La Pesquisa de Saer

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ENCUENTRO INTERCÁTEDRAS

16 Y 17 de noviembre del 2000


“Hombre que narra no muere, muerde”

La pesquisa de Saer: transgresiones y fidelidades al género policial


El género policial puede definirse por la existencia de tres elementos básicos: un
detective, un enigma y, al menos, un muerto.
Desde que Edgar Alan Poe publica "Los crímenes de la Calle Morgue" en 1841, una
progresión geométrica de relatos se ocupa de combinar hasta el infinito esa trilogía
básica.
La pesquisa de Saer propone, desde el título, una incursión por la novela policial. Lo
corrobora la dedicatoria a Ricardo Piglia, quien ha dirigido colecciones del género, ha
traducido obras policiales y reflexionado sobre ellas
Es sabido que en el texto policial clásico o de enigma se prevén dos tipos de lectores:
uno ingenuo, que queda atrapado por las estrategias discursivas del relato que lo
incitan a efectuar hipótesis erróneas, que el desenlace le hará corregir. El segundo es
un lector crítico que se solaza con el descubrimiento de esas trampas, a partir de sus
conocimientos previos de las reglas del género.
El relato que Pichón Garay hace a Tomatis y a Soldi es la historia de los crímenes
realizados en París por un asesino de ancianas. Hay un equipo de detectives que
realiza la investigación sin tener mucho éxito en la búsqueda. Pero, d espués de nueve
meses y veintisiete crímenes, aparece una pista que conduce a la resolución de los casos:
un fragmento pequeño de una carta que marca que el asesino forma parte del equipo.
La trampa que el detective Morvan tiende al sospechoso resulta finalmente una
emboscada en la que se produce el último crimen y la acusación al detective.
Las explicaciones sobre las motivaciones de los asesinatos traen a escena al
psicoanálisis y recuerdan innumerables thrillers difundidos en los últimos tiempos
por la TV: un asesino serial que busca castigar a su madre en las viejecitas que se
“entusiasman” con la atlética figura del asesino.
La descripción de la pesadilla recurrente de Morvan, anticipa las interpretaciones
psicoanalíticas del móvil de los crímenes.
El personaje de Morvan toma algunas características de los detectives clásicos:
aunque ha tenido esposa, está solo, es un hombre culto, gran observador y se
caracteriza por su obsesión por la limpieza y el orden. Pero también tiene rasgos de la
novela negra o dura: no es un aristócrata sino un empleado que cobra un sueldo por su
trabajo y basa su quehacer en la experiencia. Su ámbito es el mismo que el del
criminal: lucha contra él pero con sus mismos métodos; su investigación produce
pruebas y desencadena, a menudo, nuevos crímenes. Pero es insobornable en su lucha
contra el mal.
Su compañero de equipo, el comisario Lautret, más sociable y mediático, es en
varios aspectos su doble analógico, y en otros, su doble antitético: ambos se ocupan de
los casos “grandes”de modo obsesivo, desdeñando los intrascendentes. Físicamente
son atléticos y se han enamorado de la misma mujer. Pero uno es un hombre serio,
meticuloso y austero en sus costumbres y el otro, mujeriego, simpático y seductor.
La cercanía de Morvan y Lautret recuerda sin duda las famosas duplas de detective
y ayudante del policial de enigma, aunque la función de uno y otro estén cambiadas en
esta novela. No se da el desdoblamiento del héroe a la manera de Holmes- Watson.
Apenas si hay intercambios de noticias y pruebas entre ellos y, más bien la
desconfianza mutua es la que transforma esta relación de detective-ayudante en la de
jefe- detective propia de la novela negra o dura.
La resolución oficial del caso transgrede algunas de las reglas clásicas del
género, y combina elementos de la novela de enigma y la novela dura.
De la novela de enigma de tradición anglosajona cumple algunas reglas.
Tomando las enunciadas por Van Dine
1) La novela debe tener a lo sumo un detective y un criminal, y al menos una víctima (un
cuerpo);
2) El culpable no debe ser un criminal profesional, y debe matar por razones personales;
3) El amor no tiene lugar en la "detective fiction";
4) El culpable debe tener cierta importancia: a) en la vida (no ser un mayordomo o una
camarera) b) en el libro (debe ser uno de los protagonistas principales);
5) Todo debe ser explicado racionalmente, lo fantástico no está admitido;

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6) No hay lugar para descripciones ni para análisis psicológicos;
7) en relación a la información sobre la historia, la siguiente homología debe ser
observada: "el autor es al lector lo que el criminal al detective"
8) Deben ser evitadas las situaciones y soluciones banales."
(Van Dine, 1928. pp. 14/31.)

Solamente la sexta regla no se cumple, pero la transgresión es de importancia ya que


es la que fundamenta la acusación a Morvan y explica con detalle el móvil de los
asesinatos.
Justamente la orientación psicológica del relato relaciona la obra con la tradición francesa,
caracterizada ,además, por el realismo, el método empírico, y la omnipresencia de un héroe
central.
Del thriller o novela policial norteamericana aparecen en La pesquisa rasgos del detective,
que hace su trabajo a cambio de un sueldo y forma parte de un sistema corrupto,
manteniéndose honesto. Es además un hombre de acción que va al encuentro de los
acontecimientos. Por otra parte, el relato no prescinde del contexto social en el que se producen
tanto los crímenes como la investigación.
Finalmente, de la novela de víctima toma Saer la atmósfera de amenaza e inseguridad, la
opresiva angustia de Morvan al sentir la cercanía del asesino al que no puede descubrir ni
neutralizar.
En suma, el género con todas sus posibilidades, es aprovechado por Saer en el plano de la
historia.
Pero lo más interesante de la obra está en el plano del relato: allí se producen las
transgresiones más relevantes: la historia de los crímenes de ancianas, sucedida en París y que
se ha difundido en los periódicos es relatada por Pichón Garay, en Argentina, a su amigo
Tomatis—ambos personajes de casi todas las obras de Saer—y a Soldi, un joven aficionado a la
literatura.
Los comentarios de Pichón Garay insertos en la historia permiten verificar la presencia del
Saer de sus novelas anteriores, con sus obsesiones:
Ustedes se deben estar preguntando, tal como los conozco, qué posición ocupo yo en este
relato, que parezco saber de los hechos más de lo que muestran a primera vista y hablo de ellos y
los transmito con la movilidad y la ubicuidad de quien posee una conciencia múltiple y
omnipresente, pero quiero hacerles notar que lo que estamos percibiendo en este momento es tan
fragmentario como lo que yo sé de lo que les estoy refiriendo, pero que cuando mañana se lo
contemos a alguien que haya estado ausente o meramente lo recordemos, en forma organizada y
lineal, o ni siquiera sin esperar hasta mañana, si simplemente nos pusiéramos a hablar de lo que
estamos percibiendo, en este momento o en cualquier otro, el corolario verbal también daría la
impresión de estar siendo organizado, mientras es proferido, por una conciencia móvil, ubicua,
múltiple y omnipresente. Desde el principio nomás he tenido la prudencia, por no decir la cortesía,
de presentar estadísticas con el fin de probarles la veracidad de mi relato, pero confieso que a mi
modo de ver ese protocolo es superfluo, ya que por el solo hecho de existir todo relato es verídico,
y si se quiere extraer de él algún sentido, basta tener en cuenta que, para obtener la forma que le es
propia, a veces le hace falta operar, gracias a sus propiedades elásticas, cierta compresión, algunos
desplazamientos, y no pocos retoques en la iconografía. (Saer, La pesquisa, 1994)

El tema de la verdad aparece planteado también por sus amigos y está reforzado por las
conversaciones acerca del “dactilograma”, el manuscrito de 815 páginas sobre la Guerra de
Troya de autor desconocido:
--Estamos de acuerdo—dice Pichón--. Pero quiero contarles esta historia hasta el final. Salió
en todos los diarios.
--¿Esa sería la prueba de su veracidad?—objeta Soldi...
(....)
--No me refiero a la veracidad de la historia, sino a la mía—dice Pichón--. Si no me creen, les
mando los diarios.(...)
--No le hagás caso—dice (Tomatis). Es un lugar común de la crítica francesa.
(...)
--No, de veras—dice(Pichón). Salió en todos los diarios. Y además pasó a la vuelta de mi casa.
--Argumento irrefutable—dice Soldi con desdén(...). Desgraciadamente el autor de En las
tiendas griegas ya se ha abocado a ese problema. (Saer, La pesquisa, 1994, pp.130-131)
Aquí la pesquisa policial se entrelaza con otra, literaria que recorre la novela y es la de los
orígenes y autoría del “dactilograma” mencionado por Soldi.
Finalmente, cuando Pichón concluye su relato de un hecho “real”-- con todas las
restricciones que ese concepto tiene en Saer—Tomatis se erige en el narrador de la obra para
“completarla”, o mejor, adaptarla a la normativa del género que exige un final sorpresivo e
inesperado para el lector: sugiere un desenlace diferente,
--El otro;(...); el viejo amigo. Y únicamente por placer, porque le gustaba vejarlas, violarlas,
torturarlas y matarlas a las viejecitas. Por puro placer.(Saer, La pesquisa, 1994, p.179).

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Es que Tomatis es el lector, o mejor, oyente crítico, que emplea su enciclopedia, su saber
sobre la lógica del policial y puede interpretar algunos elementos no analizados por Morvan.
De este modo, el caso se resuelve fuera del marco de la historia, y, a diferencia de los relatos
tradicionales en los que el lector tenía iguales posibilidades de resolver el enigma, aquí es el
lector—en este caso, quien escucha—quien impone, con su reflexión, la solución.
Es posible percibir en este mecanismo el perfil de la parodia: el héroe, el detective, queda
entrampado por el asesino, quien no tiene otro móvil que el placer de matar; el sospechoso para
el detective es, en realidad el culpable; el lector supera al investigador en el desciframiento del
enigma, y lo realiza del otro lado del océano, en la Argentina, en un bar, mientras dialoga de
cuestiones literarias con amigos.
El mismo Saer reconoce sus relaciones con la novela policial y su respeto al género, al
comentar la obra, y si bien dice seguir la tradición del relato policial de enigma sin parodiarla,
es evidente que ese punto de partida está modificado, complejizado e intelectualizado con la
inclusión de la historia de los crímenes y su investigación-- realizadas en el frío invierno
parisino--, relatada por Pichón Garay a sus amigos en el caluroso y húmedo verano del litoral
argentino, que traerá una nueva perspectiva de análisis de los indicios y una resolución más
acorde con las reglas del género, y que, además confunde las zonas de la realidad y la ficción.
La reaparición de personajes y lugares de novelas anteriores(Pichón Garay, Tomatis; el
litoral), refuerzan la idea de permanencia y continuidad, así como la inclusión marginal de la
historia política argentina reciente ligada a la experiencia de los sujetos: en este caso, la
desaparición de Elisa y el Gato, hermano mellizo de Pichón, que trae a la memoria la época de
la última dictadura militar.
Todo esto conduce a otra pesquisa, a una indagación exploratoria sobre lo real, sobre la
posibilidad de aprehender la realidad y representarla literariamente, que atraviesa toda la obra
saeriana.
¿En La pesquisa hay transgresión o fidelidad al género policial?
Sin duda, Saer elige en esta novela la fidelidad, pero más que a un género determinado, a su
propio estilo y a la problemática que surca toda su narrativa.

María Angélica Fabris

BIBLIOGRAFÍA
Eco, U.:Lector in fabula, Barcelona, Lumen(2º edición), 1987.
Lafforgue, J/ Rivera, J. Asesinos de Papel. Buenos Aires, Calicanto, 1977.
Rest, Jaime: “Diagnóstico de la novela policial” en Revista Crisis Nº 15, Buenos Aires, 1974.
Rivera, J.: “La narrativa policial” en Las narrativas marginales, Buenos Aires, Centro Editor de
América Latina,1972.
Saer, J.: La pesquisa, Buenos Aires, Seix Barral/ Planeta, 1994.
Vázquez de Parga, Salvador. De la novela policíaca a la novela negra. Barcelona, Plaza &
Janés, 1986.
Van Dine. "I Used to Be a High Brow but Look at Me Now" en: The American Magazine. Nº
106, Septiembre 1928
VV.AA. El juego de los cautos. La literatura policial de Poe al caso Giubileo . (Daniel Link,
compilador). Buenos Aires, La Marca, 1992.

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