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Salen los niños alegres Voy camino de la tarde, como gigantes cabezas
de la escuela, entre flores de la huerta, que con órbitas vacías
poniendo en el aire tibio dejando sobre el camino y verdosas cabelleras
del abril canciones tiernas. el agua de mi tristeza. pensativas y dolientes
¡Qué alegría tiene el hondo En el monte solitario, el horizonte contemplan.
silencio de la calleja! un cementerio de aldea ¡Abril divino, que vienes
Un silencio hecho pedazos parece un campo sembrado cargado de sol y esencias,
por risas de plata nueva. con granos de calaveras. llena con nidos de oro
Y han florecido cipreses. las floridas calaveras!
Poeta en Nueva York (1930)- La aurora Diván del Tamarit (1936)- Gacela del amor desesperado
La aurora de Nueva York tiene La noche no quiere venir
cuatro columnas de cieno para que tú no vengas,
y un huracán de negras palomas ni yo pueda ir.
que chapotean en las aguas podridas.
Pero yo iré,
La aurora de Nueva York gime aunque un sol de alacranes me coma la sien.
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas Pero tú vendrás
nardos de angustia dibujada. con la lengua quemada por la lluvia de sal.
Sonetos del amor oscuro (1936)- Soneto de la dulce queja Recuerdo infantil- Antonio Machado
1
Juan Ramón Jiménez, Soledad sonora Cenit (en Belleza)
Quiero quedarme aquí, no quiero irme Abril, sin tu asistencia clara, fuera
a ningún otro sitio. invierno de caídos esplendores;
mas aunque abril no te abra a ti sus flores,
Todos los paraísos tú siempre exaltarás la primavera.
(que me dijeron) en que tú hablabas,
se me han desvanecido en mis ensueños Eres la primavera verdadera;
porque me comprendí mejor este en que vivo, rosa de los caminos interiores,
ya centro abierto en flor de lo supremo. brisa de los secretos corredores,
lumbre de la recóndita ladera.
Verdor de primavera de mi atmósfera,
¿qué luz podrá sacar de otro verdor ¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa,
una armonía de totalidad más limpia, abrazados los dos, sea tu risa
una gloria más grande y fiel de fuera y dentro? el surtidor de nuestra sola fuente!
2
LOS ÁNGELES MUERTOS
Buscad, buscadlos:
en el insomnio de las cañerías olvidadas, en los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras.
No lejos de los charcos incapaces de guardar una nube,
unos ojos perdidos,
una sortija rota
o una estrella pisoteada.
Porque yo los he visto:
en esos escombros momentáneos que aparecen en las neblinas.
Porque yo los he tocado:
en el destierro de un ladrillo difunto,
venido a la nada desde una torre o un carro.
Nunca más allá de las chimeneas que se derrumban
ni de esas hojas tenaces que se estampan en los zapatos.
En todo esto.
Más en esas astillas vagabundas que se consumen sin fuego,
en esas ausencias hundidas que sufren los muebles desvencijados,
no a mucha distancia de los nombres y signos que se enfrían en las paredes.
Buscad, buscadlos: debajo de la gota de cera que sepulta la palabra de un libro
o la firma de uno de esos rincones de cartas
que trae rodando el polvo.
Cerca del casco perdido de una botella,
de una suela extraviada en la nieve,
de una navaja de afeitar abandonada al borde de un precipicio.
R. Alberti, Sobre los ángeles
3
Hay golpes en la vida tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido se empozara en.el alma... Yo no sé! ANCHAS SILABAS
Son pocos, pero son... Abren zanjas oscuras Que mi pie te despierte, sombra a sombra
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. he bajado hasta el fondo de la patria.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; Hoja a hoja, hasta dar con la raíz
o los heraldos negros que nos manda la Muerte. amarga de mi patria.
Que mi fe te levante, sima a sima
Son las caídas hondas de los Cristos del alma, he salido a la luz de la esperanza.
de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Hombro a hombro, hasta ver un pueblo en pie
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de paz, izando un alba.
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema. Que mi voz brille libre, letra a letra
restregué contra el aire las palabras.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como Ah, las palabras. Alguien
cuando por sobre .el hombro nos llama una palmada; heló los labios -bajo el sol- de España.
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada. [B. de Otero: En castellano]
4
ANTOLOGÍA ÁNGEL GONZÁLEZ
Contra-orden (Poética por la que me pronuncio Porvenir
ciertos días).
Te llaman porvenir
Esto es un poema. porque no vienes nunca.
Aquí está permitido Te llaman: porvenir,
fijar carteles, y esperan que tú llegues
tirar escombros, hacer aguas como un animal manso
y escribir frases como: a comer en su mano.
Marica el que lo lea,
Amo a Irma, Pero tú permaneces
Muera el…(silencio), más allá de las horas,
Arena gratis, agazapado no se sabe dónde.
Asesinos, … Mañana!
etcétera. Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
Esto es un poema. cualquier cosa y no eso
Mantén sucia la estrofa. que esperamos aún, todavía, siempre.
Escupe dentro.
Responsable la tarde que no acaba, Para que yo me llame Ángel González
el tedio de este día,
la indeformable estolidez del tiempo. Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
Elegido por aclamación hombres de todo mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
Sí, fue un malentendido. y más cuerpos, fundiéndose incesantes
Gritaron: ¡a las urnas! en otro cuerpo nuevo.
y él entendió: ¡a las armas! -dijo luego. Solsticios y equinoccios alumbraron
Era pundonoroso y mató mucho. con su cambiante luz, su vario cielo,
Con pistolas, con rifles, con decretos. el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
Cuando envainó la espada dijo, dice: De su pasaje lento y doloroso
La democracia es lo perfecto. de su huida hasta el fin, sobreviviendo
El público aplaudió. Sólo callaron, naufragios, aferrándose
impasibles, los muertos. al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
El deseo popular será cumplido. esto que veis aquí,
A partir de esta hora soy -silencio- tan sólo esto:
el Jefe, si queréis. Los disconformes un escombro tenaz, que se resiste
que levanten el dedo. a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
Inmóvil mayoría de cadáveres a ningún sitio. El éxito
le dio el mando total del cementerio. de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento…
Quédate quieto
5
Miguel Hernández
Umbrío por la pena, casi bruno, ¿No cesará este rayo que me habita
porque la pena tizna cuando estalla, el corazón de exasperadas fieras
donde yo no me hallo no se halla y de fraguas coléricas y herreras
hombre más apenado que ninguno. donde el metal más fresco se marchita?
Sobre la pena duermo solo y uno, ¿No cesará esta terca estalactita
pena es mi paz y pena mi batalla, de cultivar sus duras cabelleras
perro que ni me deja ni se calla, como espadas y rígidas hogueras
siempre a su dueño fiel, pero importuno. hacia mi corazón que muge y grita?