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Universidad de Chile

Facultad de Filosofía y Humanidades


Departamento de Ciencias Históricas
Cátedra: Historia europea del siglo XVII
Profesor: Paulina Zamorano Varea
Ayudante: José Miguel Fuentes

Trabajo sobre la revolución francesa

Alumno: Mateo Espinoza Bravo


Fecha de entrega: 18 de diciembre 2015.
a) Síntesis de las etapas de la revolución francesa.
La revuelta parlamentaria a partir de la negativa de la nobleza de aceptar el impuesto de subvención territorial
que serviría para sobrepasar la crisis económica, provocó la convocatoria de los estados generales en 17891.
Frente a la presión de los diputados del tercer estado por conseguir el voto individual (juramento de la sala del
juego de la pelota) proceso que reforzado por las revueltas populares, proporcionó la oportunidad para el
establecimiento de la Asamblea Nacional Constituyente el mismo año. Bajo el mandato de esta se promulgó la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y a partir de una serie de decretos la abolición de
todo el sistema feudal, y posteriormente creando la primera constitución francesa; por otro lado se producen
ciertos sucesos releventes tanto en la ciudad (toma de la bastilla) como en los campos (la grande peur). En 1791
se establecerá la Asamblea Legislativa, en la cual, en paralelo con la amenaza exterior de la primera coalición
(Prusia y Austria), se depondrá la monarquía producto del intento de fuga del rey. Ante la imposibilidad de
continuar el régimen de monarquía constitucional se instalará en 1792 la Convención establecida como
gobierno de excepción bajo la dirección del comité de salud pública y el comité de seguridad nacional lo cual
impulsó el Gran Terror entre 1793 y 1794 como una dictadura encabezada por el grupo jacobino y por
Robespierre, quienes guillotinan al rey en 1793. Ante la excesiva arbitrariedad y violencia de este régimen (ley
de sospechosos de 1793) se producirá el golpe de estado de Estado de 1794 que a partir de una nueva
constitución el año 1795 estableció en el gobierno al Directorio. Los consecutivos golpes de Estado dentro de
este mismo gobierno y las derrotas militares frente a la segunda coalición, provocaron a partir del sorpresivo
retorno del general Napoleón Bonaparte se instituyera el Consulado como régimen personalista en torno a la
figura de este general, lo que pondrá un final definitivo al proceso revolucionario.
b) Interpretaciones historiográficas sobre la revolución.

1. Visión conservadora.
La forma conservadora de entender las motivaciones de la revolución francesa comienza en 1789 como
reacción ante los sucesos en Francia, destacándose la interpretación de Edmond Burke. Esta visión
identificará el proceso como parte de una desestructuración del orden establecido, y una desarticulación de
los valores tradicionales y como el resultado de grupos anárquicos que pasaron por alto las instituciones que
daban orden a la vida del antiguo régimen como fuera la constitución consuetudinaria de Francia y el
sistema de parlamentos2. Del mismo modo es posible encontrar opiniones, como las de los emigrantes
franceses, que apelan a la participación fundamental de las sociedades intelectuales dieciochescas y círculos
secretos que supuestamente habrían conspirado y preparado cuidadosamente la destrucción del Estado
monárquico y de sus instituciones destacándose la importancia de los ataques a la iglesia, y la pérdida del
respeto hacía símbolos fundamentales del antiguo régimen. Esta forma de entender la revolución más que
analizar críticamente las condiciones que hicieron favorable la convulsión política que vivió Francia a fines
del siglo XVIII parece lamentarse de la perdida de cierta forma de entender la sociedad y el orden
jerarquizado que era posible reconocer antes de 1789, y sirve como pilar ideológico del proceso histórico de
Restauración.
2. Visión liberal.
Esta interpretación llamada también burguesa-idealista otorga una relevancia fundamental a la revolución
como un paso necesario para el progreso y el fin de un sistema decadente injusto y arbitrario, afirmando la
necesidad existente de una transformación social y política que pusiera los ideales ilustrados en práctica.
Para lo cual era estrictamente necesario suprimir a los grupos privilegiados, que anulaban los derechos
naturales3, limitando la posibilidad de todos los hombres de ser parte de la organización nacional, “el alto
clero y la aristocracia aparecían como una casta privilegiada que mantenían ocupados los puestos más altos
del gobierno”4. La insistencia en este punto hace suponer que la revolución abrió el camino para el gran
conglomerado de la población, caracterizando la revolución como una liberación en conjunto de toda la

1
Ibíd. 28p.
2
Eberhard Schmitt. Introducción a la revolución francesa. Editorial Crítica. Bochum. 18-17p.
3
Ibíd22
4
Idem
sociedad, a partir de un alto contenido simbólico, para ensalzar el culto nacional del patriotismo, y así, de
acuerdo a mi opinión, legitimar la conformación del Estado-Nación liberal francés decimonónico.

3. Interpretación socialista francesa.


Los distintos autores que se han hecho parte de esta corriente, entre los que se debe mencionar a Lefebvre y
Soboul, concuerdan en que la revolución es el resultado de la lucha de clases5 que se dio entre la burguesía y
la nobleza feudal, donde la primera, alidada con los grupos populares de campesinos y artesanos, logró
destruir las bases estructurales del antiguo régimen, consiguiendo la victoria de la burguesía.
Estableciéndose como un prototipo de camino revolucionario para configurar el capitalismo moderno a
partir de dos condiciones: el reparto de la propiedad agraria y la liberación de los campesinos estableciendo
la cuestión agrario como una cuestión axial de la revolución para constituir el fin definitivo del feudalismo.
Cabe destacar que la revolución no esa acometida por la burguesía comercial, la cual era más bien flexible
en relación a la estructura del antiguo régimen, por lo que va ser la masa de pequeños y medianos
productores quienes la lleven a cabo.

c) El contexto revolucionario.
La conformación del llamado clero refractario debemos ubicarla dentro del cisma eclesiástico que dividió a la
iglesia francesa durante los primeros años de la revolución. Dicha división (existente ya por las distintas
recepciones del proceso de nacionalización de bienes y abolición de diezmos) se acentuó producto de la
Constitución Civil del Clero, documento oficializado el 12 de julio de 1790. Entre las modificaciones más
importantes destaca la consecuente transformación del clero en un cuerpo de funcionarios públicos desligado
rotundamente de las disposiciones de Roma y de tradicional jerarquía eclesiástica, dependiendo únicamente del
Estado. Esta situación trajo fuertes discusiones entre los clérigos siendo bastante heterogénea las ideas al
respecto, sin embargo sobresalen las ideas contrarrevolucionarias de una mayoría, la cual se apoyaba en las
declaraciones papales, siendo una de las más relevantes la “severa condena de la declaración de los derechos del
hombre por estar en contradicción con la doctrina católica sobre el origen de la autoridad civil, la libertad
religiosa y las desigualdades sociales”6, aunque existían algunos también que aseguraban que los principios
revolucionarios derivaban de ideales cristianos; entre estos, uno de los exponentes más representativos es Henri
Grégoire párroco y diputado de la asamblea constituyente.
Finalmente la iglesia se dividió entre los refractarios y los constitucionales, siendo los primeros destituidos de
sus cargos al poco tiempo, permaneciendo solo las órdenes dedicadas al cuidado de los pobres y de la
enseñanza7. Con la instalación de la asamblea nacional en 1791 el clero refractario se halló en una posición aun
más delicada, la que con el decreto del 29 de noviembre del mismo año empeoró dramáticamente, ya que se
establecían penas de privación de toda pensión y expulsión de su domicilio para todos los clérigos que aun no
hubiesen firmado la constitución. Los intentos de Luis XVI por vetar estas disposiciones, y en este mismo
sentido, el apoyo del papa a los ejércitos austriacos y prusianos, causaron la impresión de que todos los
refractarios eran contrarrevolucionarios dificultando la condición de muchos. Por otra parte los refractarios
buscaron influir en la posición de sus feligreses a fin de que mantuvieran lealtad a la iglesia tradicional,
llegando incluso en algunos pueblos a hacer que las mujeres devotas dejaran de tener sexo con sus esposos8 para
presionarlos a dar su apoyo. Utilizando su influencia, los refractarios que se mantenían en sus antiguos puestos
lograron que la población (sobre todo en zonas rurales) viera con malos ojos el avance de los revolucionarios
que venían a mermar la vida de sus pueblos.
Con la Convención se materializaría el proceso de descristianización que vivía la nación, suprimiéndose todas
las congregaciones, junto con sus símbolos, y con la obligación de un nuevo juramento, el de libertad e

5
Ibíd25
6
Aubert Roger, Beckmann Johannes, J.Corish Patrick, Lill Rudolf. Manual de historia de la iglesia. Barcelona. Editorial herder. 1978.
79p.
7
Ibid83
8
Peter Mcphee. La revolución francesa, 1789-1799 una nueva historia. Barcelona. Editorial Crítica. 2009. 137p.
igualdad. De esta manera se haría posible que el 23 de julio de 1793 se dictara la pena de muerte para los fieles
a Roma que siguieran en territorio francés. A pesar de esta situación tan desfavorable miles de sacerdotes
siguieron en secreto administrando los sacramentos a sus fieles9. En este contexto cabe destacar el caso de la
Vendée, región del oeste en la cual el rechazo a las innovaciones revolucionarias (que habían traído mas cargas
que beneficios)10 y el apoyo al clero, el cual jugaba un rol social importante en la comunidad caracterizada por
su identidad parroquial11 lograron provocar un estallido contrarrevolucionario que fue (no sin dificultad)
reprimido por el ejército, provocando la masacre de unas 200.000 mil personas. La situación del clero no
cambiaría hasta el decreto del 21 de febrero 1795, cuando se permitió el ejercicio del culto con ciertas
restricciones; sin embargo el Directorio volvería la represión clerical acusando a los sacerdotes de apoyar a la
oposición. No sería hasta el Consulado de Napoleón que se volverían a entablar relaciones con la Santa Sede y
los sacerdotes podrían volver a ejercer el culto católico de manera libre y pública.

d) Biografía del personaje.


Samuel Grandpierre nació en la región de Lyon en 1752. Hijo menor de una familia de burgueses medios
dedicados al comercio de grano, desde pequeño manifestó interés en las temáticas religiosas, por lo que sus
padres decidieron internarlo en un convento franciscano para preparar su futuro clerical. A los 18 años
termina su preparación doctrinal en la ciudad de Lyon intentando posteriormente, aunque sin éxitos,
estudiar teología en la universidad de Montpellier. Su vida de clérigo comenzará asistiendo como sacerdote
a la comunidad rural de Maurienne donde al poco tiempo se consagrará como el párroco de dicho lugar
adquiriendo una influencia importante entre los campesinos de la aldea, de la cual también era encargado
del registro civil12. En 1789 se mostró favorable a las intenciones reformadoras que tenían las
convocaciones a los estados generales puesto que criticaba al igual que muchos otros sacerdotes, las
injusticias por parte de los obispos y el alto clero que vivían como nobles y lejanos a sus deberes
eclesiásticos13. Sin embargo tras un decreto emanado de la asamblea constituyente el 13 de febrero de 1790,
prohibiendo los votos religiosos, suprimiendo las órdenes religiosas, y que permitió solo la permanencia de
órdenes que se dedicaran a la asistencia de los pobres y a la enseñanza14, Grandpierre expresó abiertamente
su rechazo a estas iniciativas, por lo que comenzó ya desde al año 1791 a notarse el tono rotundamente
contrarrevolucionario de Grandpierre con el que criticaba las innovaciones de la asamblea nacional y la
destrucción del tradicional sistema jerárquico, puesto que para él “los principios políticos y sociales del
antiguo régimen constituían los presupuestos necesarios para la defensa del catolicismo” 15. De esta forma
Grandpierre optaba por un bando, que quedó bien definido tras su rechazo a jurar la Constitución Civil del
Clero oficializada el mismo año.
Obligado a recluirse públicamente a actividades como el cuidado de pobres y enfermos, en secreto continuó,
como muchos otros sacerdotes, impartiendo los sacramentos a su comunidad, y utilizando su arrastre con los
pobladores para incentivar los ánimos de estos, que ya veían en esta asociación sacerdotal-campesina una
forma de “defensa común contra las innovaciones del Estado y de la nueva ideología que trató de
imponer.”16 Cuando se instaló la Convención, junto al posterior proceso de descristianización, estallaron
reacciones hostiles en al menos 23 departamentos del sudeste francés entre 1793-9417. Bajo este contexto
Grandpierre instó a sus seguidores más fieles de levantarse contra los revolucionarios, a quienes acusaba de
ateos y anarquistas, iniciando así combates en defensa del cristianismo popular, dándose situaciones como la

9
Aubert Roger, Beckmann Johannes, J.Corish Patrick, Lill Rudolf. Manual de historia de la iglesia. Barcelona. Editorial herder. 1978.
84p.
10
Peter Mcphee. La revolución francesa, 1789-1799 una nueva historia. Barcelona. Editorial Crítica. 2009.135p.
11
Ibíd133
12
Aubert Roger, Beckmann Johannes, J.Corish Patrick, Lill Rudolf. Manual de historia de la iglesia. Barcelona. Editorial herder. 1978.
62p.
13
Ibíd66
14
Ibíd70
15
Ibid80
16
Michelle Vovelle. La mentalidad revolucionaria. Barcelona. Editorial Crítica. 1989. 192p.
17
Ibid 187
destrucción de las estatuas de la libertad y la defensa de los objetos sagrados de las iglesias.18 La guerra de
la Vendée que estalló en esos años movilizó significativos contingentes contrarrevolucionarios; entre ellos
Grandpierre y un grupo de 50 hombres y mujeres inspirados por su fervor religioso se dirigieron a la región
de Forez, donde tras participar en una serie de violentas emboscadas a grupos de sans cullotes fue tomado
prisionero junto a sus seguidores, siendo posteriormente decapitado el 24 de noviembre de 1794.

e) Interpretaciones realizadas al clero refractario.


La facción refractaria resultado del cisma de la iglesia durante la revolución ha sido tratado bajo diversos
prismas en los cuales es posible reconocer distintos énfasis en torno a las actitudes que tomó dicho grupo. Por
un lado el libro de Michelle Vovelle, La mentalidad revolucionaria, expone respecto a las resistencias ocurridas
en ciertas zonas rurales, en las que era posible reconocer la alianza que surgió entre los sacerdotes refractarios y
el pueblo que buscaba por un lado resistir a las nuevas imposiciones de los gobiernos revolucionarios19, como el
reclutamiento, y las compras de tierras feudales por burgueses acaudalados; y junto a esto emprender una
defensa del cristianismo popular, tomando en cuenta la importancia sustancial que este tenía para esas
comunidades, en cuanto a su organización y tradiciones que otorgaban un importante grado de identidad. Otra
interpretación es posible encontrar en el libro La época de las revoluciones europeas 1780-1848, en el cual
quedan manifestadas las motivaciones que tenía el clero refractario por insertar el germen contrarrevolucionario
en las poblaciones de la periferia francesa, donde los sacerdotes jugaron un rol importante proclamando la
condición sacrílega de la revolución, la que consideraban directamente contraria al cristianismo y contra Dios
mismo, lo que provocaba temor en la población que se veía lentamente encausada a las filas
contrarrevolucionarias; “basta con que el cura murmure que la revolución de Paris no se hace ya contra el señor,
sino contra Dios, para que las mujeres se conmuevan y asedien a la familia: los sacerdotes refractarios
proporcionan a la contrarrevolución sus primeras tropas”.20

18
Ibid 186-192
19
Michelle Vovelle. La mentalidad revolucionaria. Barcelona. Editorial Crítica. 1989.192p.
20
Bergeron Louis, Furet Francois, Koselleck Reinhart. La época de las revoluciones europeas 1780-1848. Mexico. Siglo veintiuno.
1998. 38p.
Bibliografía.
Aubert Roger, Beckmann Johannes, J.Corish Patrick, Lill Rudolf. Manual de historia de la iglesia. Barcelona. Editorial
Herder. 1978. 1073p.

Mcphee Peter. La revolución francesa, 1789-1799 una nueva historia. Barcelona. Editorial Crítica. 2009. 271p.

Schmitt Eberhard. Introducción a la revolución francesa. Editorial Crítica. Bochum. 41p.

Vovelle Michelle. La mentalidad revolucionaria. Barcelona. Editorial Crítica. 1989. 314p.

Bergeron Louis, Furet Francois, Koselleck Reinhart. La época de las revoluciones europeas 1780-1848. Mexico. Siglo
veintiuno. 1998. 120p.

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