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Habeas Corpus
Habeas Corpus
Siguiendo esta línea, las constituciones han configurado un ordenamiento cuya pretensión
máxima es la garantía de la libertad de los ciudadanos, y ello, hasta el punto que la libertad queda
instituida, por obra de la propia Constitución, como un valor superior del ordenamiento jurídico.
De ahí que los textos constitucionales y sus leyes complementarias, deben regular con
meticulosidad los derechos fundamentales, articulando técnicas jurídicas que posibiliten la eficaz
salvaguarda de dichos derechos, tanto frente a los particulares, como frente a los poderes públicos.
Una de estas técnicas de protección de los derechos del hombre, específicamente del derecho a la
libertad personal, es la institución del Habeas Corpus. Se trata de un instituto que cuenta con una
antiquísima tradición y se ha evidenciado como un sistema particularmente idóneo para
resguardar la libertad personal frente a la eventual arbitrariedad de los agentes del orden público.
Con esta investigación pretendemos valorar la regulación constitucional del Hábeas Corpus como
mecanismo de garantía de la libertad personal, a partir de un estudio teórico doctrinal, histórico
y comparado de la legislación dominicana.
a
OBJETIVOS
Objetivo General
Objetivos Específicos
METODOLOGÍA
Para el logro de estos objetivos nos hemos apoyado en los distintos métodos de investigación
existentes, específicamente de los más usados en las investigaciones jurídicas.
b
MARCO TEÓRICO
Antecedentes
Aunque sectores atribuyen sus orígenes al derecho romano o la España medieval; la teoría más
aceptada sostiene el origen anglosajón de la figura. Según esta teoría es en Inglaterra donde la
institución tuvo su origen en el año 1215. al ser reconocidos por el rey Juan Sin Tierra en la Carta
Magna. Las garantías contra arrestos injustos del antiguo derecho inglés se denominaban “writs”,
Sobre el particular apunta el tratadista García Belaunde: “(...) Originalmente este writ sirvió para
que una corte del Common Law pueda traer a su presencia a personas que deberían comparecer en un juicio.
En los siglos XV y XVI, las cortes del King’s Bench y Common Law usaron el writ para imponerse sobre
cortes rivales y para liberar prisioneros de tales cortes que se habían excedido en sus jurisdicciones
(competencias). En el siglo XVII. parlamentarios usaron el writ para revisar arrestos arbitrarios
ordenados por el rey o el Consejo del rey. En 1640 se aprobó la ley para que en casos de detención. las cortes
del Common Law investigasen la verdadera causa del arresto o privación de libertad. La esencia del
Hábeas corpus era que una corte pudiera determinar la legalidad o no de una detención”.1
En 1679 el parlamento ingles promulgo el Hábeas corpus Amendment Act. Sobre el particular se
abunda que “Lo relativo a la cuestión del Hábeas corpus fue reglamentado por el Parlamento Británico
en 1679 al dictar el “act” (Ley) de Hábeas corpus el cual faculta a quien haya sido privado de su libertad
a obtener una copia de la orden de prisión a la seis horas de la misma y hacerse llevar ante el Magistrado,
quien tras interrogarlo y realizar las investigaciones pertinentes puede ponerlo en libertad pura y
simplemente, ordenar su libertad bajo fianza o mantenerlo en prisión.”
En todo caso es difícil situar el origen de la figura. Con mucho sentido expresa el citado autor
García Belaunde, lo siguiente:
“Sin embargo, si bien es difícil decir cuál de dichos medios procesales es anterior en el tiempo (las
manifestaciones españolas o el Hábeas corpus inglés), o cuál es más efectivo (de hecho son más o menos de
la misma época, siglos XII y XIII. y en cuanto a su cobertura van parejos si se tiene presente la multiplicidad
de writs existentes en el derecho inglés medieval), lo concreto del caso es que, con la llegada del absolutismo
a España, todas esas bondades procesales empiezan un periodo de extinción que durará siglos y por ende
1 Garcia Belaunde, Domingo, El Habeas corpus en Perú. Lima, U. de San Marcos, 1979.
c
serán puestos de lado y olvidados por los pueblos. Por el contrario, el Hábeas corpus evolucionó en
Inglaterra en forma lenta pero segura, y jamás dejó de existir ni de aplicarse. Más aún, pasó a sus vastas
colonias, mientras que en España no sólo se les olvidó, sino que ni siquiera las introdujo en sus dominios
(para ellos crearon especialmente la legislación indiana), motivo por el cual un paralelo teórico sobre dichas
instituciones no tiene mayor relevancia. si ponemos de manifiesto la gravitación determinante del instituto
inglés, frente al eclipse de las manifestaciones torales.”
MARCO CONCEPTUAL
El Habeas Corpus es una de las garantías jurisdiccionales especiales de protección a los derechos
humanos, pertenece a la esfera del control difuso de los derechos fundamentales. Su regulación
debe provenir de un mandato constitucional, por tanto, constituye un compromiso de los poderes
públicos ante los ciudadanos.
Es el Habeas Corpus, un proceso especial y preferente, por el que se solicita del órgano
jurisdiccional competente el restablecimiento del derecho constitucional a la libertad, vulnerado
por la comisión de cualquier detención ilegal que pueda ser dispuesta por persona no encuadrada
dentro del poder judicial. Implica que toda persona que fuere objeto de privación o restricción de
su libertad, o se viere amenazada en su seguridad personal, con violación de las garantías
constitucionales, tiene derecho a que un juez competente con jurisdicción en el lugar donde se
hubiere ejecutado el acto causante de la solicitud, o donde se encontrara la persona agraviada,
expida un mandamiento de Habeas Corpus, a fin de restituir su libertad. O sea, su pretensión es
establecer remedios eficaces y rápidos para los eventuales supuestos de detenciones no justificadas
legalmente, o que transcurran en condiciones ilegales.
Por consiguiente, el Habeas Corpus se configura como una comparecencia del detenido ante el
juez (comparecencia de la que etimológicamente proviene la expresión que da nombre al proceso),
y que permite al ciudadano privado de libertad, exponer sus alegaciones contra las causas de la
detención o las condiciones de la misma, al objeto de que el juez resuelva, en definitiva, sobre la
conformidad a derecho de la detención.
d
CAPÍTULO I
La tradicional garantía del derecho a la libertad, conocida como habeas corpus, se encuentra
expresamente consagrado en el ordenamiento jurídico dominicano desde la promulgación de la
Ley No. 5353, en fecha 22 de octubre de 1914. En el ámbito constitucional, desde 1955 la
Constitución mencionaba el habeas corpus como el recurso idóneo para remediar y proteger la
libertad individual.
La referida Ley No. 5353 permaneció en vigencia hasta el 2002, cuando fue derogada por el nuevo
Código Procesal Penal.
Dando continuidad a la labor iniciada por el Código Procesal Penal en este sentido, la
Constitución del año 2010 establece formalmente el concepto y la finalidad del habeas corpus.
También, por supuesto, la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional lo regula.
Tal configuración responde a la noción tradicional de la institución del Habeas Corpus, que se
caracteriza en derecho comparado por la flexibilidad y falta de formalismos que pudieran impedir
su utilización en circunstancias normalmente complejas y difíciles para la persona afectada.
En primer lugar, la acción puede ser ejercida tanto por la propia persona como por “quien actúe en
su nombre”, lo que debe ser entendido en su sentido más flexible, esto es, no requiriendo una
representación procesal formal, sino tan sólo alguien que acredite tener conocimiento personal
del afectado o de su situación. En efecto, de otra manera puede abocarse la institución del Habeas
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Corpus a su ineficacia en todos aquellos casos en los que el sujeto esté imposibilitado de acudir al
mismo órgano judicial como consecuencia de la propia situación de detención irregular.
La comparecencia debe ser ante el propio órgano judicial, debiendo las leyes procesales prever un
procedimiento ágil y rápido.
Finalmente, la resolución judicial debe producirse como una decisión que solo atiende a la
regularidad prima facie de la detención o posibilidad de la misma. Cualquier otra cuestión deberá
Por su parte, el artículo 63 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional reproduce el ya citado
artículo constitucional.
Asimismo, el Código Procesal Penal establece en su artículo 381 que: “toda persona privada o
cohibida en su libertad sin las debidas formalidades de ley o que se viere inminentemente amenazada de
serlo, tiene derecho, a petición suya o de cualquier persona en su nombre, a un mandamiento de habeas
corpus con el fin de que el juez o tribunal decida, sin demora, sobre la legalidad de la medida de privación
de libertad o de tal amenaza”.
De la lectura de este último texto se puede apreciar la existencia en nuestro ordenamiento jurídico
penal de un habeas corpus preventivo, en consonancia con lo que dispone la Convención
Americana de los Derechos Humanos.
En todo caso, la acción de habeas corpus es una acción constitucional especializada contra
violaciones o amenazas de violación al derecho a la libertad y a la seguridad personal.
Esta acción tiene un procedimiento distinto a la acción de amparo, a pesar de que está diseñado
también como una acción para la protección de un derecho fundamental. De hecho, cuando la
Constitución consagra, en su artículo 72, la acción de amparo, precisa que ella se refiere a los
derechos fundamentales “no protegidos por el habeas corpus”. Lo mismo hace la Ley Organica del
Tribunal Constitucional, en su artículo 65 que, al precisar los actos impugnables mediante la
acción de amparo, exceptúa “los derechos protegidos por el habeas corpus y el habeas data”.
Así, la acción de habeas corpus responde a los procedimientos ordinarios establecidos en el Código
Procesal Penal –“se rige por las disposiciones del Código Procesal Penal”, son los términos que usa el
artículo 63 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, que están diseñados para una mejor
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instrumentación de los procesos penales, y en el caso particular del hábeas corpus, para garantizar
la protección efectiva del derecho a la libertad personal.
El artículo 381 del C.P.P establece que: “Toda persona privada o cohibida en su libertad sin las debidas
formalidades de ley o que se viere inminentemente amenazada de serlo, tiene derecho, a petición suya o de
cualquier persona en su nombre, a un mandamiento de habeas corpus2 con el fin de que el juez o tribunal
decida, sin demora; sobre la legalidad de la medida de privación de libertad o de tal amenaza. No procede
el habeas corpus cuando existan recursos ordinarios o pueda solicitarse la revisión de las medidas de
coerción”
La acción de habeas corpus tiene como exclusiva finalidad la reivindicación inmediata del derecho
a la libertad, cuando este ha sido coartado de manera ilegal. Tanto cuando este derecho ha sido
ya coartado, como cuando existe una amenaza de restricción al mismo. Se ha considerado que esto
último es una novedad en nuestro ordenamiento jurídico. Sin embargo, a nuestro entender, la
Constitución de la Republica ya establecía dicho presupuesto, cuando en su artículo 8 numeral 2
literal b, establece que nadie puede ser cohibido de su libertad, que no es lo mismo que la privación
de la libertad per se.
La idea es que toda persona privada de su libertad sin que medie una orden judicial para ello,
pueda revertir esa situación inmediatamente, al ser presentada ante un juez que conocerá de la
ilegalidad de la privación de libertad exclusivamente, sin inmiscuirse en la eventual culpabilidad
del impetrante.
Se trata de que nadie pueda ser reducido a prisión ilegalmente. Ahora bien, debemos preguntamos
cuando una prisión puede considerarse ilegal.
La Constitución de la Republica establece que nadie puede ser privado de su libertad sin una
orden escrita y motivada emanada de un órgano judicial competente, salvo los casos de flagrante
delito.
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Aquí debemos hacer dos distinciones. La primera consiste en determinar cuál puede considerarse
un órgano judicial competente para dictar prisión. La segunda se refiere a los arrestos en ocasión
de flagrante delito, en cuyo caso es preciso definir quienes tienen la facultad de efectuar un arresto
y para dictar prisión y cuáles son las condiciones que definen un flagrante delito.
“Es de la competencia exclusiva y universal de las jurisdicciones penales el conocimiento y fallo de todas las
acciones y omisiones punibles previstas en el Codigo Penal y en la legislación penal especial, y la ejecucion
de sus sentencias y resoluciones, según lo establece este Codigo. (...)”
De ahí que el juez de la jurisdicción penal es el único competente para dictar prisión en contra de
una persona. Ahora bien, dentro de esta jurisdicción, sabemos que existen diferentes órganos que
tienen a su cargo las distintas fases y tareas del proceso penal.
En los casos de flagrante delito, tanto la policía como cualquier persona pueden practicar el
arresto, obviamente, sin necesidad de orden judicial. Se considera flagrante delito la situación de
una persona que es sorprendida cometiendo la acción o acabando de realizarla o mientras es
perseguido por dicha acción o cuando presenta objetos o rastros que hagan presumir que acaba
de cometerla.
En relación con el arresto, cabe citar el extenso artículo 224 del C.P.P, que regula todo lo
concerniente a esta figura, a saber: “La policía debe proceder al arresto de una persona cuando una
orden judicial así lo ordene. (…)”. El artículo citado precedentemente establece las condiciones en
que puede ser practicado un arresto, de modo que fuera de las mismas, el arresto se considera
ilegal y debe ser suspendido inmediatamente.
Así pues, en los casos de flagrante delito, tanto la policía como cualquier persona pueden practicar
el arresto, obviamente, sin necesidad de orden judicial.
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En el caso de la policía, debe poner al arrestado a la orden del ministerio público inmediatamente,
debiendo este último solicitar medida de coerción o ponerlo en libertad, dentro de las 24 horas
contadas a partir del arresto. La Constitución de la Republica establece, sin embargo, un plazo de
48 horas para presentar al detenido ante la autoridad judicial, de modo que, siendo la norma
constitucional de mayor jerarquía frente a la disposición legal, no cabe duda de que este es el
plazo que puede mediar entre la privación de libertad y la presentación de la persona ante la
autoridad o bien su puesta en libertad.
Un arresto realizado solo podría devenir en ilegal cuando exceda el plazo máximo de las 48 horas
sin que la persona haya sido presentada ante la autoridad judicial competente.
El ministerio publico tendrá que solicitarle al juez de la instrucción la orden para arrestar a una
persona, en aquellos casos en que su presencia sea necesaria y existan elementos suficientes para
sostener razonablemente que es autor o cómplice de una infracción y que puede ocultarse, fugarse
o ausentarse del lugar; también cuando después de citada a comparecer no lo hace, siendo
necesaria su presencia durante la investigación o conocimiento de la infracción.
Cuando un arresto se lleva a cabo sin orden del órgano judicial competente, ese arresto es ilegal
y da lugar a un procedimiento de habeas corpus para hacer cesar la privación de libertad.
La prisión, por el contrario, es una medida de coerción que tiende a garantizar la presencia del
imputado en el proceso. Es una medida de carácter excepcional por tratarse de la intervención
más grave que el Estado está autorizado a adoptar en ausencia de juicio y que implica la privación
total de la libertad física sin un juicio definitivo. Sus reglas son distintas, puesto que, el imputado
por lo menos comparece a una audiencia de medida de coerción ante el juez de la instrucción, el
cual decidirá, de entre todas las medidas que dispone el codigo, si la prisión resulta necesaria para
evitar que la persona se evada del proceso.
La prisión preventiva tiene una duración máxima de 12 meses, conforme lo dispone el artículo
241 del referido codigo, relativo al cese de la prisión preventiva; pudiendo darse, conforme al
artículo 242, una ampliación de este plazo por 6 meses adicionales cuando el fallo ha sido recurrido
por el imputado. Dado que no se especifica de que fallo se trata, suponemos que se refiere a la
sentencia relativa al juicio. Del mismo modo, en los asuntos complejos el plazo ordinario de la
prisión se extiende a 18 meses y en caso de sentencia condenatoria, hasta 6 meses más.
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Así pues, para los casos de prisión preventiva entendemos que en principio el habeas corpus no
está abierto, ya que esta debe darse necesariamente mediante resolución motivada de un juez. De
no ser así, existen recursos ordinarios en la normativa procesal penal, como la revisión y la
apelación. Ya hemos visto, que el artículo 381 del C.P.P excluye el habeas corpus cuando existan
recursos ordinarios o cuando pueda solicitarse la revisión de las medidas de coerción.
Si se trata de una prisión que nunca fue ordenada por un juez, sino que ha sido producto de una
situación fáctica o bien la prisión ha sido ordenada por una autoridad incompetente, no hay lugar
a dudas de que está abierta la posibilidad de iniciar el procedimiento de habeas corpus.
El habeas corpus, en el ámbito procesal se limita a la prisión ilegal. Sostiene Manuel Ulises A.
Bonnelly Vega, en su ensayo intitulado “Los procedimientos especiales" que “(...) en vista de que las
decisiones judiciales que restringen la libertad pueden ser reexaminadas mediante los recursos con el objeto
de evitar abusos o injusticias; el procedimiento o acción de Habeas Corpus, que se instituye en la
Constitución. se ve estrictamente reducido al ámbito de la prisión ilegal. Es decir cuando la orden que ba
privado la libertad al ciudadano proviene de un funcionario sin capacidad legal para dictarla (…)"3.
Ciertamente la privación de la libertad o amenaza ilegal es el ámbito de acción del habeas corpus.
3 Bonnelly, Manuel Ulises, Ensayos y monografías sobre el derecho procesal penal dominicano. PUCMM, edición
Mayo 2006, pág. 155.
4 El subrayado es nuestro.
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Para la mayoría de los autores la libertad individual es el fundamento del habeas corpus; sin
embargo, debe tenerse en cuenta, por el carácter de sus efectos -resolución estimatoria o
desestimatoria- que esta figura está estrechamente vinculada a la idea del juicio previo (artículo
8.2 y sus literales b, c, e: f, y g de la Constitución de la Republica) así como al principio de
presunción de inocencia, plataforma del sagrado estatuto de libertad de la persona y el juicio
previo, consagrados también en los principios contenidos en los artículos 3,14 y 15 del C.P.P,
respectivamente.
De hecho, el artículo 15 del referido codigo establece que “toda persona que se encuentre de manera
arbitraria o irrazonable privada de su libertad o amenazada de ello tiene derecho a recurrir ante cualquier
juez o tribunal a fin de que este conozca y decida sobre la legalidad de tal privación o amenaza, en los
términos que lo establece este Codigo.”
Ahora bien, el juez de habeas corpus no puede regularizar una prisión ni elevar un arresto a
prisión. Si el arresto fue mal practicado, es decir, se hizo sin apego a la normativa legal, la persona
debe ser puesta en libertad. Del mismo modo, si transcurre el periodo máximo que puede durar
el arresto, el juez de habeas corpus no puede convertir dicho arresto en una prisión preventiva,
ya que se estaría excediendo del campo de su competencia. Esto es competencia del juez de la
instrucción. Pero, además, estaría legitimando una situación ilegal que ha violado un derecho
constitucional, lo cual choca con el espíritu y la finalidad del habeas corpus, que es la protección
de uno de los derechos fundamentales más sagrados: la libertad.
La Constitución de la Republica Dominicana bajo la sección “De los derechos individuales y sociales”
después de definir la naturaleza del habeas corpus, remite su regulación procesal al ámbito
adjetivo. El Codigo Procesal Penal norma el procedimiento de habeas corpus en las partes
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relativas a los principios y a los procedimientos especiales, respectivamente. Es decir, ese mandato
constitucional en el estado actual de las cosas, lo asume, en principio, el propio C.P.P.
“La solicitud de mandamiento de habeas corpus no está sujeta a formalidad alguna y puede ser presentada
por escrito firmado o por declaración en secretaría, por la persona de cuya libertad se trate o por su
representante; en lo posible con indicación de:
El artículo 382 del C.P.P establece en primer lugar que: “La solicitud de habeas corpus no está sujeta
a formalidad alguna y puede ser presentada por escrito firmado o por declaración en secretaría por la
persona de cuya libertad se trate o por su representante (...).
De aquí se desprende que la solicitud puede ser oral o escrita y que puede hacerla la misma
persona afectada y, al referir que puede hacerlo ella misma o su representante, se infiere que no
es necesaria la asistencia de un abogado. El representante no necesariamente es un abogado, sino
cualquier persona que ejerza la representación del impetrante.
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De todos modos, el juez del habeas corpus es un juez de garantía del derecho constitucional a la
libertad y está llamado a reivindicarlo en presencia de una violación arbitraria e ilegal del mismo;
esto quiere decir, que el juez de oficio, debe suplir los motivos que justifiquen la petición y al
comprobar la existencia de ilegalidad, otorgar la libertad. Tanto la solicitud como el proceso
están exentos de formalidades. Siendo así, podría justificarse la ausencia de una defensa técnica
para el impetrante.
La solicitud puede hacerse de forma oral o escrita. Establece el artículo 382 del C.P.P que en lo
posible, se indique el nombre de la persona afectada, el lugar donde se encuentre, el nombre o
designación del funcionario o la persona que haya privado, cohibido o amenazado la libertad o el
encargado el recinto en el que se encuentre, una breve exposición de las razones que justifican la
ilegalidad de la privación, cohibición o amenaza de la libertad y, finalmente, la mención de que no
existen recursos ordinarios ni es posible la revisión de la medida.
De la combinación de los artículos 60 y 72 del C.P.P, se advierte que el juez competente para
conocer del habeas corpus es el juez de primera instancia, en el tenor siguiente:
“Articulo 72. Jueces de primera instancia. (...) Son igualmente competentes para conocer de modo
unipersonal de las acciones de habeas corpus que le sean planteadas y de los hechos punibles de acción
privada. (...)”
Conforme al artículo 60 del C.P.P, “la competencia territorial de los jueces o tribunales se determina por
el lugar donde se haya consumado la infracción. (...)”
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Sin embargo, los artículos relativos al procedimiento (383, 385, 386, 387 y 389 del C.P.P), se
refieren a “juez” o “tribunal". Se trata de una previsión establecida frente a la posibilidad de que
otro tribunal conozca de una acción de habeas corpus ejercida por un ciudadano investido de
privilegio de jurisdicción, como es el caso de la Suprema corte de justicia quien tiene competencia
en el dominio de habeas corpus en los casos excepcionales establecidos por el artículo 377 del
C.P.P.
Con relación a la competencia existen aspectos interesantes desde el punto de vista procesal. De
la lectura combinada de los artículos 60 y 72 del C.P.P se deduce que el juez competente lo es el
de primera instancia del lugar donde se cometió la infracción imputada. Esta position es sostenida
por la doctrina criolla.5
Ahora bien, la situación no es tan simple. Primero, para determinar el lugar de la infracción, es
preciso identificar previamente, a cuál “infracción” se refiere. A la que dio lugar a la detención o
privación de libertad impugnada (primaria); o bien, a la infracción de las normas y formas previas
y que deben respetarse para la privación de libertad de una persona.
El ámbito de acción del habeas corpus está limitado a la prisión ilegal. Cualquier otra razón debe
ser dilucidada mediante los recursos ordinarios previstos por el C.P.P. tales como la revisión y la
apelación de las medidas de coerción.
Por otro lado, conforme lo establece el artículo 377 del C.P.P. “en los casos cuyo conocimiento en
primera o única instancia compete excepcionalmente a las Cortes de Apelación o a la Suprema Corte de
Justicia en razón de la función que desempeña el imputado; se aplica el procedimiento común, salvo las
excepciones previstas en este título.”
5Bonnelly, Manuel Ulises, “Los procedimientos especiales, Ensayos y monografías sobre el derecho procesal penal
dominicano. PUCMM, 2006, pág. 157.
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1.5.5 Procedimiento de habeas corpus
El artículo 383 del C.P.P. se refiere al mandamiento de habeas corpus en los términos siguientes:
“(...) Presentada la solicitud de habeas corpus, si procede; el juez o tribunal ordena la presentación
inmediata del impetrante. Una vez oído el impetrante, resuelve inmediatamente sobre la acción o fija
audiencia sin demora innecesaria, siempre dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes, disponiendo que
el funcionario demandado comparezca a los fines de que exponga los motivos legales que justifiquen su
actuación (…)”
Del texto copiado podemos ver, en un primer momento: que la orden de presentación del
impetrante no es una consecuencia necesaria de la solicitud; menos puede considerarse como una
obligación automática a cargo del juzgador. La orden de presentación del impetrante está
supeditada a la procedencia de la petición. Tomando en cuenta la naturaleza y perfiles de la figura
en cuestión, y sobretodo el tipo derechos en juego, consideramos que la apreciación de esta
procedencia no requiere en términos de tiempo y formas grandes consideraciones, pues se correría
el riesgo de desnaturalizar los fines perseguidos por la figura.
Ahora bien, este momento procesal tampoco puede degenerar en una labor automática e
invertebrada del examinador, ya que para el propio impetrante tendría sus bondades detener el
ejercicio de una acción abortada desde su propia concepción en una etapa joven del proceso. En
todo caso es preciso indicar que el “auto de inadmisibilidad” es apelable por ante la Corte de
apelación.
6 Además de la naturaleza de la figura en sí misma, el origen de esta exigencia legal recibió la presión de la Comisión
interamericana de derechos humamos mediante sus informes, muy especialmente el “Informe de seguimiento de las
recomendaciones sobre la situación de los derechos humanos en la Republica Dominicana del año 2001”, en donde
se denunciaron retardos injustificados en el acatamiento de los mandamientos de habeas corpus.
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audiencia, dentro de un plazo de cuarenta y ocho (48) horas a partir del mandamiento7, a los fines
de que el funcionario demandado exponga los motivos legales que justifiquen su actuación.
1) La solicitud. Se trata del apoderamiento del juez para que decida sobre la legalidad o no de la
privación de la libertad, o de las otras situaciones referidas. La solicitud no está sujeta a
formalidad alguna. Se puede hacer por escrito firmado o por declaración en secretaría. Está exenta
del pago de todo impuesto, tasa, valores o tributos. La solicitud puede presentarse cualquier día.
3) La audiencia. El juez o tribunal, puede decidir el habeas corpus luego de oír al impetrante, el
día de su presentación. O puede fijar una audiencia sin demora innecesaria y siempre dentro de
las 48 horas siguientes, pudiendo disponer que el funcionario que tiene bajo su control al
impetrante, se presente y exponga sus motivaciones. La audiencia no puede suspenderse por
ningún motivo y el juez o tribunal ordena la libertad o rechaza la solicitud.
7 Vale precisar que este plazo de 48 horas es distinto al previsto en el artículo 8.2.d. de la Constitución. Es decir, la
ley sustantiva ordena la presentación a la autoridad judicial competente dentro de las 48 horas. La violación de este
plazo puede dar lugar a una acción de habeas corpus. Contrariamente, lo establecido por el artículo 383 es el plazo
dentro del cual debe fijarse, en los casos en que esta proceda, la audiencia de habeas corpus.
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“(...) En la audiencia de habeas corpus, la cual no puede suspenderse por motivo alguno el juez o tribunal
escucha a los testigos e interesados, examina los documentos, aprecia los hechos alegados y dispone en el acto
que la persona privada o cohibida en su libertad o amenazada de serlo, sea puesta en libertad o el cese de
la persecución si no han sido cumplidas las formalidades que este codigo establece. En los demás casos
rechaza la solicitud”.
El texto inicia anunciando que la audiencia de habeas corpus no puede suspenderse por motivo
alguno. Este mandato coincide con la naturaleza de la acción y no requiere mayores comentarios.
Con relación a su desarrollo se expresa que en esta audiencia se escucharan los testigos e
interesado. Vale señalar, que en esta parte el texto no hace referencia a la participación del
impetrante, quien como hemos apuntado más arriba, según el texto del artículo 383, ya ha sido
oído antes de la convocatoria a audiencia. Luego de las declaraciones y apreciación de los hechos
alegados se dispone, "en el acto”, si no se han cumplido con las formas que establece la normativa
procesal penal, o bien la libertad del impetrante o bien el cese de su persecución. En caso
contrario, se rechaza la solicitud.
La parte in-fine del precitado texto reafirma lo expresado por el artículo 381, en el sentido de que
para la procedencia del habeas corpus no se requiere el apresamiento o privación de la libertad,
sino que el mismo cumple un rol importante en los casos en que la libertad se encuentra
amenazada de manera ilegítima e irregular, bien se haya dictado una orden de persecución o aun
en ausencia de esta. Estas posibilidades han motivado una propuesta de clasificar el habeas corpus
en dos categorías distintas: el habeas corpus “reparador y el preventivo".
8 Sobre el particular véase, Bonnelly: Manuel Ulises: "Los procedimientos especiales", Ensayos y monografías sobre
el derecho procesal penal dominicano. PUCMM, 2006, p. 156.
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términos procesales, la figura como tal ya existía en nuestro sistema, conforme a la propia
Constitución de la Republica9, de cuyo texto se infiere esta figura en el artículo 8.2.b10. Cuando el
texto se refiere a “ni cohibido en su libertad”, se refiere a un asunto distinto a la “privación de
libertad” propiamente dicha. La libertad de un ciudadano puede estar cohibida por la amenaza de
privación ilegal. Además, cuando la Constitución se refiere a la materialización de la privación se
refiere específicamente a ella o al concepto arresto.
La decisión en materia de habeas corpus solo es apelable cuando la petición es negada por el juez
de primera instancia, caso en el cual precede ejercer el recurso ante la Corte de Apelación,
conforme al párrafo añadido al artículo 386 del C.P.P. por el artículo 14 de la Ley n° 278-04 del
13 de agosto de 2004: sobre implementación del C.P.P.
Ahora bien, el C.P.P. no refiere nada en relación con el recurso de casación. Parece ser que este
recurso no está abierto. El artículo 393, en relación con el derecho de recurrir establece lo
siguiente:
“Las decisiones judiciales solo son recurribles por los medios y en los casos expresamente establecidos en este
Codigo (…)”.
“La casación solo es admisible contra las sentencias de la Corte de Apelación; las decisiones que ponen fin
al procedimiento, o denieguen la extinción o suspensión de la pena”.
9 El habeas corpus es una figura de naturaleza constitucional. El artículo 8.2.g. determina la figura y remite su
regulación procesal al derecho adjetivo. Es decir, la norma procesal solo se encargará de permitir el ejercicio adecuado
de la figura creada e instituida por la Constitución. Admitir que “procesalmente” se ha creado la figura del “Amparo
preventivo" equivale a desnaturalizar el propio mandato de la ley sustantiva.
10 Artículo 8.2.b de la Constitución de la Republica Dominicana: “(...) b) Nadie podrá ser reducido a prisión ni cohibido
en su libertad sin orden motivada y escrita de funcionario judicial competente, salvo el caso de flagrante delito (…)”
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CONCLUSIÓN
El Habeas Corpus tiene en nuestro país rango constitucional. Esto significa que esta institución
procesal, su estatuto, está por encima de la ley adjetiva al encontrarse expresamente consagrada
en nuestra carta magna.
Con el Habeas Corpus se busca proteger a las personas de una prisión arbitraria. Es el Código
Procesal Penal el que lo reglamenta como uno de los procedimientos especiales, es decir, distinto
al procedimiento ordinario por el que se conocen las violaciones a la ley.
El Código Procesal Penal dispone que se puede ejercer una acción de Habeas Corpus en las
siguientes hipótesis: 1) que la persona esté ilegalmente privada de su libertad. La clave a
determinar es cuándo una persona está ilegalmente privada de su libertad. 2) El Código Procesal
Penal contempla una segunda y tercera hipótesis: que la persona se viere inminentemente
amenazada de ser privada ilegalmente de su libertad o 3) que existan motivos suficientes para
suponer que la persona puede ser trasladada ilegalmente fuera de la República. En estos dos casos
se trata de una acción preventiva de habeas corpus, mediante la cual la persona se adelanta y se
pone en manos de un juez para que este examine dichas amenazas y evite se materialice la
detención o la deportación.
La solicitud de mandamiento de habeas corpus no está sujeta a formalidad alguna y puede ser
presentada por escrito firmado o por declaración en secretaría, por la persona de cuya libertad se
trate o por su representante.
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BIBLIOGRAFÍA
Asamblea Nacional: “Constitución política de la Republica Dominicana”. Santo
Domingo, 2010. Texto disponible en:
http://observatorioserviciospublicos.gob.do/baselegal/constitucion2010.pdf
Congreso Nacional: “Ley No. 137-11 Orgánica del Tribunal Constitucional y de los
procedimientos constitucionales”. Santo Domingo, 2011. Texto disponible en:
https://www.tribunalconstitucional.gob.do/sites/default/files/documentos/Ley_137-
11.pdf
Ortega Polanco, Francisco: “Codigo procesal penal por un juez en ejercicio”, 2006.
Editora Corripio, Republica Dominicana.
- 16 -
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN .......................................................................................................................................... a
OBJETIVOS......................................................................................................................................................b
METODOLOGÍA ...........................................................................................................................................b
CAPÍTULO I .............................................................................................................................................. - 1 -
CONCLUSIÓN......................................................................................................................................... - 15 -
BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................................................... - 16 -