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NOTAS Y DISCUSIONES

El feminismo: senda no transitada de la Ilustración


CELIA AMüRÓS
Universidad Complutense

Feminismo: Cenicienta y Pepito Grillo caciones del género-sexo femenino -la


de la Ilustración mitad, por si hay que recordarlo, de esa
especie cuya conciencia totalizadora ca-
En los debates contemporáneos acerca racteriza a la Ilustración, como es sa-
de la Ilustración se suele ignorar el pen- bido, de un modo paradigmático-s-, en
samiento feminista como fenómeno re- qué medida la matriz ilustrada desarro-
levante a la hora de contrastar sus lo- lla o no de modo coherente sus propias
gros y sus «asignaturas pendientes», posibilidades ernancipatorias, qué pe-
Sin embargo, la pertinencia del fernínís- culiaridades revisten sus conceptuali-
mo en esta polémica puede ser señala- zaciones diferenciales cuando son apli-
da desde un triple punto de vista. En cadas para «trampear» la universalidad
primer lugar, ha de recordarse que las de sus propios postulados y hasta
vindicaciones feministas son -s-malgré qué punto estas mismas peculiaridades
muchos ilustrados- producto genuino son sintomáticas de contradicciones y
de lo que Javier Muguerza llama <<la tensiones internas en la Ilustración
cara romántica» de la Ilustración -sus misma. El feminismo, de este modo, vie-
ideales emancipatorios- frente a su ne a ser una llave de acceso a una de
«cruz positivista».' El feminismo como las vetas más ricas de la Ilustración,
cuerpo coherente de vindicaciones sólo nos permite tomarle el pulso de mane-
pudo articularse teóricamente (deja- ra que podamos descubrir sus puntos
mos aquí al margen la cuestión de las más vulnerables así como aquéllos en
condiciones sociales de su posibilidad, que la dinámica de sus virtualidades
lo que no quiere decir -todo lo con- liberadoras es más irreversible. En
trario- que la minimicemos) a partir cualquier caso, una lectura desde el fe-
de las premisas ilustradas, radicalizan- minismo del fenómeno ilustrado da
do los discursos de este nuevo conspec- cuenta cabalmente de su complejidad
too En segundo lugar, por su misma gé- a una nueva luz, volviendo imposible
nesis, el feminismo se constituye en una tanto exaltaciones ingenuas como ajus-
perspectiva privilegiada sobre la Ilus- tes de cuentas demasiado sumarios.
tración. La ve, precisamente, desde su
sesgo más complejo y paradójico, al po- Una senda tortuosa
der captar a la vez el juego lógico-ideo-
lógico de la nueva concepción de la uni- La reconstrucción, aún meramente
versalidad en uno de sus aspectos más aproximativa y a grandes rasgos, del ití-
críticos y los puntos ciegos que impi- nerario que describe el feminismo en
den el libre desenvolvimiento de sus im- el complejo Ilustración-romanticismo
plicaciones. En tercer lugar, podemos -como es sabido, las complicidades en-
por esta razón considerar el feminismo tre ambos conspectos ideológicos vuel-
como un significativo test de la Ilustra- ven simplista una separación neta tan-
ción: nos podremos preguntar, al hilo to desde una consideración sincrónica
de los avatares que sufren las vindi- como diacrónica- reserva ciertas sor-

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presas. En principio, cabría esperar contrar en la Revolución francesa -la


quizá la radicalización de las vindica- defensa del derecho de ciudadanía para
ciones feministas como un fenómeno el sexo femenino y el proyecto de ins-
progresivo, que se produciría a medida trucción pública de Condorcet, cuyas
que la Ilustración fuera desarrollando propuestas se orientaban hacia el igua-
y explicitando sus propios presupues- Iltarismo, así como la Declaración de
tos, de tal manera que comenzaría por los Derechos de la Mujer y de la Ciuda-
las expresiones más tímidas y, poco a dana de Olyrnpe de Gouges-c-'' no supe-
poco, extraería derivaciones más osa- ran formalmente el techo ideológico
das. (Nos ceñimos aquí deliberadamen- marcado por Poullain de la Barre. Aquí
te al itinerario ideológico, haciendo abs- habría no obstante que hacer algunas
tracción, a falta de poder dar al tema precisiones: ülympe de Gouges pide
el tratamiento que merece, de las impli- que la mujer tenga derecho a declarar
caciones sociales.) Por el contrario, su- quién es el padre de su hijo -tema que
cede que las expresiones más radicales no trata PouUain-, mientras que reivín-
aparecen muy pronto: en 1673, el car- dicacíones tales como la del sacerdo-
tesiano Francois Poullain de la Barre cio y el mariscalato se encuentran pre-
publica De l'egalité des deux sexes: cisamente en los Cahiers de doléances
tratado donde se extraen con una lógi- femeninos considerados apócrifos por
ca impecable las derivaciones, en rela- la critica, precísamente en función del
ción con los derechos de las mujeres, criterio -entre otros de carácter tex-
de la lucha cartesiana contra el prejui- tual- del desinterés de las mujeres por
cio, el argumento basado en la autori- tales vindicaciones, utilizadas para ca-
dad, la costumbre y la tradición. Sobre ricaturizar las quejas y peticiones que
estas bases, así como sobre la idea de las propias mujeres formulaban en la
que «I'esprit n'a pas de sexe» -o, si se literatura que se tiene por auténtica,"
prefiere, «I'esprit est de tout sexe»,3 co- y si analizamos la obra, tan difundi-
rolario del dualismo cartesiano mente- da en su tiempo, de Mary Wollstone·
cuerpo-, se argumentan reivindicacio- craft, A Vindication 01 the Ríghts af '\Va-
nes feministas como la del sacerdocio, man (1792), que lleva una significativa
el ejercicio de la judicatura, del poder dedicatoria a Talleyrand y expresa en
político, el desempeño de las cátedras clave feminista la recepción de la Revo-
universitarias, el acceso a los altos car- lución francesa por el círculo de los ra-
gos del ejército: todo ello apoyado, en dicales ingleses, nos aparecerá en sus
suma, en una educación totalmente alegatos más tímida y moderada que el
igualitaria. Apuntemos solamente que cartesiano francés: destina toda su vi-
la obra de Poullain, fruto ideológico del brante argumentación ilustrada a pedir
cartesianismo, tiene como su contexto para las mujeres la educación que de-
social el difamado movimiento precio- ben recibir los seres racionales, toman-
sista," en cuyo medio se desarrolló do al autor de La Educación de Sofía
como un tópico la llamada «querelle -volveremos sobre ello- como su puno
des femmes» -s-pendant francés de la to de referencia polémico.
«controversia popular sobre la mujer» En la Aufklarung podemos encontrar
que tuvo lugar en Inglaterra al hilo de un exponente interesante de la recep-
la revolución puritana.' Las posiciones ción del tópico de la «querelle des fem-
vindicativas más radicales en lo concer- mes» así como de las voces vindicativas
niente a las mujeres que podemos en-, de la Revolución francesa -brutalmen-

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te acalladas por el cierre de los clubs dario era Cordelia, «la madre de los
de mujeres en 1793, entre otras contun- Gracos».
dentes medidas, como la ejecución de En aspectos fundamentales, el trata-
Olympe de Gouges. Se trata de la obra miento de Hippel de la igualdad es de
de Theodor van Hippel Über die bürger- filiación ilustrada y se inscribe en la lío
liche Verbesserung der Weiber (1793). nea de Poullain de la Barre. Es difícil
Híppel, que vivió y desarrolló su acti- saber si leyó a Poullain o si semejanzas
vidad en Konigsberg desde los quince llamativas entre ambos autores se de-
años, perteneció al circulo de Kant y de ben a que eran tributarios en lo concer-
Hamann. Muestra su profunda decep- niente al tema de cierta tópica que po-
ción por lo cicatera que la Revolución dríamos llamar hermenéutica bíblica
ha sido con las mujeres: «¿Cómo pudo femiriista ilustrada. (Dicha tópica. como
un pueblo que existe "par et pour" el lo hemos podido ver en el caso de Cor-
sexo bello en la mundialmente celebra- nelio Agrippa von Nettesheim, se re-
da Igualdad dejar de lado a un género? monta al Renacimiento, así como a la
La nueva constitución merece que re- Reforma protestante.) «Si bien Adán
pita mis reproches, porque da por bue- tuvo el honor de ser creado el primero,
no el no considerar a toda una mitad argumenta Hippel, fue compensada
de la nación [...]. Todos los seres huma- Eva al nacer de una costilla de Adán,
nos tienen los mismos derechos. Todos mientras que éste fue creado del barro.
los franceses, hombres y mujeres, de- [...]. Ninguno de ellos creó al otro; por
ben ser libres y cíudadanose.f De Fran- esta razón a ninguno de ellos se le ocu-
cia a Alemania, la Revolución pasa de rrió elevarse por encima del otro.»10
la metonimia a la metáfora, de tal modo En De l'excellence des hommes afirma-
que habrá que «destruir la Bastilla de ba nuestro cartesiano: «Adam a été créé
la galantería en la que se encuentra el aprés la boue, il est sortí de la boue et
bello sexo» para que «la mitad de las du limon de la terre; ainsi la terre et la
fuerzas humanas» no se vea desperdi- boue sont plus nobles que luí. Et si je
ciada e infravalorada. Es significativa, veux raisoner par convenance, c'est a
desde este punto de vista, la crítica de dire par des raisons irnaginaires, je di-
Hippel al derecho romano: «Los dere- rai a mon tour: Dieu a créé la prerniere
chos civiles que los griegos y los roma- femme [...] et a formé son corps d'une
nos concedieron a las mujeres fueron matiere plus dure et plus forte et méme
una parte mínima de lo que les corres- plus noble, puisque c'était d'une cote
ponde por naturaleza, y que ningún tri- d'hornme, au lieu qu'Adam n'a eté fait
bunal, ni bueno ni malo, les puede arre- que de boue [...]».11 Si de la hermeneu-
batar»." Conviene no olvidar que en sis bíblica pasamos a las explicaciones
la retórica jacobina -tan influida por históricas laicas, para Poullain, «quand
Rousseau-mediante la cual se trató de on considere sincerement les choses hu-
justificar en la Revolución francesa la maines dans le passé et dans le present,
negación a las mujeres de los derechos on trouve qu'elles sont toutes sernbla-
de ciudadanía, se invocaba fundamen- bles en un point, qui est que la raison
talmente el modelo de la matrona roma- a toüjours esté la plus foible: et H sern-
na, libre de las virtudes cívicas, ama- ble que toutes les histoires n'ayent esté
mantadora de los ciudadanos -razón faites, que pour montrer ce que chacun
por la cual ella no debía ser, a su vez, voíd de son temps, que depuis qu'Il y
ciudadana-, cuyo paradigma legen- a des hommes, la force a toüjours pré-

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valu, Les plus grands Empires de l'Asie res basada en este tipo de argumenta-
ont esté dans leur commencement ciones, nuestro autor, como lo señala
l'ouvrage des usurpateurs et des bri- María Luisa Pérez Cavana, enfatiza la
gands [...J. Cette conduíte n'est pas naturaleza peculiar y las virtudes dife-
moins visible dans toutes les societes: renciales del sexo femenino. Considera
et si les hommes en usent aisi a I'égard que «por naturaleza» tiene una capa-
de leurs pareils, i1 y a grande apparen- cidad innata para educar a los niños,
ce qu'Ils l'ont fait d'abord a plus forte pues «en nosotros domina la reflexión,
raison, chacun a I'égard de la fe m- en las mujeres el sentimiento», y «su
me»." 'La causa del feminismo se iden- virtud es más pura que la nuestra». Pa-
tifica de ese modo para él con la de la rece como si en Hippel las transicio-
racionalidad. También Hippel atribuye nes de la Ilustración al Romanticismo,
a la opresión de la mujer un lugar cla- tan bien analizadas por Ripalda 14 en la
ve desde el punto de vista de los intere- Aufkliirung al hilo de una recepción de
ses emancipatorios de la humanidad: Rousseau ad modus recipientis -en
«¿Es acaso exagerado, dirá, si afirmo este caso, las inflexiones críticas pecu-
que la opresión de las mujeres ha dado liares de la Ilustración alemana-e, se
lugar a la opresión en el mundo en ge- plasmarán, desdoblándose, precisa-
neral?». No considera, por su parte, que mente en la conceptualización de la mu-
la causa de la subordinación de la mu- jer. «Mientras las mujeres no tengan
jer sea la inferioridad de fuerza física: más que privilegios y no derechos, no
las mujeres trabajan más que los hom- podrán ejercer la profesión que la na-
bres en muchísimas culturas y, dentro turaleza les ha asignado, es decir, ser la
de la sociedad burguesa, en las propias mujer de su marido, la madre de sus hi-
clases trabajadcras.F Escribe un siglo jos y, por medio de estas nobles deter-
más tarde que el autor de De l'egalité, minaciones, el ser una ciudadana del
Parece, por otro lado, seguir el plantea. estado.» 15 Hay que abolir UAncien Ré-
miento de Poullain al negar «una dife- gime con respecto a las mujeres, si bien
rencia en las almas determinada por el para que desempeñen sus ejemplares
sexo". Los varones pretenden inferirla cualidades específicamente femeninas
del hecho de que las mujeres no han ob- a la altura de la «schone Sede» de as-
jetivado sus talentos. A lo cual, además cendencia rousseauniana, ferninizada
del catálogo, de rigor dentro del géne- en Hippel y en Kant.
ro «De l'excellence de la [emme», de En el autor de la Crítica de la Razón
las mujeres ilustres excepcionales -gé- Práctica, sin embargo, como en Rous-
nero que se remonta a Agrippa y a seau y a diferencia de su contemporá-
MmUe. de Gournay, la hija adoptiva de neo Hippel, la mujer, al igual que los
Montaignc-, Hippel contrapone el ar- niños -«por naturaleza» y no sólo por
gumento, muy esgrimido por los radi- no ser propietaria- se verá excluida
cales ingleses y recurrente en Mary del derecho de ciudadanía." Llegamos,
Wollstonecraft, de que los individuos pues, a un punto crítico en que se po-
son producto de su ambiente y de su nen de manifiesto los legados de las ten-
medio cultural: «¿pueden acaso brotar dencias marcadas respectivamente por
los gérmenes y crecer sin una mano Poullain de la Barre y Rousseau: el fe-
bondadosa que los cuide?», minismo de cuño ilustrado -pues Pou-
Con todo, al lado de las demandas de llain le da justamente al cartesianismo
igualdad civil entre hombres y muje- una inflexión ilustrada al considerar el

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bon sens como una fuerza de reforma bra, ¿Qué hombre bárbaro podrá re-
de la mente y de la sociedad- y la mi- sistir a la voz del honor y de la razón
soginia pre-romántica, Y encontrare- en la boca de una tierna esposa, y no
mos que ambas direcciones se configu- despreciará el vano lujo viendo la sen-
ran según los usos ideológicos que van cillez y modestia de vuestra compos-
a ser explotados dentro de la retícula tura, que, juzgando por el brillo que
conceptual que gira en torno a la idea en vosotras tiene, parece la más favo-
de «naturaleza». rable a la belleza? A vuestro cuidado
corresponde mantener siempre, por
Un eslabón perdido vuestro amante e inocente imperio y
por vuestra persuasiva inspiración, el
El juego del concepto de naturaleza en amor de las leyes en el Estado y la
el complejo ideológico de la Ilustra- concordia entre los ciudadanos; reu-
ción y el Romanticismo se pone de nir por felices matrimonios a familias
manifiesto con particular complejidad divididas y, sobre todo, corregir por
en Rousseau. De forma muy esquemá- el suave convencimiento de vuestras
tica, se podría decir que «la naturale- lecciones, y por los modestos encan-
za» como paradigma legitimador es tos de vuestra conversación, los resa-
una idea que cobra en Rousseau el bios que nuestras jóvenes adquieren
mayor realce -como es sabido, el «es- en otros países, de donde en lugar de
tado de la naturaleza» rousseauniano tantas cosas útiles de que podrían sa-
es el ideal regulador conforme al cual car provecho, no adquieren otra cosa
se valoran, o son criticadas por aleja- que, con tono pueril y aire ridículo,
miento y disconformidad, las diferen- aprendidos entre mujeres perdidas, la
tes formas de sociedad constituidas. admiración de no sé qué pretendidas
La mujer, en este contexto, es natura- grandezas, frívolos resarcimientos de
leza en cuanto debe ser guardiana de la servidumbre, que no valdrán nun-
ciertos valores prístinos, cuya preser- ca lo que la augusta libertad. Sed,
vación se le encomienda dado que, por pues, para siempre lo que sois: castas,
su inmediatez, en ella se proyecta sirn- guardadoras de las buenas costumbres
bólicamente la nostalgia de los oríge- y suaves vínculos de paz, y continuad
nes. De este modo, se dirige Rousseau haciendo valer en todas las ocasiones
alas ciudadanas de Ginebra: «¿Podría los derechos del corazón y de la natu-
olvidarme de esta preciosa mitad de la raleza en beneficio del deber y la vir-
República que hace la felicidad de tud».17 Pero, por otra parte, la mujer
la otra mitad, y cuya prudencia y dul- no es sujeto del contrato social ni par-
zura mantienen la paz y las buenas ticipa en la constitución de la volun-
costumbres? Amantes y virtuosas ciu- tad general, pues su misma inmedia-
dadanas, lo que mejor hará siempre tez hace de ella un ente precívico y
vuestro sexo será dirigir el nuestro. determina su aptitud como forjadora,
i Dichosas vosotras cuando vuestro en el espacio privado, de las condicio-
casto poder, ejercido solamente en la nes de posibilidad de lo cívico, es de-
unión conyugal, no se hace sentir más cir, como reproductora del ciudada-
que para la dicha del Estado y el bien no." Ahora bien, para asegurar que
público! Así es como las mujeres go- cumpla como guardiana de la función
bernaban en Esparta, y así es como' reguladora de los valores del estado
vosotras merecéis gobernar en Gine- de naturaleza, los varones deberán

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constituirse en sus guardianes: pues pacidad de ajusticiar al «sexo demo-


la inmediatez, por la que la mujer asu- níaco».
mía las connotaciones de naturaleza En el «estado de naturaleza» rous-
paradigmática, justifica al mismo seauniano no hay, como tampoco en
tiempo que se la haga objeto de una Poullain de la Barre, división sexual
educación diferencial y altamente re- del trabajo, sino indiferenciación: la
presiva. «Las niñas deben ser activas razón suficiente, en el sentido de Leib-
y diligentes, pero eso no es todo; des- niz, de la diferenciación de las tareas
de muy temprano han de ser propen- no es sino la sociedad. «Cada familia
sas a saber contenerse. Esta desveno vino a ser una pequeña sociedad, tan-
tura, en caso de que lo sea realmente, to mejor unida cuanto que la mutua
es inseparable de su sexo, y nunca se adhesión y la libertad eran los únicos
han librado de ella sino para sopor- vínculos; y entonces fue sin duda
tar infortunios mayores. Deben some- cuando se estableció la primera dife-
terse al decoro durante toda su vida, rencia en el modo de vivir de los dos
que es el freno más severoy constan- ,sexos, los cuales sólo una habían te-
te. Es necesario, por tanto, acostum- nido hasta entonces. Pronto las muje-
brarlas desde pequeñas a esta limita- res se hicieron más sedentarias y se
ción, no sea que después les cueste acostumbraron a guardar la choza y
demasiado caro. En lo que respecta a los hijos, mientras que el hombre iba
la supresión de caprichos, deben es- en busca de la subsistencia común.v"
tar dispuestas a aceptar el deseo de Ahora bien, en la medida en que, pese
los demás. Si, por ejemplo, les gusta a ser muy crítico de la sociedad ci-
estar siempre trabajando, hay que im- Vil,21 Rousseau estima imposible la
pulsarlas a que lo dejen de vez en vuelta al estado de naturaleza y bus-
cuando. Demasiada indulgencia las co- ca como sucedáneo la regeneración de
rrompe y pervierte con la disipación, la sociedad mediante expedientes de
la vanidad y la inconstancia, que son «renaturalízacíóne.P la diferencia so-
los vicios a los que son más propen- cialmente instituida es irreversible,
sas. Para prevenir estos abusos debe- ergo, en el remedo del paradigma per-
mos enseñarlas, ante todo, a saber dido en que la «renaturalízacíón» pa-
mantenerse en los límites debidos. La rece consistir, ambos sexos recibirán
vida de una mujer modesta se redu- propuestas diferenciales; es más, se ra-
ce, debido a todas nuestras institucio- dicalizará su diversidad funcional, en
nes absurdas, a un perpetuo conflicto el sentido anteriormente expuesto.
consigo misma. Pero esto es justamen- Emilio será educado para ejercer de
te porque de alguna manera deben ciudadano y sujeto del contrato social
participar en los sufrimientos que su -pues sólo la constitución de la vo-
sexo demoníaco nos ha causado." 19 Así luntad general, al menos en cuanto de-
pues, esa misma inmediatez la apro- sideratum regulador, redime de los
xima a las connotaciones que la natu- males de la sociedad civil. Aquí es di-
raleza tenía en la Patrística: lo que ha fícil saber hasta qué punto la mujer
de ser dominado, encauzado y contro- tiene afinidad con el mal por estarle
lado por la religión y en la cultura vedado por razones utilitarias el acce-
-a pesar de que la cultura, «nuestras so a la autonomía requerida para ser
instituciones absurdas», no tiene con- 'partícipe de la voluntad general -di-
notaciones positivas salvo por su ca- cho de otro modo, por ser un ente pre-

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cívico-, o bien tal participación le es pero no en el privado. Como el domi-


prohibida porque su «sexo demonía- nio político no está abierto a Sofía,
co" la convierte en un ser inframoral: son evidentes los límites a su iguali-
para Rousseau no hay moral fuera de tarismo: la igualdad es un principio
la política, luego la regeneración de la para el gobierno de las relaciones en-
mujer sólo podrá venir por la vía de tre los hombres, no entre los hombres
su colaboración a producir en la esfe- y las mujeres».23 Esta misma autora
ra privada las condiciones del espacio ha puesto de manifiesto cómo las cla-
cívico, cumplíendo una función vigi- ves últimas del Emilio solamente pue-
lante de las costumbres para que el den ser adecuadamente interpretadas
ciudadano esté a la altura de sí mis- concediendo todo su realce al libro V
mo -es decir, del ideal que él mismo "-que trata, como es sabido, de la edu-
se ha fijado. El ciudadano, pues, me- cación de Sofía-, viendo sintomática-
diante el control de la mujer -que mente desde ahí el concepto rousseau-
debe obedecerle siempre- no hace niano de la.educación como un todo
sino exigir que dichas condiciones se unitario en relación con el "modelo de
cumplan, es decir, exigirse a sí mis- la producción» -en lugar del tópico
mo, por lo cual, para el varón, ser un «del crecimiento»-, a la vez que ínti-
buen padre, un buen esposo -en la mamente conectado con sus más pro-
medida en que se deriva de lo pri- fundas convicciones políticas. Este
mero- y un buen ciudadano se iden- tipo de hermenéutica feminista tiene
tifican. Ella es, en cierto modo, la la ventaja de no hacer de la misogi-
guardiana de un guardián que vigila nia de Rousseau un añadido ad hoc
que lo vigilen- creando así la para- que puede ser enfatizado o minimiza-
dójica relación de «doble vínculo»: el do desde posiciones ideológicas, sino
ciudadano adulto quiere autónoma- que cobra importancia teórica articu-
mente ser como un niño para que le lándose orgánicamente en el conjun-
garanticen ser padre. Pero de esta en- to de la interpretación del filósofo.
marañada madeja -la mujer debe Es bastante común descalificar la
«constreñir al varón a hallar su fuer- hermenéutica feminista por anacróni-
za" y así «el uno triunfa de la victo- ca -cuando no se le pueden encono
ria que el otro le hace conseguir»- trar otros defectos-, argumentando:
no saldrá, sin embargo, una situación lo que los filósofos dicen sobre la mu-
de simetría. "Por medio de la peque- jer estaba condicionado por la situa-
ña patria que es la familia, el corazón ción de la mujer en su época, y era
se une a la grande», dice Rousseau. imposible percibir las cosas de otro
Pero ni el referente de «el corazón» ni modo. Además de lo discutible que re-
la modalidad de la unión son los mis- sulta este historicismo determinista un
mos para ambos sexos: la «ciudadana» tanto trivial, en lo que concierne al
sólo lo será de forma vicaria, en cuan- tema de la mujer -como en tantas
to parte del varón, en el mejor de los otras cosas-, arrogancia es ignoran-
casos, si «le sale» un Emilio adecua- cia; quienes despachan el asunto con
damente «renaturalízado» según el este tipo de objeciones lo ignoran todo
programa. Como lo ha señalado J ane sobre la historia del patriarcado, del
Roland Martín, «el ideal igualitario trabajo y la educación de la mujer, de
por el que es famoso Rousseau se pue- la familia; para ellos, todo es plano
de mantener en el dominio político, hasta la actualidad, en que no pueden

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negar la existencia del movimiento fe- tonomasia, de manera que, si éste era
minista como movimiento social con- susceptible de ser desarmado por la
temporáneo, y atribuyen entonces a crítica racional, a [ortiori lo sería cual-
proyección retrospectiva de las ferni- quier otro que comprometiese en me-
nistas de hoy en día las críticas ideo- nor medida intereses profundamente
lógicas a los discursos filosóficos del arraigados; el debate de l'egalité des se-
pasado. Es curioso que pasen por alto xes se convertía de este modo en una es-
-desde un punto de vista estrictamen- pecie de test de la viabilidad del progra-
te intratextual, sin buscar más infor- ma cartesiano de someter todas
mación acerca de "la situación de la nuestras creencias y convicciones a la
mujer en la época", cual si de algo regla de la evidencia, a la contrastación
monolítico se tratare- el carácter pal- con las ideas claras y distintas. « Entre
mariamente polémico de los textos en todos los prejuicios, dirá Poullain, no
que filósofos e ideólogos se refieren hemos encontrado ningún otro más
a las mujeres. Cuando la situación de adecuado a nuestro propósito (probar
la mujer se tematiza, nos encontramos la necesidad de desembarazarnos del
de forma recurrente con un referente prejuicio para adquirir conocimientos
polémico que se suele silenciar, al que fundamentados en la evidencia) que el
no se da beligerancia como interlocu- que comúnmente se tiene acerca de la
tor/a y que solamente aparece, en todo desigualdad de ambos sexos.s"
caso, de forma alusiva. Dirá, por su parte, Rousseau: «Soste-
El autor del Emilio se guarda mu- ner vagamente que los dos sexos son
cho de explicar cuál es su referente iguales, y que sus deberes son los mis-
polémico al afirmar en el libro V: mos, es perderse en declamaciones va-
"Cuando la mujer se queja de la in- gas [...]». ¿Conoció Rousseau la obra de
justa desigualdad en que la ha puesto Poullain, en que la tesis de l'egalité se
el hombre, comete un error (digamos somete al más impecable «ordre des
pues, entre paréntesis, que él reconoce raisons» cartesiano, o era él más bien
que en su época las mujeres se queja-, el que tenía referencias vagas? (Quizá
ban -al menos las suficientes como _ para no ser una excepción a aquello de
para tomarse la molestia de refutar- que, con respecto al pensamiento femi-
las-, verbalizando su queja en términos nista, todo el mundo ha oído campanas
de "injusta desigualdad"); esta desi- sin tomarse la molestia de saber dón-
gualdad no es una institución humana, de.) Porque Rousseau, sin duda, pudo
o al menos no es la obra del prejuicio, tomársela: su repique se tuvo que oír
sino de la razón». ¿Acaso había dicho en Ginebra, adonde Poullain se retiró
alguien que la «injusta desígualdadsera en 1690 tras haberse pasado al protes-
obra del prejuicio? Justamente es ésa tantismo. O quizá no se tomó la de de-
la tesis del -¡tan injustamente!- cir dónde: se limita a contraponer sus
olvidado filósofo cartesiano Francois propias tesis a la "manera de argu-
Poullain de la Barre. De l'egalité des mentar de los galantes partidarios del
deux sexes lleva significativamente bello sexo». Sin embargo, el paladín
como subtítulo Discours physique et de l'egalite había comenzado así -pre-
moral ou l'on voit l'importance de se dé- monitoriamente- su discurso: «No
[aire des preiugés, y fue reeditado en hay nada más delicado que explicar-
1676, 1679 Y 1691. Poullain veía en el se acerca de las Mujeres. Cuando un
prejuicio del sexo el prejuicio por ano varón habla a favor de ellas. la gente

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se imagina enseguida que lo hace por conforme a la experiencia, y muestra la


galantería o por amor [..,J».25 Pero no vanidad de las disputas sobre la prefe-
por ello logró curarse en salud el ami- rencia o la igualdad de los sexos»,29
go Poullain, Por nuestra parte, a falta Rousseau no está aquí, sin más, refle-
de poder probar positivamente'" que jando su época, sino contradiciendo a
Rousseau leyó sus libros, nos tomare- alguien en relación con algo que en su
mos la molestia -si bien aquí no es po- época se discutía. (Y, de paso, cometien-
sible presentar más que un pequeño bo- do una flagrante falacia naturalista en
tón de muestra- de proceder a una su «argumentación-r'" por llamarla de
sumaria contrastación intratextual de alguna manera.) Poullain afirmaba ta-
ambos autores. Poullain se refiere, por xativamente «que la diferencia de los
ejemplo, a que las propias mujeres, en sexos concierne solamente al cuerpo,
virtud de la costumbre y la lnterioriza- sin afectar propiamente más que a esa
ción del prejuicio, perciben y soportan parte que sirve para la producción de
su condición como algo «natural », los hombres; y como la mente no hace
Creen «que sus mentes son tan diferen- sino prestar a ello su consentimiento,
tes como sus cuerpos, y que debe ha- y lo hace en todos de la misma mane-
ber entre ambos sexos en todas las fun- ra, se puede concluir que la mente no
ciones de la vida la misma diferencia tiene sexo», Pues «Dios une el Espíritu
que existe entre las que le son particu- al Cuerpo de la mujer del mismo modo
lares».z7 Y Rousseau constata, en un que al del hombre, y lo hace según las
texto de notables resonancias cartesia- mismas leyes».31 Para Rousseau, por el
nas: «En todo cuanto no corresponde al contrario, «una mujer perfecta y un
sexo, la mujer es hombre; ella posee los hombre perfecto no deben asemejarse'
mismos órganos, las mismas necesida- más en la mente que en el rostro». Todo
des, las mismas facultades; la máqui- lo que tienen de diferente hombre y mu-
na está construida de la misma mane- jer no es «de la especie, sino del sexo»,
ra, las piezas son las mismas, el juego se concede. Pero, en rigor, la "diferen-
de la una es el del otro, la cara seme- cia» es propia del sexo sólo en el caso
jante; y en cualquier respecto en que se de la mujer, pues: "No existe ninguna
los consídere, no difieren entre sí en paridad entre los dos sexos en cuanto
nada importante. En todo lo que se re- a la consecuencia del sexo. El macho
laciona al sexo, la mujer y el hombre sólo es macho en ciertos instantes, la
tienen en todo relaciones y en todo di- hembra es hembra toda su vida, o al me-
ferencias: la dificultad para comparar- nos toda su juventud; todo le llama sin
las deriva de determinar en la consti- cesar a su sexo [...]».32 Luego no es que
tución del uno y del otro lo que se debe el hombre y la mujer tengan -como es
al sexo y lo que no depende de él ».28 obvio- diferencias en relación a los se-
Respecto de esta cuestión, «la única xos respectivos: la diferencia consiste
cosa que sabemos con certeza es que en tener o no tener una relación defi-
todo lo que ellos tienen de común es de nitoria con su sexo correspondiente. En
la especie y que todo lo que tienen de el varón, la relación es meramente puno
diferente es el sexo", Hasta aquí todo tual y accidental, mientras que en la
parece estar claro. Sólo que Rousseau mujer es esencial: la una se define por
dirá pocos renglones después que «es- ,. su diferencia sexual, y el otro no. De
tas diferencias deben influir sobre la nuevo, el masculino se solapa con el
moral; esta consecuencia es sensible, neutro, como lo instituyera Hesíodo,33

ISEGORíA/l (1990) 147


NOTAS Y DISCUSIONES

y asume 10 genéricamente humano, que, tíficos, hay que reconocer «que su pro-
en el discurso ilustrado, se define por fesión no les compromete a informar-
la universalidad, por la igualdad de to- se con tanta exactitud de lo que son
dos los sujetos, que lo son en la medi- las cosas en sí mismas, que son sufi-
da en que no están sujetos al sexo, como cientes la apariencia y la verosimili-
las mujeres -por la misma razón, tam- tud para los Poetas y los Oradores, el
poco son individuos. testimonio de la Antigüedad para los
Para Rousseau, en contraposición al Historiadores, y la costumbre para
autor de De l'egalité, la superioridad de los jurisconsultos en orden a sus pro-
la fuerza física del varón fundamenta pios objetivos; ahora bien, en lo que
un poder legítimo, de lo cual se sigue concierne al sentir de los Filósofos,
«que la mujer está hecha especialmente no despacharemos elasunto con tan-
para complacer al hombre», por aque- ta facilidad, pues parece que están por
llo de que la actividad y la pasividad, laencima de todas las consideraciones
fuerza y la resistencia, por « ley de la na-
como efectivamente deberían estarlo,
turaleza» -toma ahora como modelo el y pasan por examinar las cosas más
paradigma mecanicista para plausíbí- de cerca». El vulgo toma de este modo
lizar su aserto teleológico- son com- sus juicios por regla de los suyos, «sin
plementarias. Extraña complementari- darse cuenta de que casi todos los Fi-
dad, pues el varón, al no definirse por lósofos tienen al propio vulgo por única
su actividad sexual, transita sin proble- regla y no es precisamente la ciencia
mas desde los intermitentes desempe- aquello sobre cuya base se pronun-
ños de sus funciones sexuales a las de- cian, principalmente en la materia de
más actividades propias de su no-sexo. fa que se trata [oo.]. [En las escuelas)
Pero la mujer, «aun cuando hubiere en- no se les dice ni una palabra acerca
tre los embarazos tan largos intervalos de los Sexos; se da por supuesto que
como se supone ¿cambiará [...] por ello los conocen lo bastante bien; lejos de
brusca y alternativamente de manera examinar en relación con ellos su ca-
de vivir sin peligro y sin riesgo? [...), pacidad y su diferencia verdadera y
¿cambiará de temperamento y de gus- natural, lo cual es uno de los asuntos
tos como un camaleón de colores?; ¿pa- más curiosos y quizás también de los
sará de golpe de la sombra de la reclu- más importantes de la Física y la Mo-
sión y de los cuidados domésticos a las ral. Pasan años enteros, y algunos toda
injurias del aire [...)?»,34 se preguntarásu vida, ocupados en bagatelas, en los
el paladín de la vida campestre... Seres de razón, y rumiando si hay más
allá del mundo espacios imaginarios
El «test Poullain» y si los átomos o el polvillo que apa-
«Lo que confirma al vulgo en su rece en los rayos del Sol es divisible
concepción sobre las mujeres es que al infinito. ¿Qué confianza se puede
se ve apoyado por el sentimiento de otorgar a lo que dicen esta clase de
los sabios», decía Poullain de la Ba- sabios cuando se trata de cosas serias
rre. El argumento de autoridad, basa- e importantes h. 3S Para Poullain,
do a su vez en el prejuicio, refuerza pues, el feminismo -avant la lettre-
de este modo el prejuicio de la des- era un verdadero test de filosofía, de
igualdad de los sexos. Pero la cuestión. honestidad epistemológica y de autoe-
es todavía más grave en el caso de los xigencia ética y culturaL Sigamos,
filósofos. Pues, con respecto a los cien- pues, pasando revista a nuestros filó-

148 ISEGORíA/1 (1990)


NOTAS Y DISCUSIONES

sofos, a los que han dado expresión a ver si queda títere con cabeza tras
la autoconciencia de nuestra especie aplicarles «el test Poullain». Será cla-
en diferentes momentos históricos, a rificador.

NOTAS

1. Cfr. Javier Muguerza: Desde la perplejidad. applaudissement, disant qu'on leur faisait quel-
De próxima aparición en Fondo de Cultura Eco- que justice: d'autres le firent valoir surtout par-
nómica. ee qu'il f1attait leur vanité; mais tout le reste par-
2. F. Poultain de la Barre: De l'egalité des deux Ia comme d'une paradoxe qui avait plus de
sexes, en Corpus des Oeuvres de Philosophie en galanteríe que de vérité [...]». La cita procede de
Langue Francaise, París, Fayard, 1984. una segunda obra de Poullain:De Fexcellence des
3. Véase sobre esta cuestión, el interesante al" hommes centre l'egalité des sexes, París, Jean du
ticulo de Genevíeve Fraisse, «Poullain de la Ba- Puis, 118-119; ejemplar microfilmado del de la
rre ou le procés des prejugés», en Corpus des Biblíotheque Nationale.
Oeuvres de Philosophie en Langue Francaise, Pa- 5. Cfr. Roberta Hamilton: La liberación de la
rís 1 (mayo 1985), 27-41. La novedad que aporta mujer, Barcelona, Península, 1980, cap. TII (Horno
Poullain en este punto es el lenguaje y la argu- sociologicus).
mentación cartesianos para replantear un deba- 6. Cfr. Alicia Puleo (ed.): Feminismo ilustra-
te del que encontramos ya una significativa ex- do y Revolución francesa, Antología de textos.
presión en la obra del mago, alquimista y De próxima aparición en la editorial Anthropos,
escéptico, Cornelio Agríppa van Nettesheirn, tí- 7. Cfr. Paule-Maríe Duhet: Las mujeres y la re-
tulada De Nobilitale Mulieris (1529). En el pri- volución, Barcelona, Península, 1974, cap. 11 Asi-
mer capítulo de este curioso texto, puede leerse mismo, Alicia Puleo, «Cuadernos de quejas y rei-
lo siguiente: «Dieu, qui a engendré toutes cho- vindicaciones de las mujeres: los auténticos y los
ses et qui a cambié de biens I'un et I'autre sexe, apócrifos", ponencia inédita presentada en las
a créé l'homme a son image, et I'a fait mále et Jornadas «Feminismo: más acá y más allá de la
femelle». (En el comentario del editor francés de Revolución francesa», Instituto de Investigacio-
la obra Roétitg, se interpreta este pasaje del gé- nes Feministas de la Universidad Complutense,
nesis en el sentido de que Adán era en el origen 18-19 de mayo de 1989.
hermafrodita, interpretación en consonancia con 8. Los datos, así como la traducción de los tex-
la tradición gnóstica.) «La différence des sexes, tos sobre Hippel, están tomados del trabajo iné-
-continúa nuestro autor-e, ne consiste que dans dito de María Luisa Pérez Cavana: «Sobre el me-
la différente position des parties du corps, et cet- joramiento civil de las mujeres"; Theodor
te différence est nécessaire pour la génération. Gottlieb von Hippel o las contradicciones de la
Mais Dieu a donné au mále et a la femelle une Ilustración, Bonn, 1989. El texto citado por Ca-
ame entíerement sernblable, et sans distinction vana corresponde a T.G. Hippcl, op. cit., p. 121.
de sexe. Le méme esprit, la méme misan, la 9. Ibid., p. 82, cit. por Cavana en op. cit.
méme usage de la parole, ont été accordés a la 10. lbid. p. 26, cit. por Cavana en op. cit.
femrne et a I'homme.» (Nuestra cita está torna- 11. Poullain de la Barre, De l'excellence des
da de la traducción francesa del propio Roétitg hommes, ed. cit., pp. 17-18.
de la obra de Agrippa, De l'excellence et de la 12. Poullain de la Barre, De l'egalité des deux
supériorité de la [emme, París, Louis, 1801; ejem- sexes, ed. cít., pp 20-21. No obstante, para Pou-
plar microfilmado del de la Bibliotheque Na- llain, la opresión de las mujeres no se encontra-
tionale.) ba en los orígenes -hay en él, eomo lo hemos
4. Sobre la relación de Poullain con el precio- mostrado en otra parte, una concepción del es-
sismo contamos con el testimonio del propio tado de naturaleza de tinte pre-rousseauniano
autor: «Les Iernrnes sont elles-mémes si forte- que se caracteriza, sin embargo, por la presencia
rnent convaincues de leur inégalité et de leur in- del «bon sens» cartesiano. La superioridad de
capacité, qu'eJles se font une vertu non seule- la fuerza física varonil comenzó a ser oprimen-
ment de supporter la dépendance ou elles sont, te para la mujer con la institución de la familia
mais encore de croire qu'el\e est fondée sur la extensa -que nosotros llamaríamos patríarcal-,
différence que la nature a mise entre elles et les la propiedad, el gobierno, la guerra y el Estado,
hommes. Je me souviens encare fort bien que lo que constriñó a las mujeres a desposarse con
lorsque le livre de l'égalité comenca a parait re extranjeros (cfr. op. cit., pp, 21-22).
il n'y eut que les Précieuses qui le recurent avee 13. Op. cit., p. 33, cit. por Cavana en loe. cit. El

lSEGORIA!1 (1990) 149


NOTAS Y DISCUSIONES

feminista alemán considera que los orígenes de la Barre succedera et que Rousseau mentionne
la subordinación femenina se encuentran en la dans ses Coniessions, avait été membre de la vé-
división sexual del trabajo: el hombre se dedicó nérable compagnie des Pasteurs a l'époque oú
a la caza y la mujer a los cuidados domésticos, Poullain fut recruté au College de Geneve: il
convirtiéndose «en el primer animal doméstico aurait pu posséder les ouvrages de notre auteur
ella misma», op. cit., p. 60., cit. en ídem. [...l. Por otra parte, «I'hypothese d'une influence
14. J.M. Ripalda: La nación dividida, Madrid, de Poullain sur Rousseau a I'époque oú ce der-
Fondo de Cultura Económica, 1978. nier remplit la fonction de secrétaire chez Ma-
15. Op. cit., pA5, cit. en ibid. Subrayados mios. dame Dupin n'est pas a exclure; Madame Dupin
16. 1. Kant: Teoría y práctica. en R. Rodríguez en effect avait lu sans connait.re le nom de
Aramayo, J.M. Palacios y F. Pérez (eds.), Madrid, I'auteur le traite De l'égalité des deux sexes; des
Tecnos, 1986, p. 34. Agradezco la referencia a An- manuscrits Dupln-Rousseau conservés a I'univer-
geles Jirnénez Perona, que ha trabajadoespecial- sité du Texas a Austin attestant de cette lectu-
mente este punto. re». Cfr. Chrístine Fauré, «Poullaín de la Barre,
17. J.1. Rousseau: Discurso sobre el origen y sociologue et libre penseur», en Corpus des
los [undamentos de la desigualdad entre los hom- Oeuvres de Philosophie en Langue Francaise, ed.
bres. en Escritos de Combate (trad. y notas de cit., p. 45.
Salustlano Masó), Madrid Alfaguara, 1979, pp. 27. De l'égalité des deux sexes, ed. cit., p. 10.
137·138. Trad. mía.
18. Cfr. Cristina Malina: Elementos para una 28. Emile, libro V, ed, cit., p. 465.
dialéctica feminista de la Ilustración. De próxi- 29. [bíd., p. 466. Subrayado mío.
ma publicación en la editorial Anthropos, 30. Esta falacia suscitará la indignación del
19. J.J. Rousseau: Emíle ou de l'éducation, Li- buen sentido ilustrado de Mary Wollstonecraft:
bro V, París, Garnier-Flammarion, 1966, p. 481. «Niego la existencia de virtudes propias de un
Trad. mía. sexo [...Jo. Si «el sublime encanto de la mujer,
20. J.r. Rousseau: Discurso sobre el origen y según lo describen los poetas y novelistas, exige
los fundamentos de la desigualdad, ed. cit., p. que se le sacrifiquen la verdad y la sinceridad,
184. la virtud se convierte entonces en una noción re-
21. Cfr. L. Colletti: «Rousseau, crítico de la lativa, sin más fundamento que su utilidad, y
"sociedad civil"», en Ideología y sociedad (trad. esta utilidad es la que los hombres pretenden
castellana de A.A. Bozzo y J.R. Capella), Barce- juzgar arbitrariamente, según su conveniencia.
lona, Fontanella, 1975. L.,], Apelaré al buen sentido de la humanidad
22. Tomo la expresión de Rosa Cabo, cuya te- para saber si el objeto de la educación que pre-
sis de doctorado sobre Rousseau será leída pró- para a las mujeres para que sean esposas vir-
ximamente. tuosas y madres sensatas a partir del entontecí-
23. Jane Roland Martín: «Estudio de un caso miento de la razón y la inmoralidad refinada -el
de prejuicio sexista en la historia del pensamien- método recomendado en [...J (La educación de So-
to educativo » , Presentado al Coloquio del Mary fía)- es el que mejor se ha estudiado para al-
íngraham Bunting Institute, del Radcliffe Colle- canzar aquellos fines». En su refutación de Rous-
ge, marzo, 1981. seau, viene a restituir en buena medida los
24. Poullain de la Barre, op. cit., p. 10. argumentos de Poullain, cuya obra conoció la
25. Ibíd, p. 9. autora de l'indicaciÓn. Las citas son de la traduc-
26. Como hemos tenido ocasión de mostrarlo ción castellana de Charo Ema y Mercedes Barat,
en otra parte, hay sorprendentes coincidencias Madrid, Tribuna Feminista, Editorial Debate.
con Rousseau en la descripción del «estado de p. 100 y 167, respectivamente.
naturaleza» y en la critica de las ciencias y las 31. P. de la Barre, De l'egalité, ed. cit., pp. 59-60.
artes -positividades que se desvían y se alejan 32. Rousseau, op. cit., p. 470.
del ban sens cartesiano->, señaladas ya por 33. Cfr. Inmaculada Cubero: Poder sexual o
Henry Grappin (<<Notes sur un férniniste oublíé, control de reproduccián entre el mitos y el lo-
le cartésíen Poullain de la Barre», Revue d'his- gas. Análisis de los relatos de Hesíodo. Tesis doc-
torie littéraire de la France, 2 [1919], p. 864), en- toral inédita, Universidad Complutense de Ma-
tre otros críticos, Pero existen además otros in- drid, 1987.
dicios. Según afirma Christine Fauré, «La pas- 34. J.J. Rousseau, op. cit., p. 472.
teur Larnbercíer, a qui le fils de Poullain de 35. F. Poullain de la Barre, op. cit., pp. 55-56.

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