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Melquisedec

Diccionario bíblico A.
Rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, quien, cuando Abrahán regresó con los
cautivos y el botín recuperados de los 4 reyes invasores, salió a su encuentro, le dio pan y
vino, y lo bendijo. Por su parte, Abrahán le dio los diezmos de todo el despojo (Gn. 14:1, 2,
11-20). La identidad de Melquisedec ha sido muy discutida. Las Escrituras dan muy poca
información con respecto a él. Salem* es muy probablemente una forma abreviada de
Jerusalén, como lo indica Sal. 6:2. Como fue tanto rey de Jerusalén como sacerdote del
Dios altísimo, es presentado como un símbolo de Cristo, que también unió en sí mismo los
2 oficios de rey y sacerdote (Sal. 110:2-4; He. 6:20-7:21; véase CBA 1:321, 322; 7:454,
455). La afirmación que se hace en He. 7:3 de que Melquisedec era "sin padre, sin madre,
sin genealogía", sin duda significa sencillamente que no se conoce su genealogía o no está
registrada.

Comentario del nuevo testamento


En Gen_14:17-20 leemos: «Después que (Abraham) volvió de derrotar a Codorlaomor y a
los reyes que con él estaban, salióle al encuentro el rey de Sodoma en el valle de Save, que
es el valle del rey, y Melquisedec, rey de Salem, sacando pan y vino, como era sacerdote
del Dios altísimo, bendijo a Abraham diciendo: "Bendito es Abraham del Dios altísimo, el
dueño de cielos y tierra, y bendito sea el Dios altísimo, que ha puesto a tus enemigos en tus
manos". Y le dio Abraham el diezmo de todo». Este pasaje y el de Sal_110:4 son los únicos
en que aparece Melquisedec en el Antiguo Testamento. Escritores cristianos posteriores
vieron en la oferta de pan y vino del rey sacerdote de Jerusalén un anuncio profético de la
eucaristía 29.

La exposición de la carta a los Hebreos va en otra dirección. Para su autor, la misteriosa


figura de Melquisedec tiene el valor de una figura de Cristo, Hijo de Dios y sumo sacerdote
eterno. Aquí tenemos un ejemplo especialmente claro del método singular de exégesis del
autor. Del hecho de que el Génesis, al mencionar al rey de Jerusalén, que era al mismo
tiempo sacerdote de El Elyón, suprema divinidad cananea, no diga nada de su genealogía ni
de su suerte posterior, concluye el autor que Melquisedec no había tenido padre ni madre,
que no había nacido ni había muerto. Desde luego, con la misma razón se podrían
interpretar como figuras del Hijo eterno de Dios otras muchas personas que sólo una vez se
citan brevemente en el Antiguo Testamento. Que la elección recayera expresamente en
Melquisedec se explica por su dignidad sacerdotal y por el hecho de que Abraham
reconoció su soberanía pagándole el diezmo. Es posible que el autor de la carta a los
Hebreos no fuera el primero que en la figura del rey sacerdote de Jerusalén presintió una
especie de misterio metafísico. En efecto, las designaciones «sin padre, sin madre» no
parecen proceder de una especulación genuinamente cristiana
Comentario biblia comentada
Comienza el autor a desarrollar lo que muy bien puede considerarse como tema central de
la carta: superioridad del sacerdocio y del sacrificio de Cristo sobre el sacerdocio y
sacrificio levíticos. La exposición ocupará casi cuatro íntegros capítulos (7:1-10:18). En la
presente perícopa (7:1-3) es presentada la figura de Melquisedec, personaje que aparece
como en el horizonte de la historia bíblica, entrando bruscamente en escena al encontrarse
con Abraham (cf. Gen_14:17-20), y desapareciendo luego sin dejar más huellas que una
alusión en Sal_110:4. Parece que todo invita a descubrir en él algo misterioso. Así lo va a
hacer el autor de esta carta, relacionándolo con Cristo.
Primeramente nos ofrece los datos positivos que tenemos sobre Melquisedec: rey de
Salem , sacerdote del Dios altísimo 426, que se encuentra con Abraham, a quien bendice y
425

de quien recibe el diezmo de todo cuanto éste traía (v.1-2a). Es, en resumen, lo único que
sabemos de él, tal como se nos cuenta en Gen_14:17-20. Estos datos positivos, bendiciendo
a Abraham y recibiendo de él el diezmo de todo, los aprovechará luego el autor para probar
la superioridad del sacerdocio de Melquisedec sobre el de Leví (cf. v.4-10).
De momento, sin embargo, no se fija en eso, sino en estas otras dos cosas: significado
etimológico de los nombres “Melquisedec” (= mi rey es justicia) y “Salem” (= paz), y la
circunstancia de que no se indiquen antepasados ni descendientes de Melquisedec, así como
tampoco nacimiento ni muerte (v.2b-3a). Evidentemente, el autor de la carta sabe muy bien
que Melquisedec tuvo padres, y que nació y que murió; ni aquí trata de insinuar lo
contrario427. Pero le interesa hacer notar el silencio de la Escritura sobre ese particular;
silencio que no considera casual, sino dispuesto por Dios, para “asemejarlo” a su Hijo, del
que quería que fuese tipo o figura. Así lo afirma resueltamente en la frase final, que sirve de
conclusión a toda la perícopa: “asemejado al Hijo de Dios, permanece sacerdote para
siempre” (άφοομοιωμένος δε τω uico του Θεοΰ , μένει ιερεύς εις το διηνεκές ). Y es
de notar que no es Jesucristo el “asemejado” a Melquisedec, sino viceversa, Melquisedec
“asemejado” a Jesucristo, que es el personaje principal, del mismo modo que el
santuario terrestre ha de estar asemejado al celeste (cf. 8:5). El que se diga que Melquisedec
“permanece sacerdote para siempre,” ha de referirse a ese carácter extratemporal que
presenta la narración bíblica y a su función prefigurativa de Cristo, pues la ficticia y
umbrátil eternidad de Melquisedec sugiere y representa la real eternidad del Hijo de
Dios, sin principio de días en cuanto Dios y sin fin en su sacerdocio.

Hebreos 7: 4, Dice que Melquisedec es superior a Abraham

Presentada la persona de Melquisedec, tipo o figura de Cristo (v.1-3), se da ahora un nuevo


paso en orden a probar la superioridad del sacerdocio de Cristo sobre el de la tribu de
Leví en la Ley mosaica (v.4-10). El argumento, dentro de la oscuridad propia de toda
alegorización, es fácil de captar: si Melquisedec bendice y recibe diezmos de Abraham, es
que le es superior, y a fortiori superior a sus descendientes, los sacerdotes hijos de Leví.
Para el desarrollo de esta argumentación, el autor comienza poniendo por delante la
grandeza de Melquisedec, a quien Abraham, no obstante ser quien era428, le entrega el
diezmo de todo (v.4.). También los sacerdotes descendientes de Leví429 recibían el diezmo
de sus hermanos, a pesar de ser ellos igualmente hijos de Abraham: era un precepto de la
Ley en homenaje a su dignidad sacerdotal (v.5; cf. Num_18:20-32). Pero el caso de
Melquisedec es especial, pues, sin precepto alguno de la Ley, recibe el diezmo de Abraham
mismo, es decir, de aquel precisamente a quien fueron hechas las “promesas” de salud para
el mundo y por quien viene toda la grandeza a Israel (v.6; cf. 6:13). Señal, pues, de que la
dignidad de Melquisedec es superior a la de Abraham. A la misma conclusión nos lleva
el hecho de la bendición, pues quien bendice es superior al bendecido (v.7). Y si es
superior a Abraham, a fortiori es superior a Leví, descendiente suyo, virtualmente incluido
en Abraham cuando daba los diezmos a Melquisedec y recibía la bendición (v.8-10). En el
v.8 se insinúa una nueva razón de la superioridad de Melquisedec sobre los sacerdotes
descendientes de Leví, y es que éstos, aunque recibían diezmos, estaban sujetos a la muerte
y habían de transmitir su sacerdocio de padres a hijos; en cambio Melquisedec no necesita
transmitir su sacerdocio, pues, conforme a lo dicho antes (cf. v.3), “vive” para siempre.

Comentario diccionario bíblico siglo XXl


El sumo sacerdocio eterno de Cristo

Se han dado ya varias indicaciones de que Jesús es el “sumo sacerdote para siempre según
el orden de Melquisedec” (cf. 5:6, 10; 6:20). Ese tema ahora se desarrolla cabalmente
cuando el autor llega al corazón de su mensaje y comienza a alimentar a sus lectores con
“alimento sólido” que produce la madurez espiritual (cf. 5:11-14). La primera parte de este
capítulo trata del encuentro entre Abraham y Melquisedec en Gén. 14, enfocando el
significado del sacerdocio de Melquisedec en ese contexto (1-10). La segunda parte del
capítulo se dedica a la promesa específica del Sal. 110:4, tratando sobre el Mesías como
sacerdote como Melquisedec y lo aplica al Señor Jesús (vv. 11-28). La perfección no fue
posible bajo el sacerdocio levítico, pero el ministerio de Jesús como sumo sacerdocio
reemplaza todo el sistema del AT sobre la forma de aproximarse a Dios, y “perfecciona” a
los creyentes en una relación con él (vv. 11-19). El significado del juramento confirmando
el sacerdocio del Mesías se examina (vv. 20-22) y luego se delinean las implicaciones de la
promesa de que él será sacerdote para siempre (23-25). El capítulo termina mostrando
cómo tal sumo sacerdote, en contraste con los del antiguo pacto, nos convenía en nuestra
condición de pecadores (vv. 26-28). El cap. 7 es la tercera etapa en el desarrollo de la idea
de que Jesús es el sumo sacerdote del nuevo pacto (cf. 2:17, 18; 4:14-5:10).

1-3 El Sal. 110:4 es el texto clave de este capítulo. Para indicar qué quiso decir el Salmo al
hablar de un sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec, Heb. vuelve a
Gén. 14:18-20, subrayando sólo ciertos temas del relato allí. El nombre Melquisedec
significa rey de justicia y el hecho de que era rey de Salem (que deriva del heb. shalom,
“paz”) significa que era rey de paz. En nombre, por lo menos, él anticipó el reinado
mesiánico de justicia y paz (p. ej. Isa. 9:6, 7; Heb. 1:8, 9). Más importante aun, él se
identifica como sacerdote del Dios Altísimo, que bendijo a Abraham y recibió del gran
antepasado o patriarca de Israel los diezmos de todo. Además, en el registro de la Escritura,
Melquisedec fue sin padre ni madre ni genealogía, no tiene principio de días ni fin de vida.
Aparece de la nada y desaparece sin dejar rastro. No tuvo predecesores ni sucesores. Dado
que la legitimidad del sacerdocio de un hombre en el mundo antiguo dependía de tales
cosas, el silencio de la Escritura al respecto es inusual. Melquisedec se asemeja al Hijo de
Dios en el sentido de que plantea previamente su sacerdocio único y perpetuo. En términos
técnicos, es un “tipo” o modelo de Cristo. El Sal. 110 tiene en vista la aparición de otro rey
de Jerusalén (“ciudad de Salem”), ejerciendo un sacerdocio como el de Melquisedec,
aparentemente no basado en una descendencia física de cualquier sacerdocio conocido,
pero, sin embargo, designado divinamente. Heb. proclama que Jesucristo es el rey sacerdote
prometido quien reina para siempre para bendecir a su pueblo (cf. 5:4-6; 7:13-17).

4-10 Tratando el tema del diezmo pagado por Abraham a Melquisedec, Heb. hace notar que
la ley de Moisés requería que los descendientes de Leví que han recibido el sacerdocio
tienen, según la ley, mandamiento de recibir los diezmos del pueblo (cf. Núm. 18:21-32).
Sin embargo, ¡Melquisedec, cuya genealogía no es contada entre ellos, recibió los diezmos
de Abraham, el antepasado de Leví! Por cierto, tan grande es Melquisedec que bendijo a
Abraham, aquel a quien Dios había dado las promesas relativas a sus propósitos salvadores
(cf. Heb. 6:13, 14). Como el que es menor es bendecido por el mayor (v. 7), esto pone a
Melquisedec en una posición muy significativa. Los diezmos pagados al sacerdocio levítico
eran recogidos por hombres que mueren, pero Abraham pagó un diezmo a alguien del cual
se ha dado testimonio de que vive (v. 8), o sea que en el registro bíblico, Melquisedec se
representa como alguien que no tenía “fin de vida” (v. 3), y esto sugiere que tenía un
sacerdocio superior. Aun podría decirse que Leví, y por lo tanto los sacerdotes levíticos,
pagaron tributo a Melquisedec por medio de Abraham. Esto nos prepara para el argumento
en los vv. 11-19 de que el sacerdocio de Jesús es superior y reemplaza al sacerdocio
levítico y su ministerio

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