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Qué Es La Ira
Qué Es La Ira
La ira es una emoción de tipo violento y agresivo que se caracteriza por un aumento del ritmo
cardíaco, de la presión sanguínea y de los niveles de adrenalina y noradrenalina, también
suele aparecer sudor, enrojecimiento, aumento de la tensión muscular, aceleración de la
respiración, aumento de la energía y de la gesticulación. Algunos ven la ira como parte de la
respuesta cerebral de atacar o huir de una amenaza o daño percibidos (en este caso sería la
versión de atacar). La ira disminuye la capacidad de razonar.
La ira surge como consecuencia del miedo, la inseguridad, la envidia, los celos, de no saber
cómo actuar, etc. Igualmente surge cuando no podemos controlar una determinada
situación o no podemos controlar las acciones de los demás, o bien cuando no aceptamos
determinados hechos o nos molesta la forma de actuar de quienes nos rodean. Es decir,
resumiendo todo lo anterior la ira o agresividad surgen ante cualquier situación que
interpretamos como amenaza. Se asocia fuertemente con sentimientos de temor,
frustración e incluso fatiga
Los problemas personales y los recuerdos de hechos traumáticos o situaciones que nos
hicieron enfadar también pueden desencadenar este tipo de emociones.
Nos sentimos frustrados por algo y es esa frustración la que desencadena la rabia o cólera.
Concretamente la cadena sería expectativas → frustración → Ira/agresividad (la agresividad
sería la manifestación externa de la ira).
La ira es una emoción y como tal se dispara de forma automática ante determinadas
situaciones, en general frente a situaciones que interfieren con nuestros objetivos. Como
toda emoción tiene una función, en este caso preparar al cuerpo para realizar el esfuerzo
necesario en vencer el obstáculo que se ha presentado. La ira puede presentarse de
diferentes formas:
3. En otras ocasiones surge como defensa, cuando interpretamos que existe un ataque
hacia nuestra persona o una dificultad (que no tiene porque ser vista de la misma
forma por los demás). Este problema suele ocurrir cuando reaccionamos ante las
intenciones de los demás en lugar de reaccionar ante los hechos explícitos. El juicio
de intenciones es la causa más frecuente que nos puede llevar a tener reacciones
violentas desmesuradas y desproporcionadas.
Si la situación es evitable (no nos aporta nada) podemos simplemente evitar esas situaciones.
Hacer una lista de situaciones que provocan reacciones de ira y agresividad y
evitarlas. Este punto solo sirve para situaciones muy concretas y realmente implica
evitar el problema más que afrontarlo. Por ejemplo casos puntuales como en mi caso
evitar ver imágenes de corridas de toros pues me ponen muy irascible. Es algo que
realmente no necesito hacer con lo que simplemente puedo evitarlo. Debemos ir con
cuidado y solo aplicar este punto en situaciones concretas. No podemos ir por el
mundo evitándolo todo.
Por lo general mi consejo es que hay que habituarse a la ansiedad de esas situaciones y no
evitar el malestar que causan. Cuanto más evitamos el malestar o las emociones que causa
una situación más fuertes se hacen porque nunca nos acostumbramos a ellas ni podemos
buscar alternativas para afrontarlas.
Debemos acostumbrarnos a estas situaciones, aceptarlas como parte del día a día, de
nuestra vida y no intentar controlarlas, sino medir nuestra reacción a ellas. Lo que
nos rodea y las personas escapan a nuestro control y es algo que hay que aceptar,
uno solo puede cambiarse a uno mismo (y esto ya de por si suele producir ciertas
modificaciones positivas en el entorno, aunque este no debe ser nuestro objetivo).
Estar siempre en el momento presente, que es desde donde se puede evaluar lo que
está ocurriendo, para poder así tener conciencia de lo que ocurre en el presente, y
no responder a antiguas ofensas o a problemas que pueden ocurrir en el futuro (esto
distorsiona de forma tremenda nuestra capacidad de juicio). No sacar “el baul de los
recuerdos” en cada discusión.
Las técnicas de relajación por último son de las más efectivas tanto en prevención
(hábitos diarios) como en la solución o afrontamiento en el momento de la ira. Las
más utilizadas son la respiración abdominal, la relajación muscular progresiva de
Jacobson y el entrenamiento autógeno de Shcultz.
Así pues, empezaremos poco a poco con demorar (retardar) la respuesta agresiva
progresivamente. Intentando no obedecer a la respuesta impulsiva. Así hasta que logremos
controlarla. Al principio costará mucho y tal vez solo logremos pasar cortos periodos de
tiempo sin que aparezca o reducir algo su intensidad pero no debemos desanimarnos, todo
camino empieza con un paso, sin importar lo pequeño que sea.