Está en la página 1de 6

Cuentos para trabajar

Duelo.

UNIDAD DE PROMOCIÓN DE AMBIENTES BIEN TRATANTES

JUNJI.

TALCA; SEPTIEMBRE 2015 .-


TIPS DE ESTRATEGIAS PARA TRABAJAR DUELO CON NIÑOS Y NIÑAS.

 Procure conocer la información que le entregó o le va a entregar la familia.

 Conozca el estado en que se encuentra la familia, con respecto a lo ocurrido.

 Conozca el estado en que se encuentra el o la menor, con respecto a la perdida.

 Conéctese y acoja al niño o niña, de manera que no sienta demasiada distancia por hablar
con un adulto.

 Hable de manera concreta de lo sucedido, pero sin detalles innecesarios que puedan
crear falsas expectativas.

 Comente la realidad de lo sucedido, sin mentiras, todo esto, acorde a la edad del o de la
menor.

 Escuche lo que el niño tenga para decir, respecto a lo que entendió, para que así no exis-
tan confusiones.

 No presione al niño o niña si este no quiere hablar; los niños y los adultos tienen diferen-
tes tiempos.

 Acompañe al niño o niña en todo el proceso de superación del duelo y advierta si se pre-
sentan conductas extrañas para recibir apoyo de parte de otro profesional.
CARLITOS Y SU ABUELO.

"-El alma de cada uno de nosotros es un bicho inquieto. Siempre está buscando estar alegre y ser más feliz. ¿lo notas? esas
ganas de sonreír, de pasarlo bien y ser feliz, son la señal de que tu alma siempre está buscando. Pero claro, como las almas
no tienen pies, necesitan que les lleven de un sitio a otro para poder buscar, y por eso viven dentro de un cuerpecito como el
tuyo y como el mío..
- ¿Y nunca se escapan?- preguntaba siempre Carlitos.
- ¡Claro que sí!- decía el abuelo- Las almas llevan muy poquito tiempo dentro del cuerpo, cuando se dan cuenta de que el
sitio en el que mejor se está es el Cielo. Así que desde que somos muy pequeñitos, nuestras almas sólo están pensando en ir
al cielo y buscando la forma de llegar allí.
- ¿Y cómo van al cielo? ¿volando?
- ¡Pues claro! - decía alegre el abuelito.- Por eso tienen que cambiar de transporte, y en cuanto ven una estrella que va al
cielo, pegan un gran salto y dejan el cuerpo tirado.
- ¿Tirado? ¿Y ya no se mueve más?
- Ni un poquito. Aquí decimos que se ha muerto y nos da pena, porque son nuestras almas las que dan vida a los cuerpos y
hacen que queramos a las personas. Pero ya te digo que son bichos muy inquietos, y por eso en cuanto encuentran su estrella
se van sin preocuparse. Muchas almas tardan mucho tiempo en encontrarla, ¡fíjate yo qué viejecito soy! Mi alma lleva
buscando su estrella muchísimos años, y aún no he tenido suerte. Pero algunas almas, las que tienen los niños más buenos o
los mejores papás, también saben buscar mejor, y por eso encuentran su estrella mucho antes y nos dejan.
- ¿Y yo tengo alma? ¿Está buscando su estrella?
- Sí Carlitos. Tú eres tu alma. Y el día que encuentres tu estrella, te olvidarás de nosotros y te irás al cielo, a pasártelo genial
con las almas de todos los que ya están allí.
Y entonces Carlitos dejaba tranquilo al abuelo y se iba alegre a buscar una estrellita cerca del río, porque en toda la pradera
no había mejor sitio para esconderse."

Por eso el día que el abuelo les dejó, Carlos lloró sólo un poquito. Le daba pena no volver a ver a su abuelito ni
escuchar sus historias, pero se alegraba de que por fin el alma del abuelo hubiera tenido suerte, y hubiera encontrado su
estrella después de tanto tiempo.
Y sonreía al pensar que la encontró mientras paseaba junto al río, donde tantas y tantas veces había buscado él la suya...
Según la leyenda, tenía acceso y que sólo se abrían padre, ¿verdad? – preguntó seña- pueden verle, ni la ciencia de la Me-
la “Princesa de las Mariposas” vivía para sus súbditos una vez al año. lando el collar con la imagen del rey dicina o la Química lo van a devol-
en la torre de un castillo cerca del que la joven llevaba sobre el pecho. ver, pero su corazón sabe que está
mar. Aunque todos la conocían por El primer día de primavera todo su - No te atrevas a tocarlo – le con vos y que siempre estará conti-
ese sobrenombre… en realidad su pueblo estaba invitado a una fiesta contestó – o te mandaré a matar. Es go. He venido a intentar ayudar–
padre, un rey de un poderoso país, que duraba hasta la noche en la que lo único que tengo para no olvidar dijo devolviéndole el colgante - Los
había elegido para ella un nombre se liberaban esos insectos para con- nunca el rostro del rey. gusanos se convierten en maripo-
de origen griego: “Sofía” porque vertir los jardines de palacio en una - Verás, princesa, yo creo saber sas; cambian completamente… pero
significa sabiduría. El rey se había explosión de viento de colores. Des- cómo solucionar su tristeza - dijo el los dos sabemos que son el mismo
propuesto educarla desde el mismo de esa primera fiesta todos cono- joven arrancándole el colgante de animal.
día de su nacimiento para que, cían a la princesa Sofía como la un solo golpe. Cuentan que la princesa lloró toda
cuando tuviera que gobernar su “Princesa de las Mariposas”. - Devuélvemelo, malvado, la noche y todo el día siguiente sin
país, se convirtiese en la reina más ¡ladrón! – y añadió un montón de parar; y que la noche del segundo
sabia sobre la faz de la tierra. La princesa pasaba sus días leyendo insultos más mientras intentaba día hizo llamar a Sebastián y le pidió
y aprendiendo y terminó por no salir forzarle a devolvérselo. que se quedase un rato a su lado.
El rey había buscado a los profeso- del ala norte del palacio. Pero Sebastián pasaba el collar de
res para la princesa Sofía entre los mano en mano y lo escondió sin que Cuentan además que los dos jóve-
hombres más cultos, y aquellos sa- Un día el rey enfermó y no consiguió ella se diese cuenta. nes se hicieron amigos y que, con el
bios se ocuparon de que aprendiese ver su gran deseo cumplido; su hija El joven, sin inmutarse y sin gritar, paso del tiempo, se enamoraron.
artes y ciencias. La princesa iba, día comprometida con un hombre que sin perder los nervios en ningún mo-
tras día, aprendiendo cosas cada vez fuera tan inteligente como ella. mento, contestaba que no podía
más complicadas. dárselo, porque no lo tenía. Juraba y
Cuando quiso estudiar Botánica el El día que murió, la tristeza invadió perjuraba que había desaparecido.
rey pidió que, pegado al muro del todo el castillo y la princesa Sofía se - Dámelo – gritaba fuera de sí la
lado este, se construyesen inverna- hundió en la pena como si el dolor princesa Sofía – Devuélvemelo. Lo
deros y mandó llenarlos de plantas fuese agua. No volvió a sonreír. Se tienes tú, lo tienes tú. No sé dónde…
de lugares exóticos que ella cuidaba pasaba los días estudiando libros de pero sé que lo tienes. Cuando Se-
y de las que aprendía en un primer magia y encantamientos. Intentaba bastián la vio rendida, en silencio ya,
momento de Botánica y luego de encontrar la manera de devolverle con las lágrimas corriendo por sus
Ciencias Naturales (porque añadió la vida al rey. mejillas, se acercó nuevamente a
una gran colección de insectos vivos ella.
a su invernadero). Su primer descu- Un día subió el nuevo criado Sebas- - En el conocimiento, no es-
brimiento fue comprobar que los tián. tán todas las respuestas – le dijo –
horribles gusanos que le traía su Algunas respuestas hay que bus-
profesor se convertían en brillantes Princesa, sólo he venido a ayu- carlas dentro de uno. Sus ojos no
mariposas de todos los colores. Ena- dar - se acercó Sebastián con in- pueden ver el retrato, pero estáis
morada de esos frágiles insectos tención de calmarla – Ese retrato segura de que lo tengo. Eso mismo
mandó construir unos preciosos que llevas en el cuello… es de su pasa con su padre: solo no sabes
recintos de cristal a los que sólo ella dónde está… pero está. Sus ojos no
Por si no lo sabías, las tortugas viven doscientos años y aunque parezca ¡Pst! ¡Tortugas! No estéis tan tristes. Yo he visto cómo esta noche una bri-
una eternidad, eso no es vivir para siempre, porque un día mueren. Todos llante luz que bajaba del cielo se las ha llevado. Si miráis hacia allí cuando
los seres de la tierra que respiramos llega un día en el que gastamos toda
oscurezca, veréis que se han convertido en estrellas y que desde el cielo
la vida que trajimos al nacer y entonces desaparecemos.
os miran y velan por vosotros. Las tres tristes tortugas y el viejo cuervo
Estas tres tortugas eran miembros de una misma familia: padre, madre e acariciaron los viejos caparazones de los abuelos tortuga y, despidién-
hija. Vivían felices y contentas en la ladera de una montaña que siempre dose de ellos por última vez, los enterraron bajo un frondoso lentisco.
estaba verde y sus días trascurrían en apacible armonía. Se levantaban
muy temprano y salían juntas en busca de las hojas más jugosas para
desayunar, que tiernas y apetitosas, todavía húmedas de rocío, encontra- Las tres tristes tortugas, con lágrimas en los ojos, les dieron la espalda
ban en los pastizales. y recordando los consejos del abuelo, se encaminaron hacia el río para
cruzar antes de que anocheciera.
Cada martes, sin excepción, después de tomar su desayuno, cruzaban en
fila india el pequeño arroyo que había detrás de su casa. Atravesaban la
corriente por un camino hecho con piedras que conducía a la otra orilla, y
desde allí se dirigían hacia un bosquecillo cercano en el que vivían los
abuelos tortuga.

Cuando el sol estaba a punto de ponerse, emprendían el camino de regre- TRES TRISTES TORTUGAS.
so para no atravesar el río de noche. El abuelo siempre les decía que era
muy peligroso y cada martes les repetía la misma historia, la de aquella
tortuga temeraria que fue arrastrada por las aguas.

El más absoluto silencio reinaba en aquel trocito de bosque y abandona-


dos y vacíos, en medio del prado, solo vieron los caparazones de los abue-
los tortuga.

Por más que registraron la casa y sus alrededores, por más que los llama-
ron a gritos, no hubo forma de dar con ellos y las tres tortugas se pusieron
muy tristes.

-¿Qué había pasado? ¿Adónde habían ido? ¿Volverían a verlos alguna


vez? Lloraban sin parar y se lamentaban, mientras acariciaban los oscuros
caparazones vacíos.

Muy cerca de donde estaban, sobre la rama de un arce, un cuervo negro


las observaba. Al verlas tan tristes las llamó:
Gran revuelo se armó en el Cielo cuando apareció Tatiana. Nadie se lo esperaba, porque aún era muy joven y
además era la mamá de dos niños pequeños, así que San Pedro la miró muy severamente, diciendo:

- ¿Pero qué haces aquí? Seguro que todavía no te toca...

Sin embargo, al comprobar su libro, San Pedro no se lo podía creer. Era verdad, había hecho todas aquellas
cosas que permitían la entrada al Cielo, incluyendo dar todo lo que necesitaban sus hijos, ¡y en tan poco
tiempo!. Al ver su extrañeza, Tatiana dijo sonriente.

- Siempre fui muy rápida en todo. Desde que Adrián y Andrea eran bebés les di cuanto tenía, y lo guardé en
un tesoro al que sólo pudieran acceder ellos.

Todos sabían a qué se refería Tatiana. Las mamás van llenando de amor y virtudes el corazón de sus hijos, y
sólo pueden ir al Cielo cuando está completamente lleno. Aquello era un notición, porque no era nada normal
conocer niños que tuvieran el corazón lleno tan pronto, y todos quisieron verlo.

Ver los corazones de los niños es el espectáculo favorito de los ángeles

. Por la noche, cuando los niños duermen, sus corazones brillan intensamente con un brillo de color púrpura
que sólo los ángeles pueden ver, y se sientan alrededor susurrando bellas canciones. Esa noche esperaron en
la habitación de Adrián y Andrea miles de ángeles. Ninguno de ellos había dejado de estar triste por la
marcha de su madre, pero no tardaron en dormirse. Cuando lo hicieron, su corazón comenzó a iluminarse
como siempre lo hace, poco a poco, brillando cada vez más, hasta alcanzar unos brillos y juegos de luces de
belleza insuperable. Sin duda Tatiana había dejado su corazón tan rebosante de amor y virtudes, que podrían
compartirlo con otros mil niños, y los ángeles agradecieron el espectáculo con sus mejores cánticos, y la
promesa de volver cada noche. Al despertar, ni Adrián ni Andrea vieron nada extraño, pero se sintieron con
fuerzas para comenzar el día animados, dispuestos a llegar a ser los niños que su madre habría querido.

Así, sin dejar de echar de menos a su mamá, Adrián y Andrea crecieron como unos niños magníficos y
singulares, muy bondadosos, que tomaban ánimos cada día del corazón tan rebosante de amor y virtudes que
les había dejado su madre, y de la compañía de los miles de
ángeles que cada noche acudían a verlos brillar.

UNA LLEGADA INESPERADA.

También podría gustarte