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Introducción …………………………………………………….………… 2
Símbolo de los
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Apóstoles
Credo Niceno-
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constantinopolitano
TEMA: EL CREDO
Las personas creemos en cosas, bien porque nos las dicen otras
personas cercanas, bien porque
por las escuchamos o leemos a
través de los medios de comunicación.
De esta forma podemos decir que el ser humano tiene varias formas de creer:
Esta última forma de creer es el fundamento de la fe religiosa. Todos los hombres que
se adhieren, por la fe, a una creencia religiosa, desarrollan este tipo de forma de creer.
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Lo catalogado como común a todos los cristianos (el monoteísmo trinitario, la
divinidad de Jesucristo y la incorporación por el bautismo a Cristo en su Cuerpo
místico, la Iglesia,…)
…) constituye el núcleo de la fe cristiana.
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Todos estos símbolos, nos ayudan a captar, interpretar, el sentir de nuestros
antepasados en la fe. Pero son dos los que ocupan un lugar muy particular en la vida
de la Iglesia: el símbolo
mbolo de los apóstoles y el credo niceno-constantinopolitano
constantinopolitano.
El credo niceno-constantinopolitano
constantinopolitano,, es más largo por ser más explícito y es el que
comúnmente se suele rezar en la Iglesia todos los domingos en la Eucaristía. Debe su
gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros Concilios Ecuménicos, el
Concilio de Nicea (año 325) y Concilio de Constantinopla (año 381). Este credo surgió
por la necesidad de establecer claramente todo aquello en lo que debe creer cualquier
bautizado; además se establece para tener una referencia en contra de las ideas
heréticas que surgían a cada momento.
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El Símbolo de los Apóstoles.
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Investigaciones recientes sobre este punto prueban suficientemente que su contenido
esencial data de la era apostólica. La forma actual, sin embargo, se desarrolló
gradualmente. Su larga historia
historia está íntimamente ligada al desarrollo constante de la
liturgia bautismal y de la preparación de los catecúmenos. Nada contribuyó tanto a la
composición del Credo como la necesidad de una fórmula de este tipo para la
profesión de la fe de los candidatos al Sacramento de Iniciación.
niciación. Desde el tiempo de
los Apóstoles fue costumbre de la Iglesia exigir antes del Bautismo
autismo una profesión
explícita de fe sobre las doctrinas esenciales de Jesucristo. Los candidatos debían
aprender de memoria una fórmula determinada
determinada y tenían que recitarla en voz alta
delante de la asamblea.
La forma más primitiva del Credo se conserva en los Hechos de los Apóstoles (cf.
( Hch 8,
37). Felipe bautizó al eunuco de Etiopía después que éste hizo profesión de su fe de
esta forma: “Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios”.
Dios”. Este pasaje prueba que el Credo
empezó por una simple confesión de fe en Jesús. No había necesidad de exigir más a
los candidatos al bautismo. Era suficiente que reconocieran a Jesús como Mesías,
tratándose sobre todo de los conversos del judaísmo.
Con el correr del tiempo fueron añadiéndose nuevos artículos. Poco después la palabra
Salvador fue incluida en la fórmula, y así surgió el acróstico ίχθύς (ICHTHYS),
(ICHTHYS que como
palabra griega significa pez pero que en acróstico significa “Jesucristo, Hijo de Dios,
Salvador”.
Ίησοΰς Jesús
Χριστός Cristo
Θεού de Dios
Υίός Hijo
Σωτήρ Salvador
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Hacia el año 100, Ignacio de Antioquia declara su fe en Jesucristo con palabras que
recuerdan muy de cerca el segundo artículo del Credo: “Jesucristo,
Jesucristo, del linaje de David e
hijo de María, que nació, comió y bebió verdaderamente, fue verdaderamente
perseguido bajo Poncio Pilato, fue verdaderamente crucificado y murió a la vista de los
moradores del cielo, de la tierra y del
del infierno; que, además, resucitó verdaderamente
de entre los muertos, resucitándole su propio Padre. Y a semejanza suya también a los
que creemos en Él nos resucitará del mismo modo su Padre, en Jesucristo, fuera del
cual no tenemos la verdadera vida”.
vida
Además
emás de la fórmula cristológica, existió desde los tiempos apostólicos, para el rito
bautismal, una confesión de fe trinitaria, que terminó prevaleciendo sobre la otra. Fue
sugerida por el precepto del Señor de bautizar a todas las naciones “en
“en el nombre deld
Santo (Mt 28, 19).
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
Es evidente que el texto actual del Símbolo de los Apóstoles no aparece antes de
principios del siglo VI; aunque los elementos doctrinales encerrados en él figuran ya
hacia finales del siglo I en las numerosas y variadas fórmulas de fe que se encuentran
en la primitiva literatura cristiana.
Creo en Dios,
Padre Todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo,
su único Hijo,
nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Espíritu Santo;
nació de Santa María Virgen.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
Pilato
fue
ue crucificado, muerto y sepultado;
descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos,
muertos
subió
ubió a los cielos
y está
stá sentado a la derecha de Dios,
Dios Padre Todopoderoso.
Desde
esde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa
anta Iglesia católica,
la comunión
omunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la
l carne y la vida eterna.
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El Credo Niceno-constant
constantinopolitano.
El credo niceno-constantinopolitano
constantinopolitano se escribió formalmente durante el Primer
Concilio Ecuménico en Nicea (año 325) y durante el Segundo Concilio Ecuménico en la
ciudad de Constantinopla (año 381). Es más explícito y más detallado que el credo de
los Apóstoles.
Es un credo que, no tiene otra intención que dar respuestas definitivas a las crisis
sobre la fe, principalmente provocada por el arrianismo,
arrianismo, herejía que negaba la
divinidad de Jesucristo.
El arrianismo tomó su nombre de Arrio (256-336), 336), que fue sacerdote primero en
Alejandría y después obispo en Libia. Desde el 318 propagó la idea de que no hay tres
personas en Dios sino una sola persona, el Padre. Jesucristo no era Dios, sino que había
sido creado por Dios de la nada como puntopun de apoyo para su plan. El Hijo es, según
eso, criatura, y el ser del Hijo tiene un principio; hubo, por lo tanto, un tiempo en que
él no existía. Arrio, al sostener esta teoría, negaba la eternidad de Jesús, lo cual
equivalía a negar su divinidad. A Jesús
Jesús se le puede llamar Dios, pero solo como una
extensión del lenguaje, por su relación íntima con Dios.
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Aunque Arrio se ocupó principalmente de despojar a Jesucristo de su divinidad, hizo lo
mismo con el Espíritu Santo, al que igualmente lo percibía como criatura, incluso
inferior a Jesús.
Alejandro, obispo de Alejandría, convoca un sínodo que reúne más de cien obispos de
Egipto y Libia, y en él se excomulga a Arrio y a sus partidarios, ya numerosos. No
obstante, la herejía continúa expandiéndose, llegando a desarrollarse una crisis de tan
grandes proporciones, que el emperador Constantino el Grande se vio forzado a
intervenir para encontrar una solución. Fue el Concilio de Nicea, el 20 de mayo del 325,
donde el partido anti-arriano bajo la guía de San Atanasio, diácono de Alejandría, logró
una definición ortodoxa de la fe y el uso del término homoousion para describir la
naturaleza de Cristo:
Por lo tanto, en este Concilio fueron condenados los escritos de Arrio y tanto él como
sus seguidores desterrados. Pero la controversia continúo en la historia. Tras la muerte
de Constante, de Occidente, y el advenimiento de Constancio como único emperador
en el año 350, los arrianos recuperaron mucho de su poder, generándose
persecuciones anticatólicas en el Imperio.
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Creo en un solo Dios,
Padre Todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre,
antes de todos los siglos:
Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilatos;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar
a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
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