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EL PENSAMIENTO CRISTIANO: SAN AGUSTÍN (354-430)

"Todas las devastaciones, los asesinatos, los saqueos, los incendios y los malos
tratos que se han cometido en ese desastre tan reciente de Roma no son sino la
consecuencia de las costumbres practicadas en la guerra. Pero esto que ha acontecido
por primera vez, el hecho de que ese salvajismo bárbaro, por un prodigioso cambio
del aspecto de las cosas, se haya mostrado tan dulce hasta el punto de escoger y
designar, para llenarlas con representantes del pueblo, las más vastas basílicas,
dentro de las cuales nadie sería acometido, de donde nadie sería arrancado, adonde
muchos serían conducidos para su liberación por enemigos compasivos, de donde
nadie sería llevado en cautividad ni aún por los más crueles enemigos: esto, en
nombre del Cristo, es a los tiempos cristianos a lo que hay que atribuirlo (...)
La casa de los hombres que no viven de la fe procura la paz terrena con los bienes
y comodidades de la vida temporal, pero la casa de los hombres que viven de la fe
espera los bienes que le han prometido eternos en la vida futura y de los terrenos y
temporales usan como peregrinos, no de forma que deje prenderse y apasionarse de
ellos y que la desvíen de la verdadera senda que dirige hacia Dios, sino para que la
sustenten con los alimentos necesarios para pasar más fácilmente la vida y no
acrecentar las cargas de este cuerpo corruptible (...). La ciudad celestial o, por mejor
decir, la parte de ella que anda peregrinando en esta mortalidad y vive de la fe,
también tiene necesidad de semejante paz y (...) como tiene ya en prenda la promesa
de la redención y el don espiritual, no duda en sujetarse a las leyes de la ciudad
terrena (...), pues así como es común a ambas la misma mortalidad, así en las cosas
tocantes a ella se guarda la concordia entre las dos ciudades... Así que esta ciudad
celestial, entretanto que es peregrina en la tierra, va llamando y convocando de entre
todas las naciones ciudadanos, y por todos los idiomas va haciendo recolección de la
sociedad peregrina, sin atender a diversidad alguna de costumbres, leyes e institutos,
que es con lo que se adquiere o conserva la paz terrena, y sin reformar ni quitar cosa
alguna ... siempre que no impida y sea contra la religión, que nos enseña y ordena
adorar a un solo, sumo y verdadero Dios.
La Ciudad de Dios, Libro XIX, cap. XVII)

La persistencia del paganismo y la organización de la Iglesia (Sínodo de Auxerre,


2ª mitad siglo VI)

1. Se prohíbe disfrazarse de becerro o de ciervo en las calendas de enero, o


entregarse regalos diabólicos; en ese día no pueden hacerse más presentes que los
demás días.
2. Todos los sacerdotes deben enviar mensajeros antes de la Epifanía, para que
sepan qué día comienza la Cuaresma; el día de Epifanía, que lo indiquen al pueblo.
3. Se prohíbe celebrar ceremonias en las casas particulares y hacer veladas
privadas en las fiestas de los santos. No se deben realizar votos junto a un matorral,
árboles sagrados o fuentes. Quien haga un voto, que pase la velada en la iglesia y
haga algo provechoso para los que están albergados y para los pobres. Que no se
hagan esculturas en madera representando hombres o pies.
4. No se debe prestar atención a los adivinos y a los augures, ni entrar en relación
con los magos ni quienes practican la suerte de los santos o que hacen cualquier
cosa con madera o con pan, sino que todo lo que el hombre quiere hacer, que lo
haga en nombre de Dios.
7.A mediados de mayo todos los sacerdotes deben reunirse en sínodo en la cabeza
de su distrito, y en las calendas de noviembre que todos los abades se reúnan
igualmente.
9. No se deben permitir en las iglesias los coros de laicos ni las canciones de las
niñas ni celebrar comidas, porque está escrito: «mi casa es una casa de oración».
12. No se debe dar a los muertos ni la eucaristía ni el beso de la paz; no se debe
cubrir su cuerpo con un velo ni con corporal.
14. No se deben enterrar cadáveres en el baptisterio.
15. No se debe enterrar un muerto sobre otro muerto.
16. Está prohibido labrar o hacer otros trabajos en domingo.
17. No se deben aceptar ofrendas a favor de aquellos que se han suicidado
ahogados, ahorcados, se han tirado desde un árbol, se han atravesado con un arma
o de cualquier otra manera.
18. No se puede bautizar en otra fiesta que en Pascua, salvo en caso de muerte o
de enfermedad. Si cualquiera de otro condado, por espíritu de revuelta hace
bautizar a sus hijos en otra fecha, que no sea recibido en nuestras iglesias, y el
sacerdote que haya aceptado deberá ser excomulgado tres meses.
24. Los abades y los monjes no deben acudir a las bodas.
34. Un sacerdote no debe participar en un tribunal ni asistir a la ejecución de un
hombre.
35. Un sacerdote, o un diácono, o un clérigo no debe citar a otro clérigo ante el
juez civil.
40. No está permitido a los sacerdotes cantar y bailar en un banquete.
44. Si un laico rechaza seguir por espíritu de revuelta los consejos de su
arcipreste, será excluido de la iglesia hasta que los acepte, como ha decidido
nuestro glorioso rey mediante un precepto.
Concilia Galliae, publ. Ch. DE CLERCQ, Corpus Christianorum series latina,
148A, Tournhout 1963, Brepols, p. 265 (según la trad. francesa DE P.RICHÉ y G.
TATE, Textes et documents d'histoire du Moyen Age V'-X' siecles, 1, París, 1972,
Sedes, 137-139).

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