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El Amante y El Amado
El Amante y El Amado
Pero falta algo más. Este concepto de amor se puede quedar, como el
de Agatón, en bellas palabras, bellos propósitos, pero no llegar a
construcciones concretas, a procesos pedagógicos, a relaciones
reales de amantes y amados. Por eso la última parte de discurso de
Diótima se centra en este asunto, que lo aborda de manera
sorprendente. Ella recurre a la figura más simple de un acto de amor:
la procreación. Buscar el bien supremo es buscar la eternidad: como
conquistan los seres humanos la eternidad por medio del amor? La
respuesta es, procreando. Así lo hacen todas las especies, así lo
hacemos los seres humanos. En la procreación hay un acto de
creación. Una rosa dura pocos días, pero cada año, en la primavera
tenemos siempre el renovado y fresco aroma de los rosales floridos.
Sócrates invita a ver la eternidad del bien supremo en las obras que
engendramos. Así como una especie alcanza de alguna manera su
eternidad procreándose, de la misma manera, el impulso erótico nos
lleva a ser creadores en el mundo espiritual. Aquí es donde la estética
es entronca con la erótica. El fruto de todo impulso erótico es la
creación poética. El impulso amoroso de unos esposos los lleva a
construir una familia bella. El impulso amoroso de un amante, lo lleva
a engendrar un discípulo bello, virtuoso. El impulso amoroso de un
artista lo lleva a crear una obra de arte que lo supera en su existencia
terrena. El impulso amoroso de un ciudadano lo lleva a construir un
estado bello, adecuado para la convivencia y la tolerancia. El impulso
amoroso de un profesional lo lleva a crear cosas nuevas en su área de
desempeño. Etc.