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Querido joven abogado:

Cuando leas esta carta quizá yo ya me haya ido. Quizá haya


partido a otra galaxia o quizá esté volviendo a casa en un bucle
en el tiempo. Quizá me haya convertido en parte del espacio ya
que cada átomo de nuestro cuerpo formó parte alguna vez de
una estrella. Quizá sea yo mismo quien reciba esta carta. Te
envió estas palabras desde un futuro muy lejano. He librado
batallas que jamás imaginarías y he visto cosas que tu mente y
tu entendimiento ni tan siquiera sospecha. Sé que eres joven y
estás lleno de vida. Sé que estás asustado y a veces te sientes
perdido. No es fácil ser abogado. No es fácil. Recuerdo que
cuando tenía tus años me preguntaba cómo sería ser un
abogado del futuro. Cuáles serían los retos y los nuevos
desafíos jurídicos que la vida me pondría por delante. Hoy ya en
el ocaso de mi vida he aprendido que, a pesar de todo, nosotros
los humanos, somos seres llenos de vida y que nos seguimos y
seguiremos haciendo siempre las mismas preguntas. Por eso te
escribo esta carta, arrojada a los océanos del tiempo, con el
único fin de que en algún momento, en algún lugar, alguien
(quizá algún abogado como tú, perdido como yo lo estaba
entonces) pueda leerla. He visto como las normas han
revolucionado el mundo. Lo que en tu época se llama robótica
no es más que una semilla de lo que las máquinas serán en un
futuro. Las jurisdicciones cambiarán, también las normas que
hasta ahora creías inmutables. Se legalizarán los viajes en el
tiempo, viajaremos a galaxias lejanas más allá de los límites del
espacio y del tiempo y alguna catarsis planetaria alterará tu
manera de concebir el mundo. Se descubrirán nuevos inventos
que jamás soñaste, se alargará la vida y se erradicarán
enfermedades. Pero surgirán nuevos peligros para los que no
estaremos preparados. La tecnología avanzará hasta cotas
insospechadas, se instaurarán nuevos sistemas de detección de
delitos y con ella toda la configuración clásica del derecho. La
clonación abrirá nuevos campos jurídicos antes insospechados
y la selección genética marcará un antes y un después en la
sociedad, los ciudadanos y el derecho. Habrá guerras por
inteligencias artificiales y la nanotecnología dejará de ser un
desideratum. Se explorarán nuevos mundos y nuevas

realidades, te ahorraré las problemáticas jurídicas de la


teletransportación, mutación y viajes en el tiempo. Los androides serán
juzgados como humanos pero las máquinas no conseguirán
extinguirnos. Sé que te gustaría que siguiera relatándote estos hechos
extraordinarios. Pero quiero que emprendas tu propio viaje. Quiero que
vivas con la mente y el corazón abierto y que aprendas a juzgar con tus
propios ojos. Deseo también que sean las experiencias las que marquen
tu viaje vital y profesional a tierras muy lejanas. Sé que te levantarás
cuando caigas y que juntarás tus pedazos y aprenderás. Recuerda que
eres abogado y eso imprime carácter. Nosotros nos regeneramos,
adaptamos y seguimos hacia adelante. Pero sin embargo, y a pesar de
todos estos sucesos increíbles, me he convencido de que todos los retos
del abogado del futuro son y serán siempre los mismos. Esta noble
profesión que tanto amas defiende a personas y busca la justicia. Por
eso quisiera que grabaras a fuego en tu mente las siguientes palabras
que son y serán siempre las mismas. Reglas inmutables en el tiempo por
los siglos de los siglos entre esta especie de humanos que amamos y
ejercemos esta profesión desde el origen de los tiempos y que toda una
revolución histórica no ha extinguido.

1. Sé honesto

No sólo con el cliente, sino contigo mismo. Sé fiel a ti mismo y a tus


valores y principios. Recuerda que has elegido esta profesión por ser la
más noble entre los oficios, ya que busca la justicia y lucha por ella.
Recuerda que defiende el más superior de todos los valores. Defiende
con fuerza las causas nobles y lucha por el mayor tesoro que ostenta
toda persona: sus derechos. No persigas casos, sino causas por las
que merezca la pena luchar e invertir tu tiempo.

2. Actúa con pasión

Busca aquello en lo que crees y amas. Pues, como dijo Cicerón,


entrega tu corazón al oficio que has aprendido y hallarás sosiego en él.
Aliméntate de la satisfacción que nos regala esta profesión. Entrega tu
alma a la justicia y enamórate cada día de ese fiel compañero que es el
derecho.

3. Trabaja duro

Nada cosecharás si no siembras en el fértil campo del trabajo duro.


Trabaja con rigor y con ahínco. Exígete a ti mismo las mismas
cualidades y aptitudes que te gustaría encontrar detrás de la mesa del
despacho. Sé un espejo en el que mirarte y un ejemplo de tu propia vida
a la que puedas mirar sin rubor cuando pasen los años y vuelvas la vista
atrás.
4. Sé empático

Ponte en los zapatos del cliente. El cliente no es un número


más en la carpeta de un expediente. Es una persona que
acude a ti para entregarte su confianza y ponerte en sus
manos. Recuerda que no hay casos pequeños, porque detrás
de cada persona hay una historia. Trata de escucharlos y
entenderlos.

5. Estudia todos los días

El derecho es una de las pocas ciencias que se encuentran en


continuo cambio. Fórmate, escucha, lee. Permanece en
continúa actualización y formación y recuerda que el mayor
valor del abogado es el conocimiento. La mejor arma con la
que atacar y defenderse es conocer la ley. Sólo así
garantizarás un trabajo eficaz, eficiente, profesional. Sólo así
serás digno de la profesión en la que crees. No dejes que el
tiempo y la desidia te desanimen. Estudia con la misma ilusión
que el primer día.

6. Enfócate

Busca metas y objetivos. Cree en ti mismo y persevera en


lograr tu propio éxito. Cuanto más remes hacia la orilla más te
darás cuenta que lo importante es disfrutar del camino y no la
meta. Pero también aprenderás a que tu coraje y tu valor para
lograrlas tendrán su recompensa. No te rindas ni cedas.

7. No generalices
El mayor error del abogado es generalizar. Escucha a cada
persona y lee cada caso con detenimiento y como si fuera la
primera vez. No hay dos personas ni dos casos iguales.
Estudia con detenimiento cada caso de forma personal. No
automatices, no somos máquinas.

El ser humano es complejo y único. Haz un seguimiento


personalizado y actualizado.

8. Sé paciente y persevera

Recuerda que la paciencia es una planta de raíces amargas


pero de frutos dulcísimos. Ten siempre en mente que la
profesión a la que has consagrado tu vida es un noble oficio
que amas y el sustento de tu vida. No busques más que la
gloria y el éxito que te proporciona un nuevo reto.

9. Comprométete

Sé humano, cercano y cálido. Reconócete en los ojos del otro,


intenta entender su situación y postura. Ten en cuenta las
emociones y sentimientos de las personas. En el compromiso
con tu profesión hallarás la clave del éxito.

10. Involúcrate e innova

El mundo cambia por momentos y cada vez más veloz.


Adáptate rápido y con ilusión. Crea, evoluciona, crece. Así que
te deseo el mejor de los viajes. Que la Odisea te lleve a
maravillosos lugares y te sorprenda con increíbles aventuras.
Pero ten siempre en tu mente llegar a Ítaca: tu destino y
origen. Sé valiente para enfrentarte a la vida, comprometido
ante la injusticia, sensible ante el que necesita ayuda, firme en
tus convicciones y valores. Sé un hombre de honor que
dignifique la profesión.

Para que si alguna persona, en algún momento, en algún lugar


reconoce estos valores, pueda decir de manera firme:

“Mira, por allí camina un abogado”


Atentamente, un abogado del futuro.

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