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SÍNDROME DEPRESIVO

La depresión es una alteración patológica del estado de ánimo con descenso del humor
que termina en tristeza, acompañada de diversos síntomas y signos de tipo vegetativo,
emocionales, del pensamiento, del comportamiento y de los ritmos vitales que persisten
por tiempo habitualmente prolongado (a lo menos de 2 semanas). Con frecuencia tiende
a manifestarse en el curso de la vida, con aparición de varios episodios, adquiriendo un
curso fásico o recurrente con tendencia a la recuperación entre ellos. (1) Por depresión
entendemos un síndrome o agrupación de síntomas, susceptibles de valoración y
ordenamiento en unos criterios diagnósticos racionales y operativos. Por definición el
concepto de depresión recoge la presencia de síntomas afectivos, esfera de los
sentimientos o emociones: tristeza patológica, decaimiento, irritabilidad, sensación
subjetiva de malestar e impotencia frente a las exigencias de la vida, aunque en mayor o
menor grado siempre están también presentes síntomas de tipo cognitivo, volitivo o
incluso somático. Se podría hablar de una afectación global de la vida psíquica, haciendo
especial énfasis en la esfera afectiva. (2)

Se han descrito distintos factores de riesgo para la depresión, como el ser mujer y el bajo
nivel socioeconómico. Asimismo, factores genéticos y constitucionales son importantes
en el inicio de este trastorno. Los estudios también coinciden en que factores como el
abuso sexual, aislamiento social e historia familiar de depresión intervienen en el
desarrollo de esta enfermedad. Se ha observado que la edad es uno de los factores más
variables, aunque parece que los problemas de salud mental son más frecuentes entre los
jóvenes adultos. La sintomatología depresiva iniciada antes de los 21 años supone un
riesgo particular, ya que estos pacientes presentan un primer episodio de mayor duración,
ratios más elevados de recurrencia y comorbilidad y hospitalizaciones más largas.
Además, pueden alterar su desarrollo normal, afectando al periodo de formación e
influyendo negativamente en opciones laborales posteriores y situación socioeconómica.
Además, en jóvenes entre 15 y 34 años, el suicidio, complicación más frecuente, es la
segunda causa de muerte, después de los accidentes de tráfico, para ambos sexos. (3)

La depresión es una alteración incluida dentro de los trastornos del estado de ánimo cuya
principal manifestación es la alteración en el sentido de ánimo bajo. Junto a los trastornos
de adaptación, los trastornos depresivos son el grupo más frecuente de los atendidos por
el médico de atención primaria. Hasta un 10 a 15 % de las depresiones mayores pueden
llegar a la muerte por suicidio. La depresión es la mayor causa de discapacidad de los
países industrializados y será el principal motivo en todo el mundo en el año 2020 según
la OMS. La edad media de comienzo de la depresión en los diversos estudios es bastante
uniforme y se sitúa próxima a los 30 años, siendo similar en los dos sexos.

ETIOPATOGENIA DE LA DEPRESIÓN

Aún desconocida, probablemente multifactorial y resultado de la interacción de varios


factores propuestos. Las teorías más aceptadas establecían que, sobre un individuo
predispuesto (genéticamente), al determinarle una determinada personalidad, peores
estrategias de afrontamiento y consecuentemente una mayor vulnerabilidad. Por ejemplo,
el género en sí mismo es un factor de riesgo, puesto que el riesgo de depresión es mayor
en las mujeres (2:1). Posteriormente, la actuación de factores de riesgo, como pueden ser
las experiencias desagradables durante la infancia, o los agentes vitales estresantes
crónicos, podrían ser los desencadenantes de la enfermedad (siempre que su intensidad y
frecuencia fuera suficiente, aunque la causalidad de estos agentes no se ha demostrado en
todos los casos). La participación de las alteraciones en los sistemas de neurotransmisores
noradrenérgico, serotoninérgico y dopaminérgico sería la explicación biológica de los
síntomas observados en la clínica y el resultado de la actuación de los factores de riesgo
anteriormente referidos sobre un individuo vulnerable.

SÍNTOMAS

Se agrupan en cuatro grupos de síntomas: afectivos propiamente dicho, cognitivos,


somáticos y conductuales.

Síntomas afectivos de la depresión

- Tristeza patológica
- Anhedonia
- Disforia
- Ansiedad

Síntomas somáticos de la depresión

- Se han descrito muchísimos síntomas somáticos, de diferente gravedad, entre los


que podemos citar: bradicinesia, bradipsiquia, alteraciones del ritmo sueño-vigilia
(insomnio de conciliación, sueño fragmentado, despertar precoz, etc), alteraciones
del apetito, del peso y del ritmo gastrointestinal, cefalea, astenia, algias músculo-
esqueléticas, etc.
Síntomas cognitivos de la depresión

- Alteraciones del curso y del contenido del pensamiento, con bradipsiquia,


contenidos negativos, pérdida de confianza en sí mismo, sentimientos de
minusvalía e inferioridad. En ocasiones ideas delirantes de ruina, de muerte o
autolíticas. Trastornos atencionales que, secundariamente, pueden provocar fallos
amnésicos e incluso provocan alteraciones de memoria reciente, desorientación y
otros trastornos intelectuales.

Síntomas conductuales (o volitivos) de la depresión

- Inhibición, apatía tendencia al aislamiento social. Fatigabilidad extrema.


Abandono de las actividades habituales de la vida diaria. La ideación delirante
agresiva puede ser hetero o autolótica, y puede conllevar la realización de dichas
conductas. (4)

DIAGNÓSTICO

Los sistemas diagnósticos más utilizados hoy en día son el DSM-IV-TR (Asociación
Psiquiátrica Americana) y el CIE-10 (Organización Mundial de la Salud). (5)

La CIE-10 utiliza una lista de 10 síntomas depresivos y divide el cuadro depresivo mayor,
en leve, moderado o grave (con o sin síntomas psicóticos). En cualquiera de estos casos
siempre deben estar presentes al menos dos de los tres síntomas considerados típicos de
la depresión: ánimo depresivo, pérdida de interés y capacidad para disfrutar y aumento
de la fatigabilidad y el episodio debe durar al menos dos semanas.

El Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV-TR),


aborda la depresión, distinguiendo diferentes niveles depresivos, estos son:

1. Episodio depresivo mayor. En este tipo, los síntomas aparecen durante la mayor parte
del día, casi a diario y por un período de dos semanas como mínimo. Los síntomas
incluyen la alteración del apetito (por lo general disminuye), alteraciones del sueño
(insomnio o hipersomnia), agitación manifiesta mediante la incapacidad de permanecer
sentado, deambulación continua, retorcimiento de manos, estiramiento o manoseo del
cabello y/o piel, enlentecimiento psicomotor y disminución de energía (sentimientos
excesivos o inadecuados de inutilidad o culpa, dificultades de pensamiento o de
concentración e ideas de muerte recurrentes o ideas o intentos de suicidio). Los síntomas
asociados más frecuentes a este episodio son llanto, irritabilidad, ansiedad, crisis de
angustia, excesiva preocupación por la salud física y fobias. Es común el sentimiento de
no ser comprendido o aprobado, inquietud, malhumor y agresividad; son probables las
dificultades escolares y puede haber falta de cuidado en el aspecto personal y aumento de
las emociones con especial énfasis en la sensibilidad al rechazo de relaciones amorosas.
Como factores predisponentes al desarrollo de un episodio depresivo mayor se pueden
considerar algunos eventos, como son una enfermedad física crónica y la dependencia de
sustancias psicoactivas. En otras ocasiones este episodio depresivo puede aparecer
después de la muerte de un ser querido, la separación conyugal o el divorcio e incluso
posterior al parto. La duración de un episodio de este tipo es variable, sin tratamiento
puede durar hasta seis meses o más. Por lo general, se combinan los síntomas y la
actividad global se restablece a un nivel premórbido, pero en un número elevado de casos
algunos síntomas del episodio persisten hasta por dos años, dichos episodios se
especifican como de tipo crónico. La complicación más grave que se puede tener es el
suicidio.

2. Distimia. Es difícil distinguir la diferencia entre depresión mayor y distimia, debido a


que comparten la sintomatología característica. Generalmente la primera consiste en uno
o más episodios depresivos mayores que pueden diferenciarse de la conducta habitual, en
tanto que la distimia se caracteriza por un síndrome depresivo leve o crónico, que se ha
mantenido durante muchos años.

Otros niveles depresivos referidos en el DSM-IV-R, son la Melancolía, el Trastorno


Bipolar y la Ciclotímia.(6)

TRATAMIENTO

El primer paso a dar en el tratamiento de un paciente depresivo consiste en realizar una


adecuada evaluación que permita establecer correctamente el diagnóstico y excluir la
presencia de otra enfermedad médica y psiquiátrica. La historia clínica es el pilar
fundamental y debe incluir la historia de la enfermedad actual con los posibles
desencadenantes y estresores psicosociales, la historia psiquiátrica previa, destacando la
posible presencia de síntomas maníacos en el pasado, así como los tratamientos recibidos,
y también la historia médica general y el consumo de sustancias.

Con toda esta información el clínico está en disposición de poder abordar el tratamiento.
Éste debe incluir un plan individualizado en el que la medicación nunca podrá ser un
elemento único. Los aspectos psicoterapéuticos no pueden obviarse y es preciso ofrecer
un ámbito de escucha y acogida, al tiempo que se reafirma e informa al afectado y sus
personas allegadas. Posteriormente hay que elegir el tratamiento a aplicar, el cual
implicará en la gran mayoría de los casos un tratamiento farmacológico. Habrá que
explicar al paciente la existencia de un período de latencia antes de iniciarse la mejoría
clínica. La información sobre los posibles efectos secundarios que puedan aparecer en las
primeras semanas y su carácter transitorio en la mayoría de los casos puede ayudar a
fomentar el cumplimiento y evitar abandonos. (7)

1.

2.

3.

4.

5. LIBRO AVANVCES DE PSIQUITRIA DESDE EL MODELO PSICOSOCIAL

6.

7.

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