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Historias, libro VI
1-. Al llegar a este punto de la narración tomaré en consideración la constitución política de los
romanos e inmediatamente después la utilidad que representó para ellos su peculiar forma de
gobernarse no solo para ganar la hegemonía sobre Italia y Sicilia, para la conquista de los íberos y
los celtas, sino también para concebir finalmente la idea del imperio universal, una vez que
hubieron dominado a los cartagineses.
2-. No ignoro que alguien se preguntará por qué precisamente en este punto interrumpo la narración
de los hechos para estudiar la constitución romana; pero a mí, en realidad, desde el comienzo me ha
parecido este uno de los argumentos más importantes de todas las Historias… aprender bajo y qué
forma de gobierno los romanos, nada más que en sesenta y tres años han vencido y sometido a casi
toda la tierra habitada, hecho este que nunca se había verificado anteriormente.
…El orden constitucional de un pueblo debe considerarse como la mejor causa del éxito y del
fracaso en toda circunstancia.
11-. Según dije más arriba, tres son los órganos del Estado que se dividían la autoridad: su poder
estaba tan bien divido y distribuido, que ni siquiera los romanos habrían podido decir con seguridad
si su gobierno era en su conjunto aristocrático, democrático o monárquico. Y no hay por qué
asombrarse ya que considerando el poder de los cónsules, se habría dicho que el estado romano era
de forma monárquica, mirando el Senado se habría dicho que era aristocrático; si alguien finalmente
hubiese considerado la autoridad del pueblo, sin más demora habría definido como democrático el
Estado romano…
12-. Los cónsules cuando no están lejos de la ciudad al mando de las legiones y se hallan en Roma,
son los árbitros de los negocios públicos y a ellos están sometidos y obedecen todos los demás
magistrados con excepción de los tribunos. Los cónsules introducen ante el Senado a las embajadas
de los pueblos extranjeros, proponen los decretos urgentes y cuidan de todos los procedimientos que
regulan la promulgación de los decretos; en todos aquellos asuntos públicos que son competencia
del pueblo, deben convocar los comicios, presentar los decretos y presidir la ejecución de las
deliberaciones de la plebe.
14-. Después de esto hay el derecho de preguntarse cuál es la parte del gobierno que se deja al
pueblo en la constitución, desde el momento que, como hemos dicho, el Senado es el árbitro de
todas las cuestiones particulares y especialmente administra todas las entradas y gastos, mientras los
cónsules deciden en torno a los preparativos de la guerra y gozan de plenos poderes en la campaña.
Sin embargo el pueblo tiene una participación no irrelevante en el gobierno.
El pueblo es el único árbitro en la asignación de los honores y los castigos, esto es, ejerce el
poder en que se fundan las dinastías , las repúblicas y toda la vida asociada, Aquellos pueblos que
no conocen la distinción entre premios y castigos, o aun conociéndola, la aplican de mala manera,
no pueden administrar a sus súbditos de manera conveniente. ¿Cómo podrían hacerlo si buenos y
malos gozan de la misma estimación?
El pueblo interviene también para aplicar las multas cuando la culpas merecedoras de una
pena grave y, especialmente en lo relatico a los altos magistrados, es el único que puede juzgar de
delitos capitales…
El pueblo elige para los cargos públicos a aquellos que son dignos, y estos cargos son
considerados como el mejor premio a la virtud: tiene además la potestad de aprobar las leyes, y muy
principalmente, decidir sobre la guerra y la paz; le corresponde por último confirmar o anular los
pactos de alianza o de tregua con su sanción, de manera que con razón se podría decir que el pueblo
es quien tiene la mayor autoridad en el gobierno y que la constitución romana es democrática.