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Caniguan - 2012 - Infancia Mapuche y Migracion PDF
Caniguan - 2012 - Infancia Mapuche y Migracion PDF
Y MIGRACIÓN EN EL BUDI
Resumen
L
a actual pobreza material en territorio mapuche, producto de la subdivisión y usur-
pación de tierras, de la invisibilización y discriminación y de la marginalización
de su cultura, generan en estas comunidades una alta migración hacia la ciudad.
Las familias de seis o 10 hijos necesariamente deben hacerlos migar; migración que
conlleva dejar su historia y pasar a conformar la historia de la marginalidad urbana.
En esta migración, sostenida desde hace varias generaciones como mecanismo de
sobrevivencia, quedan los “viejos y niños” en el campo, los adultos, padres jóvenes y
madres adolescentes migran, como mano de obra joven y flexible demandada para 135
trabajos de baja calificación. En este contexto, es necesario profundizar sobre lo que
ocurre con estos niños y niñas abandonados o dejados al cuidado de abuelos u otros
familiares, vecinos o simplemente “regalados” a quien pueda hacerse cargo de ellos.
Contextualización
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Datos Encuesta CASEN.
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Entendiendo el embarazo adolescente como aquel que se produce en jóvenes que han vivido su
menarquía (13 a 15 años), hasta los 19 años de edad.
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Datos obtenidos de información de trabajo del Departamento de Salud I. Municipalidad de Saavedra.
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La palabra Machi hace referencia a una suerte de curandera del sector, designada como tal por me-
dio de sueños y ser parte de su genealogía familiar. Lawentuchefe por su parte hace mención a quienes
realizan remedios por medio del uso de hierbas medicinales.
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políticas y ayudas de corte asistencialista por parte del Estado, quien les otorga
pensiones, subsidios y becas, en una suerte de política de discriminación positiva y
de restauración y recompensación por su historia pasada de violencia y despojo.
La crianza mapuche se ha visto afectada por los cambios sociales que ha sufrido este
pueblo, la antigua organización del lof 6 y la familia extendida –existía la práctica
de la poligamia– ha dado paso a la constitución de comunidades a la usanza oc-
cidental y a la nuclearización de la familia. Las tierras que poseen no permiten la
mantención de un mayor número de integrantes en los hogares.
Tradicionalmente en esta comunidad la crianza de los pichiche –persona peque-
ña– se encontraba en manos de toda la familia, cumpliendo un rol significativo el
laku o abuelo paterno, quien aconsejaba a los menores de edad y guiaba su crianza
para convertirlos en un che –persona–, la máxima aspiración de todos, que consiste
en tener una conducta intachable, ser respetuoso con los mayores y la comunidad,
y lo más importante, ser una persona íntegra.
Sin embargo, las secuelas que dejó la ocupación militar de este territorio, ejercida
con violencia, fue mermando los cimientos de la comunidad; los despojos y muertes
cometidas marcaron fuertemente a las generaciones antiguas, se rompió y corrompió
un sistema hasta entonces armónico, se quebraron las bases sociales existentes, se les
negó su cultura y creencias, se les quitó lo material y lo subjetivo, teniendo que recrear
su cultura y mundo ahora en un contexto de marginalización y discriminación.
En este nuevo espacio la patriarcalidad asume un rol de liderazgo absoluto que
se va conjugando con la violencia. Los menores de edad continúan siendo edu-
cados en sus hogares, el consejo y la conversación son los pilares de dicha educa-
ción, no obstante, se vuelven comunes y naturalizados los castigos físicos hacia los
menores de edad. La violencia en el hogar –que también afecta a las mujeres– se
naturaliza y se convierte en una costumbre mal adquirida, al contrario de lo que
algunos afirman de ser parte constitutiva de la cultura. 137
Otro elemento de las antiguas formas de crianza de los menores de edad fue su
integración a las actividades de la comunidad, así como al trabajo. Una vez que los
menores de edad obtenían cierta autonomía –a los 3 o 4 años– dejaban de estar
constantemente al lado de la madre y comenzaban a ayudar a su padre en labores
agrícolas menores, por lo general les tocaba realizar el cuidado del ganado. Estas
labores eran realizadas principalmente por los hijos varones, las hijas seguían acom-
pañando a su madre y aprendiendo labores de telar y todo el trabajo doméstico.
La inclusión de los niños y niñas en las tareas y espacios de los adultos fue un
elemento socializante fundamental para el menor de edad, éste aprendía a desa-
rrollarse y a participar en diversas instancias y era considerado como una persona
más dentro del grupo, apoyando de esta manera su desarrollo psicosocial.
Esta infancia participe de las actividades adultas dejó menos tiempo a la “diver-
sión infantil”, en este sentido, muchos adultos mayores y adultos de hoy recuerdan
sus infancias como bastante difíciles, además de con pocas actividades propias de
la niñez. Los recuerdos evocan una infancia triste y de alta pobreza, que se expresa
en la constante alusión por “andar descalzos”.
No obstante, pese a la reestructuración social sufrida, la distribución de roles en
el hogar se encontraba claramente delimitada, así en un hogar mapuche, los abue-
los paternos apoyaban la crianza de los niños y niñas por medio de consejos, del
canto, la conversación y los cuentos. La madre les acompañaba inseparablemente
durante sus primeros años de vida, donde el kupulwe¸7 se convertía en un elemento
fundamental para esta tarea; desde su nacimiento el menor de edad observaba y
acompañaba las labores de la madre durante todo el día. El padre por su parte,
6
El lof se refiere a la antigua forma de organización comunitaria que agrupaba por lo general un
grupo de parentesco patrilineal.
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Palo largo que servía para amarrar al menor de edad, sostenerlo de pie pegado a la pared de la
“ruca” --casa-- o bien por la mano de la madre.
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Conclusiones
El apego del menor de edad hacia su madre y su primera infancia sientan las bases
para el desarrollo psicosocial que éste o ésta pueda tener, estas primeras impresio-
nes y sensaciones llevan al niño o niña a modelar su forma de ser y comportarse en
el mundo. La figura materna se ha desarrollado, por excelencia, como la primera
imagen a la que todo ser humano se apega y en quien fija su protección y seguri-
dad, sin embargo, cuando dicha imagen se ausenta o se ve debilitada se producen
consecuencias de diversos tipos.
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Así, la migración femenina y el abandono de los hijos, como una de sus prin-
cipales consecuencias, genera y define formas particulares de desarrollo en los
menores de edad, que se reflejan en la forma en que el niño o niña se vincula y
relaciona con la sociedad.
En términos psicológicos, los tipos de vínculos de crianza emergentes, en el con-
texto que hemos descrito, se caracterizan por ser ambivalentes y evitativos, en ambos
la singularidad es que la madre mantienen vínculos inestables con sus hijos (se aproxi-
ma entregando en forma inestable respuesta a las necesidades del niño o niña), estos
procesos, en el desarrollo emocional y cognitivo, producen en la estructura mental
de los niños inseguridades generales: miedo, odio, rabia, ira, etc., también otras ex-
presiones como la inhibición de su conducta, un retraimiento y posterior reacción
explosiva, asociada a adicciones u otros mecanismos compensatorios, etc.
Esta infancia alejada de su madre y de la imagen paterna, carga con un trauma por
el abandono sentido y vivido, que se vuelve necesario intentar revertir. Las carencias
vividas generan vacios emocionales que condicionan su actuar en la adultez, donde
muchas veces repiten patrones de violencia y alcoholismo (este último suele actuar
como desinhibidor de todas aquellas emociones contenidas y no expresadas).
La falta de referentes les hace ser incapaces de demostrar sentimientos y afectos,
lo que los conduce a un circulo que es necesario romper, en pos del desarrollo de
una infancia plena y segura. Sin embargo, no todo resulta tan desalentador para
estos menores de edad. Los abuelos –a su modo– buscarán paliar sus necesidades
emocionales, asimismo, en aquellos casos en que existan otras figuras de apoyo --tíos,
comunidad, pertenencia grupos religiosos, etc.– se buscará brindar una mayor pro-
tección y disminuir la angustia que produce en éstos la ausencia de la madre.
Estos menor de edad viven una infancia más de “campo” donde replican sus
modelos familiares, diferentes a las de sus compañeros que viven en el mismo
entorno. Los que son criados por sus abuelos tendrán una crianza similar a la de
sus padres, habrá una mayor inocencia en su visión y una mayor cercanía con su
cultura y lo agrícola. En términos materiales también existirán diferencias, pues la
madre procurará solventar los gastos generados por éste, así como también suplir 141
su ausencia por medio de regalos materiales.
En una situación óptima de desarrollo para los niños y niñas será vital el esta-
blecimiento de un hogar donde puedan tener referentes paternales y de autoridad
que sean lo más cercanos a ellos y ellas y donde sientan la protección y seguridad
que deben entregar los padres. Sin embargo, muchas veces factores externos ha-
cen que dichos modelos y patrones no se puedan cumplir y se busque la mejor
manera de solucionarlos y de esta forma paliar los efectos sobre la infancia.
Referencias
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Estadísticas Internas Atención Rural Departamento de salud I. Municipalidad de Saavedra.