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cualquier lugar donde el sujeto modifica las relaciones que tiene consigo mismo. Condiciones
la forma como la persona se describe, narra,se juzga o se controla asi mimo. Las practicas
pedagógicas son definidas y establecidas de la forma en como el sujeto puede y debe verse.
5 Dimensiones
El autoconocimiento, pues, aparece como algo análogo a la percepción que uno tiene de su
propia imagen en tanto que puede recibir la luz que ha sido arrojada hacia atrás por un
EXTERIOR
. Sólo que el objeto, en este caso, sería el conjunto de "cosas" que hay dentro de mí y que yo
sólo puedo ver cuando giro el ojo de la mente hacia adentro.
Todo un ideal de auto-transparencia que podría convertirse, casi sin esfuerzo, en un ideal
pedagógico y/o terapéutico
El lenguaje sirve para presentar a los otros lo que ya se ha hecho presente para uno mismo. El
lenguaje presenta de una forma repetida, re-presenta, duplica en un medio exterior lo que ya
estaba presentado, hecho visible, en el interior. Por eso, la metáfora más primitiva, la de la
exteriorización, puede tomar el sentido de re-presentar, equivaler o, en general, significar.
El discurso de la pedagogía tal como es tratado en Vigilar y castigar, sobre todo en relación a
ese aparato a la vez óptico y enunciativo que es el examen, constituye a la vez la subjetividad
del maestro y la del alumno
AL participar en las prácticas pedagógicas que he descrito más arriba, no es que uno aprenda
medios de expresión de sí mismo. Lo que ocurre más bien es que, al aprender el discurso
legítimo y sus reglas en cada uno de los casos, al aprender la gramática para la auto-expresión,
se constituye a la vez el sujeto que habla y su experiencia de sí. No es que la experiencia de sí
sea expresada en el medio del lenguaje, sino que el discurso mismo es un operador que
constituye o modifica tanto el sujeto como el objeto de la enunciación, en este caso, lo que
cuenta como experiencia de sí
En primer lugar, una escisión entre el yo en tanto que se conserva del pasado, como una huella
de lo que ha visto de sí mismo, y el yo que recoge esa huella y la dice. AL narrar-se, uno dice lo
que conserva de lo que ha visto de sí mismo. Por otra parte, el decir-se narrativo no implica
una descripción topológica, sino una ordenación temporal. Así, el narrador puede ofrecer su
propia continuidad temporal, su propia identidad y permanencia en el tiempo (aunque sea
bajo la forma de discontinuidades parciales que pueden remitirse a un principio de
reunificación y totalización) en la misma operación en la que construye la temporalidad de su
historia.