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(Herman Melville)
Moby Dick narra por los labios de un marinero, Ismael, el tortuoso viaje del
capitan Ahab y toda su tripulación, a bordo del ballenero “Pequod”, en busca
de la legendaria y feroz ballena blanca, que en esta grandiosa alegoría sobre la
condición humana, es el emblema y la encarnación de las potencias del mar y
como esta persecución ciega acaba en terrible tragedia.
Esta novela puede leerse de muchas formas: como un libro de aventuras, como
la descripción de la búsqueda fanática de venganza del capitán Ahab, como un
riguroso tratado de cetología o como un metafísico poema épico en prosa.
Capítulos 1-10
El comienzo de Moby Dick es famoso: “Llamadme Ismael”, que encierra un
simbolismo bíblico y que es uno de los rasgos característicos de toda la novela.
Ismael nos explica sus razones para hacerse a la mar y nos habla de cómo
muchos hombres sienten ese mismo impulso. Se pregunta de dónde proviene ese
espíritu y por qué sentimos una especial atracción hacia el mar. Luego nos dice
que él siempre se embarca de marinero pero que esta vez se le ocurrió ir de
ballenero, también por la curiosidad que el cetáceo despertaba en él.
Luego del paseo Ismael entra en una capilla de balleneros donde ve las lápidas de
los muertos en la caza y el púlpito donde se sube el padre Mapple, adornado
como la proa de un barco. Presencia el sermón que se centra en el capítulo del
encuentro de Jonás con la ballena y el capellán se pregunta por cual es su lección.
Habla del pecado de Jonás, de su huida y caída en las fauces del cetáceo y la
lección más importante: su arrepentimiento final.
Capítulos 11-20
Sigue su conversación de grandes amigos en la cama, donde Quiqueg cuenta la
historia de su vida. Nativo de una isla lejana e hijo de un rey, siempre había
deseado conocer la cristiandad y salta a un barco donde lo ponen de marinero.
Quiere aprender de los cristianos para enseñar a su pueblo, pero después de
conocer el ambiente ballenero se da cuenta de que el mundo es malo y decide
vivir y morir pagano entre los cristianos. Ismael le pregunta si desea volver a su
tierra y él contesta que por ahora quiere ser arponero. Deciden embarcarse juntos
en Nantucket.
Pagan su posada y se embarcan en una goleta por el río. A bordo un tipo molesta
a Quiqueg, que lo lanza por los aires. El viento parte la escota y la botavara vuela
de un lado para otro. El que molestaba a Quiqueg es barrido de la borda y cae al
mar, pero el caníbal se lanza al agua y lo salva valientemente. Desde ese
momento Ismael decide pegarse a Quiqueg como una lapa.
Llegan a Nantucket. Cuenta la historia de cómo esta isla fue colonizada por los
pieles rojas. Un águila se llevó a un niño, sus padres lo siguieron en una canoa
hasta alta mar, llegaron a la isla y encontraron el esqueleto del niño en una caja
de marfil. Ismael dice que los de Nantucket poseen tres cuartas partes de la tierra,
pues poseen el mar, que es su hogar.
El ídolo de Quiqug le dice que debe ser Ismael el que elija el velero donde deben
embarcarse, éste protesta pues había pensado en la experiencia de su amigo para
que él decidiese. Deja a Quiqueg con el ídolo en una especie de ramadán y sale a
buscar el barco. Después de mucho buscar encuentra tres barcos que zarpan en
viajes de tres años: la Diablesa, el Bocadito y el Pequod. Elige el Pequod, habla
con el capitán Peleg, que se ríe de su nula experiencia en la caza de la ballena,
pero al final le hace firmar el contrato y lo enrola. Ismael le habla de su amigo
Quiqueg, que ha matado muchas ballenas y también quiere enrolarse y le dice a
Peleg que le gustarúia conocer al capitán Ahab. Éste le cuenta que está encerrado
en su camarote, pues se encuentra taciturno desde que perdió la pierna en su
encuentro con la ballena, pero que es un buen hombre y un excelente capitán.
Al salir del barco tienen un encuentro con un viejo andrajoso llamado Elías que
les pregunta si se han embarcado en el Pequod y les pregunta por el capitán
Ahab, contándoles cosas extrañas de él que ellos no alcanzan a entender.
Finalmente lo dejan por loco, se alejan y durante un rato el anciano los sigue por
las calles.
Se realizan los preparativos para zarpar y se van llevando a bordo todas las cosas
necesarias para un viaje de tres años. Quiqueg e Ismael van varias veces al barco,
para llevar su equipaje y ayudar en los preparativos y en todo este tiempo no ven
al capitán Ahab, que según Peleg y Bildad cada vez se encuentra mejor. Por fin
se anuncia que el barco zarpará a la mañana siguiente.
Capítulos 21-30
Llegan al Pequod pero antes de subir a bordo los intercepta el anciano loco Elías
que de nuevo les dirige extrañas palabras y malos augurios. Suben al barco pero
no encuentran un alma, solo un aparejador dormido y entonces se ponen a fumar
la pipa de Quiqueg hasta que oyen al primer oficial Starbuck. El aparejador les
dice que el capitán Ahab llegó anoche al barco, pero éste sigue encerrado en su
cabina.
Ismael escribe ahora toda una apología de la caza de la ballena, saliendo al paso
de las malas críticas y glosando todas sus bondades y excelencias. Luego
describe a Starbuck, el primer oficial del Pequod, como un hombre duro,
valeroso y temeroso de la ballena, que ve la caza como un oficio y no como una
búsqueda de aventuras. Luego describe a Stubb, el segundo oficial natural de
Cape Cod, como un hombre alegre con su pipa y alejado totalmente del miedo a
la ballena y a la muerte. El tercer oficial era Flask, natural de Tisbury y al que
parecía que la ballena había afrentado de forma personal por el odio que éste le
profería. Estos hombres eran los que mandaban las tres lanchas balleneras del
Pequod y sus arponeros correspondientes eran: Quiqueg era escudero de
Starbuck, Tashego, un indio puro de Gay-Head, lo era de Stubb, y Dagoo, un
negro de aspecto salvaje de Flask. Todos los demás hombres del Pequod, como
ocurre a menudo en la pesca de la ballena eran extranjeros (aunque los oficiales
eran norteamericanos) y sobretodo isleños.
Cuenta Ismael que hasta ese momento no se ha visto aparecer a Ahab, pero que la
impresión de los tres oficiales de a bordo era suficiente para aliviar cualquiera de
las sospechas fundadas por el loco Ismael. Un día por fin aparece en el alcázar el
capitán Ahab, causando en Ismael una gran impresión. Con esa cicatriz o señal
blanca que cruzaba toda su cara y se perdía dentro de sus ropas y con su pata de
palo hecha de dentadura de cachalote pasaba horas en el alcázar como si de una
estatua se tratase.
Cada día que pasa y se van alejando hacia el sur el tiempo parece ser mejor, pero
esto no parece aliviar el semblante de Ahab, que cada día duerme menos y pasa
más horas sobre cubierta. En la noche camina y el ruido de su pierna golpeando
la madera no deja dormir a los marineros, así que un día Stubb decide pedirle que
se ponga algo en su pata de palo y Ahab se lanza encolerizado contra él,
insultándolo y asustándolo de tal forma que Stubb vuelve costernado y sin haber
conseguido nada a su favor. Ahab queda en cubierta y manda a un marino por su
pipa, la enciende pero se queja de que aquel artilugio construido para apaciguar a
sus dueños ya no le produce ninguna calma y entonces se deshace de ella
lanzándola al mar.
Capítulos 31-40
Stubb le cuenta a Flask un extraño sueño en el que Ahab le daba una patada con
su pata de marfil y comentan que es un hombre extraño, al mismo tiempo que
Ahab grita a los vigías que si ven una ballena blanca por ahí deben partirse el
pecho gritando.
Hace ahora Ismael una pequeña clasificación de los tipos de ballenas que
podemos encontrar y admite la dificultad que el estudio de ésta entraña. Nos
habla también de otras costumbres a bordo, como la figura del “troceador” o jefe
de arponeros, las diferencias entre marineros y oficiales, la costumbre de que los
oficiales comieran con el capitán en la mesa de la cabina y como era la
ceremonia con que ésta se realizaba y cómo variaba cuando los arponeros
Quiqueg, Tashtego y Daggoo bajaban a comer, atendidos por el temeroso
mayordomo, Dough-Boy. También nos habla de la cofa, cuando le toca su primer
turno en ella, y describe ampliamente este puesto de vigilancia en lo alto de los
mástiles.
Al atardecer Ahab sentado solo en su cabina y mirando por las ventanas de popa
rumia su propósito de venganza, pues si la profecía dijo que él sería
desmembrado por la ballena, ahora él profetiza que la desmembrará a ella.
Cuando oscurece Starbuck junto al palo mayor cavila sobre la suerte de su
destino, que se haya irremediablemente ligado a la búsqueda de venganza de su
capitán. Se lamenta, pero al mismo tiempo siente que debe aceptar ese destino
incierto. En la primera guardia nocturna se encuentra Stubb en la cofa de
trinquete arreglando una braza, piensa en Starbuck y Ahab, pero al contrario que
ellos su talante permanece sereno y sonriente ante lo que pueda acaecer en el
futuro.
Capítulos 41-50
Nos cuenta Ismael como entre los balleneros tenía fama de especial ferocidad el
cachalote, de tal forma que no todos los cazadores de ballenas se atrevían a salir
en su busca. Entre ellos era conocida Moby Dick como el más peligroso de estos
animales y las historias que circulaban en torno a ella habían hecho crecer el mito
de su sed de sangre, haciéndola portadora de extraños y supersticiosos poderes: la
ubicuidad, ya que podía vérsela en dos lugares diferentes y muy alejados en un
corto espacio de tiempo, su extraordinario tamaño, su blancura, su frente
arrugada, su mandibula inferior torcida, su alta y blanca joroba en forma de
pirámide y sobretodo su traidora inteligencia que había hecho acabar en
desgracia varias de sus persecuciones, como en el caso de Ahab, que viendo sus
tres lanchas desfondas en torno a él se había lanzado con su cuchillo contra la
ballena, momento en le que esta con su mandíbula le había cercenado la pierna.
Desde ese momento y a lo largo de toda su convalecencia de regreso a casa el
odio de Ahab contra Moby Dick fue creciendo y en su delirio y locura llegó a
identificar todos sus males en la figura de la ballena. Así es que desde entonces
no pensó en otra cosa que en embarcarse e ir en su busca.
Capítulos 51-60
Después de varias semanas de navegación cuenta Ismael como Fedallah subía en
las noches a la cofa y desde ahí una noche de luna llena avistó un chorro plateado
de ballena. Inmediatamente se lanzó el Pequod tras él, pero igual que aparecía
súbitamente desaparecía para volver a ser visto dos o tres noches después. Y así
sucesivamente hasta que entre los marineros empezaron a correr rumores de que
se trataba del chorro de Moby Dick. Persiguiendo el chorro solitario alcanzan el
Cabo de Buena Esperanza y desde entonces les acompaña la tormenta, bajo la
cual sin embargo, como una noche observa Starbuck, el capitán Ahab sigue
consultando sus mapas de navegación siempre en pos de su único objetivo.
Nos habla Ismael de las diferentes imágenes en dibujos, grabados o estatuas que
del leviatán se han representado a lo largo de la historia. Irónicamente se ríe de la
falsedad de todas ellas, concluyendo que finalmente la única forma de conocer la
verdadera forma de la ballena es ir personalmente en su busca. A continuación
enumera y describe los mejores grabados que conoce sobre el animal y su caza y
nos da cuenta de la especial habilidad de algunos marineros para tallar en marfil
u otros materiales estatuillas de la ballena.
Capítulos 71-80
En su camino el Pequod se encuentra con un barco ballenero, intercambian
señales y resulta ser el Jeroboam, un ballenero de Nantucket. Los del Jeroboam
bajan un bote y se acercan al barco, pero de pronto se paran a cierta distancia
pues a bordo hay una epidemia y temen contagiar a los del Pequod. En la lancha
ven a un marinero del que les habían contado una historia los del Town-Ho, un
pobre demente que se había proclamado él mismo como el arcángel San Gabriel,
un charlatán que sin embargo había conseguido el favor de la tripulación y vivía
libremente haciendo su voluntad a bordo del Jeroboam. Ahab les pregunta si han
visto a Moby Dick y entonces le cuentan el extraño relato de su encuentro con el
leviatán en el que perdió la vida el primer oficial y como esto había dado más
poder al loco-arcángel Gabriel.
Capítulos 81-90
81.El “Pequod” encuentra al “Virgen”. 82.El honor y la gloria de la cabeza de la
ballena. 83.Jonás, considerado históricamente. 84.El marcado. 85.La fuente.
86.La cola. 87.La gran armada. 88.Escuelas y maestros. 89.Pez sujeto y pez libre.
90.Cabezas o colas.
Nos cuenta Ismael como los balleneros engrasan el fondo de sus botes para que
se deslicen mejor sobre las aguas. Así lo hace Quiqueg y rápidamente puede ser
puesto a prueba en la caza. Son divisadas varias ballenas que huyen
apresuradamente. Finalmente Tashtego consigue clavar un hierro, pero sin
zambullirse la ballena continúa su huida horizontal a gran velocidad. La tensión
en el arpón puede hacer que este sea arrancado y entonces se realiza una
maniobra que solo se pone en marcha cuando una ballena no se cansa de correr,
“el marcado”, que consiste en lanzar un arpón más ligero desde una gran
distancia. Así dan muerte a la ballena.
Explica ahora las leyes de la pesquería ballenera, que son básicamente dos: 1. Un
pez Sujeto pertenece a la persona que lo sujeta y 2. Un pez Suelto es caza libre
para quien quiera que lo atrape antes. Cuenta también como las leyes de
Inglaterra dictan que la cabeza es propiedad del rey y la cola de la reina, cosa que
es como partir una manzana, pues poco queda de la ballena entre ambas partes.
Capítulos 91-100
Cuenta el encuentro del Pequod con el Capullo de Rosa, un barco francés. Al
acercarse a él perciben un olor terrible, que proviene de dos ballenas estalladas
(muertas en el mar) que llevan a los costados. Stubb se acerca al barco y pregunta
si han visto a Moby Dick, recibe una contestación negativa, pero entonces decide
engañar a los de a bordo hablándoles de la posibilidad de contraer peste, todo con
el objetivo de apoderarse del ámbar gris, sustancia que se encuentra en el interior
de una de las ballenas enfermas.
Cuenta Ismael como una vez extraído el aceite de esperma éste a veces se
enfriaba y cristalizaba y entonces él y otros marineros a base de apretones y
sumergidos en una bañera de esperma se dedicaban a la labor de volver a hacerla
fluida, labor que según él era muy agradable. Habla ahora con relación al aceite
de esperma de otros elementos de la ballena que hay que tener en cuenta en el
proceso de descuartizar y preparar el cachalote para las destilerías: el caballo-
blanco, el pastel de ciruelas, el slobgollion, el gurry, las pinzas y la manta. Narra
también como el marinero llamado trinchador se encarga de cortar los trozos de
grasa de la piel colgada para ese propósito en las jarcias y las deja caer en los
barriles para su destilación. Luego describe también el espectáculo dantesco, de
fuego, azufre y humo, que la destilería del barco produce en él. Situado en la
caña y guiando al Pequod, ese barco de fuego, por el mar, tan absorto se
encuentra en tal visión de las llamas que a punto está de perder el control y hacer
zozobrar la embarcación. Dice Ismael que mientras en el barco mercantil el
marinero vive a oscuras pues el aceite es escaso, sin embargo en el ballenero los
marineros bajan a la destilería a llenar sus lámparas y así el castillo de proa
parece una capilla encendida. Finalmente narra las labores de limpieza de todo el
navío después de la destilación, que cuando acaban pareciera que nos
encontramos a bordo de un barco mercante, más acabadas estas vuelve a sonar el
“ahí resopla” y de nuevo a comenzar.
Ismael cuenta como el doblón de oro que Ahab clavó en el palo mayor para quien
divise a Moby Dick ha acabado por ganar todo un significado místico para los
marineros, que estudian sus dibujos de montañas y del zodíaco, como si quisieran
descubrir en él alguna profecía escondida.
Capítulos 101-110
Cuenta ahora Ismael, a propósito del barco inglés, algunos antecedentes de la
caza de la ballena y habla de los predecesores de los de Nantucket, es decir, de
los ingleses y antes que ellos, los holandeses, zelandeses y daneses y de sus
costumbres alimentarias a bordo.
Dice Ismael que ya ha hablado bastante del cetáceo en su aspecto exterior y que
ahora se dispone a describir su interior. El cual pudo observar en una ocasión que
cazaron un cachalote cachorro y en compañía de su amigo el rey Tranquo, que
tenía en su cabaña un esqueleto de cachalote que había sido varado muerto en la
playa por una galerna. Describe el esqueleto de la ballena, repasa los hallazgos
arqueológicos de cetáceos y se pregunta si debido a su continuo exterminio la
ballena está cercana a desaparecer.
Al abandonar con tanta premura el capitán Ahab el barco inglés, se posó con
tanto empuje sobre la lancha que su pierna de marfil recibió un choque que la
dejó medio astillada. Inmediatamente Ahab llamó al carpintero y pidiendo que se
pusiera a su disposición todo el marfil que se hubiera conseguido hasta ahora, le
pidió que le construyera otra pierna nueva.
Durante las labores de limpieza de la bodega para reparar los barriles, Quiqueg
que tiene que trabajar duramente parece contraer unas fiebres. Pronto empieza a
adelgazar y tembloroso y muy desmejorado es llevado a su hamaca donde pide al
carpintero que le construya un ataúd, copiando la costumbre que había
presenciado en Nantucket de sepultar a los marineros en una especie de canoas,
costumbre que no se alejaba mucho de la utilizada por su pueblo.
Inmediatamente el carpintero se pone al trabajo y cuando acaba el ataúd lo lleva
ante Quiqueg, que levantándose de la hamaca se acuesta en el ataúd para probar
su comodidad. Sin embargo a los pocos días Quiqueg parece mejorar y tras
comer y reposar unos días más, se levanta anunciando a todos que ya se
encuentra perfectamente para volver a la caza.
Capítulos 111-120
Pasan por fin a lo largo de las islas Bashi y llegan al Pacífico. Románticas
disgresiones embriagan a Ismael, que sin embargo sabe qué diferentes
pensamientos son los que alberga Ahab al llegar por fin a la zona pesquera del
Japón, donde seguramente ahora nada la ballena blanca.
Cuenta Ismael como ahora el herrero trabajaba sin descanso en los diferentes
trabajos que le requerían los jefes de lancha, arponeros y remeros y narra
entonces la triste historia de aquel hombre, que habiendo conocido la felicidad
del hogar y la familia, lo había perdido todo y entonces desesperado, pero sin
valor para acabar con su propia vida se había embarcado en la caza de la ballena.
Mientras trabaja duramente Perth, el herrero, llega a su lado Ahab y le pide que
le forje un arpón indestructible. Para eso le trae una bolsa llena de clavos de
herradura, el material más duro y mejor con el que puede trabajar el herrero.
Ahab le dice que quiere forjar su propio hierro, lo hace y luego le entrega sus
navajas de afeitar para que haga el filo y finalmente le pide a sus arponeros
paganos que le regalen algo de su sangre para templar el acero y mientras realiza
esta operación declama: “Ego non baptizo te in nomine Patris, sed in nomine
diaboli”. Se ajusta el hiero a una de las pértigas de repuesto y entonces Ahab
regresa a la cabina sombríamente con su nuevo arpón.
Pero el encuentro con el Soltero parece traer buena suerte al Pequod que a la
mañana siguiente divisa ballenas y cuatro fueron matadas, una por el mismo
Ahab, que desde su lancha mira agonizar a la ballena y se admira de tal prodigio.
Una de las ballenas matadas queda tan lejos del barco que una lancha a de quedar
junto a ella para que sea llevada al barco hasta la mañana siguiente. Esta lancha
es la de Ahab, que queda de guardia con el Parsi toda la noche. Éste le cuenta que
ha vuelto a tener el mismo sueño de nuevo, en el que ve que antes de morir Ahab,
tres han de ver dos coches fúnebres en el mar, el primero no hecho de manos
mortales, el segundo de una madera visible que haya crecido en América y que
él, el Parsi irá por delante de Ahab como su piloto. El viejo Parsi vaticina por
último que sólo el cáñamo podrá matar a Ahab, éste piensa que habla de la horca
y entonces se ríe gritando que en tal caso debe de ser inmortal, tanto en tierra
como en el mar.
Ahab utiliza el cuadrante para con la posición del sol, medir la latitud exacta
donde se encuentra el Pequod, pero de pronto en un ataque de cólera decide
destruir el instrumento pisoteándolo y dice que desde ese momento sólo se guiará
por la brújula horizontal del barco. Los marineros atemorizados presencian esta
escena hasta que Ahab da las órdenes pertinentes, mientras Starbuck se vuelve a
lamentar de la locura de su capitán.
Capítulos 121-130
Stubb y Flask en lo alto de las amuradas del castillo de proa refuerzan las
amarras de las anclas allí pendientes mientras hablan con cierta resignación del
peligro al que los expone el capitán Ahab.
A la mañana siguiente Ahab se da cuenta por la posición del sol de que el barco
va hacia el oeste cuando la aguja de la brújula marca este, por lo cual deduce que
la tormenta a invertido el magnetismo del aparato. Ante el presagio de las
supersticiones de los marineros en cuanto a navegar con las brújulas invertidas,
Ahab pide una lanza de punta de acero y a martillazos se construye otra brújula,
proclamándose a sí mismo señor de la piedra imán ante el asombro de la
tripulación.
Llega por fin el barco a las inmediaciones del ecuador y esa noche la tripulación
oye unos gritos lastimeros como de fantasmas. A la mañana siguiente Ahab les
explica que al pasar al lado de ciertas islas las focas que han perdido a sus crías o
a sus madres posiblemente se acercaron al barco y lo que oyeron fueron sus
llantos, que decididamente se asemejan a los de los humanos. Esta explicación
sin embargo no tranquilizó a los marineros por las supersticiones que también
corrían alrededor de las focas. Pero los presentimientos trágicos iban a encontrar
pronta confirmación, pues a la mañana siguiente el primer marinero que subió a
la cofa cayó al mar. Pronto se lanzó la boya de salvamento, que se llenó de agua
y se hundió junto al marino. Así el primer hombre que subió a otear en la zona
propia de la ballena blanca había perecido. La tripulación tomó esto con
resignación, como si se tratara simplemente del cumplimiento de un mal hace
tiempo presagiado. Se dieron entonces instrucciones para reemplazar la boya de
salvamento, pero no encontrándose barril ni otra cosa suficientemente ligera,
Quiqueg propuso su ataúd, ante el asombro y desconcierto de Starbuck y el
mismo carpintero. Qué se podía esperar de un navío que llevara como boya de
salvamento un ataúd.
Pasan cuatro días con los vigías siempre atentos por orden del capitán a la
aparición de Moby Dick, cuatro días en los que Fedallah y Ahab parecen no
dormir en su constante vigilancia. Sin embargo pasado este tiempo y como si
desconfiara de la atención de sus vigías, Ahab manda ser él mismo izado al palo
mayor. Allí uno de esos halcones marinos que rondan los barcos empieza a hacer
círculos en torno a la cabeza de Ahab, que no le hace caso. Pero de pronto el
pájaro le arrebata el sombrero, ante las advertencias de otro de los vigías, y
llevándoselo por los aires lo deja caer al mar.
Capítulos 131-135
El Pequod se cruza con el Deleite, sobre el que se pueden apreciar las lanchas
balleneras destrozadas. De nuevo Ahab lanza su pregunta y si le han dado
muerte. El capitán del Deleite dice que todavía no se a forjado el hierro que
pueda dar muerte a Moby Dick, mientras sus hombres amortajan a cinco
marineros que murieron persiguiendo a la ballena blanca. Ahab muestra entonces
su arpón y afirma su intención de que éste será el que mate a la ballena. El
Pequod sigue su camino mientras el Deleite lanza al mar a sus muertos.
Hablan en cubierta en un claro día Starbuck y Ahab de los dolores del alma del
viejo capitán, recuerdan a sus esposas e hijos y Starbuck trata de convencer a
Ahab de que abandone tan desquiciada empresa y que regresen todos a Nantucket
ahora que todavía es tiempo.
Esa noche el viejo Ahab olfatea el aire y anuncia que debe haber alguna ballena
cerca, por lo que cambia un poco el rumbo del barco para perseguir el peculiar
olor del cachalote. A la mañana siguiente los vigías son llamados inmediatamente
a las cofas. Ahab les pregunta si ven algo y ante su negativa se hace izar él
mismo y a los pocos minutos de ser izado divisa anunciándolo con un grito el
chorro de la ballena blanca, Moby Dick. Así el doblón de oro pertenece al
capitán, que inmediatamente ordena que lo bajen y que las lanchas sean
preparadas. Todas son arriadas menos la de Starbuck, que queda a bordo por
orden de Ahab. Por fin tras una breve pero intensa persecución las lanchas se
encuentran cerca de Moby Dick, de forma que pueden ver claramente su
seductora joroba blanca. De pronto la ballena agita en el aire su cola y se
sumerge en el mar. De pronto Tashego se fija en que los pájaros que siempre
acompañan a la ballena se acercan a la lancha de Ahab. Éste mira al fondo pero
no ve nada, sin embargo al instante divisa un punto blanco que se acerca desde
las profundidades, es la cabeza con la mandíbula abierta de Moby Dick. Ahab
ordena un giro para huir de la horrible embestida pero la ballena realiza otro
movimiento y entonces al salir a flote se mete la proa en la boca. Ahab trata de
soltar la lancha de los dientes de la ballena, pero ésta con un chasquido parte la
embarcación en dos. Moby Dick queda nadando entre la tripulación naufragada
impidiendo que las demás lanchas puedan venir en su ayuda. Toda esta maniobra
se había visto desde el barco que en consecuencia se acercaba al lugar de los
hechos. Ahab manda entonces que lancen el barco contra la ballena para
espantarla y así los hombres en el agua pueden ser salvados. Mientras tanto
Moby Dick se aleja de nuevo con renovadas energías y entonces los balleneros
deciden subir de nuevo al Pequod para seguir así su persecución. La ballena
vuelve a sumergirse y Ahab promete ahora que aquel que la divise en el día de su
muerte se llevará su doblón de oro.
Llega el tercer día y en la tarde Ahab, al no haber avistado los vigías a la ballena,
se da cuenta de que lo más probable es que en la noche la hayan adelantado y
entonces hace virar el barco para salir a su encuentro. De nuevo es avistada la
ballena y bajadas las lanchas, no sin que Starbuck quiera hacer desistir a su
capitán por última vez. La ballena vuelve a sumergirse y cuando sale a flote
vuelve a desfondar dos de las lanchas dejando la de Ahab intacta. Pero un
espectáculo horrible llama la atención de todos, atado con cuerdas al lomo del
leviatán, el parsi parece mirar directamente a Ahab, que recuerda la profecía del
primer coche fúnebre. Manda el capitán volver a sus hombres al Pequod para
arreglar las lanchas mientras él continúa la persecución. Ahab consigue arponear
a la ballena, pero ésta herida vuelca la lancha de Ahab, lanzando fuera a los
remeros. Consiguen volver a bordo y cuando Ahab manda jalar la estacha, ésta se
rompe. Moby Dick se da entonces la vuelta para defenderse de la lancha, pero
entonces al ver la masa negra del Pequod se lanza contra él furiosamente. Todos
a bordo ven acercarse al leviatán e inmediatamente dejan sus tareas de
reparación, quedan atemorizados cuando sienten la frente blanca golpear la proa
del barco a estribor e inmediatamente oyen entrar por la brecha el agua. Desde la
lancha Ahab recuerda la profecía del segundo coche fúnebre, cuya madera sólo
podía ser americana. Vuelve Ahab a arponear a la ballena y al intentar desenredar
la estacha, ésta le dio una vuelta al cuello y así salió disparado de la lancha ante
el asombro de remeros. Éstos se preguntaban donde se encontraba el barco, que
de pronto apareció para envolver en el remolino de su hundimiento a los de la
lancha y hasta la última astilla que quedara del Pequod.
Cuenta finalmente Ismael como él pudo sobrevivir a la tragedia, pues siendo uno
de los remeros de la lancha de Ahab, sustituyendo de hecho al Parsi muerto, en
uno de los embistes de la ballena cayó lejos del torbellino del hundimiento del
Pequod y entonces de ese mismo torbellino surgió por su flotabilidad el ataúd de
Quiqueg, al que se aferró durante todo un día y una noche, acechado por los
tiburones, hasta que fue recogido por el Raquel, que retrocedía en busca de sus
hijos perdidos y que se encontró un huérfano.
Personajes
Moby Dick: La ballena blanca que da título al libro y cuya estela blanca recorre
todo el libro, aunque realmente solo aparezca en las últimas páginas. Es la
reencarnación del Mal y de la locura del capitán Ahab.
Ismael: Es el narrador de toda la historia, por ser además el único superviviente
del trágico destino del Pequod.
Capitán Ahab: Es junto con Moby Dick el gran protagonista de la novela y su
antagonista humano. Herido por la ballena en un anterior encuentro, en el que
pierde su pierna, jura vengarse y perseguirla por todo el globo hasta matarla. Esta
búsqueda de venganza lo obsesiona de tal modo que no duda en sacrificar a toda
su tripulación para alcanzar su objetivo.
Quiqueg: Caníbal pagano que conoce Ismael en extrañas condiciones antes de
embarcarse. Gran amigo de Ismael y primer arponero del Pequod.
Tasthego y Daggoo: Un indio y un africano son los encargados del arpón en las
otras dos lanchas del Pequod.
Starbuck: Primer oficial del Pequod. Hombre sensato que trata de convencer en
todo momento a Ahab de que abandone su absurda y suicida empresa, pero al
mismo tiempo tan leal que acaba acompañándolo a la muerte.
Stubb y Flask: Los dos otros oficiales al mando de las lanchas balleneras del
barco.
Fedallah: Oriental Parsi de aspecto sombrío y misterioso, que de forma
extraoficial parece lugarteniente de Ahab en su único propósito de acabar con la
ballena blanca.