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Golpazo de precios

Según informó el Indec en la última semana, el aumento promedio de los precios mayoristas en
febrero fue del 4,8 por ciento con respecto al mes anterior. La explicación inmediata a este
brusco salto en la inflación sería responsabilizar a la devaluación de las primeras semanas del
año. Pero con ello no alcanza. El índice de precios internos mayoristas (IPIM) refiere que los
precios de productos nacionales aumentaron en el mes 4,9 por ciento, y los de importados lo
hicieron por debajo: un 4,3 por ciento. El fenómeno que desnudó el golpe inflacionario
mayorista es que el actual gobierno no sólo “dolarizó” el precio de diversos servicios, sino que
además permitió que empresas monopólicas en diversos rubros de insumos básicos hagan lo
mismo. El gobierno apostó a la apertura e internacionalización del mercado como una fórmula
a la estabilidad: le está saliendo el tiro por la culata. La fuerte trepada de precios mayoristas en
febrero se suma a la que ya había ocurrido en enero, del 4,5 por ciento, con lo cual el primer
bimestre ya acumula un incremento del 9,6 por ciento.

No son pocos los especialistas que advierten que estos aumentos se irán trasladando en las
próximas semanas a los precios al consumidor. Además de tener en vigencia una política errada
contra la inflación, el gobierno afronta una dificultad adicional: no reconoce el problema que
tiene entre manos. En esta misma semana, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, en su informe de
gestión al Congreso aseguró que la inflación está bajando.

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Dos meses consecutivos de aumentos en los precios mayoristas por encima del 4,5 por ciento
no tiene precedente registrado en las últimas décadas, después de la hiperinflación de Raúl
Alfonsín (años 80). Vale recordar que el Indec mantuvo un apagón estadístico entre diciembre
de 2015 y abril de 2016, evitando así reflejar el impacto en precios de la megadevaluación
dispuesta apenas asumió el gobierno de Cambiemos. Cuando retomó la publicación de
informes de precios, el IPIM computó aumentos del 3,6 por ciento en mayo de 2016, 2,9 por
ciento en junio y 2,7 por ciento en julio. La referencia pone de manifiesto la importancia del
salto en los últimos dos meses. El golpe inflacionario mayorista de enero y febrero no es por
error estadístico ni un “desequilibrio coyuntural”: es el resultado de la política oficial, que le
deja el rol de estabilizador a “la competencia internacional” mientras desconoce los factores
estructurales que afectan la formación de precios internos. Principalmente, la concentración
económica en mercados estratégicos y el comportamiento monopólico que predomina en esos
sectores frente a variaciones en el tipo de cambio (devaluaciones).
Analizando los distintos renglones del índice de precios mayoristas, se observa que en el primer
bimestre los productos importados aumentaron 11,6 por ciento, producto de la suba del precio
del dólar en las primeras semanas del año. Más llamativo son los resultados que se observan
entre los productos nacionales. El rubro Energía eléctrica, consecuencia de los tarifazos
resueltos por el gobierno, reflejó un encarecimiento del 13,2 por ciento en el bimestre. El
tarifazo eléctrico es una política que tendrá consecuencias en el comportamiento de precios
futuros a nivel mayorista, dado que encarece los costos de todos los sectores sin excepción
aunque no todos estén en condiciones de trasladarlo a sus precios inmediatamente. Es decir
que habrá un impacto con rezago. Pero, además, este tarifazo no es el último ni definitivo: hay
un cronograma de aumentos periódicos pendientes, además de la decisión del gobierno de
dolarizar las tarifas, lo cual supone aumentos adicionales en el futuro con los aumentos del
tipo de cambio.

El gobierno eligió dolarizar las tarifas y abrir la economía a la competencia importada confiado
de lograr así una estabilidad cambiaria en base a inversiones externas y oferta de crédito en
dólares casi infinito. Pero además de la tarifa eléctrica y de gas, dolarizó el precio de los
hidrocarburos y los combustibles, además de permitir que los productos transables
internacionalmente (materias primas agrícolas) pudieran trasladar a precios internos los
valores que obtuvieran en sus ventas al exterior, al eliminar las retenciones a la exportación de
estos bienes. Así, con la devaluación, los precios de productos primarios a nivel mayorista
aumentaron en el primer bimestre 19,6 por ciento. Entre estos, se destacada Petróleo y Gas,
que acumuló en los primeros dos meses del año una suba del 31,4 por ciento.

Entre los productos manufacturados, se destaca el aumento en rubros donde el mercado tiene
una indudable estructura monopólica: una sola empresa oferente o en posición dominante. El
sector de “industria metálica básica” tiene como principal componente el aluminio, cuyo
productor primario dominante es Aluar. Aunque en su producción interviene un componente
importado (la bauxita), no es su incidencia lo que marque que sus valores se muevan con el
precio del dólar, sino una práctica que también siguen Techint, Acindar, Holcim (cemento) y
otras empresas en los demás rubros de insumos difundidos con posición monopólica o
dominante. Así, Metálicas básicas aumentó sus precios en un 10,4 por ciento en el primer
bimestre, e “Industrias metálicas excepto maquinaria y equipos”, donde pesan los precios de
Acindar y Techint, tuvo un incremento del 9,8 por ciento según el registro del Indec. De
acuerdo a la opinión de varios empresarios que utilizan esos insumos, los aumentos aplicados
en las listas de precios del acero y sus derivados en enero-febrero es muy superior al reflejado
por el Indec.

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