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DE PASTORES DE PUNA A

PASTORES DE QUEBRADA
Una Estrategia de Adaptación y Supervivencia

Por: Jesús Castro Suárez


Lima, Mayo 2018
INTRODUCCION
Es interesante acotar que en lo acontecido al proceso de domesticación de los
camélidos sudamericanos y al subsecuente desarrollo del pastoralismo de los mismos
en la región de los Andes Centrales, forma parte de una larga tradición de manejo y
aprovechamiento espacial, a partir del desarrollo de un modelo que garantizó la
supervivencia como el uso racional de los recursos, el cual fue desarrollado y difundido
a lo largo del área andina en sus simultáneos y paralelos desarrollos culturales; los
cuales habrían de verse reemplazados y trastocados en cierta manera con la
introducción de nuevas especies de ganadería exótica; como fue el caso de la cabra, a
partir de los acontecimientos desarrollados con la invasión española, pero que de
ninguna manera, desarticuló la larga tradición de manejo y aprovechamiento espacial,
sino que por el contrario, permitió el redimensionamiento de la misma ante las nuevas
exigencias; tal vez no en los mismos términos, pero sí en su esencia, como vamos a
ver a continuación.
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CAPITULO I

LOS CAMELIDOS SUDAMERICANOS


Y
SU DOMESTICACION
Los camélidos constituyen un suborden y una familia de los artiodáctilos un orden
zoológico perteneciente a la clase de los mamíferos.

Los camélidos se caracterizan por lo siguiente:

 Cuello largo, extremidades igualmente largas, didáctilos, con callosidades


características;
 Ausencia de cuernos;
 Labio superior hendido;
 Treinta y dos o treinta y cuatro dientes, dispuestos para cada medio maxilar,
respectivamente arriba y abajo, de la siguiente manera: incisivos 1 y 3,
caninos 1 y 1; premolares 2, ó 3 y 2, molares 3 y 3 ;
 Pies provistos de almohadillas o callosidades plantares sobre las que el animal
se apoya durante la marcha, que es de paso portante,
 Patas dotadas de caña y los dedos
 Pelaje crespo, casi lanoso
 Estómago con tres compartimentos en lugar de los cuatro característicos de los
rumiantes;
 Paredes de la panza dotadas de un número variable de oquedades,
denominadas celdas acuíferas, que acumulan el líquido extraído de los
alimentos;
 Una osificación en el diafragma, caso único entre los mamíferos.

Con amplia distribución geográfica, comprenden tres géne-ros: Camelus asiático,


con dos especies; Lama, de América del Sur, con tres especies, y Vicugna de la
misma región y con una especie (ABRIL-NOGUER-RIZZOLI-LAROUSSE, 1971).
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Así tenemos, que del género Lama se desprenden tres espe-cies, como son la
llama (Lama glama [LINAEUS, 1758]), la alpaca (Lama pacos [LINAEUS 1758]) y el
guanaco (Lama guanicoe [MULLER, 1776]). En tanto que del género Vicugna hay una
sola especie, la vicuña (Lama vicugna [MOLINA, 1792] o Vicugna vicugna
[(MOLINA)MULLER, 1924]). Paralelamente a la descripción de estas especies,
también se describen subespecies de las mismas, así tenemos:

- La llama, de la cual se describen dos variedades;

 El tipo Q'ara; "sin lana", que se caracteriza por tener la cara descubierta y un
desarrollo limitado de su fibra.
 El tipo Ch'aku; o "lanuda", que produce mayor cantidad de fibra y presenta la
cara cubierta de lana (NOVOA, 1989).

Ambos tipos se distribuyen desde la sierra del Ecuador hasta el noroeste argentino.
Dentro de esta área su mayor concentración se registra alrededor de 400 km., al norte
y al sur del Lago Titicaca, en elevaciones por encima de los 3,000 metros (GADE,
1977). Los colores que presentan varían de blanco a negro y marrón, todo ello de
manera desuniforme en todo el cuerpo. Además, es utilizada como animal de
transporte, pudiendo cargar entre 25 y 30 kg., y recorrer distancias de 15 a 20 km., por
día (FLORES OCHOA, 1977).

 La alpaca, de la que se distinguen dos tipos;

1. La variedad Huacaya, la que posee fibras cortas y onduladas


2. La variedad Suri, posee fibras más largas y con menos rizo.

El color de la fibra en ambas variedades varía del blanco al negro y marrón


icluyendo todas las gamas intermedias (NOVOA, 1989).

Su distribución como nos señala Gade (1971) se registra a más de 4,200 metros,
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siendo su centro de distribución horizon-tal en un radio de 200 km., alrededor del Lago
Titicaca y no se las encuentra más al norte de los 11 grados de la sierra central del
Perú o a los 21 grados al sur.

 El guanaco, del que se describen cuatro subespecies geográficas. Lama


guanicoe guanicoe (MULLER, 1976), se extien-de al sur de la latitud 35 desde
la Patagonia a la Tierra del Fuego. Lama guanicoe huanacus (MOLINA, 1782),
se encuentra en la zona andina de Chile. Lama guanicoe cacsilensis
(LONNBERG, 1913), en el sur del Perú, Bolivia y oeste de Chile. Y Lama
guanicoe voglii (KRUMBIEGEL, 1943), en los Andes Orientales de Argentina.
Ambas subespecies presentan un color marrón oscuro o claro, de color blanco
en las partes bajas y la cara de grisáceo a negro.

 La vicuña de la que se identifican dos subespecies;

1. La Vicugna vicugna mensalis, (THOMAS, 1917), ubicada entre los 9 y


16 grados de latitud sur.
2. La Vicugna vicugna vicugna, (MOLINA, 1782), ubicada entre los 18 y
24 grados de latitud sur. Cabe indicar que esta subespecie es más
grande que la anterior y posee un mechón blanco en el pecho.

De otro lado, ambas subespecies registran un color canela (NOVOA, 1989).

De estas cuatro especies descritas, la vicuña y el guanaco se encuentran en estado


salvaje, en tanto que la llama y la alpaca están domesticadas.

Domesticación realizada, a través de muchos años de expe-riencia y manejo,


probablemente a través de la hibridación, de la cual se obtuvieron varias razas,
diferenciadas en el tamaño la calidad de fibra y el tipo de carne, asociación a la cual
recurre Wing (1975) al establecer la predominancia de una forma pequeña de
camélido en la parte norte del Perú hasta Tarma y la existencia de una forma grande
en el sur del Perú, hasta Ayacucho al norte; ella establece su afirmación en base a los
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análisis de los restos óseos de lamoides hallados en diversos yacimientos


arqueológicos, los que evidencian la presencia de individuos adultos grandes y
pequeños, aunque para verificarlo como lo señala se requieren de muestras mayores.

Sin embargo existen algunos relatos, aunque insuficientes permiten hacer válida
dicha observación; como la del cronista Fernández de Oviedo, quien en su "Historia
Natural y General de las Indias" (1944), describe lo siguiente:

"En la nueva Castilla i gobernación del marqués, don Francisco Pizarro, donde fue
rey i señor el riquisimo Atabaliba, tienen los indios tres maneras de ovejas: unas
pequeñas como cabras de Guinea, i otras algo mayores, i otras mayores que todas.
Las grandes son del tamaño de asnos pequeños; pero son enjutas de piernas, i el
cuello lenguo i muy semejante a los camellos, salvo que estas no tienen corcoba; más
en pies y manos i todo lo demás, muy semejantes son a los camellos...
...En la tierra llana llaman a este animal COL, y en la sierra le dicen LLAMA, i al macho
o carnero de estos llaman URCO, i al cordero UÑA, i son lindos animales a la vista, i
muy mansos y domésticos. Las que son las medianas de estos tres géneros que he
dicho, esas son las que tienen la lana muy fina, que parece seda, de que los indios
hacen muy rica ropa...que las unas i las otras son muy buena carne. Son de los
colores que son las ovejas en España, blancas i negras, i mezclados de ambos
colores, i la lana es llana i no merina, i por la mayor parte las grandes son rasas i el
pelo bajo, aunque en los lomos tienen más larga la lana. Las medianas son bermejas i
blancas, mezcladas en estas dos colores juntos i cada uno por sí; de las pequeñas
que son más salvajes, se acaece ver bravas en el campo piaras de quinientas i mil de
ellas juntas, i muy finas, negras..."

De otro lado, en relación a lo expuesto con la hibridación, es posible el cruce entre


los diferentes lamoides y obtener animales fértiles, como es el caso del paco vicuña
(Lama pacos x Lama vicugna), llamavicuña (Lama glama x Lama vicugna)
llamaguanaco (Lama glama x Lama guanicoe), pacoguanaco (Lama pacos x Lama
guanicoe), huarizo (Lama glama x Lama pacos), misti (Lama pacos x Lama glama)
(WHEELER, PIRES-FERREIRA y KAULICKE, 1978).
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Tecnología que al parecer fue eficientemente manejada, hasta lograr que los
individuos obtenidos mediante este tratamiento se hicieran cada vez más
dependientes del hombre. Es decir; se aprendió, tal vez después de muchos éxitos y
fracasos, a aprovechar el carácter gregario de los camélidos, el cual aunado al
tratamiento de la selección e hibridación por parte del hombre, modificó su conducta
natural, facilitando su domesticación. Domesticación, en la cual el hombre, habrá de
reemplazar al jefe natural del rebaño, para asumir la dirección del mismo. Hecho, que
intentaremos explicar a continuación.

Según Wheeler, Pires-Ferreira y Kaulicke (1978) y Wheeler (1984), la


domesticación de camélidos en los Andes Centrales, se divide en cuatro fases
desarrolladas de la siguiente manera:

a) Caza generalizada
b) Caza especializada
c) Control de camélidos semi-domesticados
d) Pastoreo de camélidos domesticados

Fases que incorporadas a los períodos de desarrollo cultural como de utilización


ambiental de los Andes Centrales y muy particularmente, en lo que corresponde a
nuestra área de estudio, tenemos lo siguiente:

1. Período Lítico (12,000 a 4,000 A.C.)

Dividido en dos partes:

a) Lítico Temprano (12,000 a 8,000 A.C.)

El cual se caracterizó por el desarrollo de una caza generalizada de camélidos,


cérvidos y roedores, los cuales eran cazados con finos instrumentos de piedra, los que
eran elaborados mediante técnicas que requerían de mucha experiencia. Se dice qu
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estos cazadores vinieron desde el norte (LUMBRERAS, 1979), a travesando el


estrecho de Panamá, pasando por Quito, para establecerse algunos en la Puna de
Junín y Ayacucho, en tanto que otros habrían de continuar hasta el extremo sur del
continente (RAVINES, 1982), conocido como la Patagonia. Sin embargo, otras
opiniones estiman que la procedencia de estos cazadores se realizó a través de la
selva (LATHRAP, 1963).

No sabemos casi nada acerca de ellos, ya que sólo los conocemos por la
existencia de sus talleres líticos, como los hallados en Paccaicasa en la provincia de
Huanta, Ayacucho; o como los encontrados en el valle del Chillón al norte de Lima y
que han sido clasificados por Lanning en los yacimientos de Zona Roja (11,000 a
10,500 A.C.), Oquendo (10,500 a 9,500 A.C.) y Chivateros I (9,500 a 8000 A.C.) (DEL
BUSTO, 1980).

b) Lítico Tardío (8,000 a 4,000 A.C.)

Espacio de tiempo caracterizado por el desarrollo de una caza especialiazada de


camélidos salvajes como la vicuña (Vicugna vicugna) y el guanaco (Lama guanicoe),
ello se deduce por el descenso de restos óseos de cérvidos hallados en las
excavaciones arqueológicas de Uchumachay y Panalauca en la Puna de Junín
(WHEELER, PIRES-FERREIRA y KAULICKE, 1978; WHEELER, 1984). Otras
evidencias al respecto las encontramos en Lauricocha II (CARDICH, 1973; 1983) y en
otros sitios de la Meseta de Junín (MATOS, 1975), como Pachamachay (RICK, 1979;
1980) y en el Callejón de Huaylas (LYNCH, 1967).

De otro lado, Lynch (1971) después de hacer un estudio comparativo entre los
yacimientos arqueológicos de Guitarrero y Punta Callán, concluye señalando la
existencia de un patrón de "trashumancia", entre la región de quebrada (Guitarrero) y
la región de la puna (Punta Callán). Hechos que evidencian esta práctica de relación
entre la quebrada cercana al mar y la puna, son los testimonios encontrados en otros
lugares y que se evidencian por la presencia de arte rupestre o petroglifos, como los
registrados por Ampudia (1978) en las cuencas y altoplanicies del Marañón y el
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Huallaga, o las registradas entre la Sierra Central y el Valle del Chillón (VILLAR
CORDOVA, 1935; GUFFROY, 1987).

Otro aspecto interesante, sobre éste período es el que señala Rick (1979), en el
que acusa una temprana "sedentarización" en las Punas de Junín, la cual según él, se
desarrolló por dos sencillas razones; la primera, porque dicho ambiente tuvo
especiales condiciones para el establecimiento de habitats, con carácteres del tipo
sedentario y la segunda, porque los camélidos son animales de un nicho especial.
Sobre el particular, merece también considerarse lo esbozado por Wheeler, Pires-
Ferreira y Kaulicke (1978), quienes indican que la utilización primaria de poblaciones
altamente estables de camélidos salvajes a través de una caza selectiva, posibilitó el
desarrollo de una vida sedentaria.

Aunque este planteamiento, al parecer no es llanamente admitido por los


investigadores, es una opinión más, que sumada a la indicada por Lynch, nos permite
señalar que en el desarrollo de la domesticación y posterior pastoralismo de los
camélidos sudamericanos y del cual veremos más adelante, habría de contemplarse el
empleo de estos dos sistemas de utilización ambiental; los cuales al parecer, tuvieron
su inicial aparición en este período.

2. Período Arcaico (4,000 a 1,800 A.C.)

El cual se divide en :

a) Arcaico Temprano (4,000 a 2,500 A.C.)

El que se caracterizó por el predominio de dos actividades de subsistencia, en la


región de puna, sustentadas principalmente, en torno a la utilización de camélidos, así
tenemos:

* La caza, como actividad especializada, la cual al igual que la del período anterior,
muestra un incremento en el consumo de camélidos (géneros Lama y Vicugna) y un
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notable descenso en el consumo de cérvidos, ello se evidencia por los indicios


encontrados en K'ellka Wasi (MATOS, 1975) y en Lauricocha (fase III), en la cual
también se encuentran acumulaciones de piedras quemadas, las que indican un tipo
de actividad culinaria, correspondiente a la realización de pachamancas o watias
(CARDICH, 1983).

* Y la semidomesticación, con la peculiaridad de un control humano sobre el


aprovechamiento de los camélidos, através de cruces selectivos entre guanacos y
vicuñas, hasta lograr el desarrollo de una variedad geneticamente particular como la
llama (Lama glama), ello se deduce por la presencia de tres dedos entre los restos
óseos encontrados, correspondientes a este período y al que se le denomina
polidáctilismo, el cual es muy frecuente por los cruces entre especies puras.

Corresponden a este período, los yacimientos de Uchcumachay, Panalauca y


Pachamachay en las punas de Junín (WHEELER, PIRES-FERREIRA y KAULICKE,
1978; WHEELER, 1984). Así como los de Piquimachay y Chihua en la región de
Ayacucho (MAC NEISH, 1977).

Cabe señalar quen la fase de desarrollo Chihua, se observa la ocupación de las


zonas de puna, pendiente y quebrada. Así como un paulatino descenso en la
ocupación de la zona puna y un incremento en las otras dos, asociadas al desarrollo
de una actividad cultivadora (MAC NEISH, 1977; ONUKI, 1982), la que se
complementó al parecer con una actividad ganadera, la cual se logró adaptar a la
utilización de los recursos disponibles según el nivel altitudinal, como a las condiciones
de tipo ambiental.

b) Arcaico Tardío (2,500 a 1,800 A.C.)

Fase de desarrollo caracterizada por la aparición de sociedades de vida sedentaria.


Las que se dividían y repartían a través de la ocupación de las zonas de puna,
quebrada y llanura costera, en donde cada una de ellas desarrolló su forma de vida de
manera independiente, aunque no se descarta una relación entre la zona de quebrada
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y la puna (ONUKI, 1982).

Formas de vida, generadas a partir de las posibilidades de subsistencia y


adaptación que ofrecía el entorno. Como fue el caso de la zona de puna, en donde sus
habitantes perfeccionaban el modo de vida sedentaria, a partir de la domesticación de
camélidos, mediante la técnica del pastoreo, el cual se realizó, asociado con la caza
de otras especies (WHEELER, PIRES-FERREIRA y KAILICKE, 1978; ONUKI, 1982).

Corresponden a este período, los restos de Pachamachay, Acomachay y


Telarmachay, en las punas de Junín (WHEELER, PIRES-FERREIRA y KAULICKE,
1978).

3. Período Formativo (1,800 A.C. a 1 D.C.)

El cual se divide en tres fases:

a) Formativo Temprano (1,800 a 1,100 A.C.)

Identificado con la introducción y difusión de la cerámica y el tejido en los Andes


Centrales, así como el perfeccionamiento de las técnicas de cultivo de plantas útiles
para la alimentación. Así como la ocupación de las zonas de puna, pampa y quebrada
interandina. En lo que respecta a la organización social, está se vió modificada por el
desarrollo de la vida agrícola y la actividad ritual.

Mientras tanto la subsistencia en base a la cría de camélidos se desarrolla ba de la


siguiente manera:

 Con una ocupación sedentaria permanente a lo largo de todo el año, en la zona


de puna asociado con la explotación de otras actividades de subsistencia como la
caza, la pesca lacustre y el cultivo de tubérculos en las partes altas de las zonas de
pampa (suni), como lo evidencian los sitios de Telarmachay, San Pedro de Cajas
(LAVALLE y JULIEN, 1975; LAVALLE, 1977) y en el Valle del Mantaro (MATOS,
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1978).

 Y con una ocupación estacional que combinaba la zona de puna con la zona de
pendiente, estableciéndose un patrón de asentamiento durante la estación lluviosa,
que corresponde a la época de parición de los camélidos, mientras que durante la
estación seca se desplazaban a los lugares de menor altura para realizar tareas
agrícolas, estableciéndose así una complementariedad entre pastoreo y agricultura.
Como lo muestran los sitios de Telarmachay y Acobamba, en la Puna de Junín y el
Valle del Mantaro, respectivamente (LAVALLE, 1977, 1979; MATOS, 1975, 1978).

b) Formativo Medio (1,100 a 300 A.C.)

En este tiempo se denota un desmejoramiento de las condiciones climáticas,


afectando el desarrollo de las zonas de puna y de quebrada interandina, lo que motivó
el inicio de una interacción entre la costa y la floresta tropical y otras partes serranas
(LATHRAP, 1963; MOHR CHAVEZ, 1979; ONUKI, 1982).

Por lo que las actividades de subsistencia se sustentaran en base al desarrollo de


la domesticación de plantas y al pastoreo de camélidos, demostrando un nível de
especialización, principalmente en lo que respecta al manejo y control de la alpaca
(Lama pacos).

De otro lado, también se señala una especialización en el tratamiento de salar la


carne de camélidos para su preservación, denotándose una exportación de sal de
otros lugares, por lo que se adoptó un carácter de pastores-viajeros entre los criadores
de camélidos de esta época (MOHR CHAVEZ, 1979; ONUKI, 1982), tal como lo
evidencian los sitios de Marcavalle en el Valle del Cuzco (MOHR CHAVEZ, 1979).

c) Formativo Tardío (300 A.C. a 1 D.C.)

Esta etapa se haya identificada por la desaparición del estilo Chavín, el cual
dominó los dos lapsos de tiempo anteriores.
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En otro aspecto, significó la incorporación de las zonas de pendiente y costa, como


áreas de explotación para el desarrollo agrícola, el cual se logró eficazmente, gracias a
la enérgica organización de una población cada vez más creciente (ONUKI, 1982).

En lo que respecta a la domesticación de camélidos, al parecer se perfeccionaba la


domesticación de la alpaca (Lama pacos), no para comer su carne, sino para utilizar
su abundante fibra, como posiblemente ocurrió en el yacimiento arqueológico de
Pucará, ubicado en el altiplano del Titicaca (LUMBRERAS, 1979).

4. Período de Desarrollos Regionales (1 a 600 D.C.)

Período caracterizado, por el progreso cultural paralelo entre la sierra y la costa.


En lo concerniente a la utilización del medio ambiente, los de la sierra
establecieron su accionar, principalmente en las zonas de pendiente (quechua) y
pampa (suni) e incorporando a su vez a la zona de quebrada, principalmente la
cercana al mar y a la puna, a través del eje integrador de un solo sistema sociocultural.

Como habría de ser el caso de la cultura Recuay, la cual emergería en el Callejón


de huaylas y habría de extender sus dominios hasta la vertiente occidental de la
Cordillera Negra (ONUKI, 1982). Oh como fue el caso de otros grupos asentados en
las nacientes de los ríos Chancay y Chillón, los que ubicados entre las zonas de
pendiente y de pampa desplegaron también su control sobre la zona de quebrada
cercana al mar (CASANA, 1976).

Mientras tanto, los de la costa convertían a las llanuras del litoral y a las quebradas
cercanas al mar en campos fértiles para la producción agrícola. Siendo ésta última
zona (quebrada) lugar de conflicto entre los grupos de la sierra y la costa, en torno a
su utilización (ONUKI, 1982).

De otro .lado, en lo referido a la domesticación de camélidos, sólo se tiene


referencias acerca de su utilización entre los grupos de la sierra, como es lo
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mencionado a la cultura Recuay, la cual al parecer había perfeccionado el manejo y


control de la llama (Lama glama) y la alpaca (Lama pacos) en la producción de fibra
(DEL BUSTO, 1980); así como de su introducción de las zonas de puna, a las zonas
de pampa, pendiente y quebrada.

Oh como también es lo descrito sobre la cultura Tiawanaku, la cual garantizó su


subsistencia en base a la utilización de camélidos, los cuales fueron aprovechados pra
la producción de carne y fibra (LUMBRERAS, 1979).

5. Período Horizonte Medio (600 a 1,100 D.C.)

El cual significó la aparición del Imperio Wari, en la historia de los Andes Centrales.
Y que se caracterizó por el desarrollo de un poder y un gobierno fundamentalmente
centralista, el cual fue ejercido a través de la formación de colonias, las que eran
incorporadas al imperio mediante la conquista e invasión de otros pueblos, por parte
de un poderosísimo ejército (LUMBRERAS, 1979).

De otro lado, este proceso de expansión, significó la ocupación espacial de las


zonas de puna, pampa, pendiente, quebrada y costa; ocupación que se ejecutó a
través de dos epocas. La primera epoca, que abarca desde el 600 hasta el 700 D.C.,
significó la extensión del dominio Wari por la Costa Central y Sur, llegando hasta
Huaura por el Norte, y más allá de Nazca por el Sur, asimismo ocuparía las serranías
de Ancash, comprendiendo todo el Callejón de Huaylas. Mientras la segunda epoca,
se desarrolla desde el 700 hasta el 1,000 D.C., las conquistas abarcaron todos los
Andes Centrales, por el Norte se incluyó a los actuales departamentos de
Lambayeque y Cajamarca y por el sur Cuzco y Arequipa. Erigiéndose, posteriormente
a la realización de estas conquistas, centros coloniales de administración y captación
de recursos para la manutencioón del poder central, apareciendo así los centros de
Viracocha Pampa en Huamachuco, Vilcahuain en Huaraz, Wari vIlca en Huancayo,
Cajamarquilla en Lima y Piquillacta en Cuzco (AGURTO, 1984).

En lo referido a las actividades de subsistencia, éstas se centraron por un lado en


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la producción agrícola proveniente de las regiones conquistadas, ya que la producción


de la metropoli era insuficiente para abastecer los requerimientos cada vez más
significativos, de una ciudad y una población en constante crecimiento.

Mientras que por el otro, encamino sus actividades a perfeccionar la domesticación


de camélidos, los cuales fueron utilizados para la satisfacción de ciertas necesidades
básicas, como son las de carne y fibra, así como también las de carga y transporte de
mercancías. Uso y manejo, que se logró insertar y difundir en todas las regiones
conquistadas, a través de una adecuada selección, manejo, adaptación y
especialización de los lamoides, hecho que se obtuvo, tal vez después de muchos
años de experimentación y cuyos resultados veremos a continuación.

6. Período de Estados Regionales (1,100 a 1,440 D.C.)

Caracterizado por el deterioro y decaimiento del centralismo Wari, el cual


finalmente desapareció, trayendo consigo la subsecuente liberación e independencia
de las antiguas colonias, las cuales al lado de sus poblaciones se vieron inmersas en
un conjunto de desplazamientos, en donde ideas, valores, creencias y población se
vieron enfrentados, generando una serie de cambios que habrían de transformar el
universo, hasta ahora conocido. El cual se fue sosegando, conforme los grupos
étnicos se iban constituyendo en los respectivos estados regionales que constituyeron
y caracterizaron este período. Así tenemos, a los Chimú, en la Costa Norte; Chancay,
Ichma y Colli, en la Costa Central; Ica-Chincha, en la Costa Sur; Huanca, Chanca,
Tarama y Yauyo, en la Sierra Central; Yaros o Yarovilcas entre las Sierras Norte y
Central; Quilque en la Sierra Sur; Collas y Lupacas, en la Región Altiplánica y Costa
Extremo Sur; y Chachapoyas, en la Región Nor-Oriental de la Amazonía.

Los cuales evidencian una ocupación espacial de las zonas de costa, quebrada,
pendiente, pampa, puna y ceja de selva.

De otro lado, en lo que respecta a la utilización de camélidos, ésta se desarrolló


principalmente para satisfacer y cubrir las necesidades de subsistencia, a través de la
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producción de carne y fibra; como herramienta útil de transporte, apoyo y carga en las
actividades de comercio e intercambio de mercancías. Así como también, en lo
concerniente a las actividades de tipo religioso.

Motivos por los cuales habrían de impulsarse y difundirse diversas


especializaciones en las técnicas de manejo, selección y adaptación de las diferentes
variedades de camélidos; de acuerdo a las distintas necesidades, como también a las
determinadas características geográficas de cada región.

Así tenemos el caso de los Chimú de la costa norte, una sociedad que dependía
ecnonómicamente de la producción de pescado seco y salado, así como del
intercambio a través del trueque con poblaciones agrícolas (DEL BUSTO, 1980;
ALTAMIRANO ENCISO, 1983; 1987) de Huancabamba, Olmos y Jaén a través del
abra de Porculla (ALTAMIRANO ENCISO, 1987).

Según Altamirano Enciso (1983, 1987), esta sociedad complementaba su dieta


carnívora con camélidos y secundariamente con otras especies. Al parecer, el
camélido que más se utilizó fue la llama (Lama glama); la que era consumida
normalmente, de acuerdo a una clasificación previa, la que se establecía de acuerdo al
tamaño (esto es comprobable a través de los restos óseos encontrados en los
diversos yacimientos -WING, 1975; WHEELER, PIRES-FERREIRA Y KAULICKE,
1978-, aunque algunos arqueólogos como el mencionado, prefieren ceñirse a lo
establecido mediante el cuadro de edades), evidenciándose así una utilización
primaria de animales medianos y pequeños y una mínima utilización de animales
grandes, como lo acreditan los restos óseos, hallados en los yacimientos
arqueológicos de Bayóvar en Piura y Manchán en Casma, lo que puede significar que
éstos últimos fueron utilizados principalmente como animales de carga.
De otro lado, al señalarse la existencia de camélidos de diversos tamaños o
edades, éstos patentizan una ocupación espacial de tipo permanente; así como una
manifiesta adaptación y aclimatación al habitat desértico (ALTAMIRANO ENCISO,
1987) como fruto de la realización y conocimiento de cruces selectivos (ALTAMIRANO
ENCISO, 1983).
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Otro aspecto, es lo descrito en torno a los reinos Aymaras, los cuales


sustentaban principalmente su economía, en base a la ganadería de la llama (Lama
glama) y la alpaca (Lama pacos), describiéndose impresionantes rebaños durante la
colonia (LUMBRERAS, 1979).

Finalmente, otra forma interesante en que se involucra la domesticación de


camélidos de éste período, es la relacionada directamente con los níveles de
especialización, logrados por la nación Yauyo -en la cual se haya incluída nuestra área
de estudio referencial "jicamarca", y que ya explicamos su relación en un trabajo
anterior- (CASTRO SUAREZ, 1992) y que de ella se describen según el texto de Avila
(1598), si bien algunas sino todas de sus principales características; como el de una
sociedad que dependía casi exclusivamente del pastoralismo para garantizar su
subsistencia y que le permitió a su vez, el poder desplegar de manera eficiente el
manejo, selección y adaptación de los lamoides, a través de una diversa y variada
ocupación espacial como de utilización ambiental, realizada al parecer en tres épocas
de desarrollo y que comprendió las zonas de puna, pampa, pendiente, quebrada
cercana al mar y llanuras del litoral.

Estas tres épocas de desarrollo, habrían de realizarce en torno a tres formas de


vida particular, en donde la utilización de guanacos (Lama guanicoe), vicuñas (Lama
vicugna o Vicugna vicugna) y sobre todo llamas (Lama glama) constituyen el eje
central de todo éste acontecer, lo cual nos permite identificar las características del
avance de los yauyos hacia la costa, así como su interrelación con los pueblos que
expulsaron y/o asimilaron en dicho avance; así tenemos:

 Primera Epoca, la que nos sugiere identificar la práctica de un nomadismo


errante, sin rumbo fijo en las mesetas altoandinas, en procura de recursos para las
"llamas de los cerros que comenzaron ya a seguir al hombre" (AVILA [1598?] 1966;
TAYLOR, 1987 Cap.IV)

 Segunda Epoca, la que es interpretada por el desarrollo de una


18

trashumancia de tipo estacional, la cual comprendía la utilización de circuitos, los


que al parecer se realizaban a través de una verticalidad entre los pastos de la sierra
y las lomas de la costa y que son descritos metafóricamente en la figura de
Huatiacuri, en su encuentro con los zorros de la parte alta y de la parte baja
respectivamente (AVILA {1598?] 1966; TAYLOR, 1987 Cap.V).

Asi como por los primeros contactos con otras poblaciones que también se
ubicaban en las partes altas y que al parecer domesticaban llamas; poblaciones que
los consideraban como pobres, miserables y vagabundos, dada su condición de
pastores; como por los requerimientos básicos de su alimentación en base a la
utilización de papas asadas, las cuales eran prepadas mediante el calentamiento de
la tierra, a través de la técnica llamada "Huatia" (AVILA [1598?] 1966; TAYLOR, 1987
Cap.V.), la cual es descrita por Cardich (1983), en la tradición Lauricocha II y III.
Hecho que nos permite interpretarlo, como la práctica de una agricultura de secano o
bien el de un intercambio de productos con las otras poblaciones.

 Tercera Epoca, la cual nos permite reconocerla por la aparición de un


sedentarismo agropecuario, como resultado de la expulsión de antiguas poblaciones
de sus respectivos habitats; así como de la asimilación de otras a su peculiar forma de
vida, tratando de mantener en lo posible las anteriores condiciones de vida de dicha
población, con el establecimiento de poblaciones dedicadas a la producción agrícola,
así como de otras orientadas a la producción pecuaria, estableciéndose así, una
complementariedad entre producción agrícola y pecuaria, como de utilización
ambiental.

En lo que respecta a la domesticación de camélidos, ésta se desarrolló en


torno a la utilización de la llama (Lama glama) y que de la cual se describen dos
variedades una grande y una pequeña, como la mencionada en el rito a Pariacaca,
en donde los hombres persiguen a sus llamas pequeñas, para que lleguen a prisa a la
cima del cerro (AVILA[1598?] 1966; TAYLOR 1987 Cap.IX).

Así mismo, la utilización de éstos animales se orientó a satisfacer las


19

necesidades de subsistencia de las poblaciones en la producción de fibra y carne


como herramienta de apoyo en las actividades de transporte y carga, en la contínua
interacción entre las poblaciones. Así como para cubrir los requerimientos de carácter
mágico-religioso, destinándose rebaños para la actividad cultual (AVILA [1598?]
1966; TAYLOR, 1987 Cap.XX).

7. Período Horizonte Tardío (1440 a 1535 D.C.)

El que se caracterizó por la aparición y desarrollo del imperio de los incas, en la


historia de los Andes Centrales. Los cuales no modificaron en nada, los alcances y
procesos logrados por otras culturas en cuanto a la ocupación espacial y utilización
ambiental se refiere, incorporándolos a un proceso de interacción e interrelación; el
cual, comprendía a las zonas de Ceja de Selva, puna, pampa pendiente, quebrada y
llanuras del litoral, en torno al ejercicio de un poder marcadamente centralista, ligado a
la capital del imperio; la cual, representaba y operaba simúltaneamente como centro
del poder religioso, político, cultural, geográfico, víal, económico, linguístico y militar
(DEL BUSTO, 1980), del orbe hasta ahora conocido.

De otro lado, en lo relacionado con la domesticación de los camélidos


sudamericanos, ésta giro en base a la utilización de llamas (Lama glama) y alpacas
(Lama pacos), las cuales proveían la fibra necesaria para confeccionar la ropa de los
habitantes de la sierra; el cuero para sus ojotas, para las ligadiras de la taqlla y para la
fabricación de odres, los que eran utilizados en el acarreo del agua por las caravanas
que se veían obligadas a cruzar largas extensiones de desierto; así como la mayor
parte de las proteínas animales (carne y charqui) de su dieta. Transportaban cargas y
desempeñaban un papel destacado en la vida ceremonial (MURRA, 1975; 1983),
destinándose para ello grandes hatos para el culto a las huacas Quimquilla y
Llocllayhuancupa las cuales tenían sus propios hatos (AVILA [1598?] 1966; TAYLOR,
1987 Cap.XX y XXIV), de llamas, sacrificándose algunas de ellas, de acuerdo a los
ritos propiciatorios, cuando menos una vez al año.

En lo que respecta a su distribución, ésta se registró principalmente en la región


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del Collao, entre las etnías de lengua aymara y secundariamente en otras regiones, en
dónde habían sido introducidas, dadas las condiciones para ello (DEL BUSTO, 1980;
MURRA, 1983).

En cuanto al pastoreo y cuidado de los rebaños se refiere; se distinguen dos


modalidades:

 La primera, recaía en manos de pastores jóvenes, cuyas edades se hallaban


comprendidas entre los nueve y veinte años de edad, los cuales realizaban
estas actividades por turnos, en sus respectivas comunidades (MURRA, 1975;
1983).

 Y la segunda, en manos de adultos, cuyo oficio exclusivo era cuidar el ganado;


como fue el caso de los yana, los cuales dedicaban toda su vida a cuidar los
rebaños del inca o de alguna panaca (MURRA, 1975).

De otro lado, en lo concerniente a la propiedad de los rebaños, éste se remite a


dos formas; la primera denominada "Capac Llama" y que comprendía a los rebaños
del estado o de la iglesia; mientras que la segunda, era designada con el nombre de
"Waqcha Llama" y que involucraba a los rebaños de los hombres comunes,
mercaderes, peregrinos y en especial al de las comunidades (DEL BUSTO, 1980;
MURRA, 1975; 1983).

Finalmente al eclipsar, éste período con el arribo e invasión de los españoles, la


domesticación y pastoralismo de los camélidos, habría de ingresar a un prolongado
proceso de deterioro, postergación y desplazamiento a consecuencia de la
introducción de nuevas especies, las cuales, como habría de ser el caso de la cabra
(Capra hircus) se adaptaron fácilmente a las exigencias del nuevo habitat, como a las
poblaciones que se vieron obligadas a recepcionarlas, y de lo cual hablaremos a
continuación.
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22

CAPITULO II

LA DESTRUCCION DEL
PASTOREO DE
CAMELIDOS SUDAMERICANOS
Al arribo de la invasión ibérica, la riqueza pecuaria se extendía, a lo largo y ancho
de todo el territorio que comprendía el imperio de los incas. Testimonios de este
hecho, los encontramos entre los cronistas y algunos informes de las visitas realizadas
en el siglo XVI. Como la de Xerez (1534), en la que describe la presencia de estos
animales en las tierras altas, al cuidado de pastores, los cuales tenían la misión de
mantener a los rebaños fuera del alcance de los campos sembrados, sea pastando en
la puna o encerrados en corrales. A ello, es también válida, la descripción que hace
Estete (1535) quien observó hasta en dos ocasiones la presencia de rebaños de
llamas en las zonas de los actuales departamentos de Tumbes y Piura, las cuales
según sostiene, eran criadas por los yungas para su alimentación y que eran
obtenidas al trocar sus productos con los de la sierra. Otra versión al respecto, es la
que hace Molina de Santiago (1539), quien en el primer viaje de Almagro a Chile,
describe la existencia de rebaños de llamas gordas.

Posteriormente, a la narración de éstos relatos, encontramos otros, como el de


Dávila Briceño (1586), quien menciona la existencia de ganado de la tierra en la
cordillera de sierras de la provincia de los Yauyos, por ser ésta de mucho frío y
aspereza. Oh como la del cronista Acosta (1590), quien como dice Murra (1983)
consideraba que la costa no era lugar propicio para la reproducción de éste ganado de
la tierra , ya que su temple era frío. Y como lo evidenciaba la presencia de grandes
rebaños, en la región altiplánica del Titicaca. Sin embargo, existían evidencias de que
la domesticación de camélidos no se restringía tan sólo a la sierra, sino que también
se extendía a la costa, como lo evidencia Altamirano Enciso (1983, 1987); o como se
descubre la depositada en la Visita de Acarí, ocurrida en 1593; en donde se hace
mención de la presencia de "ovejas de la tierra" (ROSTWOROWSKI, 1973). Oh la
23

descita por Cieza (1547), en torno a San Miguel de Piura, en donde señala que:

"....Solía haber gran cantidad del ganado que llaman ovejas del Perú; en este
tiempo hay muy pocas, por la prisa que los españoles les han dado. Sus ropas son de
lana de estas ovejas y vicuñas, que es mejor y más fina, y de algunos guanacos que
andan por los altos y despoblados y los que no pueden tenerlos de lana, las hacen
de algodón....".

Sin embargo, pese a todo ello, una vez iniciada y consolidada la invasión hispana,
habría de desatarse un amplio proceso de destrucción de la riqueza pecuaria de los
Andes Centrales; mermando la copiosa y abundante variedad de especies
domesticadas y salvajes, principalmente en lo que atañe a su reproducción,
domesticación, manejo y pastoreo, a través de una cacería indiscriminada; la que se
realizaba unas veces como deporte y otras en procura de alimentación para la
soldadesca y que es mencionado por Cieza de León en su "Crónica del Perú" (1550):

"...En los tiempos pasados, antes que los españoles ganasen este reino, había
por todas estas sierras y campiñas gran cantidad de ovejas de las de aquella
tierra, y mayor número de guanacos y vicuñas; con la prisa que se han dado en
matarlas los españoles, han quedado tan pocas que casi ya no hay
ninguna....porque las guerras de los cristianos que unos con otros tuvieron acabaron
las muchas que tenían..."

Otro factor que también fue incorporado en el proceso de destrucción, habría de ser
el de las contribuciones y obligaciones tributarias, las cuales inicialmente forzaron a la
población indígena a pagarlos en productos nativos (BURGA, 1980), como sería el
caso del pago con camélidos, los que eran utilizados luego para proporcionar carne a
las poblaciones obligadas a trabajar en las minas de Potosí y como bestias de carga
para el transporte de minerales. Posteriormente, a esta forma de pago se incluiría
aquella en dinero, para cubrir las necesidades de la demanda anterior y que se
realizaba a través de la venta del ganado y en la cual los indígenas siempre perdían,
ya que en las transacciones los españoles adquirían el ganado por debajo del valor
24

que realmente tenían (FLORES OCHOA, 1977).

De otro lado, la desaparición del ganado se debió también al desarrollo de


catástrofes naturales, como las torrenciales lluvias acaecidas en 1578 en Trujillo y
Lambayeque, en donde las ovejas de la tierra que allí había murieron :... a causa de
las dichas lluvias...", tal como se desprende de las diversas declaraciones habidas
(ROSTWOROWSKI, 1981). Oh como la gran peste de "karachi", como se llama en
quechua a la sarna, que asoló a los Andes, entre 1544 y 1545 (FLORES OCHOA,
1977).

Así mismo, la introducción de animales exóticos de pastoreo por los invasores


penínsulares desde el siglo XVI, modificó sustancialmente la distribución espacial de
los camélidos sudamericanos (FLORES OCHOA, 1982). Ovinos, vacunos, equinos y
caprinos, fueron fácilmente introducidos, debido entre otros factores a la baja densidad
de la población indígena que se registra a lo largo de éste siglo, la cual cada vez que
disminuía, permitía la contracción de las áreas agrícolas , favoreciendo de esta
manera la ampliación y expansión del medio natural y por consiguiente el desarrollo de
una ecología favorable para su adaptación al medio físico (BURGA, 1976); así como
una aceptación, inicialmente forzosa por parte de las poblaciones, quienes iniciarían
un proceso de desplazamiento y postergación en la domesticación y utilización de los
camélidos sudamericanos, desarraigándolos en algunos casos de sus lugares de
origen a otros cada vez más distantes. De otro lado, la imposición de nuevas
necesidades de consumo, como carne, leche, lana, queso y cueros, se sumaron
también a ésta pstergación, configurándose de esta manera, nuevas unidades de
producción y manejo pecuario, en base al reemplazo de una especie por otra
(CASTRO SUAREZ, 1989), como habría de ocurrir con el caso de la cabra (Capra
hircus) y que de la cual hablaremos a continuación.
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CAPITULO III

LAS CABRAS Y SU INTRODUCCION

Las cabras se hayan constituídas de acuerdo a la clasificación zoológica de la


siguiente manera:

- Subreino : Metazoos
- Tipo : Vertebrados
- Clase : Mamíferos
- Subclase : Placentarios
- Orden : Artiodáctilos
- Suborden : Rumiantes
- Familia : Bóvidos
- Subfamilia : Caprinos
- Gébero : Capra

Caracterizándose por las siguientes peculiaridades:

 Cuerpo nervudo y fuerte, patas robustas y no muy largas, el cuello grueso y la


cabeza relativamente corta, con la frente ancha y las orejas delgadas y con gran
movilidad
 Los ojos son grandes y vivaces, faltando por completo los sacos lacrimales.
 La cola, de forma triángular, está desnuda en su parte inferior y casi siempre en
posición erguida.
 Los cuernos, presentes en ambos sexos, pueden ser redondeados o
cuadrangulares; marcadamente rugosos, según la edad, y muy gruesos en su
parte delantera; se curvan hacia atrás, en forma de medialuna, o bien se tuercen
nuevamente en la punta y recuerdan entonces una lira. Los de los machos son
más pesados que los de las hembras.
 Los pies son más fuertes que los de los ovinos y están provistos de un hueso
"caña" muy robusto que les facilita en gran manera su desplazamiento por terrenos
26

accidentados.
 El pelaje de las cabras está constituido por una lanilla fina cubierta de gruesos
pelos ásperos, muy tupidos en varias especies, mientras que en otras se alargan a
modo de crin visible en varias partes del cuerpo; este pelo forma, en casi todas las
especies, una larga barba en el mentón. El color suele ser oscuro, terroso, castaño
o gris. Por último, es también característico de estos animales que despidan un olor
penetrante que se conoce, precisamente, por "olor a macho cabrío", que lo
emanan en todas las estaciones, pero especialmente en la época de celo.
 Todas las especies viven en sociedad, sólo los machos viejos viven aislados. Son
animales de gran movilidad, vivaces, inquietos, inteligentes y astutos;
continuamente saltan y corren y puede decirse que sólo permanecen quietos para
rumiar. Se muestran activos tanto de día como de noche, pero prefieren no
obstante la actividad diurna.
 Se alimentan de toda clase de plantas propias de montaña, si bien prefieren las
más jugosas. Como son glotones, tienen sumo cuidado en elegir los alimentos más
selectos; saben siempre encontrar los parajes en los que abundan los mejores
pastos y se trasladan de una región a otra en busca de la hierba má sabrosa.
Todas las especies de cabras sienten predilección por la sal, por lo que acuden
con gran regularidad a los lugares donde se encuentra esta sustancia. Por otra
parte, su necesidad de agua es absoluta, evitándo por consiguiente los párajes
áridos, desprovistos de fuentes o riachuelos.
 El estómago, está constituido por cuatro partes distintas: el herbario o panza
(Saccus rumiens), el bonete o redecilla (Reticulum), el libro o salterio (Omasun) y el
cuajar (Abomasun). La primera de estas partes comunica con el esófago, y la
última con el intestino. El herbario o panza recoge el alimento tras una rudimentaria
masticación; luego este alimento pasa lentamente a la redecilla, donde es sometido
a una primera fase digestiva; a continuación, y en forma de bolas, vuelve a la boca,
siendo masticado más detenidamente por los molares, ensalivado y enviado al
libro, pasando por último al cuajar.
 Su dentadura muy especializada está constituida por treinta y dos dientes,
dispuestos en cada rama mandibular y respectivamente arriba y abajo de la
siguiente forma: incisivos 0 y 3; caninos 0 y 1; premolares 3 y 3; molares 3 y 3.
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 Los sentidos de estos animales están desarrollados de una manera bastante


uniforme. Ven, oyen y olfatean perfectamente a distancias considerables.
 La gestación dura ciento cincuenta días y en cada parto nacen uno o dos cabritos;
estas crías al nacer, pesan unos 4 kg., son amamantados durante unos cien días y
completan su desarrollo a los dos años y medio.
 La producción lechera es bastante elevada y, sobre todo, muy remuneradora si se
tiene en cuenta las minimas exigencias alimentarias y ambientales del animal, así
como también su escasa corpulencia; la mayoría de las cabras están en
condiciones de sumistrar cantidades anuales de leche equivalentes a doce veces
el peso de su cuerpo, mientras que la vaca, por ejemplo, proporciona como
máximo una cantidad que equivale a unas ocho veces su propio cuerpo. De un
solo animal, y naturalmente según la raza pueden obtenerse producciones
comprendidas entre los 350 y 1500 litros por año. La leche es sabrosa, rica en
grasas y se utiliza especialmente para la elaboración de diferentes tipos de quesos.
 En tanto que la producción de carne es mucho más limitada, puesto que sólo se
aprovecha la de los cabritos. La de los individuos adultos, resulta fibrosa, y la de
los machos no castrados despide un fuerte olor "cabruno", debido a la presencia en
los tejidos de algunos compuestos aromáticos aminados.
 De otro lado, en algunas especies se registra una abundante producción de pelos
muy largos y sedosos, los cuales constituyen un producto de alto precio y estima
en la confección de tejidos e hilados.
 Asimismo, la piel del cabrito tiene aplicación en peletería y su comercio proporciona
apreciables beneficios.
 La edad más conveniente para la reproducción, es de unos veinte meses para el
macho y alrededor de dieciocho para la hembra. A un macho pueden asignarsele,
en un año de cien a ciento veinte hembras.
 Finalmente su alzada, medida en la cruz, oscila entre 40 y 85 centímetros y el peso
entre 30 y 90 kgs (ABRIL, NOGUER, RIZZOLI Y LAROUSSE, 1971).

Domesticadas inicialmente, al parecer en Ali Kosh (Irán), alrededor de los 9500 a


9000 A.C. (HARRIS, 1986), serán introducidas al continente europeo y en especial a la
península ibérica en el 4000 A.C., como parte de la expansión de la economía
28

neolítica en sus formas mixtas (pastoril y agrícola) fuera del área de su formación,
constituyéndose así la cultura neolítica occidental, que se extiende por España, con
las manifestaciones de Almería que comprende desde la región del Levante hasta el
Ebro y la de Fosa en Cataluña; en Francia con las expresiones culturales de Chassey
y en Suiza la de Cortailhod. Mientras que en las islas británicas, Windmill Hill será el
rasgo dominante en Inglaterra. Finalmente, al concluir este período, la economía de
producción, caracterizada por la práctica de la agricultura y el pastoreo se ha
impuesto en la mayor parte de los territorios europeos, y en particular en la totalidad
de las áreas mediterráneas y centro-europeas, desde el Atlántico al Dniéper. Al norte
del paralelo 50 y de una línea que pasa por Francfort-Praga-Kiev, adquieren gran
desarrollo pueblos pastores nómadas que durante el tercer milenio serán los primeros
protagonistas de la gran transformación que sufrirán los pueblos europeos
(PERICOT/MALUQUER 1970).

El período comprendido en el 3000 A.C., significó el desarrollo de la cultura


megalítica occidental, la cual, se manifestó como una ruptura con todo lo anterior,
nuevas ideas, creencias, valores y una organización social distinta confluyen dando
origen a una nueva cultura asociada con la hegemonía cretense en el Egeo y que se
caracterizó por el manejo de la técnica metalúrgica, principalmenteñ, as i como de la
edificación de estructuras ciclópeas. Como fue el caso de los Dólmenes.
Extendiéndose a lo largo de las regiones en que se hayan comprendidas Portugal,
España, Francia, Italia, Sicilia, Malta, Cerdeña, Córcega, Alemania e Islas Británicas.

En lo que respecta a España, ésta se vió penetrada por el Norte, por pueblos de
pastores que ocuparon Galicia, y el occidente de la meseta por Extremadura (Badajoz
y Cáceres) alcanzando la cuenca del Duero (Salamanca, Zamora y León), así como la
cordillera pirenaica, desde el país Vasco a Cataluña. Y por el sur, por pueblos
agrícolas, ocupando las ricas regiones agrarias de Carmona, Antequera, Sevilla,
Huelva y Millares (PERICOT/MALUQUER, 1970; VICENS VIVES, 1970).

De otro lado, al eclipsar éste período de desarrollo megalítico los pueblos del norte
de España entraran en un proceso de recesión cultural. En tanto, que los del sur
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ingresaban a uno de auge, debido sobre todo a la introducción de la metalurgia del


bronce por parte de fenicios y helenos, quienes potenciaron la riqueza de los pueblos
asentados en el litoral mediterráneo, desde Cataluña a Andalucía, allá por el período
1000 A.C.

Mientras ésto ocurría en el sur; el norte se veía penetrado a través de los Pirineos
por los Celtas (900 a 650 A.C.) un pueblo de pastores, rústicos, rudos y violentos. Los
cuales, una vez que ocuparon la mayor parte de la península, difundieron en ella la
metalurgia del hierro, la cual desató fuertes repercusiones, en el orden cultural, ya que
en determinados lugares impuso una casta guerrera sobre los pueblos de agricultores,
mientras en otros se fusionaban con los pueblos de pastores.

Luego de estos sucesos, habría de sucederse en la península la ocupación romana


(300 A.C.), la cual se desarrollaría en el transcurso de siete siglos de dominio, hasta su
decadencia a consecuencia de las invasiones bárbaras. Manifestándose en el
momento de la ocupación, un pujante cantonalismo entre las poblaciones del litoral. En
tanto, que las del norte se mantienen arcaicas y desconfiadas contra cualquier
novedad y sobre los cuales habrá de ejercitarse la presión urbana de la colonia,
desatándose una fuerte oposición entre el campo y la ciudad. Tal es así, que algunas
poblaciones pastoras del norte, gente bravía e indómita mantuviera su libertad
(VICENS VIVES 1970).

En el 400 D.C., la península registra en su interior la invasión de pueblos pastoriles,


procedentes de la región germánica a través de los Pirineos. Vándalos, Suevos y
Alanos, ingresaron saqueando y destruyendo cuanto encontraban a su paso. Luego de
esto, a fin de evitar choques armados entre ellos convinieron en repartirse el territorio
ocupado. Así tenemos, que a los Vándalos asdingos y a los Suevos el norte y noroeste
(Cantabria y Galicia), a los Vándalos silingos el sur (Vandalucía) y a los Alanos una
ancha franja que iba desde el Mediterráneo al Atlántico. En tanto, que el noreste
quedaba aún en poder de los romanos.

De otro lado, en el 500 D.C., se registra una nueva invasión, los visigodos que
30

habitaban las costas occidentales del Báltico, sin embargo tuvieron que trasladarse a
la orilla izquierda del Danubio, después de largas luchas con los romanos. En el siglo
III de nuestra era, el avance de los Hunos obliga a los Visigodos a cruzar el Danubio y
ocupar el territorio de las Galias, hasta su derrota por los Francos en el 507 D.C.,
hecho que los forzó a buscar refugio tras la cortina pirenaica, estableciéndo su capital
en el corazón de la península, Toledo, la cual por vez primera se convertía en centro
político. No tardaron en surgir diferencias, y para extender sus dominios, lucharon
contra los Alanos, a los que vencieron. Atacaron después a los Vándalos del sur, los
cuales cruzaron el estrecho y pasaron a establecerse en el norte de Africa.

En tanto, que los Suevos y los Asdingos fueron incorporados al territorio Visigodo,
recién en el año 585 D.C., el cual irá adquiriendo un marcado tinte unitario en toda la
región, hasta la ofensiva islámica del siglo VIII, en la que poblaciones procedentes de
Africa invadieron la península, ocupación que se prolongó durante ocho siglos, en la
que algunas ciudades, principalmente las del litoral, aceptaron gustosas formar parte
del protectorado musulmán. En tanto, que las poblaciones pastoras del norte se
mantuvieron irreductibles, acaudilladas tal vez por el innato sentimiento de
independencia.

En el siglo X, el Islam alcanza en España su cenit político, económico y cultural. La


introducción de las nuevas técnicas agrícolas, Persas y Nabateas, la mejora y
desarrollo del sistema de regadíos, convirtieron los valles y las hoyas de la costa
mediterránea en admirables campos de cultivo. En las ciudades, sobre todo Córdova,
Sevilla y Málaga se desarrolla una pujante actividad artesanal, en tanto que sus
puertos se convertían en los más ricos de occidente. Todos estos signos de riqueza,
sirvieron de base para la reorganización del poderío musulmán (VICENS VIVES,
1970).

Sin embargo, este poderío se mostró insuficiente para reducir o eliminar las
resistencias asentadas en el norte por los reinos de León y Navarra, los cuales habrán
de impulsar por separado la formación de Castilla, un pueblo de pastores y
campesinos, tal como lo señala Vicens (1970) que conducía sus rebaños más allá del
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Duero (Extremadura Soriana) y labran las vegas del Arlanza o del Carrión y que se
enfrentan a los musulmanes más allá de los Montes del Sistema Central. Gentes de
guerra, que vivían del producto de sus rebaños y de las tierras que poseían.

Paralelamente, a la sucesión de estos hechos, se registra en la penísula una nueva


oleada de invasiones, provenientes del Africa. La de los Almorávides, registrada en el
año 1086 D.C., y la de los Almohades en 1146 D.C., quienes planteaban una lucha
contra los cristianos y que se caracterizaba por una dureza y una intransigencia
espiritual, la que se hallaba respaldada por sus victorias militares. Hecho que se
manifiesta de igual manera entre los Castellanos y Leoneses, los que inspirados en el
ideal de reconquista de España y de los Santos Lugares, motiva una colaboración
entre los distintos reinos en la realización de empresas comunes, las que se verán
positivamente satisfechas con la derrota de los Almohades en la batalla de las Navas
en Tolosa, en el año de 1212 D.C., y con el establecimiento de Ordenes Militares en
las fronteras musulmanas con Castilla. Organizaciones religiosas que ocuparon
extensas regiones en la meseta sur (Castilla La Nueva y Extremadura) y en Andalucía
Occidental, e introdujeron en ellas el régimen de latifundios y el predominio de la
economía y mentalidad pastoril, característica fundamental de la "trashumancia"
altomedieval y que se veía representada en el continuo tránsito de los rebaños
pirenaicos, así como de las caravanas de ovejas "merinas", hacia el mediterráneo, y
que fueron introducidas al parecer por la tribu africana de los Benimerines. En tanto,
que el resto del territorio, se vió favorecido por el desarrollo de ciudades y villas a
través de la agricultura.

Entre los siglos XIII y XIV, el período medieval llega a su fin y la política de
expansión mediterránea se mantiene contínua, hecho que obliga a Castilla, a
mantenerse vigilante en el estrecho de Gibraltar, con el objeto de evitar una nueva
inva-sión africana por parte de los Benimerines, cuyo poder había substituído al de los
Almohades en Marruecos y que cruzaban el estrecho contínuamente y con mucha
facilidad hacia los puertos de Gibraltar, Algeciras y Tarifa y hacia las tierras de Baja
Andalucía. Sin embargo, no será hasta 1340 D.C., a orillas del Salado, en que las
tropas Castellanas, después de reiterados esfuerzos, se adueñaron de Tarifa y
32

Algeciras. Gibraltar, fue tomada y pérdida, cerrándose así la época de invasiones en la


península, en tanto que el reino de Granada se mantenía fiel al espíritu del Islam.

A mediados del siglo XIII, estalla la guerra con Francia, esto habrá de suscitar en
Cataluña el desarrollo de la industria textil lanera, con una producción destinada a
satisfacer los nuevos mercados penínsulares y, sobre todo, la venta en Cerdeña,
Sicilia y Africa del Norte. A los paños añadían los Catalanes el comercio de las
especias y la exportación de hierro labrado, corales y cueros. Hecho que obligaría a la
monarquía catellana a establecer una fiscalidad sobre los rebaños trashumantes, en el
mismo momento en que Flandes e Italia se convertían en grandes compradores de
lana. Dando origen así a la "Mesta" e iniciándose también la dramática paralización de
la agricultura castellana (VICENS VIVES, 1970).

La agrupación de todos los propietarios y pastores de ganados de Castilla, fue


reconocida por Alfonso X "El Sabio" en 1273, la cual recibió, juntamente con varios
privilegios, la denominación de "EL HONRADO CONCEJO DE LA MESTA DE
PASTORES". En la Alta Edad Media, fue frecuente la costumbre de reunir asambleas
de pastores y propietarios en Castilla, en las que se acordaba la política de precios
para la industria ganadera, la asignación de las reses descarriadas y el libre paso de
los ganados a través de los campos de cultivo, así como para solucionar las
permanentes disputas entre los ganaderos de la plana (riberiegos) y los de la montaña
(serraniegos o serranos). Estas asambleas, recibían la denominación de mestas.

Es así, que el Honrado Concejo de la Mesta, pasa a con-vertirse en el organismo


central encargado de la custodia y el fomento de la ganadería, ejerciendo el derecho
de administrar justicia pues gozaba de legislación propia (REVISTA DE OCCIDENTE,
1968).

Hay quienes señalan, que la abundancia de la ganadería en España en el siglo XIII


justificó la aparición de la Mesta. La gran variedad de climas manifiestos en la
península, forzaba el desplazamiento del ganado en busca de nuevos pastos,
desplazamientos de tipo trashumante, los cuales se realizaban siguiendo rutas
33

tradicionales llamadas cañadas. La organización de la Mesta se basaba en el


reconocimiento del derecho de paso a través de las cañadas. Estas fueron varias, pero
las más celebres estaban ya delimitadas en el privilegio de Alfonso X, y eran las
llamadas "leonesa, segoviana y manchega", las cuales tenían para facilitar el paso de
los ganados 90 varas de ancho (80 mts. aproximadamente). Con un sistema de
comunicaciones transversales que aseguraban la relación entre las diversas cañadas,
llamadas cordeles, los cuales según la legislación de la Mesta, tenían 45 varas de
ancho (35 mts. aproximadamente). A mediados del mes de Setiembre se iniciaban los
preparativos para dar la marcha de los rebaños, los cuales formaban un conjunto
ganadero que recibía el nombre de "cabaña" (SOPENA, 1985; COLL, 1980).

La primera etapa de la historia de la Mesta, se centra principalmente en la atención


a sus ganados, "estantes y trashumantes" y a un robustecimiento de poder en su
organización, que se manifiesta a través de las prerrogativas que ejercía sobre las
reses abandonadas en las tierras de la nobleza, o cuando menos el derecho a
participar en el producto obtenido con la venta de dichos animales. La importancia de
la Mesta, va en aumento y se dirige hacia su apogeo en el siglo XVI. Sin embargo la
frágil y estrecha relación que existía entre la Mesta y el desarrollo del comercio de
lanas determinó que al arruinarse la producción de paños a comienzos del siglo XVII,
éste sufriese desastrosas consecuencias, que sumadas a la pérdida de la protección
real, aceleraran su caída, la cual se hizo manifiesta recién en 1836, con la extinción de
una institución que había durado cerca de seis siglos.

Sin embargo, la facilidad del negocio lanero, en que tantos intereses se habían
centrado desde el siglo XIII hasta el siglo XV, determinó la consolidación de los
privilegios de la Mesta, con su inevitable secuela de ampliación de eriales y cotos
cerrados a la actividad agrícola. Estableciendo de esta manera, una producción
agrícola incapaz de responder a las necesidades de la población; desde entonces el
espectro del hambre no dejó de amenazar a Castilla (VICENS VIVES, 1970).

En 1492, son descubiertas las tierras americanas, las cuales serán incorporadas a
la organización política de la metrópoli con la instalación de la audiencia de México en
34

1527 y que más tarde se constituiría en el Virreinato de Nueva España en 1535.

De otro lado, en 1542 se establece la corporación de la Mesta en México, con


objeto de proteger los intereses de los ganaderos, los mismos que fueron regulados
por unas ordenanzas promulgadas por el emperador Carlos I, en Valladolid el 4 de
Abril del mismo año y ejecutadas por el Virrey Antonio de Mendoza y que luego
habrían de extenderse a toda la América Hispana, así tenemos:

"Ley Primera. Que en la Nueva España se guarden las ordenanzas de la Mesta, e


introduzca en las demás provincias de las Indias.

El Beneficio y utilidad, que resulta de haber introducido la mesta en esto reynos de


Castilla dieron causa á que la Ciudad de Mexico, por lo que toca a sus terminos, y
Provincia de la Nueva España, con orden de Don Antonio de Mendoza nuestro
Virrey, hiziese algunas ordenanzas pra la cria, y aumento de los ganados, remedio, y
castigo de los fraudes, y delitos, que con mucha frecuencia se cometian: y haviendo
sido por nos confirmadas, y mandadas guardar, y cumplir. Es nuestra voluntad, que
en la Nueva España, donde se dio principio a este beneficio comun, tengan
cumplido efecto: y en las demas provincias donde no se huviere introducido, y
militare la misma razon, que en la Nueva España, hagan el Virrey, Presidentes,
Audiencias y Gobernadores, que se funde la Mesta, para que con mejor concierto, y
mayor aumento atiendan todos á la cría de los ganados, y los delitos no queden sin
castigo, sobre lo qual guarden las ordenanzas de Mexico, como ván en las leyes de
este título, y las demás, que en él se contienen" (CULTURA HISPANICA, 1973).

Paralelamente a la sucesión de éstos hechos, acontecían los relacionados con la


conquista e invasión del imperio de los incas, así como su posterior anexión a la
organización político-administrativa de la península ibúrica, el cual acaeció con la
creación de la Audiencia de Lima en 1543, un año después de promulgadas las
ordenanzas de la Mesta en México y para las demás provincias de las Indias; y que
luego se constituiría en el Virreinato del Perú en 1544.
35

Sin embargo, es en 1536, en que se registra la introducción de las primeras cabras


al reino del Perú (COBO, 1956), la cual tenía por objeto un carácter marcadamente
económico. Esto, porque inicialmente su importación era para acostumbrar a la
población aborigen a consumir los productos que ellas proveían, como requesones,
natas, manteca, quesos y carne fresca o salada, y que al parecer tempranamente
tuvieron gran aceptación como nos los ilustra Cobo (1956):

"...Mas ya han entrado en el uso destas comidas tan bien como en las demas
nuestras, por las cuales son perdidos, y cuando las alcanzan, las tienen por sumo
regalo..."

Para que posteriormente una vez acostumbrada la población a su uso y manejo,


estas fueran utilizadas por la gente del campo, dedicada a cuidar los rebaños de
ovejas merinas o carneros de Castilla, como comunmente se les llamaba, tal como se
desprende de la visita eclesiástica realizada en el Repartimiento de Chaclla, en el año
de 1622 y que consigna lo siguiente:

"AAL.
Legajo 3 - Expediente XI
...carneros de Castilla de la comunidad (que tomó el cura)...
Al ayllu de Xicamarca veinte y cinco carneros...
Al ayllu de Collata dieza y seys carneros...
Al ayllu de Songomarca veynte carneros...
Al ayllu Xepo treinta carneros...
Al ayllu Queca doce carneros...
Al ayllu Cuncan ocho carneros..."

Y que fueron introducidos para la producción de lana, la cual sería empleada en la


confección y elaboración de paños y ropa, durante el trabajo de los obrajes como parte
del tributo que los indígenas pagaban al encomendero, tal como se señala en la
relación del repartimiento de Arapa de la Provincia del Collao en 1570: "... Y dandoles
lana el encomendero son obligados a hacer 200 ropas de abasca..." (TOLEDO, 1975);
36

así como para el abastecimiento de carne, principal fuente de sustento para las
ciudades, como lo señalo Salinas y Cordova (1957), que en 1630, Lima consumía
cada año 200,000 carneros y 25,000 ovejas.

De otro lado, volviendo a nuestro tema concerniente a la cabra, su introducción y


posterior abundancia acarreó el desarrollo de la producción y fabricación de
cordobanes y pieles, los cuales una vez tratados, eran utilizados en la elaboración de
calzado y otros productos, tales como odres, los que eran empleados para el
transporte de agua y vino. Sin embargo, a los inicios de su importación dificílmente se
habría podido lograr esto, ya que para el año de 1544 se vendía cada animal a 100 ó
120 ducados, dado que éstas eran unas pocas (ODRIOZOLA, 1863-1877). Pero en
unos pocos años aumentaron en tal número, dada su prolificidad que poco caso se
hacía de ellas, pagándose por cada una de 4 a 6 reales (COBO, 1956).

Sin embargo, fue tal su incremento, que su cría su extendió a lo largo de todo el
Perú, como lo señala Cieza de León (1973), en 1548 con respecto al valle de
Pacasmayo "...se crían bien las vacas, y mejor los puercos y las cabras..."; a la ciudad
de León de Guanuco, "...Por los campos se crían gran cantidad de vacas, cabras,
yeguas y otras aves..."; y a la ciudad del Cuzco, "...Por los valles hay hatos de vacas y
cabras y otros ganados...".

Otra descripción en torno a la cría de la cabra, es la que hace Francisco de Avila en


1597, en su descripción de la Provincia de Huarochirí, en la que denota lo siguiente:
"...la gente que la habita son indios de buen natural y andan bien vestidos de lana y no
pobres; antes hay entre ellos muchos que tienen muy buenas cosechas, sementeras,
hatos de cabras y granjerías..." (DUVIOLS, 1966).

Finalmente, en años posteriores la ganadería sustentada en la utilización de la


cabra se haya firmemente consolidada en torno al uso y consumo de los algarrobos,
como lo indica Cobo (1956) en 1653: "...ha tenido muy grande aumento (las cabras) en
las sierras y en los llanos; y más copiosamente en las provincias de los llanos, por la
gran cantidad que hay en ellas de algarroba silvestre o guarango, como acá llaman,
37

que es pasto extremado para las cabras..."; a la producción de carne, como se deduce
de la visita realizada a la hacienda Talambo del valle de Jequetepeque en 1650
(BURGA, 1976), en la que se descubre lo siguiente:

"...(Entre otras cosas)


- una manada de cría 1050
- una manada de ovejas 761
- una manada de capadillos 818
- una manada de carneros 284
- una manada de cabras mochorras 750
- una manada de cabras de engorde 821
- una manada de capos de engorde 866..."

Como también a la fabricación de cordobanes, cueros y corambres, tal como lo


señala Rostworowski (1981) para los valles de Ica y Lambayeque en 1647, y para
concluir, en la elaboración de jabón, actividad que se realizaba en las provincias de
Zaña y Lambayeque en el siglo XVIII, así tenemos:

"...En las tinas se matan al año 60 a 70 manadas de ganado cabrío,


componiéndose cada una de 850 cabezas y en las demas tinas de toda la provincia
otra tanta cantidad. Vale cada cabeza antes de hecharla al pasto 8 reales de plata,
manteniéndose de los montes de algarrobo de este distrito, pero principalmente de
la provincia de Piura. Este es el mayor comercio de estos lugares que ciertamente o
frece utilidad..." (ROSTWOROWSKI, 1981).

De otro lado, posteriormente a lo acontecido con la introducción de estos animales,


habrá de generarse un proceso de asimilación a la cultura andina, la cual se hizo
manifiesta tempranamente, a través de diversas formas y manifestaciones y que de las
cuales trataremos a continuación.
38

CAPITULO IV

LA CABRA Y SU ANDINIZACION
El siglo XVI, significó para el mundo andino el deterioro del conjunto de relaciones y
situaciones anteriormente imperantes y manifiestas, que permitieron su pujante y
ostensible desarrollo, para dar paso al encuentro y desencuentro de dos culturas
totalmente distintas, en ardorosa y constante lucha por sobrevivir para una, y por
dominar para otra. Ideas, valores, creencias, tecnologías, formas de vida, etc.,
confluyen en ese momento de la historia, para dar paso y lugar al desarrollo de un
conjunto de nuevas manifestaciones o respuestas, al conjunto de situaciones que se
generaban. Como fue el caso de la sociedad pastoril, la cual después de más de siete
milenios de desarrollo, vió significativamente alterada su importancia, a raíz de la
importación de nuevas especies que introdujo la invasión penínsular, tanto en el nível
espacial, como en el cultural.

Y es, que al darse los primeros pasos del desarrollo de la conquista, ésta trajo
consigo a agricultores y pastores, portadores de plantas y rebaños que estaban
habituados a cuidar, explotar y consumir en su patria de origen (FLORES OCHOA,
1982).

Rebaños de ovinos, vacunos, equinos, cerdos y caprinos fueron introducidos, los


cuales dada su gran aceptabilidad al medio físico entraron en competencia con los
rebaños nativos de camélidos sudamericanos, por la ocupación de espacios y sobre
todo, por la utilización de pastizales, tanto de los ubicados en la costa, como de las
zonas altoandinas, constituyéndose de esta manera, en el más breve plazo en nuevos
elementos de la comunidad biótica. Hecho que habría de permitir su rápida
incorporación al medio social de las poblaciones conquistadas, para su uso, manejo y
consumo.

Suponemos, que este hecho significó al interior de estas poblaciones el


planteamiento de un conjunto de respuestas, las que habrían de plasmarse entre los
39

marcos de la adaptación y de la inadaptación cultural.

La adaptación significó el establecer un conjunto de procedimientos o


modificaciones, en la compleja red de relaciones sociales, formas de vida, creencias y
medios de comunicación simbólica, mediante los cuales una sociedad asegura su
subsistencia. En tanto que la inadaptación, es el transtornar, perturbar o bien escapar
de esas modificaciones que aseguran un tipo de subsistencia.

En lo que respecta a la adaptación, ella significó al interior de las poblaciones el


desarrollo de dos respuestas; la primera, ubicada en el marco de la supervivencia
física y la extinción cultural, y a la que algunos prefieren denominar aculturación, y es
que algunas poblaciones al huir de sus lugares de origen, para librarse de mitas,
tributos y otras humillaciones, renunciaban a lo que era suyo (ESPINOZA SORIANO,
1983) internándose, perdiéndose y confundiéndose, entre la muchedumbre de los
asientos mineros, villas y ciudades de españoles. Mientras que la segunda, remitida a
garantizar la supervivencia física como cultural, con la introduccion y asociación de
otros elementos de manera simbiótica y cooperativa, que a la par se mezclaron y
confundieron, recreando y remodelando el paisaje, pero estableciendo una relación de
diálogo, igualdad y equilibrio con la naturaleza, elementos básicos del bienestar y la
austeridad de la cultura andina (GRILLO, 1990; 1991), los cuales se han mantenido
vivos en el tiempo y en el espacio, a través del respeto y reproducción de las
tradiciones histórico-culturales.

Tradiciones, en donde el pasado y el presente se conjugan e interrelacionan, el


pasado se hace palpable y vivificante, mientras que el presente se recrea,
estableciendo un diálogo, en donde la diversidad no es contradictoria ni opuesta, ya
que incorpora a todos los seres de la colectividad natural, tal como son los animales,
las plantas, los suelos, las aguas, los ríos, las quebradas, los cerros, los montes, los
bosques y todo cuanto existe (GRILLO, 1991).

Diálogo, que se realiza permanentemente a través de las múltiples, cotidianas y


continuas reproducciones de las formas de vida ancestral, organización social,
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distribución espacial y celebraciones de carácter mágico-religioso.

Características que permitieron y facultaron la introducción y rápida andinización de


la cabra, la cual según los níveles de interpretación de la cosmogonía andina, no vino
a contradecir lo ya establecido, sino más bien a acrecentar la diversidad y a afirmar el
modo de ser del mundo.

Hecho que es confirmado, por los sucesos registrados en el año de 1601, en la


localidad de San Pedro Mama (hoy Ricardo Palma) y que son descritos por Ricardo
Palma (1972) en sus Tradiciones Peruanas, en torno al descubrimiento de un culto
idolátrico de adoración a la cabra, el cual sin lugar a dudas, evidencia la prontitud
como fue incorporada al universo panandino y que presentamos como sigue a
continuación:

"...el martes de Pascua de Resurección de 1601 el cura de San Pedro, que tal era
el nombre de una de las villas (ubicada a pocas leguas de Lima...a ambos lados del río
San Pedro, uno de los afluentes del Rímac), resolvió, después de celebrar misa, pasar
en Lima en compañía del sacristán que era un negro esclavo suyo. Cerca de Chosica
recordó el buen párroco que habia dejado su libro de rezos y ordenó al criado que
regresase a buscarlo.
El negro entró en San Pedro y pensó hallarse en una ciudad encantada. Era la una
del día, todas las puertas estaban cerradas, y ni un ser viviente se veía en la calle.
Pasando por una casa, la única que permanecía abierta, parecióse percibir algún
rumor, y apeándose del caballo penetró en ella cautelosamente.
Guiado por el murmullo, se encontro de pronto en una vasta sala donde se hallaba
congregado todo el pueblo, en actitud de profunda veneración. En el centro de la
sala alzábase un altar, y sobre él un ídolo representando una cabra. El cuerpo del
animal era de plata, los cuernos, los pies y los pezones eran de oro, y los ojos los
formaban dos piedras negras como el ónice. Un indio, vestido con una túnica
recamada de oro y plata, hacía las funciones de gran sacerdote, recitaba frases en
tono de salmodía, y los adeptos hombres y mujeres, por orden de antiguedad, se
acercaban al ídolo, ponían la boca en un pezón y el gran sacerdote pronunciaba la
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palabra quichua ¡Mama!


Repuesto el pobre negro de la impresión terrorífica....el miedo le hizo olvidar toda
cautela, y su precipitación para huir dió lugar a que los indios descubriesen que un
profano había participado del religioso misterio. Dando grandes alaridos corrieron tras
el sacristán; pero éste, que había dejado su caballo a la puerta, saltó sobre él con
presteza y, a todo correr, dió en breve alcance al cura en el camino de Pariache.
Llegados a Lima, el parroco comunicó lo sucedido al virrey, Marqués de Salinas.
Al día siguiente, y con acuerdo de la Audiencia y del Gobierno Eclesiástico, salía el
cura para su doctrina con una compañía de lanzas y arcabuces.
El cura iba autorizado para decir una misa de excomunión; pero se llevó el chasco
de no encontrar un solo feligrés que la oyese. La villa estaba desierta, pues los
indios habían huído...
...Desde la desaparición de sus moradores comenzó la decadencia de la villa, y los
terrenos de comunidad y de los naturales han venido a formar las haciendas de La
Chosica, Yanacoto, Moyopampa, Chacrasana, Santa Ana, Guachinga, Cupiche y
Guayaringa...".

Hecho que sin luhar a dudas, fue interpretado como una clara y evidente asociación
del culto "demoníaco" de adoración al macho cabrío, y que desencadenó en la vieja
Europa del siglo XV y en lo subsiguiente una atroz persecución de seres humanos,
cuyo único delito, era el de conocer algunos secretos de la naturaleza, ya que según
las creencias de la época, bastaba tan sólo ello para ser tildado de brujería y de pacto
con el demonio.

Desatándose de esta manera, como nos ilustra el caso anteriormente descrito, una
cruenta y tenaz persecución "evangelizadora", por parte de los religiosos de la época,
a través de las asiduas campañas de extirpación de idolatrías de los cultos locales,
más aún si tales cultos como el de la cabra, se asemejaban a los realizados en Europa
y al que los europeos tildaban de demoníacos, los que asociados a la realidad de la
época nunca prosperaban.

Sin embargo, cabe señalar que a la par que se realizaban estas acciones de
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carácter eclesiástico, se sucedían otras de distinto carácter que no eran tomadas en


cuenta, las mismas que de alguna manera se hallaban relacionadas con la
introducción de nuevas especies, las mismas que habían desplazado a las nativas,
entre ellas la "cabra", la misma que para algunas poblaciones de la región andina,
habría de significar fuente de fertilidad, abundancia y sobre todo de subsistencia,
desarrollándose en torno a ella, una relación que englobaba no sólo las características
mágico-religiosas, sino también las involucradas en el ámbito de la organización social
y territorial, com en el de la distribu-ción espacial y que aún subsisten.

Como es el caso relacionado directamente con las actuales comunidades pastoras


de cabras, y que cuyos miembros se ubican y se desplazan a lo largo y ancho de las
amplias llanuras costeras del litoral, como también entre las escarpadas vertientes
occidentales de los Andes Centrales, y a los que popularmente se identifica como
"chivateros o estancieros"; quienes de alguna manera, al igual que sus antepasados,
han conservado, alimentado y recreado la misma relación de diálogo, igualdad y
equilibrio del hombre con su entorno natural. Así tenemos, algunos rasgos
característicos de este grupo humano, enclavado en el universo heterogéneo de la
sociedad y cultura andina. Como lo es, en la prevalencia de algunas creencias en la
provincia de Huarochirí, y que ahora ya van desapareciendo, algunas de ellas
relacionadas con la ganadería, como la del "toro huaco" y la "cabra huaca", que son
figuras de estos animales que la gente ve en algunas rocas, sin duda por efecto de la
erosión, o la acción de los líquenes que en ellas se forman; y cree la gente que
debellevar su ganado a pastar por esos sitios porque creen que en la noche el toro o la
cabra cobran vida y engendran al ganado que se encuentra cerca de ella pero esta
reproducción es abundante y de interes y conveniencia para los dueños. (Insti-tuto de
Etnología, 1952).
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CAPITULO V

EL PASTOREO JICAMARQUINO
Entre los documentos más antiguos que se refieren a Jicamrca estan los de
Francisco de Avila, quien describiera la región de Huarochirí a finales del siglo XVI
(AVILA, 1598). La visita que hiciera Juan Martinez Rengifo a la parte alta del valle del
Chillón hace mención a Jicama -hoy Jicamarca- (ROSTWOROESKI, 1977). Diego
Davila Briceño en su importante descripción de los Yauyos en 1586 (DAVILA
BRICEÑO, 1881) incluye a Jicamarca como parte del Repartimiento de Chaclla;
Antonio Vásquez Espinoza describe a Jicamarca en 1629 (VASQUEZ ESPINOZA,
1942). Del mismo modo Jicamarca es mencionada por Cosme Bueno como anexo del
curato de Santa Olaya, en el siglo XVIII (BUENO, 1954). Por Hipólito Ruiz como anexo
del partido de Santa Eulalia de la provincia de Huarochirí en 1777 (RUIZ, 1940) y por
José María de Córdova y Urrutia en 1839 (CORDOVA Y URRUTIA, 1863-1877) en el
que hace mención del pueblo de Jicamarca como parte del distrito de Santa Olaya.

1. Marco Geográfico:

Los Jicamarquinos de hoy en día, constituyen una comunidad de pastores de


cabras de la Vertiente Occidental del macizo montañoso de los Andes Centrales,

100,077 has., de superficie y repartidos entre las provincias de Canta (13,620 has.),
Huarochirí (46,407 has.) y Lima (40,050 has.), del departamento de Lima en un habitat
carac-terizado por su aridez. Y que así mismo, se configura entre dos cuencas
hidrográficas, como son las del río Rímac y la del río Chillón y las subcuencas del
Santa Eulalia, de Jicamarca y la del Arahuay.

Comprendiendo de esta manerana serie de pisos altitudi-nales, que varían entre


los 180 y los 4,230 m.s.n.m., configu-rándose hasta seis zonas de vida según la
clasificación de la ONERN (1976) o de cinco regiones naturales geográficas -como lo
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señalan M. Koepcke (1954); Pulgar Vidal (1976); y O. Dollfus (1981)-, permitiéndose a


esta comunidad y a su territorio una conformación particular.

Así tenemos lo siguiente, siguiendo la clasificación de Pulgar Vidal:


a) Provincia de Canta; la que comprende dos regiones
 La Yunga, que se extiende entre los 1,100 hasta los 2,300 m.s.n.m.
 Y la Quechua, que va desde los 2,300 hasta los 3,500 m.s.n.m.
b) Provincia de Huarochirí; la de mayor extensión ya que comprende en su interior
cuatro regione
 La Yunga, que oscila entre los 900 hasta los 2,300 m.s.n.m.
 La Quechua, que va desde los 2,300 hasta los 3,500 m.s.n.m.
 La Suni, que se extiende desde los 3,500 hasta los 4,000 m.s.n.m.
 Y finalmente la Puna, que recorre desde los 4,000 hasta los 4,230 m.s.n.m.
c) Provincia de Lima; la que conforma dos regiones:
 Litoral costero, que se extiende longitudinalmente siguiendo anchos diversos e
inclinaciones variables de acuerdo a las características de los valles. Así tenemos, que
para el valle del Rímac el manto de niebla persiste hasta los 670 m.s.n.m., en tanto
que en el valle del Chillón tan sólo hasta los 500 m.s.n.m.
 La Yunga, la que siguiendo el mismo patrón que la anterior se extiende por el
valle del Rímac hasta los 2,300 m.s.n.m, mientras que por el valle del Chillón hasta los
1,100 m.s.n.m.

2. El Territorio:

El territorio entre los jicamarquinos, es algo más que el simple espacio físico o
la unidad ecológica refrendada en un marco geográfico. es también la unidad
sociocultural de la forman parte y que les permite definir al territorio como tal.

Del mismo modo, el territorio comunal se haya dividido en dos parcialidades o


mitades, las que están claramente reconoci-das, definidas y por consiguiente
determinadas por los comuneros, designándolas de la siguiente manera; ROTOCOTO,
que se extiende a lo largo de la parte oeste, comprendiendo la cuenca del río Chillón y
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la subcuenca del Arahuay en su margén izquierda. Y CHULLA, que cubre las partes
este y sur, extendiéndose sobre la cuenca del río Rímac, la subcuenca del Santa
Eulalia y la sub-cuenca de Jicamarca.

Identificados como "chivateros", este pueblo vive en una comunidad simbiótica de


animales y hombres, dependiendo casi exclusivamente de los productos del pastoreo
de la cabra, carne, pellejos, leche, queso, mantequilla y requesón, asociados a una
comercialización de sus productos en mercados locales a través de intermediarios y
del intercambio de los mismos con productos agrícolas; lo que habrá de constituirse en
el principal sostén de su economía de subsistencia. Determinando de esta manera,
que la poblacion total y la densidad poblacional comparativa entre hombres y cabezas
de ganado sean realmente bajas, aunque hay en la actualidad sintomas de un
crecimiento poblacional, descono-cemos su número real, ya que ésta se remite a la
existencia de unos 200 comuneros (jefes de familia) inscritos en el padrón de
electores.

Por lo que hablar hoy en día en cuanto a comunidades se refiere es a unidades


ecológicas y socioculturales complejas, remitidas al desarrollo de uno o varios modos
de subsistencia, mediante los cuales se permite el establecimiento de un conjunto de
modificaciones y ajustes, en la mutua relación hombre y medio físico.

Estas modificaciones se hacen patentes en la prescripción de un conjunto de


aputas referidas a un orden tecnológico e ideológico para la mejor utilización,
racionalización y conservación del entorno.

Tal es el caso, de la comunidad pastoril que se desenvuelve en un marco territorial


y geográfico, en donde rebaños y pastores conviven en una permanente dependencia
de laabundancia natural del medio, a través de la sostenibilidad de los recursos de
agua, suelos y pastos; así como, de la administración y distribución de estos recursos
por parte de la organización comunal, a través de la implementación de sistemas que
regulan el acceso a ellos, mediante la distribución del espacio y de un ciclo anual de
movilidad rotativa,
46

De otro lado, el espacio territorial y altitudinal de su actividad pastoril se haya


remitida a la amplitud de su territo-rio comunal, (más de 100,000 has., de superficie) y
que al mismo tiempo abarca alturas que van desde los 200 a los 3,800 m.s.n.m. Así
mismo la capa vegetal depende de la cantidad y distribución de las precipitaciones
pluviales, las cuales son sumamente varia-bles o escasas, dependiendo de los años y
de las variabilidades climáticas, lo que ha determinado en muchos casos una
disminución de la actividad o por el contrario del abandono de la misma, me-diante la
búsqueda de nuevas estrategias de subsistencia a través de la migración a la ciudad
de Lima.

Los jicamarquinos crían sobre todo cabras (Capra hircus), asociado minimamente
al de ovejas, vacunos y asnos. Se dice que anteriormente se criaban también caballos
y mulas, pero estos perecieron a consecuencia de las repetidas sequías que
acaecieron sobre este territorio. Especialización que se constata en los documentos
existentes que datan del siglo XVI. Por lo que, los habitantes de este espacio han
vivido pastoreando este ganado durante más de cuatrocientos años, distribuyéndose
entre las partes altas de la vertiente occidental, como en las cabeceras de la costa,
alternando con las pasturas naturales de las alturas, con las de las haciendas y las
lomas de los valles del Rímac y el Chillón.

La actividad pastoril que realizan se caracteriza por ser "estante" en las zonas
ribereñas y "trashumante" en las zonas altas; estante porque establecen
campamentos o asentamientos permanentes en la cercanía de zonas agrícolas,
ubicadas en la periferia de las tierras bajas de la comunidad, a fin de poder alquilar o
acceder al rastrojo después de la cosecha. Es por ello, que suele identificarse a estos
pastores como "rastrojeros permanentes", los mismos que se desplazan desarrollando
un conjunto de circuitos de tipo "horizontal", los mismos que consisten en la marcha y
búsqueda de rastrojos, en lugares que presentan iguales o similares características a
las habidas en el punto de partida; de manera tal que el circuito horizontal se ejecuta
en dirección hacia puntos paralelos. En tanto que el pastoreo trashumante, consiste en
un conjunto de desplazamientos y/o movimientos de animales y hombres acordes a la
dependencia de las variaciones estacionales; como el ir a pastar en las tierras altas,
47

durante la estación seca o en las bajas durante la estación lluviosa (CASTRO


SUAREZ, 1989).

Los desplazamientos se realizan a finales del mes de noviem-bre, cuando los


pastos y los recursos prácticamente ya han desa-parecido, hechos que anuncian la
proximidad de la estación llu-viosa en las partes altas, por lo que un día cualquiera -
pastores y cabras-, iniciarán el viaje hacia las tierras bajas del terri-torio comunal
conformando un circuito "vertical".

Este circuito vertical, comprende el traslado a estaciones intermedias, en donde


cada familia posee una asignación de espa-cio llamado estancia, la misma que posee
sus propios recursos y que son reconocidas por los chivateros como "lomas de la
sierra"; la cual constituye un campamento o "jato" disperso o reunido en determinados
lugares. El jato es una familia núclear, extensa o ampliada, agrupada en un número de
tiendas o "toldos" que oscilan entre dos a cuatro, lo que constituye la unidad
cooperativa para el pastoreo de la cabra. Esta forma de organización familiar en
cuanto al número de sus miembros varía, dependiendo de la canti-dad de pastura y
agua; recursos primordiales que habrán de deter-minar el número de animales en el
jato y por consiguiente la del tipo de familia que cuidará del mismo. Aunque la familia,
asume el control de la administracion del ganado y de los productos lacteos que desta
actividad se derivan; ocurre lo contrario con el territorio, el cual esta sujeto a la
organizacion administra-tiva de la comunidad, aunque paralelamente se evidencian
manifes-taciones de una determinada demarcación territorial, que obedece
particularmente a las características del sistema de parentesco bilateral, dominante en
la zona.

De otro lado, este circuito también incorpora aquellos mo-vimientos en dirección a


los valles cercanos, donde el trashu-mante alquilará el rastrojo de las chacras o fundos
que se extienden a lo largo del cauce de los ríos (Chillón y Rímac), convirtiéndose en
"rastrojeros estacionales" y desarrollando similares desplazamientos de tipo horizontal
que los rastrojeros permanentes.
48

A mediados del mes de abril o mayo, los desplazamientos volverán a reanudarse,


ya que la permanencia de cuatro o cinco meses en las partes bajas, indican el fin de la
estación de lluvias en la sierra y el inicio de la estación seca. Por lo que un día
cualquiera, como cada año empezará nuevamente la partida, a través de las
quebradas, las cuales no son sino cauces naturales de pendiente pronunciada,
formados en la base de canales de deyección aluvial, y que entran en actividad una
vez establecido el período de lluvias o la estación seca en la región serrana.

Durante casi más de 500 años, a partir de la invasión ibéri-ca, cientos de miles de
ganados transitaron por las quebradas; las mismas que al igual que las de España
(Cañadas), se constituyerom en la principal fuente de enlace entre las partes altas y
bajas del territorio comunal. Por lo que, estos grandes ejes de comunicación y viaducto
se vieron atravezadas por viejos y pol-vorientos caminos, marcados por el constante ir
y venir de los rebaños, como el de la ubicación de las estancias y campamentos.

Caminos que muchas veces se pierden o se confunden con el paisaje y que sólo el
pastor experimentado puede volver a encon-trar. El viaje de los animales, en todos los
casos dura de unos siete a diez días, dependiendo ésto de la ubicación de la estan-
cia.

El viaje siempre es a pie, siguiendo el paso de las cabras, aunque en los últimos
años en las partes bajas, éste se ha sim-plificado con la presencia de carreteras, ya se
puede alquilar un camión para llegar al punto de destino, convirtiéndose así a los
pastores de las partes altas, en los últimos trashumantes de ésta unidad.
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