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Un capitalismo desigual
Casi todo el mundo está de acuerdo en que la sociedad de “libre mercado”
viene acompañada de una divergencia más o menos importante en relación a
las ganancias que cada uno recibe. Para los socialdemócratas, reformistas 6 y
keynesianos7 es una prueba de que necesitamos una regulación pública para
moderar los efectos negativos de la economía. Para los liberales, son
inconvenientes a corto plazo que se reabsorben gradualmente con el tiempo.
La acumulación es de capital
El que obtiene poca remuneración generalmente debe consumirlo todo y no
logra ahorrar. Sin embargo, el que gana mucho no podrá gastarlo todo y
conservará una parte que irá acumulando poco a poco.
Pero da otros argumentos que justifican una tasa tan importante sobre los
patrimonios en lugar de los ingresos. Pongamos, dice, el caso de Liliane
Bettencourt. Es la heredera de la fortuna de la firma de artículos de lujo
francés, L'Oreal, que ha causado una gran controversia en Francia a raíz de
su relación personal con el ex presidente de la República, Nicolas Sarkozy, y
de la financiación secreta de su campaña presidencial. Su patrimonio en la
actualidad asciende a más de 30.000 millones. Pero nunca declaró más de 5
millones en ingresos a Hacienda. Incluso asumiendo un bajo rendimiento, de
un 5% anual, debería obtener alrededor de 1.500 millones de intereses al
año.
¿Regular el capitalismo?
Thomas Piketty no es marxista. Al contrario, se opone a esta corriente. En lo
económico, utiliza básicamente las teorías tradicionales, que no son capaces
de explicar el fenómeno que describe.
Escribe con mucha razón: “Solo puedo imaginar a la economía como una sub-
disciplina de las ciencias sociales, junto a la historia, la sociología, la
antropología, las ciencias políticas, y tantas otras.” La economía oficial, por el
contrario, se ve a sí misma como la única ciencia social verdadera,
Se requerirá por tanto de algo muy diferente que la mera aplicación del estado
de derecho y unas instituciones algo más democráticas. Será necesaria una
participación democrática activa en todos los órganos políticos de la nación.
Hará falta una política radicalmente diferente basada en las necesidades de la
población.
Conclusiones
“El capital en el siglo XXI” es una obra contemporánea magistral e
imprescindible. El autor ofrece una gran cantidad de información fundamental
sobre la historia del capitalismo, sobre todo acerca de la desigualdad en el
ingreso y el patrimonio. Aboga por una ciencia humana global, que incorpore
la economía, la sociología, las ciencias políticas, la historia. Está a favor de
una mayor transparencia en las estadísticas. En todo esto, lo apoyamos
plenamente.
A pesar del apoyo de todos estos datos, y del análisis de esta tendencia
subyacente de aumentar la desigualdad, Thomas Piketty cree que es posible
reformar el capitalismo.