filosofía? Muchos filósofos, a través de los siglos, han reconocido a la intuición como una manera de obtener conocimiento, junto con otras maneras como la percepción, el testimonio y el razonamiento explícito. El filósofo inglés John Locke ofrece una manera estándar de trazar las fronteras de la intuición. Locke contrasta a la intuición con la percepción sensorial, por un lado, y con la demostración, por otro. Él nota que la percepción sensorial es siempre sobre cosas particulares: ves esta pizza frente a ti ahora mismo, quizá ves que esta pizza es redonda. Pero no estamos limitados a hacer juicios sobre cosas particulares. Cuando juzgamos que ninguna cosa cuadrada es redonda, no sólo pensamos en esa pizza específica, sino en una verdad más general y abstracta. Juzgar que los círculos son distintos de los cuadrados, según Locke, es intuitivo. Y, al menos en esta clase de casos, en los que Locke piensa que reconocemos rasgos de nuestras ideas. La intuición es una fuente de conocimiento perfectamente buena. Sabemos que ninguna cosa redonda es un cuadrado mediante nuestra intuición. Locke también traza un contraste entre intuición y demostración. La intuición puede decirnos directamente que un círculo no es un triángulo. Pero al llegar a preguntas más complejas, necesitamos usar demostración (o razonamiento explícito). Por ejemplo, podemos descifrar que los ángulos internos de un triángulo suman dos ángulos rectos. Pero tenemos que atravesar una serie de pasos para obtener este conocimiento. Y eso es demostración. Ésta requiere etapas conscientes; la intuición es inmediata. Locke nota, sin embargo, que la intuición y la demostración están conectadas. Cada paso individual en una cadena de razonamiento demostrativo es (o debería ser) intuitivo. Los pensadores contemporáneos aún trazan una distinción similar, usando varias etiquetas para ella. Los psicólogos contrastan pensamiento implícito vs. explícito, heurístico vs. sistemático, automático vs. controlado. Se ha afirmado que estas diversas etiquetas señalan una misma división. Buscando neutralidad, a menudo ahora se denominan pensamiento Tipo 1 y Tipo 2. Pero comúnmente verás al Tipo 1 etiquetado como intuitivo y el Tipo 2 como reflexivo. La diferencia clave entre ambos lados, según importantes psicólogos como Keith Stanovich y Jonathan Evans, es exactamente la diferencia que notó John Locke: si debes o no travesar una serie de pasos conscientes. Si te pido que multipliques ‘5x11’, la respuesta ‘55’ probablemente se te ocurre inmediatamente, sin esfuerzo. Así que eso es intuitivo para ti. Pero si te pido que dividas ‘5/11’, probablemente debas atravesar una serie de pasos al hacer una división larga. Eso es la reflexión trabajando, no intuición. Pero nota que al hacer esa larga división se descompone en una serie de operaciones de un solo dígito, cada una de las cuales es intuitiva. La intuición parece decirnos muchas cosas; y a veces, al hacer un juicio intuitivo, puedes volver y revisarlo reflexivamente. Incluso si naturalmente juzgas que ‘5x11=55’ por intuición, puedes obligarte a pensarlo reflexivamente, dígito por dígito. Así que la intuición es juicio inmediato, no necesariamente en el sentido de que es muy rápida (aunque puede serlo); sino en el sentido de que no está mediada por etapas de pensamiento como la reflexión. Como la reflexión, la intuición es una manera de juzgar cosas que son abstractas o no modales (no representadas en una modalidad sensorial particular). Mientras la visión puede informarte el color de cosas particulares y la audición puede informarte sobre sonidos, la intuición puede informarte sobre cosas más abstractas (como geometría y números) y sobre la clase de cosas que importan en filosofía (como causalidad, justicia y conocimiento). Por ejemplo, intuitivamente, parece malo lastimar a una persona inocente sólo por diversión. Los filósofos a menudo ponen a prueba ideas a través de intuiciones. Así, en el Teeteto de Platón, a Sócrates se le pregunta si el conocimiento es lo mismo que un juicio verdadero y él describe un escenario que intuitivamente ilustra la diferencia. En el escenario, un abogado debe defender a un cliente que ha sido acusado de un crimen violento. El cliente de hecho es inocente, pero no hay testigos disponibles. Dado que no tiene evidencia sólida que presentar, el abogado sabe que la mejor estrategia es, no intentar instruir al jurado sobre lo que ocurrió, sino utilizar lenguaje bello para que al jurado le agrade el cliente. El abogado es carismático. Y el jurado llega a creer correctamente que su cliente es inocente. Sócrates pregunta: “¿Acaso los miembros del jurado SABEN que el acusado no ha cometido este crimen?” Si tus intuiciones son como las de Platón, tendrás la sensación de que no saben (aunque lo que creen es verdadero) Los filósofos usan escenarios intuitivos como éste como evidencia para afirmaciones generales (como la afirmación de que el conocimiento es algo más que sólo creencia verdadera). Nota que puede requerirse esfuerzo o pensamiento secuencial para imaginar el escenario. Pero cuando haces la pregunta clave sobre si los miembros del jurado tienen conocimiento una respuesta simplemente se te presenta. Y puede que no sea obvio para ti por qué tienes esa sensación. ‘¿De dónde proviene esa clase de respuesta?’ es una pregunta interesante. Nota que hasta ahora hemos definido a la intuición negativamente: NO es percepción sensorial y NO requiere pasos conscientes de razonamiento. Los filósofos tienen muchas teorías positivas sobre cómo funciona la intuición. Platón creía que éramos guiados por nuestro recuerdo de la Formas. Locke pensó que respondíamos a rasgos de nuestras ideas. Algunos filósofos del siglo XX, como John L. Austin, sostenían que nos guiaba comprender el lenguaje ordinario, que hereda una historia de distinciones aprendidas las cuales han pasado la prueba del tiempo. Otros filósofos creen que tenemos un agarre más directo sobre la naturaleza de ciertas nociones como conocimiento y moralidad. Algunos piensan que intuiciones en diferentes áreas se generan de forma distinta. Quizá algunas cosas se vuelven intuitivas después de que las hemos ensayado (el ejemplo de la multiplicación podría estar en esta categoría); pero en algunas áreas parece que tenemos intuiciones sobre problemas novedosos. Quizá reconocemos patrones comunes. Y quizá nuestros instintos sobre la moralidad operan de manera distinta a nuestros instintos sobre causalidad o conocimiento. Los llamados ‘filósofos experimentales’ creen que es importante hacer estudios formales de las intuiciones de la gente, en vez de sólo reportar las propias impresiones “de sillón”. Filósofos con teorías positivas de la intuición muy distintas pueden estar de acuerdo en que la intuición a menudo es una buena manera de hacer juicios, permitiendo que a veces falle y nos desoriente (sea porque la intuición misma es imperfecta o porque hacemos juicios que se sienten como intuitivos sin serlo). Algo puede parecer intuitivamente correcto; pero al reflexionar podemos darnos cuenta de que estábamos equivocados. Sobre algunas cuestiones, personas distintas pueden tener diferentes intuiciones. Y a veces puedes descubrir que tus propias intuiciones personales están en conflicto unas con otras. De hecho, el progreso filosófico a menudo comienza cuando te resulta difícil construir una teoría sistemática y consistente que se ajuste a intuiciones clave. Varios caminos se abren frente a nosotros cuando nuestras intuiciones parecen estar en conflicto. Podemos investigar posibles sesgos y quizá descartar algunas intuiciones como ilusiones cognitivas naturales. Podemos defender una teoría abiertamente contraintuitiva, sobre la base de virtudes teóricas (como simplicidad). Podemos entrenarnos para tener nuevas intuiciones en algunos casos. Descubrir conflictos en nuestras intuiciones no tiene que ser una razón para ser escéptico sobre la intuición. También tenemos algunos conflictos en nuestras percepciones sensoriales ordinarias. Por ejemplo, experimentamos ilusiones perceptuales y cometemos errores de observación. Pero hay suficiente terreno común y consistencia en lo que percibimos con nuestros sentidos como para que una actitud general de confiar en la percepción sensorial parezca bien fundamentada. Y podemos esforzarnos por corregir nuestros errores y explicar cómo ocurren. Es interesante preguntarse si algo paralelo es posible en la filosofía. Al enfrentar el proyecto de construir y defender una teoría coherente sobre el conocimiento, la moralidad o algún otro objetivo filosóficamente interesante, enfrentamos algo muy difícil, que se lleva a cabo desde hace siglos. Hasta ahora, las intuiciones parecen haber ofrecido una guía valiosa en esa clase de proyecto. Al menos, es muy difícil ver cómo la filosofía podría comenzar si no consultara a las intuiciones en absoluto. ¿Qué tan lejos pueden llevarnos las intuiciones? Eso está por verse.