las rocas metamórficas constituyen aproximadamente el 27 % de la corteza terrestre (21 % gneises, 5 % esquistos y
filitas, 1 % mármoles).
Uno de los objetivos principales del estudio de las rocas metamórficas es
descubrir, con base en la composición mineralógica y textura la historia de la roca
respecto al calentamiento, la deformación y otros procesos que actuaron durante el
metamorfismo. Por lo tanto, el metamorfismo y la tectónica son inseparables. El
estudio de cada roca metamórfica impone la búsqueda de su naturaleza primitiva (=
roca madre), si era sedimentaria (= roca para-metamórfica) o ígnea (= roca
orto-metamórfica).
La desventaja respecto al estudio de las rocas ígneas y sedimentarias es que solo
se pueden utilizar métodos indirectos. La reconstrucción de la historia del
metamorfismo sólo es posible con base en interpretaciones de las observaciones de
campo, de los minerales y texturas que presentan las rocas e investigaciones en el
laboratorio sobre la estabilidad de los minerales. Por estas razones las opiniones sobre
la petrogénesis de las rocas metamórficas están divididas. Hay un desacuerdo sobre
cuales características de las rocas metamórficas son las más relevantes; por ejemplo,
la paragénesis, la textura o la estructura (Fig. 3.1).
Si la presión del metamorfismo es más alta que durante la formación de la roca madre, se forman minerales que
ocupan menos volumen, es decir, que tienen un peso específico más alto. Ejemplo:
Los factores que influyen en los cambios metamórficos son la temperatura (T), la presión (p), el esfuerzo (= stress,
s), factores físico-químicos (f) y la duración del metamorfismo.
3.2.1 Temperatura
Es el factor más importante y es el responsable de las recristalizaciones, o sea, determina la composición
mineralógica. Por ejemplo, algunas argilitas y areniscas pueden sobrevivir por millones de años sin ser metamorfizados,
incluso cuando están profundamente enterrados (por ej. bajo alta presión) si no están sujetos a temperaturas altas. La
temperatura en la corteza terrestre aumenta hacia la profundidad; el flujo de calor y el gradiente geotérmico cerca de la
superficie depende de la naturaleza y edad de las rocas (Cuadro 3.1).
Cuadro 3.1
El flujo de calor y el gradiente geotérmico en diferentes ambientes geotectónicos
AMBIENTE GEOTECTÓNICO EDAD (Ma) FLUJO DE CALOR GRADIENTE GEOTÉRMICO
2
(W/m ) (°C/km)
Escudos precámbricos 2000 0,02 20 - 25
Arcos volcánicos activos 0 0,05 100
Fosas oceánicas 150 0,03 10
Procesos metamórficos 23
Parece que el metamorfismo regional se debe a una elevación de temperatura excepcionalmente grande (hasta
150°C/km) mucho más que a una elevación anormal de presión. Todas las regiones orogénicas serían el lugar de domos de
calor que se originaron gracias a procesos exotérmicos que se desarrollan a grandes profundidades y probablemente a nivel
del manto. Estos domos de calor aportaron así el exceso de energía térmica indispensable para el desarrollo del
metamorfismo regional.
Límites de la temperatura en los procesos metamórficos: por definición no se incluyen en el metamorfismo los
cambios químicos y mineralógicos producidos en las rocas por reacciones con la atmósfera o con soluciones superficiales,
tales como los fenómenos de meteorización, alteración hidrotermal y diagénesis. La diagénesis es la compactación,
cementación y recristalización de los sedimentos bajo temperaturas similares a las de su sedimentación. Durante la
diagénesis se forman algunos minerales que se presentan también en las transformaciones metamórficas. Así, el límite
entre la diagénesis y el metamorfismo es gradual. En realidad no existe ningún límite, sino una secuencia continua de
transformaciones desde la sedimentación hasta el metamorfismo de alto grado.
Para distinguir entre rocas diagenéticas y metamórficas se pueden usar dos criterios:
- Criterio físico: en las rocas diagenéticas existen fluidos intersticiales como una fase continua; generalmente son
soluciones acuáticas. Debido a la intercomunicación y movilidad de las soluciones se trata de reacciones del tipo de
sistema abierto. La diagénesis termina cuando en las rocas sedimentarias las intercomunicaciones (poros) han sido cerrados
por procesos físicos y químicos. Allí empieza el metamorfismo, en el cual predominan las reacciones del tipo sistema
cerrado. Mediante la determinación de la porosidad se puede distinguir entre rocas diagenéticas y metamórficas.
- Criterio petrológico: minerales como feldespatos, clorita o cuarzo se forman bajo condiciones diagenéticas y
metamórficas. Sin embargo, hay diferencias en la paragénesis: la asociación clorita + illita es característica de las rocas
diagenéticas, mientras que las asociaciones clorita + prehnita o clorita + clinozoisita se presentan sólo en las rocas
metamórficas.
En la petrografía se utiliza generalmente el criterio petrológico para caracterizar el comienzo del metamorfismo.
Según esto, el metamorfismo comienza cuando se forma una asociación mineralógica, que no se puede formar por
procesos sedimentarios o diagenéticos. Una definición menos exacta es: el metamorfismo empieza cuando se presentan los
primeros minerales metamórficos, tales como la laumontita, lawsonita, glaucofana, paragonita o pirofilita.
Sin embargo, es importante que el comienzo del metamorfismo no se nota en todas las rocas. Para que se forman los
minerales que son típicos del comienzo del metamorfismo se necesita una composición mineralógica específica del
sedimento. Existen muchos tipos de rocas que no muestran ningún cambio al empezar el metamorfismo. Por ejemplo, una
roca compuesta por calcita y cuarzo queda sin transformarse en wollastonita hasta temperaturas y presiones altas.
El mineral metamórfica de más baja temperatura es la laumontita, la única zeolita que es de origen metamórfica. La
temperatura a la cual se forma es de aproximadamente 190°C. Por lo tanto, la temperatura mínima para las
transformaciones metamórficas es de aproximadamente 200°C.
Debido a que el metamorfismo es definido como una recristalización en estado sólido, la temperatura máxima tiene
que coincidir con el comienzo de la fusión de una roca. Bajo la presión de 1 bar y la presencia de agua, una roca granítica
comienza a fundirse a 950°C, una roca basáltica a 1000-1100°C. Sin embargo, al aumentar la presión la temperatura de
fusión baja; en rocas basálticas baja más rápidamente que en rocas ácidas. Así, bajo una presión de 10 kbar, tanto una roca
granítica como basáltica se funden alrededor de 620°C. Cuando las rocas no contienen agua, la temperatura de fusión
aumenta considerablemente. La gran mayoría de las rocas metamórficas se forman a presiones entre 3 y 10 kbar y por eso
la temperatura máxima del metamorfismo varía entre 700 y 900°C.
3.2.2 Presión: la presión es responsable de los cambios de la textura. Podemos distinguir diferentes tipos de presión:
Presión litostática (pl): opera igual en todas las direcciones (= tipo confinamiento) y se la debe al peso de las rocas
encima de la zona donde se producen los cambios metamórficos. La presión litostática aumenta unos 250-300 bares por
kilómetro y se calcula:
pl = d * h,
2
donde d es el peso específico de las rocas sobreyacentes y h es la profundidad (1 bar = 1 kg/cm ).
Presión parcial de fluidos (pf): a menudo las reacciones metamórficas producen compuestos volátiles, tales como
Procesos metamórficos 24
H2O, CO2, SO2. Si estos volátiles no pueden escapar se suman a la presión litostática y pueden aumentarla en unos pocos
kilobares. Las reacciones minerales están afectadas por la presión de volátiles; por ejemplo, reacciones que producen
H2O o CO2 están inhibidas por altas presiones de volátiles porque estas prevendrán su escape.
Esfuerzo o presión diferencial (= stress, s): se trata de esfuerzos que engendran una anisotropía que tiende a ser
compensada por migraciones de material. Es causado por movimientos tectónicos y alcanza 2 hasta 3 kilobares. O sea,
cerca de la superficie el esfuerzo está en el mismo rango como la presión litostática y por esos tiene mucha influencia. Al
contrario, a grandes profundidades los esfuerzos son pequeños en comparación con la presión litostática y por lo tanto
tiene menos importancia.
El esfuerzo puede deformar una materia en diferentes
formas. Cada sustancia tiene un límite elástico y plástico.
Estos límites son diferentes para diferentes rocas y minerales y
dependen mucha de la temperatura y la presión. Al aumentar
T y p, los límites elásticos y plásticos disminuyen. Ejemplo:
bajo condiciones de T y p bajas el cuarzo no se deforma
plásticamente, mientras que la mayoría de los metales se
pueden moldear fácilmente.
Se distinguen:
- Deformación elástica: cuando el esfuerzo termina, la
materia vuelve a su forma original. Sin embargo, cuando el
esfuerzo actúa por mucho tiempo la materia puede deformarse irreversiblemente, también debajo del límite elástico. La
deformación debida a la larga duración del esfuerzo es a veces importante en el metamorfismo regional, donde produce
maclas, cuarzos ondulosos, cristales torcidos y "boudinage".
- Deformación plástica: cuando el esfuerza termina de actuar la materia queda deformada. La deformación plástica es
importante para la formación de la estructura y textura de las rocas metamórficas, tales como esquistosidad, pliegues,
clivaje de roca, maclas y cristales deformados (Fig. 3.3).
- Deformación cataclástica: la materia se rompe y pierde la cohesión. Este tipo de deformación actúa principalmente en
el metamorfismo cataclástico.
3.2.4 Duración de los procesos: ya se ha dicho que un esfuerzo pequeño puede provocar una deformación irreversible,
también por debajo del límite elástico de ciertos minerales. Por lo tanto, las transformaciones metamórficas solamente se
desarrollan si la temperatura y presión elevada actúan durante un largo tiempo.
3 km, ya que los silicatos son malos conductores del calor. Desde el contacto
hasta la roca caja existe una disminución de la temperatura y por eso se
encuentran diferentes grados de recristalización. Por lo general, las rocas del
metamorfismo de contacto son de grano fino, debido a que el calentamiento no
era lo suficientemente alto como para promover un crecimiento extensivo de los
granos. A las rocas les falta orientación estructural preferente, porque este tipo
de metamorfismo no involucra ningún movimiento.
Las rocas caja se hallan tanto más profundamente modificadas, cuanto
más cerca están de la intrusión, formando así una sucesión de zonas
concéntricas, llamadas aureolas o halos de contacto (Fig. 3.5). El espesor de las
diferentes aureolas depende mucho de la fracturación y permeabilidad de las
rocas caja. Generalmente, el espesor disminuye con el aumento de la inclinación
de las paredes del plutón; en la cúpula del plutón la aureola tiene su espesor
máximo.
Las aureolas más características y típicas se forman en pizarras, margas
y lutitas. En estas rocas las diferentes zonas, desde la periferia hasta el cuerpo
intrusivo son:
Pizarra o lutita no metamorfizada.
Aureola con esquistos nodulares y moteados, donde se formó clorita y
sericita y que difieren poco de las rocas no metamorfizadas.
Aureola de esquistos micáceos nodulares y enteramente cristalinos (Fig.
3.6). Los minerales nuevos son biotita, andalusita y estaurolita.
Aureola de cornubianita con biotita, cordierita y sillimanita. La
estratificación y la foliación se borraron por completo para dar paso a una
roca de aspecto homogéneo. Las cornubianitas son duras y más masivas y
por eso también más resistentes contra la erosión que las rocas sedimentarias
y las rocas intrusivas básicas y a menudo forman un relieve positivo con
respecto al ambiente.
Las aureolas de contacto se desarrollan mejor alrededor de los plutones graníticos pero se las conoce también
alrededor de intrusiones básicas y en forma de manto (Complejo de Bushveld en África del Sur), donde raras veces
superan los 100 m de ancho.
El metamorfismo de contacto no afecta mucho a las rocas ígneas, ya que estas han sido formadas a temperaturas
altas. Las aureolas en rocas calcáreas tienen una composición mineralógica muy variada, muestran menos regularidad y la
zonación es poco desarrollada. Los minerales metamórficos y su distancia del contacto dependen más de la composición
química, la granularidad y la permeabilidad de los diferentes estratos de carbonatos. Cerca del contacto hay un aporte de
volátiles desde el cuerpo intrusivo y se forma un skarn con sulfuros (= tactita) y minerales ricos en Fe (andradita,
hematita, magnetita), F (vesubianita), B (turmalina) y Cl (escapolita). Se trata por ende de una combinación del
metamorfismo de contacto con el metasomatismo.
En casi todas las aureolas de contacto, independientemente del tipo de roca caja, el sedimento no solamente sufrió
una recristalización sino también un cambio en su composición química. Desde el sedimento no afectado por el
metamorfismo hacia el contacto con el intrusivo se observa una disminución del contenido de volátiles, especialmente H2O
y CO2. En algunas aureolas hay también una disminución de elementos menos volátiles, tales como K, Ca o B; o sea hay
una transición hacia el metamorfismo metasomático.
Si un magma intruye en rocas frías, es decir a poca profundidad, se desarrolla un gradiente térmico muy fuerte y los
efectos del metamorfismo de contacto son muy conspicuos. Al contrario, si un magma intruye a rocas en mucha
profundidad (300-500°C), los efectos del metamorfismo de contacto casi no se notan. La mayoría de las intrusiones
plutónicas tiene una composición granítica y la profundidad de intrusión varía entre 1 y 8 km. Por lo tanto, la presión
litostática del metamorfismo de contacto varía entre 200 y 2000 bares y es mucho menor que en el metamorfismo
orogénico.
La extensión de las aureolas de contacto depende del tamaño del cuerpo intrusivo, de su temperatura, profundidad y
del tipo de las rocas caja (diaclasamiento, permeabilidad, contenido de volátiles). Probablemente un factor muy importante
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es el contenido de volátiles ya que estos ayudan a transmitir el calor. Las aureolas de contacto son mucho más anchas
alrededor de las intrusiones ácidas, porque estas contienen más volátiles.
La temperatura de un magma granítico es de 700-800°C, la de un sienítico de 900°C y de un magma basáltico de
aproximadamente 1200°C. La temperatura a la cual se calienta la roca caja cerca del contacto es aproximadamente el 60%
de la temperatura del cuerpo intrusivo (= Ti) más la temperatura original de la roca caja (= Te), la cual depende
lógicamente de la profundidad. A una distancia de la mitad del diámetro del cuerpo intrusivo, la temperatura del
metamorfismo es T = 1/3 (Ti + Te).
Las rocas caja necesitan aproximadamente 1000 años para calentarse a su temperatura máxima. Esta temperatura
elevada (= temperatura de las recristalizaciones) actúa durante aproximadamente 0,01⋅d² (d = diámetro del intrusivo en
m). Recién cuando un cuerpo intrusivo tiene un tamaño mayor de 300 m, la temperatura elevada actúa por lo menos 1000
años, que es suficiente para que se desarrollan las recristalizaciones. Sin embargo, también los sills y diques de poco
espesor provocan en los sedimentos una recristalización y la formación de un borde de cornubianita con un ancho de 1-10
mm.
El metamorfismo de contacto puede superponerse al metamorfismo regional o al revés (= poli
metamorfismo). Cada tipo de metamorfismo está caracterizado por condiciones físicas distintas. Como resultado, la roca
será compuesta por una mezcla de dos asociaciones de minerales. Por ejemplo, en un esquisto micáceo pelítico y
polimetamórfico es común encontrar una paragénesis como granate + estaurolita junta a otra de andalusita + cordierita. La
primera se forma típicamente en el metamorfismo regional, mientras que la segunda es característica del metamorfismo de
contacto. Por el grado de la alteración metasomática y por la deformación que presenta la andalusita y cordierita es posible
determinar si estos minerales pertenecen a un metamorfismo de contacto que precedió o siguió al metamorfismo regional.
3.3.2.3 Metamorfismo
cataclástico, dinámico o por
dislocación
El proceso metamórfico de
deformación mecánica se
denomina cataclasis. Es la
trituración y molienda de las rocas
en zonas de fallas, cizallamiento o
intensos plegamientos. El factor
más importante es el esfuerzo; la
temperatura es baja y por eso la
recristalización es incompleta.
Más característico es el cambio de
la textura de la roca. Las rocas
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deformadas por la sola acción del esfuerzo no han sufrido recristalizaciones notables, o sea, el metamorfismo cataclástico
deforma pero no transforma. Las rocas en las cuales la ruptura mecánica es conspicua se las llama rocas cataclásticas. Si
las deformaciones se producen cerca de la superficie, las rocas resultantes son incoherentes (brechas de fallas o de
fricción). Si el proceso ocurre a más profundidad o cuando el desplazamiento era mayor, las rocas cataclásticas son
coherentes a pesar de su trituración anterior (milonitas); en este caso puede haber una recristalización local y en casos
extremos una fusión de la roca por fricción (seudotaquilitas). Con una recristalización más intensa las rocas cataclásticas
pasan a filonitas y gneis con ojos.
Las grandes zonas de fallas generalmente están acompañadas por una faja de rocas cataclásticas con un ancho
máximo de pocos kilómetros. Como las brechas de falla contienen grandes clastos dentro de una matriz fina, esta matriz
se meteoriza y altera fácilmente en una masa arcillosa que contiene clastos menos alterados (="fault gouge o salbanda").
Por lo tanto se erosiona fácilmente y las fallas están marcadas a menudo por depresiones alargadas o partes de ríos. Las
milonitas, al contrario, son resistentes contra la erosión y forman lomas alargadas.
La profundidad máxima del metamorfismo cataclástico está determinada por la resistencia de las rocas (= límite
plástico) o de sus componentes mineralógicos. No hay deformaciones cataclásticas a grandes profundidades, porque la
plasticidad aumenta con T y p .
Este metamorfismo produce extinción ondulosa en los cuarzos, maclas secundarias en plagioclasa y calcita y
biaxidad anómala en algunos minerales uniáxicos (cuarzo, calcita). Bajo un esfuerzo más alto, las rocas se fracturan en
fragmentos angulares (=cataclasis) y finalmente se convierten en un polvo fino. La cataclasis afecta muy fácilmente al
cuarzo y a la biotita. Los feldespatos y especialmente los granates son resistentes y muchas veces se conservan como
porfiroclástos (gneis con ojos).
pequeñas bolitas vidriosas; la suevita es una roca muy parecida a las ignimbritas con bombas vidriosas deformadas.
Zona 5: p = 1000-10000 kbar, T = 5000-30000°C; evaporación total de la roca.
Ejemplos de cráteres de impacto: Meteor Crater (Arizona), Ries (RFA); este último tiene un diámetro de 24 km. El
meteorito cayó en el Terciario y según estimaciones tenía un diámetro entre 100 y 500 m. La energía aportada por él era
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de 6⋅10 ergs lo cual equivale a 1,5⋅10 megaton TNT o 7⋅10 veces la energía de la bomba atómica de Hiroshima (para la
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comparación: erupción del Krakatao 7⋅10 ergs).
Metasomatismo de álcalis: los compuestos simples de Na y K (incluyendo silicatos y carbonatos) son relativamente
solubles en agua y tienen una gran movilidad. Los álcalis producen los siguientes cambios:
- Intercambio de Na y K: formación de mirmequita, reemplazamiento de microclina por albita.
- Reacción con Al2O3: formación de albita y ortosa en rocas pelíticas.
- Reacción con silicatos de Fe y Mg: reemplazamiento de hornblenda por biotita.
Metasomatismo de calcio:
- Cerca del contacto entre rocas calcáreas y un plutón existe una migración del Ca hacia la roca intrusiva donde se forman
silicatos de Ca, tales como wollastonita, diópsido, grosularita, vesuvianita y escapolita. Estos minerales reemplazan a
los minerales originales de la roca intrusiva y forman una skarn.
- En rocas básicas y con bajo grado de metamorfismo el CaO y Al2O3 van en solución y penetran en las rocas adyacentes
formando allá epidota y prehnita.
- Diques de gabro y diorita los cuales cortan a peridotitas pueden ser cambiados a prehnita, grosularita o vesuvianita
formada por reemplazamiento de plagioclasa (= rodingitas, ej., península de Sta Elena).
- En rocas calcáreas el Fe y Mg provocan la cristalización de andradita y hedenbergita (en calizas), o diópsido, tremolita o
flogopita (en dolomías), formando un skarn.
- En rocas silíceas y cuarcitas se da una cristalización de cordierita, antofilita o cumingtonita. El Ca de muchos minerales
sale del sistema y es reemplazado por Mg.
Metasomatismo de Si, Sn, B, Li, F, Cl y S: frecuentemente es un proceso neumatolítico o hidrotermal, el cual produce
a veces grandes depósitos de minerales metálicos. Al final de la cristalización de un magma granítico el magma
residual es muy rico en volátiles y elementos metálicos los cuales pueden escapar a través de fracturas hacia la roca
caja.
- Metasomatismo de B: formación de turmalina y axinita a ambos lados del contacto. El B entra desde el sedimento y
primeramente reemplaza a la biotita por turmalina y después los feldespatos por una mezcla de turmalina y cuarzo.
- Metasomatismo de F: formación de rocas tipo greisen, o sea rocas con cuarzo, topacio, turmalina, muscovita, casiterita,
lepidolita y wolframita. En rocas calcáreas se forman fluorita y fluor-apatito.
- Metasomatismo de Cl: formación de escapolita por reemplazamiento de la plagioclasa. Se trata de un proceso
neumatolítico.
- Metasomatismo de S: diseminación de pirita y pirrotina en skarns. La pirita se forma por las reacciones de silicatos de
hierro (clorita, biotita) con H2S.
Existe una transición completa entre algunos de los tipos de metamorfismo. Por ejemplo, junto al metamorfismo de
contacto puede presentarse el metasomatismo. El metamorfismo regional generalmente pasa al metamorfismo de
hundimiento y al ultrametamorfismo y presenta localmente un metamorfismo cataclástico.
3.4 Ultrametamorfismo
Durante los procesos metamórficos las rocas pertenecen en estado sólido. Al subir la temperatura por encima de
aproximadamente 700°C, en presencia de volátiles, algunos componentes de las rocas empiezan a fundirse. La aparición de
fusiones es el comienzo de los procesos ultrametamórficos. Por lo tanto, el ultrametamorfismo forma la transición entre el
metamorfismo y el magmatismo. Los procesos ultrametamórficos se subdividen en:
3.4.1 Anatexía: es la fusión parcial que afecta a las rocas metamórficas cuando llegan a condiciones de T y p altas. La roca
se descompone en una parte líquida, compuesta principalmente por una fusión de feldespatos alcalinos y cuarzo (=
neosoma con una composición granítica) y una parte sólida, compuesta por plagioclasas cálcicas y minerales
ferromagnesianos (= paleosoma, enriquecido en Mg, Fe, Al y Ca). El proceso de la anatexía puede ser causado por el
aumento de la temperatura y presión debido al hundimiento o debido al ascenso de cuerpos magmáticos.
La temperatura mínima de la anatexía depende de la presión litostática, la presión parcial de volátiles y la
composición química y mineralógica de las rocas. El resultado de esta fusión parcial es la formación de las migmatitas.
Procesos metamórficos 32
3.4.2 Diatexía o palinogénesis: es la fusión total de una roca y la formación de magmas secundarios. Como
consecuencia la roca se homogeneiza y pierde la textura orientada y el bandeamiento; es imposible distinguir entre la
paleosoma y la neosoma. Las migmatitas con textura nebulítica son rocas transicionales entre la anatexía y la diatexía.
Los magmas secundarios tienen casi las mismas características que un magma juvenil y pueden intruir en los pisos
superiores y por eso hay una estrecha relación entre las rocas metamórficas de alto grado e intrusiones ácidas hasta
intermedias.