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FUNDAMENTO, OBJETO E INTERPRETANTE

Charles S. Peirce (c. 1897)

Traducción castellana de Mariluz Restrepo (2003)

Texto tomado de MS 798 [On Signs] c.1897, 5 pp. Fue publicado como CP 2.227-229 y 2.444n1.

2.227. Lógica, en su sentido general sólo es, como creo haber mostrado, otro nombre para la Semiótica,
({sémeiötiké}), la doctrina "cuasi-necesaria", o formal, de los signos Al describir la doctrina como
cuasi-necesaria, o formal, quiero decir que observamos las características de tales signos como los
conocemos, y de tal observación, por medio de un proceso que no me opongo a llamar Abstracción,
somos llevados a afirmaciones, eminentemente falibles y, por lo tanto, en un sentido de ninguna manera
necesarias, sobre lo que han de ser las características de todos los signos usados por una inteligencia
"científica", es decir, por una inteligencia capaz de aprender mediante la experiencia. En cuanto a ese
proceso de abstracción, es en sí mismo un modo de observación. El común de la gente reconoce
perfectamente la facultad que yo llamo 'observación abstractiva'1, pero las teorías de los filósofos a veces le dejan poco
espacio. Es una experiencia familiar a cualquier ser humano desear algo más allá de sus posibilidades presentes, y acompañar tal deseo con la pregunta: "¿Desearía
tal cosa de igual manera si tuviera los medios suficientes para lograrla? Para responder a esta pregunta sondea su corazón, y al hacerlo emplea lo que denomino
'observación abstractiva'. Hace en su imaginación una especie de esqueleto diagramático, o boceto a grandes líneas, de sí mis mo, considera qué modificaciones
requiere que se hagan en tal cuadro el estado hipotético de cosas, y luego lo examina, es decir,
observa lo que ha imaginado para ver si se
discierne allí el mismo deseo ardiente. Por tal proceso, que en el fondo es muy semejante al
razonamiento matemático, podemos llegar a conclusiones sobre lo que sería verdadero de los signos en
todos los casos, siempre y cuando la inteligencia que los use sea científica. Los modos de pensamiento
de un Dios, que poseyera una razón intuitiva, omnisciente y trascendente quedan fuera de discusión.
Ahora bien, en una comunidad de estudiantes la totalidad del proceso de desarrollo de tales
formulaciones por 'observación abstractiva' y de razonamiento de las verdades que deben ser válidas
para todos los signos usados por una inteligencia científica es una ciencia de observación, como
cualquier otra ciencia positiva, a pesar del fuerte contraste con todas las ciencias especiales, que surge
de su propósito de descubrir lo que debe ser y no meramente lo que es en el mundo real.
2.228. Un signo, o representamen, es algo que está por algo para alguien en algún aspecto o capacidad.
Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un signo equivalente o, tal vez, un signo
más desarrollado. Aquel signo que crea lo llamo interpretante del primer signo. El signo está por algo:
su objeto. Está por ese objeto no en todos los aspectos, sino en referencia a una especie de idea, a la que
a veces he llamado fundamento [ground] del representamen. "Idea" ha de entenderse aquí en una especie
de sentido platónico muy familiar en el habla cotidiana, quiero decir, en el sentido en que decimos que
un hombre toma la idea de otro, o en el que decimos que, cuando un hombre recuerda lo que estaba
pensando en un tiempo previo, recuerda la misma idea, o en el que, cuando un hombre continúa
pensando cualquier cosa, digamos por una décima de segundo, en tanto que el pensamiento continúa
concordando consigo mismo durante ese tiempo, es decir, teniendo un contenido semejante, es la misma
idea, y no es en cada instante del intervalo una idea nueva.
2.229 Como consecuencia de que cada representamen esté así conectado con tres cosas: el fundamento,
el objeto y el interpretante, la ciencia de la semiótica tiene tres ramas. La primera es llamada por Duns
Scoto grammatica speculativa2. Podemos denominarla gramática pura. Tiene como tarea indagar lo que debe
ser verdadero del representamen usado por cada inteligencia científica para que pueda incorporar
cualquier significado. La segunda es la lógica propiamente dicha. Es la ciencia de lo que es cuasi-
necesariamente verdadero del representamen de cualquier inteligencia científica de tal manera que
pueda ser válido para cualquier objeto, es decir, que pueda ser verdadero. En otras palabras, la lógica
propiamente dicha es la ciencia formal de las condiciones de verdad de las representaciones. La tercera,
imitando el estilo kantiano de preservar antiguas asociaciones de palabras al buscar nomenclaturas para
nuevas concepciones, la llamo retórica pura. Su tarea es averiguar las leyes por las cuales en cada
inteligencia científica un signo engendra otro signo, y especialmente un pensamiento genera otro.
Para hablar resumidamente y usar un símbolo de abreviación, mejor que una idea analítica e icónica,
podemos decir que el propósito de los signos -que es el propósito del pensamiento- es llevar la verdad
a la expresión. La ley por la cual un signo debe ser verdadero es la ley de la inferencia, y los signos de
una inteligencia científica deben, por encima de las demás condiciones, ser tales que se presten a la
inferencia. En consecuencia, la relación ilativa es la relación semiótica primaria y superior.
2.444 n 1. Podría objetarse que decir que el propósito del pensamiento es llevar la verdad a la expresión
es decir que la producción de proposiciones, más que la de inferencias, es el objeto primario. Pero la
producción de proposiciones es de la naturaleza general de la inferencia, pues la inferencia es la función
esencial de la mente cognitiva.

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