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La ley del más rico

Justito justito
Por Marcelo Rudaeff (Rudy)



¿Cómo le va, lector, cómo anda? ¿Quá tal el azúcar?


¿Normal, o caro? ¿Cómo van esos glóbulos?
¿ Siguen rojos, o algunos se volvieron amarillos y
suben cada vez que en la tele repiten “ serrobarontodo”
cual mantra hipnótico o idiótico?

¿Sabe una cosa, lectora? En la antigua Grecia, “idiota”


era aquél que seguía un camino diferente al de los
demás. ¡Cómo cambió todo!

Pero cuénteme de usted: ¿ya le hizo el chequeo anual


correspondiente, su contador? ¿O usted practica la
medicina colectiva? Es más barata, mucho. Es la que
indica que para mejorar la salud popular hay que dejar
a la gente sin trabajo, sin plata y sin remedios. Vendría
a ser una especie de neohippismo involuntario donde
mejor que haya paz y amor porque si no te dan alegría
a chocobarazo limpio

Trataré de ser más claro ¿Vio que cuando sube la


bilirrubinemia, la piel se pone amarilla? En cambio,
cuando la neurona se pone amarilla a uno le baja la
proteinemia ajena. O sea: le importa una yema ( ni
siquiera un huevo entero) que sus adyacentes ( ya que
no conciudadanos), aquellos Otros que hasta hace
poco eran la Patria misma, ingieran, no digamos que
yema de huevo, pero al menos algo que los alimente
mínimamente. Ese era un derecho que parecen haber
perdido en el momento en el que dejaron de ser
embriones.

“¡Hubieran seguido siendo embriones y estarían bien!”


les podría decir emocionado un Esteban B agrandado
por sus últimas poesías que quizás lo hagan acreedor a
un Nobel ( más por el lado “Nobel” de la dinamita que
de la Literatura)

Pero, mal que le pese a Esteban y al resto de los líricos


soñadores que nos gobiernan parece que con la
biología no se puede hacer lo mismo que con el dinero.
No se puede poner la vida en Panamá y mientras crece
allí, uno sigue siendo un embrión en la Argentina. Y
después, cuando descubren que uno ya es un adulto y
debe hacerse cargo, no se le puede echar la culpa a la
pesada herencia genética. No, no se puede

O sí, sí, se puede.

Eso lo decide un juez.

Nuestro Sumo Maurifice, Nuestra Gran Patrífice,


Nuestro Marquiavelo Desempeña, Nuestro duo de
Caputos (Nicky y Toto que en vez de reir te hacen
offshorar), Nuestro Ministro de Descomer, Nuestro
árbol de Medio Ambiente, Santa Mariu de los
Pucheros , y Aranguren ( ¿Que Aranguren? ¡el que
hace que los pesos no te duren!) la tienen muy clara a
la hora de la toga.No vamos a caer en la vulgaridad de
explicar que eso tiene que ver con que “toga” es “gato”
al revés. Ese no es nuestro estilo, y usted lo sabe.

Ellos tienen claro que “Dios le da pan a quien no tienen


dientes” Y que “el que madruga Dios lo ayuda”.
Entonces no necesitan que el Estado los abastezca, ya
que se encarga Dios. En la Mauritocracia alcanza con
despertarse temprano y/o carecer de piezas dentarias
para no necesitar ningún subsidio del Estado.

El populismo cometió el tremendo error de darles a los


que no tienen dientes y a los que madrugan ,un montón
de cosas que podrían haberlas conseguido de Dios,
gratuitamente. Hicieron eso en vez de disponer de
todos esos los recursos para dárselos todos aquellos
que, por tener dientes y no madrugar, realmente
necesitan ser ayudados.

El Sumo Maurífice y su mejor equipo contrario de los


últimos 50 semestres saben, y lo dicen porque son
generosos, que poner la plata afuera no es un delito: es
una muestra de honradez y de valentía “¡No la guardo,
no la oculto, la pongo afuera!”, exclaman orgullosos.

¡Poner la plata a nombre de algún familiar o amigo que


esté lleno de dientes o duerma todos los días hasta
muy tarde, es directamente una obra de bien!

Ningún juez se animaría a decirles lo contrario, ya que


se pondría en “tele de juicio” su bonhomía, su
idoneidad, su bonadeidad, su magnetitud, su pericia,
su simpatricia, y sobre todo, su posibilidad de conservar
la toga puesta y llegar a ser un gran representante de
la justicia, que como sabemos, es posverdaderamente
ciega

Ningún juez que se precie (en términos de mercado) de


tal, los acusaría de corrupción, porque como tooodos
saben “la corrupción es un delito que no deja pruebas”,
o sea que “si hay pruebas de corrupción, entonces no
era corrupto”, como bien convencieron a Lilitazepam, y
a través de ella, a millones de argentinos que creen que
le creen.

Por eso los jueces sospechan de gente como Lula: al


no tener pruebas, entonces es culpable. En cambio,
gente como nuestros Autoritarios electos dejan las
suficientes huellas como para que cualquier tipo bien
deformado se dé cuenta de que son inocentes

Toda prueba es prueba de inocencia. A confesión de


partes, relevo de pobres.

Aquí, allá y en todas partes, decían los Beatles

Lamentablemente, Lula no los escuchó ni los entendió.


Quizás por un tema de diferencia de idiomas. Él no
habla en neoliberal. Quizás se dedicó a escuchar a los
menos necesitados, y a darles aquello que,
madrugando o perdiendo sus dientes, podían conseguir
directamente, sin intermediarios, de Dios.

Sin duda, la buena gente aspiracional no le perdonará


semejante soberbia . Exclamarán, indignados: “¿¡Quién
se creyó que era, Dios, para ayudar él mismo a los
desdentados madrugadores y no dejar que, a su debido
tiempo, lo hagan desde el cielo!?” “¿Por qué hizo que
los pobres dejasen de mirar hacia arriba, esperando
ayuda y mirasen “de frente”? “¿Qué les hizo creer que
eran, embriones?”
Es posible que los Mautoritarios, pero los de allá, o sea
“los Temerarios “, crean eso. Piensan que Lula le hizo
creer a los humildes que eran embriones y tenían
derechos. Si así fuera, no se van a tomar el trabajo de
desmentirlo (no hace falta en estos tiempos de
posverdad, alcanza con tergiversarlo), y en lugar de
“hacerles perder esos derechos, cosa que sería un
delito de “Lesa Embrionidad” y merecería un poema de
Esteban B, hacen lo que hace la modernidad con los
embriones: los congelan. Bueno, no a ellos, pero sí a
sus derechos ( por ejemplo, al salario)

Hasta que un juez, justito justito, diga lo contrario, o


calle para siempre.

@humoristarudy

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