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intemporales y funcionales
by Nicolás Boullosa on September 27, 2013
La arquitectura japonesa contemporánea seduce a otras corrientes con un estilo impermanente, sencillo y
despejado que celebra la introspección y la naturaleza como las filosofías de vida en que se
inspira: panteísmo, sintoísmo y budismo zen.
Como las primeras casas de té, erigidas como un cobijo humilde y sin superficialidades para una
ceremonia que celebra lo cotidiano de la existencia, las viviendas japonesas contemporáneas más
reputadas por su sencillez y moderación:
materiales y texturas naturales, portadoras del ideal estético japonés, que interpreta valores
como la fugacidad e impermanencia de lo que nos rodea con simpleza rústica, o wabi-sabi;
camino de una epidermis translúcida y transpirable: el bambú y la madera comparten
protagonismo con polímeros de plástico y otros materiales que dejan pasar la luz y, a la vez,
aportan privacidad suficiente;
estancias ventiladas con ligeras separaciones transformables de planta racional (a menudo
midiendo la superficie en número de tatamis, como las casas de té);
patios interiores, terrazas y azoteas que se adentran en el interior y juegan con plantas, luces y
sombras, fenómenos meteorológicos;
sin más ornamentación que la sencilla impermanencia de elementos naturales como la
incidencia y transformación -con el paso del día y las estaciones- de la luz solar sobre aperturas
y patios interiores; así como de plantas sencillas, presentes en el jardín zen;
rincones para compartir y abstraerse: con la casa de té como arquetipo, las nuevas viviendas
combinan espacios abiertos de convivencia (la mayoría) con “cabañas interiores” o rincones de
introspección (pequeños despachos y estancias, a menudo elevadas y a las que se accede con
escalera, que recuerdan una casa árbol o cabaña en el bosque simplificada).
El especialista en cultura y literatura japonesa Donald Keene explica que el ideal de belleza japonés
difiere de manera profunda de su equivalente occidental:
Inspiradas en una cultura milenaria que estudia la el cambio lo que nos rodea (panteísmo, sintoísmo,
budismo zen), la arquitectura residencial japonesa aspira a suscitar en los residentes una sutil sensación
cotidiana de melancolía serena y anhelo espiritual, una belleza alejada de brillanteces y ostentaciones.
Si el concepto “wabi” evoca la introspección y la vida rústica y alejada de la sociedad, “sabi” denota una
experiencia sensorial sosegada y con una tonalidad sobria: algo frío, enjuto, marchitado.
(Imagen: el arquitecto Terunobu Fujimori, en una habitación del té diseñada por él mismo con estética
wabi-sabi)
Desde su escrupulosa comprensión y aplicación del conocimiento tradicional y local, la casa japonesa
alcanza una universalidad que atrae a profesionales educados de todo el mundo.
Ello explicaría el éxito de libros como How to Make Japanese House, cuyo título es suficientemente
explícito.
En síntesis, las nuevas casas unifamiliares japonesas compatibilizan con naturalidad tecnologías a prueba
de terremotos o tsunamis; diseño y materiales frugales, pero de calidad; y se adaptan tanto a espacios
despejados como a diminutos jardines y aparcamientos reconvertidos en solares por propietarios que
quieren financiar una reforma o superar una situación económica delicada.
En un mercado exigente en criterios estéticos, requerimientos técnicos y precio, no sólo los arquitectos
compiten por el mercado residencial: constructoras e incluso firmas de mobiliario desarrollan técnicas y
productos de calidad a precios -sobre el papel- asequibles.
Las casas Misawa, erigidas a partir de 1967, usan un sistema de adhesión estructural a base de paneles
de madera que mantienen el aislamiento térmico (hasta -50 grados Celsius) y soportan movimientos
sísmicos o rachas de viento huracanado de jasta 60 metros por segundo (216 km/h).
En un país con el azote cíclico de terremotos y tsunamis, las tecnologías de construcción económicas,
ligeras y resistentes tienen ventaja competitiva.
Misawa y sus competidores desarrollan tecnologías para que viviendas con la sobriedad y sencillez de
una casa de té se adapten a un ambiente cambiante, usando materiales como el contrachapado y la
cerámica reforzada, o sensores como MGEO, registrando y amortiguando cualquier vibración.
(Imagen: exterior de una casa de Terunobu Fujimori con fachada de cedro quemado usando una técnica
tradicional)
Las constructoras siguen, por tanto, la estela de los arquitectos japoneses, que aspiran a casas que
celebran la impermanencia invitando la luz y la naturaleza, y cambiando su estructura y distribución a
partir de estímulos externos (clima, acontecimientos extremos) e internos (necesidades de sus habitantes
para cambiar un tabique, modificar el uso o tamaño de una estancia, etc.)
El paradigma es la tienda de distribución de mobiliario, complementos y textiles para el hogar Muji, que
desde los 80 diseña y vende productos en todo el mundo con la misma filosofía que las viviendas:
minimalismo, reciclaje, ausencia de residuos de producción y embalaje, y política de ausencia de marca
y logotipo en sus productos.
Muji ofrece “productos básicos para el día a día urbano y actual”. Productos -prosigue la compañía en
sus catálogos para sus establecimientos en varios países- “sencillos pero también elegantes, funcionales,
anónimos, asequibles y universalmente atractivos”.
La empresa de mobiliario y complementos reproduce este ideal en la concepción de sus propias tiendas,
con estanterías y expositores ligeros y “desmaterializados” (con más “función” o servicio que
“material”, una de las grandes tendencias para el diseño mundial en las próximas décadas), que
permanecen en segundo plano; y un ambiente fresco y con un aroma sutil, sin estridencias olfativas ni
sonoras.
Los productos de Muji, más ligeros y con menos material que los de la competencia, quieren ser
prácticos, y están “cuidadosamente diseñados con materiales y métodos de producción racionales”.
Si el interior de una vivienda japonesa contemporánea carece de detalles sin función y ornamentaciones
estridentes o innecesarias, el diseño de Muji evita “hacer ostentación de las marcas porque creemos que
los productos deben juzgarse por lo que son y no por quién los ha diseñado”.
“Además” -prosigue Muji-, “nuestros precios nunca se inflan artificialmente; nuestro objetivo es la
‘mejor calidad’ al ‘mejor precio'”. El catálogo comercial de una compañía carece de la objetividad del
observador independiente, pero muestra sus aspiraciones y objetivos a largo plazo. Muji comparte, como
poco, filosofía de diseño con arquitectos e interioristas japoneses.
Como la arquitectura residencial japonesa actual más reconocida, Muji reevalúa y selecciona materiales,
para continuar simplificando en un proceso inacabado, como todo lo que nos rodea.
Incluso la marca Muji es la simplificación de un nombre previo con el mismo espíritu, “Mujirushi
Ryohin”, traducible como “artículos de calidad que carecen de marca”, la aspiración de esta empresa de
distribución.
Las nuevas casas japonesas logran, con la misma economía de materiales y ausencia de superficialidades
(“poco embalaje”, en arquitectura, se refiere a la ausencia de lo innecesario), y contención del creador,
que se sitúa detrás de la obra (la propia casa) y evita los personalismos y exhuberancia a los que tanto ha
recurrido la arquitectura-espectáculo de los arquitectos estrella.
Eso sí: una casa japonesa está terminada cuando arquitecto y constructor entregan la obra. En su ensayo
sobre el ideal estético tradicional japonés wabi-sabi, Leonard Koren expone la impermanencia de lo que
nos rodea, incluyendo nuestra vivienda:
“Pero, ¿cuándo el destino de algo llega finalmente a buen puerto? ¿Es la planta completa cuando
florece? ¿Cuando cuando produce semillas? ¿Acaso cuando las semillas se diseminan? ¿O más bien
cuando todo se convierte en compost?”.
También como la arquitectura moderna, la nueva arquitectura japonesa celebra su estructura, mostrando
pilares y columnas, o incluyendo grandes ventanales, puertas correderas en torno a patios interiores y
soluciones similares.
Tanto la arquitectura japonesa como la escandinava, así como representantes destacados del diseño
industrial en ambos lugares, aspiran a mantener la simplicidad y las soluciones con el mínimo impacto y
la máxima función por encima de cualquier otra consideración.
Si las casas de té son un símbolo cultural, así como una aspiración social y un refugio espiritual, las
viviendas minimalistas japonesas integran esta esencialidad en el tránsito cotidiano.
Como si el objetivo consistiera en celebrar la sutil belleza de lo que ocurre en cada momento,
agudizando mente y sentidos.
Recopilamos a continuación 10 casas japonesas que transmiten el ideal estético japonés y logran una
elegancia intemporal y universal (desde lo particular).
Descrita como “una unidad de separación y coherencia”, la casa se comporta como una única habitación
y como una colección de habitaciones.
4. Casa minimalista de tejado triangular de madera Koya no Sumika (por mA-style Architects)
Casa de planta rectangular y tejado voladizo triangular, en torno a una estancia central (que evoca las
estancias principales de las casas de té), con acceso al resto de la casa, que cuenta con livianas
separaciones.
La casa juega con la relación entre estancias similar a la conexión fractal de las ramas de un árbol o los
nervios de una hoja.
8. Casa con jardín zen interior Kofunaki House (por ALTS Design Office)
Interior sobrio, luminoso, áspero, tranquilo, con distintas alturas accesibles y visibles desde la planta
principal, que integra varios rincones ajardinados con serenas plantas arbustivas (sin flores, macetas,
etc.).