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Tomás de Iriarte
(Puerto de la Cruz, 1750 - Madrid, 1791) Escritor español. Fue junto
con Félix María de Samaniego uno de los fabulistas más importantes
del siglo XVIII. Sobrino del académico Juan de Iriarte, a los trece años
se trasladó a Madrid para vivir con su tío, lo que le permitió adquirir
una sólida educación. Sucedió a su pariente como traductor de la
Secretaría de Estado y ocupó el cargo de archivero del Consejo de
Guerra.
Tomás de Iriarte
Su figura destacó en los ambientes literarios y sociales. Frecuentó
asiduamente la tertulia de la Fonda de San Sebastián donde trabó
amistad con Cadalso y Nicolás Fernández de Moratín. Agudo crítico y
gran polemista, mantuvo constantes disputas con Ramón de la
Cruz, Juan Pablo Forner y Félix María Samaniego.
Poema
La lechera
Llevaba en la cabeza
una Lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte
«¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!»
Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre la ofrecía
inocentes ideas de contento,
marchaba sola la feliz Lechera,
y decía entre sí de esta manera:
»Llevarélo al mercado,
sacaré de él sin duda buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabaña».
No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna,
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
De los primeros años del siglo XIX datan sus mejores comedias,
escritas con un perfecto dominio del castellano, y en las que critica las
costumbres de la época y la hipocresía social: El barón, La
mojigata y El sí de las niñas. Esta última es considerada como su
mejor obra y el mejor logro español dentro de la corriente de comedia
de salón dieciochesca, que arranca de Molière y culmina en Carlo
Goldoni.
Advertencia
En el año de 1787 escribió el autor una zarzuela intitulada El Barón, que se debía
representar en casa de la condesa viuda de Benavente, lo cual no llegó a verificarse;
pero la obra corrió manuscrita, con más aprecio del que efectivamente merecía.
Una dilatada ausencia del autor dio facilidad a algunos para que apoderándose de
ella la trataran como a cosa sin dueño. Alteraron a su voluntad situaciones y versos,
añadieron personajes, aumentaron o suprimieron donde les pareció varios trozos
cantables, y la desfiguraron de un modo lastimoso. Con estas enmiendas, supresiones y
apostillas, la tomó a su cargo D. Josef Lindón, organista de la Capilla Real, y compuso
la música según pudo y supo. Entretanto cayó en poder de los que se llaman
apasionados: juventud ociosa y alegre, y poco difícil en materias de gusto. Parecioles
muy buena (como era de temer), la estudiaron a porfía, la representaron sin música en
varias casas particulares y, por último, en el teatro público de Cádiz apareció mutilada y
deforme.
Restituido el autor a su patria, vio la mala suerte que había tenido su obra, y una de
las mayores dificultades que tuvo que vencer fue la de persuadir a su amigo D. Josef
Lidón a que diera por perdido el tiempo que había gastado en componer la música, y a
que desistiera del empeño que tenía en que los cómicos se la cantaran. Logrado esto,
conoció la necesidad de corregirla, para lo cual suprimió todo lo añadido por mano
ajena, y todo lo cantable: dio a la fábula mayor verosimilitud e interés, a los caracteres
más energía, y alterando el primer acto, y haciendo de nuevo el segundo, de una
zarzuela defectuosa compuso una comedia regular.
Entretanto que la estudiaban los mismos actores, que con tanto celo y acierto
habían desempeñado las dos primeras piezas del autor, la compañía de los Caños del
Peral se dio por ofendida de aquella preferencia. Sus protectores (gente poderosa y
grande influjo en la corte) meditaron una venganza poco delicada, para desahogo de su
mal fundado resentimiento. Hallaron un buen hombre que se prestó a sus miras,
dilatando en tres actos la zarzuela de El Barón, suprimida la música, añadidos de propio
caudal varios trozos y lo restante copiado a la letra del original que estropeaba. Sin
haberlo sospechado jamás, se halló de repente poeta: puso por título a sus mal zurcidos
retales el de La lugareña orgullosa; la llamó comedia original; insultó en el prólogo al
autor de El Barón, y la pieza contrahecha se estudió, se imprimió, y se representó en el
teatro de los Caños; antes que en el de la Cruz estuviera corriente la de Moratín. Tanta
fue la actividad con que se aceleró la ejecución de aquella materia. El público no quedó,
sin embargo, muy satisfecho del mérito de la obra; y siendo ya tan conocida la zarzuela
de El Barón; la rapiña del autor intruso, su mala fe, sus cortos alcances y su ridícula
presunción, le desacreditación completamente.
La comedia de Moratín se representó en el teatro de la Cruz el día 28 de enero del
año de 1803. Sabíase de antemano que iba a ser silbada: el jefe que mandaba la
expedición era conocido y temible, la turba que tenía a sus órdenes numerosa e
intrépida. Durante la representación intentaron los voceadores el ataque más de una vez;
pero el público logró contenerlos; faltaban pocos versos para concluirla, y creyeron que
era ya urgente hacer el último esfuerzo, y cumplir el empeño que habían contraído.
Voces, gritos, golpes, silbidos, barahúnda espantosa, todo se puso en práctica, y aquella
parte del auditorio a quien había parecido bien la comedia, contribuyó con aplausos a
crecer el estrépito y la confusión. Unos pedían que se anunciase otra función para el día
siguiente y otros gritaban que siguiese la misma.
En medio de este tumulto, que se dilataba con tesón de una y otra parte, Antonio
Pinto, amigo del autor, logró con dificultad que le oyeran, y dijo: «Los cómicos han
creído que la comedia que se acaba de representar es una de aquellas pocas
composiciones que más ilustran el teatro español. Una parte del público abunda en esta
opinión y lo manifiesta de un modo indubitable; otra parece que la desaprueba y quiere
que se anuncie para mañana pieza distinta. Deseando los cómicos acertar, quisieran
saber si la comedia de El Barón ha de repetirse mañana, o no. Lo que decida el público,
eso harán ellos, su obligación es complacerle». Esta alocución, lejos de calmar el
desorden y conciliar los ánimos, sirvió solo de aumentarle y dividirlos, y hubiera
durado mucho tiempo aquella discordia, si los conjurados, dando ya por seguro su
triunfo, no hubieran salido atropelladamente a dar el anuncio a los que esperaban
afuera.
Corrió la voz por las esquinas y callejuelas, tabernas, cafés y tertulias, de que la
comedia de Moratín había sido silbada, noticia que llenó de regocijo a los que
lamentándose continuamente de que nada se hace bueno en España, cuando alguna vez
se hace, desestiman lo que echaban de menos y atropellan el mérito que son incapaces
de competir. Algunos sabios y sabias se acostaron tarde aquella noche, ocupados en
escribir coplillas mordaces e insípidas en celebridad de la gran victoria que habían
logrado contra el talento y la aplicación virtuosa, la parcialidad y la ignorancia.
Corrieron estos opúsculos al otro día de mano en mano, y a pocas horas de existencia
perecieron en desprecio y olvido. En la segunda representación no hubo más ruido que
el de los aplausos; los conspiradores no asistieron, el vino los había reunido, y el vino
está caro en Madrid. El público desapasionado vengó con su aprobación los insultos
anteriores; retuvo como frases proverbiales muchas expresiones de la comedia, y desde
entonces oye siempre con aprecio esta fábula sencilla, verosímil, cómica, instructiva, y
en la cual se observan, como en todas las otras del autor, los preceptos del arte y del
buen gusto.
Antonio Ponce desempeñó con mucha inteligencia el difícil personaje de El Barón.
Antonio Pinto, para quien era muy acomodado el carácter de D. Pedro, satisfizo las
esperanzas del autor y del público. Mariano Querol, en el de Pascual, acertó como
siempre lo hacía cuando copiaba la rústica y lerda sencillez de nuestros lugareños. El
papel de la Tía Mónica en boca de María Ribera se admiró como lo más perfecto que
puede presentar la ficción dramática.
PERSONAJES
DON PEDRO.
LA TÍA MÓNICA.
ISABEL.
LEONARDO.
EL BARÓN.
FERMINA.
PASCUAL.
El teatro representa una sala adornada al estilo del lugar. Puerta a la derecha que
da salida al portal, otra a la izquierda para las habitaciones interiores, y otra en el
foro, con escalera por donde se sube al segundo piso.
Acto I
Escena I
LEONARDO, FERMINA.
Escena II
Escena III
Escena IV
DON PEDRO, LA TÍA MÓNICA.
Escena V
POLACA
CANTÓ J. F. DE L.(1)
y cantemos celebrando
su deseada exaltación.
confusa y avergonzada
la perfidia disfrazada
la funesta seducción.
su deseada exaltación.
y la vil hipocresía,
su semblante aborrecible
el infame y el horrible
y cantemos celebrando
su deseada exaltación.
y humilde fidelidad
tribútele la obediencia
y cantemos celebrando
su deseada exaltación.
de la española nación.
y cantemos celebrando
su deseada exaltación.
Manuel Acuña
(Saltillo, 1849 - México, 1873) Poeta y dramaturgo considerado uno de
los más destacados y característicos representantes del romanticismo
mexicano. Su inflamado carácter romántico, el lirismo que fue
apoderándose, poco a poco, de sus anhelos literarios y su naturaleza
enfermiza conformaron paulatinamente unos poemas en los que se
advierten los destellos de su pasión y su genio poético, características
que la turbulencia de sus amores y desamores irían acentuando, para
conducirlo, en medio de la locura de amor rechazado, al suicidio.
Manuel Acuña
El romanticismo del autor, sin embargo, incluyó, como en otros autores
de la época, la actividad política y periodística y una visión filosófica
liberal y positivista en que se reconoce el peso de Ignacio Manuel
Altamirano, verdadero mentor de la generación romántica.
Biografía
Manuel Acuña nació en Saltillo, capital del Estado de Coahuila, el 26 o
el 27 de agosto de 1849, pues las fuentes difieren a veces en lo
referente a la fecha exacta de su nacimiento, y recibió la primera
educación en el Colegio Josefino de su ciudad natal. Adolescente
todavía, apenas cumplidos los dieciséis años se traslada a la capital
de la República con la inicial intención de cursar estudios de latinidad,
matemáticas, francés y filosofía, para acabar luego inscribiéndose en
la Escuela de Medicina, cuyos cursos siguió a partir de 1868.
La incipiente afición a las letras se impondrá muy pronto en el espíritu
del joven aspirante a médico que, ya en 1869, dispuesto a redimir a la
humanidad por medio de la enseñanza, las artes y las ciencias, se
lanza a lo que va a ser una prolongada y fecunda serie de
colaboraciones en distintos diarios y revistas mexicanos. Manuel
Acuña comienza así a colaborar en las páginas de numerosas
publicaciones periódicas, como El Renacimiento (1869), El Libre
Pensador (1870), El Federalista (1871), El Domingo (1871-1873), El
Búcaro (1872) y El Eco de Ambos Mundos (1872-1873).
Influido a veces, como en Hojas secas, por el tardío romanticismo
español de Gustavo Adolfo Bécquer y transido otras (en Ante un
cadáver, por ejemplo) de un materialismo que cuestiona la propia
existencia de Dios y se pregunta por el origen y el destino del hombre,
por el sentido de su vida en la Tierra, por las razones del amor y el
desamor, por la causa final de la injusticia, Acuña va adoptando un
tono de encendida protesta existencial y revolucionaria, que no se ve
mitigada por la fe religiosa o por el conformismo que debiera ser fruto
natural de una cierta madurez, pero que asume en sus poemas
humorísticos descarnados acentos de burla.
Yo te amo... y al acercarme
ante este altar de victoria
donde la patria y la historia
contemplan nuestro placer,
yo vengo a unir al tributo
que en darte el pueblo se afana
mi canto de mexicana,
mi corazón de mujer.
Sir Walter Scott
(Edimburgo, 1771 - Abbotsford, Reino Unido, 1832) Novelista, poeta y
editor británico. La novela histórica romántica tiene en Walter Scott, si
no a su inventor, a su primer y más influyente representante. Hijo de
un abogado, desde su infancia se sintió fascinado por las leyendas y
los episodios históricos, preferentemente medievales, de su tierra natal
escocesa, que posteriormente constituirían el tema principal de
muchos de sus poemas y novelas.
Walter Scott
Licenciado en derecho, sus primeros pasos en la literatura los dio
como traductor, vertiendo al inglés obras como Lenore, de Gottfried A.
Bürger, y Götz de Berlichingen, de Goethe. La publicación, entre 1802
y 1803, de la recopilación de baladas Trovas de la frontera
escocesa dio a conocer su nombre al gran público, que también
acogió con entusiasmo una serie de largos poemas narrativos entre
los que destacan El canto del último trovador y La dama del lago.
EL PRIMERO:
"Todos los hombres que han demostrado valer algo han sido los
principales artífices de su educación".
EL SEGUNDO:
EL TERCERO:
"A los tímidos y a los indecisos todo les resulta imposible, porque así
se lo parece."
EL CUARTO:
EL QUINTO:
"Los gatos son misteriosos; pasa más por su mente de lo que nunca
podríamos imaginarnos"
Lord Byron
(George Gordon; Londres, Gran Bretaña, 1788 - Missolonghi, actual
Grecia, 1824) Poeta británico. Perteneciente a una familia de la
aristocracia de su país, perdió a su padre a los tres años. En 1798, al
morir su tío abuelo William, quinto barón Byron, heredó el título y las
propiedades.
Lord Byron
Educado en el Trinity College de Cambridge (etapa en la que
curiosamente se distinguió como deportista, a pesar de tener un pie
deforme de nacimiento), Lord Byron vivió una juventud amargada por
su cojera y por la tutela de una madre de temperamento irritable. A los
dieciocho años publicó su primer libro de poemas, Horas de ocio, y
una crítica adversa aparecida en el Edimburgh Review provocó su
violenta sátira titulada Bardos ingleses y críticos escoceses, con la que
alcanzo cierta notoriedad.
Camina bella
Camina bella, como la noche
De climas despejados y cielos estrellados;
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
Se reune en su aspecto y en sus ojos:
Enriquecida así por esa tierna luz
Que el cielo niega al vulgar día.
De vuelta a París, tras la caída de Napoleón III (1870), Victor Hugo fue
aclamado públicamente y elegido diputado. Fue derrotado en los
comicios siguientes, pero en 1876 obtuvo el escaño de senador de
París, posición desde la que defendió la amnistía de los partidarios de
la Comuna. Sin embargo, desengañado por la política, regresó a
Hauteville-House (1872-1873).
Te deseo
Era la primera vez que los habitantes de la zona veían huir al dragón.
Por lo que, mientras algunos corrían hacia la joven y la desataban, los
demás persiguieron al dragón y, envalentonados por su pavor,
introdujeron en la caverna numerosos haces de leña sobre los que
derramaron azufre y pez de resina, y luego les prendieron fuego.
Durante tres días la montaña lanzó llamaradas como un volcán;
durante tres días se oyó al dragón moverse silbando dentro de su
antro; finalmente los silbidos cesaron: el monstruo había muerto
quemado. Aún hoy se ven las huellas de las llamas y la bóveda de
piedra, calcinada por el calor, se deshace en polvo tan pronto como se
la toca.
José de Espronceda
En 1823, y a raíz de la ejecución del general liberal Rafael del Riego,
fundó, junto a Patricio de la Escosura, una sociedad secreta en pro de
la libertad cuyos jóvenes miembros se hacían llamar los Numantinos.
La represión política que siguió al trienio liberal motivó su encierro en
un convento de Guadalajara, donde emprendió la redacción de Don
Pelayo, poema épico de corte neoclásico (que quedó inconcluso)
sobre el caudillo astur Don Pelayo, mítico iniciador de la Reconquista.
Tras recobrar la libertad, regresó a Madrid, pero los acontecimientos
políticos del país lo impulsaron a marchar al extranjero. Partió hacia
Gibraltar, y de allí pasó a Lisboa, de donde fue expulsado, por lo que
hubo de refugiarse en Londres, por aquel entonces punto de reunión
de los liberales españoles, en cuyas reuniones participó. En Londres
conoció a Teresa Mancha, con quien mantuvo una accidentada
relación sentimental.
Informado de los acontecimientos revolucionarios que se producían en
julio de 1830 en París, acudió a la capital francesa y, poco después,
formó parte de la frustrada expedición liberal del coronel
Chapalangarra que intentó entrar en España. Durante su ausencia de
Londres, su antigua amante, Teresa, había contraído matrimonio con
un comerciante, por lo que ambos decidieron fugarse juntos. Tras otra
breve estancia en París, en 1833 regresaron a España, donde
Espronceda ingresó en el cuerpo de la Guardia Real. Sus inquietudes
políticas, sin embargo, le valieron un destierro en Cuéllar, en 1834, y
posteriormente el traslado a Badajoz. También debió esconderse tras
la llegada al poder del conde de Toreno, contra cuyo gobierno se
rebeló.
Durante sus breves etapas en Madrid, José de Espronceda participó
activamente en la vida literaria de la capital y, a pesar de sus
frecuentes encarcelamientos y destierros, pudo escribir sus primeras
obras. El contacto con la poesía romántica europea (Lord
Byron, Walter Scott) influyó en él poderosamente y orientó su propia
producción poética hacia un romanticismo exaltado, pletórico de ritmo,
color y fantasía. En 1834 publicó Sancho Saldaña, una novela
histórica, y por las mismas fechas escribió varias comedias y el drama
histórico Blanca de Borbón, editado póstumamente.
El reconocimiento público, sin embargo, le llegó gracias a su
producción lírica, publicada a partir de entonces en varios diarios y
revistas. La aparición de su ambicioso poema titulado El estudiante de
Salamanca en el periódico El Español (1836) supuso su primer gran
éxito; revisitación del mito literario de don Juan, el héroe se tiñe en
esta versión de caracteres románticos y se enfrenta a la sociedad y a
Dios desde una postura de abierta rebeldía. El diablo mundo, el
segundo de sus grandes poemas, constituye una visión épica y moral
de la España de su tiempo, que trasciende a epopeya de la
humanidad entera.
II
III
IV
VI
VIII
IX
X
Allí Rodrigo con incierta huella
lascivo sigue a la fatal Florinda;
ciego, arrastrado de ominosa estrella,
intenta audaz que a su furor se rinda.
No oye ¡infeliz! su mísera querella;
la ve humilde a sus pies, la ve más linda,
y con lascivos ojos, con desdoro
mancha la hermosa flor de su decoro.
XI
XII
Súbito un trueno retumbar se siente:
«¡Himnos, vivas al rey! la danza siga,
y nuestra dicha y júbilo acreciente
el mutuo amor que nuestras almas liga.»
Tal grita aquella juventud demente,
y al rey ensalza que Jehová castiga.
«¡Himnos, vivas al rey!» Súbito un rayo
heló sus pechos con mortal desmayo.
XIII
Envuelto en noche tenebrosa el mundo,
las densas nubes agitando, ondean
con sus olas los genios del profundo,
que con cárdeno surco centellean;
y al ronco trueno, al eco tremebundo
de los opuestos vientos que pelean,
se oye la voz de la celeste saña:
«¡Ay Rodrigo infeliz! ¡Ay triste España!»
XIV
Todo despareció: lóbrego luto
reina y silencio do el placer ardía,
do el mísero monarca disoluto
en vil torpeza y embriaguez yacía.
Guerra y desolación el triste fruto
al fin será de su lascivia impía,
y horrenda esclavitud: Rodrigo en tanto
verterá entre sus hembras débil llanto.
XV
¡Maldición, maldición! Yertas las flores,
del huracán violento arrebatadas,
el alegre pensil de los amores
verá sus hojas por do quier sembradas;
la música, el banquete, los favores
dulces de amor, las danzas animadas,
el canto de las damas y galanes
trocados miro en lágrimas y afanes.
XVI
Tal otro tiempo en la soberbia cena
donde mofaba de Jehová el impío,
ya la medida al sufrimiento llena,
rebosó de ira caudaloso río;
y el rey asirio con amarga pena
vio en el muro de mármol con sombrío
fuego animarse escrito sobrehumano,
trazado allí por invisible mano.
Mariano José de Larra
(Madrid, 1809 - 1837) Escritor y periodista español. Dentro de
romanticismo, Mariano José de Larra es el máximo exponente del
costumbrismo crítico, opuesto a los cuadros idealizados y pintorescos
del costumbrismo testimonial. En los más celebrados de sus «artículos
de costumbres», y partiendo de una sabrosa anécdota en la que
participa como personaje y narrador, Larra trazó certeros retratos de la
carencias de la sociedad contemporánea y del carácter español (la
negligencia y la pereza en el trabajo, la vanidad y el deseo de
aparentar, la franqueza como sustitutivo de la educación) y abordó
críticamente el atraso del país.
José Zorrilla
En 1837 Zorrilla inició su producción teatral con Vivir loco y morir más,
y alcanzó su primer éxito con El zapatero y el rey (1840), a la que
siguieron El eco del torrente (1842), Sancho García (1842), El molino
de Guadalajara (1843), El puñal del godo (1843), Don Juan Tenorio
(1844) y Traidor, inconfeso y mártir (1849). En estas obras trata temas
tradicionales o del Siglo de Oro. También escribió tragedias a la
manera clásica, como Sofronia (1843).
Rima I
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
De flámulas de seda
la presumida pompa
no arredra los insultos
de tempestad sonora.
Advenida la invasión de los Cien mil hijos de San Luis, en 1823 emigró
a Londres al igual que otros liberales españoles y permaneció en
Inglaterra hasta finales de 1826. Con ayuda del editor Ackermann
fundó No me olvides, una especie de almanaques en prosa y verso de
los que se publicaron seis volúmenes entre 1824 y 1829, los cuatro
primeros con traducciones y poemas de Mora, y los dos últimos
confeccionados por Pablo Mendíbil. Fue el director y redactor único del
Museo Universal de Ciencias y Artes (1824-1826) y del Correo
Literario y Político de Londres, obras todas estas dirigidas sobre todo a
los hispanoamericanos. Siguió colaborando con Ackermann en escribir
y divulgar por la Hispanoamérica recién emancipada los famosos
Catecismos, manuales sobre diversas materias y disciplinas
científicas, que sirvieron así de libros de texto en unos países que
carecían de este tipo de obras. En Londres hizo amistad con los
hispanoamericanos Bernardino Rivadavia, el poeta, filólogo y
gramático Andrés Bello y el poeta José Joaquín Olmedo. En contacto
con la estética romántica, Mora modifica su inicial rechazo por esta
estética y establece la ecuación Liberalismo = Romanticismo,
proclamada luego por Víctor Hugo. Los grabados de William Blake
motivan sus Meditaciones poéticas, publicadas en Londres en 1826 y
donde muestra en forma muy definida un espíritu evangélico que hace
pensar en su conversión al protestantismo.
La muerte del impío
Y la nube de incienso
que ante su trono quema la falsía
¿acallará el intenso
dolor que noche y día
la calma turba a la conciencia impía?
Dóciles a su acento
llegarán los placeres, y afanosos,
suave aturdimiento
deleites amorosos,
verterán en banquetes abundosos.
Y entonces el sendero
que le ofreciera sonriendo el vicio,
desgarrado el ligero
velo de hado propicio,
es a sus ojos hondo precipicio.
De donde se levanta
grito amenazador del que oprimiera
con orgullosa planta,
cuando en pompa altanera
creyó que el mundo su dominio fuera.
Y el eco de venganza
a sus oídos retumbando llega;
la dulce confianza
su bálsamo le niega,
y en despecho sacrílego lo anega.
Feroce desvarío
su mente agita en el dolor extremo
con porvenir sombrío,
y del labio blasfemo
despide execración contra el Supremo.
En convulsión penosa
luchan sus miembros: su mirada gira
turbada, vagarosa;
del pecho se retira
calor vital, y maldiciendo espira.
José María de Heredia
El agua nada cuesta: mírate la cara en tus vasos, que este es el lujo
del pobre. Si no te es dado sentarte a la mesa cubierta con primorosa
alemanisco que pregone el fausto de tu casa procura que el barato
lienzo este resplandeciendo de limpio, sin mancha, ni arruga; y si no
tienes no tienes para darlo a lavar y planchar, lávalo y aplanchalo con
tus manos.
Hubo un antiguo que por valerse de nadie por nada, aprendió cuantos
oficios se relacionaban con sus necesidades: mas aun, pos hacerlo
todo con limpieza y esmero, cocinaba sus alimentos, cosía sus
vestidos, lavaba su ropa siendo nada menos que miembro de una
escuela de filosofía.
El guerrero águila
atraviesa el
cielo anaranjado
Y guía nuestros
pasos a lo largo
del plano desierto
No seremos
intimidados por aridez
xenofóbica
Somos saqueadores
de la verdad
Y los sueños
Nuestras venas
conocen el linaje
de arroyos antiguos
No somos
el extranjero que usted
piensa que somos
Celebramos
nuestro
indigenismo
Somos gente
de la tierra
que florece
Nuestras raíces
saben del linaje de
presagios sagrados
Nuestros ojos
han visto el humo
en la colina de la
serpiente
Nuestras manos
han construido
pirámides para el
sol y la luna
No vamos a caer;
no somos como ustedes.
Ignacio Ramírez
Inicio de su carrera
El libro que más fama le dio fue Cantos del hogar, obra poética
intimista al modo del español José Selgas. Tuvo la desgracia de sufrir
el abandono de su mujer, que lo dejó con dos hijos pequeños, a los
que crio y educó con dedicación. Muere en 1910, año en el cual el
país estaba a punto de entrar en otro gran cambio político: la
Revolución mexicana.
Mi padre
Yo tengo en el hogar un soberano
único a quien venera el alma mía;
es su corona de cabello cano,
la honra es su ley y la virtud su guía.
El pasado
La leyenda
A Rosario
Según el argumento, bien podría pensarse que nos hallamos ante una
narración de aventuras: el bandido y sus amores; mas no se trata del
legendario o del valiente que roba a los ricos para darles a los pobres
o que repara injusticias, ‘El Zarco’ es el contrario, abyecto que asalta,
roba y siembra el caos entre los honrados vecinos.
Resumen de Santa (Federico Gamboa)
Primera parte
Capítulo I
Capitulo III
Capitulo IV
Capítulo V
Capítulo I
Capitulo II
Capitulo III
Capitulo IV
Santa lo que menos quería era volver a la casa de Elvira, así que se
fue al burdel de Tosca competidora y enemiga de Elvira, no la recibió
por el estado tan deteriorado en el que se encontraba, Santa siguió
bebiendo hasta perderse, cuando despertó se encontraba en los
brazos de un adolescente de diecisiete años, lo había conocido un año
atrás, él le confesaba su amor cuando a Santa se le vinieron esos
dolores que la mataban, al mismo tiempo deseaba estar con el
adolescente, Santa no comprende cómo es posible que sus deseos se
antepongan a su enfermedad, para esos momentos ya era víctima de
los delirios del alcoholismo.
Capítulo V
Hipólito lleva a Santa a su casa con la ayuda de Jenaro quien les trajo
algo de cenar y después se fue, Santa dijo a Hipólito que ella lo
quería, pero no lo había aceptado era porque ella se daba cuenta de
que él era demasiado hombre para lo que ella podía merecer, Santa
se dispuso a entregarle su cuerpo a Hipólito, pero los dolores
regresaron e Hipólito solo la abrazó, le beso la frente y contuvo sus
deseos para no agrandar el dolor de su amada.
Fue aquella noche la más casta que tuvo Santa, purificada por el
dolor, ninguno de los dormía y se sentían bien cubiertos los dos con la
misma sábana. Antes de la siete de la mañana Jenaro había cubierto
el cuarto de flores y cuando Santa despertó aprisiono a Hipólito en sus
brazos y lo besó, empezaron una vida de ensueño donde habían
resucitado, Hipólito llevó a Santa con un medico al ver que los dolores
eran cada vez más intensos, éste le diagnosticó cáncer, dijo que
podían hacerle una operación para poder prolongarle un poco más la
vida, Hipólito acepto que se la hicieran, él pagaría lo que fuera y así
fue, la intervinieron, pero cuando estaban a punto de terminar la
operación Santa murió.
Don Pedro Cataño, hijo del administrador del conde del Sauz, se
enamora de la condesita Mariana y procrean un hijo al que ocultan
porque el conde no consintió en el matrimonio y la pareja teme la ira
del noble.
Apremiado por sus deudas y gastos, ahora roba en persona -de lo cual
se había abstenido-, la casa citadina del conde del Sauz. Eso será la
causa de su perdición, pues con las prisas y el horror de los
asesinatos ahí cometidos, deja caer su cartera en el lugar donde el
conde guardaba el dinero.
Rubén Darío
Al valor poético intrínseco de esa segunda etapa, más perdurable que
el de la primera, hay que sumar el papel de Rubén Darío como núcleo
originario y aglutinador de todo un movimiento, el Modernismo, que
marcó un hito en la historia de la literatura: tras seguir sumisamente
durante tres siglos los rumbos de las letras europeas, nace en América
una corriente literaria propia cuya influencia pasará incluso a la
metrópoli. Conseguida a principios del XIX la independencia política,
Latinoamérica lograba, a finales del mismo siglo, la independencia
literaria.
Biografía
Casi por azar nació Rubén en una pequeña ciudad nicaragüense
llamada Metapa, pues al mes de su alumbramiento pasó a residir a
León, donde su madre, Rosa Sarmiento, y su padre, Manuel García,
habían fundado un matrimonio teóricamente de conveniencias pero
próspero sólo en disgustos.
Para hacer más llevadera la mutua incomprensión, el incansable
Manuel García se entregaba inmoderadamente a las farras y ahogaba
sus penas en los lupanares, mientras la pobre Rosa Sarmiento huía de
vez en cuando de su cónyuge para refugiarse en casa de alguno de
sus parientes. No tardaría la madre en dar a luz una segunda hija
(Cándida Rosa, que se malogró enseguida) ni en enamorarse de un tal
Juan Benito Soriano, con el que se fue a vivir arrastrando a su
primogénito a "una casa primitiva, pobre y sin ladrillos, en pleno
campo", situada en la localidad hondureña de San Marcos de Colón.
No obstante, el pequeño Rubén volvió pronto a León y pasó a residir
con los tíos de su madre, Bernarda Sarmiento y su marido, el coronel
Félix Ramírez, los cuales habían perdido recientemente una niña y lo
acogieron como sus verdaderos padres. Muy de tarde en tarde vio
Rubén a su madre, a quien desconocía, y poco más o menos a su
padre, por quien siempre sintió desapego, hasta el punto de que el
incipiente poeta firmaba sus primeros trabajos escolares como Félix
Rubén Ramírez.
El hogar del coronel Félix Ramírez era centro de célebres tertulias que
congregaban a la intelectualidad del país; en este ambiente culto
creció el pequeño Darío. Precoz versificador infantil, el mismo Rubén
no recordaba cuándo empezó a componer poemas, pero sí que ya
sabía leer a los tres, y que a los seis empezó a devorar los clásicos
que halló en la casa; a los trece ya era conocido como poeta, y a los
catorce concluyó su primera obra. En su ambiente y en su tiempo, las
elegías a los difuntos, los epitalamios a los recién casados o las odas
a los generales victoriosos formaban parte de los usos y costumbres
colectivos, y cumplían con inveterada oportunidad una función social
para la que jamás había dejado de existir demanda. Por entonces se
recitaban versos como se erigían monumentos al dramaturgo ilustre,
se brindaba a la salud del neonato o se ofrecían banquetes a los
diplomáticos extranjeros.
Durante su primeros años estudió con los jesuitas, a los que dedicó
algún poema cargado de invectivas, aludiendo a sus "sotanas
carcomidas" y motejándolos de "endriagos"; pero en esa etapa de
juventud no sólo cultivó la ironía: tan temprana como su poesía influida
por Gustavo Adolfo Bécquer y por Victor Hugo fue su vocación de
eterno enamorado. Según propia confesión en la Autobiografía, una
maestra de las primeras letras le impuso un severo castigo cuando lo
sorprendió "en compañía de una precoz chicuela, iniciando indoctos e
imposibles Dafnis y Cloe, y según el verso de Góngora, las
bellaquerías detrás de la puerta".
Antes de cumplir quince años, cuando los designios de su corazón se
orientaron irresistiblemente hacia la esbelta muchacha de ojos verdes
llamada Rosario Emelina Murillo, en el catálogo de sus pasiones había
anotado a una "lejana prima, rubia, bastante bella", tal vez Isabel
Swan, y a la trapecista Hortensia Buislay. Ninguna de ellas, sin
embargo, le procuraría tantos quebraderos de cabeza como Rosario; y
como manifestara enseguida a la musa de su mediocre novela
sentimental Emelina sus deseos de contraer inmediato matrimonio,
sus amigos y parientes conspiraron para que abandonara la ciudad y
terminara de crecer sin incurrir en irreflexivas precipitaciones.
En agosto de 1882 se encontraba en El Salvador, y allí fue recibido
por el presidente Rafael Zaldívar, sobre el cual anota halagado en su
Autobiografía: "El presidente fue gentilísimo y me habló de mis versos
y me ofreció su protección; más cuando me preguntó qué es lo que yo
deseaba, contesté con estas exactas e inolvidables palabras que
hicieron sonreír al varón de poder: "Quiero tener una buena posición
social".
De entre sus obras en prosa (sin contar Los raros y las prosas
contenidas en Azul), cabe destacar Peregrinaciones (1901), La
caravana pasa (1902) y Tierras solares (1904), entre otros trabajos de
menor interés concernientes a viajes, impresiones políticas o notas
autobiográficas.
José Martí
Nacido en el seno de una familia española con pocos recursos
económicos, a la edad de doce años José Martí empezó a estudiar en
el colegio municipal que dirigía el poeta Rafael María de Mendive,
quien se fijó en las cualidades intelectuales del muchacho y decidió
dedicarse personalmente a su educación.
El joven Martí pronto se sintió atraído por las ideas revolucionarias de
muchos cubanos, y tras el inicio de la Guerra de los Diez Años (1868-
1878) y el encarcelamiento de su mentor, inició su actividad
revolucionaria: publicó la gacetilla El Diablo Cojuelo, y poco después
una revista, La Patria Libre, que contenía su poema dramático Abdala.
A los diecisiete años José Martí fue condenado a seis años de cárcel
por su pertenencia a grupos independentistas; realizó trabajos
forzados en el penal hasta que su mal estado de salud le valió el
indulto.
Deportado a España, en este país publicó su primera obra de
importancia, el drama La adúltera. Inició en Madrid estudios de
derecho y se licenció en derecho y filosofía y letras por la Universidad
de Zaragoza. Durante sus años en España surgió en él un profundo
afecto por el país, aunque nunca perdonó su política colonial. En su
obra La República Española ante la Revolución Cubana reclamaba a
la metrópoli que hiciera un acto de contrición y reconociese los errores
cometidos en Cuba.
Tras viajar durante tres años por Europa y América, José Martí acabó
por instalarse en México. Allí se casó con la cubana Carmen Zayas-
Bazán y, poco después, gracias a la paz de Zanjón, que daba por
concluida la Guerra de los Diez Años, se trasladó a Cuba. Deportado
de nuevo por las autoridades cubanas, temerosas ante su pasado
revolucionario, se afincó en Nueva York y se dedicó por completo a la
actividad política y literaria.
Desde su residencia en el exilio, José Martí se afanó en la
organización de un nuevo proceso revolucionario en Cuba, y en 1892
fundó el Partido Revolucionario Cubano y la revista Patria. Se convirtió
entonces en el máximo adalid de la lucha por la independencia de su
país.
Dos años más tarde, tras entrevistarse con el generalísimo Máximo
Gómez, se incorporó a una nueva intentona que daría lugar a la
definitiva Guerra de la Independencia (1895-1898). Pese al embargo
de sus barcos por parte de las autoridades estadounidenses, pudo
partir al frente de un pequeño contingente hacia Cuba, pero fue
abatido por las tropas realistas en 1895; contaba cuarenta y dos años.
Junto a Simón Bolívar y José de San Martín, José Martí es
considerado uno de los principales protagonistas del proceso de
emancipación de Hispanoamérica.
La poesía de José Martí
Además de destacado ideólogo y político, José Martí fue uno de los
más grandes poetas hispanoamericanos y la figura más destacada de
la etapa de transición al Modernismo, que en América supuso la
llegada de nuevos ideales artísticos. Como poeta se le conoce por
Versos libres (1878-1882, publicados póstumamente); Ismaelillo
(1882), obra que puede considerarse un adelanto de los presupuestos
modernistas por el dominio de la forma sobre el contenido; y Versos
sencillos (1891), un poemario decididamente modernista en el que
predominan los apuntes autobiográficos y el carácter popular.
Escritos en su mayor parte en 1882, los poemas de Versos libres no
vieron la luz hasta su publicación póstuma en 1913, muchos años
después de su muerte. El propio Martí calificó esos versos de
"endecasílabos hirsutos, nacidos de grandes miedos, o de grandes
esperanzas, o de indómito amor de libertad, o de amor doloroso a la
hermosura".
El tono fuerte y áspero de este volumen, por el que Martí proclamaba
su propia preferencia, impresionó vivamente a Miguel de Unamuno,
cuyos juicios serían el punto de partida de la valoración de la obra. Su
fuerza vibratoria, tanto formal como en los contenidos, se hace
evidente en composiciones como "Poética", "Mi poesía" o "Cuentan
que antaño", en las que se sirvió de un lenguaje vigoroso y oscuro, por
momentos incluso pasional.
La poesía de José Martí se funda en una visión dualista de la
humanidad: realidad e idealismo, espíritu y materia, verdad y falsedad,
conciencia e inconsciencia, luz y oscuridad. Los poemas de Ismaelillo
(1882), libro dedicado a su hijo, son un ejemplo de ello: la debilidad y
la inocencia del niño son su fuerza.
En Versos sencillos (1891), José Martí expresa el sentimiento que le
despierta la alegría de la naturaleza y el mal de la civilización. El
sufrimiento y el temor al paso del tiempo también fueron elementos
frecuentes en su lírica, donde se advierte un acercamiento al
romanticismo que muchos críticos han considerado superior al de
otros de sus contemporáneos. En A mis hermanos muertos el 27 de
noviembre (1872), publicado durante su destierro en España, Martí
dedica sus versos a los estudiantes muertos en una masacre acaecida
en aquella fecha.
Obra en prosa
Su única novela, Amistad funesta, también llamada Lucía Jérez y
firmada con el pseudónimo de Adelaida Ral, fue publicada por
entregas en el diario El Latino-Americano entre mayo y septiembre de
1885; aunque en su argumento predomina el tema amoroso, en esta
obra de final trágico también aparecen elementos sociales. Entre sus
obras dramáticas destacan Abdala (1869), drama simbólico en un acto
y en octosílabos, La Adúltera (1873) y Amor con amor se paga (1875),
también en verso y estrenado en México.
La prosa de Martí se vio influida por la obra del norteamericano Ralph
Waldo Emerson, para quien la palabra debía ser tan elocuente como
poética e intensa dentro de un discurso sencillo y conciso. Era
consciente, como acaso sólo lo fueron los modernistas
inmediatamente posteriores a él, de todas las posibilidades del
lenguaje, y consideraba que sus recursos estaban íntimamente ligados
a las cualidades humanas del pueblo, que en última instancia era
quien los inventaba.
Tanto la prosa como la poesía de Martí resultan inseparables de su
biografía; él mismo declaró que eran parte indiscutible de su máxima
preocupación, que no era otra que la política. Personalidad optimista,
sus opiniones sobre el hombre, la poesía o la sociedad son aspectos
que aparecen en sus obras al servicio de unas concepciones que
tenían siempre al ser humano como centro. A largo plazo su objetivo
era la mejora de la humanidad, pero a corto plazo lo era la liberación
de Cuba, a la que dedicó todos sus esfuerzos.
Por ello, su producción en prosa fue en su mayor parte funcional,
como sus ensayos sobre Simón Bolívar, José de San Martín o el
general José Antonio Páez, en relación a los héroes del pasado, y
sobre el general Máximo Gómez, Walt Whitman o Ralph Waldo
Emerson entre los contemporáneos; en tales textos, que constituyeron
lo mejor de su prosa, exaltó las cualidades de personajes que
admiraba. Dentro de la primera edición de sus obras completas, el
volumen titulado Norteamericanos reunió póstumamente sus estudios
sobre figuras del norte; otros dos volúmenes, bajo el título Nuestra
América, contienen los trabajos de Martí consagrados a estudiar
aspectos de la vida, la cultura y la historia de la América hispana. En
ellos expresó su mensaje americanista y resumió su precursora teoría
de la debilidad de las naciones hispánicas, en las que existía un
enorme abismo entre las clases dirigentes e intelectuales y el pueblo.
Cronista y crítico excepcional, hizo de muchos de sus textos
auténticos ensayos, algunos de carácter revolucionario como El
presidio político en Cuba (1871), reflejo de gran fuerza lírica de su
condena a trabajos forzados en el que denuncia las penurias que
sufrían los independentistas. Cabe destacar también La República
Española ante la Revolución Cubana (1873) y Cuba y los Estados
Unidos (1889), refutación de los ataques de la prensa norteamericana
a los patriotas cubanos, así como El Manifiesto de Montecristi o su
Diario de campaña.
También fundó una revista para niños, La Edad de Oro (1889),
publicada en Nueva York y en la que aparecieron los cuentos Bebé y
el señor Don Pomposo, Nené traviesa y La muñeca negra.
Íntegramente redactada por Martí, esta publicación muestra una serie
de aspectos de su personalidad y constituye también una
demostración de cómo supo anticiparse a muchas conquistas de la
pedagogía moderna: una vez más, puso de relieve en esos escritos su
preocupación por las normas de justicia y dignidad humanas, que
debían cultivarse en el niño desde su más tierna edad.
José Martí colaboró a lo largo de su vida en innumerables
publicaciones de distintos países, como La Revista Venezolana, La
Opinión Nacional de Caracas, La Nación de Buenos Aires o la Revista
Universal de México. Sus Obras completas (que en la edición de 1963-
1965 constan de veinticinco volúmenes) incluyen asimismo un nutrido
epistolario (sus cartas, también reveladoras de su singular
personalidad, han merecido excepcionales comentarios) y numerosos
discursos, muchos de ellos dedicados a enardecer el sentimiento
patriótico de los cubanos que radicaban como él en la emigración,
llamándolos al esfuerzo común gracias al cual se lograría la
independencia de la patria.
ABDALA, UN SENADOR Y CONSEJEROS.
Noble caudillo: a nuestro pueblo llega
Feroz conquistador: necio amenaza
Si a su fuerza y poder le resistimos
En polvo convertir nuestras murallas:
Fiero pinta a su ejército que monta
Nobles corceles de la raza arábiga;
Inmensa gente al opresor auxilia,
Y tan alto es el número de lanzas
Que el enemigo cuenta, que a su vista
La fuerza tiembla y el valor se espanta:
Tantas sus tiendas son, noble caudillo,
Que a la llanura llegan inmediata,
Y del rudo opresor ¡oh Abdala ilustre!
Es tanta la fiereza y arrogancia
Que envió un emisario reclamando
Rindiese fuego y aire, tierra y agua!
Pues decidle al tirano que en la Nubia
Hay un héroe por veinte de sus lanzas:
Que del aire se atreva a hacerse dueño:
Que el fuego a los hogares hace falta:
Que la tierra la compre con su sangre:
Que el agua ha de mezclarse con sus lágrimas.
Guerrero ilustre: calma tu entusiasmo!
Del extraño a la impúdica arrogancia
Diole el pueblo el laurel que merecían
Tan necia presunción y audacia tanta;
Mas hoy no son sus bárbaras ofensas
Muestras de orgullo y simples amenazas:
Ya detiene a los nubios en el campo!
Ya en nuestras puertas nos coloca guardias
! ¿Qué dices, Senador?
—Te digo ¡oh, jefe
Del ejército nubio! que las lanzas
Deben brillar, al aire desenvuelta
La sagrada bandera de la patria!—
Te digo que es preciso que la Nubia
Del opresor la lengua arranque osada,
Y la llanura con su sangre bañe
Y luche Nubia cual luchaba Esparta!—
Vengo en tus manos a dejar la empresa
De vengar las cobardes amenazas
Del bárbaro tirano que así llega
A despojar de vida nuestras almas!—
Vengo a rogar al esforzado nubio
Que a la batalla con el pueblo parta
Acepto, Senador. Alma de bronce
Tuviera si tu ruego no aceptara.
Que me sigan espero los valientes
Nobles caudillos que el valor realza,
Y si insulta a los libres un tirano
Veremos en el campo de batalla!
En la Nubia nacidos, por la Nubia
Morir sabremos: hijos de la patria,
Por ella moriremos, y el suspiro
Que de mis labios postrimero salga
Para Nubia será, que para Nubia
Nuestra fuerza y valor fueron creadas.
Decid al pueblo que con él al campo
Cuando se ordene emprenderé la marcha;
Y decid al tirano que se apreste,—
Que prepare su gente,—y que a sus lanzas
Brillo dé y esplendor. Más fuertes brillan
Robustas y valientes nuestras almas!
Feliz mil veces ¡oh valiente joven!
El pueblo que es tu patria!
—Viva Abdala!—
Gabriel García Márquez
En la última década del siglo XIX, Rubén Darío dio a Hispanoamérica
la independencia literaria al inaugurar la primera corriente poética
autóctona, el Modernismo. Mediado el siglo XX, correspondió al
colombiano Gabriel García Márquez situar la narrativa
hispanoamericana en la primera línea de la literatura mundial con la
publicación de Cien años de soledad (1967). Obra cumbre del llamado
realismo mágico, la mítica fundación de Macondo por los Buendía y el
devenir de la aldea y de la estirpe de los fundadores hasta su extinción
constituye el núcleo de un relato maravillosamente mágico y poético,
tanto por su desbordada fantasía como por el subyugante estilo de su
autor, dotado como pocos de un prodigioso "don de contar".
Sierva María era hija única del Marqués Casalduero, era una niña que había
heredado la timidez de su padre, tenía la piel blanca, dientes perfectos, ojos
azules y contaba con una gran cabellera de color cobre que le llegaba hasta el
suelo.
El día de los sucesos inesperados Sierva María cumplía doce años, y había ido en
compañía de una esclava al mercado, para comprar un encargo de su fiesta, ese
mismo día un perro gris con un lucero en la frente que había ya mordido a tres
personas, también le propicio una mordida en el tobillo izquierdo a Sierva María;
en los tiempos de antes la gente no se preocupaba por cuatro y más mordidos en
un solo día, menos en la época de la colonia donde se tenía una concepción de la
vida muy diferente a la que tenemos hoy.
Después de los acontecimientos de la visita del médico, Sierva María tuvo una
decadencia de salud, empezó a padecer de fiebre y de alucinaciones, el Marqués
preocupado por el quebranto de salud de su hija fue al convento de Santa Clara,
hablo con el Obispo y le comento lo sucedido con la niña, también le contó que el
doctor Abrenuncio la había atendido, el Obispo tuvo una charla constructiva con el
Marqués donde trataron el ingreso de la niña al convento para ser atendida del
mal que padecía.
Su padre intento sacarla del convento por que sufría al saber que su hija iba a ser
sometida a varios exorcismos, que se sabían que eran procedimientos muy
complejos y dolorosos.
Delaura fue castigado por sostener una relación amorosa con una de las internas
del convento, así que fue destituido de sus funciones que era ser el lector privado
del Obispo, ademas era el encargado de la biblioteca, también era el único que
tenía acceso a los libros y párrafos prohibidos de la época. Al poco tiempo de la
destitucion de Delaura Sierva María murió a causa de sufrir por no tener a la
persona que amaba.
Parménides García Saldaña
Estimado señor:
Detective Privado
Informe Confidencial
-¿Ahí vives?
-No: más abajo, más adentro.
-No, mamá.
Por los insultos que recibí en los periódicos no guardé recortes y ahora
lo lamento. La radio difundió la noticia, los vespertinos ya no la
alcanzaron.
En cambio los diarios de la mañana desplegaron en primera plana y a
ocho columnas lo que a partir de entonces fue llamado “El misterio de
Chapultepec”.
Aún más irresponsable, cierta hoja inmunda engañó a sus lectores con
la hipótesis de que Rafael fue capturado por una secta que adora
dioses prehispánicos y prácticos sacrificios humanos en Chapultepec.
(Como usted sabe, Chapultepec fue el bosque sagrado de los
aztecas.) Según los miembros de la secta, la cueva oculta en este
lugar es uno de los ombligos del planeta y la entrada al inframundo.
Semejante idea parece basarse en una película de Cantinflas, El signo
de la muerte.
Rafael?
-De uniforme.
-No, es que, sabe usted, no veo bien sin mis lentes. Pero no me gusta
ponérmelos en público. Por eso pasó todo, por eso…
-¿Azul marino?
Espere, hay algo más: cuando el hombre se acercó vi que estaba muy
pálido… ¿Cómo decirle…? Blancuzco… Eso es: como un caracol… un
caracol fuera de su concha.
-No, señor, todo lo contrario: muy alto, muy delgado… Ah, además
tenía barba.
Me atreví a preguntarle:
Desde entonces hasta hoy, sin fallar nunca, la señora Olga Martínez
viuda de Andrade camina todas las mañanas por el Bosque de
Chapultepec hablando a solas. A las dos en punto de la tarde se
sienta en el tronco vencido del mismo árbol con la esperanza de que
algún día la tierra se abra para devolverle a su hijo o para llevarla,
como los caracoles, al reino de los muertos. Pase usted por allí y la
encontrará con el mismo vestido que llevaba el 8 de agosto de 1943:
sentada en el tronco, inmóvil, esperando, esperando.
Jorge Amado
(Itabuna, Brasil, 1912 - Salvador de Bahía, 2001) Escritor brasileño.
Jorge Amado creció en la hacienda de Auricídia, una plantación de
cacao, y se educó con los jesuitas. Licenciado en derecho, ejerció
como periodista y participó activamente en la vida política de su país
desde posturas de izquierda.
Jorge Amado
- Jorge Amado -
Por ello, fue esta rutina de sexo y alcohol la que llevo a Vadinho hacia
su muerte.
José Saramago
Soldado de Lepanto
En el año de 1569 un tal Miguel de Cervantes fue condenado en
Madrid a arresto y amputación de la mano derecha por herir a un tal
Antonio de Segura. La pena, corriente, se aplicaba a quien se
atreviera a hacer uso de armas en las proximidades de la residencia
real. No se sabe si Cervantes salió de España ese mismo año
huyendo de esta sanción, pero lo cierto es que en diciembre de 1569
se encontraba en los dominios españoles en Italia, provisto de un
certificado de cristiano viejo (sin ascendientes judíos o moros), y
meses después era soldado en la compañía de Diego de Urbina.
Pero la gran expectativa bélica estaba puesta en la campaña contra el
turco, en la que el Imperio español cifraba la continuidad de su
dominio y hegemonía en el Mediterráneo. Diez años antes, España
había perdido en Trípoli cuarenta y dos barcos y ocho mil hombres.
En 1571 Venecia y Roma formaban, con España, la Santa Alianza, y
el 7 de octubre, comandadas por el hermanastro bastardo del rey de
España, Juan de Austria, las huestes españolas vencieron a los turcos
en la batalla de Lepanto. Fue la gloria inmediata, una gloria que marcó
a Cervantes, el cual relataría muchos años después, en la primera
parte del Quijote, las circunstancias de la lucha. En su transcurso
recibió el escritor tres heridas, una de las cuales, si se acepta esta
hipótesis, inutilizó para siempre su mano izquierda y le valió el
apelativo de «el manco de Lepanto» como timbre de gloria.
Nada más salir con Sancho, encuentran unos molinos de viento que
Don Quijote ataca creyendo que son gigantes. Viven otras muchas
otras aventuras: ataca un rebaño de ovejas creyendo que es un
ejército, tiene un duelo a espada con un vizcaíno, libera a unos
reclusos que después le atacan, encuentra una palangana de barbero
y cree que es un yelmo mágico y vive situaciones cómicas en una
posada. Incluso en una ocasión, Rocinante persigue unas yeguas.
Don Quijote decide, además, irse a vivir a lo alto de una montaña
como penitencia para merecer el amor de su dama. Sus mejores
amigos - un cura y un barbero- lo logran engañar y lo llevan a su aldea
dentro de una jaula. En sus aventuras también encuentra diversos
personajes que añaden acciones secundarias a la novela: unos
pastores enamorados, un prisionero de los piratas, etc.
LA PALABRA "MODERNISMO"
Vanguardismo
El vanguardismo es un movimiento que surge a principios del siglo XX
y cuya característica primordial era la libertad de expresión, se
produce de manera muy peculiar en cada uno de los géneros literarios
y de la siguiente manera: en la narrativa se diversifica la estructura de
las historias ya que toca temas prohibidos y desordena todos los
parámetros de los planos del texto narrativo.
Expresionismo
Fauvismo
Cubismo
Futurismo
Dadaísmo
Ultraísmo
Creacionismo
Estridentismo
Impresionismo
Cosmopolitismo
Neorrealismo
Se relaciona con el Existencialismo, exagera el problema de la
angustia, ya que transforma el escritor de males irreversibles
pareciendo no tener solución.
Superrealismo
Existencialismo
Experimentalismo
Cubismo
Cubismo
Cabe citar que este estilo abandona distinciones entre forma y fondo o
cualquier noción de profundidad. Las naturalezas muertas urbanas y
los retratos son temas recursivos en este movimiento.
Cubismo escénico
Cubismo analítico
Cubismo sintético
Literatura cubista
Surrealismo
Origen del término
Una alianza entre la pintura y la danza, entre las artes plásticas y las
miméticas, que es el heraldo de un arte más amplio aún por venir. (...)
Esta nueva alianza (...) ha dado lugar, en Parade a una especie de
surrealismo, que considero el punto de partida para toda una serie de
manifestaciones del "Espíritu Nuevo" que se está haciendo sentir hoy y
que sin duda atraerá a las mejores mentes. Podemos esperar que
provoque cambios profundos en las artes y costumbres a través de la
alegría universal, pues es sencillamente natural, después de todo, que
éstas lleven el mismo paso que el progreso científico e industrial.
Etimología
Precedentes
Primeros pasos
Tal fue la definición del término dada por los propios Breton y Soupault
en el primer Manifiesto Surrealista fechado en 1924. Surgió por tanto
como un movimiento poético, en el que pintura y escultura se conciben
como consecuencias plásticas de la poesía.
Técnicas surrealistas
El surrealismo tomó del dadaísmo algunas técnicas de fotografía y
cinematografía así como la fabricación de objetos. Extendieron el
principio del collage (el "objeto encontrado") al ensamblaje de objetos
incongruentes, como en los poemas visibles de Max Ernst. Este último
inventó el frottage (dibujos compuestos por el roce de superficies
rugosas contra el papel o el lienzo) y lo aplicó en grandes obras como
Historia Natural, pintada en París en 1926.
La pintura surrealista
El surrealismo en el mundo
El surrealismo en la historia
Pinturas surrealistas
La rebelión del surrealismo contra la tradición cultural burguesa y el
orden moral establecido tuvo su cariz político, y un sector del
surrealismo, que no consideraba suficientes los tumultos de sus
manifestaciones culturales, se afilió al Partido Comunista Francés. Sin
embargo, nacieron violentas discrepancias en el seno del grupo a
propósito del debate sobre la relación entre arte y política; se
sucedieron manifiestos contradictorios y el movimiento tendió a
disgregarse.
Max Ernst es uno de los pocos surrealistas que se mueve entre las
dos vías. La obra de Ernst ha influido particularmente en un epígono
tardío del surrealismo en Alemania que es Stefan von Reiswitz. Otro
autor interesante que se aproxima en ocasiones tangencialmente al
surrealismo es Pablo Alonso Herraiz.
Ultraísmo
El Ultraísmo fue un movimiento literario de vanguardia que se definió
fundamentalmente por su oposición al modernismo y a la Generación
del 98. El ultraísmo se desarrolló en España y Argentina, fue en este
último país donde encontró un desarrollo más acabado. Hay que
recordar que en Argentina estaba presente la influencia del
modernismo esencialmente a través de Leopoldo Lugones. Contra
ese movimiento se levanta el ultraísmo, cuyo teórico más importante
fue el joven Jorge Luis Borges.
Estridentismo
El Estridentismo inició en México la renovación más drástica y
escandalosa de la historia de la poesía y la literatura mexicana. El
movimiento irrumpe los últimos días de diciembre de 1921 con la
aparición de la hoja volante Actual número I, redactada y firmada por
Manuel Maples Arce. Sobre el hecho, Germán List Arzubide recuerda: