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Cuadernos de Teología, v. XXIX, 2010.

El Padrenuestro y el Reino de Dios


Gonzalo Chamorro M.

Introducción
El presente artículo es una investigación exegética y teológica de la oración hecha por Jesús en
Mateo 6:9-13 que comúnmente ha sido llamada Padrenuestro. La investigación colocará especial
énfasis en la temática del concepto de Reino y en extraer implicaciones de dicha oración para el
quehacer teológico latinoamericano. (Siguiendo una tradición antigua, emplearemos aquí también la
designación latina de Pater Noster).

El Pater Noster en la historia eclesiástica


Interpretación patrística del Pater Noster
La oración del Señor conocida como el Padrenuestro ha sido objeto de reiterados comentarios y
estudios a lo largo de toda la historia eclesiástica. Desde finales del siglo II, una rica y polícroma
exégesis del Padrenuestro lo convierte en el texto bíblico más frecuentemente estudiado. Su primer
comentarista Tertuliano expresó que “el Padrenuestro no era un tratado teológico ni una exposición
homilética, sino una amplia catequesis catecumenal.”1 Por otro lado, al teólogo alejandrino
Orígenes se le debe el primer comentario exegéticamente científico y teológico del Padrenuestro. 2
También Cipriano, analizando la oración en cuestión, expresó que:
“Ante todo, el Maestro de la paz y de la unidad no quiso que la oración se hiciera
individual y privadamente, de modo que cuando uno ore, ore solamente por sí. No decimos
„Padre mío, que estas en los cielos‟, ni: „dame hoy mi pan‟, ni pide cada uno que sea
perdonado o que él sólo no caiga en la tentación y sea librado del mal. Nuestra oración es
pública y comunitaria; y cuando oramos, no pedimos por uno solo, sino por todo el pueblo,
porque todo el pueblo somos uno. 3
Para los estudiosos de la Patrística, el máximo expositor del Pater Noster fue Agustín de Hipona,
quien lo comentó siete veces a lo largo de toda su vida. 4 Allí conjugó el análisis exegético y la
reflexión teológica con una exhortativa exposición catequética y una cálida intuición mística.

1
Santos Sabugal, Abba’… La oración del Señor, Historia y Exégesis, Madrid, Biblioteca de Autores
Cristianos, 1985, p. 83. Desde el insigne apologeta Tertuliano, quien comentó la oración catequéticamente en
su tratado Sobre la oración, a finales del siglo II [ca. 198-200], hasta su exposición exegético-teológica por
Pedro de Laodicea (siglo VII), no menos de veinte escritores eclesiásticos y Padres de la Iglesia abordaron su
comentario en exposiciones catequéticas y homiléticas, así como en tratados teológicos y comentarios
exegéticos, unánimes todos ellos en subrayar su encumbrada talla teológica y su trascendental importancia
para la piedad cristiana. Santos Sabugal, Abba’… La oración del Señor, Historia y Exégesis, 3. Cp. Santos
Sabugal, El Padrenuestro en la interpretación catequética antigua y moderna, Salamanca, 1982.
2
Santos Sabugal, Abba’… La oración del Señor, Historia y Exégesis, p. 86. Este comentario lo realizó en el
contexto de su magnífico tratado sobre la oración, obra escrita en respuesta a dificultades sobre la esencia y
necesidad de la oración planteada por dos cristianos amigos suyos. Peri Euchés, Origenes Werke II (GCS)
297-403, en Santos Sabugal, Abba’… La oración del Señor, p. 86.
3
Cipriano, La unidad de la Iglesia; El Padrenuestro; A Donato, Trad. Joaquín Pascual Torró, Madrid,
Editorial Ciudad Nueva, 2001, p. 81.
4
Efectivamente, Agustín abordó siete veces la explicación del Pater Noster: Los hizo en cuatro Homilías
catequéticas [Serm. 56-59] para los “componentes” [a. 410-412] de su iglesia, pronunciada cada una de ellas
el día de la Traditio Orationis Dominicae [5to Domingo de Cuaresma], a raíz de una explicación del texto

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Interpretación medieval-renacentista del Pater Noster


En cuanto a la interpretación medieval y renacentista, la exégesis y la teología de este periodo
prolongaron en muchos aspectos la interpretación patrística –agustiniana principalmente- del
Padrenuestro, explicándolo reiteradamente tanto en el contexto de comentarios a los evangelios de
Mateo y Lucas como en tratados teológicos y en amplias exposiciones de índole homilética y
catequética. En estas investigaciones se subrayó la importancia del Pater Noster como la oración de
carácter más espiritual, siendo la síntesis de qué y cómo se debe orar. En este periodo también se
comienza a dilucidar el problema literario planteado por la diversidad de las dos redacciones
evangélicas, aunque no se recibió ninguna solución homogénea. 5

Interpretación moderna del Pater Noster


En la interpretación moderna del Pater Noster la célebre designación tertuliana del Padrenuestro
como Breviarum totuis evangelii encontró resonante eco en la exégesis moderna, unánimes en
reconocer la importancia de la oración del Señor, que es su sustancial compendio, así como el
núcleo del mismo y, a la vez, la clave de su predicación y el eje de su pensamiento, por expresarse
en aquella oración todos los temas centrales de aquel mensaje. Esta oración enseñada por Jesús a
sus discípulos constituyó en la exégesis moderna la oración por excelencia, así como la plegaria
paradigmática de la iglesia.6
La crítica textual de este periodo se ocupó de asegurar el texto de las dos redacciones evangélicas.
La crítica literaria abordó reiteradamente el problema planteado por la divergencia entre una fuente
y otra. En este periodo subsistió el problema sobre el origen y la antigüedad de los textos de Mateo
y Lucas. ¿Dependen ambas redacciones de una fuente literaria (postulada como la Fuente de los
Dichos)? Así lo afirmaron varios autores. Con ello quedaba planteado entonces el grado de
fidelidad de Mt y de Lc. En cuanto a la crítica histórica, se investigó sobre el origen de la Oración
del Señor, llegando a la conclusión de que el Padrenuestro no fue una creación literaria de la
tradición pospascual.7
En este periodo, se intentó interpretar la Oración del Señor a la luz de su trasfondo
veterotestamentario y judaico, mostrando sus afinidades con las oraciones del judaísmo. 8

mateano [Mt. 6:9-13], con el fin de introducirles en los secretos de esa oración, que tras haberla aprendido de
memoria, “ocho días después” [6to Domingo de Cuaresma] tenían que recitar públicamente [Redditio
Orationis Dominicae], para, tras su regeneración bautismal, rezarla por primera vez con los fieles durante la
Eucaristía de la Santísima Vigilia Pascual. Por lo demás, Agustín había explicado ya el Padrenuestro en el
contexto de su Comentario del Sermón de la Montaña [ca. 393-394], reanudando su exposición en ese
magnífico tratado sobre la oración cristiana que es su Epístola a Proba [ca. 411-412], para comentarlo
nuevamente, hacia el ocaso de su vida, en el magnífico tratado de madurez teológica que, en controversia anti
pelagiana, escribió Sobre el don de la perseverancia [ca. 428-429]. Agustín, De Oratione Dominica ad
competentes, serm. 56-59, PL 38, 377-402; Trad. esp: Obras de San Agustín, VII, Madrid, 1950; San Agustín,
De Sermone Domini in monte II 4,15-9,35, CChr XXXV 104-26; ambos textos en Santos Sabugal, Abba’…
La oración del Señor, Historia y Exégesis: 97.
San Agustín es el que ha distinguido en el Pater Noster una introducción o Captatio benevolentiae
(Benevolentia concilianda, benevolentoa conciliari), como él la llama en su obra De sermone Domini in
monte. Cf. Manuel de Tuya, “Mateo”, Biblia Comentada, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1964, p.
133.
5
Santos Sabugal, Abba’… La oración del Señor, Historia y Exégesis, p. 117.
6
Ibíd., p. 125.
7
G. Friedlander, The Jewish Sources of the Sermon of the Mount, Londres, 1932, p. 132.
8
Manuel de Tuya, “Mateo”, Biblia Comentada, p. 138.

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Estructura literaria del Pater Noster


La oración del Señor ha sido transmitida por medio de tres variantes: la versión lucana, que consta
de sólo cinco peticiones [Lc 11:2-4]; y dos versiones amplias estrechamente afines entre sí de
Mateo y la Didajé [Mt 6:9-13 y la Didajé 8:2-3].9 A continuación, se presenta una comparación de
la redacción literaria del Pater Noster según las tres variantes mencionadas anteriormente.

Didajé 8:2 Mateo 6:9-13 Lucas 11:2-4


Padre nuestro que estás en Padre nuestro que estás en Padre:
el cielo; los cielos;
Santificado sea tu nombre; Santificado sea tu nombre; Santificado sea tu nombre;
Venga tu reinado; Venga tu reinado Venga tu reinado;
Hágase tu voluntad como Hágase tu voluntad como
en el cielo también sobre la en el cielo también sobre la
tierra; tierra;
El pan nuestro cotidiano El pan nuestro cotidiano El pan nuestro cotidiano
dánoslo hoy; dánoslo hoy; dánoslo hoy;
Y perdónanos nuestra Y perdónanos nuestras Y perdónanos nuestros
deuda como también deudas, como también pecados, pues también
nosotros perdonamos a nosotros hemos perdonado nosotros mismos
nuestros deudores; a nuestros deudores. perdonamos a todo deudor
nuestro;
Y haz que no entremos en Y haz que no entremos en Y haz que no entremos en
la tentación, sino líbranos la tentación, sino líbranos la tentación.
del mal. del maligno.
Porque tuyo es el poder y la
gloria por los siglos.

La forma textual de la Didajé es más extensa que las otras dos redacciones evangélicas. Sin
embargo, se asemeja cuantitativa y cualitativamente a la respectiva de Mateo, excediéndola en la
doxología final. La forma textual de Lucas es la más corta. A la brevedad de la invocación inicial se
suma la ausencia de la tercera súplica así como la de la última parte de la sexta petición,

9
Ulrich Luz, El Evangelio según San Mateo, Salamanca, Ediciones Sígueme, 1993, p. 465. D. A. Carson dice
que: “El Padrenuestro, como se le llama comúnmente, no es en sí la oración de Jesús (Jn. 17 sí lo es), sino el
modelo que entregó a sus discípulos. Mucha de la literatura se ha enfocado en el complejo de la relación entre
Mt 6:9-13 y Lucas 11:2-4. Las versiones más recientes, como la NVI, revelan las muchas diferencias. La
RVR no muestra tan claramente las diferencias porque preserva las numerosas asimilaciones de Mateo en los
últimos manuscritos [mss.] de Lucas”, D. A. Carson, Comentario bíblico del Expositor, Mateo, trad. Ricardo
Acosta, Miami, Editorial Vida, 2004, p. 188. Manuel de Tuya dice: “La oración del Pater Noster se encuentra
en este puesto que le consigna Mateo. Sin embargo, no quiere decirse que esta oración, por estar citada en este
momento del sermón de la Montaña, esté localizada en su propio contexto histórico. Al contrario, todo hace
suponer que no sea éste su propio lugar sino que esté aquí agrupada por Mateo conforme a su procedimiento
usual, en un contexto solamente lógico”, Manuel de Tuya, “Mateo”, Biblia Comentada, p. 138.

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divergiendo asimismo respecto de las otras dos en algunos vocablos. 10 Varias teorías intentan
explicar estas diferencias. 11
Ahora bien, para Ulrich Luz:
“Lo más sencillo es dividir el Padrenuestro de Mateo en dos partes principales: las tres
peticiones en segunda persona del singular (v. 9c-10) y las tres peticiones en primera
persona del plural, algo más extensas (v. 11-13). Las tres peticiones en segunda persona
del singular comienzan con un imperativo aoristo en tercera persona y muestran aún en
griego huellas de una rima final (3x sou). Las peticiones en primera persona de plural se
caracterizan por el pronombre personal correspondiente (7x). Todas ellas tienen dos
partes, a diferencia de las peticiones en segunda persona del singular, donde solo la
última es bimembre. Desde v. 11 cambia la estructura de la frase; después del final
armonioso del v. 10c, la petición de pan aparece como una novedad. Sobre toda la
oración planea la invocación, que en la versión mateana es tan extensa como las dos
primeras peticiones en segunda persona de singular y posee, por tanto, un gran peso.”12
En síntesis, en cuanto a la pregunta acerca de la relación entre Mateo y Lucas se debe decir que no
se tiene mucha evidencia. Es imposible averiguar cuál forma era más original. Las enseñanzas de
Jesús fueron repetidas varias veces. No se debe pensar que los dos encontraron la oración en la
Fuente de los Dichos y que Mateo la cambió más que Lucas. Esa fuente no era un documento único

10
Santos Sabugal, Abba’… La oración del Señor, p. 139.
11
En cuanto a las teorías literarias de la composición de Mateo, Carson dice que:
[1] Algunos sostenían que el estilo de Mateo es el original, y Lucas es una versión simplificada. Este parecer
ya no es popular, debido a lo difícil de creer que Lucas, a quien le interesaba mucho la vida de oración de
Jesús omitiera palabras y cláusulas.
[2] Otros han sostenido que el relato de Lucas es original y que Mateo le hizo añadiduras según su propia
teología y hábito lingüístico (Jeremias, Prayer). Algunas razones de esta teoría se deben a que: (a) Todo el
contenido de Lucas se encuentra en Mateo 6:9-13. Pero esto se podría tomar lo mismo como una
condensación de Lucas que como una expansión de Mateo. (b) La formulación más rítmica y litúrgica de
Mateo podría reflejar el deseo de construir un equivalente eclesiástico, para cristianos judíos, de la oración
principal de la sinagoga. Sin embargo, estas correspondencias se han exagerado enormemente. (c) Hill
sostiene que la introducción a Mateo (v. 9) sugiere que la oración es una forma litúrgica estandarizada. Pero el
texto reza ustedes deben orar así y no ustedes deben orar esto. El énfasis está en un modelo no en una forma
litúrgica. Este mismo autor afirma que el enfático ustedes da realce a la nueva comunidad cristiana de la
sinagoga. Sin embargo esto no solo es un anacronismo, sino pasar por un lado el constante énfasis que
designa a los discípulos como la comunidad mesiánica exclusiva en tiempos de Jesús.
[3] Ernst Lohmeyer sostiene que las dos oraciones no provienen de un mismo origen (¿Q?), sino de dos
tradiciones aisladas. Pero nada de esto es evidente, si los patrones litúrgicos establecidos aun no habían
incluido ninguna forma del Padrenuestro en el tiempo en que escribieron los evangelistas, tampoco una fuente
común explica las diferencias entre ellos.
[4] Estas complejidades han generado varias teorías conciliatorias. Marshall sugiere que Lucas o adoptó de Q
su forma de la oración, o de una revisión de Q diferente a la de Mateo, mientras que Mateo adoptó una
tradición separada y la sustituyó por lo que encontró en Q, o de alguna otra revisión separada. Sin embargo,
muchos sospechan que Q no es solo un documento, y hablar por tanto, de revisiones de Q cuando nuestro
conocimiento de Q es tan incierto hace que uno se pregunte cómo distinguir metodológicamente entre
revisiones del Q y explicaciones completamente separadas de dos ocasiones históricas dentro del ministerio
de Jesús. Resolver lo desconocido apelando a lo más desconocido es de mérito dudoso.
[5] Aunque la evidencia de dos tradiciones es firme, igual importancia tiene el hecho de que hay dos
ambientes históricos de la oración completamente distintos. La explicación razonable es que Jesús enseñaba a
menudo esta clase de oración durante su ministerio itinerante, y que Mateo registra una ocasión y Lucas otra.
Cf. Carson, Comentario bíblico del Expositor, Mateo, p. 188-190; Ulrich Luz, El Evangelio según San Mateo,
p. 466-470; Isidro Goma Civit, El Evangelio de Mateo, Madrid, Ediciones Morava, 1966, p. 322-324.
12
Ulrich Luz, El Evangelio según San Mateo, p. 466.

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sino acaso varias fuentes escritas y orales. Aquí se tiene una oración que es fácil memorizar en sus
puntos mayores, pero escrita con algunas variaciones en los detalles por los dos autores.

Exégesis de Mateo 6:9-13


La oración que comúnmente es llamada “Padrenuestro” 13 consiste en dos partes: una invocación
[Padre nuestro que estás en los cielos] y seis peticiones; o tres partes si la conclusión [porque tuyo
es el reino y el poder, etc.] se considera parte de ella, con un total de aproximadamente setenta
palabras. 14 Las primeras tres peticiones tienen referencia al nombre, al reino y a la voluntad del
Padre. Las necesidades humanas, pan, perdón de los pecados y victoria sobre el malo, toman el
segundo lugar, quedando la estructura literaria del Padrenuestro en Mateo de la siguiente manera:

Dios
A Tu nombre [a`giasqh,tw to. o;noma, sou\] v. 9b
B Tu reino [evlqe,tw h` basilei,a sou\] v. 10a
C Tu voluntad [genhqh,tw to. qe,lhma, sou] v. 10b
El hombre
C‟ Nuestro pan [to.n a;rton h`mw/n] v. 11
B‟ Nuestras deudas [ta. ovfeilh,mata h`mw/n] v. 12
A‟ Nuestro adversario [r`u/sai h`ma/j avpo. tou/ ponhrou/] v. 1315
Juan Mateos y Fernando Camacho concuerdan en: “Que el Padrenuestro se divide en dos secciones.
En la primera parte la comunidad pide por la extensión del reino a la humanidad entera. En la
segunda lo hace por sí misma.” 16

Análisis y exposición de Mateo 6:9-13


El v. 9 comienza con la frase Vosotros, pues, orad de esta manera [gr. ou[twj ou=n proseu,cesqe
u`mei/j\]. El texto inicia con un presente medio imperativo [gr. proseu,cesqe]17 cuyo uso del

13
La oración del Señor, en su redacción mateana, se inserta en el contexto literario de esa vasta sección
comúnmente designada el “Sermón de la Montaña” [5:1-7:29]. La unidad literaria de esa perícopa mateana
está garantizada por las inclusiones globales de la enseñanza [cf. 5:2; 7:28-29] que Jesús, sobre el monte
dirige a la muchedumbre de sus oyentes, Santos Sabugal, Abba’… La oración del Señor, p. 153.
14
William Hendriksen, El Evangelio según San Mateo, trad. Humberto Casanova, Grand Rapids, Libros
Desafíos, 2003, p. 340.
15
Muchos favorecen esta división, expresando que no son siete peticiones, ya que y no nos metas en tentación
más líbranos del malo debe considerarse una sola petición. En relación a esto, D. A. Carson comenta: “Los
eruditos discuten si la versión de Mateo presenta seis peticiones [Crisóstomo, Calvino y teólogos reformistas]
o siete, al interpretar el v. 13 como dos [Agustín, Lutero y la mayoría de teólogos luteranos]. El asunto afecta
el significado, aunque poco. Más importante aún, como Bengel observa, es la división de las peticiones. Las
primera tres se emiten en términos de la gloria de Dios [“tu… tu… tu…”], los otros términos son para nuestro
bien [“nuestras… nosotros… nuestros…”], D. A. Carson, Comentario bíblico del Expositor, Mateo, p. 190.
Cf. Santos Sabugal, Abba’… La oración del Señor, p. 153-172
16
Juan Mateos y Fernando Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Madrid, Ediciones
Cristiandad, 1981, p. 67.

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imperativo es de mandato y la traducción del verbo debe ser en forma activa, ya que es un verbo
defectivo. Por la tanto, la traducción podría ser Así [o: de este modo], por tanto debéis orar. Daniel
Steffen dice que
“La oración es un modelo que Jesús enseñó no para ser memorizada y repetida, sino para
informar a los discípulos acerca del contenido de las peticiones más importantes. La
forma de las peticiones no es fijada.”18
Una vez expuesta la importancia de tomar en cuenta esta oración, Jesús comienza citando la frase
Padre nuestro que estás en los cielos [gr. Pa,ter h`mw/n19 o` evn toi/j ouvranoi/j ]. En cuanto al
término Path,r, Ulrich Luz dice que
“…parece que el término lucano originario, pa,ter, corresponde a la forma aramea de
invocación aB'a;. Procede del lenguaje familiar y se utilizaba como tratamiento dado por
niños pequeños y adolescentes a su padre y también como tratamiento respetuoso a
personas mayores. En la época posterior a Jesús se impusieron plenamente las formas de
tratamiento corrientes yb;a'[padre mío] y aB'a]
[«status emphaticus»]. Las oraciones
judías ofrecen múltiples formas de invocación de Dios como padre, pero no la palabra
aB'a; . Por eso sorprende la elección de este tratamiento de Dios.”20

17
Algunos interpretan este presente como que tiene fuerza continuativa [debéis seguir orando]; y basados en
esto llegan a la conclusión de que Jesús quiere que esta misma oración siga siendo repetida continuamente.
Ciertamente no está mal hacer uso frecuente de esta oración si el que ora puede hacerlo con mente y corazón,
y no por puro formalismo, William Hendriksen, El Evangelio según San Mateo, p.339.
18
Daniel Steffen, “El Sermón del Monte”, Apuntes de la clase Exposición y teología de Mateo, SETECA,
Guatemala, 2009, p. 38.
19
Note que el nominativo aquí está en aposición con el vocativo: Nuestro Padre, el que está en el cielo, A. T.
Robertson, A Grammar of New Testament Greek, Nashville, Broadman Press, 1934, p. 459. Cf. Turner, N., A
Grammar of New Testament Greek, Edimburgo, T. & T. Clark, 1963, 3:35. u`mei/j aparece aquí con el
imperativo para dar algún grado de hincapié (en contraste con los gentiles), F. Blass y Debrunner, A Greek
Grammar of the New Testament, Chicago, The University of Chicago Press, 1961, p. 277.
20
Ulrich Luz, El Evangelio según San Mateo, p. 475-476. De hecho, en relación a este comentario J. Jeremías
consideró que el tratamiento de Dios como aB'a] constituye una nota distintiva de la Ipsissima vox Iesu y una
expresión de las relaciones peculiares de Jesús con Dios, Joachim Jeremías, Abba. El mensaje central del
Nuevo Testamento, trad. Alfonso Ortiz, Salamanca, Ediciones Sígueme, 2005, p. 65. Cf. También Joachim
Jeremías, Teología del Nuevo Testamento, trad. Constantino Ruiz, Salamanca, Ediciones Sígueme, 2001, p.
43.
Ulrich Luz responde a J. Jeremías diciendo que “aunque su tesis no es sostenible en su exclusividad
«jesulógica»; pero que hay que preguntar si el aB'a; de Jesús no es expresión de una relación especial de Jesús
con Dios, caracterizada por la idea de proximidad y de amor de Dios, aunque sea aplicable a todo ser humano.
Dada la escasez de oraciones arameas del judaísmo de la época transmitidas por escrito, la ausencia de
paralelismos judíos no resulta chocante. Así, la tesis de Jeremías podría ser correcta en esta forma general de
tratamiento arameo dado a Dios y conservado en textos neotestamentarios griegos avbba, (Rom 8, 15, Gal 4, 6,
textos litúrgicos, Mc 14, 36), muestra que las comunidades cristianas vieron algo especial en este tratamiento
de Dios por Jesús. En la misma dirección apunta el uso persistente de la palabra 'abba' como tratamiento de
Dios en el Diatessaron y en las traducciones antiguas-siríacas. En el Padrenuestro la ruptura del ritmo – la
palabra aislada aB'a; no encaja en los ritmos binarios y exige en rigor una pausa detrás de ella – muestra el
peso que tiene tal tratamiento. Este encaja en la predicación de Jesús sobre el Dios cercano, con su amor a los
pobres, pecadores y desclasados; concuerda también con las parábolas sobre el Padre, tan importantes en
Jesús (Lc 11, 11-13, 15, 11-32), y con la certeza de la escucha, que aparece llamativamente en primer plano
(Mt 6, 7s [Padre], Lc 11, 5-13 [Padre], 18, 1-8)”, Ulrich Luz, El Evangelio según San Mateo, 477.

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De cualquier forma, el término "Padre" es un título para Dios, iniciado por Jesús. Por lo estudiado
hasta ahora hay poca evidencia del uso del título antes de Jesús. Enfatiza la relación íntima que
Jesús y sus discípulos tienen con Dios. 21

Primera Petición
Una vez que se presenta al receptor de la oración modelo de Jesús, aparece la primera petición del
Pater Noster y es que el nombre del Path,r sea santificado.22 La petición que el nombre de Dios sea
santificado [a`giasqh,tw aoristo pasivo imperativo 3ª persona singular de a`giazw] es la expresión
del deseo que Dios sea considerado santo y que su nombre sea venerado. En relación a esto,
Leonardo Boff expresa que
“La petición arranca de un convencimiento y de un deseo: En este mundo Dios-Padre no
es ni objetiva ni subjetivamente santificado y glorificado. La situación niega
objetivamente el honor de Dios a causa de las profundas distorsiones internas que rompen
la fraternidad entre los hombres. A su vez esto subjetivamente, por sus dichos y hechos,
blasfema el santísimo nombre de Dios.”23
Al pensar en la santificación, interesantemente una clásica oración judía del tiempo de Jesús, el
Kadish, proclamaba: “Exaltado y santificado sea su nombre… y venga su reino rápidamente y
pronto.” 24

21
Los judíos generalmente se dirigían a Dios como “Nuestro Padre celestial” cuando oraban, aunque títulos
tan íntimos como Abba [Papá] era poco frecuente, Craig Keener, “Mateo”, en Comentario al contexto
cultural de la Biblia, Nuevo Testamento, trad. Nelda Bedford, El Paso, Editorial Mundo Hispano, 2004, p. 55.
Cf. D. A. Carson, Comentario bíblico del Expositor, Mateo, p. 190-191.
22
La reverencia es el segundo elemento de la oración, porque el nombre de Dios debe ser santificado, es decir
reverenciado, Louis Barbieri, “Mateo”, en El conocimiento bíblico, trad. Bernardino Vázquez, Puebla,
Editorial Las Américas, 1996, p. 36.
Manuel de Tuya dice: “Santificado sea tu nombre” (v. 9c; Lc. 11:2). La primera petición es común a Mt y Lc.
El texto griego usa por santificar un verbo (a`gia,zw) que, como los terminados en –azo, es causativo e indica
una cierta santificación. Ésta es una de las expresiones del Pater Noster que está formulada con una acusada
terminología del AT y también con las fórmulas rabínicas de la piedad judía.
El “Nombre” de Dios es un circunloquio que remite a su persona. Es efecto del respeto y escrúpulo judío para
no pronunciar el nombre divino. Para ello buscaron otras fórmulas que indirectamente lo representasen. Y una
de ellas es precisamente la palabra Nombre (Dt 12:4v). Estando así unido Dios a su pueblo, este Nombre
puede ser profanado, sea porque el pueblo obra contra la ley de YHVH, desobedeciéndole (Jer 34:16),
entregándose a idolatrías (Lev 19:21) o de otras maneras. Pero también hay otra forma por la cual puede ser
profanado este nombre, y es que, ligado a este pueblo, participa en alguna manera de la suerte del mismo.
Humillado o vejado éste, queda también humillado o vejado el Nombre de YHVH, que está en él. No castigo
a mi pueblo “por mí, por mí lo hago, puesto que, de lo contrario, sería profanado (mi nombre)” (Is 48:9.11; Ez
20:9, etc.). En contraposición a esta profanación de su Nombre está el que éste puede ser santificado.
Naturalmente no se refiere a ninguna santificación esencial de Dios, sino a una santificación extrínseca,
Manuel de Tuya, “Mateo”, Biblia Comentada, p. 137. Cf. Louis Monloubou, Leer y predicar el Evangelio de
Mateo, Santander, Sal Terrae, 1981, p. 137. Un estudio bastante completo en cuanto al significado teológico-
exegético de santificar el nombre de Dios puede verse en el comentario de William Hendriksen, El Evangelio
según San Mateo, p. 342-345
23
Leonardo Boff, El Padrenuestro, p. 59. Este autor agrega también que la petición Santificado sea tu nombre
entraña además un elemento escatológico. El hombre constata históricamente que se le escapa la construcción
de un mundo santo, perfecto, justo y puro. Lo que más deseamos es justicia, paz y amor; pero estas cualidades
no acaban de establecerse en la tierra.
24
Craig Keener, “Mateo”, en Comentario al contexto cultural de la Biblia, Nuevo Testamento, p. 55.

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Segunda Petición
La segunda petición expresada en el Pater Noster aparece igualmente en Mateo y Lucas: evlqe,tw25
h` basilei,a26 sou\ Venga tu reino. Con relación a esta frase, Daniel Steffen dice:

25
El aoristo de imperativo evlqe,tw significa: continúe viniendo (el reino ya está presente como un grano de
semilla), N. Turner, A Grammar of New Testament Greek, p. 75.
26
Este término se refiere al ser o a la naturaleza o al estado de un rey, y secundariamente la expresión se
refiere al territorio que le rige. Este segundo significado acentúa el aspecto especial de basilei,a, pues la
dignidad de un rey se manifiesta en el terreno en el que él impera o manda. Según eso, basilei,a adquiere el
significado de reino o imperio, y designa por tanto la extensión del territorio en la que manda un rey, K. L.
Schmidt, “basilei,a ”, en Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, eds. Gerhard Kittel, Gerhard
Friedrich, Geoffrey Bromiley, trad. Carlos A. Vargas, Grand Rapids, Libros Desafío, 2002, p. 104. Cf. B.
Klappert, “Reino”, en Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, eds. Lothar Coenen, Erich Beyreuther,
Hans Bietenhard, Salamanca, Ediciones Sígueme, 1987, 4:70.
En el griego clásico, el término era utilizado para referirse a una reina o princesa [Od., Aesch.], o para
referirse a reino, dominio y monarquía hereditaria. La forma basilei,a se encuentra atestiguada antes por
primera vez en Herodoto [I, 11 en la forma jónica de basilhih]. Este concepto se traducía por lo general en el
griego clásico como dignidad real o soberanía real [Jenófanes, Mem. IV. 6, 12; Aristóteles Pol. III], The
Abridged Liddell-Scott, “basilei,a ”, en Greek-English Lexicon, Via Bible Works 7.0 Programming, Tied
Directly to and Accessible from the LXX and Greek NT Texts and Morphologies. Cf. B. Klappert, “Reino”,
en Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, p. 70.
El uso que se le da al término basilei,a en la LXX es reino, dominio, reinar [Gn 10:10], posición de reina
[Ester 1:13]; oi` evpi. th/j basilei,aj sou Todo el que preside sobre su reinado DnTh 6:8; 1 Cro 4:23 evn th|/
basilei,a| auvtou/ En su reino; wtklmb para TM wtkalmb para su trabajo, en su servicio; Lust-Eynyiel-
Hauspie, “basilei,a”, en A Greek-English Lexicon of the Septuagint [LEH], Via Bible Works 7.0.
El reino es vinculado con la sabiduría (Sab 10:10) o transformado a un concepto ético (4 Mac. 2:23). En
Filón, basilei,a significa realeza o señorío, pero la basilei,a constituye un capítulo en su enseñanza moral
[el verdadero rey es la persona sabía] y no es una entidad escatológica. Josefo nunca se refiere al reino de
Dios, y menciona basilei,a en conexión con Dios sólo en Antigüedades 6.60. En general, él prefiere el grupo
de h`gemw,n al de basileu,j, p. ej., la hegemonía del emperador romano, K. L. Schmidt, “basilei,a ”, en
Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, p. 103.
En el NT, el término se refiere a las reglas de un rey, con la implicación de autoridad completa y la
posibilidad de la existencia de poder. El término implica regla, ser rey, regir, gobernar, reinado, reino.
avkou,saj de. o[ti VArce,laoj basileu,ei th/j VIoudai,aj ... evfobh,qh evkei/ avpelqei/n Pero oyendo que
Arquelao reinaba en Judea… tuvo temor de ir allá [Mt 2,22]. th/j basilei,aj ouvk auvtou/ e;stai te,loj su
reino nunca tendrá fin, Lc 1,33. En general, es un grave error al traducir la frase h` basilei,a tou/ qeou/
como el reino de Dios, como refiriéndose a una zona en la que Dios norma. El significado de esta frase en el
NT no consiste en un determinado lugar o período especial de tiempo, sino en el hecho de la sentencia. Una
expresión como entrar en el reino de Dios, por lo tanto, no se refiere a "ir al cielo", sino que debe entenderse
como la aceptación de la regla de Dios o de bienvenida Dios para gobernar.
En síntesis, el término basilei,a se utiliza con el sentido de reino, reinar, gobernar, regir, dominar,
territorio gobernado por un rey, Louw-Nida, Greek-English Lexicon of the New Testament Based on
Semantic Domains, Edit. J. P. Louw and E. A. Nida, Nueva York, The United Bible Societies, 1988; Via
Bible Works 7.0. Cf. también Friberg, “basilei,a” en Analytical Greek Lexicon, Via Bible Works 7.0;
Barclay-Newman, “basilei,a”, en Greek-English Dictionary, Via Bible Works 7.0; Thayer, “basilei,a”, en
Greek-English Lexicon of the New Testament, Via Bible Works 7.0; Bauer-Arndt-Gingrich-Danker,
“basilei,a”, en Greek NT Lexicon, Via Bible Works 7.0.
La llegada del Reino de Dios es un elemento esencial en el NT. Las expresiones reino de Dios que se
encuentran en Marcos y Lucas y reino de los cielos [basilei,a tw/n ouvranw/n] que aparece en Mateo –
aunque la primera expresión se encuentra cuatro veces también en Mateo– se utilizan ochenta y siete veces en
los Evangelios. “Su importancia se pone de relieve, no sólo por la frecuencia con que aparecen sino también
por su presencia en pasajes claves como las Bienaventuranzas, el Padrenuestro, la última cena y en parábolas

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Cuadernos de Teología, v. XXIX, 2010.

“…Venga tu reino es un deseo que la salvación que va a ser cumplida en el futuro sea la
verdad ahora en las vidas personales de los discípulos. Es una petición que el reino futuro
sea la verdad ahora adentro de la experiencia de los discípulos quienes son sometidos al
dominio de Dios en sus vidas.”27
Por otro lado, Ulrich Luz agrega interesantemente que la petición del Padrenuestro originario forma
el núcleo de la interpretación escatológica del Pater Noster. Esta interpretación es indiscutible en la
petición Venga tu Reino. De hecho, en las oraciones judías se implora a menudo la venida del reino
de Dios e incluso sorprende la frecuencia con que ese reino futuro es objeto de petición en los
rabinos, que suelen considerar más la dimensión presente del reinado de Dios. 28 Carson resume la
idea de Venga tu reino diciendo que
“Orar „Venga tu reino‟ es, por tanto, pedir simultáneamente que el gobierno real y
salvador de Dios se extienda ahora mientras el pueblo se doblega ante él en su misión y
saborea desde ahora la bendición escatológica de la salvación, y clamar por la
consumación del Reino.”29

de importancia trascendental”, K. L. Schmidt, “basilei,a”, en Diccionario Teológico del Nuevo Testamento,


p. 104. Ladd agrega que reino de los cielos es una expresión semítica en la que el cielo sustituye el nombre
divino. Este término aparece treinta y cuatro veces en Mateo, George Eldon Ladd, “El Reino de los cielos”, en
Teología del Nuevo Testamento, Barcelona, Editorial CLIE, 2002, p. 95. Cf. Robert H. Stein, “Una nueva era:
El reino ha llegado”, en Jesús, el Mesías. Un estudio de la vida de Cristo, trad. Pedro Gómez, Barcelona,
Editorial CLIE, 2006, p. 151. Según Klappert, el concepto de Reino de Dios es un concepto central sólo
dentro de la tradición sinóptica, Klappert, “Reino”, en Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, p. 75.
27
Daniel Steffen, “El Sermón del Monte”, p. 38.
28
Ulrich Luz, El Evangelio según San Mateo: 476. El paralelismo más importante respecto al Padrenuestro es
la oración aramea del Qaddish, que se recitaba al final de la alocución en el culto de la sinagoga. No consta su
época de origen, pero muchos investigadores lo sitúan antes del año 70 d.C. por la afinidad con la liturgia del
templo y la falta de cualquier referencia a la destrucción del templo. Su comienzo es paralelo a las dos
primeras peticiones del Padrenuestro. Sea enaltecido, engrandecido y santificado su gran nombre en el
mundo, que él creó conforme a su voluntad El haga domar su realeza en vuestra Vida y en vuestros días y en
la Vida de toda la casa de Israel, pronto y próximamente. Cf. D. A. Carson, Comentario bíblico del
Expositor, Mateo, p. 170.
El Evangelio no es otra cosa que el establecimiento del reino esperado. El preludio lo tiene el Bautista:
Arrepentíos, porque el reino de los cielos llegó o se acerca” (Mt 3:2). Pero en el ΝΤ hay dos grupos de textos
sobre el tiempo en que se establecerá este reino. Unos lo ponen como un hecho ya presente: El reino de Dios
está en medio de vosotros (Lc 17:20.21; 11:20); otros, como una realidad futura (Mt 4:17; 10:7; Lc 22.18; Mc
9:1; 11:10). “Esta divergencia tiene una armonización perfecta en la persona de Jesucristo. En diversos
pasajes evangélicos se identifica el reino con la persona misma de Jesucristo. En la entrada mesiánica en
Jerusalén las multitudes le aclaman con un paralelismo, en el relato de Mc, manifiestamente sinónimo:
„¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene de David, nuestro padre!‟ (Mc
11:9.10). Otros pasajes, en cambio, aunque vienen a identificar el reinado con la persona o la presencia de la
misma en determinados acontecimientos, le dan una proyección más distante por buscar, en realidad, una
Epifanía que haga ver la realidad del reino instaurado, aunque no sea ella el momento mismo constitutivo.
Hay algunos que no morirán hasta que hayan visto al Hijo del hombre viniendo en su reino (Mt 16:28; Mc
9:1; Mt 26:64)”, Manuel de Tuya, “Mateo”, Biblia Comentada, p. 138-139. Cf. Wolfang Trilling, El
Evangelio según San Mateo, trad. J. M. Querol, Barcelona, Editorial Herder, 1968, p. 147.
29
D. A. Carson, Comentario bíblico del Expositor, Mateo: 192.
Solamente algún que otro autor propone la posibilidad de que tenga un sentido “escatológico” final. Se pediría
en ella que el Reino llegase a su plena consumación (cf. 1 Cor 15:28). Ahí se tendría por fondo la inminencia
de la parusía. Pero en Mt-Lc ya se está “desescatologizando” esta tensión primitiva. Al pedirse la plena
realización del reino, se pediría implícitamente por el “advenimiento” progresivo del mismo –en extensión
geográfica y penetración espiritual– en la fase presente. Ésta es la interpretación de la mayor parte de los
Padres latinos. Los Padres griegos le dan el valor, en su consignación evangélica, de una mayor progresión

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Cuadernos de Teología, v. XXIX, 2010.

En la petición Venga a nosotros tu reino uno se encuentra el corazón mismo del Padrenuestro. A la
vez uno se confronta con la intención última de Jesús, ya que el anuncio del reinado de Dios
constituye el quicio de su mensaje y el móvil de su actuar. Para aprender bien el significado de esta
súplica –que irrumpe desde los abismos más profundos de la angustia y de la esperanza– es
necesario que se empiece a ahondar desde lejos. Solo así se verá su radicalidad y novedad. 30 Sin
duda, esta oración era por la venida del reino futuro, pero los discípulos ya pertenecen a la salvación
del reino futuro en aspectos presentes. Ellos desean que el reino presente sea cumplido en toda la
tierra en el futuro.

Tercera Petición
La tercera petición Hágase tu voluntad plantea problemas similares. ¿Se refiere la petición a la
acción del hombre [hágase tu voluntad por los hombres]? ¿O se refiere a la acción de Dios [haz tu
voluntad en los hombres]? Un caso especial de la última posibilidad es la interpretación
escatológica según la cual Dios impondrá su voluntad en el ésjaton. Una vez más, esta
interpretación escatológica no corresponde al sentido de los paralelos judíos ni se infiere del texto.
La proposición siguiente así en la tierra como en el cielo pone el énfasis en la primera parte: así
como se cumple la voluntad de Dios en el cielo, que se cumpla también en la tierra. El texto de Mt
6:33, donde el evangelista añade al reino de Dios el término dikaiosu,nh, constituye una referencia
a la idea mateana. ¡Aspirad al reino de Dios practicando la justicia acorde con él! Más importante
aún es la escena de Getsemaní en Mt 26:42: cuando Jesús pide cúmplase tu voluntad, no pide solo
que Dios haga lo que él quiere, sino que pide a la vez la fuerza necesaria para avenirse activamente
a esa voluntad.31

Cuarta Petición
to.n a;rton h`mw/n to.n evpiou,sion 32 do.j33 h`mi/n sh,meron\ El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
La frase "de cada día" traduce evpiou,sion. La palabra viene de la frase evpi. th.n ouvsan h`me,ran, que

de actualización en extensión y en los espíritus. Esta última es preferible, cf. Manuel de Tuya, “Mateo”,
Biblia Comentada, p. 140.
30
Leonardo Boff, El Padrenuestro, p. 73.
31
Ulrich Luz, El Evangelio según San Mateo, p. 482. Cf. Manuel de Tuya, “Mateo”, Biblia Comentada, p.
141; Daniel Steffen, “El Sermón del Monte”, p. 38; D. A. Carson, Comentario bíblico del Expositor, Mateo,
p. 192.
32
La mejor explicación de evpiou,sioj consiste en suponer que hay una sustantivación de evpi. th.n ou=san
(inserte h` me,ran); con el siguiente significado: (determinado) para cada día, cf. F. Blass y Debrunner, A
Greek Grammar of the New Testament, 123.
El sentido depende de la etimología que se le asigne a la expresión. El adjetivo ev piou,sioj es traducido por la
Vulgata supersubstantialis en Mt y por cotidianus en Lc, y por necesario o permanente en las antiguas
versiones siríacas. Fuera del empleo evangélico, se conoce un ejemplo encontrado en un papiro de El Fayum
(Egipto), en donde se da una lista de cosas pertenecientes a la comida; y otro en una inscripción griega. Para
este adjetivo se propone una triple etimología. 1) El pan, alimento del día de mañana, del día siguiente. Así
aparece en un papiro egipcio y en una inscripción griega. Admitida esta etimología, el sentido de la petición
sería: El pan nuestro del (día) que sobreviene, es decir, de mañana, del futuro próximo, dánoslo hoy. Es la
interpretación de alguna versión antigua, v.gr., boháirica. San Jerónimo dice que en el Evangelio según los
Hebreos se lee: Dadnos hoy nuestro pan de mañana. Otros le dan una mayor amplitud, v.gr., el del futuro, de
todo el tiempo que yo viva (San Atanasio, San Cirilo A., Haussleiter). La etimología es correcta. Pero en el
mismo capítulo 6 de Mt dice Cristo: No os inquietéis, pues, por el mañana (Mt 6:34). Parecería, pues, una
deshomogeneidad, por lo menos literaria, entre esta etimología y este pasaje, cf. Manuel de Tuya, “Mateo”,
Biblia Comentada, p. 142.

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Cuadernos de Teología, v. XXIX, 2010.

quiere decir determinado para el día que está. El pan representa las necesidades básicas de sostener
la vida física.34

Quinta Petición
kai. a;fej h`mi/n ta. ovfeilh,mata h`mw/n( w`j 35 kai. h`mei/j36 avfh,kamen toi/j ovfeile,taij h`mw/n\ Y
perdónanos nuestras deudas, porque también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.
Deudas son pecados en arameo. 37 La Reina-Valera 1960 traduce como también nosotros
perdonamos a nuestros deudores. Pero, la palabra perdonamos no determina si la acción es presente
o pasado. El verbo es avfh,kamen, aoristo activo indicativo primera persona del plural de avfi,hmi. La
petición de perdón sigue después del perdón de las deudas de otros contra la persona que ora. Hay
perdón de los pecados diarios de los discípulos cuando ellos perdonan a otros. La razón es que el
perdón a otros es el resultado del arrepentimiento de los propios pecados. Si entendemos
verdaderamente nuestra propia situación pecaminosa, estamos dispuestos perdonar a otros.

Sexta petición
kai. mh. eivsene,gkh|j h`ma/j eivj peirasmo,n( avlla. r`u/sai h`ma/j avpo. tou/ ponhrou/ ,38 Y no nos metas
en tentación, mas líbranos del Malo.39 La petición es que Dios no permita que se sea tentado por
Satanás. La oración expresa confianza en Dios para librar a los discípulos de las tentaciones del mal
[tou/ ponhrou/]. La formulación griega tou/ ponhrou/ puede ser traducida del Malo en referencia a
Satanás (4:1-11). La palabra es un adjetivo articular genitivo; pero puede ser neutro (el mal) o
masculino (el Malo).

33
Lucas usa el presente de imperativo di,dou (11:3), mientras que Mateo usa el aoristo do,j porque agrega
sh,meron: danos hoy, cf. C. F. D. Moule, An Idiom Book of New Testament Greek, Nueva York, Cambridge
University Press, 1959, p. 135.
34
Martín Lutero, en Daniel Steffen, “El Sermón del Monte”, p 39.
35
w`j tiene un sentido causal: como, o porque, F. Blass y Debrunner, A Greek Grammar of the New
Testament, 453. Cf. A. T. Robertson, A Grammar of New Testament Greek, p. 963.
36
El pronombre h` mei/j tiene aquí un hincapié definido, N. Turner, A Grammar of New Testament Greek, p.
37.
37
Daniel Steffen, “El Sermón del Monte”, p. 39.
38
Solo en Mateo figura la petición sino líbranos del mal/Malo, que sitúa la petición acerca de la tentación
entre las restantes peticiones en primera persona de plural. Guarda paralelismo con la petición anterior, la
amplía subrayando la realidad del poder del mal que subyace en la tentación y pide la liberación de él. Se ha
discutido desde antiguo si la expresión ponhrou/ debe entenderse en esta petición final en masculino o en
neutro. La mayoría de los textos mateanos y neotestamentarios, el paralelismo con la petición relativa a la
tentación y las presuntas interpretaciones más antiguas de la petición en 2 Tim 4:18 y Did 10:5, al igual que
los paralelos judíos –en el judaísmo la palabra el Malo no aparece como designación de Satanás–, sugieren un
significado neutro. Los textos judíos sugieren a su vez experiencias cotidianas: enfermedad, tribulación, malas
personas, la mala pasión. La petición final mateana incluye así una intensificación y generalización de la
petición relativa a la tentación y redondea el Padrenuestro con un enunciado positivo, Ulrich Luz, El
Evangelio según San Mateo, p. 490.
39
Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén (v. 13) es una expresión de
adoración, o doxología, con que termina la oración. Las palabras vienen de 1 Cro 29:11-13, pero no están en
los mejores manuscritos griegos de Mateo; cf. Daniel Steffen, “El Sermón del Monte”, p. 39; A. T. Robertson,
A Grammar of New Testament Greek, p. 653; James Bartley, Mateo, El Paso, Editorial Mundo Hispano, 1993,
p. 105. Por su ausencia en los manuscritos más antiguos, la doxología se omite en muchas de las versiones
recientes. Nuestra versión lo incluye, pero entre corchetes. Una forma abreviada de la doxología apareció
temprano en el segundo siglo en la Didajé.

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Cuadernos de Teología, v. XXIX, 2010.

Sitz im Leben del Pater Noster


La oración del cristiano debe ser genuina y con la actitud correcta, sin repeticiones vanas ni alarde
público para recibir respuesta. Jesús presenta un modelo que contiene petición, confesión y
alabanza. El Pater Noster es por excelencia la expresión más distintiva de un modelo a seguir hoy
para la liturgia y la mística del reino de Dios.
La oración modelo en Mt 6:9-13 es uno de los pasajes más conocidos y más citados del NT. Lucas
indica que Jesús entregó esta oración modelo a los discípulos cuando ellos le pidieron Señor,
enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos (Lc 11:1). Jesús destaca siete
elementos necesarios en la oración, los cuales tienen una relación directa con el reino de Dios:
confianza, reverencia, sometimiento, dependencia, perdón, humildad y adoración. Es apropiado usar
esta oración ocasionalmente en los cultos públicos y privados. Por otro lado, el hecho de repetir
tantas veces al día “el Padrenuestro”, en forma mecánica, pensando que tal práctica es meritoria, es
entender mal la intención de Jesús. El puso un ejemplo de cómo debemos orar. La notable sencillez
de la oración modelo está en agudo contraste con la palabrería de los incrédulos (v. 7).
Cuando se ha tomado tiempo y nos hemos molestado en orientarnos hacia Dios y acordarnos cómo
es Dios, nuestro Padre poderoso, amante y personal, entonces el contenido de nuestras oraciones
será afectado radicalmente en dos sentidos. Primero, se le dará prioridad a los intereses de Dios....
(Tu nombre, tu reino, tu voluntad). En segundo lugar, nuestras propias necesidades, aunque
relegadas a segundo plano, serán aun completamente confiadas a él (Dánoslo..., perdónanos...,
líbranos…). Cualquiera sabe que la oración del Señor en estas dos partes está interesada primero en
la gloria de Dios y luego en las necesidades del hombre. Por lo tanto, para América Latina esta guía
resulta un excelente paradigma doxológico y teológico en el peregrinaje de la fe.

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