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PAUTAS PARA CAMBIOS DE CIUDAD PARA NIÑOS DE 4 AÑOS

1. Darles todas las explicaciones. Se debe explicar claramente al niño, y de una forma positiva, el por qué
de la mudanza. Y en el caso de que el niño te haga preguntas, no le deje sin respuestas. Sería conveniente
decirles que nos vamos a cambiar de ciudad y también explicarles los motivos que nos llevan a hacerlo. Si
nos preguntan por qué no nos quedamos donde vivimos, podemos decirles que aunque nos gustaría
mucho pero que no puede ser porque aquí mamá o papá no tienen trabajo, y hay que irse a un sitio donde
puedan trabajar. Esto no implica profundizar en detalles o dar más información de la necesaria. Será útil
buscar palabras comprensibles, leer con él cuentos o historias que hablen sobre esto, y dar ejemplos para
que lo entienda lo mejor posible.

2. Gestionar nuestras emociones. Transmitirle nuestros miedos e incertidubres no hará más que
confundirles y asustarles. Para ello es necesario un buen trabajo personal de reflexión, sosiego, análisis
general de aspectos positivos y negativos, y actitud resolutiva y dispuesta. Será más fácil para ellos si
perciben nuestra confianza y seguridad, que si nos ven dubitativos y temerosos. Es aconsejable darles la
información cuando esté todo confirmado; es decir, cuando sepamos dónde vamos y en qué condiciones
vamos. Debemos tratar que el discurso siempre sea positivo, por ello podríamos plantearle algunas
ventajas que encontrará después de mudarse: nuevos amigos, nuevos lugares por visitar o una habitación
más grande, por ejemplo. Una vez realizada la mudanza implicarle también en pequeñas tareas
agradables, como decorar la habitación. También será importante para ellos mantener el contacto con
sus anteriores amigos: en la medida de los posible intenta que tengan relación, aunque sea telefónica.

3. Familiarizarle con su nuevo entorno. Es aconsejable que familiarices al niño, de la mejor forma posible,
con la nueva casa y sus alrededores. Enséñale fotografías, mapas, etc. Además, si es posible, puees llevarle
a visitar la nueva casa, antes de la mudanza.

4. Anticipar y explicarle cómo será nuestra nueva vida. Prever y analizar los cambios que vaya a encontrar,
para poder explicárselos y que pueda comprenderlos de antemano. Cambios como el tipo de ciudad,
vivienda, colegio, clima o convivencia en los que vais a iniciar la nueva vida. Adelántate a las
preocupaciones que pueda- Puedes decirle, por ejemplo, que él no perderá sus amigos de toda la vida.
Que continuarán encontrándose siempre que puedan los papás.

5. Cuidar los tiempos. Tratar de adaptar la mudanza al mejor momento para él, como por ejemplo, si es
posible, hacer que coincida periodo de vacaciones escolares o cuando tengáis varios días festivos.

UNA VEZ ALLÍ

1. Resaltar lo positivo será de gran ayuda para ambos. Estaría bien reservar un ratito al día para buscar las
cosas buenas que encontremos en la nueva ciudad, la nueva casa, el nuevo colegio... de esta forma, tanto
el niño como el adulto se verán obligados, por lo menos en ese momento, a focalizarse en los aspectos
positivos, y puede ser una inyección de ánimo para superar la nueva situación.

2. Intentar restablecer las rutinas habituales lo antes posible en la nueva ciudad. Conviene informar a los
niños todo lo que harán en el destino: qué horarios vamos a tener, qué actividades a realizar en el lugar
de destino...
3. Mantener la unidad familiar. Tener un contacto estrecho con las figuras referenciales (madre y padre)
les generará estabilidad y seguridad dentro del gran cambio que conlleva la marcha de la ciudad de
residencia, del colegio y el distanciamiento de otras figuras importantes, como pueden ser familiares o
amistades.

4. Darles tiempo para adaptarse a todos estos cambios. Ante un cambio tan radical, será esperable que
los niños se muestren reticentes o más sensibles de lo normal. Gestionarlo des del cariño, la comprensión
y la paciencia les ayudará a adaptarse con mayor rapidez. Aquí será importante modular nuestras
expectativas ya que, si nos mostramos ansiosos ante sus dificultades, les pedimos una adaptación
inmediata o no comprendemos sus quejas o demandas, no estaremos haciendo otra cosa que dificultarles
el proceso. Será necesario estar atentos a todos aquellos cambios emocionales y conductuales que
puedan tener, para poder ayudarles en todo lo posible. Ofrecerles tiempo de calidad con los padres,
espacios en los que poder expresarse (positiva o negativamente), cariño y amor incondicional…

5. Favorezcamos un clima de confianza y de diálogo donde puedan expresar su emociones. Si nos dicen
que echan de menos el colegio, los amigos... hay que escucharles y animarles, a la par de explicarles que
es normal, que incluso no pasa nada si lloran porque están un poco tristes, pero hay que darles un mensaje
positivo y esperanzador: “aquí vamos a estar muy bien, vamos a hacer amigos...”

6. Dosifica los cambios en lo posible. Evita que el cambio de casa no coincida con otros cambios en la vida
del niño. Si antes comía con ayuda, ahora deberá seguir haciéndolo. Si dormía con los padres, no es
momento de pasarlo a su cama. Busquemos primero ayudarle a adaptarse a los cambios que no podemos
controlar, que son muchos, y más adelante ya introduciremos aquellos controlables.

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