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CAPITULO 14

LA CONSTRUCCIÓN: LAS NECESIDADES DE LAS COMUNIDADES URBANAS

EL INGENIERO CIVIL

En el periodo de 1750 a 1900, los rápidos cambios industriales y el crecimiento de la población


exigieron una inmensa cantidad de construcciones en general, tales como las vías para las
locomotoras de vapor, los sistemas de abastecimiento de aguas y desagües, las viviendas, entre
otras.

La profesión de ingeniero civil surgió al principio de este periodo. Así como la ingeniería militar
había sido separada de la civil en Francia, a finales del siglo XVIII se estableció la distinción entre
ingeniería civil y arquitectura. La revolución francesa englobó su escuela dentro de una
organización más amplia, pero cuando recobró su existencia independiente, su posición quedó
robustecida por la institución de la gran Escuela Politécnica, donde el ingeniero civil y otros
profesionales recibían una formación preliminar antes de ser admitidos en las escuelas especiales.

En Inglaterra, el desarrollo de la profesión de ingeniero fue más lento. A pesar de eso, estuvo
marcado por la formación de una sociedad de ingenieros, en 1771, conocida como el Smeatonian
Club, y en 1818, la Institución de Ingenieros Civiles.

LOS MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN (1750-1850)

La madera llegó a ser escasa en las zonas costeras, y el uso de la piedra fue restringido donde era
más fácil explotar una cantera, pero el primer efecto de la revolución industrial sobre la
construcción fue extender el uso del ladrillo.

La mezcla del yeso para el acabado de paredes, del mortero para la unión de la piedra o del
enladrillado, y del hormigón para los cimientos, experimentó una importante evolución como
resultado de estudios que empezaron cuando John Smeaton estaba proyectando el tercer faro de
Eddystone en 1759.

En Harwich y Sheppey se encontraba la mejor mezcla natural de arcilla en Londres, y su uso se


patentó en 1796 bajo el nombre de cemento romano. La teoría de la mitura de cal y arcilla para
formar cemento fue expuesta en 1839 por el francés L. J. Vicat e introdujo el uso especial de la
palabra “hidráulica”.

Mientras tanto, en Inglaterra, el hormigón de cemento Portland fue usado por M. I. Brunel en
1828 para rellenar el cauce del rio sobre su túnel de Támesis. En el siglo XVIII se dio uso creciente
del hierro forjado para reforzar la madera y la mampostería. El uso de vigas de celosía mejoró la
colocación de los techos y la utilidad de la viga se aumentaba frecuentemente con la introducción
de tirantes forjados y un mejor empernado.
El hierro colado, que había sido empleado en la construcción de puentes en 1779, iba sustituyendo
a la mampostería, pero el gran cambio lo constituyó el uso más extendido del hierro colado para
las columnas de sostén, para remplazar a las vigas de madera y en los marcos de las ventanas.

El detalle ornamental se convirtió en una característica de las columnas de hierro colado, se aplicó
al armazón de las máquinas de vapor y de la maquinaria industrial. El año 1851 marca la transición
a una época de nuevos materiales de construcción de los que el hierro forjado constituye uno más

El comienzo del siglo XIX trajo cambios en la utilización de la madera. Surgió una nueva demanda
de casas en poblados americanos, donde la madera era abundante pero los carpinteros escasos,
se produjo una nueva demanda de casas levantadas aprisa en la década de 1830.

En Inglaterra la madera conoció un nuevo auge en la construcción de las primitivas estaciones


ferroviarias. La culminación de la construcción en madera la constituyó la realización de las dos
bóvedas de medio punto de la estación de King’s Cross, Londres, en 1852, donde se comprobó
que la madera resistía bien el humo, pero como tendía a retener la humedad del vapor, se
corroían rápidamente las clavazones de hierro.

LOS MUEBLES

La madera continuó siendo por largo tiempo el principal material empleado en el amueblamiento
de toda clase de edificios. A principios del siglo XVIII la introducción en Europa de la caoba condujo
a las notables realizaciones en tallas de estilo rococó de los ébénistes franceses.

El efecto más importante de la revolución francesa fue la conmoción que produjo sobre las
distinciones seculares de rango, de modo que la calidad y cantidad de los muebles se valoraron
cada vez más como un símbolo visible de elevación social.

En el medio siglo siguiente el mobiliario se hizo menos pesado y complejo. El desarrollo de la


maquinaria de carpintería, que avanzó hasta poder imitar cada uno de los procesos normales de la
fabricación manual de muebles, transformó entonces los métodos de esta industria.

NUEVOS USOS DEL HIERRO FORJADO, DEL ACERO Y DEL HORMIGON

El uso creciente de hierro forjado, que en épocas anteriores había figurado principalmente como
suplemento a la obra de madera o de hierro colado, fue un progreso importante de las décadas de
1850 y 1860. Gracias al invento del “laminador universal”, la fabricación de vigas largas de gran
perfil se había hecho posible. El edificio más alto de todos los de hierro forjado data sólo de 1889,
cuando la exposición conmemorativa del centenario de la Revolución francesa motivó la erección
de la Torre Eiffel, de 300m.
El empleo de acero barato como material de construcción se hizo posible gracias a los inventos de
las décadas de 1850 y 1860, pero gran parte de la producción fue absorbida por los carriles,
porque las vías de acero duraban mucho más que las de hierro.

Mientras tanto, América no sólo tomó la delantera en la producción de acero barato, sino que
desarrolló su uso para un nuevo tipo de edificio: el acero engendró el rascacielos. El principal
incentivo fue el rápido aumento de valor del suelo en las congestionadas zonas centrales de
ciudades en auge. Se utilizaron vigas de acero en los pisos superiores de un bloque de edificios con
estructura de hierro construido en Chicago en 1884; la primera estructura completa de acera le
siguió en 1890, también en Chicago.

En Nueva York, se mostraron dos grandes dificultades de este tipo de edificios: los cimientos
tenían que ser excavados a 15 metros bajo tierra y la estructura tenía que ser arriostrada con
piezas de metal suplementarias para resistir los vientos fuertes.

Dos franceses realizaron una obra importante: Edmond Coignet probó en la construcción de
alcantarillado de París que un armazón de 84.4mm del nuevo material podía sostener sin peligro
4.5m de tierra, mientras que Francois Hennibique implantó en las vigas de hormigón armado un
sistema de estribos verticales de fleje para resistir las deformaciones por ciralladura.

Un inglés, E. L. Ransome, levantó su primer edificio importante realizado con vigas de hormigón
armado en 1888.

A la larga, el principal uso del hormigón armado, en forma de lámina o de pilar, fue para ayudar a
construir edificios altos. El ascensor hidráulico había sido mejorado de tal forma que, en la Torre
Eiffel, llevaban a un visitante a la cúspide en siete minutos. Sin embargo, en 1889 el ascensor
eléctrico, que era mucho más rápido, ocupó su lugar.

MEJORAS DEL ABASTECIMIENTO DE AGUAS

Al final del siglo XVIII, en Londres, por lo menos tres de sus compañías se abastecían de agua del
Támesis. La más antigua la obtenía con ruedas hidráulicas en el Puente de Londres; la segunda, la
extraía cerca del Strand; y la tercera la traía del río en Chelsea. Una tercera fuente comprendía
pozos, manantiales locales y profundas perforaciones para alcanzar los manantiales que corrían
bajo la arcilla de Londres.

Por lo que se refiere a la distribución del agua, en los siglos XVII y XVIII eran habituales las cañerías
de madera, aunque en Francia se había empezado a emplear tuberías de hierro colado para el
abastecimiento de agua.

James Nasmyth creó la primera válvula de hierro colado, que era fuerte, duradera y relativamente
fácil de instalar dentro de las casas. En Londres los primeros filtros lentos de arena fueron
construidos por James Simpson en 1827.
Se manifestó la demanda de más y mejor agua en la segunda mitad del siglo XIX. Los dos
principales avances fueron el recurso a fuentes de suministro distantes y la introducción de
mejores métodos de purificación. Por ello, las grandes presas figuraron entre las más notables
realizaciones de la ingeniería civil de este período. De Sazilly y Delocre se dieron cuenta que para
la construcción de presas era necesario tener en cuenta también las presiones internas.

El transporte de agua desde cuencas distantes implicaba la construcción de acueductos


comparables a las grandes obras de los romanos.

Hacia finales del siglo XIX la cantidad de agua potable no se pudo juzgar de otro modo que por la
transparencia, la ausencia de olor y sabor y la falta de efectos nocivos detectables. Una base
científica a la purificación de agua fue dada por Pasteur, Kock y otros y, hacia 1885, el
abastecimiento de agua de Londres fue sometido a análisis sistemáticos

El primitivo filtro de arena actuaba sólo por gravedad, cayendo el agua a través de capas de arena
y grava; aunque era lento, requería una laboriosa atención y ocupaba mucho espacio. En 1880 se
patentó en Inglaterra un filtro rápido de arena.

El hidróxido de hierro gelatinoso se utilizó en Europa a partir de 1857 para reunir y precipitar las
impurezas en suspensión. Estos métodos resultaron tan eficaces como el filtrado y muchos más
rápidos. La cloración en el siglo XX llegó a ser una protección normal.

DESAGUE Y SANEAMIENTO

En 1900 el ingeniero civil estaba ganando la larga batalla por la limpieza pública. Desde el gran
incendio de 1666, habían sido previstos oficialmente vertederos de basura en las calles de City,
trasladada por rastrilladores y el contenido de las letrinas era vaciado por poceros a las horas en
que las calles estaban desiertas.

El water-closet, descrito por Sir John Harington 200 años antes, estaba empezando a ser instalado
en las casas de la clase alta. El water-closet, patentado por Joseph Bramah en 1778 constaba de
dos válvulas, y cuando se limpiaba con un chorro de agua su contenido caída directamente en un
pozo negro situado en el sótano o bajo el jardín. En 1782 fue patentado por primera vez un sifón
con cierre hidráulico, pero constituía un doble peligro, por los efluvios que comúnmente entraban
en la casa y por las filtraciones que contaminaban los pozos, los ríos, e incluso las tuberías del
agua.

El remedio que se halló para esta situación fue construir un nuevo tipo de alcantarillado, que se
limpiaba abundantemente con un suministro de agua más regular que el que proveía la lluvia.

Una parte de la red de alcantarillado de Londres fue construida en la década de 1840. Pero la obra
de Sir Joseph Bazalgette, creada en 1855 después de que 20,000 londinenses murieran en dos
epidemias de cólera, proporcionó un remedio más drástico. Bazalgette construyó cinco
alcantarillas principales paralelas al curso del Támesis, tres en la orilla norte y dos en la orilla sur,
que tendría capacidad para conducir todas las aguas residuales domésticas, junto con el desagüe
normal del agua de lluvia.

Quedaba el problema de disponer de las aguas cloacales, por eso se desarrolló un sistema de
clarificación química en los puntos de vertido tanto en el norte como en el sur del río, con lo que
se reducía el problema al tratamiento de la restante materia orgánica. Pero en los puntos de
vertido de Londres se continuó usando una mezcla de cal y sulfato ferroso, siendo similar el
proceso al usado para purificar el agua potable.

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