Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Clero Refractario2
Clero Refractario2
1. Visión conservadora.
La forma conservadora de entender las motivaciones de la revolución francesa comienza en 1789 como
reacción ante los sucesos en Francia, destacándose la interpretación de Edmond Burke. Esta visión
identificará el proceso como parte de una desestructuración del orden establecido, y una desarticulación de
los valores tradicionales y como el resultado de grupos anárquicos que pasaron por alto las instituciones que
daban orden a la vida del antiguo régimen como fuera la constitución consuetudinaria de Francia y el
sistema de parlamentos2. Del mismo modo es posible encontrar opiniones, como las de los emigrantes
franceses, que apelan a la participación fundamental de las sociedades intelectuales dieciochescas y círculos
secretos que supuestamente habrían conspirado y preparado cuidadosamente la destrucción del Estado
monárquico y de sus instituciones destacándose la importancia de los ataques a la iglesia, y la pérdida del
respeto hacía símbolos fundamentales del antiguo régimen. Esta forma de entender la revolución más que
analizar críticamente las condiciones que hicieron favorable la convulsión política que vivió Francia a fines
del siglo XVIII parece lamentarse de la perdida de cierta forma de entender la sociedad y el orden
jerarquizado que era posible reconocer antes de 1789, y sirve como pilar ideológico del proceso histórico de
Restauración.
2. Visión liberal.
Esta interpretación llamada también burguesa-idealista otorga una relevancia fundamental a la revolución
como un paso necesario para el progreso y el fin de un sistema decadente injusto y arbitrario, afirmando la
necesidad existente de una transformación social y política que pusiera los ideales ilustrados en práctica.
Para lo cual era estrictamente necesario suprimir a los grupos privilegiados, que anulaban los derechos
naturales3, limitando la posibilidad de todos los hombres de ser parte de la organización nacional, “el alto
clero y la aristocracia aparecían como una casta privilegiada que mantenían ocupados los puestos más altos
del gobierno”4. La insistencia en este punto hace suponer que la revolución abrió el camino para el gran
conglomerado de la población, caracterizando la revolución como una liberación en conjunto de toda la
1
Ibíd. 28p.
2
Eberhard Schmitt. Introducción a la revolución francesa. Editorial Crítica. Bochum. 18-17p.
3
Ibíd22
4
Idem
sociedad, a partir de un alto contenido simbólico, para ensalzar el culto nacional del patriotismo, y así, de
acuerdo a mi opinión, legitimar la conformación del Estado-Nación liberal francés decimonónico.
c) El contexto revolucionario.
La conformación del llamado clero refractario debemos ubicarla dentro del cisma eclesiástico que dividió a la
iglesia francesa durante los primeros años de la revolución. Dicha división (existente ya por las distintas
recepciones del proceso de nacionalización de bienes y abolición de diezmos) se acentuó producto de la
Constitución Civil del Clero, documento oficializado el 12 de julio de 1790. Entre las modificaciones más
importantes destaca la consecuente transformación del clero en un cuerpo de funcionarios públicos desligado
rotundamente de las disposiciones de Roma y de tradicional jerarquía eclesiástica, dependiendo únicamente del
Estado. Esta situación trajo fuertes discusiones entre los clérigos siendo bastante heterogénea las ideas al
respecto, sin embargo sobresalen las ideas contrarrevolucionarias de una mayoría, la cual se apoyaba en las
declaraciones papales, siendo una de las más relevantes la “severa condena de la declaración de los derechos del
hombre por estar en contradicción con la doctrina católica sobre el origen de la autoridad civil, la libertad
religiosa y las desigualdades sociales”6, aunque existían algunos también que aseguraban que los principios
revolucionarios derivaban de ideales cristianos; entre estos, uno de los exponentes más representativos es Henri
Grégoire párroco y diputado de la asamblea constituyente.
Finalmente la iglesia se dividió entre los refractarios y los constitucionales, siendo los primeros destituidos de
sus cargos al poco tiempo, permaneciendo solo las órdenes dedicadas al cuidado de los pobres y de la
enseñanza7. Con la instalación de la asamblea nacional en 1791 el clero refractario se halló en una posición aun
más delicada, la que con el decreto del 29 de noviembre del mismo año empeoró dramáticamente, ya que se
establecían penas de privación de toda pensión y expulsión de su domicilio para todos los clérigos que aun no
hubiesen firmado la constitución. Los intentos de Luis XVI por vetar estas disposiciones, y en este mismo
sentido, el apoyo del papa a los ejércitos austriacos y prusianos, causaron la impresión de que todos los
refractarios eran contrarrevolucionarios dificultando la condición de muchos. Por otra parte los refractarios
buscaron influir en la posición de sus feligreses a fin de que mantuvieran lealtad a la iglesia tradicional,
llegando incluso en algunos pueblos a hacer que las mujeres devotas dejaran de tener sexo con sus esposos8 para
presionarlos a dar su apoyo. Utilizando su influencia, los refractarios que se mantenían en sus antiguos puestos
lograron que la población (sobre todo en zonas rurales) viera con malos ojos el avance de los revolucionarios
que venían a mermar la vida de sus pueblos.
Con la Convención se materializaría el proceso de descristianización que vivía la nación, suprimiéndose todas
las congregaciones, junto con sus símbolos, y con la obligación de un nuevo juramento, el de libertad e
5
Ibíd25
6
Aubert Roger, Beckmann Johannes, J.Corish Patrick, Lill Rudolf. Manual de historia de la iglesia. Barcelona. Editorial herder. 1978.
79p.
7
Ibid83
8
Peter Mcphee. La revolución francesa, 1789-1799 una nueva historia. Barcelona. Editorial Crítica. 2009. 137p.
igualdad. De esta manera se haría posible que el 23 de julio de 1793 se dictara la pena de muerte para los fieles
a Roma que siguieran en territorio francés. A pesar de esta situación tan desfavorable miles de sacerdotes
siguieron en secreto administrando los sacramentos a sus fieles9. En este contexto cabe destacar el caso de la
Vendée, región del oeste en la cual el rechazo a las innovaciones revolucionarias (que habían traído mas cargas
que beneficios)10 y el apoyo al clero, el cual jugaba un rol social importante en la comunidad caracterizada por
su identidad parroquial11 lograron provocar un estallido contrarrevolucionario que fue (no sin dificultad)
reprimido por el ejército, provocando la masacre de unas 200.000 mil personas. La situación del clero no
cambiaría hasta el decreto del 21 de febrero 1795, cuando se permitió el ejercicio del culto con ciertas
restricciones; sin embargo el Directorio volvería la represión clerical acusando a los sacerdotes de apoyar a la
oposición. No sería hasta el Consulado de Napoleón que se volverían a entablar relaciones con la Santa Sede y
los sacerdotes podrían volver a ejercer el culto católico de manera libre y pública.
9
Aubert Roger, Beckmann Johannes, J.Corish Patrick, Lill Rudolf. Manual de historia de la iglesia. Barcelona. Editorial herder. 1978.
84p.
10
Peter Mcphee. La revolución francesa, 1789-1799 una nueva historia. Barcelona. Editorial Crítica. 2009.135p.
11
Ibíd133
12
Aubert Roger, Beckmann Johannes, J.Corish Patrick, Lill Rudolf. Manual de historia de la iglesia. Barcelona. Editorial herder. 1978.
62p.
13
Ibíd66
14
Ibíd70
15
Ibid80
16
Michelle Vovelle. La mentalidad revolucionaria. Barcelona. Editorial Crítica. 1989. 192p.
17
Ibid 187
destrucción de las estatuas de la libertad y la defensa de los objetos sagrados de las iglesias.18 La guerra de
la Vendée que estalló en esos años movilizó significativos contingentes contrarrevolucionarios; entre ellos
Grandpierre y un grupo de 50 hombres y mujeres inspirados por su fervor religioso se dirigieron a la región
de Forez, donde tras participar en una serie de violentas emboscadas a grupos de sans cullotes fue tomado
prisionero junto a sus seguidores, siendo posteriormente decapitado el 24 de noviembre de 1794.
18
Ibid 186-192
19
Michelle Vovelle. La mentalidad revolucionaria. Barcelona. Editorial Crítica. 1989.192p.
20
Bergeron Louis, Furet Francois, Koselleck Reinhart. La época de las revoluciones europeas 1780-1848. Mexico. Siglo veintiuno.
1998. 38p.
Bibliografía.
Aubert Roger, Beckmann Johannes, J.Corish Patrick, Lill Rudolf. Manual de historia de la iglesia. Barcelona. Editorial
Herder. 1978. 1073p.
Mcphee Peter. La revolución francesa, 1789-1799 una nueva historia. Barcelona. Editorial Crítica. 2009. 271p.
Bergeron Louis, Furet Francois, Koselleck Reinhart. La época de las revoluciones europeas 1780-1848. Mexico. Siglo
veintiuno. 1998. 120p.