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Sociedad Del Espectáculo y Violencia Simbólica: Las Nuevas Formas de La Violencia en El Discurso Mediático
Sociedad Del Espectáculo y Violencia Simbólica: Las Nuevas Formas de La Violencia en El Discurso Mediático
Ludwig Feuerbach
Prefacio a la segunda edición de
La esencia del Cristianismo (1843).
Resumen
El artículo recoge los resultados de una investigación en la que se re-
lacionan los conceptos de sociedad del espectáculo (Debord, 1967)
y violencia simbólica (Bourdieu y Passeron, 1970), considerados
como fundamentales para conocer e interpretar algunos fenómenos
sociales y culturales contemporáneos, en particular anteriores y nue-
vas formas del discurso mediático de la violencia. Para ilustrar tales
conceptos y sus relaciones se recurre a los fenómenos denominados
exceso de representación y neo-narcisismo (Finol y Finol, 2008; Fi-
nol, 2014), entendidos como expresiones concretas de la sociedad
del espectáculo, que también están basadas en la violencia simbóli-
ca que se ejerce, particularmente, desde la publicidad y los medios
de comunicación. Finalmente, se propone una clasificación de las re-
* Me tomo la libertad de usar como epígrafe de este trabajo parte del mismo que Debord utiliza en
su libro.
** Consejo de Regulación y Desarrollo de la Información y Comunicación (CORDICOM) SENESCYT -
PROYECTO PROMETEO. Quito, Ecuador/ Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela.
Universidad Carlos III. Madrid, España. E-mail: joseenriquefinol@gmail.com - johandryhernandez
@gmail.com
semestre
350 / espacio abierto vol. 24 nº 2 (abril-junio, 2015): 349 - 369
Abstract
This article presents the results of theoretical research in which the
concepts of society of the spectacle (Debord, 1967) and symbolic
violence (Bourdieu and Passeron, 1970) are correlated, concepts
considered fundamental for knowing and interpreting some contem-
porary social and cultural phenomena, particularly old and new forms
of the media discourse on violence. To illustrate such concepts and
their relationships, the study recurs to the phenomena called excess
of representation and neo-narcissism (Finol & Finol, 2008; Finol,
2014), understood as concrete expressions of the society of the
spectacle, which are also based on symbolic violence, practiced pre-
dominantly in the advertising and communications media. Finally,
the article proposes a classification of the relationship between fic-
tion and reality and among these, mass media and the new narratives
that cross through media discourse.
Keywords: Spectacle, symbolic violence, representation, neo-
narcissism, media.
Introducción
Este artículo recoge los resultados de una investigación teórica1 en la
que vamos a relacionar lo que, a nuestro modo de ver, son dos conceptos fun-
pectáculo es “una relación social entre personas”, es una relación social media-
tizada por imágenes. Se trata de una frase inspirada en la de Marx: “El capital no
es una cosa, sino una relación social entre personas mediada por cosas” (El Ca-
pital, libro I, cap. XXV)4.
Luego Debord agrega: “No debe entenderse el espectáculo como el en-
gaño de un mundo visual, producto de las técnicas de difusión masiva de imá-
genes. Se trata más bien de una Weltanschauung que se ha hecho efectiva, que
se ha traducido en términos materiales. Es una visión del mundo objetivada”
(Tesis 5). Como puede verse, desde 1967 Debord, nos proponía una nueva vi-
sión del espectáculo y de la sociedad y desde esa fecha ya preveía el crecimien-
to y penetración de los medios en la vida social. Para el filósofo francés,
Ahora bien, una de las características de esa sociedad y de esa cultura del
espectáculo es el exceso de representación, que se deriva de lo que en otra
parte hemos llamado el acoso a la realidad: “Gracias a la universalización de las
cámaras asistimos, en cierto modo, a un acoso a la realidad, y a esta le cuesta
cada vez más escapar de él” (Finol, 2014). Es justamente esa universaliza-
ción/proliferación/multiplicación, casi ad infinitum, de la imagen y de las rela-
ciones que esta crea que podemos hablar de exceso de representación.
dades del mundo digital: permitió que las millones de personas en todo el
mundo que obser vaban en TV la entrega de los premios Oscar, viesen en la
pantalla la toma de la fotografía y luego, en cuestión de segundos, la tenían en
sus propios teléfonos inteligentes. La magia tecnológica abolió casi por com-
pleto el tiempo y el espacio, y seguramente fue en ese momento cuando mu-
chos espectadores tomaron conciencia de lo que las tecnologías han cambiado
nuestro mundo (Finol, 2014). En razón de lo anterior definimos como exceso
de representación a un fenómeno mediático caracterizado por a) la súper
abundancia de la imagen como característica de las relaciones mediáticas con-
temporáneas, particularmente las que se desarrollan en las redes sociales; b)
una representación donde el individuo ocupa un lugar privilegiado; c) una ela-
boración narcisística que confirmaría la tesis de Han: “Los ‘amigos’ en las redes
sociales tienen sobre todo la función de aumentar nuestro narcisista senti-
miento de nosotros mismos, ofreciéndonos como consumidores la atención a
este ego expuesto como una mercancía” (2014 [2010]: 23). Creemos que el
selfie reúne estas características y, en consecuencia, es una de las expresiones
mediáticas donde se cumple el fenómeno que hemos llamado exceso de re-
presentación.
Esa nueva práctica fotográfica, donde el individuo es, simultáneamente,
sujeto y objeto de su propio espectáculo, es también la mejor expresión de lo
que en el 2008 llamábamos el Neo-Narcisismo:
su constitución en una forma de “relación social” conduce, cada vez con mayor
intensidad, a la sustitución de la realidad que así se desplaza hacia el lugar de
la representación misma para confirmar la hipótesis de Feuerbach. En otras
palabras, en la relación entre realidad y su representación, la primera ha cedi-
do espacio a la segunda.
¿Qué es lo espectacular?
Ahora bien, desde un punto de vista semiótico ¿cómo se define el espec-
táculo? ¿Qué es lo espectacular? Para una cierta Semiótica (Sonesson, 1999;
Elbo, 1983), el espectáculo tradicionalmente se define como lo visual en la rea-
lización teatral, en el rito, en el show. Aquí la característica semiótica dominan-
te es lo que podríamos denominar contemplación. Sin embargo, si partimos
de la definición de sociedad del espectáculo de Debord, a la contemplación,
que se expresa en el voyerismo, habría que añadir la exhibición, que aprove-
cha la pulsión escópica6, y ambas se convertirían en fuerzas complementarias.
Finalmente, habría que agregar que esas dos estrategias semio-pragmáticas
construyen una relación social que es cualitativamente diferente a las estable-
cidas en las culturas pre-visuales, anteriores a la aparición de los medios, don-
de la multiplicación de la imagen, primero, y la incorporación del movimiento
en esa imagen, luego, resitúa a los actores sociales y transforma las formas de
relacionarnos y de construir la memoria personal, familiar y grupal, una me-
moria hecha intensiva que, por ello, deviene efímera: de la preciosa unicidad,
per manencia y limitación numérica de las fotografías reunidas en el álbum fa-
miliar pasamos a la sobreabundancia de imágenes digitales, de copias infini-
tas, retocables y susceptibles de enviar, en original, a todo el mundo.
De lo anterior es posible colegir que la irrupción, multiplicación y univer-
salización de la imagen en la tradicional secuencia social y cultural que vincula
la tríada acciónexperienciamemoria, conducen a un debilitamiento de
esta última, pues el exceso de información asfixia su pertinencia y su impacto.
Esta hipótesis se fundamenta en que, como se sabe, la capacidad de almace-
namiento de la memoria humana, aun siendo muy extensa, es limitada, y, por
lo tanto, por un mecanismo de conser vación de la energía la memoria seleccio-
na, borra y almacena. El exceso de representación que hoy los medios nos pro-
La violencia simbólica…
Ahora bien, para comprender cómo opera la sociedad del espectáculo,
cómo esta rige las relaciones sociales contemporáneas, es necesario com-
prender también el concepto de violencia simbólica que Bourdieu y Passeron
apenas tres años después de la publicación del libro de Debord definían como
“(…) todo poder que logra imponer significaciones e imponerlas como legíti-
mas disimulando las relaciones de fuerza en que se funda su propia fuerza”
(1996 [1970]: 44). Casi veintiocho años más tarde Bourdieu agregará que
La violencia simbólica es esa coerción que se instituye por medio de una adhe-
sión que el dominado no puede evitar otorgar aldominante (y, por lo tanto, a la
dominación) cuando sólo dispone para pensarlo y pensarse o, mejor aún, para
pensar su relación con él, deinstrumentos de conocimiento que comparte con él
y que, al no sermás que la forma incorporada de la estructura de la dominación,
hacen que ésta se presente como natural (1999 [1997]: 225).
Mi Diario, medio impreso que circuló por primera el 15 de enero de 2007 en el estado Zulia, la re gión
económica más importante de Venezuela, basa su producción editorial en la lógica del espectáculo
sangriento a través de la crónica roja y forma parte de uno de los consorcios mediáticos más influyen-
tes y mejor posicionados del país: el periódico Panorama. Según mediciones de opinión pública he-
chas en trabajos anteriores, Mi Diario se ha convertido en el segundo medio más leído en el Zulia, lue-
go precisamente de Panorama; y en solo tres años, logró superar en preferencia de lectoría a otros
medios impresos tradicionales como La Verdad y El Regional. Morfológicamente es de tamaño tabloi-
de, mide 32 centímetros de largo por 28 de ancho y generalmente tiene 24 páginas, todas con conte-
nido a color, amplias fotografías y poco texto. Foto de izquierda: 14/01/2009, primera página. Foto de
derecha: 22/03/2009, primera página (Hernández y Finol, 2011a).
En esas relaciones sociales, “El discurso actual sobre sucesos tiene como
estrategia comunicativa la naturalización de la violencia y se pliega a la lógica
de la industria del entretenimiento mediático” (Hernández y Finol, 2011b: 557).
El exceso de visibilidad o hipervisibilidad utilizado en el discurso visual de la
violencia también transforma al cuerpo en parte del espectáculo y lo cosifica, lo
sociedad del espectáculo y violencia simbólica: las nuevas formas
de la violencia en el discurso mediático josé finol y johandry hernández 361
La sociedad de la indiferencia
Conclusiones
Al igual que la telepantalla or welliana vigila y controla la intimidad de los
seres humanos en su tránsito cotidiano por espacios y tiempos y en sus actos
más privados, igual cuando trabajan o se alimentan que cuando copulan o
duermen, los sutiles mecanismos de violencia simbólica circulan en las es-
tructuras semióticas del discurso mediático, desde donde, frecuentemente, se
reproducen en las interacciones de la vida cotidiana, en la que, a su vez, ad-
quieren cédula de residencia y, peor aún, de legitimidad. Más todavía, es allí, en
la vida cotidiana, donde esas formas de violencia blanda construyen una nueva
espectacularidad de lo íntimo y de lo privado, de lo individual y de lo particular.
De ese modo, el espectáculo ya no es solo público y mediatizado sino propio e
interiorizado; se ha pasado de lo que Debord llamaba lo espectacular concen-
trado, basado en una ideología dictatorial, y lo espectacular difuso, entendido
como la apariencia de libertad de elección, a un más poderoso espectacular in-
tegrado, donde las dos formas anteriores se funden.
Si es cierto que, como afirma Debord, en la sociedad del espectáculo el
hombre “cuanto más contempla menos vive; cuanto más acepta reconocerse
en las imágenes dominantes de la necesidad menos comprende su propia
existencia y su propio deseo” (Tesis 30), es posible, entonces, deducir que en
semestre
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