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J. Sommerville
Muy señor mío:
Me estoy tomando la libertad de pedirle que oficie de árbitro en una disputa que
sostengo con un conocido, quien ha dejado de ser mi amigo. La cuestión en
discusión es la siguiente: ¿Es mi creación, la paragualogía, una ciencia?
Permítame explicarle... Durante los últimos dieciocho años, con la asistencia de
algunos pocos discípulos fieles, he estado juntando materiales sobre un tema
que hasta ahora ha sido casi completamente ignorado por los científicos –el
paraguas. Los resultados de mis investigaciones a la fecha se encuentran en
nueve tomos que le estoy enviando por encomienda aparte.
Anticipándome a su arribo, permítame describirle brevemente sus contenidos y
el método que utilicé para compilarlos. Comencé en la isla de Manhattan.
Procedí cuadra por cuadra, casa por casa, familia por familia, e individuo por
individuo, determinando (1) el número de paraguas poseídos, (2) su tamaño,
(3) su peso, (4) su color. Habiendo cubierto el área de Manhattan por varios
años, finalmente extendí la investigación a las otras comunas de la ciudad de
Nueva York, logrando por fin cubrir la ciudad completa. Estaba en condiciones,
por tanto, de avanzar la investigación, extendiéndola al resto del estado, e
incluso al resto de los Estados Unidos y del mundo.
Fue a estas alturas que me acerqué a mi ex-amigo. Soy un hombre modesto,
pero creía tener el derecho de ser reconocido como el creador de una nueva
ciencia. El, sin embargo, sostuvo que la paragualogía no era una ciencia. En
primer lugar, dijo, el estudiar paraguas era una tontería. Ahora bien, este es un
argumento falso ya que la ciencia no está por encima del estudio de objeto
alguno, por modesto que sea, ni siquiera de la “extremidad trasera de una
pulga”. Entonces, ¿por qué no los paraguas? Acto seguido, argumentó que la
paragualogía no podía ser reconocida como una ciencia porque no era útil o
beneficiosa para la humanidad. Pero, ¿acaso no es la verdad lo más precioso
de la vida? No están mis nueve volúmenes repletos de verdad sobre mi tema?
Cada palabra que se encuentra en ellas es verdadera.
Cada frase expone un hecho sólido y desapasionado. Cuando me preguntó
cuál era el fin de la paragualogía pude responderle con orgullo, “El buscar y
descubrir la verdad es un fin suficiente para mí”. Mi campo es el de la ciencia
pura, no tengo motivos ocultos. En consecuencia me satisface el solo logro de
la verdad. Su siguiente objeción fue que mis datos estaban obsoletos, y que
cualquiera de mis descubrimientos podía dejar de ser verdadero el día de
mañana. Pero esto, le repliqué, no es un argumento en contra de la
paragualogía, sino más bien un argumento a favor de mantener al día este
cuerpo de conocimientos, que es exactamente lo que propongo. Realicemos
encuestas mensuales, semanales o incluso diarias, para que nuestro
conocimiento marche a la par de los acontecimientos. En seguida, sostuvo que
la paragualogía no había formulado hipótesis, y no había desarrollado teorías ni
leyes. Este es un gran error. En el transcurso de mis investigaciones, empleé
innumerables hipótesis. Antes de comenzar en una nueva cuadra, o en un
sector nuevo de la ciudad, me planteaba una hipótesis en relación al número y
características de los paraguas que ahí se encontrarían, hipótesis que fueron
confirmadas o anuladas por mis observaciones posteriores, de perfecto
acuerdo con el proceder científico según se explica en varios textos
autorizados. (De hecho, cabe señalar que puedo fundamentar y documentar
cada una de mis respuestas a sus objeciones con numerosas citas de textos
básicos, revistas especializadas, discursos políticos de eminentes científicos,
etc.). En lo que dice relación a teorías y leyes, mi trabajo muestra un gran
número de ellas. Sólo mencionaré unas pocas a modo de ilustración. Existe la
Ley de Variación del Color según Propiedad por Sexo. (Los paraguas
pertenecientes a mujeres tienden a una gran variedad de colores, mientras que
los pertenecientes a hombres casi siempre son negros). A esta ley le ha dado
una formulación estadística precisa. (Ver volumen 6, Apéndice A, Tabla 3, p.
582). Existen también las curiosamente interrelaciondas Leyes de la Propiedad
Individual de una Pluralidad de Paraguas y de la Propiedad Plural de Paraguas
Individuales. La interrelación se presenta, en la primera ley, en razón casi
directa con el ingreso anual, y en el segundo, en una relación inversa casi
perfecta con dicho ingreso.
(Para un detalle exacto de las circunstancias que modifican dichas leyes, ver
volumen 8, p. 350). También se ha descubierto la Ley de la Tendencia a la
Adquisición de Paraguas en Tiempos Lluviosos. Esta ley ha sido verificada
experimentalmente en el capítulo 3 del volumen 3. Del mismo modo he
realizado varios experimentos adicionales en relación a mis generalizaciones.
Es por todo lo anterior que creo que mi creación es una ciencia en todo sentido,
y que apelo a usted para que respalde mi opinión.