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SUJETO EN LA VEJEZ.
Facultad de Psicología
2017
Citar/How to cite (Sánchez, 2017)
http://bibliotecadigital.usb.edu.co
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Resumen:
estudios previos y una construcción conceptual de significantes fundamentales tales como vejez,
enfermedad orgánica en el lazo social, encontrando que se trata más bien de una interincidencia
que exige el estudio de aspectos tales como las identificaciones, la cohesión grupal, los nuevos
etc.. Desde esta perspectiva, se muestra cómo la enfermedad orgánica se convierte en el nudo
que sostiene la relación del “viejo” con su entorno social. Todo lo anterior, desde el marco de la
teoría psicoanalítica.
Abstract
Initially going through a bibliography route which includes background research, previous
studies and a conceptual construction of fundamental signifiers such as old age, body, social
bond and disease, a writing has been built that is focused on the insistence of organic disease in
the social bond, finding that this is more about an interimcidence that requires the study of some
aspects such as the identifications, the grupal cohesion, the new signifiers linked with the
disease, the body and the old age, the social representation of the old age etc...
From this perspective, it is possible to see how the organic illness changes into a knot that hold
the relationship of the old with its social environment. Everything before from the framework of
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INTRODUCCIÓN
sobre el tema de la vejez, que permitan no sólo recoger y enriquecer el estado del arte respecto al
mismo, sino también que permita que los aportes conceptuales puedan ser llevados a la praxis. A
partir de la revisión teórica podemos observar que el siglo XXI se caracteriza por el aumento de
la longevidad de los habitantes del mundo, terminando por hablar entonces de una sociedad
envejecida, como una novedad para la que socialmente no se está preparado, pues en la era de los
avances se debe tener no solo el conocimiento, sino también la energía física para poder
pero sobre todo de incapacidad, contrario al cuerpo del joven que se considera saludable, activo
y productivo. De esta manera, el cuerpo que no responda a las exigencias sociales y culturales
será un cuerpo inservible. De allí surge la necesidad de realizar una exploración bibliográfica y
ponerla en diálogo con experiencias clínicas que permitan relacionar la manera como la
enfermedad orgánica incide en el lazo social de los sujetos en la vejez. Para ello se generó un
uso de viñetas clínicas en las que se analizan algunos aspectos que se han considerado
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EL ASUNTO DE LA VEJEZ PROBLEMATIZADO A LA LUZ DEL CONTEXTO
ACTUAL
El informe de la ONU “World Population Ageing 1950-2050”, indica que las sociedades a
humanidad, por ende, los desafíos que enfrenta la población mundial en el ámbito económico,
político, social y cultural, son inmensos. De acuerdo a los resultados de la Encuesta de Salud,
Colombia, el 11% de la población es mayor de 60 años; y mientras que en 1951 por cada 100
menores de 15 años había 12 mayores de 60, para el 2020 se espera que la población adulta se
incremente de manera representativa. En cuatro años se calcula que, por cada 100 adolescentes
presenta una notoria disminución. Esto genera un panorama socio-económico para el cual parece
que las estructuras e instituciones del Estado no están preparadas, o al menos las formas de la
institucionalidad del mundo occidental y la economía centrada en el capital. Pero ¿Cuál es el rol
que cumple el adulto mayor en la sociedad actual? ¿El adulto mayor logra identificarse con la
nueva generación? y ¿Cuáles son los dispositivos socio-culturales por los cuales el adulto mayor
logra reivindicar su posición como sujeto en la sociedad? ¿Qué percepción tienen los adultos
inciden positiva o negativamente en la experiencia misma del envejecer? Cuestiones como las
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anteriores, planteadas sobre una condición socio-histórica tan compleja para los adultos mayores,
deberían estar siendo resueltas, o por lo menos estudiadas a fondo, por los gremios profesionales,
universidades e investigadores sociales, a fin de comprender mejor la dimensión real del estado y
A lo que a éste artículo responde, es a un interés por iniciar un necesario recorrido por la
condición del sujeto, el lazo social, con el cuerpo en condición de deterioro, en sujetos de la
tercera edad y con los conflictos internos que se originan por la brecha entre los proyectos
trazados en función de los ideales y lo que se ha logrado, o les es posible lograr, por el
redimensionamiento de las aspiraciones ante lo que no se ha podido realizar, pero también por la
forma como puede incluirse dentro de las ofertas actuales del comercio, que prometen lograr la
Galende (2008) expresa: Las crecientes preocupaciones actuales de los hombres por su salud,
por su envejecimiento, por las imposiciones de la biología que asignan al cuerpo sus ritmos y
posibilidades, reciben hoy una oferta amplia de nuevas ilusiones, nuevos remedios, para vencer
ya no sólo los dolores de la existencia sino también la vejez, los desfallecimientos del deseo, las
Esto enmarca un escenario de pertinente indagación, pero para efectos del presente escrito, a
este escenario se le agrega una condición adicional, como lo es la aparición de alguna forma de
Así, interesa entonces aquí en particular, dar cuenta de un rastreo conceptual del asunto de la
vejez, el lazo social, el cuerpo y la enfermedad; de un vínculo particular entre estos conceptos,
como lo es la interincidencia entre la enfermedad orgánica y el lazo social del sujeto en la vejez y
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del análisis de lo que sugiere la pesquisa bibliográfica a la luz de algunas viñetas clínicas
Sobre algunos de los aspectos que aquí interesan, se han rastreado antecedentes investigativos
Unzueta & Lora (2002) dan cuenta de cómo opera el concepto de cuerpo en la clínica
cronológico del término, sino que implicaría un apres-coup determinado por un camino personal,
es decir interviene una elaboración personal en la ordenación lógica de los conceptos teóricos a
trabajar. Para realizar dicha construcción teórica sobre el concepto de cuerpo dos autores han
sido privilegiados: Sigmund Freud y Jacques Lacan, tomando de ellos únicamente tópicos
tratamiento psicoanalítico y los prejuicios al respecto. Se desarrollan las relaciones con los
Sobre el asunto del cuerpo, Soler (1988) enmarca la concepción del cuerpo a partir de la
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simbólico”, cuerpo incorporal -Precisa- que incorporándose les da cuerpo, el primer cuerpo hace
al segundo al incorporársele, este último hace referencia al cuerpo en relación con el Otro, sujetado
al lenguaje. Dicho en otras palabras, ese cuerpo al que llaman el suyo es un obsequio del
Lenguaje. Esta tesis de Lacan, después de todo, no es más que un caso particular de una tesis
mucho más general que postula que solamente hay hechos si son dichos; el cuerpo, si es Uno el
nuestro, es porque nosotros lo decidimos, porque le atribuimos una singularidad; por su parte.
actual, ha sido abordada por varios actores, entre los mismos encontramos a Chiozza (1998),
quien menciona tres tipos de cuerpo, entre ello tenemos el cuerpo físico, el cuerpo "biológico" y
el cuerpo ¨erógeno". Para referirse al cuerpo físico del hombre habitualmente se utiliza la palabra
"cuerpo", que la física utiliza para designar todo aquello que ocupa un lugar en el espacio. El
erógeno" y "cuerpo biológico", que se utilizan tan a menudo en nuestros días, suelen llevar
base sobre la cual se apoyan la mayoría de los autores que se ocupan de la "interrelación
psicosomática”. También hallamos a Gallo Cadavid (1994), quien abarca la concepción del
cuerpo en la sociedad de la época, entre ellos sus cambios físicos, la posición del adulto mayor
Por su parte, Conde (1997) sostiene que subjetivación y vinculación son dos conceptos que
hacen referencia a dos procesos indispensables para realizar un buen envejecimiento. El artículo
trabajo de grupo llamado “Tertulias para personas mayores”, a través del cua1 se activan estos
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representar y elaborar el proceso de envejecimiento, a través de una necesaria interioridad. La
envejecimiento patológico.
referencia a varios autores cuyos estudios preceden al actual documento: Giró Miranda (2004)
muestra cómo las personas de la tercera edad son imposibilitadas para realizar una tarea, y
médico o físico, sino que es un principal problema social y cultural; es decir, la vejez, su
significado, es una construcción social. Iacub (2007) describe una de las formas de violencia
hacia la vejez, la cual se manifiesta en adultos mayores que desvalorizan y rechazan aspectos de
su cuerpo que aluden a las representaciones negativas del envejecimiento. En el cual este
proceso lleva a producir una externalización psíquica a través de la cual “aquellas partes viejas”
resultan inasimilables a la idea del sí mismo. Colanzi (2009) aborda la representación que el
psíquica que impone el cuerpo envejecido, se sitúan dos posibles respuestas frente al mismo: la
elaboración psíquica como conciencia de finitud, que permitiría la aceptación del nuevo cuerpo y
Por otra parte, Parales & Dulcey-Ruiz (2002) exploran producciones discursivas acerca del
envejecimiento y la vejez en dos periódicos colombianos, entre enero y abril de 2001. Desde las
perspectivas de las teorías de los sistemas sociales y de las representaciones sociales se plantea
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que los medios son un sistema social que desconstruye y (re)construye contenidos que circulan
vejez. El análisis de artículos publicados por los medios mencionados sigue la noción de marcos
interpretativos, desde una perspectiva sociocultural. Se identifican cuatro marcos para aludir al
envejecimiento y la vejez: (1) experiencias y relaciones, (2) seguridad social, (3) problemas y
envejecimiento y la vejez. Korovsky (2010), plantea algunos de los problemas con los que el
psicoanalista se encuentra al tratar pacientes en la llamada tercera edad, esto es, por encima de
los 60 años, entre ellos tenemos: 1. El anciano adquiere un conflictivo narcisista significativo,
puesto que los duelos no sólo deben realizarse por los objetos perdidos, sino también por
aspectos del yo, representados por funciones yoicas, corporales, o cambios en la imagen
corporal; 2. De la misma manera, tal como lo enseña Freud el Complejo de Edipo se hunde y va
actualizan en la neurosis de transferencia. Esto constituye una de las mayores dificultades para el
analista. Suaya (2015) sitúa la vejez en la sociedad contemporánea, etapa de la vida traspasada
por múltiples significados asignados por el biocapitalismo (2014), que la estigmatizó con
“viejo/a” como un “problema” “una carga insoportable” para las familias que, cada vez con
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mayor frecuencia, delegan su cuidado a instituciones especializadas, encontrándose muchas
que de todas las franjas etarias es sin duda la más desfavorecida, situación que se agrava al
trabajo socialmente productiva y a pesar de los avances insoslayables en este terreno, todavía
sigue organizándose bajo una perspectiva patriarcal. Por su parte, Castellano (2014) añade la
importancia del papel del apoyo social en las personas mayores. La interacción positiva
encontrada entre el apoyo social percibido, el estado emocional adaptativo y las actitudes
Para Lolas Stepke. (2001), la vejez es etapa biográfica, evidenciada por ciertos atributos
exteriores. De acuerdo al reloj social de cada comunidad tiene asignados deberes y derechos.
Toda norma de comportamiento carece de sentido si no hay libertad para aceptarla o rechazarla.
Así se puede ejercer el diálogo, que constituye la vida social; cuando se pierde, resiente la propia
identidad como agente moral o como persona autónoma. Iacub & Arias (2010) realizan un
análisis acerca del empoderamiento en la vejez, incluyendo diversos aspectos con los que se
reflexiona en torno a los modos en los que los usos del poder, las representaciones negativas
acerca de la vejez y los modelos que se proponen acerca de ella, inciden en la construcción social
modo de ser y de comportarse. Las personas de edad asumen en muchos casos el lugar
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normal para la vejez. Fernández (2004) aborda los potenciales beneficios de los tratamientos
de las aspiraciones ante lo que no se ha podido realizar, poniendo especial acento en la situación
de duelo narcisista por la disminución de funciones corporales así como por el menoscabo y la
pregunta planteada desde las cuestiones anteriormente descritas y para responder a ella implica:
Identificar los componentes del lazo social mayormente afectados por la condición de
enfermedad orgánica del sujeto en la vejez y aquellos que afectan mayormente la condición de
enfermedad orgánica del sujeto en la vejez; pero también explorar los elementos que se han
REFERENTES CONCEPTUALES
El Lazo Social:
El asunto del lazo social ha sido constantemente interrogado y manejado desde las ciencias
sociales, en virtud de que el mismo sugiere no solamente una forma de entender la distribución
política de poderes, las costumbres y tradiciones de las culturas, las dinámicas históricas de los
como un sujeto configura su subjetividad. En particular Lacan explica el lazo social entre los
individuos, a partir de aquello que circula entre ellos, de aquello que se intercambia; al respecto,
señala Lacan, circulan objetos, cuerpos y palabras, ordenados a partir de lo que constituye el
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lazo social “Los nexos entre los humanos, con sus cuerpos y sus palabras, son ordenados por el
En particular Lacan explica el lazo social entre los individuos, a partir de aquello que circula
entre ellos, de aquello que se intercambia; al respecto, señala Lacan, circulan objetos, cuerpos y
el cual da su estructura, es decir su ordenamiento al lazo social “Los nexos entre los humanos,
con sus cuerpos y sus palabras, son ordenados por el lenguaje” (Soler, 2000, p. 137). Desde esa
conceptualización anterior, autores como Tomas Hobbes, Beatriz Taber y Hernán Fair han
centrado buena parte de su producción bibliográfica uniendo el asunto del lazo social con otros
permanente cambio. Es por ello que se necesita mirar como un sistema abierto, singular en cada
sujeto y dispuesto a ser modificado respecto a las diferentes relaciones que establece el sujeto en
sus diferentes campos, de ahí su naturaleza social, por eso la oposición de individual y social en
la subjetividad no tiene cabida, no hay que olvidar las palabras de Freud cuando nos dice:
"La oposición entre psicología individual y psicología social o de las masas, que a primera
vista quizá nos parezca muy sustancial, pierde buena parte de su nitidez si se la considera más a
fondo. En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total regularidad, como modelo,
como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicología
individual es simultáneamente psicología social en este sentido más lato, pero enteramente
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En el horizonte de toda experiencia humana, el otro social, cultural, siempre está presente, por
ello es posible afirmar entonces que la subjetividad se constituye en una dimensión interaccional
simbólica, aunque –no obstante- se trate también de una producción social y cultural que precede
al nacimiento del sujeto. Así, La subjetividad es al mismo tiempo singular y emergente de las
tramas vinculares que la trascienden y el sujeto entonces, como dice Enrique Pichón Rivière
resulta:
“emergente de un sistema vincular, a partir del interjuego entre necesidad y satisfacción. (…)
entre causas internas y externas que operan en la constitución del sujeto en términos de dialéctica
entre el sujeto y la trama vincular en que las necesidades cumplen su destino vincular
interior del sujeto, sin embargo en tanto y cuanto las fuentes de gratificación se encuentran en el
exterior, el sujeto se relacionará con él, irá en su búsqueda…. (Spinatelli, 2007, pág. 8.)
Así entonces, las necesidades del sujeto buscan su satisfacción social en relaciones que lo
determinan.
Sobre este último aspecto cabe mencionar que Freud comenta que el malestar en la cultura es
causado por la participación de los requerimientos sociales, y que estos tienen una participación
directa en la causación de la neurosis. Por otra parte, Freud sostiene que el aumento de las
afecciones nerviosas es un producto de las exigencias culturales. Es un hecho, pues, que desde
esta perspectiva, la cual tiene en cuenta lo vincular, se remarca el carácter fundante de ese Otro
regulador del goce en todo lazo social donde está inscrito el sujeto.
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Ahora bien, desde un discurso en mayor conexión con la sociología, se puede señalar, por
ejemplo que la cuestión del lazo social desde la postura de Lyotard, es como un juego del
lenguaje, en donde el sujeto no posee una condición estática y está en constante comunicación –
a través del discurso- con los otros. En donde este juego los individuos están en constante
variación de posiciones, tales como la posición de interrogante, que sitúa inmediatamente a aquel
que la plantea, aquel a quien se dirige, y al referente que interroga; esta cuestión ya es, pues, el
En adelante nos referiremos entonces al lazo social para dar cuenta de esa compleja trama
vincular entre el sujeto y su entorno, siendo ésta una relación interincidente en donde lo social
involucra al sujeto, pero en donde también es a partir del proceso de interacción con la misma
que el sujeto construye las identificaciones, se desenvuelve y responde. Mediante el lazo social
el sujeto y la cultura se relacionan, pero es al mismo tiempo el sujeto y la cultura quienes dan
forma al lazo social, el lazo social incide en la construcción de identificaciones del sujeto acordes
a su cultura, que permiten que el sujeto sea reconocido como tal, pero a su vez el sujeto y la
cultura operan modificaciones en el lazo social. En el caso que nos ocupa, ha de decirse que
entonces se sostiene que el lazo social es modificado por las condiciones subjetivas asociadas a
la salud y el grupo etáreo de los sujetos, pero también que las modificaciones del lazo social
afectan la salud y las condiciones de malestar o bienestar del sujeto, asociadas a su edad o
condición vital.
Vejez:
La vejez resulta un término tan complejo de conceptualizar, como dificultoso para asumir por
parte de los sujetos que se encuentran en este periodo de sus vidas. Se trata de un término que
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debe ser dimensionado desde coordenadas sociales, culturales, individuales, grupales, históricas,
médicas, biológicas, familiares y evolutivas; pero también debe cruzarse con aristas del orden de
lo puramente subjetivo desde donde debe tenerse en cuenta un grupo de asuntos tales como:
Como periodo del proceso vital humano, el de la vejez en el mundo actual, resulta dificultoso
de asumir e incluso llega a ser negado, supuesto como una etapa lejana, extraña, algo que está a
la distancia de todos los sujetos que la piensan. Es común que cuando se llega a la vejez se
mencione que mientras alguien se sienta joven lo es, afirmación ésta que pese a su falsedad,
parece aportar a los sujetos algo de tranquilidad en tanto permite que el proceso de negación se
sostenga un poco más; por lo menos hasta que no llegue el otro a generar directa o
Así, la vejez se observa con mayor visibilidad en el otro; pues si la adaptación al nuevo estado
de equilibrio biológico se opera sin tropiezos, el sujeto que envejece no lo percibe, no se percata
de ello. El acoplamiento, los hábitos, permiten camuflar durante mucho tiempo las deficiencias
sicomotrices; y aunque el cuerpo envíe señales a través del síntoma, éstas son muy ambiguas y se
mujeres y hombres jóvenes y viejos. Hallaron relaciones entre vejez y estado de ánimo
de su investigación plantean que desde lo social, la vejez se ha considerado, como deterioro del
curso vital y no como parte de este. Señalan, además, el impacto del paradigma biomédico, “en
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la medida en que la medicalización de la vejez produce grandes dividendos a aquellos sectores
relacionados con el negocio farmacológico” (p. 534). Este tipo de prototipos incurren en las
La actitud del viejo está relacionada con el concepto que se tenga de vejez, para algunos
puede considerarse un insulto toda alusión a la edad; otros pueden incluso declararse
prematuramente viejos en tanto les resulta menos agobiante abandonarse a la vejez que negarla
y otros, sin aceptar con benévolo la vejez, la prefieren a enfermedades que la asustan y les exige
tomar ciertas medidas. En este sentido Gergen y Gergen (2000) mencionan tres tipos de
empoderamiento (como posibilidad de controlar la propia vida, productividad –en su más amplio
enfatizaría el goce y los placeres, cuestionando el trabajo como valor social preponderante.
En la vejez lo que más amenaza al sujeto no es la proximidad que realiza con la muerte –
siendo un proceso natural de la vida de todo ser humano- sino la perdida de lo orgánico, la falta
Si el Yo se estable por el reconocimiento del otro, cabe entonces preguntarse qué sucede
cuando ese reconocimiento no está, cuando el cuerpo deja de convertirse en objeto de deseo. Los
límites del mapa que el deseo del otro diseña en el cuerpo de un sujeto se van borrando, dejando
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todo un cuerpo decaído, y aunque la enfermedad represente un ataque narcísistico a los ideales
de omnipotencia y perfección, coloca al sujeto en otro papel, que será el de ser un “viejo
motivo de preocupación.
Émile Durkheim sociólogo y antropólogo define que la organización social determina las
funciones que se les atribuyen a los actores sociales1; siendo el funcionalismo quien define una
“jubilación” para denominar a quienes dejan de ser “productivos” y “eficaz” para la sociedad.
Desde esta perspectiva los adultos mayores son denominados una carga social y familiar. Esto
convierte los ancianatos en un universo marginal, en el lugar de retiro donde se aísla al anciano
de la sociedad. De igual modo, el sociólogo Erving Goffman (1970) define a los ancianatos de la
tercera edad como “Institución Total”, es decir, espacios sociales cerrados, donde las reglas
los internos. Las normas y reglamentos rígidos que normalmente se aplican en estas instituciones
corresponden a una visión del anciano como ser desprotegido y con carencias inherentes a su
vejez. Basándose en estas teorías, Lucas Graeff (2008), realizo un estudio antropológico sobre el
asilo Padre Cacique en Porto Alegre-RS, donde advierte que los residentes dependientes que
asumen su condición de persona disminuida normalmente generan una subcultura que “mortifica
Desde la perspectiva del desarrollo mencionada por Erikson (2000), se indica la existencia de
una serie de estadios donde se fomenta y tramitan ciertos desafíos, los cuales desencadenarán
1
IMSERSO: Personas mayores y residencia. Un modelo prospectivo para evaluar las
residencias. Tomo I. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Instituto de Migraciones y
Servicios Sociales Página 84 Página
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sintonía o distonía, en un equilibrio siempre dinámico. Siendo estos los generadores de juegos,
psique y el ethos. Esto hace alusión a las dificultades a nivel físico, psicológico y social que
seguridad.
marcas progresivas que en algún momento se nos hacen visibles (muchas veces en circunstancias
como la crisis de la mitad de la vida, el alejamiento de los hijos, el retiro del trabajo, la muerte de
pares, etc.). Y entonces... ¿las negamos? ¿las desmentimos? ¿Es posible un proceso de
elaboración del envejecimiento? ¿Es éste un proceso que como el duelo normal no se lo asiste
más que acompañándolo? ¿Qué es lo que se puede elaborar? ¿La pérdida de la vida? ¿La muerte
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Se puede decir entonces que en el sujeto hoy denominado como de la tercera edad,
relación con el duelo, que no se supedita ya solamente a los objetos perdidos (que van
aumentando en la medida en que el sujeto avanza en sus ciclos vitales) sino también en tanto los
duelos no sólo deben realizarse por los objetos perdidos; sino que también se generan duelos por
las pérdidas que acaecen en el propio “yo”, que van desde las identificaciones antes construidas y
por mucho tiempo sostenidas, pero atraviesan también las condiciones y la imagen corporal.
Fernández (2004), considera que los acontecimientos sobre los cuales un adulto mayor debe
afrontar sus más grandes pérdidas, se pueden dividir en tres áreas: 1. el cuerpo, 2. la psique y 3.
Cuerpo:
Desde el corpus teórico del psicoanálisis, el cuerpo no es algo con lo que se nace, sino que
éste se construye secundariamente, con lo que se nace es con un organismo biológico, el cuerpo,
en cambio, se va adquiriendo, por ello se dice “tengo un cuerpo”, esto es, el cuerpo que se
construyó, junto con el yo, en la etapa narcisista, como objetos en los cuales se conjuga la libido.
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Para el psicoanálisis, el lugar del cuerpo connota una significación particular: se afirma que el
infante nace con un organismo, pero que ha de hacerse a un cuerpo a través de los referentes
identificatorios de sus pares y al mismo tiempo a través de la inscripción del lenguaje en la carne,
es decir, en ese momento inaugural en el que se introduce la falta vía el significante y se acepta
Ahora bien, también el psicoanálisis de orientación lacaniana distingue tres dimensiones del
cuerpo unificado; la dimensión simbólica, que va más allá de la anatomía, se refiere a un cuerpo
órganos. Lo anterior, mencionado por Marie Jean Sauret en su texto Lo real, lo simbólico y lo
“Un órgano pasa al significante cuando él está muerto. Verificar dónde está mortificación se
inscribe en el cuerpo es una de las tareas de la cura analítica. ¿Cómo animar este cuerpo? Para
animarlo existe este órgano suplementario que es la pulsión. El significante es algo material.
Esto es algo que se puede observar en la eficacia simbólica, donde se ven las consecuencias del
poder del significante, como por ejemplo en los medicamentos placebos. En la sugestión que
que hay sujetos no sugestionables, que el sujeto se resiste al saber. La historia del fracaso del
significante para tratar el sujeto es la historia del psicoanálisis. Pero el poder terapéutico del
significante que invade todo el campo de la salud es algo que se sigue provocando. Pero por
y está también ahí donde el medicamento no opera. El goce es intratable, este es el problema. El
sujeto se sirve del síntoma y del fantasma para gozar. El psicoanálisis busca hacer responsable
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al sujeto de dichos efectos. La operación analítica busca modificar la relación del sujeto al goce
porque es de esta relación que el sujeto sufre. El síntoma sigue apareciendo (pulsión de muerte).
Siempre hay algo más allá de la regulación significante que insiste, que empuja a lo peor”
cuerpo. Pero ¿De qué cuerpo se trata? Se destaca que lo que es eficaz para la determinación de la
Toda sociedad construye estándares mediante los cuales se valora el reconocimiento, el prestigio
o la distinción de sus miembros, a partir de sus logros con respecto a los ideales de la época. En
énfasis en el cuerpo joven, que se convierte en un “modelo natural” sinónimo de salud y belleza.
Tal como lo indica Foucault, la sociedad maneja su sistema de verdad, su política general de la
exactitud, es decir, un régimen de creación de un discurso como algo verídico, incluyendo las
más o menos idéntico, el cuerpo que se produce en una formación social no puede escindirse de
dicho régimen. El que reconozca su cuerpo y el de los otros, lo hará siempre desde el lugar que la
cultura le ha proporcionado, comenzando por el primer lazo que se tenga con el mundo desde la
familia, la escuela, ideología política, entre otros. El sujeto desde su singularidad se produce en y
por una estructura cultural y social que le precede. Por tanto, en relación con el cuerpo, hablamos
de una subjetividad que, desde una identificación con una “realidad”, se produce teniendo como
Morales (2009) en la conferencia del seminario los trazos del masoquismo indica que El goce se
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vive como una agitación que no tiene tranquilidad; mientras que el cuerpo habla de un lenguaje
Braunstein realiza una paráfrasis del seminario de Lacan, La lógica del fantasma (1967) y nos
menciona que:
…el goce no puede ser abordado sino a partir de su pérdida, es la erosión del goce producida
en el cuerpo por lo que viene desde el Otro y que deja en él sus marcas. El Otro no es ahora el de
ninguna subjetividad sino el de las cicatrices dejadas en la piel y en las mucosas, pedúnculos que
Dicho todo esto, entonces cabe preguntarse qué sucede con esos sujetos de la edad adulta,
que ya no están en la juventud y por el contrario los signos de vejez se evidencian a través de su
cuerpo. Tal como lo menciona Lacub (2006) “el tiempo se hace cuerpo en la vejez y se presenta
como despiadado”.
deterioro, que está marcada por un ideal imperante del cuerpo joven, activo y productivo. De
discursos que corresponden a una postura socio – económica y cultural en donde todo cuerpo que
quien menciona que se hace un uso despectivo del lenguaje asociado al envejecer utilizando la
palabra deterioro, cuando en realidad el cuerpo del adulto mayor da cuenta de un cambio
nuevas actividades. La expresión pérdida utilizada como “algo que se tenía y ya no se tiene”, en
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lugar de emplear el concepto de evolución que muestra que “nos encontramos ante algo que se va
transformando”, que pertenece al calendario evolutivo, que es ciertamente inevitable pero no por
eso forzosamente negativo. Por su parte, el término enfermedad, confundiendo los cambios que
tienen lugar en nuestro cuerpo que se deben a la edad con un trastorno (Freixas, 1997).
órganos y funciones), en tanto representa para el sujeto que lo porta la condición de enfermedad
o disminución física. Esta realidad se convierte en el centro de la vida; sin embargo el anciano se
ha habituado, debido que no pelea con ello. Hablando de su enfermedad de una manera
desapegada, despectiva y separada de él; convirtiéndose en un dos en uno, por un lado él como
sujeto y en el otro su cuerpo, este último débil por la disminución de sus capacidades físicas y
mentales.
Enfermedad:
contemporáneo han ido surgiendo, una de las poblaciones que más asiste a estas instituciones son
las personas de la tercera edad, y no necesariamente a consultas de urgencias, sino más bien a los
controles mensuales que estos deben acudir, un ejemplo claro está el programa de adulto mayor.
Pero no nos perdamos en consideraciones, y retomemos el punto inicial en donde Gallo (2.002)
nos dice:
social, pero ajustados en el organismo animal a ritmos y condiciones naturales impuestos por un
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saber ancestral, es lo que introduce las condiciones necesarias, aunque todavía no suficientes,
para que las enfermedades del cuerpo también se constituyan, sobre todo en nuestro tiempo, en
enfermedades del ser causadas por el lenguaje y al mismo tiempo susceptibles de ser curadas por
Si bien la enfermedad está siempre rodando al sujeto, independiente sea algo leve como un
dolor de cabeza, o algo severo como cáncer de páncreas; y esto porque somos sujetos del
lenguaje, eso sí, cabe mencionar que este mismo lenguaje nos puede proporcionar la cura.
Wilson (citado por Fischbein, et al. 2002) refiere “la enfermedad somática es más soportable
que el dolor a nivel mental”. El cuerpo es visto como una instancia psíquica a través de lo
simbólico; partiendo de lo anterior, aquello que no es resuelto desde lo mental busca una vía de
dolor de cabeza, gripe, laringitis; mientras que por un lado están las severas, tal es el caso del
cáncer, insuficiencia renal crónica, Diabetes - siendo la lista bastante extensa - estas últimas no
son llamadas de alto costo solo por el valor del tratamiento en las Instituciones de salud, sino por
el valor simbólico que el sujeto debe pagar, es decir, los cambios en el estilo de vida en cuanto a
Es por ello que la enfermedad crónica es denominada por Shuman (1996) como:
Aquella en la que los síntomas de la persona se prolongan a largo plazo de manera que
tratamiento médico suele tener una eficacia limitada, y contribuye a veces al malestar físico y
psicológico de las personas y sus familias. La enfermedad crónica hace impacto típicamente en
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capacidad para predecir el curso y los acontecimientos de la vida, su autoestima, y sus
sentimientos.
De esta manera, Zabala (2013) dice: “Enfermar es una de las experiencias más angustiantes
vida cotidiana y comporta cambios existenciales que generan sufrimiento, siendo la enfermedad
crónica la que ocasiona mayores trastornos”. En efecto, tanto el sujeto como su entorno
generan cambios, generando mayor afectación para el primero; pues es el sujeto que debe
padecer no solo la enfermedad sino sus consecuencias, tales como el cambio en las dinámicas
Por lo anterior, es importante indicar que sin importar el tipo de enfermedad crónica, la
sensación del sujeto frente al diagnóstico genera abatimiento, desesperanza; siendo una respuesta
del psiquismo ante el desasosiego. Es importante recalcar que el papel de la subjetividad juega
enfermedades.
integridad, por su sentimiento de impotencia para hacer frente a esta amenaza y por el
agotamiento de los recursos personales y psicosociales que le permitirían afrontarla (pp. 196-
197).
inquietante para su supervivencia, tomando así como lo que indica los autores citados
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anteriormente en donde no solo es la enfermedad que lo causa, “… sino la percepción subjetiva
Pero hay más, los sujetos que padecen una enfermedad crónica no solo debe padecer su
propio sufrimiento, sino la marca de su diagnóstico. Tal como lo indica Shuman (1996), “el
hecho de poner nombre a una enfermedad es tan poderoso, que es fácil adquirir el hábito de
mirar a las personas desde el punto de vista del mal designado” (p. 24). No es una casualidad el
diabéticos, entre otros. Lo que conlleva a una carga psicológica, social, cultural y hasta
económica.
En definitiva la enfermedad, en particular las denominadas crónicas, son las que generan alto
grado de implicaciones a nivel familiar, laboral y social, lo cual conlleva a la realidad de que los
sujetos no se enferman solos, en este proceso intervienen otros actores asociados a los procesos
de enfermedad.
SUJETOS EN LA VEJEZ
Anteriormente se había dicho que este planteamiento implicaba tres tareas específicas:
Analizar los componentes del lazo social mayormente afectados por la condición de
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Identificar los componentes del lazo social que afectan mayormente la condición de
Componentes del Lazo Social Afectados por la Condición de Enfermedad Orgánica del
Sujeto en la Vejez.
A partir de lo anteriormente expuesto es posible afirmar que los componentes de lazo social
mayormente afectados por la condición de enfermedad orgánica del sujeto en la vejez son:
han conllevado a nuevas formas de relación del sujeto con la producción y consigo mismo y
Según Moreno (2010) prevalece en la actualidad la tendencia a considerar que se trata de una
estereotipadas, tanto hacia la vejez como hacia el proceso mismo de envejecimiento. Se resaltan
aspectos relacionados con la pérdida de habilidades y capacidades, con la soledad, el dolor y los
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prevalece el dinamismo, la actividad, la consistencia, el desenfreno, lo diligente como valores de
creación de nuevas leyes, normas y programas que abordan y den solución a los problemas que
plantea la vejez de su población, a tal punto que se convierte en una de las preocupaciones más
Los cambios en el estilo de vida conducen a una separación social del anciano, generando
sensación de supervivencia en un mundo que para él, es ajeno. Llegando a punto que considera
que su mundo se encuentra en el pasado ("En mi época...") porque el actual le pertenece a los
jóvenes. Logrando que se identifique con el imaginario social, en donde según los griegos el
envejecimiento está asociado a las máscaras, es decir, el viejo junto al deterioro del cuerpo va
perdiendo el alma; es por ello que existe una mayor probabilidad de que se generen síntomas o
Encontrando que la respuesta subjetiva del anciano es la identificación con este lugar
anciano ofrece su cuerpo en sacrificio por aquello que ha perdido valor, retornando a través de la
enfermedad entrelazarse con los demás, estar desesperadamente vivo, la demanda de ser
Es por ello que el anciano se percibe inútil, incapaz, deteriorado, frente a las exigencias de lo
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La crisis de autonomía, dada por el deterioro del organismo y de las posibilidades de
La crisis de pertenencia, se da frente a la pérdida de roles en los grupos a los que la vida
Al anciano se le exige utilizar nuevas estrategias de conexión con el mundo exterior, lo cual
enfermedad puede llegar como aquello que le permite hacer dicha conexión, en tanto lo vincula
con el sistema de salud, con grupos de enfermos en sus mismas condiciones e incluso con la
queja sobre su propio cuerpo como una oportunidad para tener algo particular qué decir sobre sí
mismo, sin que ello necesariamente pueda ser refutado por los demás.
La cohesión social:
interioridad, proceso por el cual la vida se volca hacia los recuerdos, la rememoración, la
manera imperceptible dejando huellas progresivas que se hacen visibles en circunstancias tales
como el alejamiento de los hijos, la muerte de los pares, el desinterés en actividades que
A través de mi práctica con los adultos mayores he logrado observar que en su mayoría los
que consultan son sujetos que asisten por los miedos de las consecuencias de la vejez más que
por la vejez, es decir, sobre su imagen física, la sexualidad, la perdida de lugares sociales, miedo
a la soledad, el nido vacío, la depresión como resultado a la renuncia a sus ideales, entre otros.
Que las situaciones de pacientes desorientados por el proceso de crisis de estar viejos.
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En consulta, P me refiere “…cuando yo estaba joven, me gustaba mucho bailar…”A lo que le
digo “cuando eras joven, y es que acaso ¿ya no te gusta bailar?”, respondiendo –con una
sonrisa en su rostro- “si, pero ya estoy viejo”. Podríamos enunciar aquí una renuncia a algo
cuerpo que envejece y la sensación del cuerpo que no ha cambiado, no se logra admitir las reales
imposibilidades que el cuerpo asume, conllevándolo así a un riesgo físico y/o psíquico (Zarebski,
2002).
El adulto mayor se construye en relación con su realidad; tal como lo indica Piera Aulagnier
(1986) a la forma en que el sujeto escucha, distorsiona o permanece sordo al discurso del
conjunto. Es decir, a la posición del sujeto, al igual que contribuye a la producción del
En la juventud, el anciano representa la muerte como algo abstracto que no guarda relación ni
abstracta, pasando a ocupar una posición central que involucra a las actividades cotidianas. De
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lo anterior, el cuerpo tanto desde su nivel periférico (arrugas, canas) como cenestésico (fuerza y
resistencia), requiere del aparato psíquico un trabajo en tanto enfrenta al sujeto a la muerte a
Encontrándonos con discursos tales como “… igual yo ya estoy viejo, así que en cualquier
incierto (casi inexistente) y el presente se convierte en los segundos que la vida les está
“regalando”.
concepto de si, conllevándolo a afrontar una tarea psíquica de re-conocimiento y re- elaboración,
pasar del tiempo en el cuerpo, y la “revuelta anímica contra el duelo” que podría dar lugar a la
Si bien, el adulto mayor se relaciona consigo mismo y con el otro, no solo desde su pasado- lo
que fue- sino desde su presente – día a día- puesto que el futuro no se piensa, pues además de ser
incierto, está la muerte representada a través de las enfermedades, aislamiento social, entre otros.
Presente para él, indicándole que en cualquier momento dejará de existir en cuanto cuerpo.
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Componentes del Lazo Social que Afectan Mayormente la Condición de Enfermedad
En todas sociedades, la edad aparece como uno de los fundamentos categorizadores, que
según Bourdieu (1978), “… vienen a ser formas de imponer límites, de producir un orden en el
cual cada quien debe mantenerse y ocupar un lugar” (pág.163). Es por ello que se puede
comenzar a reflexionar en las categorías de las etapas del ciclo vital (infancia, juventud y vejez),
como jerarquías sociales entrelazadas a los ritos de los lugares que cada quien debe ocupar.
De lo anterior, Alba (1992) indica que la edad social depende de la unificación de diferentes
factores: la longevidad en el momento y lugar dados, el rol que la sociedad atribuye a los sujetos
En la juventud podemos observar que diferencia de las otras etapas del ciclo vital, y
especial a la estética dominante –cuerpo saludable- sosteniendo que el estándar de belleza es ser
joven porque es un cuerpo con energía, fuerza y vitalidad. De la misma forma, que el mundo
actual se crea para ellos, recibiendo las exigencias de la sociedad en cuanto un saber que
abiertas a los sectores sociales, pero aun así existe una limitación frente a los determinados
periodos históricos.
Por el contrario, en la vejez tal como refiere Minois (1987) en su libro “Historia de la Vejez,
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hace estremecer, puesto que es una palabra cargada de angustia, inquietud y fragilidad; siendo un
término impreciso, sin sentido y que en la actualidad es una realidad difícil de delimitar.
De la vejez no se habla, por el contrario se rechaza y aún más, nos negamos a reconocer el
viejo que seremos; este proceso de negación nos conlleva a confirmar a lo mencionado por
Ferman (2007) “... la vejez es una de las realidades de la que conservamos más tiempo una
noción puramente abstracta”. Cabe indicar, que nadie se convierte viejo en un instante, y como
afirma Simone de Beauvoir (1970) “...ante la imagen que los viejos nos proponen de nuestro
futuro, somos incrédulos; una voz interior en nosotros nos murmura absurdamente que no nos
ocurrirá...la vejez es algo que solo concierne a los demás”. Es por ello que la vejez es un
rechazo tanto para los que aún no han llegado como para aquellos que se encuentran en ella;
siendo para estos últimos mal vivida, pues es despreciada, devaluada y considerada como un mal
Si bien, al mencionar las categorías sociales, la juventud y la vejez remiten a una historia, a
vigentes en una sociedad asignada. De esta manera, ser parte de una generación incluye haber
Los jóvenes envejecerán, y es aquí donde encontramos la relación entre la juventud y la vejez.
El joven disfruta de su vitalidad haciendo negación aquello llamando vejez, viviendo el día a día,
sin pensar que este mismo lo conlleva a la vejez y a la enfermedad; pero a pesar de esa sensación
de lejanía, la vejez lo escudriña desde su “facticidad”, que no es otra cosa que el paso del tiempo
y el registro de la temporalidad.
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Nuevas exclusiones del mundo contemporáneo:
entorno laboral, social y familiar, al igual que se sus hábitos y costumbres. Es la época de la
jubilación, del nido vacío, de constatar la cercanía de la muerte a partir del duelo por la pérdida
de los que fueron sus pares, colegas o amigos, de la viudez, de la pérdida de la movilidad ágil y
Todo ello, en la sociedad del consumo, la producción en serie y la tecnología, hacen del sujeto
adulto mayor un sujeto excluido. Podríamos mencionar que producto de esto se genera la muerte
social, es decir, la muerte simbólica del sujeto que se encuentra en la vejez y de la cual es
producto la sociedad actual. Esto se observa claramente en el mercado laboral. Es curioso que al
enfrentarse al mercado laboral, incluso los sujetos después de los 40 años son considerados
En la época actual al viejo no se le exige, a diferencia del joven que se convierte en un ser
marcado por la exigencias del mundo social, pues este último debe producir, crear, planificar y
responder ante las crisis que se generen en el mundo contemporáneo; siendo lo que al final le da
verificación de su existencia. Tal como lo indica Gutierrez (2006) los sujetos subsisten y se
unidades, la edad, son conllevadas por el sujeto y constituyen uno de los tres componentes que
conforman el centro más estrecho de la identidad, los otros son el sexo y el nombre.
Es por ello que en la cultura, y en el interior de las dinámicas sociales, se deja a los ancianos-
sujetos de la tercera edad- sin rol ni participación social activa, y por ende excluidos de la
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actividad y esfera pública. Encontrando de esta manera, que el único rol que sigue
desempeñando son aquellos concernientes a nivel familiar – siguen siendo padres, esposos,
hermanos, tíos, abuelos y hasta bisabuelos- . A este nivel, las problemáticas se presentan en que
consiguiente, la mirada del otro le devuelve al anciano una representación corporal, en donde
debe transformar la representación de su cuerpo joven por el proceso de un duelo que debe
elaborar.
Lo anterior, me remite a Lisa una paciente que refiere en consulta “… la verdad me siento
cansada, ya no puedo andar en otro lugar que no sea este- se refiere a la IPS- porque todos me
quedan viendo como diciendo vean a la pobre viejita que no puede caminar y debe andar con su
Es por ello que a través de la relación con los otros, en la mirada del otro, en las vivencias con
los otros, y partir del trabajo corporal, se puede reflexionar sobre la concepción del cuerpo con
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No cabe duda de que al llegar a la vejez el cuerpo “habla” a través de lo físico, puesto que
envejecer es un proceso de reajustes y cambios que incluyen el cuerpo. Encontrando así que lo
que impide aceptar y afrontar el envejecimiento, es lo opuesto frente a lo que el anciano siente
que puede y lo que puede en realidad. Existiendo un deseo inconsciente, atemporal de que él, no
envejece, mientras por el otro hay un cuerpo que lo hace. Es por ello que al no soportar esa
discordancia, intenta de ir más allá de que su cuerpo puede exponiéndose así a situaciones de
riesgo físico y/o psíquico. Podemos entonces imaginar que un viejo “normal” no es el que esta
necesariamente “sano”, sino más bien un viejo “normal” es aquel que está en condiciones de
Llegar a la vejez implica una constante confrontación con los cambios que se generan en el
pero actual.
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CONCLUSIONES
Respecto a los componentes del lazo social afectados por la condición de enfermedad
orgánica del sujeto en la vejez, se han determinado que los más recurrentes son: la identificación,
en tanto forma como sujeto se sitúa en su mundo; la cohesión social, que se modifica tanto por
las condiciones propias del sujeto de la tercera edad (enfermedades, cambios en la visión y la
que para ellos son tradición, etc.), como por los cambios que se generan en el entorno
juventud, como grupo etáreo al que todos desean pertenecer (la juventud como valor social
bienestar lograble, la relación del mundo con los nuevos saberes que hacen que los que tienen los
adultos mayores resulten obsoletos y no sean entonces reconocidos como antaño,etc). En este
conjunto de situaciones, la enfermedad orgánica del sujeto en la vejez termina por configurar en
su subjetividad nuevos significantes que suelen lastimarlo, identificándolo con sus condiciones
subjetiva del sujeto se ve altamente afectada, su amor narcisístico corre el riesgo de diluirse por
la carga de otros significantes que aparecen para ser ligados a su condición como sujeto y sus
posibilidades de interacción con los demás y con su propio cuerpo suele tener mayor dificultad.
Así, los componentes del lazo social afectados por la condición de enfermedad orgánica del
sujeto en la vejez, terminan también, en una suerte de reciprocidad, por afectar dicha
enfermedad.
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La industrialización, las nuevas formas de individuación e individualidad y los cambios
vertiginosos del mundo actual, afectan la forma como el adulto mayor se sitúa en su mundo y
con ello sus propias identificaciones. Encontrando que la respuesta subjetiva del anciano puede
terminar por estar asociada con este lugar marginal en donde el malestar interno se expresa por
medio de la enfermedad. Aparece entonces la enfermedad como una forma de enlace o vínculo
posible con su mundo exterior, pero también como una oportunidad que le da el órgano afectado,
En relación a los componentes del lazo social que afectan mayormente la condición de
enfermedad orgánica del sujeto en la vejez, tanto la pesquisa bibliográfica realizada como las
contemporáneo. Ambas estrechamente unidas entre sí. El siglo XX evidenció drásticos cambios
en la historia de la humanidad y por ende en la forma como los sujetos se relacionaban consigo
mismos y con el mundo. Entre esos cambios aparece el paso del Viejo como depositario de la
anclado en tradiciones arcaicas y cuya ignorancia tecnológica lo deja por fuera de la sociedad del
conocimiento actual. Esto en contraposición al lugar que se han ganado los niños y los jóvenes, a
quienes se les reconoce cada vez más derechos civiles y humanos en pro de privilegiar su
XIX, se comenzó a pasar a un niño cada vez más reconocido en el transcurso del siglo XX. Niño
y joven empiezan a ser valorados en tanto “futuro de la sociedad” y sobre esos grupos etáreos se
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construyen una serie de políticas públicas y programas sociales que buscan fortalecer sus
relacionadas con el haber entregado a niños y jóvenes un trono con el que no saben qué hacer,
mientras se desalojó al viejo del lugar de respeto en tanto portador de un legado. Portador ahora
de nada, el adulto mayor porta su cuerpo mismo y con él sus padeceres, así muchas
enfermedades de la vejez están asociados con la tristeza, la soledad, pero también con la
necesidad de conducirse al otro y ser escuchado de alguna forma por ese otro.
construcción que el adulto mayor realiza de su propia imagen de cuerpo, el imaginario histórico-
social juega el papel más significativo, porque es a través de la mirada de este que el adulto
mayor se reconoce y se nombra. Es por ello que durante el proceso de envejecimiento y el estado
mismo de la vejez, éstos imaginarios, junto con la historia subjetiva del sujeto y los recursos
representación de cuerpo.
En la vejez el cuerpo se resignifica, su voz suele manifestarse por medio de los síntomas
de placer. La mirada del otro, en este caso, es esencial para asumir su lugar actual, su deseo y las
Desde esta perspectiva, entender la vejez supone comprender que ésta se encuentra
condicionada por el lenguaje del otro. La vejez supone estar sumergido en la idea racional que
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define la identidad de acuerdo a las falencias en su productividad y a su tensión con los valores
asociados a la juventud. Vale la pena entonces todo estudio que se haga con el fin de reconocer
la vejez como búsqueda de estrategias que permitan relacionarse con el otro como un sujeto
nombrado y no tachado.
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