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INSTITUCION EDUCATIVA JUAN PABLO II SEDE DOCE DE OCTUBRE

GUIA DE ETICA Y VALORES GRADO 4-4/2015


CUENTO

Propósito: Fortalecer el valor de la responsabilidad a través de la lectura de cuentos.

De cómo sucumbió Villa Niloca entre las garras del mal tiempo

Para los que nunca fueron de vista (cosa que


dudo), les cuento que Villa Niloca es un
pequeño poblado ubicado aquí no más.

En él, los habitantes se caracterizaban por


hacer lo necesario sin ganas. Y lo demás no lo
hacen.

¡Ay, ay, ay! ¿Cómo les explico? Probemos así.


Los nilocos saben de memoria que es preciso
plantar árboles para que los pájaros puedan
construir sus nidos. Entonces, sin ganas y
protestando, ponen semillas en el suelo y
esperan que los árboles crezcan. Pero, eso sí, si uno les dice que después de un tiempo hay que
podar las ramas y regarlos, ellos contestan: -¡Ah no! ¡Eso no! ¡Ni locos!

Y entonces las pobres plantas crecen triste, sin fuerza, y más de una muere reseca durante el
primer otoño.-¡Hay que talar este árbol que ya no sirve más! Dice entonces una niloca. -¡Yo, ni
loco! Le contesta su marido. Todo es así en Villa Niloca. A la hora de cenar, para no poner la
mesa se pelean todos los miembros de la familia. Y como, por supuesto, viviendo en esa villa
son todos “nilocos”, terminan apoyando la comida en cualquier parte y (aunque no lo crean)
comiendo con las manos.

Dicen que este pueblo fue fundado hace mucho por don José Pereza, quien junto con un
batallón llamado “Los irresponsables”, durante largo tiempo gobernó Villa Niloca. Eso es lo que
se dice por ahí. Y que el lema de estos conquistadores fue: “¿Para qué hacer las cosas bien, si se
pueden hacer más o menos?”.

Los nilocos, como es natural acostumbrados, desde chiquitos (desde niloquitos) a la educación
impartida por los hombres de don José pereza, son, tal vez sin quererlo, irresponsables de ley.
Lic. Lizett Granados Duarte
INSTITUCION EDUCATIVA JUAN PABLO II SEDE DOCE DE OCTUBRE
GUIA DE ETICA Y VALORES GRADO 4-4/2015
CUENTO

Hace pocos días, sin embargo, algo sucedió que, según parece, cambió los ánimos de los villa-
nilocos y los hizo pensar un poco. Fue lo que se dio a llamar “el bombardeo celeste a la hora de
la siesta”. En realidad, fue solo una fuerte tormenta de granizo, pero causó verdaderos estragos
en el pueblo niloco, sobre todo porque interrumpió su sagrada siesta.

No sé si les dije que en las casa de Villa Niloca no existen los techos. No. No existen, porque
cuando alguien sugirió una vez que los techos eran importantes para protegerse del mal tiempo,
los nilocos respondieron: -¡Ah no! ¡Ni locos vamos a construir techos! ¡Bastante trabajo nos
costó hacer las paredes!

Y, como Villa Niloca tiene un clima bueno y de la lluvia los nilocos se defienden tapándose la
cabeza con enormes bolsas de plástico, nunca se preocuparon por los techos. Hasta hace pocos
días. Porque por primera vez cayó una fuerte tormenta de granizo y, cómo se imaginarán, las
bolsas de plástico no sirvieron para cubrirse de los golpes. ¡Plaf! ¡Plof! Los pedacitos de hielo
cayeron sobre los nilocos dejándolos verdaderamente heridos. Y esto no fue todo. - Vamos al
hospital. Dijo una niloquita a su abuela cuando la vio lastimada. – ni loca. Respondió la abuela.
Y cuando a la fuerza logró arrástrala, el médico de guardia las miró con mala cara y balbuceó: -
Ni loco voy a atenderla a la hora de la siesta.

Si. Fue un verdadero desastre lo que causó en Villa Niloca el llamado “el bombardeo celeste a la
hora de la siesta”. Gritos, peleas, heridos. Casi la destrucción. Hasta que un joven niloco propuso
la calma. Y sin que nadie dijera “ni locos vamos a calmarnos”, toda la población se fue
tranquilizando y se dispuso a meditar. –Pensemos. Se decían a unos a otros los nilocos. Y desde
ese entonces es eso lo que hacen: pensar.

Tal vez pase mucho tiempo hasta que en Villa Niloca los habitantes comprendan porque son
como son y de qué manera pueden cambiar.

Lo importante de todo esto es que, tanto en esa villa como en cualquier otra, la gente se
preocupe por vivir mejor. Aunque para ello haya que trabajar mucho y enfrentar, si es necesario,
a los irresponsables de siempre.

Silvia Schujer

Lic. Lizett Granados Duarte

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