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Lo que el maestro Braudel nos recomienda en torno a la enseñanza de la historia

Mónica del Valle Béjar

Asesora de la UPN 094 D.F., Centro

Dentro de las corrientes historiográficas más importantes se encuentra la propuesta por la llamada
Escuela de los Annales, iniciada y difundida por Fernand Braudel, un investigador innovador que enseñó
por años en liceos de Francia, Argelia y Brasil.

Es muy conocida su bibliografía histórica, destaca su libro El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en


la época de Felipe II1, además tiene publicaciones sobre historia2, debates y combates3, la relación de la
historia con las otras ciencias4, una especie de libro de texto sobre la historia de las civilizaciones5;
escritos más específicos como el que analiza la civilización material y el capitalismo6 sobre la dinámica
del capitalismo7 y, específicamente sobre la historia francesa.8

Este autor nos dice que:

…La historia es la más antigua de las ciencias sociales, aunque no es la única, como bien puede
imaginarse. Es en realidad la impotencia de nuestro propio espíritu y no las dificultades del mismo
objeto, que sin embargo tiene su propia importancia, lo que nos obliga a fragmentar la realidad. A cada
ciencia social pertenece entonces solamente un pequeño fragmento de un espejo que parecería
haberse partido en mil pedazos, pero existe sin embargo, más allá de nuestras posibilidades, ese espejo
intacto en el que la sociedad es capaz de reflejar su imagen total y en completo movimiento. A esta
sociedad, que es el objeto de nuestras investigaciones, la economía política la estudia en lo que
corresponde a sus condiciones de vida material; la estadística, bajo el signo de número; la geografía, en
lo que se refiere al espacio; el derecho bajo el prisma de las obligaciones contractuales; la sociología, en
su mecanismo; la etnografía y la tecnología, en sus formas todavía balbuceantes; la historia en su
realidad de ayer.9

La principal dificultad del historiador no esta en trabajar con lo que está vivo, sino con lo que ya no
existe, éste, trata de recomponer la totalidad de la vida social, sin tener a la mano ni el objeto ni el
espejo de ésta. Por eso, cuando estamos frente a un grupo les estamos enseñando y queremos que
aprendan y comprendan, lo que no se ve, lo que ya no está vivo y que en la mayoría de los casos no
corresponde a su pasado inmediato, ni a su entorno y que debe o debería ser comprendido como una
totalidad, a pesar de la complejidad que esto entraña.

El material del que dispone el historiador en el presente sobre el pasado, no representa más que una
pequeña parte de la totalidad de los hechos sociales, a partir de los cuales debe recrearla como un
rompecabezas que, a pesar de que falten piezas, debe verse completo.

Este actuar histórico es científico cuando “nos conduce a verificaciones generales sobre las sociedades,
marcando semejanza a través de los distintos accidentes particulares, y es precisamente en esos raros
instantes en los cuales la historia parece darnos la certidumbre de reconstituir el espejo que antes
mencionábamos en su totalidad.” 10
Debemos aprehender a las sociedades en su totalidad. Las ciencias sociales, según el autor, forman una
realidad, una especie de coalición. Son solidarias entre sí.

Braudel y la enseñanza de la Historia

Teniendo como una premisa fundamental la concepción de la historia como una totalidad, Braudel
reflexiona, en 1936, sobre la pedagogía de la historia; sus ideas sobre el particular siguen siendo
vigentes.

Nuestro autor confesó que desde hacía 15 años le había preocupado la enseñanza de la historia,
especialmente el obstáculo pedagógico, que concierne a la necesidad de aprender el pensamiento en su
estado original para comunicarlo, para hacerlo comprensible a quien escucha con mayor o menor
atención.11

En esta comunicación histórica plantea como primer problema, el de la imparcialidad o el de la


necesidad de tomar partido, abordando el pasado con simpatía y serenidad.

Cuando hacemos nuestro el conocimiento histórico, podemos asumir una postura, pues “Cuando es
eficaz, la historia forma un cierto modo de ver, de juzgar, una cierta manera de pero, pero todo en el
plano intelectual”.12

Para concretar mejor su explicación y desarrollar lo que recomienda a los profesores que enseñan
historia, propone imaginarnos dentro de un salón de clase, y la clase “no es sino un viaje largo y difícil,
tanto para los alumnos como para el guía, un viaje a través del tiempo y el espacio. Seamos claros: un
viaje trabajoso que ha de exigir atención, reflexión, esfuerzo, comprensión y, digámoslo no obstante, un
viaje que sólo es, y no podía dejar de ser, únicamente educativo”.13

Este viaje debe ser simple y reducido a lo esencial14, por simple se entiende que sea claro, y que vuelve a
las verdades, una cosa accesible al pensamiento.

Para poder simplificar, entonces, es importante ceñirse a las ideas fundamentales. Pero ubicados en
medio de esas grandes ideas se impone discernirlas, distinguirlas de las ideas secundarias. Para lo cual
es preciso conocer profundamente dominar totalmente el tema, para ser capaz de simplificar siguiendo
las reglas adecuadas.15

No debemos dudar en repetir una idea importante 10 veces si así fuese preciso. Intercalando en la
exposición pensamientos menos relevantes

Según Braudel, “la enseñanza es una repetición de la idea que se quiere introducir con obstinación y
paciencia”. 16

La simplicidad:

Ella les exigirá sacrificios que tendrán que aceptar. Es de gran importancia que al enseñar se eche mano
de todo un mundo de detalles. Pero una lección no es un libro y no puede ni se debe decir todo en ella.
La lección es más bien una invitación para pensar, para reflexionar, es una impresión que se trasmite.17
Esta invitación a pensar, a viajar, convierte o transforma al maestro de historia en un maestro de viajes
que se realizan a través de los tiempos.18

Sobre el viaje, el autor nos aclara que:

El viaje, que es la lección de ustedes no deberá conducir a tierras muertas. Debe ser más bien como una
incursión en la vida pasada que recupere toda su ebullición. Porque el adolescente que nos escucha
tiende espontáneamente a preferir el presente frente a ese pasado de ideas abstractas. Por eso es
necesario hacer revivir la realidad de la historia, por medio de cosas concretas…”.

Hay que limitar sin piedad las palabras eruditas, que tanto gustan a los niños, aunque no las
comprendan… Todo acontecimiento que tendrán que narrar tiene un lugar en el espacio, y no es
comprensible fuera de ese ambiente específico”. Son los árboles, las rocas, las costas, los ríos de un país
los que trazan el más rico de los testimonios sobre su pasado.19

“Pregúntense siempre dónde han acontecido los hechos que tendrán que narrar, sitúenlos en el
territorio”.20 A veces creemos que el espacio con el que convivimos en el presente es el mismo que en el
pasado y además, por una suerte de proceso mental asumido desde la primaria, separamos lo
aprendido en cada materia; esto es que, a pesar de que la asignatura de historia universal convive con la
de geografía, por lo que el espacio geográfico pudiera relacionarse con el espacio histórico analizado en
historia universal, lejos de esto, se separan y no se relacionan, por lo general.

Como analizamos sucesos, no reflexionamos sobre lo que implican en el espacio, a pesar de que “El
historiador debe buscar para comprender”.21

Además del espacio histórico, un elemento muy importante en la enseñanza de la historia, lo


constituyen los protagonistas; según Braudel:

“Nos han dicho que existe un mecanismo, incluso en las sociedades más pequeñas, que es el que fabrica
al gran hombre”. Ciertos personajes son “… superhombres, los portadores de antorchas son producidos
por la sociedad, pero que con frecuencia calan también en ella, la amoldan y la deforman con sus manos
fuertes”.22

Hay entre los grandes hombres, algunos que lo son en apariencia, pero hay otros también, que lo son en
la realidad de los hechos, los hay de diferentes estaturas, y a todos es necesario juzgarlos por sus obras,
aún a los más pequeños.

A través de esos grandes hombres, el despertar de la inteligencia toma conciencia de lo que hay más allá
del simple caso individual, de lo propiamente humano, de lo social en cuanto tal. A lado de los grandes
hombres ¡qué magnificas ventanas se abren hacia las profundidades de la vida! 23

¿Cómo podemos hacer revivir a esos grandes hombres?

Cada uno tiene su tipo peculiar. La propuesta metodológica del autor.


...Confiere una parte importante a la colaboración del auditorio. Y desde ese punto de vista hay buenos
y malos públicos, lo que quiere decir que, según las circunstancias, mi gran hombre podrá ser vencedor
o podrá fallar. Cuento, en efecto, con que al presentar al personaje, aquel que escucha busque en su
vida, en sus recuerdos, esas coincidencias, esos ecos que son el final de la reflexión, de la inteligencia, de
la complicidad con aquel con quien se habla. Espero entonces que surja esa escalada de imágenes para
darle entonces un soplo de vida al personaje que estoy tratando de mostrar, y entonces lo abandono a
aquél que me escucha, como si fuese un ser que se va a vivir fuera de mí, entre el público y yo. 24

Para ello narra sumariamente, tanto como sea posible, la vida del gran hombre, pero lo atrapa o intenta
hacerlo en un momento breve, importante de su vida, sea grave, dramático, conmovedor, y los gestos
de quienes escuchan delatarán o darán indicios si están “enganchados” con la historia. Presentando el
espectáculo de una vida que los que escuchan son libres de juzgar como mejor les parezca.

Braudel nos ofrece su último consejo para los maestros de historia diciendo lo siguiente:

Voy a darles un último consejo, a pesar de que al recibirlo les parezca más que simple, hasta ingenuo.
Pienso que el profesor no debe suprimir de la historia que cuenta los aspectos dramáticos. Y que debe
tratar de hacerla siempre interesante. Esta última fórmula traduce exactamente mi pensamiento.25

Esta exhortación didáctica, la hace el autor ya que ha notado que muchos profesores se esfuerzan por
excluir todo tipo de interés de su enseñanza ¡y que vaya si lo consiguen!; por ello aconseja proporcionar
a nuestros alumnos el espectáculo del pasado, ya sea comedia, farsa o tragedia, según la ocasión.

“No se debe montar la pieza dejando al espectador todos los hilos de la trama que la sustentan”. 26

Advierte a los maestros de historia que no debemos matarla, no debemos destruir la excitación, la
incertidumbre, el interés de aquél que los escucha. A través de una observación, tal vez trivial, intenta
aclarar el comentario.

…La realidad histórica se extiende a través del tiempo que tiene su propia sustancia. Cuando es
necesario narrar, es preciso saber narrar como lo exige nuestro oficio, siguiendo el declive del tiempo,
dando la impresión de ese cambio progresivo que abarca las distintas líneas de hechos que modifica
poco a poco a los seres, a las sociedades, y que marca el ritmo de las distintas generaciones. Sería
necesario que pudiésemos hablar varias horas siguiendo el hilo de esa trayectoria cambiante de las
causas, restituyéndole entonces su fluidez y vibración.27

Sobre ello aconseja: “Hagan el ejercicio de describir la mentalidad de un contemporáneo del suceso que
estudian. Automáticamente llenarán el ambiente de esas sombras cambiantes en transformación,
ciertos indicios que materializan la marcha del tiempo”.28

Ejemplifica con los sucesos de 1812, intentando que nos imaginemos que los está narrando Murat, y
describe lo siguiente:

En 1812, dirán entonces al comenzar, Napoleón está a punto de realizar su gran sueño, ese ideal del
imperio Romano, cuya memoria le atormenta, esos Estados Unidos de Europa de los que hablará má
tarde a Las Casas, en la isla de Santa Elena. Empujar lejos de Europa, lejos del Mediterráneo a la barbarie
rusa. Tal es la empresa que se propone. Tarea inmensa, ciertamente, puesto que la Grande Armée se ha
convertido en el ejército de las Naciones, cada vez más pesado y aparatoso, y tras lo cual las líneas de
abastecimiento se proyectan y se parten como hilos fragilísimos. Con todo, ese ejército de Europa se ha
organizado y bajo la dirección de Napoleón se pone en movimiento en dirección de Rusia y de Asia
atravesando la nieve. El emperador conoce bien la inmensidad a la que arrastra esa masa de hombres,
en una invasión organizada, ritmada por los tambores y los clarines. No olvidemos que él había pasado
ya el invierno de 1806 a 1807, recorriendo de Eylau a Friendland, en Polonia. Fue incluso en esa
estación, en ese invierno de María Walevska, que la máquina sobrehumana de cerebro napoleónico
parece haber sucumbido bajo la presión del esfuerzo tremendo por el que atravesó. Polonia, desde el
punto de vista humano, no es Rusia, pero llega a ser una imagen físicamente aproximada de esta última,
con sus florestas, sus planicies y sus pantanos. Aquél que aquí en Brasil, atraviesa el Río Grande,
enfrente de triángulo minero, ¿no experimenta acaso la sensación física de haber dejado la tierra
paulista? De cualquier modo el impulso napoleónico rompe la frágil cortina de las tropas rusas. Retirada
estratégica, se dirá más tarde... pero en realidad son los estallidos iniciales del derrumbamiento… 29

Para recrear lo acontecido en la historia, el profesor, según Braudel, va a la biblioteca, donde “está
dedicado a aprender por sí mismo”.30 Nos instruimos así por costumbre, propone que esta auto
instrucción del maestro de historia sea una especie de necesidad mecánica y en esa actividad, nosotros
somos alumnos.

Como resultado de esa estancia en la biblioteca por parte del profesor se elaboran fichas con
información sobre economía, sobre sociedades de todos los ambientes y de todas las épocas, de todos
los tipos, de todas las edades, en descomposición, reformada, dinamitada; fichas tanto sociológicas
como históricas.

Recurre a los ejemplos para esclarecer la explicación, ya que para Braudel la actividad histórica está muy
unida a la actividad didáctica, pero ojo “…su tarea pedagógica no se debe orientar a partir de sus
preferencias científicas”,31 pues faltaríamos a nuestros deberes ya que, la esencia histórica recorrió
lentamente diversas fases; fue durante un tiempo la crónica de los príncipes, la historia de las batallas,
el espejo de los hechos políticos, pero hoy, por el esfuerzo de los denodados pioneros, penetra en las
realidades económicas y sociales del pasado. Son todas estas etapas como los peldaños, de una escalera
que conduce a la verdad; el profesor no debe sacrificar ningún peldaño, cuando esté en compañía de los
estudiantes.32

“Por cada cuestión deberán tomar siempre esa escalera larga que el pensamiento histórico ha venido
construyendo a través del tiempo”,33 tomando en cuenta tanto la historia del príncipe, que lo hace
surgir la historia de sus batallas, como la historia política, cuando reprimió libertades, también la de su
pensamiento cuando trató de dotar a Francia de una administración lógica, pasando por las realidades
económicas y sociales.

No hay que olvidar que en ese viaje, los alumnos ya llevan un cierto bagaje, por ello:
Es necesario apartarlos de esa realidad-ambiente siempre que ésta se oponga a la que ustedes
describen e igualmente necesario aprovechar esa realidad circundante cuando se asemeje al pasado que
abordan. Técnica difícil y delicada que equivale a mostrar el pasado del mundo por medio de las grietas
y hendiduras que el presente y el pasado (de Brasil) les ofrecen no se aprecia la historia del mundo más
que a través de la historia del propio país. 34

Con esta idea el autor termina sus recomendaciones a los profesores de historia sobre la pedagogía de
la materia y ojalá que a ustedes les inquiete y se acerquen a la obra de la Escuela de los Annales, ya que
podríamos plantear de manera muy diferente la concepción que tenemos de la asignatura de historia y
sobre todo la forma más adecuada de enseñarla.

Bibliografía
Braudel, Fernando, El Mediterráneo y el mundo Mediterráneo en la época de Felipe II, México, Fondo de Cultura Económica,
1955.
—El Mediterráneo, Madrid, Espasa-Calpe, 1987.
—Escritos sobre historia, México, Fondo de Cultura Económica, 1991.
—Una lección de historia de Fernand Braudel, de la misma editorial en 1989, que presenta las actas del Coloquio de
Chateavallon celebrado en octubre de 1985.
—“Débats et combats” en Annales, No. XII, 1957.
—La historia y las ciencias sociales, Madrid, Alianza editorial, 1968.
—Las civilizaciones actuales, Madrid, Tecnos, 1966.
—Civilización material y capitalismo, Barcelona, editorial Labor, 1974.
—Civilizacón material, economía y capitalismo. Siglo XV al XVIII, Madrid, Alianza editorial, 1984.
—La dinámica del capitalismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1986.
—La identidad de Francia, Barcelona, Editorial Gedisa, 1993.
—“Enseñanza de la historia, sus directrices”. Traducción Carlos Aguirre Rojas en La Tarea. Revista de Educación y cultura de la
sección 47 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, en www.latarea.com.mx/articu9/braudel9.htm, 6 hojas.
—“Pedagogía de la Historia” en Eslabones. Revista semestral de estudios regionales, titulada “La historiografía francesa en
América Latina”, enero a junio de 1994, número 7, (Conferencia pronunciada en septiembre de 1936 en el Instituto de
Educación en colaboración con la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la Universidad de San Pablo, en Brasil. Traducción
del portugués al español de Carlos Antonio Aguirre Rojas)(publicación de la Sociedad Nacional de Estudios Regionales)
Wallerstein, Emmanuel, “Braudel, los “Annales y la historiografía contemporánea”, en Studi Storici, enero-marzo de 1980 (año
XXI) y es un ensayo que forma parte del volumen Historians of Modern Europe, editado por Ch. Friedeman y W.W. Wegar,
páginas 99 a 111.

Notas:
1. Fernando Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, México, Fondo de Cultura Económica,
1955, también está El Mediterráneo, Madrid, Editorial Espasa-Calpe, 1997.
2. Fernando Braudel, Escritos sobre historia, México, Fondo de Cultura Económica, 1991; Una lección de historia de Fernand
Braudel, de la misma editorial en 1989, que presenta las actas de coloquio de Chautevallon celebrado en octubre de 1985.
3. Fernand Braudel, “Débats et combats” en Annales, No. XII, 1957.
4. Fernand Braudel, La historia y las ciencias sociales, Madrid, Alianza Editorial, 1968.
5. Fernand Braudel, Las civilizaciones actuales, Madrid, Tecnos, 1966.
6. Fernand Braudel, Civilización material y capitalismo, Barcelona, Editorial Labor, 1974, también está Civilización material,
economía y capitalismo. Siglo XV al XVIII, Madrid, Alianza editorial, 1984.
7. Fernand Braudel, La dinámica del capitalismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1986.
8. Fernand Braudel, La identidad de Francia, Barcelona, Editorial Gedisa, 1993.
9. Fernando Braudel, “Enseñanza de la historia y sus directrices” en La Tarea. Revista de educación y cultura, página 2.
10. Ibid., p. 3.
11. Fernando Braudel, “Pedagogía de la historia” en Revista semestral de estudios regionales, enero a junio, 1994, número 7, p.
XXXII.
12. Ibid. P. XXXIII
13. Ibidem.
14. Ibid., p. XXXIV
15. Ibidem.
16. Ibid, p. XXXV
17. Ibid, páginas XXXVI-XXXVII
18. Fernando Braudel, “La enseñanza de la historia y sus directrices”, op. cit, p. 3.
19. Ibid. P. XXXVII
20. Ibid., p. XXXVIII
21. Ibid., XVIII
22. Ibid., p. XXXIX
23. Ibidem.
24. Ibid., p. XL.
25. Ibid., p. XLIII.
26 Ibidem.
27. Ibid., p. XLIV.
28. Ibidem.
29. Ibid., páginas XLIV-XLV.
30. Ibid., p. XLV.
31 Ibid., p. XLVII.
32. Ibidem.
33. Ibid., p. XLVIII.
34. Ibid., p. XLIX.

Articulo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 D.F. Centro, México. Se permite su uso citando la fuente. Dirección
u094.upnvirtual.edu.mx

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