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Nuestro país fue, durante la Colonia Española, una provincia de ínfima categoría: carecía de
metales preciosos y los pocos indígenas existentes a la llegada de los conquistadores que no
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fueron exterminados por éstos (en poco más de un siglo!) se habían internado en sus
impenetrables montañas y por muchos años, evitaron casi invariablemente el contacto con los
colonos. Por lo cual, según los informes de los siglos XVII y XVIII, dichos colonos, cuando
no podían evitar quedarse en Costa Rica, se vieron en la necesidad de trabajar la tierra con sus
propias manos, en condiciones de verdadera pobreza: hasta el gobernador de la provincia y
demás funcionarios tuvieron que trabajar sus parcelas para poder subsistir a base de unos
pocos productos agrícolas ya que los sueldos y estipendios, cuando al final les llegaban,
provenientes de la Capitanía General de Guatemala, era siempre con gran retraso (12).
El intercambio de mercancías con la dicha Capitanía era escaso y se practicaba por tierra, vía
Nicaragua, a base del cacao de la vertiente atlántica, del tabaco y del ganado de la meseta
central. Y esta situación apenas había cambiado cuando, al terminar la segunda década del
Siglo XIX, sobreviene la independencia respecto de España: lo que entonces se producía era
ganado, tabaco, azúcar, maderas y, en pequeña medida, metales preciosos como oro y plata.
Según el historiador Carlos Araya Pochet, "... A partir de la Independencia se inició una época
de ensayos en la búsqueda de un produit moteur’ que nos vincula en forma estable y
permanente con el mercado internacional. El aparato productivo tendía a ser orientado hacia el
mercado externo, mediante la creación de una base primario-exportadora que superara el
aislamiento colonial. El período 1821-1843 reflejó en síntesis estas diversas tentativas de
promoción de las exportaciones de tabaco, azúcar, así como de actividades extractivas (como
el oro, maderas, palo-Brasil), sobre una base de crecimiento demográfico y expansión de la
pequeña y mediana propiedad..."(13).
Volviendo al tema jurídico, es difícil precisar la influencia real del derecho indiano en las
instituciones de la Costa Rica independiente, pero es de presumir que la experiencia jurídica
acuñada en el período colonial había generado una cultura y continuó por ello produciendo un
fuerte influjo en la práctica del gobierno y de la justicia después de 1821; y sólo lentamente
fue cedido a una nueva cultura producida alrededor de las nuevas fuentes del derecho patrio, y
particularmente alrededor del Código General del Presidente Braulio Carrillo, ya
mencionado(14)
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
La ley de Vagos de 1830 es, en realidad, una especie de reafirmación de la vigencia de la Real
Orden emitida por Fernando VII de España para regular dicha materia el 11 de setiembre de
1820. Es interesante notar que para nuestros gobernantes esa ley fernandian no había perdido
vigencia en Costa Rica, a pesar de la independencia proclamada en 1821; de manera que la
llamada Ley de Vagos de 1830 es revestida con la apariencia de una simple Orden de la
Asamblea Constitucional, dirigida a "recordar" a las autoridades de todo el país su deber de
aplicar aquella normativa colonial(15). Me parece claro que, en vísperas de la Independencia,
las leyes promulgadas en España entraban en vigencia automáticamente en las colonias, de
modo que se estimó con razón que esa Real Orden de 1820 rigió formalmente entre nosotros a
partir de su promulgación y durante un año...hasta el 15 de setiembre de 1821, fecha de la
independencia; lo que llama la atención es, repito, que se considerara en vigor todavía en
1830. Pero en realidad no es el único caso(16).
¿Por qué "actualizar" la vigencia de una ley "de vagos" en 1830? "En la Costa Rica
precafetalera (...) las ciudades pronto alcanzaron un punto en el cual las tierras adyacentes al
asentamiento (con unas pocas horas de distancia caminando) estuvieron completamente
ocupadas forzando un creciente número de familias a aceptar una relativa pobreza y un status
de dependencia, como jornaleros, artesanos o domésticos, o a irse más allá de las tierras
reclamadas de la ciudad. En un contexto carente de alternativas de exportación, la sociedad
precapitalista podría causar tal migración, pero lentamente, en comparación con la sociedad
capitalista, y no antes de que un número sustancial de habitantes estuviera en una posición
inferior ‘vis a vis’ al establecimiento de la aldea de pequeños propietarios..."(17).
Pues bien, esta Ley de Vagos, que oportunamente va a ser reabsorbida por el Código de
Carrillo (al incluir éste, entre sus tipos penales, las figuras del vago y del mal entretenido y las
correspondientes sanciones)(18), contribuirá en su momento a la consecución de los objetivos
económicos y sociales que se habían trazado nuestros gobernantes, siguiendo así una tradición
ya presente en Europa desde el Siglo XVI: el control preventivo y la conducción de la masa
proletaria hacia las actividades productivas, y la destinación de los renuentes a las milicias y a
la construcción de obras de infraestructura, a través de la pena de "obras públicas" o la
conmutación generalizada de otras penas corporales (sobre todo las de presidio y destierro)
por la citada de "obras públicas"(19).
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No se conoce con claridad y exactitud las circunstancias que rodearon el proceso de
preparación y redacción del Código General de 1841: no hay certeza acerca de las de las
personas que intervinieron en ella: Carrillo declara haber sido él mismo quien compuso todo
el Código, dividido en una primera parte Civil, una segunda Penal y la tercera Procesal(20);
pero ello me parece poco probable, ya que, por un lado, como jefe de Estado que era, tenía
una carga de trabajo muy grande, y por otro lado, es difícil imaginar que poseyera la
preparación jurídica que le permitiera dominar las cuatro materias contenidas en el Código
Civil francés de 1804 (Código Napoleón); en la parte procesal no se excluye (por el contrario,
es muy probable) la intervención del padre Isidro Menéndez, cura salvadoreño poseedor de
una cultura jurídico-procesal sorprendente para su época, quien tuvo varios exilios en
Centroamérica y que intervino después decisivamente en la legislación procesal de El
Salvador y de Nicaragua, si no es que también lo hizo en la de Honduras(21).
En lo que se refiere a la parte dedicada a la materia penal, ésta es una copia bastante fiel del
Código Penal español de 1822(22), salvo en lo que atañe al régimen de las penas, menos
severo en el Código costarricense (pero como veremos, existen datos que nos hacen caer en la
cuenta de que las intenciones de nuestro primer legislador no eran dulces). Ahora el sistema de
las penas del viejo Código General nos parece atroz, pero en realidad no es peor que otros de
su época, empezando por el propio Código Penal español de 1822, que le sirvió de modelo, y
que pasa por ser expresión del pensamiento liberal de su país en esa época inspirado en la
filosofía utilitarista del inglés Jeremy Bentham. Al igual que su modelo español, la parte penal
del Código es técnicamente muy defectuosa y casuista: su orientación punitiva es
retribucionista y se apoya prevalentemente, si nos atenemos a su tenor literal, en las penas
privativas de libertad (enseguida veremos que la práctica era totalmente otra cosa). Conserva
la pena de muerte para muchos delitos (incluyendo los llamados delitos contra la religión
católica); establece como agravante o atenuante, en su caso, la mayor o menos instrucción del
sujeto; prevé una indemnización a favor del imputado declarado inocente en la sentencia, a
cargo de su acusador o denunciante, o del juez o fiscal que hubieren actuado con malicia o
negligencia(23).
Desde un punto de vista estimativo, el Código General aparece como un esfuerzo para
racionalizar la vida social y económica del país, con el propósito de organizar y asegurar el
sistema en beneficio de la clase gobernante y, no en último lugar, en beneficio del propio
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
Carrillo: no contiene, obviamente, sólo una respuesta punitiva; pero en su parte penal y
procesal contiene una respuesta punitiva (control preventivo y conducción de la masa
jornalera y explotación de las energías laborales de los más vulnerables) que es la
continuación de la que ya nos presentaba la de Vagos de 1830; y que además sirve al dictador
Carrillo para atemorizar y neutralizar a sus enemigos políticos, a fin de perpetuarse en el
poder del Estado(24).
En efecto, en lo que atañe a este último aspecto, aunque no existen datos históricos que nos
permitan determinar con cierta exactitud el uso más o menos intimidatorio que carrillo dio a la
parte represiva de su Código General en términos globales, la sospecha de que fue un uso
intenso y sostenido se puede sustentar en el hecho de que, del total de ejecuciones capitales
realizadas en Costa Rica entre 1821 y 1878, es decir, en el arco de 57 años, Carrillo es
responsable, él solo, de la tercera parte de ellas entre 1835 y 1842 (siete años)(25).
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café, cuya producción aumentaba año con año y se había convertido en la principal fuente de
divisas del país(27).
La situación económica, social y política de Costa Rica alrededor de 1880 es, en general, más
holgada y menos tensa que la de los tiempos de Carrillo y de don Juanito Mora: el presidente
de entonces, General Tomás Guardia (1871-1882), aunque durante su ejercicio menudean los
complots y levantamientos armados para derrocarlo, controla ampliamente la situación, de
manera que se permite impulsar una política que se puede calificar de liberal: emprende la
construcción de ferrocarriles y edificios públicos, intenta repetidamente promulgar una nueva
Constitución sobre bases democráticas (cuando esto fracasa, termina restableciendo la
vigencia de la Constitución de 1871, que había mantenido en suspenso); destina la Isla de San
Lucas y después la Isla del Coco para desarrollar colonias penales agrícolas y proyecta la
construcción de centros penitenciarios de tipo moderno en la capital de la República (pero esto
último no lo puede realizar él, sino que será obra de administraciones posteriores)(29).
En lo que atañe a la economía, siendo Costa Rica un país agrícola, la producción durante esos
años se concreta en el monocultivo cafetero. Al respecto nos dice Carolyn Hall: "Entre los
años 1840 y 1890 éste fue virtualmente el único producto de exportación del país... Durante
más de cincuenta años la facilidad con la cual los exportadores pudieron vender su cosecha en
Europa, y los buenos precios que recibían, estimularon un aumento continuo en la producción
del café en Costa Rica. El total de la exportación subió de cinco millones de kilos por los años
de 1850 a casi veinte millones a finales de siglo...(30).
Han transcurrido casi cuatro décadas desde la entrada en vigor del Código General de Carrillo,
el cual, a pesar de numerosas reformas en su parte penal (que parcialmente se recogen en su
segunda edición de 1858 realizada por el magistrado don Rafael Ramírez, durante la segunda
administración de don Juan Rafael Mora) luce francamente inadecuado, con sus penas crueles
e infamantes, su técnica arcaica y su estilo exageradamente casuista.
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
Muchas cosas han cambiado en el país desde los tiempos de Carrillo y Morazán: aunque la
educación del pueblo no ha dado aún ese saldo espectacular que tendrá lugar unas décadas
adelante, sí existe ya una élite algo más ilustrada que mantiene, gracias a la acumulación
capitalista producida por los buenos precios del café en el mercado internacional, un contacto
sostenido con los grandes centros de cultura. En política, al gobierno de la oligarquía
cafetalera que toma el poder en 1859, arrebatándoselo a don Juanito Mora le sucede el de un
"hombre fuerte", el general Tomás Guardia ya mencionado, quien había llegado al gobierno a
través de un golpe de Estado, preparado y deseado por aquella misma oligarquía que
pretendió, así, usarlo como instrumento de sus planes. Pero una vez al mando, el general
Guardia se deshizo de sus indeseables socios y produjo, durante más de una década uno de los
gobiernos más progresistas y, a la vez, más controversiales de nuestra historia.
Guardia era una paradoja viviente (31): aunque militar de carrera, poseía una certera visión de
estadista, a la vez que una sensibilidad humanista y democrática realmente insólitas para un
hombre de su ambiente y formación. Se trata, en verdad, de un dictador: quita y pone
presidentes a su conveniencia, auspicia la redacción de una nueva Constitución en 1871, que
deja sin efecto en 1877, cuando derroca al Presidente Esquivel, al estimar que su poder e
influencia están en peligro; persigue a sus adversarios, asume con frecuencia posturas
demagógicas; pero a la vez da muestras muy constantes de su convicción en dos aspectos: el
respeto a la vida y la dignidad humanas y el interés por forjar una Constitución sobre bases
democráticas. Vamos a detenernos en el primer aspecto, que es el que concierne más de cerca
al sistema penal.
Ya dijimos que, en la década de los setentas, el Código Penal de Carrillo era percibido por
muchos, especialmente por los liberales, como un instrumento de barbarie, incompatible con
las aspiraciones de una sociedad que, instalada por fin en el bienestar económico, buscaba los
bienes de la cultura y la civilidad (32).
Don Rafael Orozco, autor de la primera obra teórica sobre Derecho Penal que se escribió en el
país (33), quien se confesaba kantiano en su credo filosófico, seguidor del penalista francés
José Ortolan y de los españoles don Pedro Gómez de la Serna y don Manuel Montalbán, no
redacta un proyecto original: se limita a copiar el Código Penal chileno de 1874 casi al pie de
la letra, salvo los inevitables cambios, puramente nominales en su mayoría. Que van de un
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país a otro, y el aspecto de las penas, como en seguida veremos. Esto, por una parte, fue
acertado, pues el Código chileno constituía, a su vez, una buena adaptación del modelo del
Código Penal español de 1948 (obra de Pacheco), en su versión de 1950; pero por otra parte
estaba fuera de nuestra realidad, ya que el país carecía casi totalmente de centros de reclusión
y en ese modelo de código se opta ya decididamente por las penas privativas de libertad,
específicamente finalizadas a producir el aislamiento del delincuente en centros lejanos, de
difícil acceso (Isla de San Lucas y la isla del Coco)(34)
Por lo que hace al sistema de las penas, el Código Penal de 1880 es, desde luego, mucho
menos cruento que el Código General de Carrillo y que sus propios modelos chileno y
español: no contempla ya la pena de muerte (que el presidente Guardia había suprimido en su
famoso Decreto de Garantías de 1877, y luego en su Decreto de 1882, que restablece la
vigencia de la Constitución); ni penas Infamantes, ni la cadena perpetua, ni la pena de obras
públicas; y en los demás aspectos parece recoger el pensamiento liberal que campeaba por
entonces en el Código chileno de 1874.
Por eso la estructura del Código, en vista de su origen ya mencionado, puede ser descrita
como moderna, salvo en cuanto conserva algunos "tipos de autos" como la vagancia y la
mendicidad. En todo caso, contiene una acertada separación de las correspondientes materias
en sus partes general y especial, y una sección final dedicada a las faltas de policía, para sumar
en total 526 artículos.
1.4. Influencia de las Escuelas en la concepción del Código Penal de Astúa Aguilar (1924)
No terminaba aún el Siglo XIX cuando ya se escuchaban voces que clamaban por un nuevo
Código Penal. No existían, en mi opinión, razones de peso para estimar que el Código de 1880
había quedado obsoleto; pero lo cierto es que el Lic. Don José Astúa Aguilar, recibió desde
1894 el encargo de redactar uno nuevo, de parte del gobierno de don Rafael Iglesias. No he
podido averiguar con certeza la causa de esta decisión, pero creo que se debió a que el Código
de Orozco era identificado con el liberalismo anticlerical de los precedentes gobiernos (de
Guardia, Fernández y Soto), violentamente rechazado y combatido por el presidente Iglesias;
a quien, dicho sea de paso, le tocó gobernar, durante la última parte de su administración, en
una época de crisis económica(la primera de grandes dimensiones que hubo en el país)
provocada por la baja de los precios del café(35).
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
Este Proyecto de Código Penal (con 565 extensos y prolijos artículos) tuvo fuerte oposición
entre liberales y conservadores porque se estimaba, no sin razón, que el código vigente (de
1880) cumplía aún con su cometido y no era, entonces, necesario cambiarlo; y porque
introducía una serie de innovaciones que despertaban desconfianza y temor en los ambientes
académicos y forenses, dominados aún por el credo liberal. Fue así como transcurrieron dos
períodos presidenciales (ocho años) sin que el Cuerpo Legislativo lo aprobara; y tuvo que ser
durante la dictadura de Federico Tinoco (que había derrocado al presidente González Flores
mediante un golpe de Estado en 1917) cuando pudo por fin entrar en vigencia (1918). Pero
resultó ser una vigencia efímera, pues a la caída del tirano (1919) fueron derogados su
flamante Constitución y sus decretos legislativos, incluyendo el Código Penal de Astúa. Sin
embargo, éste fue promulgado nuevamente, con importantes modificaciones, en 1924 (al
inicio de la segunda administración de don Ricardo Jiménez), y se mantuvo en vigor hasta
1941.
El Profesor Astúa Aguilar era positivista en Filosofía, pero como penalista abrazaba la
tendencia político-criminal: creía en la Antropología y en la Sociología Criminal y rechazaba
el libro albedrío como base del Derecho Penal ("Y se impone observar, desde luego-nos dice
Astúa Aguilar en su "Prontuario de Derecho Penal"(36) que en el camino del
experimentalismo científico en que ha entrado el problema del delito y del delincuente, se ha
de huir de la tan sencilla como inexacta e ineficaz teoría de la Escuela idealista o Metafísica
para la cual es el libre albedrío la sola causa generadora de los extravíos de la conducta...").
Por ello el Código de Astúa Aguilar, aunque de corte clásico al decir de don Luís Jiménez de
Asúa, y conservando básicamente, en la parte general, la estructura del Código Penal español
de 1870, tenía numerosas disposiciones que respondían a las ideas de la tendencia ecléctica y
pragmática (que popularizaron Franz von Liszt en Alemania, Adolfo Prins en Bélgica y Carlos
Stoos en Suiza) llamada "Política Criminal", como la imputabilidad junto a la peligrosidad; la
individualización del caso por parte del juez, que le permite prescribir el remedio más
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adecuado a la persona del delincuente; las penas eliminatorias junto a las resocializadoras; el
presidio y la relegación por tiempo indeterminado, y demás mecanismos dirigidos a
"...asegurar la máxima defensa contra los individuos peligrosos, permitiendo la máxima
rehabilitación de los readaptables a la vida social"(37).
En particular, en lo que se refiere a la filosofía penal del Código, el Prof. Astúa Aguilar se
expresa en su exposición de motivos de 1910 de la manera siguiente: "... el magisterio penal
ha de consistir en un tratamiento del reo que le separe del medio social para evitar su peligro,
y le someta a una disciplina de educación y de trabajo corporal capaz de cambiar sus
estímulos de conciencia, su criterio del bien, sus perspectivas para el porvenir, y es innegable
que el único tipo de pena dentro del cual esa teoría puede cumplirse, es la privación de la
libertad, cuyas formas constituyen la eficiencia de cada legislación, puesto que la multa y las
simples interdicciones de lugar o de derechos cumplen un papel secundario."(38)
En lo que atañe a su puesta en práctica, tenemos que decir que ya en el mismo año de su
segunda promulgación el entonces Ministro de Justicia don José Rafael Argûello de Vars decía
en su Memoria correspondiente a 1924 lo siguiente: "...No pretendo poner en duda la gran
preparación y talento del Licenciado don José Astúa Aguilar, autor del Código Penal en
vigencia desde el 1 de julio de 1924, ni me atrevería a decir que no es bueno; pero sí puedo, y
sobre todo, sí debo manifestar que su aplicación actualmente es casi imposible, puesto que el
Poder Ejecutivo, que es el llamado a velar porque las penas en dicho Código marcadas se
ejecuten, no está en condiciones de poder darles estricto cumplimiento; veámoslo si no: no
contamos en Costa Rica para compurgar las penas más que con dos establecimientos penales:
una mala Cárcel Pública de varones, impropiamente llamada Penitenciaría, y un peor presidio,
el de San Lucas; ¿Cómo es posible, pues, con tan escasos y deficientes medios correccionales,
aplicar debidamente las múltiples y variadas puniciones figuradas en el Código Penal del
Licenciado Astúa?"(39)
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
"...El temprano financiamiento inglés permitió consolidar una base nacional de acumulación
de capital en la agricultura y procesamiento de café para el mercado internacional, lo que
obligó a la burguesía nacional, desde su misma formación como clase, al capital
extranjero(sic). Alrededor de esas actividades productivas se desarrollan las del comercio
importador, las del capital bancario y en grado mucho menor las industriales."
En ese contexto surge la iniciativa de renovar la legislación penal del país. Al efecto, una
comisión de Magistrados de la Corte Suprema, formada por don José María Vargas, de la Sala
de Casación, don Octavio Moya, de la Sala Penal, y don Enrique Guier, de la Sala Civil, es la
encargada de elaborar los proyectos que se convertirán en el Código Penal (438 artículos) y en
el Código de Policía (176 artículos) promulgados en 1941, durante la presidencia del ya
mencionado Dr. Calderón Guardia (en lo más crudo de la Segunda Guerra Mundial). Pero es
sabido que la redacción de los proyectos estuvo, en realidad, en manos de uno sólo de los
miembros de la Comisión, el Lic. Enrique Guier Sáenz.
Esta comisión declara haber tenido en consideración, en la redacción del Código Penal, las
opiniones y sugerencias de numerosos abogados y jueces, y "...apartándose de toda tendencia
de escuela, ha procurado dentro de un criterio mixto elaborar un texto compatible con la
idiosincrasia nacional, acomodando a las condiciones de Costa Rica los principios
generalmente admitidos por la doctrina y por la legislación penal moderna, y se inspiró muy
en especial en los nuevos códigos de algunas de las repúblicas hispanoamericanas, por la
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similitud que guardan con nuestro medio y costumbres."(41) Entonces, a lo que parece, sus
modelos son básicamente dos: El Código Penal chileno (y, por consiguiente, el Código Penal
español de 1850) para la estructura de la parte general; y el Código Penal argentino de 1921
para la parte especial. Pero hay que agregar de inmediato que la orientación filosófica y
política del Código es, como bien dice Jiménez de Asúa(42) "... francamente político-criminal,
y hasta que conserva un leve dejo positivista...", que se manifiesta, en general, en un régimen
francamente imprudente de aplicación de penas y medidas; como ocurre, entre otros ejemplos,
en la posibilidad de retener al condenado, por mala conducta, resistencia al trabajo o graves
faltas de disciplina (signos visibles de su resistencia a la enmienda), por un plazo de hasta un
cuarto de tiempo de la pena impuesta (artículo 101); y en institutos como el de la duración
indefinida, como regla general, de todas y cualesquiera de las medidas de seguridad previstas
(artículos 105, 107 y 109).
También este Código, al igual que el anterior, ofrece el inconveniente de arbitrar una serie de
medidas que requerían un aparato institucional entonces inexistente, y cuya creación futura no
era previsible, dadas las condiciones económicas y las posibilidades tecnológicas y educativas
del país durante la referida conflagración mundial. Era, pues, ilusorio prever mecanismos
como la suspensión condicional de la pena y la libertad condicional, sin posibilidades
económicas de crear la infraestructura administrativa que ambos conllevan; y lo mismo cabe
decir respecto a las medidas de seguridad de libertad vigilada, o de prohibición de concurrir a
determinados lugares, etc., que suponen la existencia de personal especializado con el que no
contábamos entonces (ni aún ahora, cincuenta años después).
Aunque ya había un considerable grado de defensionismo a partir del Código del 24, la marea
"defensista" irrumpe con gran fuerza en Costa Rica en los años de la Guerra de Corea, en lo
más crudo de la Guerra Fría, aparentemente como el resultado de un esfuerzo de los
empresarios nacionales por aportar una solución al problema de la delincuencia. Se trataba de
la "Gran Comisión de Cámaras para el Estudio de la Delincuencia", que agrupaba
prácticamente todo el sector empresarial del país, la cual dió a luz en 1953 un Proyecto de Ley
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
de Defensa Social que se convirtió en Ley de la República al año siguiente. Pero todo esto
debe matizarse con otros datos que hoy día están disponibles gracias a la distancia temporal y
a la perspectiva de conjunto que ésta permite. Porque, en realidad, todo parece indicar que no
se trataba de una iniciativa nacional sino de una preocupación "continental" (y ya sabemos
quiénes hablan a nombre del Continente) frente a la posible amenaza comunista de ese
período; preocupación que tomaba la forma de un proyecto que, bajo el manto de la defensa
social, permitiría a ciertos órganos estatales un control virtualmente ilimitado sobre los
ciudadanos; y que, lógicamente, no se limitó a Costa Rica, sino que apareció "casualmente" en
muchos otros países de Latinoamérica.
Don Luis Jiménez de Asúa, que analizó la referida Ley de 1954, se sorprende de que no se
parezca en nada a otras de igual nombre aparecidas años antes en otros países (Bélgica,
Alemania, España), y observa: "...En el texto costarricense, como ahora se dirá, hay una
deformación de contenido que está muy lejos de parecernos loable". Más adelante comenta:
"...Ese Departamento (Nacional de Defensa Social) y ese Consejo Superior de Defensa Social
intervienen en todo: desde la etiología del crimen y su consiguiente profilaxis, hasta la
organización de las prisiones, pasando por las medidas tutelares y de seguridad".y concluye:
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aquella misma iniciativa "defensista" que se había plasmado en la Ley de 1954. El autor de
ese vasto proyecto fue el Lic. Héctor Beeche, jurista militante del movimiento por la Defensa
Social y muy ligado intelectualmente al pensamiento de Marc Ancel, Severin Carlos Versele y
el Instituto Interamericano de Defensa Social.
En el Código de Defensa Social que se proyectaba se encuentran las ideas más audaces (y
peligrosas) de esa tendencia: se varía el concepto de la pena como castigo, para dar entrada a
la institución de la pena como "terapia"; se abandona el principio " de que no hay pena sin la
comisión de un acto previamente sancionado por la ley..." (nullum crimen sine previa lege); se
establece "una serie de medidas preventivas y de defensa social frente a las personas que, sin
haber llegado a cometer un hecho delictivo, constituyen un peligro y una amenaza permanente
contra la sociedad en que viven..."; y se incorpora toda la normativa sobre los menores
transgresores(45). En suma, se trataba de un ambicioso y voluminoso proyecto (más de 600
artículos) destinado a ejercer una notable cuanto ominosa e impredecible influencia dentro del
sistema penal costarricense. Pero afortunadamente no llegó a aprobarse en la Asamblea
Legislativa, de modo que la Ley de 1954 incomparablemente menos amplia y agresiva, ha
mantenido, con algunas modificaciones(46), su vigencia hasta ahora.
1.7.1. Generalidades
El Código Penal vigente fue diseñado con aporte mayoritario por el Dr. Guillermo Padilla
Castro, Catedrático por muchos años de Derecho Penal de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Costa Rica y miembro de la Comisión para la discusión de un Código Penal
Tipo para Latinoamérica. El mismo manifiesta en su exposición de motivos, que su trabajo fue
una adaptación de dos fuentes: el citado Código Penal Tipo para Latinoamérica, en lo que se
refiere a la Parte General, y el Proyecto de Código Penal para Guatemala que había elaborado
don Sebastián Soler en 1960, en lo que se refiere a la Parte Especial(47)
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
De esta manera habría continuado el Dr. Padilla la práctica consistente en una especie de
"centaurismo legislativo" que ya era tradicional en el país en materia penal (pues había
empezado con el Proyecto de Astúa Aguilar), y que consistía en ensamblar las dos partes del
Código, general y especial, con modelos provenientes de dos textos (códigos o proyectos)
distintos. ¿Fue ésta una solución correcta de nuestros proyectistas? En principio no me parece
una práctica aconsejable, a menos que ambos modelos presenten una sustancial coherencia en
cuanto a las concepciones filosóficas y jurídico-penales que los inspiraron. En el caso del
Código de 1924 se podría pensar que esa coherencia existía en principio, puesto que ambas
partes presentan una fuerte inspiración político-criminal: la cosa no está tan clara en el Código
de 1941, el cual, sin embargo, todavía puede reconducirse a aquella misma orientación.
Pero, ¿qué decir del código Penal de 1970, con dos paternidades que parecen tan
heterogéneas? El proyectista, Doctor Padilla Castro, no aborda específicamente este tema en
su exposición de motivos, de manera que no contamos con una explicación acerca de los
criterios que lo guiaron para hacer una combinación. Se nos ocurre pensar, en vista de que en
ambas fuentes está, notoriamente, presente la influencia de la doctrina alemana (y en
particular la que cristaliza en el Proyecto Alemán de Código Penal de 1962, cuya parte general
ya conocía Soler desde 1958, que fue esta la circunstancia que decidió al Dr. Padilla a plantear
la solución de comentario.
Sin embargo, como lo podremos apreciar más adelante (cuando hagamos una brevísima
exposición de las bases político-criminales del Código que consideramos más apropiadas para
caracterizarlo) en algunas materias nuestro proyectista se separó notablemente de su modelo
para la parte general, es decir, del Código Tipo Latinoamericano, y buscó soluciones
diferentes, incluyendo el propio Proyecto Soler de 1960, que también tiene una fuerte
presencia en esa parte del texto. Lamentablemente esas soluciones diferentes significaron casi
siempre un endurecimiento de las normas en comparación con las del Código Tipo.
Empezamos con una referencia a la estructura del Código, para hacer notar que, a diferencia
de su homólogo de 1941, que había excluido la materia de contravenciones (la cual formaba,
como antes vimos, un Código de Policía independiente del Penal), el que ahora comentamos,
con un total de 417 artículos, incorpora de nuevo en su seno aquella materia; de manera que su
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estructura presenta entonces tres libros que tratan, por su orden, de las Disposiciones
Generales, de los Delitos y de las Contravenciones.
El orden sistemático de la Parte General sigue más a Soler que al Código Tipo, aunque, como
es sabido, la diferencia entre ambos modelos es de mero detalle. En cuanto a los contenidos,
podemos decir que nuestro Código del 70 representa una lectura draconiana de ambos
modelos. Veamos ahora algunos casos:
b) Desecha la solución del Código Tipo (que prevé la posibilidad judicial de apreciar la índole
de la reincidencia para considerarla o no como agravante) imponiendo al juez, en ese caso, el
deber de aumentar, hasta poder llegar al límite máximo de veinticinco años (!), la pena fijada
por la ley (artículo 78);
c) A espaldas del Código Tipo y del Proyecto Soler, y contra todos los criterios modernos,
equipara la prostitución y el homosexualismo con el alcoholismo y la toxicomanía, para los
efectos de imponer medidas de seguridad en ciertos casos (artículo 98, inciso 6*);
En cuanto a la Parte Especial, es de observar que, al igual que el Proyecto Soler para
Guatemala que le sirvió de modelo (y al igual que otros textos anteriores o contemporáneos de
la región), se trata de un Código con una orientación reaccionaria, es decir, dirigido a defender
el aparato estatal y sus agentes, así como los intereses de la clase dominante.
Eso se nota, en primer lugar, en la lista de bienes jurídicos protegidos, de los cuales solamente
unos pocos, siendo comunes a todas las personas, corresponden también, de una manera real y
efectiva, a las clases populares, como ocurre con los delitos contra la vida, algunos delitos de
los llamados "sexuales", algunos delitos contra la libertad y otros contra los medios de
transporte, así como los delitos contra los derechos humanos. Todas las figuras restantes se
dirigen a proteger bienes jurídicos propios de las clases alta y media-alta, sí como a los
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
Naturalmente que no vamos a encontrar allí la gran variedad de los actos mediante los cuales
los patronos persiguen a los trabajadores sindicalizados, les impiden sindicalizarse o los
amenazan para que no lo hagan, y sabotean las organizaciones sindicales; ni vamos a
encontrar los actos de los empresarios que contaminan el agua, el aire, las reservas forestales;
ni, en general, la variadísima gama de los llamados "delitos de cuello blanco".
Pero sí encontramos varias figuras novedosas: la mera instigación a cometer un delito contra
la tranquilidad pública (artículo 271); la intimidación pública (artículo 273), la apología del
delito (artículo 274), los cuales, junto con la asociación ilícita, forman el nuevo grupo de
delitos (de peligro abstracto, de opinión, etc.) que atentarían "contra la tranquilidad pública"; y
por último la figura de la incitación al abandono colectivo de funciones públicas (artículo
334).
No es difícil adivinar cuál tranquilidad es la que se quiere proteger con el grupo de delitos del
Título X del Libro II. Y en cuanto a la figura del artículo 334, no es casual que surja en los
momentos en que arrecia en nuestros países la lucha de los sindicatos de empleados públicos
por las reindivicaciones de sus afiliados y por la racionalidad del manejo de los recursos
nacionales, en un contexto general de ascenso de los movimientos populares en toda la región.
En efecto, si por un lado Centroamérica vive en esos años la ilusión del desarrollo económico
por la vía de la llamada "Alianza para el Progreso" y de la integración regional, por el otro la
clase trabajadora se moviliza y se hace presente a fin de que el esperado crecimiento de las
economías no se realice a su costa, sino que le sea justamente asignada una cuota razonable
del producto obtenido(48).
17
aplicación del tipo penal del artículo 334; y la influencia negativa derivada de no existir en el
Código normas que permitan a los sindicalistas defenderse contra la persecución sindical, que
hoy día la clase patronal realiza a cara descubierta.
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
dignidad perdida, que no sea un ser marginado sino útil y sano, capaz de contribuir con su
esfuerzo al bien común. En consecuencia, debe humanizarse sin que se confunda ese propósito
con la posición sentimental que ve en todo infractor a una víctima de la sociedad, y que
rechazamos, ya que el hombre es, de acuerdo con la feliz expresión de Amado Nervo, el
arquitecto de su propio universo. Si ha violado las reglas de la convivencia, es obligación de
quien redacta la ley hacer que ella sea un instrumento para que reconstruya su vida. El ser
humano no es deleznable tornillo de una monstruosa maquinaria que se sirve de él, como lo
conciben los regímenes totalitarios, sino alguien a quien deben brindársele todas las
posibilidades de mejoramiento. TAL ES LA POSICION DEL CRISTIANISMO. A la par que
perdona, busca anhelosamente la enmienda del pecador, pone al descubierto sus flaquezas y le
muestra el camino recto que ha de seguir, que no es fácil sino áspero y duro. ESA DEBE SER
TAMBIEN LA MISION DE LA LEY: EMPLEAR CUANTO MEDIO SEA POSIBLE NO
SOLO PARA ALIVIAR LAS CONDICIONES SOCIALES SINO LAS DEL HOMBRE
MISMO. Empleando recursos espirituales, educativos, científicos. Enseñándole, levantándole
el alma, curando sus complejos. Ya los males anímicos pueden ser tratados al igual que los del
cuerpo; la sicología profunda penetra en lo más recóndito del ser y hace posible que quien ha
violado la ley sepa por qué lo hizo y se corrija. ALGUN DIA LOS CENTROS DE
INTERNAMIENTO SERAN VERDADEROS SANATORIOS DE ALMAS.
"La tendencia de nuestro Proyecto es la de establecer con claridad las distintas figuras penales,
partiendo del principio de tipicidad, en forma que sea una garantía para el ciudadano, al no
admitir una eventual confusión entre hechos punibles y los que no lo son. Pero una vez
tipificado el delito y su respectiva sanción, DEJAMOS AL JUEZ SUFIENTE AMPLITUD
PARA DETERMINARLA, DANDOLE MARGENES SUFICIENTES DENTRO DE LOS
CUALS APLIQUE LA QUE PAREZCA MAS APROPIADA Y TOMANDO EN CUENTA
ELEMENTOS AMPLIOS DE APRECIACION."(49) (Las mayúsculas no son del original).
Creo que los párrafos transcritos nos permiten apreciar en buena medida cuáles son las bases
político-criminales del Código Penal vigente, al menos en el pensamiento de su redactor: el
cual, como se ve, se confiesa seguidor de la defensa social (o mejor, de la "Nueva Defensa
Social" de Marc Ancel, según él mismo lo decía); pero de hecho se remite en gran medida a
los lineamientos tradicionales de la tendencia "político-criminal" de Liszt.
19
Y en efecto, para limitarnos a lo esencial, podemos apreciar todo el eclecticismo y el
pragmatismo del Código en cuanto admite a la vez la imputabilidad y los estados peligrosos;
la individualización de la pena de prisión junto a la impersonalidad de la pena de multa (en el
sistema de "días-multa"); las penas y las medidas de seguridad, concediendo, en cuanto a las
primeras, amplias facultades al juez para fijar la que corresponde al caso; y previendo, en
cuanto a las segundas, tres clases:
Las medidas de seguridad curativas (de duración indeterminada) para sujetos inimputables o
de imputabilidad disminuida;
Y las medidas de vigilancia (hasta de 10 años) en otros casos en los cuales, según el Instituto
de Criminología, se aprecie la posibilidad de reincidencia (artículo 97 a 102 del Código
Penal). profesionales (Fueron declaradas inconstitucionales mediante Voto 88-92 de la Sala
Constitucional).
Con ello introduce una indudable mejora con respecto del régimen existente en el Código de
1941, que, como vimos, preveía en su artículo 10-5, como regla general, la duración
indeterminada de todas las medidas de seguridad, cediendo con ello al desenfreno defensista
de la época, que mal se compadecía con la proclamada intención de los autores del proyecto
de "elaborar un texto compatible con la idiosincrasia nacional".
Siempre en lo que atañe a las medidas de seguridad, el Código confiere un lugar destacado a
las instancias administrativas nacidas de la vieja Ley de Defensa Social de 1971, pues coloca
junto al juez de la causa a un órgano dependiente del Ministerio de Justicia: el Instituto de
Criminología, competente para informar al tribunal acerca dela personalidad (peligrosa o no,
propensa o no a cometer delitos) del imputado o del condenado, según sea el caso; y este
informe sería condición ineludible para que el juez imponga la medida de seguridad
(artículo97 citado).
En conclusión, tenemos un Código Penal que sigue respondiendo básicamente, como sus
antecesores de 1924 y de 1941, a la dirección político-criminal de Liszt, Van Hamel y Prins.
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
NOTAS:
(*) Esta investigación forma parte de una codificación auspiciada por la Universidad de
Salamanca sobre "Los Códigos Penales Iberoamericanos.
(1) Conf. por todos: Karl Marx: La ideología alemana. Cultura Popular, México, 1969; Mario
Rossi: La genesi del materialismo stórico; E. Riuniti, roma. 1963; Tomo III; Jürgen Habemas:
La reconstrucción del materialismo histórico; Taurus, Madrid, 1983.
(2) José Luis Vega Carballo: Hacia una interpretación del desarrollo costarricense: ensayo
sociológico. Porvenir, San José, 1986; Iván Molina: Costa Rica(1800-1850). El legado
colonial y la génesis del capitalismo. Editorial UCR, San José, 1991.
(3) Sobre la figura del Presidente Braulio Carrillo consúltese: Lorenzo Montúfar: Reseña
Historica de Centroamérica, Guatemala, 1864. Tomo III; Cleto González Víquez; Obras
Históricas, San José, 1958; Tomo Y, pág. 63 y sigtes. Ultimamente, con una posición
ampliamente favorable a la figura de Carrillo, véase: Clotilde Obregón "Braulio Carrillo: una
época y un hombre, 1835-1842", ECR. San José, 1989.
(4) Carmen Lila Gòmez: la pena de muerte en Costa Rica durante el Siglo XIX . Editorial
C.R. 1985: Ana Lorena González: Origen de las Leyes contra la vagancia en Europa
precapitalista. Su inserción en el capitalismo periférico. El caso de Costa Rica (1821-1841).
Edición mimeografiada. San José. 1985.
(5) Que en la primera mitad del Siglo XIX eran conocidas en medios intelectuales las ideas de
Adam Smith y Jeremy Bentham, lo atestigua, además de personalidades como José Cecilio del
Valle, los periódicos centroamericanos de la época, incluyendo los costarricenses, y la propia
biblioteca de la Universidad de Santo Tomás. Consúltese al respecto: "El Noticioso Universal"
semanario que apareció entre 1883 y 1835, reproducido en 1987 por la Academia de
Geografía e Historia de Costa Rica. En el campo jurídico véase Rafael Orozco: Elementos de
Derecho Penal, San José, 1882. Consúltese además Constantino Láscaris: Desarrollo de las
ideas en Costa Rica: ECR, San José 1975, Carlos Meléndez: La ilustración en el antiguo
Reino de Guatemala; Educa, San José 1970, y Clotilde Obregón: obra citada
(6) Carlos Monge: Historia de Costa Rica: Trejos, San José, 1978; Luis C. Fallas: Orígenes del
capitalismo dependiente en Costa Rica; Zúñiga y Cabal, San José, 1987; Iván Molina, Ob. cit.;
Mónica Granados: históricas para la construcción de una teoría política-económica de la pena
en la Costa Rica del siglo X.IX. Tesis de Maestría (Inédita), México 1986.
(8) Edición en cuatro tomos publicada por la Librería de don Vivente Salvá, París, 1846.
(9) Conf. José M. Ots Capdequi: El Estado español en las Indias. Fondo de Cultura, México,
1975; Jorge Méndez Limbrick: Aplicación del derecho Indiano en Costa Rica
(mimeografiado). San José 1987; Elizabet Fonseca y Claudia Quirós: Economía Colonial y
21
formación de las estructuras agrarias, en Jaime Murillo (etal.): "Las instituciones
costarricenses: de las sociedades indígenas a la crisis de la república liberal "; ECR San José
1989.
(10) Para las citas posteriores del Código General usamos la segunda edición preparada por
don Rafael Ramírez e impresa en Nueva York, en 1858.
(11) La primera edición del Código de Comercio, hecha por Librería Garnier Hermanos, París
en 1850, lleva la siguiente leyenda: "Código de Comercio Español, reformado por comisión
del supremo Gobierno de Costa Rica para servir al comercio de la República".
(12) Carlos Monge: Ob. cit. págs 127 y sgtes: Astrid Fischel: Prólogo al Tomo IV de la
"Historia General de Costa Rica" dirigida por el Prof. Vladimir de la Cruz; Euroamérica, San
José, 1988, págs XVIII y sgts.
(13) Historia Económica de Costa Rica, 1821-1971; San José, 1982, pág. 4.
(14) Jorge Méndez Limbrick, ob. cit. Olman Cartín y Denise Garnier: Evolución del Juicio
ejecutivo simple, desde Roma hasta la legislación de Carrillo; (mimegrafiado) San José, 1991;
Tomo II, págs. 262 y sgtes.
(16) El 5 de Octubre de 1824, en virtud de una Orden del Supremo Congreso, se mandó
observar como ley vigente la Pragmática Española de 1771.
(20) Braulio Carrillo: Tercera Alocución, Sonsonate. 15 de junio de 1843. En Revista de los
Archivos Nacionales", Año V. Números 5-6, San José, 1941. págs. 251 a 263.
(21) La autoría de Carrillo es sostenida últimamente por la historiadora Clotilde Obregón, ob.
cit. págs 77 a 80.
(22) Ya lo hacía notar el Prof. Salvador Jiménez en sus "Elementos de Derecho Civil y Penal"
(Imprenta Molina, San José 1874), pág. 19.
(23) Consúltese el Libro Primero, que trata de la parte general, y en particular su Título
Segundo, dedicado a las penas.
(24) La "Ley de Bases y Garantías" otorgada por él mismo en 1841, decretaba en su artículo 4,
inciso 2) su propia inamivilidad como Primer Jefe Supremo del Estado; y el artículo 5
describe en su inciso 1) sus poderes omnímodos.
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
(26) Ana Lorena González, obra citada. pág. 3225 y sigts. Mónica Granados: La Historia
como rescate de una identidad despedazada, en el libro titulado: "El sistema penitenciario
entre el temor y la esperanza", Cárdenas, México. 1991; pág. 218 y sgtes.
(28) Usamos la primera edición del Código Penal, publicado por la Imprenta Nacional, San
José 1880.
(29) Confr. "Historia General de Costa Rica" dirigida por el Prof. Vladimir de la Cruz.
Euroamericana, San José, 1987-1991; Tomo IV, págs. 3 y sigtes.
(30) "El café y el desarrollo histórico-geográfico de Costa Rica", ECR, San José, 1987: págs-.
41 y 42.
(31) Sobre la personalidad de Guardia véase: Cleto González Víquez, obra citada: anexos
documentales, págs. 450 y sigtes.; Carlos Monge Alfaro, obra citada, págs. 228 y sigtes.; y
particularmente su coetáneo y colaborador, Dr. Lorenzo Montúfar, en sus "Memorias
autobiográficas"; Libro Libre, San José, 1988; págs. 315 y sigtes.
(32) Salvador Jiménez, obra citada, pág. 17 y sigtes. Y en las palabras introductivas del
decreto que puso en vigor el Código Penal del 70, redactadas indudablemente por don Rafael
Orozco, se expresa: "Que es de imperiosa necesidad sustituir el inadecuado Código Penal de
30 de julio de 1841, por otro que, basándose en los modernos principios de la Filosofía
criminalista, corresponda a los adelantos del país en todos los ramos de la vida social..."
(Código Penal; Imprenta Nacional, San José, 1880; Primera edición).
(33) "Elementos de Derecho Penal de Costa Rica", Imprenta Nacional, San José, 1882.
(35) Tomás Soley Gûell: Historia Económica y Hacendaria de Costa Rica; Universitaria, San
José, 1949; Tomo II, pág. 52 y sigtes.; Carlos Araya Pochet, ob., cit., pág. 48.
(38) Proyecto de Código Penal. Imprenta Nacional, San José, 1910; pág. LXVII.
(40) Manuel Rojas: Lucha social y guerra civil en Costa Rica; San José, 1989; págs. 43 y 46.
Confr. además, Carlos Calvo: Costa Rica en la Segunda Guerra Mundial )1939-1945); Euned,
San José, 1985.
23
(41) Nota de la Comisión de fecha 22 de febrero de 1940 dirigida al Secretario de Justicia.
(42) Tratado de Derecho Penal; losada, Buenos Aires, 1977; Tomo Y, pág. 1362.
(45) Exposición de Motivos del Proyecto, en el Alcance No. 41 a la Gaceta (Diario Oficial)
del 1 de junio de 1960.
(46) Confr. Ley No. 4762 de 30 de abril de 1971, que crea la Dirección General de Adaptación
Social.
(47) Exposición de motivos de Código Penal, edición del Colegio de Abogados, San José,
1972.
(48) Sobre este período véase, en general: Eduardo Lizano: La integración conómica
centroamericana; Fondo de Cultura, México, 1975; Edelberto Torres-Rivas: Interpretación del
desarrollo social centroamericano; Educa, San José, 1977: págs. 241 y sigtes.; Reinaldo
Carcanholo: Desarrollo del capitalismo en Costa Rica; Educa, San José, 1981; págs. 01 y
sigtes.; Jorge Rovira: Estado y política económica en Costa Rica, 948 - 1970; Porvenir, San
José, 1988; págs. 177 y sigtes.
24
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
2.1. Introducción:
El derecho penal es el estudio de un ejercicio de poder frente a hechos sociales; quizá todo el
derecho lo sea, pero pareciera más revelador en el penal debido a las formas de coerción que
tradicionalmente utiliza la sociedad, tanto si nos referimos a la sanción propiamente dicha,
como si hablamos del procedimiento administrativo y jurisdiccional, policial y judicial, para la
averiguación de la responsabilidad. Es por eso que la vida republicana exige un derecho
sancionatorio con características acordes con esa forma de gobierno; no en vano la
constitución política costarricense, además de contener una serie de garantías penales y
procesales que recogen la racionalidad del castigo en la República, prohíbe, expresamente, las
detenciones sin indicio comprobado de haber cometido delito (art.37), los tribunales
especiales (art. 35) y las penas crueles y degradantes (art. 40), además de los principios de
fondo como el de legalidad/tipicidad y el de inocencia (art. 39).
Pero la racionalidad de la sanción no atiende sólo al tipo o monto de la penalidad, sino -y
sobre todo- a la oportunidad y la necesidad de la prohibición. En ese sentido, una de las
características más importantes del derecho penal republicano es la concepción del bien
jurídico, como finalidad esencial de la norma; concepción que no es meramente formal, sino
real: el derecho sancionatorio debe proteger bienes jurídicos que verdaderamente tengan
relevancia social.
Esta protección -misión legislativa- sólo puede ser posible por medio de la descripción de
conductas en la ley. De esta manera, los tipos penales se convierten en los únicos medios que
posee el Estado para señalar a los ciudadanos qué es lo protegido y, por ello, qué es lo
prohibido. Así, la tipicidad presenta una doble función:
a. Sirve de límite al Estado: ni el juez ni el jerarca administrativo, ni el poder policial
pueden "crear" prohibiciones con conminación penal, solo el legislador, el cual debe
cumplir una serie de lineamentos, y;
25
b. Funciona para el obligado -todo habitante de la República- como una especie de
"manual de información", para que pueda conocer las conductas prohibidas y
conminadas con sanción penal.
Todo esto tiene un sentido cuando se habla de la enseñanza del derecho penal.
entender que la legislación es sólo una posibilidad de solución del conflicto y que muchas
veces utilizar el sistema de justicia más que solución representa agravar el conflicto. Es la
enseñanza de lo ideal, de un deseo, quizá, pero no de la realidad. En este sentido es una
enseñanza que pasa de lo estéril a lo encubridor.
Aceptamos, por lo anterior, la propuesta de una enseñanza que inicie con un detalle de los
aspectos relacionados con el entorno de la disciplina, con el fin de enfrentar el saber con su
contexto. Esto le da al estudiante un marco conceptual y de realidad que permite discutir el o
los conceptos dentro de un entorno político social determinado, en donde concepto y contexto
deben quedar muy claramente demarcados dentro de los lineamentos constitucionales
vigentes, y que sirven de base a la legislación que se explica, pues el sistema legislativo de un
territorio es lo que su Constitución Política señala.
Por otra parte, no debe pasar desapercibido el hecho de que cualquier sistema normativo
jurídico, tiene su base en la necesidad de convivencia. Es por eso que toda norma tiene una
finalidad, un para qué; con mucho más razón la norma penal, ya que presenta una respuesta
punitiva. Así, se regulan penalmente hechos o situaciones que son fundamentales, no para un
determinado grupo, sino para la colectividad -que, se supone, está representada por los grupos
legislativos- y que, se presume, la respuesta sancionatoria es la válida. En este sentido la
norma es universal e igual en el tanto en que la necesidad lo sea, pues lo legislado debe
responder sólo a los elementos fundamentales necesarios para la convivencia: el derecho
penal, como sistema normativo, es la respuesta legislativa a las necesidades que el poder
legislador ha recogido. Por ello no puede esconderse a los estudiantes la pregunta: ¿de dónde,
de quiénes, ha recogido el poder legislador la necesidad?
Si bien nuestra Constitución Política señala que la soberanía reside en la nación, no puede
olvidarse que la sociedad no es un grupo homogéneo y que el poder legislador hace las leyes a
la sombra de los grupos de presión de diversa índole, por lo que éstas pueden fácilmente ser la
resultante de intereses subyacentes tras la producción legislativa. De esta manera, al definir
formalmente esta disciplina sin integrarla como un elemento más de la política criminal de un
estado, como una forma de control social, y, en última instancia, como un producto político, se
oculta, adrede o no, una realidad meta-jurídica y aunque el concepto que utilicemos sea muy
elaborado y muy retórico, le estamos creando una ilusión al futuro abogado: Si teóricamente la
necesidad de convivencia organizada es la base de la prohibición, en la realidad los intereses
en juego reclaman ser tomados en cuenta como substrato de lo jurídico penal. De hecho
27
muchos delitos aparecen o desaparecen no por intereses generales sino por conveniencias muy
concretas, aunque no necesariamente perversas. Véase el caso de las propuestas para crear
delitos sobre violencia familiar como un ejemplo del interés de un grupo definido que atañe a
toda la colectividad; en un sentido distinto, el caso de los delitos tributarios, que responden a
un interés recaudador del Estado, sin cuestionarnos si su aplicación va a ser o no selectiva, es
decir, si se va o no a penalizar solo a grupos diferenciables; se cae así en el absurdo de utilizar
la norma para resolver problemas muy concretos de grupos de poder, con lo cual ocurre otro
fenómeno: la penalización, sin límite, de cualquier conducta, la cual convierte a un orden
normativo que, como el penal, debe ser fragmentario o discontinuo, en una línea de
penalizaciones. Todo comportamiento será conminado con sanción penal, no importa si es o
no importante para la comunidad. Como variante, pero dentro del mismo orden de ideas es
interesante, como ejemplo, conocer la exposición de motivos con que se presentó el proyecto
de aumento de las penas y confrontar el argumento con los estudios que sobre el aumento de
la delincuencia existen en Costa Rica. (1) Lo anterior nos enseña que la ley, además de ser un
instrumento jurídico, es una creación política y un instrumento político; el profesor tiene la
responsabilidad de señalar y discutir ese aspecto.
Estas ideas nos llevan al objeto de la tutela penal. No puede definirse el derecho penal sin
plantearse la cuestión del bien jurídico y no puede plantearse ésta sin proponerse el problema
anterior: así, si el tipo penal es el instrumento por medio del cual puede observarse la norma y
consiguientemente el bien jurídico, la tipicidad, además de ser un instrumento jurídico es una
creación política y un instrumento político y el profesor tiene la responsabilidad histórica de
señalar y discutir este aspecto, como también de que el sistema penal no se agota en el
derecho penal.
Ciertamente, el estudio real de la finalidad de la norma o bien jurídico, es un tradicional gran
ausente dentro de los contenidos de la enseñanza del derecho penal. En la mayoría de los
estudios sobre algún delito, siempre aparece una sección que habla sobre la finalidad de ese
ilícito, es decir, sobre el bien jurídico que tutela la disposición analizada. Sin embargo, cuando
entramos a observar el contenido de la propuesta nos damos cuenta que lo que se señala ahí es
la opinión del que suscribe o de los citados por ese autor. Cómo puede saber el estudiante si
esto es cierto o no, o cómo puede validar o adversar esa opinión si no se le ha enseñado un
método para reconocer el objeto de protección de una disposición legal. Un abogado, litigante,
juez, fiscal, investigador, etc. que tenga que atenerse a lo que dice tal o cual autor sobre lo
tutelado por una disposición legal, está plenamente desamparado e inhibido para realizar un
28
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
claro razonamiento; a esa persona se le ha vedado acceso al conocimiento. Por ello, quien
enseña tiene el deber de explicar un método claro por medio del cual el estudiante pueda por sí
extraer, del tipo penal, el bien jurídico tutelado o que, por lo menos pretendió haberlo tutelado
el legislador.
Cuando se enseña derecho penal debe hacerse un énfasis especial en el tema de la acción
como concepto básico para explicar el delito: cómo se ha observado históricamente, cuáles
son las consecuencias en la teoría del delito y cómo han influido y de qué manera las distintas
ideologías y las diferentes posiciones epistemológicas y pseudoepistemológicas en la
conceptualización y comprensión del concepto de acción. Dentro de este aspecto, es esencial
subrayar claramente la naturaleza voluntaria de la acción descrita en el tipo penal y la
necesaria consideración de que el legislador no puede sino describir acciones humanas reales
y con sentido, con el fin de respetar tanto la conformación bio-psíquica del ser humano, como
su dimensión social. El poder estatal, por medio del legislativo, utiliza los tipos penales para
revelar lo prohibido o lo mandado, a través de lo penalmente descrito. Por ello el juez debe
tener muy claro cuál es el proceso legislativo y, a través de la inducción, deberá develar ese
proceso para entender qué es lo prohibido y lo mandado y, posteriormente, qué es lo
protegido, cuando lee una descripción penal con la finalidad de detectar la adecuación típica.
Esta básica importancia de las descripciones penales no es teórica, no es una majadería de
algún profesor que ha leído más de la cuenta, es toda una manera de analizar el tipo penal,
tanto en relación con la Teoría del Delito (los elementos que lo conforman y su valor para
conocer el bien jurídico tutelado), como de cara a la función que el Principio de Legalidad,
que delínea el artículo 39 de la Constitución, le marca al legislador y al juez. Es la función del
tipo penal como garantía ciudadana y como límite a la función del juez, la que, en última
instancia, toca directamente la protección de los derechos individuales más preciados de los
ciudadanos, por eso debe quedar muy claramente explicada en cualquier curso de derecho
penal.
Tomando en cuenta lo dicho, cuando un órgano legislativo conmina penalmente conductas que
se alejan de la realidad del diario quehacer, o cuando soluciona penalmente maneras de ser o
estados de las personas, poco se diferencia de aquel tirano que -en el Otoño del Patriarca, de
García Márquez- declara la catedral del lugar, por decreto, como la más bella del mundo. En
tal caso el derecho penal no cumpliría ninguna función social generada por la necesidad, sino
que se convierte en una fórmula vacía cuya función es la de controlar ciertos grupos, ciertas
29
zonas de la población que por su hacer o por su manera de vida colocan en evidencia una
forma de ser del grupo dominante. Todo comportamiento será conminado con sanción penal,
no importa si es o no importante para la comunidad; sin embargo, por razones de selectividad
del propio sistema penal, no todas las personas que actúen típicamente serán sometidas al
sistema penal. ¿Cuánto de lo anterior se discute con los estudiantes de derecho penal general y
de derecho penal especial?; ¿se analizan en clase, con estos propósitos, leyes como la "Ley
contra la vagancia, la mendicidad y el abandono", la "Ley para garantizar al país mayor orden
y seguridad", la antigua ley de penalización del cambio de moneda, así como muchos tipos
penales y contravencionales? . ¿Se discute la validez del derecho penal en la punición de
hechos de cuello blanco y en delitos ecológicos, en vez de pensar en una sanción
administrativa?
Siempre en relación con la acción voluntaria como base para la construcción del delito, es
necesario recalcar los aspectos atinentes al dolo y a la culpa. Independientemente de la
discusión -que personalmente creemos sí tiene sentido- de en cuál momento de la
averiguación de la responsabilidad debe buscarlos el juzgador, si en la acción típica o en la
culpabilidad, la necesidad del estudio de estas figuras es indispensable. Es posible encontrar
ejemplos en la jurisprudencia, en donde el dolo es el gran ausente. En estos ejemplos basta la
comprobación de la tipicidad objetiva; así, constatada la adecuación de la conducta humana
real a la conducta descrita, habrá condenatoria. Dos grandes ausentes se constatan en estos
ejemplos: el dolo y el reproche.
La existencia de una fundamentación antropológica del castigo y por ello del concepto de
delito, exige que el juzgador -antiguo estudiante- tenga claro el concepto de dolo. Querer la
acción típica es el inicio de un juicio que culmina en el reproche y que puede conducir al error
de tipo, otro ausente en muchas explicaciones pues se confunde -falsamente- con el error de
hecho (así como el error de prohibición se confunde con el de derecho).
El dolo es una de las instituciones guía de la teoría del delito que en momentos de
autoritarismo sufre los mayores embates, debido a que es el ingreso del análisis de la
subjetividad, del querer, dentro de la averiguación de los hechos. Sin dolo lo que existe es una
responsabilidad objetiva: constatado el acto que se adecúa al tipo penal, hay responsabilidad,
sin importar si la persona quería el hecho directa, indirecta o eventualmente o si podía o no
representarse el resultado típico. El estudiante debe tener muy claro qué significa el dolo y qué
es la responsabilidad objetiva y qué clase de derecho penal exige en ese sentido nuestra
Constitución.
30
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
El otro tema fundamental, gran ausente de muchos programas de derecho es el tema del
reproche. A causa de que durante mucho tiempo la doctrina tradicional llenó el contenido de la
culpabilidad sólo con el dolo y la culpa, el profesor de hoy, a pesar de que han transcurrido
muchos años desde que Frank, en 1917, trató el problema, olvida que el reproche es un
elemento importante de la teoría del delito. Es, más, olvida que culpabilidad es sobre todo el
juicio de reproche que se hace al autor por el injusto -conducta típica y antijurídica- que
realizó. Por tanto, no importará si optamos por observar la teoría compleja de la culpabilidad
(es decir llenada con el juicio de dolo y culpa y también del reproche) o si aceptamos que
culpabilidad es sólo reprochabilidad porque el juicio de dolo y culpa se realizó en la acción
típica; lo importante es que no se le impida al estudiante conocer este elemento de la teoría del
delito.
El tema de la sanción y su explicación constituye un problema aún más complejo en la
enseñanza del derecho penal. Primero, por un asunto meramente administrativo: es el último
tema del programa y generalmente no alcanza el tiempo para darle un tratamiento exhaustivo.
Por otra parte, el tema suele ser abordado sólo desde la perspectiva normativa: se explica
artículo por artículo de la ley vigente, qué significa cada pena o cada institución. No se explica
cómo se cumple cada pena ni cómo funciona en la práctica cada institución. Menos aún las
perspectivas de derecho comparado sobre la existencias de formas de sanción distintas,
maneras diferentes de cumplimiento de la pena de prisión, entre otros aspectos.
Y, sin embargo, el tema de la sanción es de fundamento. Es por ello que la experiencia de
enseñar este tema como uno de los introductorios al estudio del derecho penal nos parece muy
sugerente. (2)
BIBLIOGRAFIA
BACIGALUPO, ENRIQUE. La técnica de resolución de casos penales. Colex, Madrid, 1988.
CARRANZA, ELIAS. Criminalidad. ¿Prevención o promoción? UNED, 1994.
FERRAJOLI, LUIGI. Derecho y razón. Editorial Trotta, Madrid, 1995.
FOUCAULT, MICHEL. La verdad y las formas jurídicas. Gedisa, México, 1983.
GUTIERREZ, CARLOS JOSE. "Las funciones del Derecho". Revista de Ciencias Jurídicias,
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ZAFFARONI, EUGENIO RAUL. En busca de las penas perdidas. Ediar, Buenos Aires, 1989.
31
Notas:
1 Véase como ejemplo la exposición de motivos con que se presentó el proyecto de aumento
de las penas (proyecto presentado por el diputado Eliseo Rodríguez) y confróntese con los
estudios que sobre el aumento de la delincuencia existen en Costa Rica: vg. Carranza, Elías.
Criminalidad. ¿prevención o promoción? UNED, 1994.
2 La profesora Olga Marta Mena Pacheco, de la Universidad de Costa Rica, ha ensayado, al
parecer con excelentes resultados, la explicación de la teoría de la sanción, luego de haber
estudiado la parte introductoria: qué es el derecho penal y cómo se lo integra dentro de las
disciplinas del control social”.
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
3.1. Definición: El derecho Penal es aquella parte del Ordenamiento Jurídico, reguladora del
poder punitivo del Estado, que, para proteger valores e intereses con relevancia constitucional,
define como delitos determinadas conductas a cuya verificación asocia como consecuencias
jurídicas penas y o medidas de seguridad (CARBONELLL).
3.2. Relaciones humanas: Las relaciones que se dan entre los hombres en nuestro medio
social exigen una determinada regulación, es decir, todo comportamiento humano requiere de
una regulación y esto no solo es exclusivo del derecho penal, porque en realidad cualquier
materia de derecho regula el comportamiento, como el derecho civil, administrativo,
comercial, etc., sólo que existe una diferencia: el derecho penal regula el comportamiento
humano de una manera coercitiva, coactiva a diferencia del derecho civil que por ejemplo
regula por medio del resarcimiento patrimonial, así, quien incumpla una obligación la manera
más viable para lograr la reparación esa través de la indemnización, un pago por concepto de
incumplimiento. Pero el derecho penal tiene una forma más coactiva de lograr que el ser
humano se acomode a ciertas pautas, ciertos patrones que el Estado vienen a establecer a
través de esta disciplina del derecho.
Por todo lo anterior, es que el derecho penal viene a ser el último reducto, el último recurso,
la última instancia a la que recurre el Estado para imponerle al ciudadano ciertos patrones de
conducta, precisamente por eso se dice que es materia odiosa cuando se determinan ciertas
conductas con reproche de pena, en otras palabras: cuando se le reprocha a un ciudadano no
haberse sujetado, acomodado, ajustado a lo que el derecho penal establece se le impone una
sanción, que se traduce en prisión, multa o inhabilitación.
Así, el derecho penal es la última razón para poder lograr el ajuste que se requiere del
comportamiento. Algunos autores indican que es la última ratio, o sea que es la última razón
a la que se recurre para imponer al ciudadano algunos comportamientos. La última ratio es
una de las características que tiene el derecho penal como más señalada.
Existe la tendencia en el derecho penal moderno de no criminalizar en exceso la conducta
humana cuando se cuente con otras alternativas. Esto significa que precisamente como hemos
señalado que si se cuenta con otros recursos, con otras alternativas para disuadir al ciudadano
a que no realice algunas conductas se recurrirá a esas alternativas, pero sí, se han agotado las
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mismas o no existen no hay otra forma de introducir al ciudadano al patrón establecido por el
Estado, y se tendrá que recurrir al derecho penal y a la sanción por el impuesta.
Existe un interés del Estado a regular estos comportamientos humanos en función de la
armonía social, lo que se quiere es resguardar la armonía social, el bienestar colectivo, la paz
jurídica de los ciudadanos. Si el derecho penal garantiza esos intereses, ese bienestar
colectivo, la armonía, entonces se recurrirá como ultima razón al derecho penal. En tanto que
existan otras ramas del derecho que no puedan garantizar ese resguardo a las garantías
sociales, entonces nos quedamos con ellas, sin necesidad de tener que recurrir a la sanción
penal.
3.3. Derecho Penal como parte del ordenamiento jurídico (Sentido Objetivo):
En sentido objetivo, el Derecho Penal es un conjunto de normas jurídicas,
característica que le da su carácter obligatorio, se imponen coactivamente y dan lugar a
consecuencias jurídicas en caso de incumplimiento.
Por la naturaleza jurídica del Derecho Penal, su función es resolver conflictos y hacer
posible la convivencia social justa, por tanto solo le interesan las acciones humanas en tanto
son relevantes para dicha convivencia social, quedando por fuera de su campo de acción las
ideas, los pensamientos y las actitudes mientras no se exterioricen en agresiones hacia los
demás. Es el carácter jurídico del Derecho Penal, lo que lo diferencia de la ética, la moral y la
religión.
En un estado democrático de derecho, y por consiguiente pluralista, debe admitirse
como lícita toda conducta que no sea lesiva para los intereses ajenos. (Carbonelll) (Artículo
28 de la Constitución Política).
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
Como parte del ordenamiento jurídico el Derecho Penal contiene ante todo normas y la
determinación de las infracciones de estas, que constituyen delitos, también forma parte del
Derecho Penal, las reglas donde se establecen que presupuestos condicionan la
responsabilidad penal por los delitos (responsabilidad de los partícipes), también los
enunciados que describen las consecuencias jurídicas que se prevén para la infracción de las
normas, es decir para los delitos.(Bacigalupo, p. 3 y 4)
3.4. Derecho Penal como regulador del Poder Punitivo del Estado (Sentido Subjetivo):
El Derecho Penal le atribuye al Estado la tarea de ejercer el poder punitivo (Ius
Puniendi) y a la vez le establece los limites de tal poder, derivados básicamente de su origen
normativo (principios de legalidad) y de su función de tutela de la libertad (principio de
prohibición de exceso o Derecho Penal mínimo).
Lo anterior le confiere al Derecho Penal el carácter de Derecho Público, porque regula
un tipo de relación entre el Estado y los ciudadanos: Al Estado corresponde el monopolio de la
pena y la prohibición de las conductas, sea el monopolio de la restricción de la libertad, valor
al que el mismo Estado sirve, por lo cual la restricción de la libertad que puede hacer el Estado
a través del Derecho Penal, que es la rama del ordenamiento que más afecta las libertades,
debe ser mínima, e imprescindible para hacer posible la libertad de los demás ciudadanos, sea
que el derecho penal puede verse también como una garantía para la libertad de los
ciudadanos. (Carbonelll). (El artículo. 39 de la Constitución Política, establece el principio
de legalidad en materia penal y el 28 el principio de prohibición de exceso).
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que merecen ser tutelados, valores especiales de toda la comunidad o colectividad que
merecen una protección especial que sólo el derecho penal puede dar en forma efectiva; estos
son los estos son los bienes jurídicos, como por ejemplo: la vida, integridad corporal, libertad
sexual, propiedad, fe pública, administración de justicia, salud pública, entre otros.
No se podría pedir al derecho civil que ampare o tutele el derecho a la vida; el derecho
civil es totalmente insuficiente para proteger la vida humana, se le protege más
adecuadamente a través de la prohibición de matar a una persona del derecho penal conducta
que de no ser obedecida será sancionada con prisión; por eso existen disposiciones que tutelan
el derecho a la vida, a saber, los delitos de homicidio verificados en los artículos del 111 a
117, las lesiones de los artículo del 123 al 128, el aborto, de los artículo del 118 a 122, todos
del Código Penal, etc.
La forma en que está instrumentalizado el derecho civil, el comercial, no es para
proteger valores tan esenciales. Es una misión del derecho penal la tutela de valores
fundamentales de la colectividad que no puede ser protegido adecuadamente por otras ramas
del derecho, por lo que el derecho penal es el instrumento jurídico más importante con que
cuenta el Estado para tutelar los bienes jurídicos.
Su función es, entonces la protección de bienes jurídicos. Prevención de la lesión de
bienes jurídicos. Proveer seguridad jurídica. La función preventiva del derecho penal es
consustancial con las teorías de la pena que ven en ésta un medio de prevención del delito
(teorías relativas).
La función represiva o la finalidad de ratificación de normas de ética-social está ligada
a las teorías absolutas (fundamentan la pena en la idea de justicia).
Las llamadas teorías de la unión, que hoy predominan, articulan prevención y
represión, determinando que al derecho penal se le reconozcan tanto funciones preventivas
como represivas.
Cabe destacar que la protección de bienes jurídicos se erige en la finalidad por
excelencia, y desde este punto de vista, no puede concebirse la existencia de tipos penales sin
bienes jurídicos claramente definidos, así como tampoco es admisible la condena por un
hecho delictivo que haya sido incapaz de lesionar o poner en peligro algún bien jurídico. Sin
embargo, también el derecho penal cumple con una aspiración ética: que se trata de, evitar la
comisión y repetición de acciones que afecten en forma intolerable los bienes jurídicos
penalmente tutelados. Esta aspiración participa también de la motivación ética de todo el
orden jurídico y nos revela que el derecho penal, a medida que se acerca a su meta
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
aseguradora de bienes jurídicos, cumple también una función formadora del ciudadano (en el
plano teórico al menos).
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3.7. Limite de injerencia del estado o limites del ius puniendi:
No existe en realidad un derecho subjetivo del Estado a incriminar o penar. El
pretendido ius puniendi haría que todos los delitos lesionasen un único bien jurídico que sería
el derecho subjetivo del Estado.
La idea del ius puniendi fue ponerle un límite al Estado en su injerencia, para
responder a la pregunta ¿Hasta dónde se puede institucionalizar la coerción penal?, y esta
pregunta y su respuesta no dependen de ningún derecho subjetivo del Estado. El contrato
social es la fuente legitimadora del ius puniendi (Beccaria).
En nuestro Estado constitucional de derecho, ese limite está dado por la propia Carta
Magna, al señalar en su articulo 28, párrafo segundo que:
“Las acciones privadas que no dañen la moral o el orden
público o que no perjudiquen a tercero, están fuera de la acción
de la ley.”
Interpretando esa disposición, la Sala Constitucional, reiteró la idea de que el derecho
penal debe ser utilizado como ultima ratio, para la tutela de bienes considerados
fundamentales, constituyéndose en un principio de legitimación sustancial de la norma:
“1- El articulo 28 párrafo segundo de la Constitución Política, garantiza la mínima
injerencia del Estado en la esfera de derechos de los particulares, al establecer que quedarán
fuera de la acción de la ley las acciones privadas que no dañen la moral, el orden público o
que no perjudiquen a terceros
Se garantiza con ello, especialmente en lo que a la legislación represiva se refiere, el
principio de intervención mínima o de ultima ratio que caracteriza modernamente al derecho
penal, utilizándosele únicamente como herramienta para tutelar los bienes jurídicos
considerados fundamentales dentro de la sociedad.
Es un principio de legitimación sustancial de la norma penal, en garantía de protección
de los derechos fundamentales de los individuos, que generalmente se ven disminuidos por el
poder represivo estatal. Cumplen estos requisitos sustanciales, además de aquellos referidos a
la claridad del tipo penal y a su estructuración básica, la función de permitir el adecuado
conocimiento de las acciones que se estiman contrarias a esos bienes jurídicos fundamentales,
así como sus consecuencias jurídicas; es decisión del legislador y de la política criminal que
adopte, tipificar y clasificar las acciones que estima delito, cuasi delito o falta en los términos
del artículo 39 de nuestra Constitución.
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
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Conjunto de leyes que traducen normas que pretenden tutelar bienes jurídicos y que
precisan el alcance de su tutela; la violación a esas leyes se llama “delito” y aspira a que
tenga como consecuencia una coerción particularmente grave que procura evitar la
comisión de nuevos delitos, es decir, con una función preventiva de carácter general y
también especial.
b. Como sistema de interpretación de esa legislación:
Es el saber del derecho penal, o sea, el sistema de comprensión (o de interpretación)
de la legislación penal. Lo que diferencia al derecho penal de otras ramas del derecho, es
ante todo, la especie de consecuencias jurídicas que le son propias.
De acuerdo con el profesor Alberto Binder, el derecho se presenta como un orden
coactivo, resguardado por individuos que ejercen el poder en nombre del Estado. Poder
cuya misión es obligar a la observancia de ese orden o castigar su trasgresión.
Dentro de ese orden coactivo, el derecho penal cumple una función especial: mediante
un arsenal de sanciones graves (penas), respalda las políticas sociales que afectan
gravemente la convivencia social, porque desarrollan valores de principal importancia o,
en definitiva, porque solo es posible desarrollarlas con un fuerte respaldo normativo,
debido a que es necesario asegurar su eficiencia de un modo inmediato, o a que no son
susceptibles de generar adhesión o ella no es suficiente.
De este modo, el derecho penal selecciona, define y aísla los conflictos sociales más
graves y propone una vía de respuesta drástica: la pena, generalmente, la pena de prisión.
El derecho penal es de carácter público porque hay un interés público de por medio o
sea hay un interés social. El delito es un problema social, un problema público y por eso
amerita la intervención del Estado; el derecho penal es donde mejor se manifiesta la actuación
del Estado en función del comportamiento humano, es decir, el Estado en relación al individuo
particularmente estimado en la sociedad, dicho en otras palabras, cuando alguien comete un
delito cae sobre él los tribunales de justicia, o sea El Estado, pero cuando alguien incumple
una obligación no vemos en forma tan evidente la actuación del Estado porque si se incumplió
una deuda, al afectado le quedará recurrir a la vía de ejecución o a la vía ordinaria e los
tribunales civiles correspondientes.
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Por eso es que se valoran conductas humanas en función a un contexto social, cultural,
político, etc. Así, que la protección a esos bienes jurídicos importantes es una función a esa
valoración que se hace de la comunidad.
Surge una interrogante en relación a qué es lo que se está valorizado, ¿Qué es lo que se
castiga? Es la acción o el resultado? Tenemos que ver que en un delito hay una acción y un
resultado necesariamente, hay una conducta humana que va a traer consecuencias o sea, que
siempre ante un delito hay por una acción y por otra un resultado. Sobre ese tema
ahondaremos más adelante y responderemos la interrogante.
3.9.4. Finalista:
Otra de las características del derecho penal es ser finalista. La finalidad del derecho
penal es fundamentalmente propiciar, garantizar, asegurar al ciudadano que va a vivir e paz,
en tranquilidad, que va a sentir seguridad social. Esa finalidad puede verse en dos aspectos:
a. Finalidad social: En el sentido de que lo que trata es de buscar la armonía
entre los individuos en sociedad, que se sientan seguros, y;
b. Finalidad política: Hay un fin político en el sentido de que a través del
principio de legalidad, el derecho penal pretende darle seguridad jurídica al
individuo, o sea que el ciudadano sepa con antelación cuál es la ley, y sepa así
cual conducta debe observar.
3.9.5. Sancionatorio:
Para la tutela eficaz de esos bienes jurídicos y de la armonía social, el derecho penal
debe recurrir a medidas represivas, coactivas, coercitivas, y en ese tanto se convierte en un
derecho que impone sanciones que recaen sobre la persona del infractor.
No se trata de una sanción a ultranza, no es castigar por castigar, se trata de que el
Estado a través de la sanción o la pena logre que el ciudadano se apegue al esquema
establecido, en otras palabras que la persona que delinquió no lo vuelva a hacer, esto se
conoce dentro de la teoría de la finalidad de la pena como prevención especial, lograr
congeniar los aspectos sancionatorios con los aspectos preventivos que es lo que básicamente
busca el derecho penal, en relación a la generalidad de los ciudadanos el derecho penal con la
pena busca enviar un mensaje a todos para que no vayan a delinquir.
3.10.2. Derecho Penal sustantivo, derecho penal adjetivo, y derecho penal de ejecución
Derecho Penal sustantivo: Se refiere a las leyes penales de fondo, o sea todas las
disposiciones penales que se refieren al derecho penal general y al derecho penal especial,
aquí tenemos las teorías de la ley penal, del delito y de la pena.
Derecho penal adjetivo: Se trata del grupo u orden de normas jurídicas que indican la
forma en que debe ser aplicado el derecho penal sustantivo, en otras palabras determina el
procedimiento penal a aplicar al derecho penal sustantivo. A este derecho penal adjetivo se le
denomina Derecho Procesal Penal, y contamos con un Código que recopila todas las reglas a
seguir, en este caso la ley 7594 de 1996, que entró a regir el 01 de enero de 1998.
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Derecho Penal de ejecución: Es la parte del derecho que se encarga de establecer la
forma en que debe ser ejecutada la pena que se aplica en función de esos delitos, es decir, la
parte del derecho penal que nos dice cómo debe ejecutarse la sanción, a este derecho de
ejecución se le denomina Derecho Penitenciario.
4.1.1. La criminología
Esta ciencia auxiliar del derecho penal, estudia el delito como un fenómeno biológico-
social; ve el delito como algo viviente, algo que es palpable, y que surge en nuestra
convivencia social.
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
Dentro de la criminología a su vez vamos a encontrar otras ciencias que forman parte
de ella como son:
b. Sociología criminal: Esta ciencia estudia el problema de delito y del delincuente, pero
desde un enfoque puramente social. Como sabemos el individuo nace dentro de un
medio social, se desarrolla e interactúa dentro de ese medio que es la sociedad, va
adquiriendo hábitos, costumbres y llega el momento, que por diferentes causas, entre
ellas, razones de orden social, político, económico, etc., puede llegar a adquirir la
tendencia a delinquir.
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Existen teorías que dicen que el hombre delinque e su medio porque las
condiciones sociales lo obliga a delinquir, o sea que según estas teorías el delincuente
se hace en la sociedad, porque ésta le proporciona los medios para delinquir.
Enrique Ferri, italiano, es considerado como el padre del sociologismo criminal.
Según Ferri, una persona puede nacer no siendo delincuente, pero al cabo del tiempo
puede cambiar sus hábitos y terminar siendo delincuente, esta es la tesis contraria a la
de Lombroso.
c. Endocrinología Criminal: Esta ciencia auxiliar del derecho penal lo que trata es de
descubrir e origen del delito desde el punto de vista del funcionamiento de las
glándulas endocrinas del ser humano, en las que de alguna manera, según esta ciencia,
hay una irregularidad. Esto se asocia a ciertos problemas de tipo hormonal, de tipo
endocrino que hacen que una persona en determinado momento, en forma súbita o
repentina actúe de cierta manera y llegue a cometer algún delito.
Esta segunda ciencia auxiliar del derecho penal estudia en forma sistemática la
naturaleza médica del delito y del delincuente. Dentro de la medicina legal y las ciencias
forenses encontramos a su vez también otras ciencias, que igualmente auxilian al derecho
penal, como son:
a.- Psiquiatría forense: Esta ciencia es parte de la especialización de la
medicina legal y es la que viene a estudiar al delincuente o a la víctima en algunos
casos, y dan un criterio sobre las condiciones de tipo psicosomático, o psicosocial, de
la persona que ha cometido un delito, para saber precisamente cuál es la personalidad,
si existen enfermedades de orden mental que pudieran influir en la comisión del hecho
delictivo, como esquizofrenia, paranoia, psicosis, etc., Esto tiene importancia, porque a
una persona que se le determine una enfermedad mental no podría estar sujeta a pena
sino a una medida de seguridad curativa, es una especie de medida terapéutica.
La importancia del médico forense psiquiátrico es que va a dictaminar al Juez
si una persona tenía la capacidad de conocimiento, de entender sus actos, a la hora de
cometer delito.
b.- Toxicología Forense: La toxicología estudia los problemas de sustancias,
tóxicos, venenos o drogas que pueden encontrarse incorporados al delito, ya sea en el
organismo del delincuente o como medio u objeto del delito. En lo primero es
importante para descartar que el sujeto estuviera bajo los efectos de la droga o
enervante al momento de la comisión del delito; igualmente sucede con la víctima, y
por supuesto para determinar el tipo de sustancia que se haya podido utilizar o estar
relacionada con el delito.
c.- Dactiloscopía: Se refiere principalmente al asunto de las huellas dactilares,
que son dejadas por el ser humano y que eventualmente permiten el descubrimiento de
ciertos delitos. Es muy común en casos de robos, homicidios, etc., Lo primero que
hacen los investigadores es proceder al levantamiento de evidencias en el lugar de los
hechos; en Costa Rica lo practica un grupo especializados de oficiales de investigación
en la Sección del Organismo de Investigación Judicial denominada Inspecciones
Oculares y Recolección de Indicios. El segundo paso es un estudio comparativo de las
huellas latentes encontradas en el lugar con los registros de huellas dactilares que se
poseen en los registros policiales.
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d.- Planimetría: Pareciera poco trascendental o sencilla, pero la verdad es que
resulta de suma importancia en el derecho penal y para la averiguación de la verdad
real en muchos casos. No sólo se dedica al levantamiento de planos en el lugar del
hecho delictivo, sino que también ilustra significativamente al Juez sobre las
condiciones en que se pudo haber dado el hecho delictivo, por ejemplo: posición de
cuerpos, huellas, rastros, etc., contemporáneamente, la Sección de tránsito y
Planimetría del Organismo de Investigación Judicial ha demostrado su efectividad en
peritajes relacionados con estafas con terrenos, los llamados bonos de vivienda, y las
irregularidades cometidas con los fraccionamientos de tierras para urbanización, etc.
e.- Fotografía: Es una técnica de la medicina legal, de gran importancia ya que
ayuda, al igual que la planimetría, a la ilustración de todas las características del hecho
delictivo. Por supuesto que en la actualidad no sólo se utiliza la fotografía sino
instrumentos tecnológicos más avanzados como el video, etc.
f.- Criminalística: Es más bien una disciplina que comprende una serie de
técnicas, que de una manera científica permite el descubrimiento de un hecho
delictuoso, es decir, a través de una técnica específicamente encausada se logra
establecer el origen de un hecho delictivo y sobre todo para poder determinar quién o
quiénes son los autores. Es un complejo disciplinario, técnico científico que permite
descubrir los hechos e individualizar a sus autores.
g.- Grafoscopía: Esta ciencia permite establecer a quién pertenece la escritura
en un documento u otros objetos que aparezcan en un hecho delictivo, es decir, se
encarga de determinar a la persona que realizó los grafos en determinado documento.
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
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9.- SECCIÓN DE TRANSITO Y PLANIMETRIA; Peritajes topográficos.
Levantamiento y confección de planos del sitio del suceso, reconstrucción de hechos,
inspecciones y peritaje de vehículos (hundimientos, corrimientos, partes dañadas,
naturaleza de las abolladuras)
10.- PERITAJES MECÁNICOS: Sistemas de frenos, luces, condiciones mecánicas,
determinación de velocidad, dinámica del accidente.
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
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Contra toda esta barbarie se levantó Beccaria, afirmando, en esencia, los siguientes
principios:
a. La racionalidad: Derivar la norma legal de supuestos tangibles,
propiciando así una actitud filosófica racionalista, para la cual se debe partir
de lo que dicta la razón, prescindiendo de argumentos de autoridad.
b. El principio de legalidad de los delitos y de las penas: La ley penal debe
definir, sin margen de incertidumbre, tanto los delitos como las penas.
c. Prohibición de la interpretación judicial: Al juez le está prohibido
interpretar la ley que suponía clara, sencilla, y fácilmente comprensible, con
el propósito de evitar la arbitrariedad propia del régimen absolutista y
garantizar la seguridad jurídica.
d. Publicidad de la justicia penal: Para impedir la tortura y los procesos
secretos.
e. Igualdad de todos los ciudadanos ante la ley penal.
f. La dañosidad social como criterio para medir la gravedad del delito:
Solo el daño social producido por la infracción debe servir como criterio
para medir su entidad, por lo que deben descartarse el carácter pecaminoso
del acto y el rango o calidad del ofendido como criterios mensuradores.
g. Proporcionalidad entre el delito y la pena.
h. Rechazo a la pena de muerte: Beccaria luchó muchísimo por este punto,
pues consideraba a la pena capital como injusta, innecesaria e ineficaz,
legitimándola solo en situaciones muy extremas.
i. Separación de poderes: Las funciones de legislar, administrar y aplicar
justicia, deben estar separadas claramente y el ciudadano, en virtud del
contrato social, no puede ser juzgado más que por sus pares.
un hombre tan genial que sus mismos opositores aceptaron la calificación de “clásicos”.
Quizá lo que hubo más bien fue un enfrentamiento entre la concepción biológica del
hombre, sostenida por el Positivismo y las distintas concepciones filosóficas sostenidas por
sus Opositores, Sin embargo, es común hablar de la escuela clásica en el desarrollo de la
ciencia jurídica y por ello trataremos de precisar algunos rasgos característicos y comunes a
diversos autores que se agrupan bajo tal denominación.
Como señalamos, esta corriente de pensamiento tiene un contenido muy heterogéneo
que incluye una serie de posturas diferentes; sin embargo, hay diversos puntos de contacto en
torno al método, al objeto del derecho penal, el punto de partida filosófico y político, que nos
permiten reunir estas vertientes bajo un nombre unitario. Sus principales representantes fueron
Beccaria, Romagnosi y Carrara entre otros. Se trata de un pensamiento vinculado con los
postulados de la Revolución Francesa y tiene como cometido fundamental la reivindicación
de los derechos del hombre, bajo la tutela de un estado liberal, no intervencionista, que
repudia los excesos de la época del absolutismo.
Se inspira en una concepción iusnaturalista, es decir, se vale del derecho natural y el
método deductivo es el imperante. Este consiste en afirmar leyes abstractas de carácter
general, descendiendo luego a casos particulares.
El derecho no es concebido como un producto histórico, sino que es congénito al
hombre, dado por Dios a la humanidad, de donde se desprende un dualismo normativo: un
derecho natural y un derecho positivo.
El delito es concebido como un ente jurídico abstracto que supone una relación de
contradicción entre el hecho del hombre y el derecho positivo. La pena es entendida como una
medida de reparación o compensación del daño ocasionado con el delito y la ofensa al orden
jurídico, se le asigna una finalidad retributiva, mientras que las medidas de seguridad y de
prevención, aplicables a los inimputables, son consideradas medidas policiales que están fuera
del derecho penal.
En cuanto a la responsabilidad penal, se basa en el libre albedrío o facultad de
autodeterminación del hombre frente al bien y el mal, lo que conduce a una responsabilidad
moral, dado que sin libre albedrío no es posible una incriminación moral o jurídica. Para
poder imputarle a un individuo una determinada acción, es imprescindible la formulación de
tres juicios diversos que debe hacer el juez:
1. La causa material del hecho punible (imputación física);
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2. Que el hombre lo haya hecho con voluntad inteligente y libre (imputación moral); y
3. Que el hecho esté prohibido por la ley del Estado.
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Se formula como doctrina por la Unión Internacional de Derecho Penal, siendo uno de
los fundadores de esta asociación, Adolfo Prins, quien presenta la primera síntesis doctrinal
que la configuraría como teoría autónoma. En su libro “La defensa social y las
transformaciones del derecho penal” se halla la formulación programática de lo que Marc
Ancel llama primera etapa de la defensa social, la cual se extiende hasta la primera guerra
mundial.
La segunda etapa se desarrolla entre las dos guerras; en el plano doctrinal, el
pensamiento defensista decae, aunque las legislaciones recogen las ideas expuestas en la etapa
anterior, A la terminación de la segunda guerra la defensa social toma nuevo auge favorecida
por las excepcionales circunstancias de la postguerra, produciéndose un nuevo movimiento
defensista con evidente entronque en el antiguo, aunque sean también muy marcadas sus
diferencias.
El primer paso para su creación lo da Felipe Gramática, en el año 1945, al fundar el
Centro Internazionale di Studi di Difensa Sociale, que se propone la renovación de los medios
de lucha contra la criminalidad. Esta asociación organiza el Primer Congreso de Defensa
Social que se reúne en San Remo en el año 1947, afirmándose la necesidad de transformar los
sistemas penales y penitenciarios, en el sentido de tomar en consideración las condiciones
subjetivas del delincuente, recomendándose el estudio metódico de la realidad criminal y
discutiéndose el Programa Mínimo del Movimiento de Defensa Social.
En ulteriores congresos, se van fijando las bases fundamentales de la nueva dirección
defensista, al tiempo que se perfilan dos tendencias: la de Felipe Gramática y la de Marc
Ancel. Ambas orientaciones tienen una comunidad de doctrina y presentan también
diferencias ideológicas muy notables, sin que sea exacto calificar como se ha hecho por
algunos autores de extremista a la primera y de moderada a la segunda. Es esta última la que
ha adquirido extensión y la que, a nuestro juicio merece un lugar destacado en la evolución de
las ideas penales. Seguida por muy prestigiosas figuras de la ciencia penal actual, su
formulador y máximo representante es Marc Ancel.
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Esta contemplación entraña necesariamente el atento estudio de la personalidad del
delincuente, un nuevo planteamiento del sistema de sanciones penales y una acción social en
esencia realista, El estudio de la personalidad del reo presupone naturalmente la integración
del examen del mismo en el proceso penal, de modo que el juez, además de las circunstancias
del acto y de los antecedentes de su autor, obtenga un completo conocimiento del encausado
(constitución biológica, reacciones psicológicas, situación social, etc.). Esa integración,
señala Marc Ancel, no podrá realizarse sin llevar a cabo antes una reestructuración del
procedimiento penal vigente en la mayoría de los países.
El conocimiento de la personalidad del delincuente constituye dato imprescindible
para el “tratamiento” que ha de aplicársele con miras a su racionalización. La exacta
determinación de este tratamiento es cuestión fundamental para la nueva tendencia, hasta el
punto que, escribe Marc Ancel: “el problema ya no es, en la fase de sentencia por lo menos,
garantizar a un posible inocente contra una persecución injustificada; el problema está en
determinar, por los medios más científicos, el mejor método de tratamiento para quien ha
cometido un acto delictuoso, a fin de aplicarle un procedimiento real y eficaz de
resocialización.”
La reorganización del sistema actual de sanciones penales, por una integración de pena
y medida de seguridad, conduce a un sistema unitario de defensa social, por el que se intenta
resolver el problema de las diferencias entre una y otra Así entendido, el juez podrá aplicar
indistintamente una sanción represiva o una educativa, según lo aconseje el estudio científico
realizado sobre la personalidad del delincuente, para dar a éste el adecuado tratamiento
resocializador.
La “acción esencialmente realista” que propugna la Nueva Defensa Social, tiende
ante todo a instaurar una labor eficaz de resocialización del delincuente, Su fin primordial es
reintegrar al autor del delito a “una vida social libre y consciente”, En torno a este objetivo
gira la política criminal del nuevo defensismo. Para que sea efectivamente realista, Marc
Ancel llama la atención sobre la importancia del estudio de la historia de las instituciones
penales y del derecho penal comparado, considerando a este ultimo como ciencia del hombre
en cuanto “permite comprender y media la reacción de los diversos sistemas legislativos ante
el fenómeno criminal y constituye, por eso mismo, una sociología jurídica cuyas enseñanzas
pueden ser extremadamente fecundas”.
3. La orientación humanista de la política criminal se pone de manifiesto en la
contemplación que se hace del delincuente, el cual no es considerado un pecador llamado a
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
expiar su falta, según entendieron los clásicos, ni un irresponsable condenado al crimen por su
naturaleza, como creían lo positivistas más radicales, sino como un miembro de la sociedad al
que ésta debe de comprender, investigando los motivos de su crimen y el por qué de su actitud
antisocial.
La Defensa Social nueva, en los últimos años ha sido objeto de agudas objeciones y
duras críticas y ha conseguido también seguidores de prestigio. Pese a la polémica levantada
en torno a ella, ha influido ya en muchas legislaciones y está inspirando el movimiento
científico penal de la mayoría de los países. Sin duda, su mayor exceso es la confusión de
límites que opera entre Derecho Penal, Criminología y Ciencia Penitenciaria. Sus mejores
logros se están produciendo en el área de esta última ciencia, habiendo conseguido plasmar en
formulas legislativas lo más maduro de su pensamiento.
59
En el caso concreto de Costa Rica, la mayoría de la exposiciones giran en torno a temas
concretos y reproducen, generalmente, la doctrina sentada por Sebastián Soler, Carlos Fontán
Balestra y Jiménez de Asúa, faltan, en todo caso, obras donde se dé una visión de conjunto de
la dogmática penal y de la teoría del delito.
De destacar es, también, que la gran mayoría de las discusiones que han tenido lugar
en el seno de la dogmática penal costarricense evidencian un atraso de por lo menos 30 años
de desfase, como lo demuestra la circunstancia de que todavía el tema del Causalismo y
finalismo sigue siendo motivo de desvelo de muchos profesores costarricenses (en sus
polémicas verbales, pues tampoco se ha reflejado el debate a nivel de artículos o
monografías), cuando, como se sabe, la cuestión está resuelta en Alemania desde hace varias
décadas.
El desconocimiento de los actuales temas de la dogmática penal se, evidencia también
en la satanización que se ha hecho de muchas teorías novedosas y cuyo adecuado
entendimiento y manejo escapa a las posibilidades de muchos de los académicos
costarricenses. Tal sucede, por ejemplo, con el problema de la imputación objetiva, cuya sola
mención produce todavía escalofríos en la mayoría de los Tribunales y Facultades de Derecho
costarricenses.
Un último ejemplo del retraso que se viene comentando, puede evidenciarse en el
hecho de que asuntos que deberían solucionarse de conformidad con el derecho penal de
fondo y en estricta conformidad con la teoría general del delito, se resuelven, en la práctica,
con ayuda del principio ín dubio pro reo o mediante la aplicación de un criterio de
oportunidad, aún cuando un análisis detenido del caso demostraría que el recurso a esos
institutos no respondía a criterios estrictamente procesales sino, en definitiva, al deseo de
rehuir la discusión del problema desde la perspectiva del derecho penal sustancial.
En el fondo, estas actitudes tan sólo evidencian el temor por lo desconocido y por una
apertura a los nuevos panoramas del pensamiento jurídico penal moderno.
Tampoco ha sido muy vistosa la jurisprudencia de los tribunales penales ordinarios en
cuanto a originalidad y profundidad dogmática se refiere. En su papel de operadores de la
dogmática jurídica deben destacarse, con todo, algunas importantes sentencias de la Sala
Tercera de la Corte Suprema de Justicia, como aquellas que marcaron el paso decisivo para
adoptar la teoría del dominio del hecho (Voto 473-F-93) y ubicar el dolo como parte del tipo
subjetivo (446-F-92), Cabe resaltar la adopción de la teoría de la imputación objetiva (Voto
273-F-98).
60
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
61
iguales. Esta función es normalmente resaltada en la mayoría de los estudios sobre el papel de
la dogmática jurídica.
El segundo plano de proyección de la dogmática, si bien menos comentado, no es
menos importante. Se trata de la proyección a nivel de la política criminal y legislativa. En
efecto, la labor legislativa debe prestar también atención a esa contribución a un mayor grado
de Justicia del que hablaba Jescheck y que llega a cabo la dogmática.
Pues observando la continua labor de depuración a que la dogmática somete las
instituciones jurídicas penales puede evitarse el caer en viejos errores ya superados, en
trampas ya descubiertas o perderse en laberintos cuidadosamente evitados por el pensar
jurídico dogmático.
Gracias a esa labor de depuración, se crea un arsenal de conceptos e instituciones
claros y distintos, que permite que la labor legislativa gane en precisión, calculabilidad y
tecnicismo. De esta forma la dogmática contribuye a evitar uno de los mayores peligros que
asalta en la actualidad al sistema jurídico penal, a saber:
1. El del carácter contradictorio, reiterativo y atomizado de las normas legales de
que se compone el Derecho Penal.
2. El riesgo, a su vez, de esas reiteraciones, contradicciones y atomizaciones, es
que situaciones que deberían tener el mismo trato, el la práctica sean resueltas
de diversa manera, con clara violación del principio constitucional del la
igualdad jurídica.
Si la dogmática contribuye a reducir ese riesgo, en esa misma medida contribuye a la
creación de un sistema jurídico más justo.
En palabras de Gimbernat Ordeig: “ La dogmática nos debe enseñar lo que es debido
en base al Derecho”, debe averiguar qué es lo que dice el Derecho. La dogmática jurídico
penal, pues, averigua el contenido del Derecho penal, cuáles son los presupuestos que han de
darse para que entre en juego un tipo penal, qué es lo que distingue un tipo de otro, dónde
acaba el comportamiento impune y dónde empieza el punible.
Hace posible, por consiguiente, al señalar límites y definir conceptos, una aplicación
segura y confiable del Derecho penal, hace posible sustraerle a la irracionalidad, a la
arbitrariedad y a la improvisación. Cuanto menos desarrollada esté una dogmática, más
imprevisible será la decisión de los tribunales. Más dependerá del azar y de factores
incontrolables la condena o la absolución. Si no se conocen los límites de un tipo penal, sino
se ha establecido dogmáticamente su alcance, la punición o la impunidad de una conducta no
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
será la actividad ordenada y meticulosa que debería ser, sino una cuestión de lotería. Y cuanto
menor sea el desarrollo dogmático, más lotería, hasta llegar a la más caótica y anárquica
aplicación de un Derecho penal del que se desconoce su alcance y su límite, y más adelante
agrega: “En un auténtico Estado social y de Derecho la dogmática es, como hemos visto, un
instrumento imprescindible para mantener el Derecho penal bajo control, para que la pena
no llegue más lejos de donde el legislador se ha propuesto que llegue para crear leyes
penales presididas por la calculabilidad y la seguridad jurídica. La idea penal más
progresista y avanzada es, primero, sólo eso: una idea. Para realizarla es necesario
formularla legalmente; esta formulación — y su interpretación- será tanto más perfecta
cuanto más desarrollado y seguro sea el aparato dogmático de que se dispone”, Y si la
dogmática es el “núcleo de la Ciencia Penal”, estoy convencido que el corazón de la
dogmática jurídico penal es la teoría del delito.
En efecto, la Teoría del Delito representa una elaborada propuesta de cómo
fundamentar las resoluciones de los tribunales en materia de aplicación de la ley penal y, a la
vez, sienta las pautas generales que debe observar el legislador a la hora de redactar las
normas que prevén delitos y sus respectivas sanciones, si desea que la ley penal tenga
coherencia y sistematicidad. En este sentido puede afirmarse que el sistema de la Teoría del
Delito no recibe legitimidad porque se lo deduce de la ley, sino del hecho de que permite una
creación y una aplicación racional de la ley penal. (Emiliano Borja Jiménez, Tendencias
Contemporáneas en a teoría jurídica del delito. Ediciones jurídicas, Pág. 20 a 34).
63
III. TEORIA NORMATIVA
1. Fuentes del Derecho Penal e interpretación de la ley Penal
1.1. Fuentes directas
Al hablar de fuentes del derecho penal nos encontramos con dos tipos de fuentes: las
de producción y de conocimiento.
a. Fuente de producción: Esta fuente por excelencia es el Estado, a través del órgano
legislativo correspondiente, es decir, el único que puede ser fuente creadora de derecho
penal es el Estado.
b. Fuente de conocimiento: La fuente de conocimiento, es la ley misma, por eso el
derecho penal sólo puede sentar sus principios en base a la misma ley. No puede
aplicarse el derecho penal si no es con fundamento en la ley creada legalmente por el
Estado. Por ello es que se dice que la ley es la única fuente directa del derecho penal.
65
Como otro problema que se nos presenta en la interpretación, al legislador penal se le
exige una definición clara y precisa, muy bien delineada, porque sino caemos en el problema
de la analogía y con ello en la violación al principio de legalidad.
Formas de Interpretación de la Ley.
Para tratar de solventar estos problemas, existen diversas formas de interpretar la ley
penal:
2.1. Interpretación Gramatical:
Cuando hablamos de interpretación gramatical, es cuando se ve la norma literalmente,
o sea nos apegamos únicamente a la semántica, a la redacción, a la gramática de la norma para
establecer su verdadero sentido, es una interpretación para decirlo de alguna manera al pie de
la letra.
2.2. Interpretación doctrinaria:
Es una interpretación que se realiza por los teóricos, por los estudiosos del derecho, y
se realiza desde la perspectiva de éstos quienes nos dicen cuál es el sentido de la norma.
2.3. Interpretación judicial:
Esta a cargo de los órganos jurisdiccionales del Estado, de los entes que se dedican a
la administración de justicia, en otras palabras: los jueces.
2.4. Interpretación auténtica o legislativa:
Es la que nos dice que quien crea la norma es el único que la puede interpretar
auténticamente. Es el propio que crea la norma quien nos dice su sentido.
2.5. Interpretación teleológica:
El legislador penal, a la hora de concebir una norma tiene en mira un interés, la
interpretación teleológica consiste en tratar de saber que fue lo que inspiró al legislador a la
hora de crear esa norma, saber cuál es el fundamento de la norma. A veces ocurre que una
interpretación teleologica no corresponde con la interpretación gramatical de la norma.
2.6. Interpretación histórica:
No deja de ser importante, porque significa remontarse al momento de la creación de
la norma; esto implica conocer todo el contexto socio-político y cultural del momento en que
la norma se creó.
3. Medios de Interpretación
Debemos considerar la interpretación de la norma al momento en que ésta se va a
aplicar, sobre todo en derecho penal, donde la interpretación de la norma que vale, es la que
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
rige al momento de la aplicación de la misma. Esto por cuanto no podemos perjudicar los
intereses del imputado al hacer interpretaciones retroactivas, por principio general, aunque
admiten excepciones, como veremos más adelante. Existen varios medios de interpretación:
Medios de Interpretación:
3.1. Interpretación declarativa:
La interpretación declarativa de la norma se da cuando podemos poner en
consonancia, cuando podemos hacer corresponder la voluntad del legislador con lo que la letra
de la norma dice, eso sería lo ideal. Sin embargo, esa interpretación declarativa no se logra
conseguir, y es cuando podemos salirnos de ella y caer en excesos o en defectos.
3.2. Interpretación extensiva:
Cuando caemos en exceso, es cuando le estamos dando un alcance mayor a la
literalidad de la norma según el espíritu del legislador, es decir, que estamos ampliando el
radio de aplicación de la norma, cuando en realidad el interés del legislador pudo haber sido
menor.
3.3. Interpretación restrictiva:
Es lo contrario a lo anterior, es decir que en ese afán de hacer coincidir la voluntad del
legislador con lo que la norma dice, podemos caer en el defecto de darle un alcance mucho
más reducido que lo que el legislador quiso decir en la norma. Sin embargo, este medio de
interpretación es el que encontramos, por ejemplo, exigido en el Código Procesal Penal.
3.4. Interpretación progresiva:
Esto significa que el derecho y sobre todo el penal, tiene que irse amoldando a las
necesidades que la va estableciendo la sociedad. El derecho no puede quedarse a la zaga,
estático, tiene que ir marcándole la pauta a los intereses sociales, a los intereses públicos,
porque sino se convertiría en un derecho en desuso, inoperante, de tal manera que la ley debe
irse adaptando a la voluntad objetiva de la norma, lo que se persigue es se aplique
objetivamente, tal y como está concebida, pero de acuerdo a las necesidades imperantes al
momento en que la norma va a aplicarse.
4.1. Principio de legalidad y sus derivados (art. 39 de la Constitución Política y art. 1 del
67
Código Penal)
Es un principio que controla el poder punitivo estatal y define su aplicación dentro de
límites que excluyen toda arbitrariedad y exceso por parte de quienes ostentan o ejercen ese
poder punitivo. La intervención estatal debe estar regida por el imperio de la ley. Es también
un freno para la política penal demasiado pragmática que, por acabar a toda costa con la
criminalidad, sacrifique las garantías mínimas de los ciudadanos, imponiéndoles sanciones no
previstas ni reguladas en ley alguna.
Este principio nace con el Estado de Derecho (precedentes lejanos: art. 39 de la Carta
Magna dada por el rey Juan II de Inglaterra en 1215 y en España en el Decreto de Alfonso IX
en la Corte de León de 1188). Su origen debe buscarse en el momento histórico en que el
pueblo pasa de ser instrumento y sujeto pasivo del poder absoluto del Estado o del monarca
que lo encarna, a controlar y participar en ese poder exigiendo garantías para su ejercicio.
A esta situación se llega con la Revolución Francesa que corona el pensamiento
político y filosófico del siglo XVIII, la época del Iluminismo y de la Ilustración. (Declaración
francesa de los derechos del hombre y del ciudadano de 26 de agosto de 1789).
El principio de legalidad es el resultado del paso de una concepción absolutista del
Estado a una liberal: el estado liberal de derecho que tiene entre sus principios:
a-Imperio de la ley.
b-División de poderes
c- Legalidad en la actuación administrativa.
d-Garantía de derechos y libertades fundamentales.
Es decir, el principio legalidad continúa ejerciendo una doble función: la política, que
expresa predominio del poder legislativo sobre los otros poderes del Estado y que la convierte
en garantía de seguridad jurídica del ciudadano y la técnica, que exige que el legislador
utilice, a la hora de formular los tipos penales, cláusulas seguras y taxativas.
Las expresiones más importantes del principio de legalidad, son:
69
aplicación o cuasi creativa de la norma.
1. Analogía in malan parten (aplicación de supuestos desfavorables para la
persona sometida a proceso).
2. Analogía in bonan parten (aplicación de la ley a supuestos no contemplados,
cuando ello beneficia). En este sentido debemos señalar que también debiera
ser admitida cuando se refiere a la aplicación de principios constitucionales y
procesales, como el pro-homine que así lo exigen.
4.3.5. Principio de culpabilidad (Nulla pena sine culpa) (Art. 39 Constitución Política)
Culpabilidad como fundamento de la pena, para lo que se exige la presencia de varios
elementos:
1. Capacidad de culpabilidad,
2. Conocimiento de la antijuridicidad,
3. Exigibilidad de la conducta.
La ley debe ser previa a los hechos que pretende sancionar, nunca podrá ser aplicada a
sucesos anteriores a su promulgación. La exigencia de que el derecho penal exprese en cada
momento histórico el orden de valores existentes en una sociedad determina que las normas
evolucionen y sean sustituidas al compás de los cambios valorativos operados en el seno
social (sucesión de leyes penales) y esto es lo que explica la retroactividad de la ley más
favorable (si los hechos han dejado de ser desvalorados por el legislador o se les desvalora
en menor medida, no tiene sentido que los ciudadanos sigan padeciendo las consecuencias de
leyes que han dejado de considerarse adecuadas).
4.3.7.1 La reserva de ley, los tipos abiertos y las leyes penales en blanco:
El principio de legalidad impone al legislador la prohibición de dictar leyes penales de
contenido indeterminado. Para comprobar la vigencia del principio de legalidad, no basta con
su reconocimiento formal, sino hay que ver como aparecen configurados los distintos tipos de
delito particular. Si en estos se introducen cláusulas vagas y omnicomprensivas, el principio
de legalidad se proclama de palabra pero de hecho se conculca (RODRÍGUEZ MOURULLO,
p. 61).
En Sentencia 1876-90 de las 16 horas del 19 de diciembre de 1990, la Sala
Constitucional indicó que la reserva de ley "resulta incompleta sino se la relaciona con la
tipicidad, que exige a su vez que las conductas delictivas se encuentren acuñadas en tipos, en
normas en las que se especifique con detalle en qué consiste la conducta delictiva. Dicha ley,
para que efectivamente sea una garantía ciudadana, requiere además que sea previa, "nullum
crimen, nulla poena, sine previa lege" nos señala el adagio latino."
71
De las exigencias de orden técnico legislativo que derivan del principio de legalidad, el
legislador penal no deberá hacer uso de la técnica de reenvío, remitiendo en definitiva a la
decisión del Poder Judicial o del Poder Ejecutivo los límites de lo punible, pues en caso
contrario se vulnera la reserva de ley que el principio nullum crimen nulla poena entraña, y se
quebranta el principio de división de poderes, clave del Estado de Derecho.
En este aspecto hay que advertir que en ocasiones la propia naturaleza de la materia
objeto de la regulación, los tipos de delito solo pueden ser legalmente determinados en parte,
debiendo ser complementados por una valoración del Juez (TIPOS ABIERTOS EJ. ART. 392
C. PENAL), o integrados por una disposición administrativa (NORMAS PENALES EN
BLANCO) (RODRÍGUEZ MOURULLO, PP. 61 Y 62).
Las leyes penales en blanco son el resultado de la aplicación de una técnica legislativa
consistente en remitir a normas de rango inferior a la ley para la determinación concreta de la
conducta delictiva, ello por la imposibilidad práctica de que la ley agote la definición que va a
ser delictiva, lo cual constituye un auténtico problema de legalidad, y que aunque indeseables
no puede ignorarse que son necesarias en nuestros días, por la amplitud de la regulación
jurídica sobre las más diversas materias, sobre las que puede y debe pronunciarse el derecho
penal, lo que imposibilita mantener el grado de exigencia de legalidad que se podía
contemplar en el siglo pasado o a principios del presente, por lo que debemos conformarnos
con que la ley contemple el núcleo esencial de la conducta, las cuestiones de detalle han de
quedar para legislación de rango inferior.
La reserva de ley no impide en criterio de la Sala Constitucional, que como técnica
legislativa se utilicen normas penales no completas, para fijar los tipos penales, las que logran
su plena integración al relacionárselas con otras, aun de menor rango, dentro de estas los
reglamentos, siempre que el ejecutivo se mantenga dentro del marco apropiado de sus
atribuciones constitucionales y que la ley que remite establezca con suficiente claridad los
presupuestos de la punibilidad, así como la clase y extensión de la pena (Sentencia 1876-90 de
las 16 horas del 19 de diciembre de 1990). De acuerdo con la doctrina, es la indeterminación,
la imprecisión e incluso la vaguedad en la descripción de los delitos, es lo que hoy día
amenaza el principio de legalidad, más que la analogía.
73
5. Ambitos de aplicación de la Ley Penal
La ley penal encuentra limitaciones para su aplicación en relación con territorio donde se las
puede hacer valer, de acuerdo con su vigencia y en relación a las personas que se les aplica. Se
habla así de validez en el espacio y validez temporal de la ley penal.
El art. 4 del Código Penal establece: "La ley penal costarricense se aplicará a quien cometa un
hecho punible en el territorio de la República, salvo las excepciones establecidas en los
tratados, convenios y reglas internacionales aceptados por Costa Rica. Para los efectos de esta
74
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
75
5.2.3. Principio de personalidad pasiva:
Principio que justifica la aplicación de la ley penal a hechos cometidos fuera del territorio
nacional, en función de la nacionalidad del sujeto pasivo del delito. Su fundamento es el
mismo que el de la personalidad activa. El art. 6 del Código Penal establece: "Podrá incoarse
proceso por hechos punibles cometidos en el extranjero, y en ese caso aplicarse la ley
costarricense, cuando: ....3) Se perpetraren contra algún costarricense o sus derechos.”
En este caso, para perseguir el delito se requiere además que el delincuente se encuentre en el
territorio nacional y podrá procederse con la simple querella del ofendido. La sentencia
extranjera absolutoria tendrá valor de cosa juzgada para todos los efectos legales (Art. 8 y 10
del Código Penal).
cometen determinadas figuras delictivas que, y esta es la diferencia, todos los Estados tienen
interés en perseguir. El art. 7 de Código Penal establece: "Art. 7: Independientemente de las
disposiciones vigentes en el lugar del hecho punible y de la nacionalidad del autor, se penará
conforme a la ley costarricense, a quienes cometan actos de piratería, genocidio, falsifiquen
monedas, títulos de crédito, billetes de banco y otros efectos al portador; tomen parte en la
trata de esclavos, mujeres o niños; se ocupen de la trata de estupefacientes o publicaciones
obscenas y a quienes cometan otros hechos punibles en contra de los derechos humanos
previstos por los tratados suscritos por Costa Rica, o en este Código."
Requisitos:
Para perseguir estos delitos es necesario que el delincuente se encuentre en territorio nacional
y solo podrá iniciarse la persecución penal mediante la instancia de los órganos competentes
(art. 8 del Código Penal).
5.4. La extradición:
Las excepciones al principio de territorialidad, tienen como fin evitar lagunas que resultarían
de una aplicación rigurosa del principio de legalidad. La extradición es el procedimiento en
virtud del cual un Estado solicita a otro la entrega de un ciudadano que deba ser juzgado o
cumplir la pena en el Estado Solicitante (extradición activa), así como el procedimiento que
regula la entrega del mismo por el Estado al que le ha sido solicitada (extradición pasiva). Se
habla también de extradición en tránsito, que se produce cuando el Estado autoriza el paso por
su territorio de un ciudadano que es entregado por un Estado a otro y la reextradición que es la
hipótesis que se da cuando un Estado que ha obtenido la extradición de un ciudadano, lo
entrega a otro que tiene mejor derecho. Se trata de la cooperación entre estados para evitar la
77
impunidad de individuos que está fuera del alcance de la ley que los reclama. De acuerdo con
el órgano que decide la entrega, suele hablarse de extradición gubernativa, judicial o mixta.
El art. 5 de la Ley de Extradición número 4795 dispone que la facultad de pedir, conceder,
ofrecer o negar la extradición, corresponde al Poder Judicial, por lo que en nuestro medio la
extradición tanto activa como pasiva debe ser considerada judicial.
5.4.1.1. Legalidad:
Solo procede la extradición en los casos previstos por el derecho escrito (ley interna o tratado,
llamado también repertorio de infracciones e íntimamente vinculado con el principio nulla
traditio sine lege) El art. 31 p. 2° Const. Política establece que la extradición será regulada por
la Ley o por los tratados internacionales.
5.4.1.3. Especialidad:
Obliga al Estado que recibe al extraditado, a no extender el enjuiciamiento, ni la condena, a
hechos distintos de los que motivaron la entrega. Improcedencia por delitos políticos: es
generalmente admitido como consecuencia del derecho de asilo, regulado en Costa Rica en el
art. 31 Const. Política, donde expresamente en el párrafo 2° prohíbe la extradición en caso de
delitos políticos o conexos con ellos, según la calificación costarricense (art. 3 inc. g, h y j de
la Ley de Extradición).(Sobre asilo ver CARBONELL pp. 177 y 178).
Impide la extradición por infracciones de mínima gravedad, como las faltas y contravenciones
(mínima non cura praetor) (art. 3 inc. e de la Ley de Extradición, cuando la pena sea inferior a
un año). En lo que atañe a la penalidad, usualmente se niega la extradición cuando el sujeto ha
sido absuelto por los mismos hechos en el país requerido, cuando ha prescrito la acción penal
o la pena antes de su detención y por último, es generalmente aceptado condicionar la entrega
del acusado, a la conmutación de la pena, con otra que no atente contra principios
constitucionales del país requerido, como por ejemplo el derecho a la vida, a la integridad
física.
79
del principio de legalidad, como consecuencia de la necesidad de una ley previa. En materia
penal, la irretroactividad consiste en la aplicación de la ley vigente en la época de la comisión
del hecho punible, de acuerdo con el art. 11 del Código Penal. Lo anterior nos lleva a tener
que determinar cuando se considera cometido un delito (tiempo del hecho punible). Sobre
cuando se considera cometido un delito existen tradicionalmente tres posiciones:
a)Se entiende realizado el hecho en el momento de la realización de la acción.
b) Se entiende realizado el hecho en el momento de la lesión del bien jurídico, esto es en el
momento del resultado en los delitos que lo exijan.
c) Tesis dual que considera cometido el hecho o bien en el momento de realización del mismo
o bien en el momento de producción del resultado.
Para nuestros efectos, el tiempo del hecho punible debe ser considerado como aquel en que se
realiza la acción u omisión, aún cuando sea otro el momento del resultado (art. 19 del Código
Penal). Como se desprende de la lectura del mismo art. 34 de la Constitución Política, la
irretroactividad de la ley se da únicamente en cuanto no beneficie a persona alguna, resultando
por tanto que la ley si puede tener efecto retroactivo cuando sea en beneficio de los
ciudadanos. El art. 12 del Código Penal señala sobre la retroactividad de la ley lo siguiente:
"Si con posterioridad a la comisión de un hecho punible se promulgare una nueva ley, aquél se
regirá por la que sea más favorable al reo, en el caso particular que se juzgue." En lo que toca
al cumplimiento de la condena el numeral 13 del mismo cuerpo de leyes establece que: "Si la
promulgación de una nueva ley, cuya aplicación resulta más favorable al reo, se produjere
antes del cumplimiento de la condena, deberá el tribunal competente modificar la sentencia,
de acuerdo con las disposiciones de la nueva ley." El fundamento de la retroactividad de la ley
penal en beneficio del reo, está dado por la nueva valoración que el ordenamiento ha hecho de
la conducta, sea valorándola positivamente, sea valorándola menos negativamente. El
principio general de libertad, el principio de intervención mínima y en general la función
preventiva del Derecho Penal obligan a no aplicar una norma penal menos favorable en un
momento posterior al de su vigencia, en el que rigen criterios menos rígidos o simplemente
valorados positivamente respecto de la conducta realizada.
80
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
Son leyes temporales aquellas que tienen previsto un período de vigencia concreto, respecto
de estas el Código Penal varía la posibilidad de aplicación de la ley más favorable, ordenando
que los hechos realizados durante la vigencia de una ley destinada a regir temporalmente, se
juzgarán siempre de conformidad con los términos de ésta (art. 14 del Código Penal).
81
de la gravedad de la culpabilidad del autor. (MORA MORA Luis Paulino. CONSTITUCIÓN
Y DERECHO PENAL, pp. 130).(CARBONELL, pp. 143 y sgtes).
5.8.2. Inmunidad:
Consisten en prerrogativas o privilegios que gozan los diputados en relación con: a) su fuero
de detención(párrafo 1° del Ara. 110 de la Constitución Política): El diputado no puede ser
arrestado por causa civil durante los períodos de cesiones, sean estas ordinarias o
extraordinarias, privilegio que deja de existir cuando el diputado lo consienta o el Asamblea
82
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
Legislativa levante el fuero. El segundo párrafo del art. 110 señala que el diputado no podrá
ser privado de su libertad por motivo penal, sino cuando haya sido suspendido por la
Asamblea Legislativa o cuando el diputado la renuncie o en caso de flagrante delito, pudiendo
la Asamblea Legislativa en éste último caso ordenar la inmediata libertad del diputado.
La constitución Política regula lo relativo a la aplicación de la Ley Penal con respecto a las
personas en los art. 101, 110, 151, 165, y 183. Así mismo en la Convención de Viena Sobre
Relaciones Diplomáticas se establecen regulaciones al respecto sobre los diplomáticos, art. 29
y 31.
83
El art. 336 del Código Penal establece como delito el arresto o formación de causa contra una
persona con privilegio de antejuicio sin guardarse la forma prevista en la Constitución o las
leyes respectivas. En el art. 282 se sanciona como delito la violación de la inmunidad de un
jefe de Estado o el representante de una Nación extranjera.
84
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
2. Su utilidad práctica
El derecho Penal, como parte importante del control social institucionalizado, debe procurar
una adecuada comprensión de sus temas de estudio, lo que normalmente depende en gran
medida del desarrollo de nuestra cultura y de las circunstancias, de muy variada clase, que le
rodean. De ahí pues, que trate de ajustar sus principios y normas (la llamada dogmática) a la
realidad y de obtener una interpretación coherente y lógica –en lo que resulte posible
conforme a la racionalidad que dicha labor supone-, pues construir una teoría alejada por
completo de aquella sólo produciría un grave desequilibrio en las relaciones armónicas que
cabe esperar entre una y otra. Lo anterior suele llevarse a cabo, además, con el importante
auxilio que el Derecho Penal recibe a su vez de diversas áreas y disciplinas que le brindan sus
conocimientos (la criminología, la psicología, la sociología, la historia, etc.) así como con la
necesaria implementación de un sistema para su análisis, el cual no puede entenderse como un
instrumento acabado y estático, completo en sí mismo, sino como algo perfectible sometido a
la permanente crítica del devenir del mundo.
85
De acuerdo con lo anterior, es una tarea ineludible definir con claridad el objeto principal de
dicho planteamiento en base a ciertas directrices o líneas estructurales que permitan el
mencionado acomodo teórico-práctico que se pretende. Por ello un concepto de “delito” que
no establezca ninguna diferencia con cualquier otro modo de acciones humanas conflictivas
resultaría inocuo; por ejemplo, no es lo mismo negarse a pagar el precio convenido por la
reparación de un electrodoméstico (lo cual puede originar el correspondiente reclamo ante el
incumplimiento del compromiso), que sustraer por la fuerza el citado artefacto del sitio en
que se encuentra, omitiéndose la cancelación de su arreglo. Esto es así porque no todas las
conductas indeseables, inmorales, o reñidas con la normal convivencia humana, abren la
posibilidad de una sanción penal.
La Teoría del Delito, entonces, como parte de la Ciencia Penal, se ocupa de explicar qué es
el acto ilícito para tales fines; es decir, tiene la misión de señalar cuales son las
características o elementos esenciales de cualquier delito. De esa forma debe superar
definiciones genéricas y ambiguas que pueden ser admisibles en ciertas áreas de estudio o
útiles para otros efectos (por ejemplo en el ámbito social o criminológico), pero no para
precisar el hecho especifico que la legislación represiva castiga. En síntesis como el profesor
Raúl Zaffaroni apunta, la Teoría del Delito es una construcción dogmática que nos
proporciona el camino lógico para averiguar si hay delito en cada caso concreto, razón por la
que no puede limitarse a definirla como una conducta dañosa que afecta intereses de terceros,
o que vulnera los derechos de sus semejantes, o peligrosa para la convivencia social, etc.,
como tantas propuestas que suelen hacerse para significar un hecho contrario a las costumbres
ciudadanas dentro de una comunidad.
En nuestro medio de acuerdo con los profesores Henry Issa y Alfredo Chirino, “La Teoría del
Delito es un herramienta conceptual que sirve para enfocar los problemas prácticos que
se presentan en la solución de los conflictos sociales”.
Existe la idea de que basta con el conocimiento de la ley para una correcta solución judicial.
Esta concepción no toma en cuenta que la ley es limitada y no puede prever todas las posibles
situaciones, ni tampoco resolver todos los problemas que se suceden en las relaciones sociales.
Ademàs del conocimiento de la ley, es necesario agregar el dominio de ciertas destrezas para
86
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
el uso de las concepciones teóricas que han dado a luz las instituciones legislativas o, que por
el contrario, las comentan o critican.
No se quiere indicar con lo anterior que el Juez debe convertirse en un conocedor profundo de
los complejos problemas metodológicos que están implicados en la delicada labor de proponer
esquemas para esta o aquella tendencia en materia de Teoría del Delito, sino que, como lo
afirma Bacigalupo, es necesario tener conocimiento de las consecuencias practicas de la
Teoría del Delito, se trata de tener habilidad en el uso practico de la teoría.
La Teoría del Delito se caracteriza por exponer ordenadamente los diferentes momentos o
estadios del análisis judicial de una conducta presumiblemente punible. Estos coinciden con
los requerimientos legislativos para la solución de los casos. Por eso la utilización de la Teoría
del Delito no significa apartarse de la aplicación de la ley positiva sino hacer más fácil su
aplicación, porque dota al Juez al Fiscal de una serie de elementos de análisis que facilitan la
labor de dar respuesta a los problemas planteados.
Es muy frecuente escuchar en el ambiente judicial que no es necesario manejar los “difíciles”
conceptos dogmáticos para poder dar una solución “practica” a un problema de Derecho
Penal, que simplemente basta con un poco de sentido común y algo de “olfato” judicial que
solo los años y la experiencia forense pueden dar. Esa experiencia forense en importante, sin
embargo, no es suficiente para dar una ampliación de la ley penal de acuerdo con los
requerimientos del Principio de Legalidad Criminal. Solo mediante la utilización de la Teoría
del Delito el Juez puede tener “propuestas de solución” que lo lleven a una respuesta posible,
aunque el mero uso de “cualquier” Teoría del Delito no asegura la producción de una misma
respuesta para el mismo problema. El problema de escoger cuál es la Teoría del Delito
pertinente para un determinado caso es ya, de por si una parte importante de la labor del juez.
La teoría que seleccione el juez debe ser coherente con el sistema constitucional en el que se
desenvuelve y debe compartir los principios universales aceptados tales como el principio de
Legalidad Criminal, el de Culpabilidad, la máxima “No hay delito sino se viola o pone en real
peligro un Bien Jurídico”, así como las reglas de la mínima intervención punitiva.
87
La Teoría del Delito nos proporciona las preguntas y el orden en que debemos plantearlas para
determinar, frente a cada situación particular, si hay delito o no y por eso se le define
expresamente como:
“Construcción dogmática que nos proporciona el camino lógico para averiguar si hay
delito en cada caso”.
Las preguntas se van formulando en un cierto orden para que cada una de ellas sea
consecuencia del análisis previo.
Esta definición nos da el orden en el que debemos plantearnos las preguntas para determinar
en cada caso concreto si la conducta que analizamos es o no delictiva.
88
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
El concepto de delito como conducta típica, antijurídica y culpable, se elabora conforme a una
criterio sistemático que corresponde a un plano analítico que trata de reparar primero en la
conducta y luego en el autor:
“Delito es entonces una conducta humana individualizada mediante un dispositivo legal
(tipo), que revela su prohibición (típica), que por no estar permitida por ningún precepto
jurídico (causa de justificación), es contraria al orden jurídico (antijuridicidad), y que por
serle exigible al autor que actuase de otra manera en esa circunstancia, le es reprochable
(culpable)”.
La ciencia del Derecho Penal ha llegado a la conclusión de que el concepto del delito responde
a una doble perspectiva, que simplificando un poco se presenta como un juicio de desvalor
que recae sobre un hecho o acto humano y como un juicio de desvalor que se hace sobre el
autor de ese hecho. Al primer juicio de desvalor se le llama injusto o antijuridicidad¸ y al
segundo culpabilidad. Injusto o antijuridicidad es, pues, la desaprobación del acto,
culpabilidad la atribución de dicho acto a su autor.
En estas dos grandes categorías, antijuridicidad y culpabilidad se han ido distribuyendo luego
los diversos componentes del delito. En la primera se incluye la acción u omisión, los medios y
formas en que se realiza, sus objetos y sujetos, la relación causal y psicológica entre ellas y el
resultado.
En la culpabilidad, se incluyen las facultades psíquicas del autor (la llamada imputabilidad o
capacidad de culpabilidad), el conocimiento por parte del autor del carácter prohibido de su
hacer y la no exigibilidad de un comportamiento distinto. Ambas categorías tienen también una
vertiente negativa; así por ejemplo, la existencia de una fuerza irresistible excluye la acción; la
absoluta imprevisibilidad elimina la relación psicológica con el resultado; las causas de
justificación autorizan la comisión del hecho prohibido; la falta de facultades psíquicas en el
autor (enfermedad mental) excluye la imputabilidad, etc.
89
Ese tercer elemento fue descubierto por Beling en 1906, con la teoría del tipo, denominándose
la adecuación de una conducta a la descripción contenida en la norma penal tipicidad.
No todo hecho antijurídico realizado por un autor culpable es delito. De toda la gama de
acciones antijurídicas que se cometen, el legislador ha seleccionado una parte de ellas,
normalmente las más graves e intolerables, y las ha conminado con una pena por medio de su
descripción en la ley penal. Ya vimos que a este proceso de selección en la ley de las acciones
que el legislador quiere sancionar penalmente se le llama tipicidad. La tipicidad es pues, la
adecuación de un hecho cometido a la descripción que de ese hecho se hace en la ley. Es
además una consecuencia del principio de legalidad, ya que solo por medio de la descripción
de las conductas prohibidas en tipos penal se cumple el principio nulum crimen sine lege.
La primera tarea es dar un concepto de delito que contenga todas las características comunes
que debe tener un hecho para ser considerado como delito y ser sancionado, en consecuencia,
con una pena. Para ello se debe partir del derecho penal objetivo.
Desde el punto de vista jurídico, ya vimos que delito es toda conducta que el legislador
sanciona con una pena. Esto es una consecuencia del principio nullum crimen sine lege que
rige el moderno Derecho Penal. Pero este concepto de delito como conducta castigada por la
ley con una pena es sin embargo un concepto puramente formal que nada dice sobre los
91
elementos que debe tener esa conducta para ser castigada por la ley con una pena.
Corresponde al jurista, a la ciencia del Derecho Penal, elaborar ese concepto del delito en el
que estén presentes todas las características generales comunes a todos los delitos en
particular. Para ello hay que partir de lo que el Derecho Penal positivo considera como delito;
de todos los preceptos legales que se refieren al delito, deduciendo las características
generales comunes a todo delito.
En el caso particular de Costa Rica, nuestro Código no contiene una definición de delito,
como lo tiene por ejemplo el Código Español en cuyo artículo 1° se establece: “con delitos o
faltas las acciones u omisiones voluntarias penadas por la ley”. En nuestro medio se tendría
que ubicar el concepto en todos los preceptos legales que se refieren al delito. Se habla de
“hecho punible” (art. 1,3,4,57,11, 18,20,30), por lo tanto se refiere a un hecho; además el
artículo 18 indica que ese hecho puede ser realizado por “acción un omisión”, y además en el
artículo 30 se establece que nadie puede ser sancionado por un hecho que esté tipificado si no
lo ha realizado con “dolo, culpa o preterintención”. Veamos que de solamente estos tres
factores ya se podría establecer un intento de concepto: “un hecho tipificado por la ley
(punible) realizado por acción u omisión con dolo, culpa o preterintención”.
Ya hemos obtenido dos caracteres del delito: uno genérico la conducta y otro específico la
tipicidad, es decir la conducta típica es una especie del género conducta. No obstante con la
sola característica de la tipicidad no se individualiza suficientemente la especie delito, porque
nos percataremos que no toda conducta típica es un delito, puesto que hay casos en los que no
hay conducta por fuerza física irresistible, otros en los que no hay tipicidad por error en el
tipo, cumplimiento de un deber, pero también hay casos en que para la ley no hay delito, pese
a haber una conducta típica (causa de justificación). Falta encontrar la antijuridicidad. Si
debemos entender este elemento como una conducta contraria a derecho, es porque lesiona el
derecho, y por ello se encuentra íntimamente ligado al principio de lesividad. Nuestro Código
Penal no contempla ninguna definición sobre la antijuridicidad, tampoco sobre la lesividad.
Sin embargo, es importante indicar que el Proyecto del Código Penal que se mantiene en la
Asamblea Legislativa si incluye como uno de los principios rectores la lesividad en su artículo
4 de la siguiente forma:
“ARTICULO 4: Principio de lesividad
92
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
Sólo es sancionable la conducta que daña o pone en peligro de manera significativa un bien
jurídico tutelado.”
Podemos decir por ahora, que en nuestro Código Penal lo que encontramos son las causas de
justificación, que son normas contrarias a la antijuridicidad, en otras palabras conductas que si
bien formalmente parece que niegan el derecho, materialmente se considera que no lo
lesionan. Sobre ello ahondaremos en el capítulo correspondiente.
El último elemento, la culpabilidad, se encuentra regulado en la Sección V, a partir de artículo
30. Sin embargo, se trata de una sección del Código que contempla muchos errores
conceptúales y que está totalmente desactualizado con la doctrina vigente en el país
introducida vía jurisprudencia por las Salas de Casación Penal.
93
En Costa Rica, el actual Código Penal en su redacción sigue la teoría causalista, basta una
mirada para darnos cuenta de que los elementos subjetivos del delito, el dolo o la culpa se
encuentran incluidos dentro de las normas de la culpabilidad. No es sino por vía
jurisprudencial que la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia interpreta y adopta la
doctrina finalista ubicando el dolo y la culpa como parte del tipo penal y no de la culpabilidad,
esto en el año de 1992 (Ver Voto 446-F-92).
Cabe mencionar, que la discusión entre Causalismo y finalismo fue superada hace ya treinta
años en Alemania. Como se podrá apreciar nuestro derecho penal general es obsoleto, y no es
sino por medio de la jurisprudencia que se han venido adoptando criterios más
contemporáneos de la teoría del delito (imputación objetiva por ejemplo); sin embargo aún
falta mucho camino por recorrer, para llegar a comprender y aplicar otros sistemas o
tendencias contemporáneas de la teoría del delito, algunas expuestas por CLAUS ROXIN
como la Racional-Funcional (funcionalismo) que intenta definir el sistema de Derecho Penal
atendiendo a criterios teleológicos marcados por decisiones de carácter político-criminal. El
funcionalismo alemán, además, ha transcurrido por otra vía más radical por medio de
GUNTER JAKOBS, que desarrolla la construcción conceptual con pautas sociológicas y en
atención a necesidades preventivo-generales. El enriquecimiento de nuestro medio con estas
nuevas tendencias se ha dado por medio de ilustres juristas como lo son por ejemplo: Javier
Llobet Rodríguez, Francisco Castillo González, Erick Alfredo Chirino, Fernando Cruz Castro,
Francisco Dall’Anese Ruiz, Juan Marcos Rivero Sánchez y Henry Issa El Khoury (q.d.g.g)
sólo para citar algunos que de alguna u otra forma han colaborado inclusive con la discusión
del proyecto del nuevo Código Penal, proyecto 11871, que se encuentra en discusión
actualmente en la Asamblea Legislativa
94
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
V. TEORIA DE LA ACCION
1. La Acción Penal
Frente a la estructura del delito existen dos posibilidades; prescindir de la construcción de un
concepto de acción y empezar directamente en la tipicidad, por entender que no es posible un
concepto general de acción previa a las categorías jurídicas o porque carecería de valor
sistemático, por su excesiva generalidad. Pero por otra parte se puede intentar dilucidar con
carácter general, y antes de discutir los propios elementos del delito, que deba entenderse por
acción en Derecho Penal. La opción correcta es la segunda, puesto que aunque se acepte que
solo en la tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad se decide la suerte de la dogmática jurídico
penal, es necesario un concepto de acción, al que puedan referirse estos elementos como
características suyas. Aparte de la consideración sistemática, existe un interés teórico en la
caracterización positiva del comportamiento humano, jurídico-penalmente relevante, ya que
de ello deriva el límite máximo de la imputabilidad de un hecho como "obra del hombre". El
concepto de acción posee una significación práctica, pues entendido de forma adecuada,
asegura que se prescinda desde un principio de todo aquello que carece de trascendencia
jurídico penal.
El concepto de acción debe satisfacer distintas exigencias para ajustarse a la función que le
corresponde en la teoría del delito.
Función de clasificación: Deben tener cabida en el concepto de acción todas las formas del
actuar humano que sean relevantes para el derecho penal (comportamiento doloso e
imprudente, hacer activo y omisión).
95
JESCHECK Hans, Tratado de Derecho Penal, Parte General, Bosch, Casa Editorial, S. A.,
Barcelona, 3° edición, 1978, pp. 290 y 291).
96
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
hace en el artículos 18 del CP que describe la forma del hecho punible, estableciendo que éste
puede ser realizado por acción o por omisión.
3. Concepto de Acción
Se llama acción a todo comportamiento dependiente de la voluntad humana. Solo el acto
voluntario puede ser penalmente relevante. La voluntad implica, sin embargo siempre una
finalidad. No se concibe un acto de la voluntad que no vaya dirigido a un fin. De ahí que la
acción humana regida por la voluntad sea siempre una acción final, una acción dirigida a la
consecución de un fin.
4. La dirección de finalidad
La dirección final de la acción se realiza en dos fases: una externa otra interna.
97
que parar a dormir, cuenta con una varía, etc.. La consideración de estos efectos
concomitantes puede hacer que el autor vuelva a plantearse la realización del fin y rechace
algunos de los medios seleccionados para su realización. Pero una vez que los admita como
de segura o probable producción, también esos efectos concomitantes pertenecen a la acción.
La valoración penal puede recaer sobre cualquiera de estas fases de la acción, una vez que
ésta se ha realizado en el mundo externo. Puede suceder que el fin principal sea irrelevante
desde el punto de vista penal y que lo importante sean los efectos concomitantes o los medios
seleccionados para realizarlo.
Así por ejemplo cuando el autor conduce un coche a más velocidad de la permitida puede
pretender una finalidad absolutamente loable (llegar a tiempo al lugar de trabajo), pero los
medios empleados para ello (conducir imprudentemente un coche) o los efectos
concomitantes (la muerte de un peatón atropellado) son desvalorados por la ley penal. Cuando
se dice que la acción final es la base del Derecho penal, no se quiere decir que sólo sea el fin
de esa acción lo que interesa al Derecho penal, pues éste puede estar igualmente interesados
en los medios elegidos para conseguir el fin o en los efectos concomitantes a la realización de
ese fin.
98
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
Para la teoría causal de acción, la acción es también conducta humana voluntaria, pero
prescinde del contenido de la voluntad, es decir el fin. Para esta teoría lo importante para
establecer el concepto de acción es que el sujeto haya actuado voluntariamente, lo que este
sujeto haya querido es irrelevante y solo interesa en el marco de la culpabilidad. La teoría
causal reduce el concepto de acción a un proceso causal, prescindiendo por completo de la
vertiente de la finalidad. Con ello desconoce la realidad de las acciones humanas, que no son
simples procesos causales voluntarios, sino procesos causales dirigidos a un fin, por lo que es
lógico que el fin sea tomado en cuenta al definir el concepto de acción.
No es que la teoría causal ignore la finalidad de la conducta, solo que la destina como objeto
de valoración en el ámbito de la culpabilidad, dejando a las otras categorías (tipicidad y
antijuridicidad), la valoración del aspecto puramente causal del comportamiento humano.
Para el finalismo solo la acción entendida causalmente puede servir de base a todas las formas
de aparición del delito y tanto a la comisión dolosa, como imprudente o culposa. Pero el
legislador cuando describe una conducta de tipo penal por ejemplo "el que matare a otro", no
describe un simple proceso causal, pues también un rayo puede causar la muerte de una
persona, sino un proceso causal en la medida que se deriva de una acción final humana. Por
ello también la finalidad, los medios y los efectos concomitantes deben ser tenidos en cuenta
ya en el primer estadio de la teoría del delito, la tipicidad, y subsiguientemente en los demás.
Lo que al penalista, al juez, o el interprete interesa sobre todo es la acción típica, y ésta como
se desprende del articulado de las leyes, donde se definen los delitos no es otra que acción
final. Sin recurrir a la finalidad, al contenido de la voluntad, no se puede distinguir la acción
humana de un hecho natural, pero también para distinguir las acciones humanas de otras, hay
que recurrir a la finalidad, un disparo puede ser una tentativa de homicidio o un acto de casa,
solo la finalidad de su autor puede dar sentido a ese proceso causal. Igualmente hay que
recurrir desde el principio, para tipificar la acción, a determinados elementos subjetivos que
exige la ley, como los fines libidinosos que exige el tipo penal de rapto, la finalidad de hacer
uso de la cosa en el hurto de uso, el fin de lucro en el secuestro extorsivo, etc.
Para superar la polémica entre teoría final y teoría causal de acción, surgió una tercera:
TEORÍA SOCIAL DE ACCIÓN, que llama la atención sobre la relevancia social del
comportamiento humano. Esta teoría puede ser aceptada en la medida en que sólo atendiendo
al contenido de la voluntad (finalidad), se puede determinar el sentido social de la acción.
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Además de las tres teoría comentadas, existe la TEORÍA NORMATIVA DE ACCIÓN, para
la cual los conceptos causal y final de acción son insuficientes, ya que el legislador en algunos
delitos sigue un concepto causal de acción y en otros uno final, lo cual se determina
arbitrariamente. Consecuencia de lo anterior es imposible elaborar un concepto unitario de
acción, por lo que debe seguirse un criterio normativo, es decir, debe acudirse a cada tipo
penal para determinar el concepto de acción que sigue. Así la acción para la teoría normativa
es entendida como la realización de un tipo antijurídico y culpable.
Se le critica a esta teoría que traslada el análisis de la tipicidad para la acción, y que por tanto
la tipicidad ya no es predicado de la acción, ya que un acaecimiento dependiente de la
voluntad que no sea típico ya no sería acción.
En costa Rica, pese a que el dolo (conocimiento y voluntad de la realización del tipo objetivo)
y la culpa ( la finalidad del autor no se dirige a la realización del tipo objetivo, pero se realiza
por negligencia, imprudencia o impericia del autor, es decir por falta de observación del deber
de cuidado), integrantes del tipo penal subjetivo establecidos en el artículo 30 CP se
incluyeron en el capítulo que regula la culpabilidad lo cierto del caso es que ese artículo
define una relación que resulta lógica en la sistemática del Código entre el hecho tipificado en
la ley y el dolo, culpa o preterintención que forman parte del aspecto de intención (subjetivo)
que es necesario para la realización de lo descrito en el tipo penal. En conclusión el dolo,
la culpa y la preterintención son parte del tipo penal y no de la culpabilidad. (Sala Tercera,
resolución 131-F-94).
conocimiento del dolo es un conocimiento de los elementos del tipo objetivo.(Sala Tercera,
resolución 446-F-92).
Se concluye entonces, que no solo es la voluntad del autor, lo que puede ser penalmente
relevante sino que interesa el contenido de esa voluntad, se sigue entonces, para nuestra
consideración, la teoría finalista de la acción. Lo que al penalista, al juez, o al intérprete
interesa sobre todo es la acción típica y ésta, como se desprende del articulado de las leyes
donde se definen los delitos, no es otra cosa que una acción final. Sin recurrir a la finalidad,
al contenido de la voluntad, no se puede distinguir, en efecto, la acción humana de matar a
otro de la muerte producida por un rayo. Pero también para distinguir las acciones humanas
unas de otras hay que recurrir a la finalidad: un disparo puede ser una tentativa de homicidio
o un simple acto de caza; solo la finalidad de su autor puede dar sentido a ese proceso
puramente causal. Igualmente hay que recurrir desde el principio, es decir, desde el primer
momento, par tipificar la acción, a determinado elementos subjetivos que exige la ley (ánimo
de lucro, finalidad de atentar contra la libertad sexual, etc.).
Ya hemos visto que toda conducta debe ser voluntaria y toda conducta tiene un fin siguiendo
la teoría finalista. Cuando se habla de tipo simple, éste se vincula con la teoría causalista que
ubica el dolo en la culpabilidad, mientras que el tipo complejo sigue la concepción de la teoría
finalista que ubica el dolo en el tipo penal. Pero lo que se debe explicar es que estas teorías se
han ocupado del estudio de la conducta humana, específicamente la acción penalmente
relevante; existiendo una teoría que se ha ocupado del estudio del tipo penal, y
específicamente del análisis de la estructura de la norma o tipo penal proyectada a los otros
elementos del delito: la antijuricidad y la culpabilidad.
Antes del estudio de Beling, el tipo penal era la suma de la antijuricidad más la culpabilidad,
pero luego de sus exposiciones la tipicidad, la adecuación de la conducta a lo descrito en la
norma, pasa a ser un elemento del delito junto a la antijuricidad y la culpabilidad.
101
6. Sujeto de la acción
De lo que se ha dicho hasta ahora se desprende que solo la persona humana, individualmente
considerada, puede ser objeto de una acción penalmente relevante. Ni los animales ni las cosas
pueden ser sujetos de acción, por más que en épocas pasadas existieran procesos contra cosas
que habían producido resultados dañosos o animales que provocaron epidemias, muerte de
personas, etc. Tampoco pueden ser sujetos de acción penalmente relevante, aunque sí puedan
serlo en otras ramas del ordenamiento jurídico, las personas jurídicas (societas delinquere non
potest). Desde el punto de vista penal, la capacidad de acción, de culpabilidad y de pena exige
la presencia de una voluntad, entendida como facultad psíquica de la persona individual, que
no existe en la persona jurídica, mero ente ficticio al que el derecho atribuye capacidad a otros
efectos distintos a los penales. Esto no quiere decir que el Derecho penal deba permanecer
impasible ante los abusos que, especialmente en el ámbito económico, se producen a través de
la persona jurídica, sobre todo sociedades anónimas. Pero en este caso procede castigar a las
personas físicas individuales que cometen realmente tales abusos, sin perjuicio de las medidas
administrativas o civiles que procedan aplicar a la persona jurídica como tal (disolución,
multa, etc.) En Costa Rica el CP contempla esta situación al establecer en el artículo 233 “la
responsabilidad de personeros legales”.
7. Ausencia de conducta
Dado que el Derecho penal se ocupa sólo de acciones humanas voluntarias, no habrá acción
penalmente relevante cuando falte la voluntad. Sucede esto en los casos de fuerza irresistible
en su modalidad de vis compulsiva, los movimientos reflejos, los estados de inconsciencia, la
fuerza mayor y el caso fortuito.
Ejemplo de estos acontecimientos es el del sujeto que está sentado al borde de una piscina y
recibe un empellón que le hace caer dentro de la piscina causándole lesión a un bañista. La
fuerza física irresistible puede provenir de la naturaleza o de la acción de un tercero. Proviene
102
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
de la naturaleza cuando un sujeto es arrastrado por el viento, una corriente de agua, empujado
por un árbol que cae, etc., proviene de la acción de un tercero como el caso del que es
empujado por otro y produce un daño.
103
voluntad participa, así sea fugazmente, y que por lo tanto no excluyen la acción. Una caso de
este tipo sería el del atracador que, nervioso, aprieta instintivamente el gatillo al observar un
gesto equívoco de huida o defensa en el cajero del banco.
En el curso de la exposición veremos que –en el aspecto positivo del delito- se requiere de una
capacidad psíquica de voluntad para que haya conducta (de la que nos ocuparemos aquí), una
cierta capacidad psíquica para que haya tipicidad, y otra para que haya culpabilidad (llamada
imputabilidad). A la suma de las tres es lo que se llama capacidad psíquica del delito. Por
ahora, nos ocupamos de la ausencia de conducta, y por ende, sólo nos compete ocuparnos de
la capacidad psíquica de voluntad y de su ausencia.
Este vocablo puede usarse con distintos significados, pero aquí nos interesa en su significado
clínico y digamos que es el resultado de la actividad de las funciones mentales.
La consciencia puede estar perturbada, como sucede cuando a un sujeto le preguntamos qué
día es hoy y nos responde que es el 20 de enero del año 5020 o el 7 de enero de 1940. En estas
ocasiones en que la consciencia está perturbada no hay ausencia de conducta, porque no
desaparece la voluntad del sujeto. En lugar, cuando la consciencia no existe, porque está
transitoria o permanentemente suprimida, no puede hablarse de voluntad y desaparecerá la
conducta.
Esto es lo que acontece cuando se trata de un sujeto que se encuentra desmayado (el
guardabarreras queda inconsciente como resultado de un accidente vascular, no se cierra la
barrera y sobreviene un accidente); el sujeto que cae en una crisis epiléptica (y en
convulsiones de la crisis golpea a alguien); el idiota profundo, del tipo del que permanece en
posición fetal y hace movimientos desarticulados (en uno de los cuales rompe algo); el sujeto
en estado de coma; el sujeto que está privado de sentido por una fiebre muy alta (que en su
delirio pronuncia palabras injuriosas), la persona en estado crepuscular hipnótico o del sueño
o como lo define Krafft-Ebing “Embriaguez por sueño” que produce un auténtico estado de
inconsciencia, etcétera. En todos estos casos no hay consciencia, es decir hay inconsciencia y
cuando está ocurre no hay voluntad y por ende no hay conducta.
Aunque en los estados de inconsciencia falta la acción, pueden ser penalmente relevantes si el
sujeto se ha colocado voluntariamente en dicho estado para delinquir (el guardagujas se
emborracha hasta quedar dormido para provocar intencionalmente un choque de trenes) o
105
llega a ese estado por negligencia (el guardagujas se queda dormido y no cambia a tiempo las
vías, provocando el choque de trenes. En estos casos llamados, actiones liberae in causa, lo
relevante penalmente es el actuar precedente.
Fuerza mayor
Todo hecho natural imprevisto para el hombre (terremoto, temblor, inundación o un
derrumbe).
Caso fortuito
Hecho cometido por el hombre o producto del quehacer humano totalmente imprevisto (la
falla mecánica en un avión o medio de transporte, la interposición imprevista en la vía de un
suicida).
Es interesante observar como en Costa Rica cuando se establece el caso fortuito y la fuerza
mayor en el artículo 33 que dispone que «No es culpable quien realiza el hecho típico por caso
fortuito o fuerza mayor", se incluyó la regulación dentro de las reglas de la culpabilidad, pero
ambas hipótesis asumen la forma de una causa de exclusión de la acción (y no de la
culpabilidad, como aparentemente lo sugiere el texto legal) denominada "fuerza física
irresistible" que se refiere a aquellos supuestos en que opera sobre el hombre una fuerza de
tal entidad que le hace intervenir como una mera masa mecánica . Así lo ha estimado nuestra
jurisprudencia. La fuerza mayor se refiere a un hecho o evento que por su naturaleza, aún
cuando fuera previsible y se prevea, es inevitable. El caso fortuito [latín casus, literalmente
"caída", y fortuitos, "debido al azar"] se refiere a un hecho que por ser imprevisible (aún
utilizando una conducta diligente) deviene inevitable (si pudiera haberse previsto sería
evitable: la culpa en la previsión excluye el caso fortuito). Y si se admite que la culpa es la
forma elemental de imputación en los tipos de injusto previstos en los artículos 117
(Homicidio culposo) y 118 (Lesiones culposas) del Código Penal, debe considerarse que el
caso fortuito y la fuerza mayor -en tanto coinciden en ser sucesos inevitables- resultan
incompatibles con la noción de tipicidad, porque el elemento normativo del tipo objetivo de
estos delitos supone que el resultado (causado directamente por la falta al deber objetivo de
cuidado) sea previsible y evitable, y este último carácter no se da en las dos hipótesis del
artículo 33 comentado; incluso puede afirmarse que ambas hipótesis asumen la forma de una
106
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
107
interposición imprevista en la vía de un suicida, un niño u otra persona). El caso fortuito, si
bien en nuestro Código Penal, está contemplado en el artículo 33 como causal de
Exculpación, es lo cierto que, conforme a lo expuesto, es una causa de exclusión de la
acción.
En el sub-júdice, en criterio del Tribunal, se está ante esta situación. El resultado dañino
aquí investigado no fue producto del obrar culposo del justiciable, sino que obedeció en
primer lugar, a lo imprevisible de la interposición en la vía que llevaba el imputado tanto del
niño (...) como (del ofendido), y en segundo lugar a lo inevitable del impacto.
Es la imprevisibilidad y la inevitabilidad lo que permite eximir de responsabilidad (al
imputado), desde el momento en que se presentó la invasión de la carretera y la interposición
de (el ofendido) en el camino de la buseta, la acción humana dejó de existir como elemento
conformador del delito.”
108
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
que se hallare en el momento de colocarse en tal estado y aún podrá agravarse la respectiva
pena si el propósito del agente hubiera sido facilitar su realización o procurarse una excusa".
9. Acción y Resultado:
La acción penalmente relevante es la realizada en el mundo exterior, en cuyo caso siempre se
modifica algo, produciendo un resultado, lo cual ya no es parte integrante de la acción.
La distinción entre acción, como simple manifestación de voluntad, y resultado como
consecuencia externa derivada de la manifestación de voluntad, tiene gran importancia en el
Derecho Penal:
a.- El legislador castiga en algunos casos la simple manifestación de voluntad, como sucede
en el delito de injurias, o en los tipos penales contenidos en los art. 250, 271, 272 del Código
Penal (delitos de simple actividad); en otros además, el resultado derivado de ella, como
sucede en el homicidio (delito de resultado). En este caso se exige una relación de causalidad
entre acción y resultado. Puede que el resultado no se produzca y que la acción solo sea
punible a título de tentativa.
b.- En otros casos se castiga cuando se ha puesto en peligro concreto el respectivo bien
jurídico (delitos de peligro concreto) (ejemplos: art. 246, 251 del Código Penal).
c.- En el delito imprudente o culposo, la acción solo se castiga si se produce un resultado
lesivo.
d.-Para determinar la antijuridicidad del hecho se distingue entre desvalor de la acción y
desvalor del resultado.
e.- En la teoría del concurso se diferencia según que el resultado haya sido producido con una
o varias acciones o una acción haya producido varios resultados.
10. La omisión
El comportamiento humano penalmente relevante no se agota en el ejercicio activo de la
finalidad, sino que tiene también un aspecto pasivo constituido por la omisión. El derecho
penal no solo tiene normas prohibitivas, sino también imperativas que ordenan acciones cuya
omisión pueden producir resultados socialmente nocivos. La infracción de esas normas
imperativas es lo que constituye la esencia del delito de los delitos de omisión. Se castiga la
no realización de la acción mandada. Solo existe la omisión de una acción determinada, no la
omisión en si y el sujeto autor de la omisión debe estar en condiciones de poder realizar la
109
acción; de lo contrario no puede hablarse de omisión: El paralítico no puede omitir la
salvación de una persona que se está ahogando.
Todas las cualidades que constituyen la acción en sentido activo deben estar a disposición del
sujeto para poder hablar de omisión (voluntariedad, finalidad y causalidad). Las causas que
excluyen la acción son al mismo tiempo causas de exclusión de la omisión. La omisión
penalmente relevante solo puede ser la omisión de una acción esperada (auxiliar, socorrer,
evitar que se cometa un delito, etc.), porque se impone el deber de realizarla. El delito omisivo
es por tanto la omisión de una determinada acción que el sujeto tenía obligación de realizar. Es
por tanto la infracción de un deber jurídico. El deber puede ser un deber genérico que incumbe
a cualquier persona (prestar ayuda a alguien en peligro), o un deber específico que solo
incumbe a un determinado grupo de personas (funcionarios, médicos, etc.). Delitos de omisión
pura o propia: El contenido típico está dado por la simple omisión de un deber de actuar,
equivalen a los delitos de simple actividad (incumplimiento de deberes familiares, art. 185,
infracción al deber de resistencia, art. 300, incumplimiento de deberes art. 330 del Código
Penal, denegación de auxilio, art. 331, demora injustificada de pagos, art. 355). Delitos de
omisión y resultado: la omisión se vincula a un determinado resultado con el que se conecta
causalmente (incumplimiento de deberes de asistencia, art. 187, incumplimiento o abuso de la
patria potestad, art. 188, facilitación culposa, art. 312 del Código Penal, favorecimiento de
evasión, art. 325 del Código Penal). Delitos impropios de omisión o de comisión por omisión:
La omisión se conecta con un determinado resultado prohibido, pero en el tipo legal concreto
no se menciona expresamente la forma de comisión omisiva, debiéndose interpretar cuando la
forma omisiva puede ser equiparada a la activa, que si se menciona expresamente en la ley.
Para determinar cuando el dejar de hacer u omitir puede conectarse con un determinado
resultado prohibido y descrita su realización en forma activa en el tipo penal, se debe acudir a
dos cuestiones: la relación causal entre la omisión y el resultado y el deber de evitar el
resultado que incumbe al sujeto de la omisión (garante), aspectos que serán estudiados en el
siguiente capítulo del programa como "Tipicidad de los delitos de comisión por omisión".
110
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
111
el hecho o acto humano desvalorado debe estar descrito en la ley (tipo penal), y para que
exista delito, debe coincidir el hecho o acto humano desvalorado con la descripción que de ese
hecho se hace en la ley, en consecuencia, el injusto es una conducta típica y antijurídica o
contraria a derecho. En ese sentido cuando en el derecho penal se habla de tipo de injusto, lo
es para referirse a aquellas acciones antijurídicas subsumibles como típicas en el supuesto de
hecho de una norma penal y también para delimitar el comportamiento típicamente relevante
sobre el que ha de recaer el juicio de antijuridicidad.
Existen tres teorías para establecer la relación entre estos dos elementos:
1. Tipo avalorado: La tipicidad no indica nada acerca de la antijuridicidad.
2. Teoría de la ratio-cognoscendi o del tipo indiciario: La tipicidad es un indicio o
presunción iuris tantum de la antijuridicidad.
3. Teoría de la ratio essendi: La tipicidad es la razón de ser de la antijuridicidad.
Esta última de lugar a la teoría de los elementos negativos del tipo y a la teoría del injusto
donde la tipicidad implica antijuridicidad, pero ésta puede excluirse por una causa de
justificación en una etapa posterior del análisis.
La teoría de la tipicidad conglobante fue creada por el maestro argentino Eugenio Raúl
Zaffaroni, quien dice que dentro del la teoría del delito, la tipicidad penal debe a su vez
subdividirse en dos grandes campos de análisis por parte del operador del derecho, la
“tipicidad legal” y la “tipicidad conglobante”.
La tipicidad legal corresponde a la mera adecuación de la conducta a la descripción legal, al
tipo penal. En palabras de Zaffaroni, “ es la individualización que de la conducta hace la ley
mediante el conjunto de los elementos descriptivos y valorativos (normativos) de que se vale
112
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
el tipo legal”. Sin embargo, la conducta del sujeto no debe verse de forma aislada, considerada
únicamente a partir del tipo en el cual parece encuadrar, sino que debe realizarse un análisis
global del entero ordenamiento jurídico, buscando si estas conductas no son a su vez
mandadas, fomentadas o insignificantes por el mismo ordenamiento. Zaffaroni define la
tipicidad conglobante como “la comprobación de que la conducta típica legalmente está
también prohibida por la norma, que se obtiene desentrañando el alcance de la norma
prohibitiva conglobada con las restantes normas del orden normativo”.
Un ejemplo, nos aclarará aún más el concepto. En lo que atañe a las lesiones deportivas,
indica Zaffaroni que de acuerdo a los principio de la tipicidad conglobante, las lesiones
deportivas son atípicas, siempre y cuando la actividad se realice dentro de los límites
reglamentarios. Lo anterior por cuanto, existe acuerdo por parte de los otros participantes, y el
propio ordenamiento jurídico favorece la práctica deportiva.
El prestigioso Juez Penal y Profesor de esta universidad, Licenciado Didier Mora Calvo
escribió un ensaño de derecho penal accesorio titulado “El delito de lesiones en el deporte”.
En él sobre el punto específico indica: “En el fútbol por ejemplo es posible una lesión a causa
de la caída de un contrario o al jugar el balón, comprendiéndose también transgresiones
leves imprudentes de las reglas de juego que se producen por exceso de empeño, técnica
deficiente o falta de dominio del cuerpo y que los participantes deben de tomar en cuenta. En
estos casos es que rige el consentimiento justificante, admitiendo algunos también estos casos
como conductas socialmente adecuadas y por ello no ajustadas a tipo penal alguno, pero sí
sancionables conforme al reglamento. También se hace valer en estos casos el instituto del
riesgo permitido, negándose la antijuridicidad. No se acepta el consentimiento, cuando la
inobservancia del deber de cuidado grave o dolosa de las reglas, por ejemplo dar una patada
intencionada, o por negligencia o imprudencia grave en el fútbol, caso en el cual se debe
aplicar la legislación procesal, no oficiosa cuando se trate de lesión leve o culposa al ser
estos hechos ilícitos de acción pública perseguibles a instancia privada no existiendo en
consecuencia interés público. En los deportes de lucha como el boxeo o el karate, en donde el
ataque corporal es el fin con el objeto de vencer al adversario, causándole perjuicio corporal
en aplicación de las reglas, con el consecuente peligro de sufrir lesiones, no descartándose la
muerte, dándose el consentimiento justificante siempre que se observen las reglas. Si el
Estado autoriza y reglamenta un deporte violento que implica lesión para los jugadores, los
hechos que ocurran están justificados, al obrar el juzgador en el ejercicio legítimo de un
113
derecho. No sería lógico de que el Estado autorice y reglamente el deporte violento y que
castigue al jugador que cause lesión o muerte, siempre y cuando haya actuado dentro de las
reglas, diferente es cuando el juzgador actúa en violación a las reglas o fuera del juego. Se
admite también la adecuación social o el riesgo permitido.”
Con lo expuesto hasta ahora y la cita de nuestro colega Mora Calvo, podemos extraer dos
cosas: la primera que tipicidad conglobante no es otra cosa que una búsqueda, una análisis en
todo el ordenamiento jurídico para verificar si la conducta típica que se tiene al frente es
también antijurídica (además de formal, material); y la segunda que no todas las causas de
justificación se ubican en el Código Penal.
En la composición de los tipos penales entran una serie de elementos de distinta procedencia y
distinta significación, siendo imposible delimitar a priori todas las peculiaridades que
representan los distintos tipos delictivos. Esta es una tarea que corresponde a la parte especial.
Lo que si es posible es referirse a cuestiones generales que plantean aquellos elementos que,
de un modo constante, están siempre presentes en la composición de todos los tipos: sujeto
activo, acción y bien jurídico.
Sujeto activo:El delito como obra humana siempre tiene un autor, aquel que precisamente
realiza la acción prohibida.
Acción: En todo tipo hay una acción entendida como comportamiento humano (acción u
omisión), que constituye el núcleo de tipo, su elemento más importante y viene descrita
generalmente por un verbo que puede indicar una acción positiva o una omisión.
Bien jurídico: La norma penal tiene una función protectora de bienes jurídicos, siendo este la
permite descubrir la naturaleza del tipo, dándole sentido y fundamento. El bien jurídico es el
valor al que la ley quiere proteger, prohibiendo comportamientos que provocan la puesta en
peligro o lesión del mismo.
4. La clasificación de los tipos penales
Existen diversas especies de delitos y como veremos se clasifican de acuerdo a esos elementos
constantes en ellos, a saber sujeto, acción y bien jurídico.
4.1.1. Comunes:
115
El sujeto activo del delito puede ser cualquiera, normalmente en el tipo se alude al sujeto
activo con expresiones impersonales como "el que" o "quien".
4.1.2. Plurisubjetivos:
El tipo exige la concurrencia de varias personas, bien concurriendo uniformemente para la
consecución del mismo objeto: delitos de convergencia: rebelión, asociación ilícita; delitos
de encuentro: como el cohecho en que interviene el funcionario y la persona que lo soborna.
En estos casos debe distinguirse los casos de participación necesaria, en los que intervienen
varios sujetos en la realización de la acción, pero uno de ellos permanece impune por ser el
titular del bien jurídico protegido por el tipo, tal es el caso del sujeto pasivo en la violación o
el estupro.
116
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
4.2.1. Delitos de mera actividad: Cuando el tipo solo exige la realización sin más de la
acción, que si bien debe ser lesiva de un bien jurídico, no necesita producir resultado material
o peligro alguno (Ej. Art. 204, 205, 243, 266273del Código Penal).
117
El tipo contiene bajo la misma conminación penal, diversas modalidades de conducta,
bastando que se realice una de ellas para que se constituya el tipo (entrar o mantenerse en
morada ajena, el funcionario que solicite o reciba dádivas).
ocurrido tiene que haber sido conocido y querido por el autor. En los delitos culposos esa
coincidencia entre lo ocurrido y querido no existe de ahí que la distinción entre tipo objetivo y
subjetivo carezca de importancia por no tener significación práctica. (El autor quiere llegar a
un lugar determinado con su automóvil, antes de una hora determinada y para ello acelera la
marcha, no quiere por el contrario matar al peatón que cruza la calle que no previó debiéndolo
hacer).
El delito doloso supone una rebelión consciente en contra del bien jurídico protegido, mientras
que la imprudencia es solo una falta de cuidado en la que a veces el sujeto ni siquiera se
plantea el posible daño al bien jurídico; por eso la realización dolosa de un delito siempre se
considera más grave que la imprudente del mismo. Los tipos penales además presentan una
estructura diferente según se describan hechos comisivos o comportamientos omisivos, por lo
que se encuentra las siguientes variedades:
a) tipos de comisión:
b) tipos de omisión:
119
de una relación específica entre el resultado de lesión y la acción, relación que permite afirmar
que el resultado típico es la concreción de la acción, o producto de ella. El resultado de lesión
se da sobre el objeto de la acción que puede ser una persona (lesiones) o una cosa (daños).
Las teorías clásicas afirmaron que la relación que permite considerar un resultado acaecido
como producto de una acción, era una relación de causalidad, es decir una relación de causa
efecto, idéntica a la observable en los sucesos de la naturaleza. En la actualidad tiende a
imponerse un punto de vista diferente, de acuerdo con éste lo decisivo no es la causalidad en
sentido natural, sino la relación causal que resulta relevante para lo ilícito de acuerdo con
criterios deducidos de la naturaleza de la norma y de su finalidad protectora de bienes
jurídicos (imputación objetiva). En otras palabras, solo una causalidad relevante desde el
punto de vista de la naturaleza de la norma es la que debe tomarse en cuenta para saber si
acción y resultado se encuentran en la relación en que es posible sostener que el resultado es
producto de la acción.
120
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
121
La comprobación de la relación de imputación objetiva requiere que la acción haya creado un
peligro no permitido y que el resultado producido sea la realización de ese peligro. Por Ej.: La
acción de conducir un coche es peligrosa, si el autor produce un resultado de lesiones sin
haber transgredido los reglamentos, el resultado no le será imputable, tampoco le será
imputable un resultado que vaya más allá de la realización del peligro representado por su
acción, como ocurre en el caso del hemofílico.
Los criterios de imputación objetiva que se deducen de las normas son los siguientes:
b.- Las normas jurídicas solo prohíben acciones que aumenten el peligro corrido por el
bien jurídico:
Ej.: A adelanta a un ciclista que va ebrio y tambaleante, sin dejar la distancia reglamentaria, el
ciclista cae bajo las ruedas del vehículo de A y muere; no es seguro que si A hubiera
adelantado observando la distancia reglamentaria el resultado no se hubiera producido. El
resultado sería imputable a A si su acción significó una contribución al peligro (ebriedad del
ciclista) que se concretó en el resultado. Estos casos requieren la consideración de un nexo
causal hipotético ¿Qué habría pasado si A hubiera actuado de acuerdo al deber?
c.- Las normas jurídicas solo prohíben resultados que empeoren la situación del bien
jurídico, no las que lo beneficien:
Ej.: A para evitar que B sea atropellado por un auto lo empuja y al caer B se lesiona. Ese
resultado no es imputable a A, porque benefició a B, quien seguramente habría sido
gravemente lesionado.
122
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
d.- Las normas jurídicas solo prohíben acciones que representen un peligro para el bien
jurídico que protegen. Aquellos resultados que caen fuera del ámbito de protección de la
norma no son imputables, tal es el caso del que produce una lesión a otro que luego muere en
el incendio del hospital, otro ejemplo lo sería el siguiente: A mata a B, y la madre de B muere
de un síncope cardiaco al saber la noticia. El ámbito de protección de la norma solo se
extiende hasta la concreción inmediata del peligro representado por la acción.
Dichos criterios no son un catálogo cerrado y siempre es posible deducir otros a partir de una
definición adecuada de la función y finalidad de las normas jurídico-penales.
6. Tipo subjetivo:
123
El elemento subjetivo del tipo doloso de comisión está constituido por el dolo, el cual se
define como conciencia y voluntad de realizar el tipo objetivo de un delito.
De la anterior definición se extrae que el dolo tiene dos elementos: uno intelectual y otro
volitivo.
No basta un conocimiento meramente potencial (que hubiera podido o debido saberlo), sino
que tiene que saber lo que hace, sin que se exija un conocimiento exacto de cada
particularidad, como por ejemplo a quien pertenece la cosa en el hurto, la edad exacta de la
menor en el delito de violación. El modo de conocimiento de los elementos del tipo penal
depende de su naturaleza: los elementos descriptivos debe haberlos percibido por los sentidos,
los elementos normativos no se captan por los sentidos, sino que se comprenden en su
significación, por ejemplo, en el caso del elemento típico documento, el autor debe saber que
se trata de un instrumento destinado a probar una determinada relación jurídica, sin que sea
124
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
necesaria una comprensión técnico jurídica. Otros elementos como "pudor, buenas
costumbres, mujer honesta que se denominan empírico culturales, requieren de una valoración
por parte del autor.
125
El error puede recaer sobre un elemento sin el cual desaparece totalmente la tipicidad (el autor
cree apoderarse de una cosa de su propiedad). También puede alcanzar a una circunstancia
agravante o atenuante. El autor cree que mata a otro y no a su cónyuge, lo que hace
desaparecer el dolo de parricidio.
127
El elemento volitivo supone voluntad incondicionada de realizar algo (típico) que el autor cree
que puede realizar. Si el autor aún no está decidido a realizar el hecho o sabe que no puede
realizarse, no hay dolo, bien porque el autor no quiere todavía la realización del hecho, bien
porque no puede querer lo que no está dentro de sus posibilidades.
El querer supone el saber, ya que nadie puede querer realizar algo que no conoce, sin embargo
saber y querer no son lo mismo: el ladrón sabe que la cosa es ajena pero no quiere que lo sea y
para apoderarse realiza voluntariamente la acción de apoderamiento, a pesar del conocimiento
de la ajenidad.
Art. 31: "Obra con dolo quien quiere la realización del hecho tipificado, así como quien
lo acepta previéndola a lo menos como posible".
Dicha definición comprende en forma parcial el dolo directo, pues solo toma en cuenta uno de
sus aspectos: el volitivo, así mismo reconoce la aplicación en el sistema penal del dolo
eventual. El elemento cognitivo del dolo debemos buscarlo en los art. 34 y 35 del Código
Penal.
Art. 34.-"No es culpable quien al realizar el hecho, incurre en error sobre algunas de las
exigencias necesarias para que el delito exista según su descripción. No obstante si el error
proviene de culpa, el hecho se sancionará solo cuando la ley señale pena para su realización a
tal título. Las mismas reglas se aplicarán respecto de quien supone erróneamente la
concurrencia de circunstancias que justificarían el hecho realizado".
Interpretado a contrario sensu el párrafo primero del artículo transcrito, se debe entender que
es culpable quien, al realizar el hecho conoce las exigencias necesarias para que el delito
exista según su descripción, refiriéndose por descripción a la descripción típica, esto es a los
elementos objetivos del tipo penal, de modo que el conocimiento del hecho se establece en el
art. 34 y el error de tipo lo que va a excluirlo (Dall´ Anesse Ruiz (Francisco). El dolo, p. 20).
129
El disvalor de acción en los delitos dolosos no siempre se agota en el dolo, en algunos casos se
requiere que el autor haya realizado el tipo con una determinada intención, motivación o
impulso.
Intención: Se trata de meta perseguida por el autor que está más allá de la realización del tipo
objetivo. Ej.: homicidio cometido para preparar, facilitar o cometer otro delito (art. 112 inc. 6
C. Penal). Lo importante de esos especiales elementos intencionales es que constituyen
objetos que el autor quiere alcanzar, mediante la realización del tipo, relevantes para el ilícito
penal, mientras que para el dolo directo lo único relevante para el derecho penal es la
realización del tipo.
Motivo: Son difícilmente diferenciables de la intención (motivos depravados).
Además de los delitos dolosos, se encuentran en el Código los culposos en los que la finalidad
del autor no se dirige a la realización del tipo, pero éste se cumple como consecuencia de la
falta al deber de cuidado observada por el actor. En el delito doloso el disvalor de acción está
dado por la voluntad de realizar el tipo, en cambio el disvalor de acción en el delito culposo
está dado por el descuido del autor y la correspondiente manifestación de desprecio por los
bienes jurídicos de otros o de la comunidad. Las infracciones imprudentes son
cualitativamente menos graves que las dolosas, pues hay un menor grado de rebelión contra el
ordenamiento jurídico y, en consecuencia un menor grado de reprochabilidad social por más
que los daños cuantitativamente puedan ser graves que los causados dolosamente, de ahí que
la pena del delito culposo siempre es más leve que la del doloso. En el derecho penal
moderno las acciones imprudentes que producen un resultado típico sólo se castigan cuando se
prevé expresamente en el Código, la realización culposa del tipo penal. El Código Penal no
define que debe entenderse por culpa, como si lo hace con el dolo.
131
estima que el deber de cuidado debe determinarse objetivamente, es decir como aquella
diligencia que hubiera puesto en la circunstancia concreta un ciudadano medio cuidadoso, es
decir sin considerar las capacidades concretas del autor (deber de cuidado objetivo). Frente a
esta teoría se encuentra el punto de vista según el cual el deber de cuidado debe determinarse
en base a un criterio individual y a los conocimientos individuales del autor (deber de cuidado
subjetivo).
Ej.: En el primer caso una persona con conocimientos especiales no infringe el deber de
cuidado si solo emplea una diligencia media. En el segundo caso la misma persona infringe el
deber de cuidado si solo emplea la diligencia media. Este criterio permite una mejor
protección de los bienes jurídicos y es el preferible.
Dentro del riesgo permitido se debe tomar en cuenta lo que en doctrina se le conoce como el
principio de confianza, según el cual el que ha obrado suponiendo que los demás cumplirán
con sus deberes de cuidado, no infringirá el deber de cuidado. Ej.: Un automovilista que a la
velocidad permitida y con luz verde del semáforo atraviesa una intersección, no infringe el
deber de cuidado si no toma las precauciones para el caso de una eventual infracción de otro
automovilista que a pesar de la luz roja también cruce la esquina.
132
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
133
Actúa con culpa consciente quien considera como posible la realización del tipo penal, pero
contrariamente al deber y en forma reprochable, confía en que no lo realizará. Actúa con culpa
inconsciente, el autor que no se ha representado el peligro que es la consecuencia de la lesión
del deber de cuidado que le incumbía.
135
riesgo personal." Si se trata de un riesgo que el omitente está obligado a soportar estaríamos
ante un indicio claro de que el deber tiene por objeto evitar un resultado y no solo la
realización de una acción.
137
En los delitos propios de omisión (tipificados) que requieren la evitación de un resultado, al
igual que en los impropios (no tipificados), la exigencia del resultado plantea el problema de
la imputación objetiva del mismo a la omisión de la acción que lo hubiera evitado. Dicha
relación se da cuando la acción omitida hubiera impedido el resultado producido. Se trata no
de afirmar la causalidad real de la omisión respecto del resultado, sino la causalidad potencial
de una acción no llevada a cabo. No se pregunta si la omisión del salvavidas es la causa de la
muerte del bañista que se ahogó, sino si la acción de salvamento que el guardavidas hubiera
podido realizar, hubiera evitado la muerte del bañista. La respuesta a la anterior pregunta no
exige en la doctrina dominante un grado de certeza, se infringe el deber de actuar cuando el
omitente hubiera reducido con su acción claramente el peligro que corría el bien jurídico, lo
que presupone según la capacidad y conocimientos del autor, que éste haya podido reconocer
la existencia de la posibilidad de reducir el peligro para el bien jurídico con su acción.
138
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
La omisión impropia presenta serios problemas porque los tipos penales no se hallan
expresamente tipificados en la ley (art. 18 CP). Para resolver este problema de la falta de
tipificación expresa nuestra jurisprudencia ha señalado que no es necesario que exista una
expresa tipicidad de la omisión impropia para que ésta pueda ser castigada, pues ello está
facultado en aplicación del artículo 18 del Código Penal. Para limitar el circulo de autores que
pueden incurrir en este tipo de conductas, la doctrina ha creado el concepto de posición de
139
garante. Veamos este ejemplo en un caso la SALA TERCERA indicó: “Por otra parte, y
suponiendo que no se hubiere podido establecer actuaciones (acciones positivas) a los
encartados tampoco analizó el Tribunal, como era su deber en un caso como el presente, si los
absueltos pudieron haber incurrido en alguna responsabilidad penal por omisión, conforme al
párrafo segundo del artículo 18 del Código Penal, al disponer que “...cuando la ley reprime el
hecho en consideración al resultado producido, responderá quien no lo impida si podía
hacerlo, de acuerdo con las circunstancias, y si debía jurídicamente evitarlo”. Tómese en
cuenta que los jerarcas, administradores, encargados, miembros de la junta directiva y demás
personeros de una empresa que se dedica a receptar fondos del público con el fin de invertirlos
en actividades supuestamente lucrativas, asumen un clarísimo deber legal frente a aquellos
ciudadanos que realizan la inversión, al menos el deber de vigilar de manera responsable que
el dinero efectivamente se invierta en la actividad económica prometida, que esa actividad sea
cierta, lícita y que no se les defraude. Al eludir ese análisis, el Tribunal de Juicio incumplió el
deber de fundamentación que se acusa violado en el recurso del Ministerio Público. Ya esta
Sala había indicado, siguiendo la teoría de la omisión impropia acogida en el artículo 18 del
Código Penal, que es posible para los representantes legales, personeros o miembros de la
Junta Directiva de una empresa delegar las funciones en otras personas para que éstas asuman
sus responsabilidades, pero ello es admisible sólo “...tratándose de empresas complejas, con
un gran volumen de trabajo, siempre que quien delegue las funciones gire adecuadas
instrucciones a sus subalternos para que éstos no realicen hechos lesivos; que eviten cualquier
irregularidad de la que puedan percatarse; que seleccionen a personas idóneas para
desempeñar las funciones delegadas; que los supervisen y suministren a éstos los medios
necesarios para cumplir con sus obligaciones; y fundamentalmente, que la repartición de
funciones responda a exigencias propias, concretas y constantes de la empresa..”. El Tribunal
de Juicio no analizó si en efecto hubo una delegación de funciones o si los encartados
permitieron que sus nombres se utilizaran para realizar actividades ilícitas, y la
responsabilidad penal que en cualquiera de esos supuestos pudieron haber asumido por
omisión... En un caso como el anterior la posición de garante, el deber jurídico, surge de las
responsabilidades de los personeros y directores de la empresa mercantil dedicada a captar
fondos del público para invertir y a vender públicamente valores mercantiles. Y esas
responsabilidades surgen por un lado de la propia ley, en este caso el Código de Comercio, y
por otro lado también surge de la costumbre, de las tradiciones y de las circunstancias propias
del ámbito bursátil, mercantil y empresarial, entre las que sobresalen la buena fe, la
140
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
141
VII. ANTIJURIDICIDAD
1. Generalidades
La teoría de la antijuridicidad tiene por objeto establecer bajo que condiciones y en que casos,
la realización de un tipo penal (en forma dolosa o no, activa u omisiva) no es contraria al
derecho. Es por lo tanto una teoría de las autorizaciones para la realización de un
comportamiento típico. Una acción típica será también antijurídica, si es realizada por el autor
sin contar con una causa de justificación. La tipicidad de una acción es consecuentemente un
indicio de antijuridicidad, porque los comportamientos típicos seleccionados por el legislador,
generalmente constituyen ataques muy graves a bienes jurídicos muy importantes,
conminándolos con una pena, por ello debe verificarse si existe o no una causa o fundamento
de justificación, sino concurre ninguna de estas causas, se afirma la antijuridicidad. Esta
tarea es independiente e inversa a la comprobación de la tipicidad. Es independiente porque
sólo cabe plantearse la cuestión de antijuridicidad, cuando se ha llegado a la conclusión de que
la acción es típica, es decir que se subsume bajo un tipo penal; es inversa porque consiste en la
verificación de que el caso no se subsume bajo el supuesto de hecho de una causa de
justificación.
2. Antijuridicidad e injusto:
Si bien los términos antijuridicidad e injusto son tratados como equivalentes en la dogmática
jurídico penal, es conveniente diferenciarlos. La antijuridicidad es un predicado de la acción,
el atributo o cualidad con el que se califica una acción para denotar que es contraria al
Ordenamiento Jurídico; la antijuridicidad es una cualidad de la acción común a todas las
ramas del ordenamiento jurídico (acción antijurídica de hurto, de homicidio, de
incumplimiento contractual, de infracción administrativa), por eso se habla de injusto civil,
injusto penal o administrativo, aunque la antijuridicidad sea unitaria para todo el
Ordenamiento Jurídico. El o lo injusto es un sustantivo que se emplea para denominar la
acción misma, calificada ya como antijurídica; lo injusto (llamado también ilícito) es por lo
tanto la conducta antijurídica misma.
lo que se conoce como antijuridicidad material. En la medida que nos se de la ofensa al bien
jurídico, no se podrá hablar de antijuridicidad, por más que formalmente exista una
contradicción entre la norma y la acción. La falsificación de la firma de un personaje famoso
por simple pasatiempo, o la confección falsa de una letra de cambio con fines didácticos, no
puede ser considerados actos antijurídicos, porque el bien jurídico protegido por los delitos
(La Fe Pública), no se ve afectado por esos hechos. El criterio de la antijuridicidad material
puede servir como criterio de interpretación restrictiva de los tipos penales. Así por ejemplo,
exigir el yacimiento a una mujer amenazándola con revelar su verdadera edad, podrá ser un
hecho constitutivo de amenazas, pero difícilmente uno de violación. Igualmente sirve el
concepto material de antijuridicidad para graduar la gravedad de la misma, pues no es lo
mismo el hurto de cien colones que de cien millones de colones, y para elaborar conceptos
como el de insignificancia, intervención mínima, etc., que restringen el ámbito de aplicación
del derecho penal a los ataques verdaderamente graves a los bienes jurídicos más importantes.
5. Causas de Justificación
Las causas o fundamentos de justificación se encuentran en todo el ordenamiento jurídico; la
autorización para la realización de una acción típica puede estar autorizada por el derecho
civil, derecho administrativo o por el penal, es un catálogo abierto en el que siempre es
posible incluir nuevas causas. Los Códigos penales suelen contener una serie de disposiciones
en las que se especifica cuándo un comportamiento típico no debe sancionarse con una pena.
Sin embargo no todas esas circunstancias tienen el mismo carácter. Mientras unas dejan la
143
acción típica impune porque excluyen lo ilícito, otras provocan la impunidad porque eliminan
la culpabilidad (error de prohibición) y otras porque determinan directamente una renuncia a
la pena (el desistimiento en la tentativa). La manera de distinguir las causas de justificación de
otras que solo excluyen la pena pero no lo ilícito, es recurriendo a los principios de
justificación. En relación a los principios de la justificación se han elaborado dos teorías. La
Teoría monista pretende reducir todos los casos de justificación a un único principio. En este
sentido se ha dicho que son causas de justificación las que responden a la idea de "más
utilidad que daño social" o de "utilización de un medio adecuado para alcanzar un fin
reconocido por el orden jurídico". Estos criterios resultan ser excesivamente amplios para
permitir una distinción entre causas de justificación y las que no lo son, todo depende de lo
que se considera socialmente útil o adecuado al fin reconocido por el derecho. La Teoría
Pluralista que es la dominante en la actualidad, por el contrario admite varios principios que
pretenden explicar porqué ciertos casos deben considerarse causas de justificación.
Se afirma que considerando la esencia de lo ilícito como una lesión de intereses, sólo cabe
aceptar dos principios justificantes: El principio de la ausencia de interés y el principio del
interés preponderante. El principio de la ausencia de interés hace referencia al consentimiento
del ofendido. El principio de interés preponderante, procura dar cuenta del fundamento
justificante del ejercicio de deberes especiales y de los llamados derechos de necesidad
(estado de necesidad y defensa necesaria o legítima). En estos casos se afirma que el orden
jurídico da preeminencia a un bien jurídico sobre otros y por lo tanto la lesión producida en
esas circunstancias debe ser justificada. Los anteriores principios deben ser completados con
la afirmación generalizada de que "el catálogo de las causas de justificación no quedará nunca
cerrado" y que lo que en definitiva fundamenta la calidad de una circunstancia como causa de
justificación es la decisión referente a que esa circunstancia debe tratarse de acuerdo con las
reglas de la justificación. El tratamiento del ejercicio de un derecho especial, la defensa
necesaria, el estado de necesidad (justificante), y el consentimiento (justificante), no
encuentran en la dogmática penal actual, oposición o crítica a que sean tratados como casos de
justificación. Todas las causas de justificación confieren un derecho para obrar, es decir,
otorgan un permiso, sea dejando sin efecto una prohibición, o liberando del cumplimiento de
un mandato. Hay tres casos en que la doctrina considera que el fundamento del permiso
proviene de la especial situación del autor y del bien jurídico en el momento de la acción y se
trata separadamente esos casos:
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
a) cuando el permiso para actuar está condicionado por la agresión ilegítima de otro (defensa
necesaria). b) por la colisión de bienes jurídicos (estado de necesidad).
c) o por el acuerdo del titular del bien (consentimiento del ofendido).
Junto a estos casos hay otros cuyo número es indeterminado, en los que se trata
fundamentalmente de la colisión del deber general de no realizar una acción típica con el
deber especial de realizarla o con la autorización especial para ejecutarla (son casos de
cumplimiento de un deber y ejercicio de un derecho).
5.1.1. Agresión
La agresión debe partir de un ser humano, la defensa frente a animales está regulada por el
estado de necesidad. La agresión puede tener lugar en forma activa (acción) o pasiva
(omisión). La agresión puede ser tanto intencional como proveniente de una conducta
realizada sin la debida diligencia. Cualquier bien jurídico debe ser objeto de agresión, y por lo
tanto defendible, en ese sentido el art. 28 del Código Penal señala: "No comete delito el que
obra en defensa de la persona o derechos propios o ajenos, (...)". No se admite la defensa
frente a la agresión a la patria, a la esencia de la nacionalidad, al orden constitucional, etc.
Estos casos están excluidos de la legítima defensa y solo cabe respecto de ellos los medios
145
institucionales previstos en la Constitución, salvo que se trate de bienes individuales como por
ejemplo la propiedad del Estado en donde si cabe la defensa necesaria. Se aprecia también la
existencia de agresión cuando el agresor sea un incapaz de culpabilidad (inimputable). En
estos casos se admite un derecho de defensa limitado, ya que frente al inimputable carece de
sentido la ratificación del ordenamiento jurídico, y por lo tanto el agredido debe intentar, por
lo menos, seriamente eludir la agresión antes de hacer uso del derecho de defensa.
de un incapaz o de un niño, en cuyo caso se debe exigir evitar la agresión por un medio
distinto a la defensa.
147
de lesión jurídica o igualdad del mal. Tener bien presente que el medio es racional cuando ha
sido el necesario, dentro de las posibilidades que el autor dispone.
Es siempre conveniente colocarse en la situación del que reacciona, para apreciar cómo habría
procedido el hombre común en el caso concreto. Las circunstancias deben ser apreciadas
objetivamente por el Juez.
Debe actuarse con suma cautela en este tipo de defensa y ser apreciada rigurosamente por los
Jueces. Por ser una defensa privilegiada la carga de la prueba le corresponde a quien la
invoque. Si por ejemplo, Juan dice que encontró dentro de su casa a un intruso y lo mató, tiene
que demostrar, como imputado, tal circunstancia. NO se debe esperar que el Estado demuestre
que existe tal privilegio. Como se observa se revierte la carga de la prueba, el principio de que
es el ente acusador el que tiene que demostrar la culpabilidad. A este tipo de legitima defensa
se le llama también presunta, porque precisamente, surge de la presunción iuris tantum, de que
alguien que esté dentro de una edificación o dependencia sin derecho alguno, constituye un
peligro para los habitantes u ocupantes.
Dicha regla tiende a desaparecer en las legislaciones, se trata de una presunción legal de
necesidad de defensa. En estos casos la defensa se considerará necesaria aunque no lo sea,
considerada ex post.
148
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
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intereses, tomándose en cuenta otras circunstancias que rodean el conflicto y que son
importantes para su solución:
a) Debe partirse de la relación jerárquica de los bienes jurídicos (por ejemplo la relación
existente entre los bienes vida y la propiedad, la verdad documental y el honor, etc.
b) Debe considerarse el merecimiento de protección de bien jurídico de más jerarquía en la
situación social concreta (es de mayor jerarquía la vida de las personas después que antes del
nacimiento, atendiendo a la pena con que el Código Penal amenaza la lesión de cada uno de
esos bienes).
c) La diferencia de valor de los intereses que colisionan debe ser esencial y no cualquier
diferencia. Se excluye en todo caso del estado de necesidad una colisión de intereses en la
que la salvación de uno de ellos requiera la lesión de un bien jurídico altamente personal
(vida, integridad corporal, honor, etc.).
5.2.4. El estado de necesidad solo puede invocarlo quien no esté obligado a soportar el
peligro.
Un soldado no puede abandonar el combate alegando el peligro en que se encuentra su vida,
un bombero tampoco puede alegar el estado de necesidad para salvar un bien propio a costa de
otro que desaparecería en el incendio (art. 27 párrafo último del Código Penal).
de igual jerarquía, pues se afirma con razón que quien de todos modos cumple con un deber
no obra antijurídicamente. Ej. Un salvavidas se ve en la circunstancia de tener que salvar a dos
personas que se están ahogando a la vez, y solo puede salvar a una de ellas.
151
autoriza el consentimiento de lesiones cuando la acción tiene por fin beneficiar la salud de
otros (art. 129 del Código Penal).
152
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
153
5.4.3. Ejercicio de un derecho
Al igual que el cumplimiento de un deber, es difícil de imaginar situaciones de ejercicio de un
derecho que no se superpongan al estado de necesidad por colisión de intereses, en cuyo caso
se rige por las reglas de éste. En este tema se debe diferenciar cuando el ejercicio del derecho
recae sobre bienes jurídicos propios, lo que excluye la tipicidad (no realiza hurto el que se
apodera de una cosa propia, ni viola el domicilio el que entra a su casa), reservándose para el
ámbito de la antijuridicidad los supuestos que el ejercicio de un derecho recae sobre bienes
ajenos.
6. Elemento Subjetivo
Para justificar una acción típica no vasta con que se objetivamente la situación justificante,
sino que es preciso además que el autor conozca los elementos objetivos de la causa de
justificación y para ejercitar el derecho de defensa, de necesidad, etc. Así por ejemplo sólo
puede actuar en legítima defensa quien sabe que se está defendiendo, sólo quien conoce el
estado de necesidad puede obrar impulsado por ella. Desde un punto de vista sistemático, no
cabe otra solución, pues si lo injusto se caracteriza por un disvalor de acción y un disvalor de
resultado, su negación reclama la negación de ambos elementos. Surge la posibilidad
entonces de una acción disvaliosa y un resultado justificado. Por ejemplo: A quiere matar a B
y sin saber que éste lo está agrediendo ilegítimamente, lo mata realizando una acción
necesaria para evitar el resultado de la agresión. En el supuesto se dan los elementos objetivos
de la causa de justificación pero falta el subjetivo, pues del disvalor del resultado desaparece
pero se mantiene el disvalor de acción, por lo que el hecho no está justificado, pero sólo será
punible como delito tentado.
antijuridicidad, que no excluye el dolo, por lo que se estaría en presencia de un delito doloso
que no será culpable si el error sobre las circunstancias objetivas de justificación es inevitable,
y si es evitable la pena será atenuada, conforme lo prevé el numeral 35 del Código Penal. Esta
es la posición que mejor permite la protección de los bienes jurídicos y exige mayor esfuerzo
de quienes crean obrar en una situación justificada. Otro presupuesto de error se da cuando el
sujeto se excede en el ejercicio de una causa de justificación, realizando una acción que no es
necesaria para salvar el bien jurídico. Este supuesto sólo puede tener relevancia cuando el
autor no sepa que se excede, es decir haya obrado con un error sobre la necesidad de la acción
que realiza. Si el autor sabe que se excede no tendrá derecho a invocar esta circunstancia. El
error sobre la necesidad debe tratarse como un error de prohibición distinguiendo en si es
vencible o invencible, el art. 29 del Código Penal en relación con el 79 ibídem, establecen la
atenuación de la pena en el caso de error, por lo que está refiriendo al error de necesidad
vencible. En caso de error invencible se excluiría la culpabilidad de acuerdo con la teoría
sobre el error de prohibición.
155
consecuencia de ello se producen accidentes que provocan lesiones al enfermo u otros
acompañantes.
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
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2.1. Ideación:
Se trata de un proceso interno en que el autor elabora el plan del delito y propone los fines que
serán meta de su acción, eligiendo a partir del fin los medios para alcanzarlo.
2.2. Preparación:
Es el proceso por el cual el autor dispone de los medios elegidos, con miras a crear las
condiciones para obtener el fin.
2.3. Ejecución:
Es la ejecución concreta de los medios elegidos en la realización del plan. Dentro de la
ejecución se distinguen dos niveles de desarrollo: Uno en que todavía el autor no ha dado
término a su plan (tentativa inacabada) y otro en que ya ha realizado todo cuanto se requiere
según su plan para la consumación (tentativa acabada o delito frustrado).
2.4. Consumación:
Es la obtención del fin típico planeado mediante los medios utilizados por el autor.
3. Concepto de la Tentativa
Hay tentativa cuando el autor con el fin de cometer un delito determinado, comienza su
ejecución, pero no lo consuma por razones ajenas a su voluntad (ver art. 24 del Código Penal).
Dicho concepto comprende tanto la tentativa idónea, que es aquella que a pesar de la falta de
consumación del delito, la acción era adecuada para producirlo, como la tentativa inidónea,
que se refiere a los casos que la acción carece de aptitud para alcanzar la consumación. La
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
doctrina dominante acepta que la tentativa inidónea es merecedora de pena aunque con ciertas
limitaciones. Algunos ejemplos de tentativa inidónea son los siguientes:
a) El que dispara a otro con una arma descargada creyéndola cargada.
b) El que dispara a un cadáver creyendo que es una persona viva. Por razones político
criminales, se ha admitido por la doctrina, el rechazo de la punibilidad de la tentativa irreal,
que es aquella en que el autor quiere lograr la realización del tipo recurriendo a medios
mágicos, supersticiosos, etc. Ejemplos de lo anterior es querer matar a otro mediante
conjuros, atravesando alfileres a un muñeco, o mediante rezos.
A estos supuestos se refiere el Código Penal en el art. 24 cuando señala "(...). No se aplicará
la pena correspondiente a la tentativa cuando fuere absolutamente imposible la
consumación del delito; en tal caso se aplicará una medida de seguridad." Lo destacado
en negrita fue anulado por la Sala Constitucional en el voto 1588-98 de 16:27 horas del 10 de
marzo de 1998, por lo tanto tampoco se aplica hoy día la medida de seguridad.
También la doctrina rechaza la punibilidad de aquellos supuestos en que existe un mínimo de
peligrosidad para el bien jurídico protegido como por ejemplo: cuando se quiere matar a otro
envenenándolo con azúcar, o derribar un avión a pedradas, casos de utilización de medios
inidóneos, que provocan un delito imposible.
Desde un punto de vista subjetivo, no hay diferencia entre estas tentativas y las otras, sin
embargo objetivamente si hay diferencia, al no correr peligro alguno el bien jurídico y que por
el contrario, mueven a risa o compasión por el sujeto.
La tentativa inidónea para ser punible, debe tener las mismas cualidades que la tentativa
idónea: debe darse el dolo, haberse iniciado la fase ejecutiva y suponer esta un peligro para el
bien jurídico protegido. Este último requisito debe medirse con criterios distintos que en la
tentativa idónea. Disparar contra un cadáver creyendo que se trata de una persona viva, o que
la pistola está cargada, es una acción que para un observador imparcial que conoce la realidad
(que se trata de un cadáver o que el arma está descargada), no es una conducta objetivamente
peligrosa, pero puede ser peligrosa e idónea para matar, para el observador imparcial que crea
como el autor que el cadáver es una persona viva, o que el arma con que dispara está cargada.
En cambio en la tentativa irreal, cualquier hombre medio podría admitir la falta de
peligrosidad. Seguidamente al analizar el fundamento del castigo de la tentativa, volveremos
sobre la posibilidad o no de castigar un delito imposible.
159
4. Fundamento del castigo de la tentativa
El fundamento del castigo de la tentativa reside en el disvalor de acción, ya que el resultado
no alcanza precisamente a producirse. La fundamentación de la punibilidad de la tentativa se
ha intentado mediante criterios objetivos y subjetivos. La teoría objetiva considera que la
tentativa es punible por el peligro que ha corrido el bien jurídico protegido (esta es la que
siguen nuestros tribunales actualmente). La teoría subjetiva toma como punto de partida no la
puesta en peligro del bien jurídico, sino la comprobación de una voluntad hostil al derecho.
Mientras que la teoría objetiva no permite fundamentar la punibilidad de la tentativa inidónea,
por lo que no puede ser aplicada por aquellos que creen en la necesidad político criminal de su
punibilidad, la teoría subjetiva tiene problemas para excluir la tentativa irreal, sobre la que se
considera que por razones de política criminal no debe aplicarse pena alguna.
Si pensamos en el fundamento del castigo de una tentativa inidónea, nos damos cuenta de que
siguiendo la teoría objetiva, no es posible su castigo. Parece ser el criterio que siguió la Sala
Constitucional en su Voto número famoso voto 1588-98 al eliminar hasta la posibilidad de
aplicar una medida de seguridad, pues consideraron que no existe puesta en peligro para el
bien jurídico.
Sin embargo, en el proyecto del Código Penal, encontramos otra cosa. Se establece que no se
aplicará pena en el delito imposible, excepto en los casos expresamente señalados. Debemos
entender que dentro de la parte especial se establecen conductas que si bien caen dentro de los
problemas de la tentativa inidónea, el legislador parece considerar el criterio de la
“perturbación del bien jurídico”, esto es que si bien no se pone en peligro real al bien
jurídico, sí se considera la lesividad de la conducta realizada por el peligro creado.
Así efectivamente, dentro del proyecto encontramos el articulo 158 que sanciona las
amenazas. Lo novedoso, es que expresamente se adopta también la teoría subjetiva sobre
punibilidad de la tentativa inidónea, pues se sanciona con pena de prisión de dos a ocho meses
o hasta cincuenta días multa a quien amenace a otra persona y realice una acción con el
propósito de afectar la vida o la integridad física de la misma, de un familiar o de un tercero
íntimamente vinculado a ésta, pero no logra alcanzar su resultado por haber actuado
erróneamente con medio inidóneos para consumarlo.
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
Veamos, que con la aprobación de este proyecto de Código Penal, se estaría adoptando, tanto
la teoría objetiva como subjetiva como fundamento del castigo de la tentativa.
Veamos lo que dicen los artículos del Proyecto del Código Penal:
“ARTICULO 68:Penalidad de la tentativa, del desistimiento y del delito imposible
La tentativa será sancionada con la pena prevista para el delito consumado, la que podrá ser
disminuida discrecionalmente. No es punible la tentativa cuando se trate de contravenciones.
En los casos de desistimiento sólo se sancionarán los actos que por sí constituyen delito.
No se aplicará la pena correspondiente cuando sea absolutamente imposible la consumación
del delito, salvo en los casos expresamente señalados.
ARTICULO 158: Amenazas
Quien amenace a una persona con lesionar un bien jurídico suyo o de su familia, o de un
tercero íntimamente vinculado, será sancionado con pena de prisión de dos a ocho meses o
hasta cincuenta días multa.
La misma pena se aplicará a quien realice una acción con el propósito de afectar la vida o la
integridad física de una persona, y no alcanza el resultado por haber actuado erróneamente con
medios inidóneos para consumarlo.
Si el hecho se realizare con arma de fuego, la pena aplicable será de tres meses a un año de
prisión o hasta setenta y cinco días multa.”
5. Elementos de la tentativa:
La distinción por tanto entre delito consumado y tentativa reside en que en la tentativa el tipo
objetivo no está completo a pesar de estarlo el tipo subjetivo.
6. El dolo:
Doctrinalmente sólo se acepta la tentativa del delito doloso, si para la consumación es
suficiente con el dolo eventual, también lo será para la tentativa. Se excluye por tanto la
tentativa del delito culposo porque en esta no se manifiesta la voluntad de cometer un delito.
El Código penal no señala expresamente que sólo exista la tentativa del delito doloso, sin
embargo se puede extraer del contenido del numeral 24 del Código Penal, que señala que
"Hay tentativa cuando se inicia la ejecución de un delito, por actos directamente encaminados
a su consumación y (...)". Para que los actos estén directamente encaminados a la ejecución, es
161
necesario que el autor dirija su finalidad a ella y eso sólo se logra cuando se actúa con
conocimiento y voluntad de realizar el tipo penal, sea dolosamente.
162
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
La Sala Tercera en su Voto 908-98 del 29-09-98 indicó que: “los actos preparatorios, los
cuales por tesis de principio de un ordenamiento penal liberal (o "democrático", como suele
convencionalmente llamársele), son impunes; ello no sólo por un asunto de tipificación
específica, o de política criminal normada, sino esencialmente en respeto al principio de
lesividad que debe entenderse contenido en los preceptos fundamentales, es decir que el
Estado no puede intervenir o sancionar acciones que no dañen a otra (s) persona (s)
(recogida tímidamente en el artículo 28 de la Constitución Política). A pesar de ello,
frecuentemente los ordenamientos, y el nuestro tristemente no es excepción, echan mano al
socorrido expediente de convertir de suyo en figuras típicas propias actos preparatorios de
otras.”
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El autor supone erróneamente que tiene la calificación de autor necesaria para la comisión del
delito. Ejemplo: el autor cree ser funcionario público sin serlo y cree haber cometido el delito
de cohecho.
9. El desistimiento en la Tentativa
A diferencia de muchos Códigos Penales latinoamericanos (venezolano, colombiano,
mexicano), el costarricense expresamente no contempla la exclusión de la pena para quien
voluntariamente desiste de realizar el hecho típico una vez iniciada su ejecución, sin embargo
ello está implícito en el texto del art. 24 del Código Penal porque se excluye la tentativa
cuando la no obtención del fin típico planeado, se debe a causas dependientes del agente. La
no punibilidad de la tentativa desistida es consecuencia de una excusa absolutoria
sobreviniente (posterior al comienzo de la ejecución). El fundamento de esta excusa
absolutoria combina diversos puntos de vista. En parte se quiere estimular el abandono del
plan delictivo, prometiendo la impunidad de la tentativa (teoría del premio), pero también se
tiene en cuenta que la culpabilidad, en tales casos disminuye considerablemente en su
gravedad y hace innecesaria la pena o que la pena carece de razón desde puntos de vista
preventivos. Habrá desistimiento siempre que el autor, una vez iniciada la ejecución, por su
voluntad no consume el hecho. En la tentativa resulta esencial que el hecho no se consume
por circunstancias ajenas a la voluntad del autor. En el desistimiento en cambio resulta
esencial que el resultado no se produzca por la voluntad del autor. Los requisitos del
desistimiento son diversos según el grado de desarrollo de la acción alcanzado por el autor.
Para su análisis debe establecerse primero la diferencia entre tentativa acabada y tentativa
inacabada. Tentativa acabada: Es aquella cuando el autor según su plan, realizó todos los actos
necesarios para lograr la consumación y esta no ha tenido lugar. Ejemplo: El autor ya tomó la
cosa ajena pero todavía no abandonó el lugar que está bajo la custodia del dueño; el autor ha
expuesto a la víctima el engaño tal como lo había planeado para estafarla, pero ésta no se
interesa por el negocio que le propone fraudulentamente. En el primer caso hay una tentativa
acabada del delito de hurto y en el segundo de estafa. Tentativa inacabada: Si el autor no hizo
todavía todo lo que según su plan era necesario para lograr la consumación. Ejemplo: El autor
comenzó con un engaño que requiere varios pasos sucesivos según lo ha planeado y todavía
no realizó todos los pasos previstos en su plan.
165
11. Casos especiales de tentativa
La especial estructura de algunos delitos excluye la posibilidad de apreciar la frustración, ya
que la realización de todos los actos ejecutivos necesariamente lleva aparejada la
consumación. Ejemplo: la asociación ilícita. En los delitos de mera actividad o simple
omisión que son en cierto modo por omisión, la tentativa comenzará cuando el sujeto omita
las obligaciones inherentes a su posición de garante con el fin de producir el resultado (por
ejemplo desde el momento que se deja de alimentar al recién nacido. En los supuestos de la
actio libera in causa, cuando el sujeto que se ha puesto en estado de inimputabilidad, comienza
a ejecutar el delito.
166
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
2.1. Teoría objetivo-formal: Es autor quien realiza algún acto ejecutivo del delito. Esta teoría
es insuficiente para fundamentar la autoría mediata y algunos supuestos de realización del
delito sirviéndose de un aparato de poder.
2.2. Teoría subjetiva: Se basa en el ánimo concreto que el interviniente en el delito tenga. Si
actúa con ánimo de autor, será autor cualquiera que sea su contribución material al delito; si
actúa con ánimo de participe, será siempre partícipe. Esta teoría no toma en cuenta que la ley
para definir quien es autor del delito no prescinde del aspecto material de la contribución al
delito y tampoco que el dolo del responsable de un delito (autor o partícipe), no tiene nada que
ver con que se quiera el hecho como propio o como ajeno ni importan las razones o motivos
por los que se haga.
2.3. Teoría objetiva material: Según este criterio, es autor quien domina finalmente la
realización del delito, es decir quien decide el sí y el cómo de su realización. Este concepto es
167
el más apto para definir quien es autor y quien partícipe, porque aunque a veces sea difícil
precisar en casa caso quien domina realmente el acontecimiento delictivo, está claro que sólo
quien tenga la última palabra y decida si el delito se comete o no, debe ser considerado autor.
En estos casos es necesario que el autor haya obrado con dolo; el que obra sin dolo carece de
dominio del hecho. Por lo tanto el problema de distinción entre autores y partícipes sólo se
presenta en los delitos dolosos. En los delitos culposos son autores todos los que infringen el
deber de cuidado que caracteriza lo ilícito del delito culposo.
3. Autoría
El Código Penal en el art. 45 da el concepto autor: "Es autor del hecho punible tipificado
como tal, quien lo realiza por sí o sirviéndose de otro u otros y, coautores los que lo realizan
conjuntamente con el autor".
De la anterior definición de delito se pueden extraer tres clase de autoría: directa, mediata y
coautoría.
El dominio del hecho puede presentarse de diferentes maneras: como dominio de la acción
(consiste en la realización de la propia acción) que es el supuesto de la autoría directa, como
dominio de la voluntad (que consiste en dominar el hecho a través del dominio de la voluntad
de otro), que se refiere a la autoría mediata y como dominio funcional del hecho (que consiste
en compartir el dominio funcionalmente con otro u otros) que son los casos de coautoría.
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
- Cuando el instrumento obra sin dolo: porque ignora las circunstancias del tipo, es decir obra
con error de tipo y no sabe que hecho está llevando a cabo. Ejemplo: El médico que para
matar a un paciente utiliza a una enfermera que no sabe que la jeringa contiene una dosis
mortal. El dominio del hecho proviene del conocimiento del autor mediato y del
desconocimiento del instrumento.
- Cuando el instrumento obra coaccionado: En esta hipótesis los puntos de vista se dividen.
Por una parte se sostiene que el coaccionado obra con dolo y que, por lo tanto, tiene el
dominio del hecho; consecuentemente el que coacciona sería instigador pero no autor mediato.
Otros autores sostienen que cuando el efecto de la coacción sobre el coaccionado es muy
fuerte y reduce altamente su libertad hasta un punto que pierde la decisión sobre lo que
ocurrirá, el que coacciona será autor mediato, con respecto al coaccionado se da el supuesto de
falta de acción.
- Cuando el instrumento no tiene capacidad de motivación: La situación puede adoptar dos
formas diferentes según que el instrumento sea inimputable o haya actuado con error de
prohibición o la desaprobación jurídico penal que haya sido provocada o aprovechada. Si el
instrumento es inimputable (incapaz de motivarse) habrá autoría mediata de parte de quien lo
utiliza, salvo que el inimputable haya conservado el dominio del hecho, en cuyo caso habrá
instigación. Ejemplo: quien induce a un enfermo mental a atacar a una persona, responde
como autor mediato por las lesiones u homicidio que cause el enfermo mental. Si el
instrumento obra con error de prohibición inevitable, faltará también su capacidad de
motivación y habrá autoría mediata. En el caso de que el error sea evitable es posible también
la autoría mediata, pues aunque no excluye la capacidad de motivación, si excluye el dominio
del hecho, que se traslada al que conoce todas las circunstancias. Ejemplo: quien provoca en
un timorato un estado de legítima defensa putativa que lo hace disparar contra una persona.
- Cuando el instrumento carece de la calificación de autor o bien obra sin el elemento especial
de la autoría: Es autor mediato el funcionario público que se sirve de un tercero como persona
intermedia para recibir dinero. También quien ordena a otro privar de su libertad a una persona
para obtener rescate, comete como autor mediato el delito de secuestro extorsivo.
- Cuando el instrumento no obra típicamente: La cuestión se presenta sobre todo en los casos
de participación en el suicidio de otro. En nuestro país este problema queda superado porque
se incrimina la participación y ayuda al suicidio (art. 115 del Código Penal).
169
- Cuando el instrumento obra de acuerdo a derecho o justificadamente: El que, por ejemplo,
mediante una denuncia falsa logra que el juez ordene la detención del acusado, tiene el
dominio del hecho porque el juez que obra de acuerdo con lo que prevén las leyes ignora la
situación real o causa del engaño. Es autor mediato de lesiones, homicidio o daños, quien
azuza a un perro o induce a un enfermo metal a atacar a otro y la persona atacada mata al
perro, lesiona o da muerte al enfermo mental.
- Cuando el instrumento obra dentro de un aparato de poder: El jefe de un aparato de poder
como por ejemplo El Servicio Secreto, da orden a un subordinado de que mate a otro, tiene el
dominio del hecho y es, por lo tanto autor mediato porque tiene la posibilidad de remplazar al
subordinado que se negare a cumplir su orden por otro que la cumpliría. La autoría directa del
que cumple la orden está fuera de toda duda.
4. Coautoría
Lo decisivo en la coautoría es que el dominio del hecho lo tienen varias personas que, en
virtud del principio de reparto funcional de roles, asumen por igual la responsabilidad de su
realización. Las distintas contribuciones deben considerarse por tanto, como un todo y el
resultado total debe atribuirse a cada autor, independientemente de la entidad material de su
punibilidad, la teoría subjetiva tiene problemas para excluir la tentativa irreal, sobre la que se
considera que por razón necesaria si la ayuda prestada es de tal magnitud que se puede decir
que el que la presta también domina el hecho, éste será coautor aunque no ejecute el hecho.
Sólo así pueden considerarse coautores al jefe y los miembros de una banda que asumen
funciones directivas u organizativas estrechamente relacionadas o son parte integrante
fundamental de la realización del delito que vendría a ser un dominio funcional del hecho.
Cada coautor responde del hecho, siempre que éste permanezca en el ámbito de la decisión
común adoptada previamente. Cualquier exceso de uno de los coautores repercutirá en la
forma de imputación subjetiva del resultado que se haya cometido por exceso; así unos
pueden responder dolosamente y otros a título de culpa o no responder en absoluto por el
exceso. Si bien en la coautoría todos son considerados autores del hecho, el título delictivo
por el que responden puede ser diferente. Ejemplo: en los delitos especiales impropios (la
cualidad especial en el sujeto activo agrava el delito), el coautor cualificado responde por el
delito especial (parricidio, malversación) y el coautor no cualificado responde por el delito
común (homicidio, hurto). Distinta de la coautoría es la autoría accesoria, que es en los casos
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
que el dominio del hecho pueda aparecer compartido por más de una persona, sin que hayan
tenido un plan común.
5. Participación
La participación es una categoría dogmática que se caracteriza por estudiar el problema de
aquellos que tomando parte en un delito no realizan la acción típica, posición que alcanza a los
instigadores y cómplices, porque sus acciones contribuyen a la realización del delito por el
autor, pero no son acciones típicas en el sentido de que no realizan por sí solas la acción
descrita en el tipo: determinar a otro a matar a un tercero (instigar) no es matar a otro; prestar
ayuda a otro para que robe no es robar, sino cooperar en un robo y, por lo tanto, complicidad.
La participación no es un concepto autónomo sino dependiente del concepto de autor y sólo en
base a este puede enjuiciarse la conducta del partícipe. Es decir, el delito por el que pueden
enjuiciarse los distintos intervinientes en su realización es el mismo para todos (unidad del
título de imputación), pero la responsabilidad del partícipe viene subordinada al hecho
cometido por el autor (accesoriedad de la participación). Si no existe un hecho por lo menos
típico y antijurídico, cometido por alguien como autor no puede hablarse de participación, ya
que no hay razón para castigar a alguien que se limita a participar en un hecho penalmente
irrelevante o lícito para su autor (accesoriedad limitada). Cuando el partícipe se sirve del
hecho atípico o lícito del autor para cometer un delito, se le puede sancionar pero como autor
mediato, porque el partícipe domina la realización del hecho. Para sancionar la participación
en un delito no es necesario que el autor sea culpable, ya que la culpabilidad es una cuestión
personal que puede ser distinta para cada interviniente en el delito o incluso faltar en uno de
ellos (enfermo mental). La participación sólo es punible en su forma dolosa, es decir el autor
debe conocer y querer su participación en la realización del hecho típico y antijurídico de otra
persona que es el autor de un hecho doloso. El carácter doloso del hecho principal está
impuesto por la naturaleza misma de la participación. Instigar es crear el dolo en el autor. La
complicidad presupone que otro es el autor y por lo tanto que tiene el dominio del hecho y
éste no es posible sin dolo. La participación en los delitos culposos carece de todo sentido.
Participar en un delito culposo no sería concebible sino como la realización de un aporte
contrario al deber de cuidado exigido Si el aporte en lugar de ser contrario al deber de
cuidado, fuera doloso, estaríamos ante una autoría mediata en la que se utiliza un instrumento
que obra sin dolo. En los delitos culposos esta contribución comporta ya autoría. Por lo
171
demás, la participación depende de que el hecho del autor haya alcanzado, por lo menos el
estadio de la tentativa, es decir, implique un comienzo de la ejecución del hecho punible. Si
existe un error del partícipe, éste debe ser tratado de acuerdo con las reglas sobre el error, pero
como no cabe la participación culposa, cualquier tipo de error (vencible o invencible) sobre un
elemento esencial del tipo delictivo cometido por el autor excluiría la responsabilidad del
partícipe.
Admitida la accesoriedad limitada, la pena correspondiente al partícipe, será la que amenace al
hecho típico y antijurídico cometido por el autor, pero dicha regla reconoce excepciones, que
dependen de los diferentes elementos del tipo penal según que sean fundamentadores de la
punibilidad (calidad de funcionario en los delitos especiales propios de funcionarios) o que
simplemente la modifiquen (la agraven o atenúen).
También debe distinguirse entre elementos de carácter personal y no personal (es decir con
efectos personales). De acuerdo con ello existen elementos de carácter personal que
fundamentan la punibilidad y elementos de carácter personal que sólo la modifican. Estos
elementos de carácter personal pertenecientes a lo ilícito no siempre se extienden a los
partícipes. El art. 49 del Código Penal determina que si se trata de elementos personales que
fundamentan la punibilidad, tienen efecto respecto de la punibilidad del partícipe si eran
conocidas por éste. Ejemplo: en un delito especial propio como la traición que sólo puede ser
cometido por costarricense o extranjero residente en territorio nacional (art. 275 y 278 del
Código Penal), el extranjero no residente que induzca o preste ayuda será punible si tenía
conocimiento de que los instigados o ayudados eran costarricenses o extranjeros residentes.
Si se trata de elementos personales que disminuyen la punibilidad, sólo tienen efecto personal,
es decir a favor de aquel en quienes concurren. Ejemplo: la emoción violenta del art. 113
inciso 1 del Código Penal es una circunstancia atenuante personal; el que induce o presta
ayuda a otro que obra en estado de emoción violenta en el homicidio, no se beneficia de la
atenuación y es sancionado por homicidio simple de acuerdo con el art. 111 del Código
Penal). La contraposición entre elementos personales que disminuyen la punibilidad y los que
la excluyen, es falsa, pues si la excluyen, son fundamentadores de la punibilidad y deberían
pertenecer al primer párrafo del art. 49 que se refiere a los elementos personales que
fundamenta la punibilidad. El tercer párrafo del art. 49 es impropio en materia de
participación, que se limita en materia de las excepciones a la accesoriedad limitada a tratar
los efectos de los elementos personales, en tanto los efectos de los elementos materiales en la
participación, están determinados por el dolo y sólo se tendrán en cuenta respecto de quien
172
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
conociéndolas prestó su concurso. En caso de exceso que se da cuando los autores se exceden
o realizan un hecho más grave que aquél al que se les instigó o para el que se les prestó la
ayuda o colaboración, los instigadores y cómplices no responderán sino por el hecho al cual
instigaron o en el que creyeron colaborar, teniendo cabida en todo caso al dolo eventual (art.
48 del Código Penal).
5.1. El instigador
Instigador es el que dolosamente determina a otro, en forma directa, a la comisión de un
delito. El Código penal lo define así: "Son instigadores, quienes intencionalmente determinen
a otro a cometer el hecho punible." (art. 46 del Código Penal). La instigación se caracteriza
por hacer nacer en otro la idea de cometer un delito, pero quien domina y decide la realización
del mismo es el instigado, porque de lo contrario el instigador sería autor mediato La
punibilidad del instigador depende de:
- Que el instigado no estuviera ya con anterioridad determinado a cometer el delito.
- Que el instigado de por lo menos comienzo a la ejecución del hecho (art. 24 y 48 del Código
Penal). Cuando la instigación no logre su propósito por razones ajenas a la voluntad del
instigador, cabe sancionar por tentativa de instigación. Es evidente que la instigación por
omisión no cabe.
5.2. El Cómplice
"Son cómplices los que prestan al autor o autores, cualquier auxilio o cooperación para la
realización del hecho punible." (art. 47 del Código Penal). Cómplice es el que dolosamente y
sin tener el dominio del hecho principal, presta al autor o autores ayuda para la comisión del
delito. Los actos deben ser anteriores o simultáneos con el delito. El concepto de complicidad
permite incluir en él comportamientos omisivos que favorecen la realización del delito (no
denunciarlo a tiempo o las ponga la existencia de una circunstancia del tipo que por no
concurrir en el hecho impide la consumación del delito: El autor crea mujer es mayor de doce
años. Si el autor conoce la circunstancia que según su parecer constituyen un delito y supone
la antijuridicidad, sobre todo en delitos relacionados con drogas, cuando estos se infiltran
dentro de las organizaciones delictivas con el fin de descubrir a quienes intervienen en esa
actividad ilícita. Se da el agente provocador cuando una persona, sea policía o actuando a
nombre de ella, determina la consumación del ilícito, haciendo que otra u otras personas
173
incurran en un delito que probablemente no se habían propuesto realizar con anterioridad, para
lo cual puede infiltrarse en una organización manteniendo contacto permanente con las
personas que va a inducir o bien tener simple contacto con ellas de manera ocasional. En estos
casos de participación por instigación de la policía o de alguien a su nombre, se trata de una
situación totalmente experimental que no podría tener cabida en nuestro ordenamiento, pues el
deber de la policía debe dirigirse a descubrir a los autores de un delito, pero no a realizar
mecanismos para tentar a las personas a realizarlos y menos provocar su consumación en
circunstancias en que la persona inducida no se había planteado con anterioridad. Pero la
situación es diferente cuando la policía interviene para acreditar que una persona ya se
dedicaba a esa misma actividad ilícita en otras ocasiones o cuando el delito es permanente y la
intervención se produce en una fase sucesiva, que es lo que se conoce como agente encubierto.
El agente encubierto se presenta en todos aquellos casos en que se infiltra una organización o
se tiene contacto ocasional con otra persona dedicada a realizar hechos delictivos, con el fin
de poner a descubierto esas otras personas y someterlas a proceso penal, procurándose dos
cosas básicas: por un lado obtener la prueba necesaria para acreditar el comportamiento ilícito
de esas personas, y por otro tomar las precauciones necesarias para evitar que dichos sujetos
alcancen el resultado que se proponían en el caso concreto. Estas formas de actuación
policial son muy útiles también para sancionar la corrupción de los funcionarios públicos que
suelen buscar retribuciones indebidas o dádivas con ocasión del cargo que desempeñan. Dicha
actividad de la policía ha sido avalada en nuestro medio por la Sala Constitucional (Votos
1169-94 de 10:57 horas del 2 de marzo de 1994; 477-94 de 15:36 horas del 25 de enero de
1994).
174
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
SEGUNDA PARTE
175
Curso: DERECHO PENAL II Código: DERE-115
Profesor: Lic. Dennis León Chinchilla
X. LA CULPABILIDAD
2. Elementos de la Culpabilidad
La comunicación entre el individuo y los mandatos de la norma solo puede darse si el
individuo tiene la capacidad para sentirse motivado por la norma, conoce su contenido o se
encuentra en una situación en la que puede regirse, sin grandes esfuerzos, por ella. De lo
anterior se deducen los elementos de la culpabilidad: imputabilidad o capacidad conocido
como imputabilidad o más modernamente capacidad de culpabilidad, que es el conjunto
de estas facultades mínimas requeridas para poder ser motivado por sus actos por los
mandatos normativos. Quien carece de capacidad de culpabilidad, no puede ser
176
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
responsabilizado penalmente por sus actos, por más que estos sean típicos y antijurídicos. En
relación a la imputabilidad debe tenerse presente que la misma se presume siempre que no se
den circunstancias de las de las cuales resulte lo contrario.
177
enfermedad mental que lo fuera por poco tiempo. En el concepto de enfermedad mental se
incluyen las neurosis y psicosis como aquellos defectos o alteraciones del proceso de
socialización relevantes en la determinación de la imputabilidad de un individuo, aunque no
sean estrictamente reconducibles al concepto de enfermedad mental: psicopatías,
drogodependencias, etc., siempre que influyan sobre las facultades cognoscitivas y volitivas
del individuo. El trastorno mental transitorio se considera que es una reacción del sujeto a una
causa externa, una reacción vivencial anómala. Situaciones tales como la depresión reactiva,
la reacción explosiva y en corto circuito, la reacción histérica, etc., se pueden incluir en este
concepto, siempre que tengan intensidad suficiente para producir una grave perturbación del
psiquismo, al igual que la embriaguez y otros tipos de intoxicación por drogas si han sido
ocasionados en forma accidental o involuntaria; el síndrome de abstinencia también puede
llevar a estados de trastorno mental transitorio. La capacidad de culpabilidad o imputabilidad
está referida al momento de la comisión del hecho como lo establece el art. 42 citado supra, lo
que es común a las otras categorías de la teoría del delito, sin embargo, una excepción a este
principio lo constituye la actio libera in causa. El art. 44 del Código Penal reza: "Cuando el
agente haya provocado la perturbación de la conciencia a que se refiere los artículos
anteriores, responderá del hecho cometido por el dolo o culpa en que se hallare en el momento
de colocarse en tal estado y aún podrá agravarse la respectiva pena si el propósito del agente
hubiese sido facilitar su realización o procurarse una excusa." De acuerdo con la teoría de la
actio libera in causa, se considera también imputable al sujeto que al tiempo de cometer sus
actos no lo era, pero si lo era en el momento que ideó cometerlos o puso en marcha el proceso
causal que desembocó en la acción típica. Como ejemplos de lo anterior tenemos: El guarda
líneas que se duerme y provoca con ello un choque de trenes; el que se embriaga y sabe que en
ese estado se vuelve pendenciero y agresivo, acometiendo a las personas, el que se embriaga
para cometer en ese estado un delito, conducir un automóvil, etc. En estos casos las lesiones,
el homicidio, los daños, etc., se cometen en un estado de inimputabilidad (o incluso de falta de
acción), pero el autor, antes de realizar la acción típica había puesto en marcha el proceso
causal, cuando todavía era imputable. La imputabilidad aquí va referida a la acción
precedente a la acción típica. Cuando la situación de inimputabilidad haya sido buscada con
el propósito de delinquir, el delito imputado debe imputarse a título de dolo, ya que el propio
sujeto se utiliza como instrumento de comisión del delito en verdadera autoría mediata de si
mismo. Si el delito es más grave o distinto del que el sujeto se propuso cometer, sólo se podrá
imputar a título de imprudencia.
178
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
4. Conocimiento de la Antijuridicidad
Así como la tipicidad es un indicio de la antijuridicidad, podemos decir que la realización
dolosa de un tipo penal casi siempre va acompañada de la conciencia de que se hace algo
prohibido, tanto más cuanto el bien jurídico protegido en el tipo sea uno de los fundamentales
para la convivencia y en cuya protección tiene su razón de ser el Derecho Penal, de ahí que en
la práctica se parta del conocimiento de la antijuridicidad, cuando el autor de un hecho típico
no justificado es imputable. Sin embargo no debe pensarse que el conocimiento de la
antijuridicidad es un elemento superfluo de la antijuridicidad porque la función motivadora de
la norma penal y por tanto la capacidad de motivación que exige la culpabilidad, sólo tiene
sentido frente a quien no conoce que su hacer está prohibido, pues de lo contrario el sujeto no
tendría motivos para abstenerse de hacer lo que hizo. El conocimiento de la antijuridicidad no
exige que lo sea del contenido exacto del tipo penal o la penalidad concreta del hecho, basta
que el autor de acuerdo con su formación, nivel cultural, etc., se represente dicha ilicitud como
posible y a pesar de ello actúe. No es suficiente con un conocimiento potencial, es decir que el
autor hubiese podido conocer lo ilícito de su hacer para que pueda reprochársele como
culpable. El conocimiento de la antijuridicidad como los demás elementos de la teoría del
delito, exige una valoración del juez de los diversos componentes, psicológicos y sociales que
inciden en el comportamiento del individuo. Si el sujeto desconoce la antijuridicidad de su
hacer, actúa entonces en error de prohibición.
179
5. Error de prohibición
Existe error de prohibición no sólo cuando el sujeto cree que actúa lícitamente, sino también
cuando ni siquiera se plantea la licitud o ilicitud de su hecho. El error de prohibición puede
ser:
a) directo: Cuando se refiere a la existencia de la norma prohibitiva como tal.
b) indirecto: Cuando se refiere a la existencia, límites o presupuestos objetivos de una causa
de justificación.
6. Exigibilidad de la Conducta
En principio el ordenamiento jurídico marca unos niveles de exigencia mínimos, que pueden
ser cumplidos por cualquier persona. Se habla en estos casos de exigibilidad objetiva, normal
o general. Más allá de esta exigibilidad normal el ordenamiento jurídico no puede imponer el
cumplimiento de sus mandatos. Así por ejemplo en el estado de necesidad se exige como
requisito que el necesitado no tenga, por su oficio o cargo, obligación de sacrificarse. Junto a
esta no exigibilidad objetiva, existe una no exigibilidad subjetiva o individual, que se refiere a
180
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
determinadas situaciones extremas en las que no se puede exigir al autor concreto de un hecho
típico y antijurídico que se abstenga de cometerlo, porque ello implicaría un excesivo
sacrificio para él. El derecho no puede exigir comportamientos heroicos o, en todo caso, no
puede imponer una pena cuando en situaciones extremas alguien prefiere realizar un hecho
prohibido por la ley penal antes que sacrificar su propia vida o la integridad física. En estos
casos la no exigibilidad de un comportamiento distinto no excluye la antijuridicidad sino la
culpabilidad. En la culpabilidad la no exigibilidad de conducta distinta obliga a comprobar
antes de formular el juicio completo de culpabilidad, si el autor que con capacidad de
culpabilidad y con conocimiento de la antijuridicidad de su hacer, realizó un hecho típico y
antijurídico, se encontraba en alguna situación tan extrema que no fuera aconsejable desde el
punto de vista de los fines de la pena, imponerle una sanción penal. A la idea anterior
responden el llamado estado de necesidad disculpante y el miedo insuperable.
181
8. El miedo insuperable
Dispone el art. 38 del Código Penal, que no es culpable quien obra bajo coacción o amenaza
de un mal actual grave, sea o no provocada por la acción de un tercero, cuando
razonablemente no puede exigírsele una conducta diversa. En principio esta eximente
recuerda a una causa de inimputabilidad o incluso de falta de acción, por cuanto el miedo es
un estado psíquico que puede llevar incluso a la paralización total del que lo sufre, sin
embargo el miedo al que se alude es aquel que, aún afectando psíquicamente al que lo sufre, le
deja una opción o una posibilidad de actuación (amenaza, situación de peligro para la vida,
etc.). Insuperable quiere decir aquí superior a la exigencia media de soportar males y peligros.
La insuperabilidad es un requisito objetivo de ahí que en el sujeto que sea timorato o muestre
gran cobardía, no podrá apreciarse esta eximiente. Al igual que en el Estado de Necesidad, el
mal que produce el miedo ha de ser serio, real e inminente e igual o mayor que el que el sujeto
comete amparado por esta eximiente. A diferencia de lo que sucede en el estado de necesidad,
la razón de eximiente es el componente subjetivo (el miedo), no la situación objetiva de
conflicto.
1. Generalidades
La teoría sobre el concurso trata de dar respuesta a la cuestión de saber cuándo hay una acción
punible o varias, cuándo hay un delito o varios y conforme a cuáles criterios debe hacerse la
separación entre acción única y hecho punible único, de un lado y pluralidad de acciones y de
delitos por otro lado, todo lo cual tiene importantísimos efectos para determinar la pena a
imponer. El tema lo encontramos regulado en los artículos 21, 22, 23, 75, 76 y 77 del Código
Penal.
Los tipos penales de la parte especial castigan a quien realiza una acción u omisión, que
produce una lesión jurídica, pero no dicen que hacer ni que pena aplicar en el caso de que el
delincuente realice con una sola acción, varias lesiones jurídicas, ni tampoco dice que hacer
cuando el delincuente deba ser juzgado por varias acciones u omisiones. La respuesta a estas
cuestiones la encontramos en la parte general, en las normas antes citadas. Son casos de
concurso de delitos, el concurso aparente, el concurso ideal, el concurso real y el delito
continuado.
183
2. Concurso aparente
El concurso aparente de delitos ocurre cuando aparentemente hay varias lesiones jurídicas,
pero en realidad sólo hay una, que desplaza a las otras de acuerdo con varios criterios.
Determinar si hay uno o varios delitos tiene como finalidad práctica fijar las consecuencias de
los hechos punibles. El concurso aparente no es un verdadero concurso, sino un problema de
determinación de la ley o precepto legal aplicable, cuando aparentemente son varios los que
deben ser tomados en consideración. Los criterios que se utilizan para resolver ese aparente
concurso son los de especialidad, subsidiaridad y consunción. El concurso aparente está
regulado en el art. 23 del Código Penal que reza: "Cuando una misma conducta esté descrita
en varias disposiciones legales que se excluyen entre si, sólo se aplicará una de ellas, así: la
norma especial prevalece sobre la general, la que contiene íntegramente a otra se prefiere a
ésta y aquella que la ley no haya subordinado expresa o tácitamente a otra, se aplica en vez
de la accesoria." La consecuencia práctica del concurso de leyes reside en que sólo es
aplicable la pena del delito que desplaza a los otros y, además en la determinación de esa pena
no debe computarse otras violaciones de la ley, aspecto este último que establece la diferencia
con el concurso ideal, en el que se impone la penal del delito más grave, pero teniendo en
cuenta que el autor también ha cometido otras violaciones de la ley penal.
3. Especialidad
Habrá relación de especialidad cuando un tipo penal tenga todos los elementos de otro pero,
además, algún elemento que demuestra un elemento especial de punibilidad. La relación de
especialidad se da en todos los casos en que los tipos guardan la relación de calificado o
privilegiado con respecto al tipo básico. Tal es el caso que existe entre el homicidio simple
(art. 111) y los homicidios calificados (art. 112, 135, 136, 137, 244 inc. 2, 249, 257, 259 entre
otros); entre hurto simple (art. 208) en relación con los hurtos agravados (art. 209) y al robo
(art. 212 y 213), o con relación a los hurtos privilegiados (art. 210, 212); entre la privación de
libertad sin ánimo de lucro (art. 191) con relación al secuestro extorsivo (art. 215). Existe
especialidad también en los casos de delitos compuestos o complejos y los delitos que lo
componen. Ejemplos de lo anterior son: El delito de robo (art. 212) con el de hurto simple
(art. 208) y el de coacción (art. 193). Varios tipos penales constitutivos de delitos son
desplazados por tipos penales especiales constitutivos de contravenciones. Así por ejemplo el
tipo penal del 161 (abusos deshonestos), es desplazado por el art. 380 inciso 6 (tocamientos
inmorales); el art. 208 (hurto simple), es desplazado por el art. 386 inciso 1° (hurto menor); el
184
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
art. 228 (daños) por el art. 386 inc. 9 (daños menores). La relación de especialidad puede
darse también entre tipos penales constitutivos ambos de delito. Ejemplo: El art. 147
(calumnia), es especial respecto a la injuria o difamación (art. 145 y 146); El delito de rapto
que es especial (art. 163) frente al delito de privación de libertad (191); la acusación o
denuncia calumniosa (art. 317) es especial frente a la injuria, la difamación y la calumnia; el
favorecimiento de evasión (art. 325) es delito especial frente al delito de favorecimiento
personal (art. 320)
4. Subsidiaridad
Se dará una relación de subsidiaridad cuando un tipo penal sólo sea aplicable en tanto no
resulte aplicable otro. Al criterio de la subsidiaridad se acude cuando el de especialidad ha
resultado insuficiente. La subsidiaridad puede ser expresa o tácita, según esté ordenada en la
ley o tenga que ser deducida por la vía interpretativa. La subsidiaridad expresa no pertenece al
problema del concurso aparente de delitos, porque el legislador expresamente excluye la
norma que considera subsidiaria. Ejemplo: El delito de incesto (art. 174, se aplica siempre que
no se trate de una violación o estupro (art. 157 y 160). Ejemplos de subsidiaridad tácita: El
185
delito de libramiento de cheque sin fondos (art. 243) es subsidiario del delito de estafa
mediante cheque (art. 221); existe subsidiaridad también entre la tenencia de instrumentos
para la falsificación (art. 370) y el delito de falsificación (art. 357 y siguientes); entre los
delitos de peligro y de resultado contra un mismo bien jurídico (agresión con arma, lesiones y
homicidio); entre los delitos de lesiones corporales menos graves, frente a los de lesiones más
graves.
5. Consunción
La relación de consunción se da cuando el contenido de lo ilícito y la culpabilidad de un delito
está incluido en otro. Se da en hipótesis como cuando un delito engloba otros hechos ya de
por sí delictivos que no se castigan autónomamente porque su desvalor va incluido en el
desvalor del delito del que forman parte. Así por ejemplo la tentativa queda subsumida por el
delito consumado, el delito de lesiones en el delito consumado de homicidio doloso, los
abusos deshonestos en la violación consumada. En los delitos complejos que surgen de una
especial relación típica de dos delitos autónomos, como por ejemplo, el robo con homicidio.
Desde que se aprecie la figura compleja dejan de tener autonomía el robo y el homicidio
separadamente. Se resuelve con este criterio los llamados actos copenados anteriores,
simultáneos y posteriores que resultan impunes.
El hecho anterior impune se da cuando dos acciones penalmente relevantes, las cuales se
relacionan de tal modo que una de ellas no es punible porque la otra posterior contiene todo el
contenido injusto de la primera. Para ello se requiere dos acciones que se desarrollen
sucesivamente en orden cronológico, que ambas acciones representan diferentes grados o
estadios de ofensa a un mismo bien jurídico y que se encuentren en relación de medio a fin.
Ejemplos de lo anterior lo son: art. 134 y 135 inciso 2° con respecto al 131; el art. 230 y 386
inciso 10(inconstitucionales) en relación con los delitos contra la propiedad; art. 219 en
relación con el 386 inciso 6°; el art. 248 en relación con 3l 244, 245, 246, 247; art. 370 en
relación con los delitos previstos en los art. 357, 358, 359, 360 y 361, 362, 363, 366, 367, 368,
369. Son hechos previos impunes algunas contravenciones como por ejemplo, art. 380 incisos
4 y 5, con relación al delito que quiere evitarse con la incriminación de la contravención
(abuso deshonesto o violación, art. 161 y 156). Es también un hecho previo impune la
contravención de tránsito seguida del delito de lesiones u homicidio culposos; los abusos
deshonestos en relación a la violación o tentativa de violación posteriores. Hay también
186
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
relación de hecho previo impune y hechos posterior punible en aquellos casos de delitos
progresivos. El delito progresivo existe cuando un tipo penal, considerado en abstracto y
según su contenido, contiene a otro, de modo que el delito más grave no puede ser realizado
sin realizar el menos grave. Ejemplos: El abandono de cargo (art. 333 derogado), implica la
realización del delito de incumplimiento de deberes (art. 330); el delito de plagio (art. 189),
implica el delito de privación de libertad (art. 191 y 192); el delito de rebelión (art. 292)
implica el de conspiración (art. 298). El hecho simultáneo impune, trata de casos en que la
realización de un tipo penal está unida, no de manera necesaria, pero si regla general, a la
realización de otro tipo penal, debido a lo cual la pena para el delito secundario está contenida
en el delito principal. Ejemplos: El delito de daños (art. 228) es impune con relación al delito
de robo con fuerza en las cosas (art. 212 inc. 1°); el delito de injurias es simultáneo impune
con relación a los delitos sexuales como violación y abusos deshonestos (art. 156 y 161) o con
relación al delito de acusación o denuncia calumniosa (art. 317); el delito de hurto de la
gasolina del auto es hecho simultáneo impune con relación al delito de hurto de uso de un
vehículo automotor (art. 211). Por Hecho posterior impune se entiende aquel comportamiento
que, realizando un tipo penal, tiene por finalidad disfrutar, valorar o asegurar una posición que
fue obtenida mediante la comisión de un hecho delictuoso. Para que ello se de, es necesario
que el objeto material de la acción y el bien jurídico tutelado el hecho principal y el hecho
posterior impune sean el mismo, de manera que se excluye cuando el hecho posterior amplía
el daño producido por el delito. Ejemplos: El autor del hurto no es punible por el delito de
daños si con posterioridad al apoderamiento destruye la cosa. Es impune la utilización
posterior del documento que hace quien lo ha falsificado. Por el contrario, hay concurso
material entre los delitos de extorsión y hurto, si el autor exige al propietario una cantidad para
devolverle la cosa, porque ocasiona un perjuicio adicional. Otro requisito es que el ambos
hechos el sujeto pasivo sea el mismo. Así si el ladrón vende la cosa hurtada a un tercero de
buena fe, habrá concurso real entre hurto y estafa.
187
inervación muscular, no puede ser sino sólo una conducta. Pero ese criterio fisiológico no
puede servirnos para saber cuándo hay una conducta y cuándo varias, porque resultaría
infantil creer que cada movimiento es una conducta.
Es evidente que hay tipos que requieren una gran pluralidad de movimientos, como la estafa
por ejemplo (art. 216 CP). Si bien la unidad fisiológica (un solo movimiento) no puede ser
más que una conducta, varios movimientos también pueden ser una conducta. Ello es
consecuencia de que podemos considerar una conducta a un periodo más o menos largo de
vida de un sujeto o a un momento, a unos pocos movimiento o a una gran multiplicidad de
movimientos. Así, se dice, “su conducta de vida fue ejemplar”, o su “acción de gobierno fue
positiva”, y con ello se está señalando un conjunto muy grande de movimientos confirme a un
sentido final. Pero también se puede señalar con un verbo una conducta compuesta de unos
pocos movimientos conforme a sentido: el apoderarse, el tener acceso carnal, no necesitan
muchos movimientos.
Consecuentemente cuando hay un solo movimiento hay una conducta: el que arroja una
bomba aunque hiera o mate a varios, realiza una sola conducta; el que descarga un puñetazo
realiza una sola conducta aunque lesione a dos personas.
El problema surge cuando –en la mayoría de los casos- hay varios movimientos exteriores
voluntarios. Para que esos varios movimientos exteriores puedan ser considerados como una
sola conducta (única), requieren necesariamente que haya un plan común, es decir, una
unidad de resolución. No obstante, la unidad de resolución, el plan común, es necesario para
que se considere a todos los movimientos voluntarios como una conducta, pero no es
suficiente. Un sujeto puede resolver simultáneamente asaltar diez comercios diferentes en diez
meses sucesivos y también cometer dos homicidios, sin que por ello deba considerarse todo
como una conducta. El plan común constituye el factor final indispensable para considerar a
una pluralidad de movimientos voluntarios como una conducta, pero no es suficiente.
Para que consideremos que varios movimientos con una conducta, es necesario que haya un
factor final que les dé sentido (el plan unitario) pero también es necesario que haya una factor
(el plan unitario) pero también es necesario que haya un factor normativo que la convierta en
una unidad de desvalor. Este factor normativo se extrae de la consideración típica por vía de
interpretación. Los movimientos que siguen un plan común (factor final) necesitan ser
abarcados por un sentido unitario a los efectos de la prohibición (factor normativo), que sólo
puede dárselo el tipo penal.
Cuando hay varios habrá una si hay un plan común (factor final)
Movimientos conducta sólo: y si hay una unidad de sentido para
La prohibición (factor normativo)
Entonces, el factor final no es otra cosa que la voluntad que rige y da sentido a una pluralidad
de actos físicos aislados, es decir, todos aquellos actos encaminados a obtener el resultado; el
factor normativo, la estructura del tipo delictivo en cada caso particular. Consecuentemente,
cuando una sola acción realiza un tipo delictivo se da el caso normal, y cuando una sola
acción o varias acciones realizan varios tipos delictivos surgen, entonces, los problemas
concursales.
189
6.2 Concurso real
El concurso real se da cuando concurren varias acciones o hechos, cada uno constitutivo de
un delito autónomo, lo que no plantea un problema teórico importante. El Código Penal lo
define así (art. 22): "Hay concurso material cuando un mismo agente comete separada o
conjuntamente varios delitos." En principio el tratamiento penal es el de acumulación de
penas, el que si no se limita de algún modo, conduce a penas draconianas incompatibles con la
valoración global de todos los delitos y la sensibilidad jurídica, superiores a las que se
imponen al violador u homicida, delitos graves que en todo caso reconocen límites máximos
que no deben pasarse. De lo contrario se podrían imponer penas de cientos de años de cárcel,
multas de cuantías exorbitantes, de imposible cumplimiento; es por ello lógico que se
establezcan determinados criterios para imponer penas proporcionadas a la valoración global
que merecen las diversas acciones y delitos y a su cumplimiento efectivo. El código penal
regula la aplicación de penas al concurso real de la siguiente manera (art. 76):
"Se aplicarán las penas correspondientes a todos los delitos cometidos, no pudiendo exceder
del triple de la mayor y en ningún caso de cincuenta años de prisión. El Juez podrá aplicar la
pena que corresponde a cada hecho punible, siempre que este fuere más favorable al reo." El
legislador estableció como se indicó en cuanto a la penalidad del concurso real la acumulación
de penas que se limita en dos casos:
a) Por un lado la pena total no puede exceder del triple de la mayor.
Ejemplo: Hay cinco hurtos cometidos por el delincuente. Por los dos primeros se le
impusieron por cada uno dos años de prisión, y por los restantes un año de prisión, la suma
total da siete años de prisión, pero conforme a la limitación establecida en el art. 76, la pena
no puede exceder de seis años de prisión, pues no puede ser superior a tres veces la mayor que
es de dos años.
b) Por otro lado la pena total no puede exceder de 50 años de prisión, de diez años de
extrañamiento o 360 días multa (art. 50 a 53 del Código Penal).
Ejemplo: Si una persona comete tres delitos de parricidio, cada uno tiene una pena mínima de
veinte años de prisión, en cuyo caso necesariamente se pasaría de cincuenta años (como
mínimo sesenta), siendo necesario entonces adecuar la pena a cincuenta años de prisión.
Entran en concurso real aquellas acciones u omisiones realizadas por el mismo agente que no
estén separadas por una sentencia condenatoria y respecto de las cuales está aún pendiente la
pretensión punitiva estatal y que deben o debieron ser juzgadas en un mismo proceso. De lo
anterior se deduce que aquellas acciones u omisiones ya juzgadas con sentencia firme no
190
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
pueden formar concurso real con aquellas realizadas después de que la sentencia adquirió
firmeza. En sentido estricto existe concurso real cuando todas las acciones u omisiones son
objeto de un mismo proceso y desde luego de una misma sentencia.
De un detenido examen de los tipos penales puede concluirse que hay algunos tipos en los
cuales la repetición de las conductas típicas no implica un concurso real, sino un mayor
191
choque de la conducta típica contra el derecho, es decir, un mayor contenido de injusto de la
conducta. Esto se deduce de que la interpretación de los mismos en el sentido de que la
repetición da lugar a un concurso real lleva a resultados absurdos y que entran en colisión con
el principio de racionalidad de la pena.
Piénsese que quien durante seis meses sustrae una pequeña cantidad de dinero diariamente,
con el propósito de apoderarse de una suma total que no puede sustraer en una única
oportunidad porque sería descubierto, conforme a otro criterio interpretativo cometería ciento
ochenta hurtos, lo que significaría que podría imponérsele una pena de hasta 540 años, aunque
con la aplicación del artículo 77 hay un máximo del triple de la mayor o en ningún caso más
de 50 años.
Pero aquí, la misma ley regula la situación, y desde el punto de vista de la norma que da
origen al tipo, no cabe duda que lo razonable es, en estos casos, sostener que se agrava el
injusto y no que hay concurso real. Así el artículo 77 del Código Penal establece que cuando
se trate del delito continuado se aplicará la pena prevista para el delito más grave que se haya
cometido y aumentándola hasta en otro tanto. Así en el ejemplo de los hurtos, se trata de un
mismo tipo penal cuya pena máxima es de 3 años, los que pueden ser aumentados en otro
tanto, 6 años. Algo parecido sucedería con quien tiene acceso carnal con una mujer menor de
edad, cometiendo estupro, y repite el acto sexual durante un año semanalmente; o el que
falsifica papel moneda durante ocho horas diarias cometería tantas falsificaciones como tandas
de papel falso termine.
Por supuesto que esta interpretación racional de los tipos que impide caer en el absurdo, sólo
puede operar a partir del análisis de cada tipo penal y, particularmente, sólo en los casos en
que la forma de afectación del bien jurídico admite grados. Cuando el contenido de injusto del
hecho es único, como sucede en el homicidio, en que la afectación implica la destrucción del
objeto de la relación en que el bien consiste, esta interpretación no puede hacerse y en tales
supuestos necesariamente nos hallaremos ante una repetición de conductas que da lugar a un
concurso real.
El artículo 42 del Código Procesal Penal al regular la prescripción establece que los plazos de
prescripción comenzarán a correr:” …y para los delitos continuados o de efectos permanentes,
desde el día en que cesó su continuación o permanencia.” Algunos doctrinarios han sostenido
que el delito continuado no existe porque carece de base legal, olvidando que la base legal se
halla precisamente en cada tipo penal y que base legal más evidente no puede haber cuando
192
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
pensamos que no es voluntad de la ley penar al que hurta un millón de colones en cien tandas
de diez mil con nueve años, y al que lo hurta de una vez con tres años. Sin embargo nuestro
código sí regula el delito continuado, en el artículo 77, estableciendo, una agravante, que es el
aumento hasta en otro tanto tomando en cuenta la pena del delito más grave. Véase que en el
ejemplo del hurto del millón de colones se aplicaría una pena máxima de seis años.
Lo que caracteriza los elementos de la continuidad de la conducta, es que se requiere, ante
todo como en cualquier otro supuesto la unidad de la conducta el factor psicológico o factor
final, es decir, una unidad de dolo o de resolución, una resolución o dolo unitario: si el que
hurta diariamente una pequeña cantidad de dinero no lo hace con una decisión única, como
por ejemplo, apoderarse del dinero que necesita para pagar una deuda o para comprar un
mueble, sino que repite la decisión diariamente porque se siente tentado en la misma
circunstancia, no habrá continuidad de la conducta, sino tantas conductas como decisiones
tome.
Además del factor final o dolo unitario en el aspecto subjetivo, en lo objetivo se requiere la
identidad del bien jurídico tutelado y la identidad del tipo en que incurre la conducta, aunque
este último requisito es relativo, pues puede darse continuidad con tipos calificados y básicos:
el que algunos días usa una llave falsa para apoderarse del dinero y otros en que la puerta está
abierta y no usa llave (hurto agravado y hurto simple).
La continuidad temporal y espacial no es tampoco un requisito invariable del delito
continuado, pero puede ser un indicio de la continuidad.
La identidad del titular del bien jurídico (víctima) se requiere en los casos en que el tipo
implica una ingerencia en la persona misma del titular y no sólo en sus derechos.
Entonces, delito continuado, se presenta ante una pluralidad de hechos en que la punibilidad
se establece como si fuera un hecho único, que se constituye por hechos plurales discontinuos
que son “dependientes” entre sí. Es decir de delitos de la misma índole varias veces repetidos.
Al respecto se presupone que los distintos actos de la serie se dirijan contra el mismo bien
jurídico, sean homogéneos en la forma de comisión y estén guiados por un “dolo total”
que abarque el hecho concreto en sus rasgos esenciales por tiempo, lugar y forma de
comisión, así como la persona del lesionado.
Ejemplos de delito continuado serían: el cajero de un banco, que desea apoderarse de una
suma total y así durante seis meses, todas las semanas toma cierta cantidad de dinero; el sujeto
que decide tomar, y toma, en distintas ocasiones, las bicicletas que sus dueños dejan aparcadas
193
siempre en un mismo lugar etc., ejemplos que en todo caso no han de referirse a bienes
jurídicos eminentemente personales, pues en tales casos el nexo de continuidad es
inadmisible, por ejemplo: la muchacha que es violada reiteradamente, pero en distintas
oportunidades, por un mismo sujeto, lo que aunque representa las mismas las mismas
características del delito continuado –la reiterada comisión de la violación en la misma
muchacha por el mismo autor- no implica que ocurra éste porque la integridad sexual es un
bien jurídico eminentemente personal, y por ello son distintos en cada acto parcial tanto lo
injusto de la acción y del resultado como el contenido de la culpabilidad del hecho, por lo que
no es admisible renunciar a valoraciones separadas; en similar sentido, se pronuncia la
doctrina en tratándose de que los actos parciales se dirijan contra distintos titulares, ejemplo,
distintas mujeres. En todo caso, criterio básico para determinar si estamos en presencia de un
bien jurídico eminentemente personal será siempre si hay una afección directa a la
manutención y desarrollo de la personalidad de otro.
Establece, entonces, la doctrina que habrá delito continuado cuando:
a) Hay dolo unitario
b) Repetición de la afectación típica del mismo bien jurídico, que admite grados de
afectación;
c) Realizada en forma similar;
d) Cuando la conducta implica injerencia física en la persona del titular, identidad física
del titular.
Se puede decir que el delito continuado es una herramienta político-criminal que permite una
disminución efectiva de la pena en esa hipótesis, pues si las especies de delitos continuados,
de no ser regulados éstos como tales, darían lugar a penas absurdas, en el tanto de una acción
continuada debería verse entonces confirme a acciones independientes sucesivas; es decir, una
gran secuencia de delitos. Consecuentemente, la existencia del delito continuado conlleva
siempre la imposición de penas mucho menores, que si los delitos fueren determinados en
forma independiente o en concurso material, lo que también permite la adecuación a una pena
razonable y proporcionada.
Veamos un ejemplo, utilizando un Voto de la Sala Tercera, que para el tema es muy acertado:
“Este hecho, como se indicó con anterioridad, por sí solo constituye el delito de Usurpación, en
la modalidad prevista y sancionada por el inciso 1) del artículo 225 del Código Penal
(Usurpación por despojo violento del derecho de posesión). La segunda de las acciones
desplegadas por el imputado está referida al portón peatonal y timbre que compartía con el
194
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
ofendido, a los cuales cortó el fluido eléctrico y que en criterio de esta Sala están correctamente
calificados como constitutivos del delito previsto y sancionado por el inciso 3) del artículo 225
(Usurpación por turbación de la posesión), por lo que, en cuanto a ella debe mantenerse incólume
el fallo. Ahora bien, estos dos hechos -considerados autónomamente- son discontinuos (están
temporalmente separados y asumieron consumaciones independientes) y tienen cada uno
idoneidad típica, pero son dependientes entre sí, por lo que la punibilidad de esta pluralidad de
hechos ha de establecerse, dentro de los principios que rigen el concurso de delitos, conforme a
las reglas del delito continuado (artículo 77 del Código Penal). Son dependientes, porque
guardan entre sí un alto grado de homogeneidad, referida concretamente al bien jurídico
afectado y a la "forma" de ataque al mismo. En cuanto a lo primero, el bien jurídico afectado es
de la misma especie (éste es, como se dijo atrás, el uso y goce pacífico de un bien inmueble por
hecho de posesión, tenencia o ejercicio de un derecho real sobre él); en cuanto a lo segundo, la
doctrina admite que no se requiere que todas las acciones se adecuen estrictamente al mismo tipo
penal, sino que lo que se requiere es que, por lo menos, "se trate de acciones con formas comunes
de varios tipos" (el subrayado es suplido, CREUS, Carlos: Derecho Penal, Buenos Aires, Parte
General, Editorial Astrea, pág. 240. Cfr. CASTILLO GONZALEZ, Francisco: El Concurso de
Delitos en el Derecho Penal Costarricense, Publicaciones de la Facultad de Derecho, Universidad
de Costa Rica, pág. 95), tal como sucede en el presente caso, en que el imputado incurrió en dos
de las tres modalidades de Usurpación que prevé y sanciona el artículo 225 del Código Penal,
acciones que comparten "formas comunes", toda vez que ambas fueron cometidas con violencia,
tal como se explicó atrás. Luego, la adopción de esas formas comunes, realizadas en el mismo
día -según se acreditó-, indica claramente que el imputado perseguía una misma finalidad con sus
actos, cual era usurpar violentamente la posesión del ofendido, afectando notoriamente el uso y
goce pacífico del ofendido sobre las áreas comunes del inmueble que compartía con el encartado.
Sobre este punto ha señalado con anterioridad esta Sala que "...ante la dificultad que implica la
averiguación de la finalidad del sujeto activo, pues muchas veces permanece en reserva, la forma
homogénea de realización de los actos es revelatoria de una misma finalidad" (V-319-A, de las
11:40 hrs. del 9 de agosto de 1991). Finalmente, todos los actos del delito continuado no sólo
deben dirigirse contra el mismo bien jurídico, sino que, además, éste debe ser "patrimonial"
(artículo 77 del Código Penal), por lo que debe constatarse si en este caso el bien jurídico
afectado es de carácter patrimonial. Para CASTILLO GONZALEZ "...afectan bienes jurídicos
patrimoniales los delitos previstos en los títulos VII ("Delitos contra la propiedad") y VIII
195
("Delitos contra la buena fe de los negocios") del Libro II del Código penal" (Op. cit., pág. 98), y
siendo que el artículo 225 del Código Penal se ubica en la Sección VI del referido Título VII del
Código Penal, cabe estimar como patrimonial el bien jurídico tutelado por el delito de
Usurpación, en cualquiera de las tres modalidades que prevé y sanciona dicho numeral. Así,
pues, en este caso se reúnen todas las condiciones del Delito Continuado definidas por el artículo
77 del Código Penal”. Voto 474-f-92, Sala Tercera Corte Suprema de Justicia.
Un caso particular dentro del delito continuado lo conforma el llamado delito masa donde se
ha considerado que existe una única acción de estafa o de defraudación cuando la acción del
autor se dirige a sujetos indeterminados; es decir, el delito masa se desarrolla con el fin de
solucionar ciertos problemas que se presentan especialmente en los delitos contra el
patrimonio (fraudes colectivos).
El delito masa es aquel en que el sujeto activo, mediante una sola acción o por varias acciones
-que, consideradas independientemente, constituirá cada una de ellas un delito o falta-, pone
en ejecución un designio criminal único encaminado a defraudar a una masa de personas,
cuyos componentes individuales, en principio indeterminados, no están unidos entre sí por
vínculos jurídicos.
XII. TEORIA DE LA PENA
La pena es una consecuencia de un delito cometido. Esta pena debe ser dispuesta en la norma
de acuerdo con el principio de legalidad. La pena es una forma de reacción que tiene el Estado
ante la comisión del delito; otras reacciones son la reparación civil o indemnización.
Todo hecho delictivo obliga la aplicación de una pena con excepción de las sanciones de
medidas de seguridad.
1. Características de la pena
Prevenir el delito para que los sujetos no ejecuten hechos delictivos. Como se recordará hay
dos tipos de prevención: la especial que va dirigida al delincuente, para que no vuelva a
delinquir; y la general dirigida a todos los ciudadanos, a los potenciales delincuentes para que
se abstengan de cometer delitos.
196
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
2. Finalidad de la pena
Existen varias teorías para explicar los fines que persigue la pena:
2.1. Absoluta: establece la finalidad en un fin reparatorio o retributivo de la pena,
ésta se agota en sí misma, ya que lo que quiere es reparar el desequilibrio que se causa,
restablecer el orden social alterado con el hecho delictivo. Esta teoría es sostenido por
los clásicos como Carrara. Debe aplicarse a los individuos sin ninguna consideración,
ya que si escogió hacer el mal debe pagar por ello.
2.2 Relativa: Para esta la pena no debe tratarse como una medida para atormentar al
delincuente, ni destruirlo como ser humano. Se habla aquí de la prevención especial y
general, o sea prevenir el delito.
2.3 Mixta: Conjuga las teorías absolutistas y las relativa. Para esta si bien es cierto a la
pena no se le puede quitar el valor retributivo, de pago, no debe llevarse al extremo
considerándose que el delincuente deba sufrir el castigo, sino que debe agregarse un
nuevo sentido de utilidad social (evitar que delito se de) e individual, procurando que
el delincuente no vuelva a delinquir.
3. Tipos de penas
Existen diversos tipos de penas:
1. Las que atentan contra las personas; conocidas como penas corporales, y que se
dirigen a la integridad física del que comete el delito, por ejemplo las mutilaciones, la
pena de muerte.
2. El destierro. Confinamiento del delincuente a lugares muy remotos de difícil acceso.
3. Deportación. Expulsar de un país a un sujeto que comete delito.
4. Penas infamantes. Tratan de hacer sufrir moralmente a una persona.
5. Privación de libertad (la cárcel).
6. Económicas o de multa, recaen sobre los bienes de carácter material.
7. Interdicciones penales. Personas que sufren la inhabilitación para determinados
oficios, arte o profesión.
197
1. Penas principales y accesorias. La principal es la pena que tiene propia autonomía o
vida jurídica, no necesita de otras penas para poder ser aplicada. Las accesorias
requieren que se haya establecido una pena principal y van adheridas a ésta.
2. Penas paralelas. Son de naturaleza jurídica similar y se pueden aplicar una u otra, por
ejemplo arresto o prisión, privar a una persona de libertad. Por ahora en Costa Rica no
existen, aunque en el proyecto del Código Penal se instauran. Cabe aclarar que lo que
por ahora existe en Costa Rica son medidas cautelares personales paralelas pero no
penas.
3. Penas alternativas. El Juez tiene la posibilidad de escoger una u otra pena según esté
establecido en la ley. Por ejemplo se aplica prisión o multa. Ejemplo art. 128, 185, CP.
4. Penas conjuntas. Se aplican simultáneamente. Por ejemplo la ley dice prisión y multa,
prisión e inhabilitación, art. 117, 187, 205 CP.
1.-PRINCIPALES:
a. prisión y
b. multa.
2 ALTERNATIVAS:
a.-SUSTITUTIVAS:
i)Multa;
ii) detención de fin de semana;
iii) prestación de servicio de utilidad pública;
iv) arresto domiciliario y
198
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
v) limitación de residencia.
b. COMPLEMENTARIAS:
i)Cumplimiento de instrucciones;
ii) caución de no ofender;
iii) compensación pecuniaria y
iv) prohibición de residencia; y
c. EXTRAORDINARIAS:
i) Amonestación y
ii) extrañamiento.
3.-ACCESORIA:
Inhabilitación.
1.-PRINCIPAL:
a) Multa
2.-ALTERNATIVAS:
a. prestación de servicios de utilidad pública
b. cumplimiento de instrucciones;
c. caución de no ofender;
d. compensación pecuniaria y
e.-amonestación.
199
1. Principales: encontramos aquí la prisión, el extrañamiento, la multa y la
inhabilitación.
2. Accesorias: encontramos únicamente la inhabilitación especial.
3. Prestación de servicios de utilidad pública.
Llama la atención que mediante la ley 8250 se reformara el Código Penal introduciendo la
pena de prestación de servicios públicos, pero sin indicar una clase o sistema donde se incluya
ésta. La pregunta es: ¿Si no es principal o accesoria, entonces qué es? En realidad si vemos el
proyecto del Código Penal, nos daremos cuenta de que esta clase de pena es alternativa, lo que
implicaría que en lugar de la prisión, multa, extrañamiento o inclusive la inhabilitación el Juez
podrá optar por esta clase de pena. Sin embargo, no es sino de la lectura del artículo 56 Bis
adicionado por la misma ley, que se determina, que actualmente, se trata de una pena
alternativa de carácter sustitutivo pues viene, precisamente, a sustituir la pena de días multa,
tal y como lo indica dicho articulo 56 bis: “Si la persona condenada incumple
injustificadamente las obligaciones propias de la prestación de servicios de utilidad pública,
derivadas de la sustitución de la pena de multa, esta se convertirá en un día de prisión por
cada día de prestación de dichos servicios”.
La prisión preventiva no es una pena, se trata de una medida cautelar de carácter personal que
implica la pérdida de la libertad de una persona, por cuanto se considera que dicha libertad
atenta de alguna forma contra la acción de la justicia, ya sea ocultado o destruyendo prueba,
coaccionando a testigos, o evadiendo dicha acción. Por ello algunos confunden la prisión
preventiva con un anticipo de pena, pero se trata de una medida adoptada durante el proceso
de investigación o inclusive en la etapa de juicio, pero no es una pena. De conformidad con el
artículo 460 del Código Procesal Penal si la persona es condenada, el Tribunal que sentencia
deberá descontar el tiempo que duró la prisión preventiva o el arresto domiciliario del tiempo
que imponga como pena de prisión, ello a fin de determinar con exactitud la fecha en que
finalizará la condena impuesta.
201
labores que realicen dentro del Centro de adaptación social y fuera de él se
computarán en igual forma.
Al principio mencionamos que se trata de una sanción personalísima, pero que era un
concepto relativo, ya que si bien no se puede trasladar a persona distinta del condenado, de
acuerdo al artículo 56 Cp si el condenado no paga, el juez puede hacer efectiva la pena sobre
los bienes de aquel o de su garante, por medio del embargo y remate. Se rompe aquí el
principio de personalidad de la pena.
202
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
6.3. Extrañamiento
Consiste en expulsar del país a la persona que se condena. Sería aplicable sólo a los
extranjeros, su génesis la encontramos en el ostracismo griego. Sin embargo, no encontramos
ningún delito en la parte especial del código que lo contemple, y por ello no puede aplicarse
“nulla pena sine lege”.
En el proyecto del Código Penal, se establece como norma en la parte general la aplicación del
extrañamiento de la siguiente forma:
“Artículo 57: La pena de extrañamiento
Cuando se imponga a un extranjero una pena de prisión no mayor de cinco años, en sentencia o
durante su ejecución podrá ser reemplazada por la obligación de abandonar de inmediato el
territorio nacional y de no reingresar al mismo por el triple del tiempo de la condena.
Este reemplazo también procede cuando se haya impuesto al extranjero una pena mayor de
cinco años de prisión, y éste haya descontando dos tercios de la pena.
El reingreso al país implicará la revocatoria del reemplazo, sin perjuicio de otras
responsabilidades.
El extrañamiento no se aplicará cuando perjudique seriamente los intereses patrimoniales de la
persona ofendida o cuando imposibilite el cumplimiento de deberes familiares.”
6.4. Inhabilitación
La inhabilitación como pena tiene un carácter preventivo especial, pues se trata de impedir
que la persona condenada no ejerza determinados derechos, cargos, oficios, artes o
profesiones, los que realizaba cuándo comete el delito, es decir que los usa para cometer el
delito. Lo que se pretende es que la persona no siga siendo irresponsable en su praxis, de ahí
que comúnmente se hable de mala praxis. A esta clase de pena se le conoce también como
interdicción de derechos.
Hay dos tipos de inhabilitación determinadas por los artículos 57 y 58 del CP. La absoluta y la
especial.
a. Absoluta: Se trata casi de una muerte civil, la persona no puede ejercer empleos,
cargos, comisiones, etc. En esta se aplican todas las inhabilitaciones que indica el
artículo 57. (Ver art. 358 CP, y 59 de la Ley 8422)
203
b. Especial: Cómo lo indica el art, 58 se trata de aplicar la pena sobre uno o más de los
derechos o funciones, pero no todos, en cuyo caso sería absoluta. Art. 117, 128, 187,
188, 190, 203, 205, 231, 272. CP.
La inhabilitación será comunicada, una vez firme la sentencia a los órganos correspondientes
para las inscripciones que procedan, por ejemplo al registro civil. art. 459 CPP.
El condenado que cometa un nuevo delito incumpliendo la inhabilitación comete un nuevo
delito denominado quebrantamiento de inhabilitación, previsto y sancionado por el art. 329
CP.
7.1. Requisitos
Sus requisitos son:
1.- Que la pena impuesta no exceda de tres años.
2.- que se trate de pena de prisión o extrañamiento.
3.- que se trate de un delincuente primario. Puede tratarse de una persona que si bien delinquió
alguna vez, su condena ya está prescrita.
4.- se analiza el comportamiento antes y después del hecho delictivo, especialmente el
arrepentimiento.
5.-Si bien se exige un estudio del Instituto de Criminología, rara vez se cuenta con éste.
ejecutadas. Existe libertad absoluta para el juez en imponer estas condiciones según el caso
concreto. Art. 61 CP
Estas condiciones deben ser cumplidas en un término de prueba que establece el art. 62 CP
que no puede ser inferior a tres años ni superior a cinco años a contar a partir de la firmeza de
la sentencia impuesta.
8.1 Requisitos
El artículo 65 Cp establece lo siguientes requisitos:
1. Que se haya cumplido la mitad de la condena impuesta.
2. Que se recabe el informe del Instituto de Criminología donde se determine que el reo
ha mantenido buena conducta, servicios prestados, etcétera, todo lo que permita una
vida regular de trabajo lícito, además de un estudio de la personalidad del reo, y por
supuesto un dictamen favorable sobre la conveniencia de la medida.
3. Que el reo no haya sido condenado “anteriormente” por delito común “sancionado”
con pena mayor de seis meses. Al establecer el término “anteriormente” significa que
205
sea primario. El termino “sancionado” significa que la pena que se le haya impuesto en
ese primer caso no haya sido mayor a seis meses. Si bien no se indica que tipo de pena,
se ha interpretado que se trata de una pena de prisión porque se está habando de la
libertad del reo.
4. El Juez también puede imponer al reo algunas condiciones que determine de acuerdo
con el informe de Criminología. Art. 66 CP
8.2 Revocación
La libertad condicional puede se revocada o modificada de acuerdo con el artículo 67 CP, en
los siguientes casos:
1. Cuando el reo no cumpla con las condiciones que el Juez le señala. No existe un
artículo que establezca un término probatorio, pero es lógico que se trate del tiempo
que le resta de descontar de la condena impuesta. Así el reo sigue cumpliendo la pena
aunque se encuentre en libertad, por ello es condicional.
2. Si el reo comete en el periodo de prueba, que no puede exceder del que le falta por
cumplir de pena, un nuevo delito sancionado con prisión mayor a seis meses. En este
caso, la ley es omisa –contrario a la ejecución condicional- en indicar si se trata de
delito doloso o culposo, pero por interpretación los Tribunales han determinado que en
analogía bona partem debe entenderse que igualmente se trata de un delito doloso.
Una vez transcurrido el término de la condena estando en libertad condicional, sin que haya
sido revocada, la pena quedará extinguida en su totalidad.
9. Individualización de la pena
Individualizar la pena se refiere al momento de fijación de la misma, en otras palabras adecuar
la pena al caso que se juzga, tarea difícil por parte de los Jueces. El Juzgador debe adecuar la
pena al caso concreto, dando el legislador los medios para ello. Se habla de justicia en el tanto
que la pena debe ser proporcional al delito que se cometió. Esto es difícil ya que no siempre
la pena se ajusta de manera proporcional o equitativa a la gravedad del delito.
206
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
207
f. La calidad de los motivos determinantes. Son aspectos subjetivos, que pueden indicar
que impulsó al sujeto a delinquir. Entran aquí factores como enojo, ira, despecho, odio,
rencor, etc.
g. La conducta del reo posterior al delito. Si se ha arrepentido, si ha reparado los daños o
por el contrario hace mofa de lo realizado.
11.1 Agravantes
Las circunstancias agravantes son de orden objetivo, que tienen que ver con el hecho tal y
como se producen. Por ejemplo, la especialización en la realización de hechos delictivos hace
que sea más peligroso, el sicario, la alevosía, el ensañamiento, etc.
11.2 Atenuantes
Estas circunstancias sirven para atenuar o disminuir el grado de reproche y por lo tanto la pena
a imponer. Ejemplo, el sujeto que en estado de ira produce una lesión a otro; la mujer que
dentro del estrés post-parto da muerte a su hijo, etc.
También aquellas personas que tienen limitaciones físicas y mentales. La doctrina ha
establecido que los casos de las personas sordomudas, debe tratarse como una circunstancia
atenuante, cuando su limitación es de nacimiento y donde no hubiese recibido educación
especializada. Como dato curioso, antiguamente, el sexo femenino se trataba como una
circunstancias atenuante.
La edad puede ser considerada como una circunstancia atenuante. Por ejemplo no es lo mismo
X que tiene 16 años y Y que tiene 40 años, sobre todo por la inmadurez y inexperiencia. Otro
caso puede ser el estado de senilidad, aunque se debe ser cauteloso por cuanto es relativo.
Las atenuantes son circunstancias de orden personal y deben analizarse como limitaciones
físicas y mentales con mucho cuidado.
208
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
La penalidad es una forma de recoger una serie de elementos o presupuestos que el legislador,
por razones utilitarias, diversas en cada caso y ajenas a los fines propios del derecho penal,
puede exigir para fundamentar (apropiación y retención indebidas, art 223 CP) o excluir la
imposición de una pena (libramiento de cheque sin fondos, art 243 CP) y que sólo tienen en
común que no pertenecen a la tipicidad, antijuridicidad o culpabilidad, y que sólo se exigen en
algunos delitos concretos. Como esas circunstancias no pertenecen al tipo, no es necesario que
se refieran a ellas el dolo o la culpa, siendo indiferentes que sean conocidas por el autor.
También en la penalidad existen causas que la fundamentan (las llamadas condiciones
objetivas de penalidad) y causas que la excluyen (las llamadas causas de exclusión o
anulación de la penalidad o excusas absolutorias).
209
Penal pueden calificarse como condiciones objetivas de perseguibilidad: la querella del
ofendido en los delitos contra el honor o de instancia privada, la denuncia previa en los delitos
de acción pública a instancia privada
211
La respuesta a esta interrogante nos la da el artículo 86 del Código Penal. Así establece que la
prescripción de la pena comienza a correr:
1. Desde el día en que la sentencia quede firme; lo que podría ser quince días después de
notificada la sentencia en delitos, y tres días en sentencias de contravenciones (art. 445
y 407 en relación al 438 todos del Código Procesal Penal, CPP). En este caso, corre la
prescripción cuando el reo no está cumpliendo la pena.
2. Desde que se revoque la condena de ejecución condicional.
3. Desde que se revoque la libertad condicional.
4. Desde que deba empezar a cumplirse una pena después de compurgada otra anterior.
En este caso el reo está cumpliendo una pena anterior de cinco años, una vez cumplida
ésta; debe comenzar a descontarse la nueva, y es a partir de este momento que
comienza a correr la prescripción para esta segunda condena.
5. Desde el quebrantamiento de la condena. Se refiere a la fuga o al no cumplimiento de
la pena por parte del reo.
212
Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
Una crítica que se le ha hecho a este artículo es que en su último párrafo establece que la
rehabilitación quedará revocada por la comisión de un nuevo delito. La pregunta es: ¿Si la
rehabilitación extingue la pena, cómo se le da vida jurídica a algo que ya se extinguió?. La
respuesta salta a la vista, y por ello algunos consideran que esta parte es innecesaria.
213
otorgamiento de la ejecución condicional de la pena, los jueces consideren que mantener a esa
persona en prisión hasta que cumpla la mitad de la condena no sea lo más apropiado, así que
por medio del indulto podría otorgarse el perdón al condenado o bien conmutar su pena por
una más benigna.
nombre en las clasificaciones del Código Penal no encontraríamos en ninguna parte. Dicho
artículo debió ser reformado en la ley 7899.
También presenta problemas este artículo con relación al Código Procesal Penal y la
conciliación, así como el Código de la Niñez y la Adolescencia. Tema de derecho procesal
penal, pero que valga la oportunidad para al menos comentar. Se trata de la contradicción
entre el Código de la Niñez y la Adolescencia y el artículo 36 del Código Procesal Penal, que
permite la conciliación. Algunos consideran que el primero no permite la conciliación de
ninguna forma tratándose de menores de edad. Por ello permitir el matrimonio de persona
menor de edad, también podría ir en contra de lo dispuesto por esa ley, que además al ser
especial y posterior, tanto al Código Penal como al Código Procesal Penal podría haber
derogado tácitamente la norma en estudio.
Pero, dado que la norma aún existe vigente en el Código Penal, terminemos su estudio
indicando que la misma hace un reenvió tácito a la legislación de familia, donde se
determinará qué se entiende por matrimonio “legalmente posible”. La legalidad del “ius
connubil” está regulado en los artículos 14 a 22 de Código de Familia, clasificando el
matrimonio en legalmente imposible o anulable.
Los artículos 14 y 15 contienen una prohibición grave de contraer matrimonio e impiden su
existencia o validez, los llamados impedimentos dirimentes que son causa de nulidad absoluta
(art. 14) y nulidad relativa (art. 15).
Entonces, según la ley penal es causa de extinción de la pena el matrimonio del condenado
con la ofendida cuando este sea legalmente posible, reenviando a la ley de familia para
determinar si existen impedimentos dirimentes que lo hagan ilegal o no.
215
Oportuno es indicar que una diferencia con la amnistía y el indulto, es que el perdón judicial
sólo puede ser concedido en sentencia, no antes ni después.
Veamos los casos, rápidamente:
1. falso testimonio; la persona se retracta a tiempo (antes de que se juzgue). Esto no lo
exonera de responsabilidad a pesar de que se retracte, pues sigue siendo autor del
delito de falso testimonio.
2. El que se inculpa para favorecer a familiares. Se atribuye la comisión de un hecho
ilícito que no cometió. Es necesario que exista la relación consanguínea o por afinidad
establecida en el artículo. Esta persona comete el delito de auto-calumnia del art. 319
CP y para efectos del perdón el juez debe apreciar el lazo de parentesco que une a las
personas.
3. Se trata de un doble perdón, por un lado el del ofendido, a quien lo unen los lazos de
parentesco del inciso 2) y le solicita al juez que se le otorgue el perdón al condenado,
pero se establece una lista taxativa de los delitos en los que se permitiría esto:
encubrimiento, correspondientes a los delitos de los art. 322 a 325, luego hurto, robo
con fuerza sobre las cosas, estafa, daños o lesiones leves.
4. Se trata del aborto “honoris causa” del art. 120 CP (por cierto también de rasgos
sexistas); significa que la mujer para salvar su “honor” se provoca el aborto.
5. Se trata del aborto por causa de violación. Si bien algunos sostendrán que es más
razonable, otros critican que no es razonable, porque el aborto no se justifica de
ninguna forma. Este es un tema complicado, que contemporáneamente ha dado mucho
de qué hablar. Lo cierto es que parece olvidado en las discusiones sobre el tema del
embarazo por violación la existencia de esta regulación.
6. Se trata de la famosa eutanasia activa u homicidio por piedad del art. 116 CP. Se
requiere que la víctima haya padecido una enfermedad grave e incurable y que exista
un pedido serio e insistente de la misma para que se le ayude a morir.
7. Este inciso cabe dentro de lo dicho sobre el matrimonio de la ofendida con el
condenado. Su existencia y aplicabilidad es cuestionada, al no permitirse la
conciliación de conformidad con el Código de la Niñez y la Adolescencia, parece que
tampoco el perdón.
8. Igual que el anterior.
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
9. Se trata del reconocimiento de un niño como suyo cuando en realidad esta consciente
de que no lo es, pues atenta contra el derecho del niño a una correcta filiación
(Procedencia de los hijos respecto a los padres).
10. Se aplica en las condenas de contravenciones, pero establece que previamente el juez
“regañará” al condenado.
11. En los delitos de instancia privada, con excepción cuando se haya injuriado a un
funcionario público con motivo de sus funciones (establece un privilegio odioso
contemporáneamente).
12. Este inciso contiene lo que se conoce como “testigo de la corona”, pero que
actualmente se encuentra regulado en el Código Procesal Penal bajo el instituto del
criterio de oportunidad, en el artículo 22 inciso b). Por un aspecto de economía
procesal y por supuesto de persecución criminal, el Ministerio Público puede
prescindir de la acción penal en contra de una persona que pese a ser autora de delito
colabore eficazmente con la investigación y brinde información esencial para evitar
que continué el delito, ayude a esclarecerlo o información útil para probar la
participación de otros imputados, siempre que su conducta sea menos reprochable que
los hechos punibles cuya persecución facilita o cuya continuación evita. Por ejemplo,
el famoso “burro” que participa del tráfico de drogas, puede brindar información sobre
quienes son los productores y comerciantes de la droga. Sin embargo este inciso se
refiere sólo a los delitos de tráfico de drogas, mientras que el Código Procesal Penal
amplia esta posibilidad en numerus apertus a delincuencia organizada, criminalidad
violenta, delitos graves o de tramitación compleja.
217
medidas aunque practicadas en todos los tiempos (locos furiosos), no se habían erigido en un
sistema de prevención penal y social hasta que lo proclamó así la Escuela Positiva que en el
derecho penal crearon criminalistas como Ferri, Lombroso y Garógalo.
Se convierten las medidas de seguridad en la consecuencia jurídica asignada de lege data a
personas –en Costa Rica-, en la mayoría de las hipótesis, solamente a los inimputables- que
realicen actos injustos inculpables (por ausencia de culpabilidad plena), en atención a la
gravedad del hecho cometido y a la necesidad de la imposición de la medida.
¿Qué son, en realidad, las medidas de seguridad? Existe una similitud entre medidas de
seguridad y penas – aparte de las obvias consecuencias prácticas- que abarcan: naturaleza
punitiva, sometimiento al derecho represivo, imposición por parte de funcionarios judiciales
que buscan imponer un precepto penal, responsabilidad jurídica, reacciones a una acción
prohibida y que no se pueden determinar discrecionalmente en respeto del principio de
legalidad. Sin embargo, se sostiene de manera axiomática, que las medidas de seguridad no se
constituyen como penas. Su fundamento es claro: la peligrosidad del agente, pero algunos
opinan que debe tratarse de una peligrosidad criminal, es decir, que al sujeto se le aplica la
medida porque es autor de una acción típica y antijurídica pero no culpable, y no de una
concepto de peligrosidad social, que permitiría pronosticar a futuro la posibilidad de
realización de nuevos hechos delictivos, por asuntos de personalidad.
El artículo 97 del Código Penal establece que las medidas de seguridad se aplicarán solamente
a las personas que hayan cometido algún hecho punible, cuando del informe que vierta el
Instituto de Criminología se deduzca la posibilidad de que vuelva a delinquir.
Nuestra Sala Constitucional en su Voto 88 de las 11 Hrs. de 17 de enero de 1992, sostiene que
“Las medidas de seguridad pueden clasificarse en dos grandes grupos, según se refieran a
imputables o a inimputables”. Por otra parte, esta misma sentencia declaró inconstitucionales
los incisos 3) y 4) del artículo 98 CP, que establecían que el juez debía en forma obligatoria,
imponer la correspondiente medida de seguridad cuando se tratara de delincuente habitual o
profesional, y cando cumplida la pena el juez estimara que haya sido ineficaz para la
readaptación del reo.
219
1.- En servicios psiquiátricos idóneos o establecimientos de tratamiento especial educativo, en
donde se internarán los enfermos mentales, toxicómanos habituales, alcohólicos y sujetos de
imputabilidad disminuida que hayan intentad suicidarse.
2.- Libertad vigilada, que se ordena en los casos de condena de ejecución condicional, así
como en los casos en que se suspende otra medida de seguridad y el juez ordene aplicarla por
un tiempo prudencial. El Instituto de Criminología debe informar al juez sobre la conducta de
las personas sometidas a libertad vigilada.
3.- La medida de prevención especial con la prohibición de frecuentar determinados lugares,
cuando al reo se le condenó por delito cometido bajo la influencia de alcohol o de drogas
enervantes, del homosexualismo o la prostitución. (art. 102 CP)
Por último la Sala Constitucional en su Voto 1588 de 16:27 Hrs. del 10 de marzo de 1998,
declaró inconstitucional el inciso b) del artículo 102 y la última frase del artículo 24: “en tal
caso se impondrá una medida de seguridad”. Esto último cuando se trata de un delito
imposible o tentativa inidónea, tal y como se analizó en el capítulo correspondiente al iter
criminis.
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
Nuestro Código Penal regula este tema en los artículos 107 al 110 CP, pero mediante la Ley
4891 de 08 de noviembre de 1971, se dispuso mantener vigentes los artículos 122 a 138 del
Código Penal de 1941, como reglas para fijar el monto de la reparación civil.
221
restitución del bien; si ello no procediera, puede cobrar la indemnización correspondiente a ese
bien, para que no se deteriore su patrimonio y además cobrar perjuicios, sea el daño emergente y
el lucro cesante que tal acción produjo, para que no se menoscabe el patrimonio de la víctima.
Reclamadas esas sumas, el juez deberá fijarlas, previa demostración, en los montos
correspondientes y exactos, de manera que no cause lesión alguna al patrimonio del reclamante,
eso es lo que se denomina reparación integral o plena. Voto 566-F-92 Sala Tercera Corte
Suprema de Justicia.
La determinación de los daños y perjuicios ocasionados por el hecho punible se realiza dentro
del proceso penal por medio de la Acción Civil Resarcitoria, que es un procedimiento
accesorio al penal. Se tramita en un legajo separado al expediente penal.
La operatividad de ésta definición radica en el hecho de que prima facie pone el acento en las
notas distintivas de este tipo de acciones, a saber:
223
3) El comiso.
Como adecuado complemento de lo anterior, el artículo 122 del Código Penal de 1941 (Reglas
vigentes sobre responsabilidad civil), establece que la reparación civil comprenderá:
1) La restitución de la cosa
Lo anterior nos da la base para establecer que con excepción de lo previsto por los numerales
127 a 131 del Código Penal de 1941, los cuales establecen el pago de rubros especiales
cuando se trate de delitos contra la integridad física, los elementos particulares en que se
descompone el objeto de esta acción, excluida la posibilidad de restitución que involucra no
solamente una acción de entregar, sino en algunos casos una acción de hacer, serían:
El pago del daño material. (Fijado por los artículos 123 y 124 del Código Penal de
1941, en concordancia con la norma genérica del artículo 1045 del Código Civil. A nivel
jurisprudencia se refieren a este aspecto los Votos 350 F del 25 de Junio de 1993 de la
Sala Tercera de la Corte, al igual que los Votos 627-F-91, 288 F- 92, todos de la Sala
Tercera).
El pago del daño moral (Fijado legalmente por el artículo 125 del Código Penal de
1941 en relación con el 1045 del Código Civil. Siendo que en el ámbito jurisprudencial
se refieren a este elemento, las sentencias de la Sala Tercera de la Corte, Números 255-
F.1996. 474 F-92, 394 F-92,566 F-92, 54 F-94).
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
El pago de los perjuicios: (Determinado legalmente por el artículo 126 del Código
Penal, refiriéndose a ellos los Votos 350 F-93, 566 F-92 480 F-91 121 F-96 y 436-F-94,
todos de la Sala Tercera de la Corte).
A quo.- De quien
De facto.- De hecho
De iure.- De derecho
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
Ex officio.- De oficio
In dubio pro debitoris.- En la duda, hay que estar a favor de la liberación del
deudor
In dubio pro operario.- En la duda, hay que estar a favor del trabajador
In dubio pro possesore.- En la duda, hay que estar a favor del poseedor
In dubio pro reo.- En la duda, hay que estar a favor del reo
In extenso.- En su totalidad
In fine.- Al final
In limine.- Al comienzo
227
Iura novit curia.- El juez conoce el derecho
Nemo esse iudex in sua causa potest.- Nadie puede ser juez en propia causa
Nemo plus iuris ad alium transferre potest, quam ipse haberet.- Nadie
puede transmitir a otro más derecho del que tuviere
Nemo tenetur edere contra se.- Nadie puede ser obligado a ofrecer prueba en
su contra
Nullum crimen, nulla poena sine lege.- Ningún delito, ninguna pena, sin ley
Pacta legem contractui dant.- Los pactos dan fuerza de ley al contrato
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Antología de Derecho Penal General Costarricense I y II
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