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El EFECTO CORONA consiste en la ionización del aire que rodea a los conductores de
Alta Tensión. Este fenómeno tiene lugar cuando el gradiente eléctrico supera la rigidez
dieléctrica del aire y se manifiesta en forma de pequeñas chispas o descargas a escasos
centímetros de los cables.
Las líneas eléctricas se diseñan para que el efecto corona sea mínimo, puesto que
también suponen una pérdida en su capacidad de transporte de energía; en su aparición e
intensidad influyen los siguientes condicionantes:
Tensión de la línea: cuanto mayor sea la tensión de funcionamiento de la línea, mayor será el
gradiente eléctrico en la superficie de los cables y, por tanto, mayor el efecto corona. En realidad sólo
se produce en líneas de tensión superior a 80 kV.
La humedad relativa del aire: una mayor humedad, especialmente en caso de lluvia o niebla,
incrementa de forma importante el efecto corona.
Número de subconductores: el efecto corona será menor cuanto más subconductores tenga cada
fase de la línea.
Como consecuencia del efecto corona se produce una emisión de energía acústica y
energía electromagnética en el rango de las radiofrecuencias, de forma que los conductores pueden generar ruido e
interferencias en la radio y la televisión; otra consecuencia es la producción de ozono y óxidos de nitrógeno.
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(Entre 0,4 y 16 kHz). Son ruidos de pequeña intensidad que en muchos casos apenas son
perceptibles; únicamente cuando el efecto corona sea elevado se percibirán en la
proximidad inmediata de las líneas de muy Alta Tensión, disminuyendo rápidamente al
aumentar la distancia a la línea.
Cuando la humedad relativa es elevada, por ejemplo cuando llueve, el efecto
corona aumenta mucho, dando lugar a un incremento importante del ruido audible. Sin
embargo, este ruido generalmente queda opacado por el producido por las gotas de lluvia
golpeando en el suelo, tejados, ropa, etc., que provoca un nivel acústico superior.
En la valoración del impacto debido al ruido por efecto corona habrá que tener en cuenta
que el nivel de ruido ambiente para un área rural varía entre los 20 y 35 dB (A), que puede
llegar a ser muy superior en el caso de uso de maquinarias agrícolas o presencia de
carreteras.
A modo de ejemplo, el nivel alcanzado por el efecto corona es similar al producido por un
“rumor” y éste puede variar entre 10 y 20 dB, una lluvia moderada provoca un ruido de
alrededor de 50 dB(A), e incluso una conversación en un local cerrado se sitúa en torno
a 60 dB(A).
Valores límite recomendados por la O.M.S. (Organización Mundial dela Salud) expresados
como nivel de presión acústica equivalente (Leq) con ponderación A para distintos
ambientes:
La tensión para la cual comienzan las pérdidas a través del aire se llama tensión crítica
disruptiva, para cuyo valor el fenómeno no es aún visible. Los efluvios se hacen luminosos
cuando se alcanza la tensión crítica visual. O sea, que la disruptiva es de menor valor que
la visual.
La consecuencia práctica del efecto corona es, en definitiva, una corriente de fuga análoga
a la debida a la conductancia del aislamiento, la que representa una pérdida en la energía
transmitida por la línea. Esta pérdida comienza a producirse cuando la tensión de la línea
supera la tensión crítica disruptiva.
Uc = tensión compuesta crítica eficaz en kV para la que comienza el efecto Corona, esto
es, tensión crítica disruptiva.
siendo:
mt = Coeficiente para tener en cuenta el efecto que produce la lluvia haciendo descender el
valor de Uc.
Datos:
- Conductor de Aluminio (Al): 485-Al1/63-ST1A (antepenúltimo de la tabla adjunta)
- Tensión de línea: 66 kV