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Ciudad Pensamiento Critico y Teoria PDF
Ciudad Pensamiento Critico y Teoria PDF
Directorio
ISBN: 970-36-0227-4
Prólogo ........................................................................................................... 11
Introducción.................................................................................................... 15
Capítulo 1. Los pensadores de la ciudad........................................................ 23
I. Señalamientos para una comprensión global .................................... 23
1. Karl Marx ..................................................................................... 24
2. Max Weber ................................................................................... 30
3. Le Corbusier ................................................................................. 35
4. Henri Lefebvre ............................................................................. 40
5. Manuel Castells ............................................................................ 49
6. Aldo Rossi .................................................................................... 67
7. Marino Folin ................................................................................ 73
8. Christian Topalov ......................................................................... 79
9. Lewis Mumford ........................................................................... 82
10. Fernand Braudel ........................................................................... 84
11. Martin Heidegger ......................................................................... 90
II. Problematización de la “ciudad” y “lo urbano” en general .............. 102
III. Tentativa argumental .......................................................................... 105
Capítulo 2. Proceso de reproducción social y ciudad .................................... 109
I. Proceso de reproducción social natural ............................................ 111
II. Supuestos y presupuestos para el surgimiento de las primeras
ciudades .............................................................................................. 132
1. Condiciones de la existencia sedentaria...................................... 134
Condiciones físicas (ambientales)............................................... 135
2. Condiciones tecno-sociales ......................................................... 141
III. El campo y la ciudad ......................................................................... 151
Capítulo 3. La ciudad contemporánea: estructura y sistema ......................... 161
I. Ordenación del sistema ...................................................................... 161
II. La ciudad y el sistema ........................................................................ 165
III. La estructura y la ciudad. Momentos económicos fundamentales ... 174
1. El ciclo de la reproducción social de la riqueza en su función
espacio-tiempo ............................................................................. 174
9
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
10
PRÓLOGO
La ciudad no puede quedar expuesta tras una definición apriorística con la que se
esquematice y fuerce toda explicación de sus fenómenos, sino que es a partir de la
síntesis de ellos como podemos llegar a sus cercanías. Se busca que la argumen-
tación se sustente en la visión global de la ciudad bosquejada por autores de pri-
mer orden que, al quedar reunidos en un mosaico conceptual, nos marquen los
fundamentos para estudiar la problemática urbana contemporánea bajo la idea de
“ciudad” como concreción de un todo complejo que cambia a lo largo de la histo-
ria y que puede ser estudiada si se vencen las barreras que impone la fragmenta-
ción de las ciencias del hombre.
Es posible fundar de manera sólida un acercamiento a los fenómenos de cambio
de la materialidad urbana y los fenómenos sociales, si establecemos los supuestos
o condiciones lógico-históricos de partida, los cuales vinculados con las catego-
rías cultura, civilización y tecnología, nos darán argumentos de peso para expli-
car los acontecimientos trans-históricos de larga duración referidos al proceso de
reproducción social de la materialidad contemporánea.
Tal materialidad se explica con el análisis de los elementos que intervienen en
ella como objeto práctico que sale fuera de sí, formando parte de un proceso que
dimensiona a escala planetaria la transformación material del mundo como con-
secuencia del funcionamiento económico dominante, el “hecho capitalista” como
sistema que se da forma en la dinámica estructural dominada tendencialmente
por sus momentos económicos fundamentales (producción, distribución, cambio
y consumo) bajo “patrones” o “paradigmas” del espacio social citadino que su-
bordina casi toda expresión del sujeto y su materialidad, incluyendo al “campo”,
que constituye su periferia social-natural. Al comprender la forma de materializa-
ción de la estructura económica capitalista en la ciudad, estaremos en condicio-
nes de exponer una argumentación que explique la materialidad contemporánea
manifestada a lo largo y ancho del espacio citadino y se podría sustentar la expli-
cación de los fenómenos que resultan de la influencia de todos y cada uno de los
momentos que integran la estructura urbana.
Si colocamos la investigación de la ciudad dentro del ámbito de la planeación
regional, debería partirse de la relación más cercana entre hombre-naturaleza, la
11
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
12
Prólogo
13
INTRODUCCIÓN
I
La ciudad y lo urbano contienen dentro de sí un atributo que ofrece a la vez una
ventaja y una gran dificultad teóricas: tienen la peculiaridad de poder decantar
físicamente la problemática social como diversidad y ofrecen la posibilidad de
visualizar los fenómenos sociales en su concreción dentro de los estudios tanto
particulares como generales cuya vigencia se espacializa en un sitio, pero este
sitio que aparece como un resultado, representa la manifestación de la problemá-
tica compleja de la multiplicidad social constituyéndose así como una síntesis.
De aquí parte el problema teórico.
Todo objeto teorizable que sintetiza la multiplicidad de la existencia social,
ofrece la posibilidad también múltiple de hacerse asequible, se vuelve sobre sí
como objeto de diversas formas de explicación y por tanto puede ser conocido
desde la perspectiva de buena parte de las ciencias particulares. La ciudad y lo
urbano renuevan e invitan a la reflexión del punto de partida y al trazo del camino
para su conocimiento, aludiéndose en todo momento a la búsqueda de la diferen-
cia entre teoría y realidad. Dicho de otra manera: invitan a la búsqueda de la
concreción social de un todo que se expande y, a su vez, se presume sistema.
Con motivo de la ciudad y lo urbano, se hace notar la necesidad de recurrir a
uno o más discursos que nos ofrecen la posibilidad de conocer críticamente su
existencia espacio-tempórea y des-encubrir el “sistema de la vida” en su modali-
dad y sobrepujamiento de ella como modalidad citadina. Se intenta, pues, exponer
el sistema en tanto se plasma como “ciudad”.
El estado actual del desarrollo histórico a escala mundial se abre como un
abanico inmenso de posibilidades que aparecen ante nuestros ojos como una “te-
diosa apariencia de la diversidad” que, sin embargo, nos invita a dirigir nuestras
miradas hacia un punto determinado por la investigación científica del acontecer
social: a lo urbano-citadino.
15
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
II
Los estudios que han hecho explícita la ciudad y lo urbano como objeto, es decir,
que es “teorizable”, no tienen más de cincuenta años, coincidiendo en gran medi-
da con el crecimiento caótico de las ciudades y la problemática urbana.
Puede decirse que la vigencia renovada de los estudios de la ciudad y lo urba-
no coincide con el crecimiento desmesurado de su problemática. A ello hay que
agregar también su refuncionalización desde la segunda posguerra como referente
determinante de su expresión plasmada o decantada en su espacio correspondiente.
De esta manera podría decirse: refuncionalización del sistema económico, refun-
cionalización de la ciudad y estudios de la ciudad y lo urbano coinciden en el
16
Introducción
tiempo y en el espacio. Ésta parece ser la sustancia etérea que gravita en los estu-
dios de la ciudad y lo urbano.
Los estudios de la ciudad y lo urbano correspondientes a las entreguerras (en-
tre ellos se encuentran los de Le Corbusier), los que podrían llamarse neoclásicos,
corresponden a los proyectos funcionalistas de ciudades que intentaron reordenar
la arquitectura y configuración que los viejos urbanistas clásicos (como Hausmann)
no pudieron aún lograr en el transcurso del siglo XIX. Los urbanistas clásicos y
neoclásicos (de acuerdo con esta denominación provisional) se vieron sujetos al
desarrollo de las tecnologías, tanto de los materiales como de los procedimientos
constructivos solicitados por la necesidad de desarrollo y expansión económica.
Así, la disciplina de la proyectación de la ciudad y lo urbano, el “urbanismo”, se
desenvolvió bajo el aura productivista y funcionalista del crecimiento urbano
imperante. De igual modo, los estudios más profundos del acontecer social urba-
no se desarrollaron bajo esa “armonía” funcionalista. El llamado urbanismo se
vio reducido al constructivismo de la ciudad, y los fenómenos urbanos entraron,
entonces, en la perspectiva de la sociología “objetiva” de corte positivista como
la weberiana, para referirnos a una de las más desarrolladas.
La aparición de los estudios marxistas de la ciudad y lo urbano surgió como la
necesidad histórica de su crítica. Los estudios fundamentales de esta índole no
tienen más de treinta años, a lo largo de los cuales han sido pocas las investigacio-
nes que han aparecido como verdaderos fundamentos de crítica de la ciudad y lo
urbano. Entre ellos figuran los trabajos poco ortodoxos de Henri Lefebvre, El
derecho a la ciudad (1968) y La revolución urbana (1970), entre otros; el texto
clásico del marxismo estructuralista, La cuestión urbana (1972), de Manuel
Castells; un libro en el que se polemiza el papel del Estado tomando como refe-
rente el estructuralismo del libro anterior, cuyo título es El marxismo, el Estado y
la cuestión urbana (1977) de Jean Lojkine; otro texto clásico es el de Christian
Topalov, La urbanización capitalista (1978); de otro corte es el estudio de Mari-
no Folin, La ciudad del capital (1972), en el que se recurre a un estudio materia-
lista (clásico) de la arquitectura como los de Leonardo Benévolo, Los orígenes de
la urbanística moderna (1967), o los de Paolo Sicca, Historia de la urbanística
(1978). Pueden mencionarse entre los estudios marxistas nada ortodoxos, algu-
nos trabajos en los que explícitamente se hace referencia a la ciudad y lo urbano,
17
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
estudios como los de Walter Benjamin, París, capital del siglo XIX y La obra de
los pasajes (1940). Entre los estudios latinoamericanos aparecen los de Roberto
Segre, Las estructuras ambientales de América Latina (1977); de Rafael López
Rangel, Las ciudades latinoamericanas (1989); los estudios polémicos de Emilio
Pradilla Cobos, Contribución a la crítica de la “teoría urbana” (1974), así como,
por otro lado, el libro de Poul Singer, La economía política de la urbanización
(1973).
Como se observa, los trabajos que llamamos básicos no tienen más de treinta
años y la mayoría de los citados pertenecen a la década de los setenta. De esto
podría pensarse que (de acuerdo con el alto crecimiento de las ciudades desde
hace más de dos décadas) estos estudios están rezagados respecto a los cambios
estructurales acontecidos en los últimos diez años en todo el mundo, tanto en las
ciudades de países capitalistas (objeto general de este trabajo) como en las “socia-
listas” que aún sobreviven. Estas observaciones no intentan más que evidenciar la
vigencia e importancia de los estudios de la ciudad y lo urbano para la compren-
sión de la problemática no sólo urbana, sino de toda la problemática social en
general.
III
El fenómeno de la ciudad y lo urbano es un fenómeno trans-histórico, es decir,
que ha atravesado gran parte de las épocas de la historia, desde la transición del
nomadismo (“salvajismo”) hasta la construcción de las primeras aldeas en el co-
mienzo de la vida sedentaria, para dar paso a los primeros embriones de ciudad o
proto-ciudad del periodo conocido como “barbarie”. El estudio de la ciudad
implica su conocimiento a través de la historia, lo cual nos conduce a la
problematización de los estudios históricos propios de la historiografía y por ello
se hace necesario abordarlos a partir de las teorías que hasta nuestro tiempo se
han perfilado como las más enriquecedoras del conocimiento del proceso evolu-
tivo de las sociedades. Éstas son, además del llamado “materialismo histórico” de
Marx y Engels, la historiografía y los estudios globales de Fernand Braudel.
La ciudad y lo urbano en tanto que objetos teorizables pueden dar motivo al
análisis y crítica general, y por ello ser objeto de estudio de disciplinas como la
filosofía y la historiografía; o particular, y ser así objeto de estudio de, por ejem-
18
Introducción
IV
Un comienzo posible puede mostrarse un poco al estilo heideggeriano del preguntar
para construir sobre un camino. La pregunta para el inicio no es de ninguna
manera la de ¿qué es la ciudad y lo urbano?, sino otra que, al evocarla, inevitable-
mente se rompe en sus partes. Ésta es:
19
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
20
Introducción
21
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
22
CAPÍTULO 1
I
Señalamientos para un planteamiento global
23
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
1. Karl Marx
24
Los pensadores de la ciudad
crítica de la economía política. Sin embargo, esta labor no la realizó por una
sencilla y vital razón: su vida no le alcanzó.
A pesar de ello dejó en sus trabajos grandes aportaciones que si se pudiesen
sintetizar particularizando su potencialidad global crítica, rendirían grandes frutos
en la exposición de la ciudad y lo urbano capitalistas. Esta labor requiere de un
trabajo descomunal que tarde o temprano tendrá que ser realizado.
Los indicios de tratamiento particular de esta temática los podemos encontrar
expuestos en dos trabajos elaborados con una separación de poco más de diez
años, el primero de ellos es La ideología alemana (1845-46, en la primera de sus
cinco partes) y, el segundo, los Elementos fundamentales para la crítica de la
economía política (Grundrisse, 1857-58), en el gran apartado correspondiente a
el capítulo del capital: “Las formaciones que preceden al modo de producción
capitalista” (Formen), pertenecientes de manera puntual a la acumulación origi-
naria de capital (acumulación real).
En rigor, se sabe que La ideología alemana constituye parte de los borradores
de Marx para la elaboración de su principal obra El Capital y de los Grundrisse;2
a esto se debe que existan elementos temáticos comunes en La ideología y los
Grundrisse, expuestos de manera incipiente en la primera obra, y de manera desa-
rrollada, en la segunda.
Enumeraré algunos rasgos que son comunes en ambas obras y que indicaré
oportunamente en nuestro estudio:3
25
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
4
K. Marx, Elementos..., ed. cit., p. 459.
26
Los pensadores de la ciudad
a) El trabajo asalariado.
b) Separación del trabajo libre con respecto a las condiciones objetivas de
su realización (medio de trabajo y material de trabajo).
c) Existencia de un mercado de trabajo.5
5
Cfr., op. cit.
6
K. Marx, La ideología alemana, Ediciones de Cultura Popular, México, 1974 (consultar específicamente
pp. 55-70).
7
Op. cit., p. 56.
27
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
1. Concentración de la población.
2. Concentración de los instrumentos de producción.
3. Concentración del capital.
4. Concentración del disfrute.
5. Concentración de las necesidades.
Con la ciudad aparece, al mismo tiempo, la necesidad de la administración, de la policía, de los impuestos,
etc., en una palabra, del régimen colectivo y, por tanto, de la política en general.8
6. El régimen colectivo.
7. La política en general.
La contraposición entre ciudad y campo sólo puede darse dentro de la propiedad privada... La separación
de la ciudad y el campo puede concebirse también como la separación del capital y la propiedad sobre la
tierra, como el comienzo de una existencia y un desarrollo del capital independientes de la propiedad
territorial, de una propiedad basada solamente en el trabajo y en el intercambio.9
Por lo anterior, se puede también entender por ciudad a la negación del campo
o, en otros términos, a la negación de la propiedad territorial:
8. No-propiedad territorial.
8
Idem, p. 55.
9
Idem, p. 56.
28
Los pensadores de la ciudad
Al instituirse el cambio en una clase especial y al extenderse el comercio, por medio de los mercaderes,
hasta más allá de la periferia inmediata de la ciudad se opera inmediatamente una acción recíproca entre
la producción y el intercambio. Las ciudades se relacionan unas con otras, de una ciudad a otra se llevan
nuevos instrumentos de trabajo, y la separación entre la producción y el intercambio no tarda en provocar
una división de la producción entre las distintas ciudades y pronto vemos como cada una de ellas tiende a
explotar, predominantemente, una rama industrial. La limitación inicial a una determinada localidad co-
mienza a desaparecer, poco a poco.10
Al entrar en contacto unas ciudades con otras, estas condiciones comunes se desarrollan hasta convertirse
en condiciones de clase. Idénticas condiciones, idénticas antítesis, e idénticos intereses tenían necesaria-
mente que provocar en todas partes, muy a grandes rasgos, idénticas costumbres.11
10
Idem, pp. 59-60.
11
Idem, p. 60.
29
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
2. Max Weber
En las siguientes páginas mostraremos con brevedad algunas ideas que encontra-
mos en la obra de Max Weber (1864-1920), y no representan sino una minúscula
parte de ésta, su importancia consiste en mostrar formas diversas de aproximación
al estudio de la ciudad sin dejar de lado la postura ideológica propia de M. Weber,
pero no por ello deja de ser de orden central no sólo para la llamada “sociología
urbana”, sino para toda la sociología, pues constituye uno de los pilares funda-
mentales de esta ciencia particular y de las aportaciones conceptuales para la so-
ciedad contemporánea.
Considero un gran error de método pre-juiciar a algún autor u obra por su
postura ideológica sin conocer su importancia. Weber es uno de estos autores que
tienen mucho que decir en la investigación social, por lo que debe ser estudiado
con mucho detenimiento.
Para el sociólogo S. Wright Mills, en la palabra de M. Weber se percibe lo
siguiente:
30
Los pensadores de la ciudad
... su voz es la del liberal clásico en un mundo que, en el primer cuarto del siglo, le parecería volcado
contra el liberalismo y, al mismo tiempo, es el más elaborado revisionista del marxismo clásico.12
Se puede intentar definir “la ciudad” de muy diversos modos. Todas las definiciones tendrán, sin embargo,
un elemento común: la ciudad no consiste en uno o en muchos edificios asentados separadamente, sino
que, por el contrario, constituye un hábitat concentrado (o, al menos, relativamente concentrado), una “lo-
calidad”. En las ciudades (y no solamente en ellas) las casas están construidas guardando entre sí una gran
proximidad; en la actualidad se construyen generalmente pared con pared. La representación corriente con
la que se asocia hoy la palabra “ciudad” ofrece unas características puramente cuantitativas: la ciudad es
una gran localidad; este criterio no es en sí mismo, falso.14
31
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Desde el punto de vista sociológico la ciudad equivaldría a una gran concentración de casas colindantes,
dispuestas en orden compacto, que forman una aglomeración dotada de una identidad tan amplia que en
ella no se produce la agrupación ordinaria y específica de la vecindad caracterizada por un conocimiento
personal y recíproco entre sus habitantes. Si nos atenemos a esta definición sólo las grandes localidades
serían ciudades, pero hay que tener en cuenta que el criterio que se utiliza para demarcar el concepto de
ciudad depende también de condicionamientos culturales, por ello no sería aplicable en este caso a locali-
dades que en el pasado poseyeron legalmente el carácter de ciudades.15
Si se pretendiese definir la ciudad desde una perspectiva puramente económica sería una aglomeración en
la cual la mayor parte de sus habitantes viven de la industria y del comercio y no de la agricultura.16
Otro factor que habría que tener en cuenta para poder hablar de “ciudad” es la existencia de intercambios
comerciales regulares, y no sólo ocasionales en la localidad, intercambios que constituyan un componente
esencial en los modos de vida de sus habitantes, es decir, que la localidad se caracterice por poseer un
mercado.17
Por lo que:
Hablaremos de “ciudad”, en el sentido económico, cuando la población residente en una localidad satisfa-
ga una parte económicamente sustancial de sus necesidades en el mercado local, gracias sobre todo a los
15
M. Weber, La ciudad, loc. cit.
16
Op. cit., p. 56.
17
Idem.
32
Los pensadores de la ciudad
productos que dicha población, y la de los alrededores inmediatos, hayan fabricado o se hayan procurado
para venderlos en el mercado. Toda ciudad, en el sentido que le hemos conferido aquí a esta palabra, es un
“lugar de mercado”, es decir, toda ciudad tiene como centro económico del asentamiento un mercado.18
La ciudad en su origen, y sobre todo cuando se distingan formalmente del campo, es normalmente tanto un
lugar de mercado como una sede feudal o principesca: posee centros económicos de dos tipos, oicos y
mercado, y, con frecuencia además del mercado local se celebran en ella grandes ferias periódicas abiertas
a los comerciantes itinerantes. La ciudad es pues, en el sentido que aquí le hemos otorgado a esta palabra,
un asentamiento comercial.19
Esta última es una afirmación categórica con la que culmina una de las ideas
principales de M. Weber con relación a la ciudad, se le debe considerar sobre todo
cuando se pretendan revisar los límites de la propia teoría weberiana de la ciudad.
Otros elementos que nos serán de gran utilidad más adelante, son los que
hacen referencia a lo que podríamos llamar las bases de la tipología económica; a
la participación en la competencia de mercado, esto es, en la ciudad. Con todas las
posibles reservas que la teoría weberiana requiere, pues si seguimos las objecio-
nes de G. Lukács:
El problema de los tipos ideales se convierte, con Max Weber, en el problema central de la metodología,
Weber considera como la fundamental entre las funciones de la sociología el establecimiento de los “tipos
ideales” puramente construidos. Sólo partiendo de ellos es posible, según él, el análisis sociológico. Pero
este análisis no suministra una línea de desarrollo, sino simplemente la yuxtaposición de tipos ideales
casuísticamente escogidos y ordenados.20
Los habitantes de la ciudad principesca por lo general dependen económicamente –directa o indirecta-
mente– del poder adquisitivo de las grandes casas de los príncipes. Lo mismo ocurre con las ciudades en
18
Idem, p. 5.
19
Idem.
20
G. Lukács, op. cit., p. 494.
33
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
las que el poder adquisitivo de otros grandes consumidores, como los rentistas, determina de modo deci-
sivo el nivel de actividad de los comerciantes y de los que ejercen oficios. Estos grandes consumidores
pueden ser, pues, de diferentes tipos según la naturaleza y el origen de sus ingresos; pueden ser, por
ejemplo, funcionarios que gastan sus ingresos legales o ilegales, señores feudales y hombres políticos en
el poder que gastan en la ciudad sus rentas territoriales no urbanas, así como ingresos de origen espe-
cíficamente político.21
De acuerdo con Weber, los tipos de consumidores se dan según dos linea-
mientos:
7. Poder adquisitivo.
8. Naturaleza y origen de sus ingresos.
Estos lineamientos son empleados por Max Weber tanto para su explicación de
los acontecimientos sociológicos urbanos endógenos (en términos técnicos actuales
se diría intraurbanos) y exógenos (interurbanos). En el primer camino, siguiendo
la lógica weberiana, se les podría llamar tipos ideales de socialidad citadina (según
sea su legitimación social, de competencia en el mercado); en el segundo camino
se configuran distintos tipos de ciudad, según su acción social dominante, como se
observará a lo largo del texto citado,22 por ello nos hablará Weber de ciudad de
rentistas, ciudad de negociantes y de inversores, ciudad de consumidores, ciudad
de pensionistas, ciudad de productores, ciudad comercial, ciudad industrial, etc.
Finalmente, debe conocerse un argumento importante que muestra la idea
respecto a una “tipología” de la ciudad moderna de acuerdo con las funciones
económicas dominantes.
El crecimiento de la población y del poder adquisitivo proviene –como ha sucedido en Essen o en Bochum–
de la instalación de fábricas, de manufacturas y de industrias de trabajo a domicilio que son las que
abastecen a territorios exteriores a la ciudad: éste es el tipo moderno de la ciudad.23
21
M. Weber, La ciudad, p. 7.
22
Cfr. op. cit.
23
Op. cit., p. 8.
34
Los pensadores de la ciudad
3. Le Corbusier
Las finalidades de los CIAM son: formular el problema arquitectónico contemporáneo; presentar la idea
arquitectónica moderna, hacer penetrar estas ideas en los círculos técnicos, económicos y sociales; velar
por la realización del problema de la arquitectura.25
24
Estas ciudades fueron:
Amsterdan, Atenas, Bruselas, Baltimore, Bandung, Budapest, Berlín, Barcelona, Charleroy, Colonia,
Como, Dalat, Detroit, Dessau, Estocolmo, Frankfurt, Ginebra, Génova, La Haya, Los Ángeles, Littoria,
Londres, Madrid, Oslo, París, Praga, Roma, Rotterdam, Utrecht, Verona, Varsovia, Zagreb y Zurich.
(cfr. Le Corbusier, Principios de urbanismo (La carta de Atenas) Ariel, España, 1975, p. 113).
25
Op. cit., p. 148.
35
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
La ciudad no es más que una parte del conjunto económico, social y político que constituye la región... El
plan de la ciudad no es más que uno de los elementos de este todo que constituye el plan regional.27
Son las crestas de los montes las que han delimitado las zonas de agrupamiento, donde poco a poco,
reunidos por costumbres y usos comunes unos hombres se han constituido en poblaciones. La proporción
de los elementos tierra y agua ya sea que actúe en superficie, contraponiendo las regiones lacustres o
fluviales a las extensiones de estepas, ya sea que se exprese en espesura, dando aquí pastos grasos y allá
26
Cfr. op. cit.
27
Op. cit., pp. 21-22.
36
Los pensadores de la ciudad
landas o desiertos, modela, a su vez, unas actividades mentales que quedarán inscritas en las empresas y
hallarán expresión en la casa, en el pueblo o en la ciudad.28
La parte 2, “Estado actual de las ciudades. Críticas y remedios” es, sin duda
alguna, la más controvertible, ya que es allí donde expone los lineamientos que
desarrollan su tesis fundamental según la cual la ciudad debe ser diseñada y consti-
tuida según las cuatro funciones vitales del hombre y que la ponen a andar. Dichas
funciones son: i) habitación; ii) esparcimiento; iii) trabajo; y iv) circulación.30
Esta tesis es la que más tendré presente en este trabajo, pues es la más general
y simultáneamente la más específica de las tesis lecorbusianas. Por tanto, podría
quedar anotada como:
a) Habitación.
b) Esparcimiento.
c) Trabajo.
d) Circulación.
28
Idem, p. 25.
29
Idem, p. 33.
30
Cfr. op. cit., Puntos doctrinales (núm. 77): “Las claves del urbanismo se contienen en las cuatro funcio-
nes siguientes: habitar, trabajar, recrearse (en las horas libres), circular”, p. 119.
37
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
El sol, la vegetación y el espacio son las tres materias primas del urbanismo.31
La historia se halla inscrita en los trazados y en las arquitecturas de las ciudades. Lo que subsiste en los
primeros constituye el hilo conductor, que junto con los textos y documentos gráficos, permite representar
las sucesivas imágenes del pasado.32
Por otra parte, se nos muestra como un ideólogo del modernista, en buena
medida indiferente de valores históricos arquitectónicos muy a pesar de sus sal-
vaguardias propositivas:
La utilización de los estilos del pasado, con pretextos estéticos en las nuevas construcciones alzadas en las
zonas históricas tienen consecuencias nefastas. El mantenimiento de semejantes usos o la introducción de
31
Le Corbusier, Principios..., p. 42.
32
Op. cit., cfr. punto 6, p. 30.
38
Los pensadores de la ciudad
tales iniciativas no será tolerado en forma alguna... Copiar servilmente el pasado es condenarse a sí mismo
a la mentira.33
Es posible que debido a las ideas mostradas en esta segunda parte, principal-
mente, por lo que Henri Lefebvre censura tajantemente a Le Corbusier:
De todos esos innovadores, descubridores del espacio, el menos importante, el menos interesante, el me-
nos simpático, es, sin ningún género de duda, Le Corbusier, cuya retórica acusa el carácter autoritario y
reaccionario de la sociedad francesa, carácter al que se amoldará plenamente: rigor del ángulo recto y de
la linea recta, rigidez de la verticalidad, simbolismo incluido: el sentido del Estado, del orden moral
establecido o por establecer, so pretexto de racionalidad espacial.34
La ciudad, definida en lo sucesivo como una unidad funcional, deberá crecer armónicamente en cada una
de sus partes, disponiendo de los espacios y de las vinculaciones en las que podrán inscribirse,
equilibradamente, las etapas de su desarrollo.35
Es de la más imperiosa necesidad que cada ciudad establezca su programa, promulgando leyes que permi-
tan su realización... El programa debe elaborarse a partir de análisis rigurosos. Debe prever las etapas en
el espacio y en el tiempo. Debe unir en una fecunda concordancia los recursos naturales del lugar, la
topografía del conjunto, los datos económicos, las necesidades sociológicas y valores espirituales.36
33
Op. cit., punto 70, p. 108.
34
Henri Lefevbre, Espacio y política (1972), Península, España, 1976, p. 122.
35
Cfr. Le Corbusier, op. cit., “Punto doctrinal 84”.
36
Idem, puntos 86-87.
39
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Las claves del urbanismo se tienen en las cuatro funciones siguientes: habitar, trabajar, recrearse (en las
horas libres), circular... El urbanismo expresa la manera de ser de una época.37
El urbanismo es una ciencia en tres dimensiones y no solamente de dos. Con la intervención del elemento
altura se dará solución a la circulación moderna y al esparcimiento mediante la explotación de los espacios
libres así creados.38
4. Henri Lefebvre
40
Los pensadores de la ciudad
practicar todos los tipos de nado. Lefebvre nunca se aleja de la “costa” para no
perder la visibilidad de la ciudad del puerto, ni tampoco para meterse en altamar;
no es un buzo de aguas profundas, pero sí de agua “dulce”; no es un buscador de
“recursos”, pero tampoco les huye dejando de ser nadador.
Quizá así no colocamos a Lefebvre en las “zonas” que él no quiso tocar para
no perecer ahogado, pero tenemos que construir un “rompeolas” para medir la
fuerza de la corriente en la que ambos modos de pensar (el “alemán” y el “fran-
cés”) se regodean. ¡El primer grado de dificultad, el reduccionismo, sea así abor-
tado!
Henri Lefebvre es un pensador muy “francés”, reflexivamente, y analítico. En
su discurso él no se incluye dentro de “los filósofos”, pero filosofa. Su filosofar
debe distinguirse por la negación de todo sistema filosófico. Éste es indudable-
mente el primer paso para el conocimiento de su obra:
Entre los útiles intelectuales de que disponemos, hay uno que no merece ni el desdén ni el privilegio del
absoluto, el del sistema (o más bien subsistema) de significaciones.39
Más bien que un modelo epistemólogico, nosotros preferimos extraer de la lingüística indicaciones
metodológicas. Más que respuestas y dogmatismos, esperamos de ella una forma precisa de cuestionamiento.
Más que un corpus, recibimos de ella ciertos instrumentos de investigación y de análisis: las nociones
mencionadas de nivel y de dimensión sobre las cuales volveremos a insistir.40
... sólo con las mayores reservas y precauciones puede considerarse a la Ciudad como un sistema (sistema
único) de significaciones y sentidos, y por tanto de valores. En la ciudad como en tantas otras cosas hay
varios sistemas (o si se prefiere, varios subsistemas). Es más, la semiología no agota la realidad práctica
e ideológica de la ciudad. La teoría de la ciudad como sistema de significaciones tiende hacia una ideolo-
39
Henri Lefevbre, El derecho a la ciudad (1978), Península, España, 1969, p. 130.
40
Cfr. H. Lefebvre, Hacia el cibernantropo, Gedisa, España, 1967, p. 74. Consultar la parte II: “El
contrasistema: Presentación del sistema y crítica del sistema”.
41
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
gía, separa “lo urbano” de su base morfológica de la práctica social, reduciéndolo a una relación
“significante-significado”, y extrapolando a partir de significaciones realmente percibidas. Esta teoría
adolece de una gran ingenuidad.41
La noción de sistema recubre a la de estrategia. Ante el análisis crítico, el sistema se revela estrategia, se
devela como decisión (finalidad decidida), proyecciones éstas sobre el terreno de la sociedad en la que
tales decisiones estratégicas han sido tomadas.42
El pretendido zócalo epistemológico coincidirá con el zócalo de la sociedad, con la base y el fundamento
inmutable del orden.43
La idea lefebvriana del sistema y su vínculo con la ciudad aparece con toda
claridad y sin ningún género de dudas en La revolución urbana, en donde nos
dirá:
... no hay en la ciudad y en el fenómeno urbano un (único) sistema de signos y de significaciones, sino que
hay varios a diferentes niveles:
1. El sistema de las modalidades de la vida cotidiana (objetos y productos, signos de cambio, de uso de
desplazamiento, de la mercancía y del mercado. Signos y significaciones del habitar y del hábitat).
2. El sistema de la sociedad urbana en su conjunto (semiología del poder, de la opulencia, de la cultura
considerada globalmente o en su fragmentación).
3. El sistema del espacio-tiempo urbano particularizado (semiología de los rasgos propios a tal o cual
ciudad, a su paisaje y a su imagen, a sus habitantes).
Si en el espacio urbano no hubiera, unido a los objetos o a los actos, nada más que un solo sistema, este
sistema dirigiría todo, y no podríamos desembarazarnos de él.44
41
H. Lefebvre, El derecho a la ciudad, p. 81.
42
Op. cit., p. 40.
43
H. Lefebvre, Hacia el cibernantropo, loc. cit.
44
H. Lefebvre, La revolución urbana (1970), Alianza, p. 58 (el listado de los puntos es nuestro). Véase
también El derecho..., p. 83, ed. cit.
42
Los pensadores de la ciudad
La ciudad es un objeto espacial que ocupa un lugar y una situación y que debe, por consiguiente, ser
estudiado en tanto que objeto a través de diferentes técnicas y métodos: económicos, políticos, demográ-
ficos, etc. Como tal la ciudad ocupa un espacio específico totalmente distinto del espacio rural. La rela-
ción entre esos dos espacios depende de las relaciones de producción, es decir, del sistema de producción
y, a través de éste, de la división del trabajo en el seno de la sociedad.45
La ciudad es una obra en el sentido de una obra de arte. El espacio no está únicamente organizado e
instituido, sino que también está modelado, configurado por tal o cual grupo de acuerdo con sus exigencias,
su ética y su estética, es decir, su ideología. La monumentalidad representa un aspecto esencial de la
45
H. Lefebvre, Espacio y política, ed. cit., pp. 65-66
43
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
ciudad en tanto que obra, pero el horario que siguen los miembros de la colectividad urbana no reviste un
aspecto de menor importancia. La ciudad como obra debe ser estudiada bajo esa doble faceta: edificios de
toda índole y horario que implican en la vida de los habitantes de las ciudades y de todos los ciudadanos
en general.46
Nuestro punto de partida será una hipótesis: la urbanización completa de la sociedad... Ello implica una
definición: la llamaremos “sociedad urbana” a aquella que surge de la urbanización completa, hoy todavía
virtual, pero pronto realidad.48
46
Loc. cit.
47
Recordemos que en La revolución urbana (1979), ed. cit. p. 170: “los supuestos de partida tienden a
abandonar la condición y el papel de simple hipótesis para adentrarse en el conocimiento” (loc. cit.). Por
ello no puede hablarse de hipótesis (sin comillas), aunque el grado de conocimiento no quedó definido.
48
Idem, p. 7.
44
Los pensadores de la ciudad
... llamaremos “revolución urbana” al conjunto de transformaciones que se producen en la sociedad con-
temporánea para marcar el paso desde el periodo en el que predominan los problemas de crecimiento e
industrialización (modelo, planificación, programación) a aquel otro en el que predominará ante todo la
problemática urbana y donde la búsqueda de soluciones y modelos propios a la sociedad urbana pasará a
un primer plano.51
FIGURA 2
49
Cfr. op. cit., p. 8.
50
Idem, p. 11.
51
Idem, pp. 10-11.
52
Idem, p. 22.
45
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
FIGURA 3
53
Idem4, p. 106.
54
Idem, p. 85.
55
Loc. cit.
46
Los pensadores de la ciudad
De aquí podemos pasar a una explicación aún más detallada de los llamados
niveles y dimensiones semiológicas dirigida al análisis de la ciudad:
56
Cfr. El derecho..., p. 83.
57
Cfr. loc. cit.
47
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
El derecho a la ciudad no puede concebirse como un simple derecho de visita o retorno a las ciudades
tradicionales. Sólo puede formularse como derecho a la vida urbana, transformada, innovada. Poco im-
porta que el tejido urbano encierre el campo y lo que subsiste de vida campesina, con el que “lo urbano”,
lugar de encuentro, prioridad del valor de uso, inscripción en el espacio de un tiempo promovido al rango
de bien supremo entre los bienes, encuentre su fase morfológica, su realización práctico-sensible. Ello
supone una teoría integral de la ciudad y de la sociedad urbana que utilice los recursos de la ciencia y del
arte. Únicamente la clase obrera puede convertirse en agente, vehículo o apoyo social de esta realización.58
La profundidad del análisis filosófico va hasta las raíces. La crítica filosófica, que se transforma en crítica
de la filosofía, se pretende, pues, radical. Pero las raíces tienen su lugar de nacimiento en otro suelo: lo
cotidiano.59
58
Idem, pp. 138, 139.
59
H. Lefebvre, De lo rural a lo urbano (1969), Lotus Mare, Argentina, 1976, p. 9.
60
Op. cit., p. 238. Véase también El derecho..., p. 23.
48
Los pensadores de la ciudad
5. Manuel Castells
I
Observaciones generales a su libro La cuestión urbana61
Un análisis serio de La cuestión urbana debió comenzar con la crítica del estruc-
turalismo. Esta crítica ya se inició y puede observarse con la finalidad que siguió
Henri Lefebvre y Jean Lojkine. Este último lo muestra en la organización temática
de su trabajo El marxismo, el Estado y la cuestión urbana,62 vinculada estrecha-
mente al problema del estado y la lucha de clases, es decir, desde la dimensión
eminentemente política.
El comienzo del análisis efectuado se desarrolla con la revisión de la fuente
de partida de M. Castells: la crítica de Althusser y de su visión estructuralista de
Marx, cuya característica principal es la de ser una corriente de pensamiento marxis-
ta que busca determinar los elementos constantes, permanentes de un proceso
social histórico adaptándolos a una línea de investigación que por lo regular de-
semboca en esquematismo, en clasificaciones y “tipos”, como en el caso del we-
berianismo de Castells mantenido en su obra. La cuestión urbana tiene estas
características, pero también se trata de una obra que compila ideas en relación con
un tema particular (lo cual resulta ser un buen atributo); establece un determinado
“marco teórico” y, finalmente, lo lleva a la práctica despuntando hacia un análisis
empírico de corte estadístico.63 Es ésta una característica de toda la obra. La adap-
tación del “marco teórico” a un problema empírico debiera ser, también para este
caso, un problema teórico. El punto de vista de Castells no es así y nos dice por
ello:
Hay, pues, que abandonar el orden de exposición e incluso el orden de pensamiento, para dar paso a un
orden de investigación, a un orden de tareas a realizar...64
61
Manuel Castells, La cuestión urbana (1972), Siglo XXI, México, 1983.
62
Jean Lojkine, El marxismo, el Estado y la cuestión urbana (1977), Siglo XXI, México, 1986.
63
Recuérdese que con esto critica a Henri Lefebvre por su “desconocimiento” de las estadísticas de países
como China y la URSS, a pesar de que ni él somete a crítica dichas estadísticas.
64
M. Castells, op. cit., p. 156.
49
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Nuestro trabajo ha sido influido por cierta interpretación de Althusser (más que por los trabajos del
propio Althusser) tendiente a construir un conjunto teórico codificado65 y formalizado antes de ir a la
investigación concreta, lo cual conduce necesariamente a una yuxtaposición de formalismo y de empirismo,
y va a dar por ello a un callejón sin salida.66
65
Nótese la autocrítica estructuralista.
66
Aspecto criticado por J. Lojkine.
67
Ésta es una expresión althusseriana que a su vez es retomada del filósofo francés Gastón Bacherald
refiriéndose a la ruptura que Marx hizo con Hegel a través de sus escritos y que lo “diferencian” en un
Marx joven (hegeliano) y otro maduro (marxiano). [Cfr. Giovanni Jervis, La cultura del 900, Siglo XXI,
p. 124.]
68
Si entendemos sistema en el sentido amplio, como sistema teórico (científico: económico, político,
social, ideológico), aparecerá negado por Castells al decir: “Podría verse aquí la ilustración concreta de
un sistema teórico acabado y propuesto como modelo, cuando la producción de conocimientos no pasa
por la producción de un sistema, sino por la creación de una serie de instrumentos teóricos que no se
realizan nunca en la coherencia sino en su fecundidad por el análisis de situaciones concretas” (cfr. p. 9).
50
Los pensadores de la ciudad
Surge la pregunta: ¿acaso estos cinco puntos no son la idea, el concepto llevado
a su desarrollo y práctica teóricas, un intento de totalidad, y esta “totalidad” no es
un esquema interpretativo del mundo? Y más aún, para conocer una realidad
mundial, sea de la índole que sea, no es necesaria ya una interpretación sistemática?
Puede encontrarse en esto una incoherencia sustancial de los argumentos teó-
ricos de Manuel Castells. Hace pensar en la revisión seria de su obra teórica, por
demás, fundamental para el estudio de los fenómenos urbanos; ya que es uno de
los pocos autores que realiza un esfuerzo de totalización y sistematicidad de lo
urbano, aunque él afirme lo contrario.
II
Notas analíticas de La cuestión urbana. La estructura urbana
Castells parte de la relación ineludible de una teoría del espacio con la teoría
social general, en afirmaciones como las siguientes:
... no hay teoría del espacio al margen de una teoría social general, sea ésta explícita o implícita.69
El espacio urbano está estructurado, o sea, no se organiza al azar, y los procesos sociales que se refieren a
él expresan, específicamente, los determinismos de cada tipo y de cada periodo de la organización social.70
(P) Población
(M) Medio ambiente físico o medio físico
(T) Tecnología
(O) Organización social73
69
Op. cit., p. 142.
70
Idem.
71
Idem, p. 145.
72
Idem, p. 146.
73
Idem.
52
Los pensadores de la ciudad
Al frente común ideológico del culturalismo y del historicismo conviene oponer un frente teórico que
integre la problemática ecológica de su base materialista en un análisis sociológico; dicho análisis debe
tener como tema central la acción contradictoria de los agentes sociales (clases sociales), pero debe encon-
trar su fundamento en la trama estructural que hace de la problemática de toda sociedad —o sea—, el
modo en que una formación social trabaja la naturaleza y la forma de reparto y de gestión, y por tanto de
contradicción que resulta de ello.74
... confirmación de nuestro punto de partida: no existe teoría específica del espacio, sino simplemente
despliegue y especificación de la teoría de la estructura social, de modo que permita explicar las caracte-
rísticas de una forma social particular, el espacio, y de su articulación en otras formas y procesos históricos
dados.75
Recordemos que toda sociedad concreta, y por tanto, toda forma social (el espacio, por ejemplo) puede
comprenderse a partir de la articulación histórica de varios modos de producción.76
d) El espacio como forma social concreta puede ser comprensible como ar-
ticulación histórica de varios modos de producción.
53
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
social, y equivale a investigar los procesos que la determinan desde sus elemen-
tos: a) Sistema económico, b) Sistema político y c) Sistema ideológico.78 Por lo
que podemos destacar:
• Sistema económico.
• Sistema político.
• Sistema ideológico.
• Fuerza de trabajo.
• Medios de producción.
• No-trabajo.
78
Cfr. op. cit., p. 154 (los incisos y el listado son míos).
54
Los pensadores de la ciudad
• dominación-regulación.
• integración-represión.
... organiza el espacio marcándolo con una red de signos, cuyos significantes se componen de formas
espaciales y los significados, de contenido ideológico, cuya eficacia debe medirse por sus efectos sobre el
conjunto de la estructura social.79
h) Sistema ideológico:
Hay, pues, que abandonar el orden de exposición e incluso de pensamiento, para dar paso a un orden de
investigación, a un orden de tareas a realizar, con el fin de progresar en nuestro estudio.80
79
Idem, p. 155.
80
Idem, p. 156.
55
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
• Sistema económico.
• Sistema político-institucional.
• Sistema ideológico.
• Centralidad urbana.
— Producción y espacio.
— Consumo y espacio.
— Intercambio y espacio.
56
Los pensadores de la ciudad
La distribución de las residencias en el espacio produce su diferenciación social y específica del paisaje
urbano, ya que las características de las viviendas y de su población fundamentan el tipo y el nivel de los
equipamientos y de las consiguientes funciones.
La distribución de los lugares de residencia sigue las leyes generales de la distribución de los productos
y, por tanto, produce reagrupaciones en función de la capacidad social de los sujetos, o sea, en el sistema
capitalista, en función de sus rentas, de su estatuto profesional, del nivel de instrucción, de la pertenencia
étnica, de la fase del ciclo de vida, etc. Se hablará por tanto de una estratificación urbana correspondiente
a un sistema de estratificación social (o sistema de distribución de los productos entre los individuos y los
grupos)...83
Los dos puntos anteriores nos muestran los conceptos básicos para realizar
una interpretación castellsiana física de lo urbano, en calidad de hábitat.
• Intercambio y espacio.
57
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
... un estudio sociológico de los transportes se funda sobre el análisis de las contradicciones entre la lógica
interna de un sistema de circulación y las condiciones históricas de los medios de transporte a través de los
cuales debe realizarse.86
• Producción y espacio.
• Consumo y espacio.
• Intercambio y espacio.
De igual forma que existe una lectura económica del espacio urbano, existe una posible lectura del espacio
en términos del sistema institucional, a saber, del aparato político-jurídico de la formación social conside-
rada (loc. cit.).
85
Idem, p. 203.
86
Idem, p. 241.
58
Los pensadores de la ciudad
Al hablar del espacio institucional, no se remite al asentamiento espacial del aparato del Estado (por
ejemplo la implantación de las diferentes administraciones), sino a los procesos sociales que, partiendo
del aparato político-jurídico, estructuran el espacio.88
c) Espacio institucional:
87
Idem, p. 247.
88
Idem, p. 249.
59
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Se trata aquí —nos dice Castells—, sin embargo, o bien de una referencia al espacio como hecho social (lo
que remite simplemente al conjunto del análisis estructural del espacio urbano), o bien de mucho más, de
una prioridad concedida al análisis de las formas en la aprehensión del fenómeno urbano.89
... hay una especificidad que se manifiesta por la expresión, a través de las formas y los ritmos de la
estructura urbana, de las corrientes ideológicas producidas por la práctica social. Es a este nivel de la me-
diación, por el espacio urbano, de las determinaciones ideológicas generales, donde debe colocarse el
tema de la simbólica urbana.90
60
Los pensadores de la ciudad
La centralidad urbana
92
Cfr., p. 278.
93
Loc. cit.
61
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Proponemos la siguiente hipótesis: En las sociedades capitalistas avanzadas, el proceso que estructura el
espacio es el referente a la producción simple y ampliada de la fuerza de trabajo; el conjunto de las
prácticas llamadas urbanas connotan la articulación del proceso con el conjunto de la estructura social.94
b) El sistema urbano
94
Op. cit., p. 280.
62
Los pensadores de la ciudad
III
Observaciones finales
63
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Producción, distribución, cambio y consumo forman así un silogismo con todas sus reglas: la producción
es el término universal, la distribución y el cambio son el término particular y el consumo el término
singular con el cual el todo se completa. En esto hay sin duda un encadenamiento, pero es superficial...99
97
Cfr. K. Marx, Elementos..., “Introducción de 1857”, ed. cit.
98
Idem, p. 9.
99
Loc. cit.
64
Los pensadores de la ciudad
Los adversarios de los cultores de la economía política —provengan ellos del interior o del exterior de su
ámbito—, que les reprochan disociar groseramente las conexiones, se colocan en su mismo terreno, o bien
debajo de ellos. Nada más común que la acusación de la economía política considera a la producción
demasiado exclusivamente como un fin en sí. La distribución tendría una importancia similar. Esta acusa-
ción está basada precisamente en la idea de los economistas según la cual la distribución está situada al
lado de la producción, como una esfera autónoma, independiente, o que los momentos no serían concebi-
dos en su unidad. Como si esta disociación hubiera pasado no de la realidad a los libros de texto, sino de
los libros de texto a la realidad, ¡como si aquí se tratara de la conciliación dialéctica de los conceptos y no
de la comprensión de las relaciones reales!100
100
Idem, p. 10.
65
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
FIGURA 4
66
Los pensadores de la ciudad
6. Aldo Rossi
Aldo Rossi es uno de los iniciadores de lo que podríamos denominar las polémi-
cas de occidente acerca de la ciudad y lo urbano. Forma parte de la llamada escuela
de Venecia cuyos intentos de reformulación teórica de la arquitectura son hoy
fundamentales para la comprensión de la ciudad. Junto con L. Benévolo, M. Folin,
P. Sicca y C. Aymonino, Rossi forma parte de ese diálogo entablado por los críti-
cos italianos de la arquitectura como forma de aproximación al conocimiento de
la ciudad y lo urbano, marcando una peculiaridad distinta del diálogo francés
sostenido como un intento de reformulación sociológica, económica e incluso
filosófica a partir de teóricos como M. Castells, C. Topalov y H. Lefebvre, entre
los más destacados.
En lo subsiguiente nos introduciremos a los planteamientos rossianos que
abrieron el camino para las polémicas iniciadas en la segunda mitad de la década
de los sesenta del siglo XX, y siguen resonando con fuerte intensidad en las preo-
cupaciones por explicar el papel de la ciudad en la llamada “condición posmoderna”
(Lyotard), su función y, en general, todo aquello que la fundamenta, así como la
posibilidad de una o más ciencias que la abarcan.
Para el motivo que nos ocupa, partiremos de un texto de Aldo Rossi publicado
en 1966, La arquitectura de la ciudad,101 en donde se vierten partes cardinales de
su concepción. Dejemos que el propio autor nos lo presente:
He dividido este libro en cuatro partes; en la primera me ocupo de los problemas de descripción y clasifi-
cación y, por lo tanto, de los problemas tipológicos; en la segunda, de la estructura de la ciudad por partes;
en la tercera, de la arquitectura de la ciudad y del locus sobre el que ésta persiste y, por tanto, de la historia
urbana; en la cuarta, en fin, aludo a las principales cuestiones de la dinámica urbana y el problema de la
política como elección.102
101
Aldo Rossi, La arquitectura de la ciudad (1966), Gustavo Gili, España, 1979.
102
Op. cit., p. 57.
67
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
a) Noción de “ciudad”.
b) La existencia física de la ciudad (premisa innegable).
c) Posibilidad de la autonomía de la arquitectura (“ciencia de la ciudad”).
d) Enlace de los tres puntos anteriores (todos ellos desde el campo arquitec-
tónico).
103
Cfr. op. cit.
104
Cfr. op. cit., pp. 227, 228.
68
Los pensadores de la ciudad
La ciudad, objeto de este libro, viene entendida en él como una arquitectura. Hablando de arquitectura no
quiero referirme sólo a la imagen visible de la ciudad y el conjunto de su arquitectura, sino más bien a la
arquitectura como construcción. Me refiero a la construcción de la ciudad en el tiempo.105
Por arquitectura de la ciudad se puede entender dos aspectos diferentes; en el primer caso es posible
asemejar la ciudad a una gran manufactura, una obra de ingeniería y de arquitectura, más o menos grande,
más o menos compleja, que crece en el tiempo; en el segundo caso podemos referirnos a contornos más
105
Op cit., p. 49.
106
Idem.
107
Cfr. p. 6.
108
Cfr. p. 66.
109
Cfr. p. 73.
110
Cfr. pp. 59-97.
69
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
limitados de la propia ciudad, a hechos urbanos caracterizados por una arquitectura propia y, por ende, por
una forma propia.111
El empleo de la noción de ciudad en Rossi queda aún más clarificada bajo las
siguientes líneas:
La ciudad y la región, la tierra agrícola y los bosques se convierten en una cosa humana porque son un
inmenso depósito de fatigas, son obra de nuestras manos; pero en cuanto patria artificial y cosa construida
pueden también atestiguar valores, son permanencia y memoria. La ciudad es en su historia.
Por ello la relación entre el lugar y los hombres, y la obra de arte que es el hecho último esencialmente
decisivo, que conforma y dirige la evolución según una finalidad estética, nos imponen un modo complejo
de estudiar la ciudad.112
Empezaré, pues, por un asunto que abre el camino al problema de la clasificación; es el de la tipología de
los edificios y de su relación con la ciudad. Relación que constituye la hipótesis de fondo de este libro y
111
Op. cit., p. 59.
112
Idem, p. 64.
70
Los pensadores de la ciudad
que analizaré desde varios puntos de vista considerando siempre los edificios como monumentos y partes
del todo que es la ciudad.113
Podemos decir que el tipo es la idea misma de la arquitectura; lo que está más cerca de su esencia. Y por
ello, lo que, no obstante cualquier cambio, siempre se ha impuesto “al sentimiento y a la razón”, como el
principio de la arquitectura y de la ciudad.114
Otra idea que vale destacar en Rossi es la de los elementos primarios, para lo
cual se apoya en la división de la ciudad entre funciones principales: la residencia,
las actividades fijas y la circulación.115 Estos elementos primarios participan en la
ciudad de manera permanente en el tiempo y se identifican a menudo con los
hechos que constituyen la ciudad. Observemos su valía.
71
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
En el curso de este ensayo se ha señalado muchas veces el valor del locus entendiendo con ello aquella
relación singular y sin embargo universal que existe entre cierta situación local y las construcciones que
están en este lugar.117
... quizá no queda más que la afirmación pura y simple del valor de un locus; puesto que esta noción del
lugar y del tiempo parece inexpresable racionalmente, aunque comprende una serie de valores que están
fuera y más allá de los sentimientos que experimentamos al captarlos.118
Estas ideas nos dejan entrever un vínculo estrecho con su tratamiento del
monumento como parte constitutiva de los hechos urbanos. Aquí encontramos
uno de los mayores aportes de este autor a la comprensión aproximativa de la
ciudad asequible en su dimensión técnico-artística, arquitectónica.
Me he preguntado varias veces, también en el curso de este ensayo, dónde empieza la individualidad de un
hecho urbano; si está en su forma, en su función, en su memoria, o hasta en alguna otra cosa. Entonces
podríamos decir que la individualidad está en el acontecimiento y en el signo que lo ha fijado.119
72
Los pensadores de la ciudad
7. Marino Folin
120
Idem, pp. 167-169.
121
En lo que sigue me basaré en su trabajo de 1972: La ciudad del capital (cfr., Marino Folin, La ciudad
del capital y otros escritos, Gustavo Gili, México, 1977.
122
Cfr. op. cit., p. 27.
73
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
La posibilidad de la existencia de la ciudad, el plano sobre el cual la ciudad queda construida como tal, se
plantea totalmente en el interior de las condiciones materiales de la producción, es decir, aquellas condi-
ciones definidas por la producción históricamente dominante.124
Por ciudad entendemos el resultado de la utilización capitalista del espacio físico: esto es, sin ninguna otra
adjetivación, “naturaleza histórica”. Así, aquella definición que habíamos dado inicialmente de arquitec-
tura, como “construcción del espacio físico”, sin ninguna otra distinción, es ciertamente abstracción. Sin
embargo, tal abstracción llega a ser verdadera sólo durante este periodo histórico, dominado por el modo
de producción basado en el capital por el cual toda operación de apropiación/producción, y por lo tanto de
transformación/construcción, resulta mediatizada y posible por la relación de mercado.125
La ciudad se define como utilización capitalista del espacio físico y el término “utilización” tiende a sig-
nificar que el modo de producción y la reproducción de sí mismo, un espacio físico estructurado de forma
diversa en el tiempo, con distintas configuraciones, que en esta “utilización” se presenta como “natural”.
En este sentido decíamos que el capital “utiliza” la ciudad y el campo formados históricamente.126
123
Loc. cit. (los incisos son del autor).
124
Op. cit., p. 30.
125
Idem, p. 31.
126
Idem, p. 32.
74
Los pensadores de la ciudad
Hasta este punto del discurso foliniano podemos distinguir sin lugar a dudas
su reflexión a través de hipótesis fundantes. Lo que sigue es el auxilio que el
discurso marxiano (de los Grundrisse y El Capital) le concede para darle cuerpo
a las inquietudes o iniciativas expresadas en forma de hipótesis.
Con referencia a lo ya mostrado, podremos puntualizar:
Cabe hacer notar que Folin no puede simpatizar con la distinción biplanar –si
así la pudiésemos llamar– del uso del espacio físico (ciudad-campo) y se inclina a
referirse a ella como resultado de la concentración y dispersión en el territorio de
los medios de producción y la fuerza de trabajo.127 Esta parece ser la idea más
global que sostiene para diferenciar el uso del espacio físico dominado por el
capital. Al señalar esta diferenciación pone de manifiesto su postura radical que
más que abrir su discurso a la exégesis estructura-superestructura, lo cierra al do-
minio de cierta postura de la crítica de la economía política que exacerba el domi-
nio de la estructura económica a todo tipo de manifestación social. Ésta es una de
las características que oscurecen cierta luminosidad singular del discurso foliniano.
Veamos:
... no se trata de contemplar el espacio físico —en sus diversas configuraciones o conformaciones— como
lugar en que se da la transformación de la fuerza de trabajo o lugar en que se dan los procesos de circulación;
esto es, lugar de los procesos de creación o realización de la plusvalía. El problema por el contrario, consiste
en considerar el espacio físico, no como un bien dado en el cual redescubrir el valor de uso, sino como un
recurso del cual —en sus partes o elementos constituyentes— habrá de considerarse el modo en que entra
a formar parte del proceso de creación o realización de la plusvalía.128
127
Cfr. op. cit., p. 61.
128
Loc. cit.
75
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
El problema, pues, no consiste en contraponer la ciudad al territorio, o, lo que viene a ser igual, limitarse
a considerar la ciudad como lugar de concentración, y el territorio como lugar de dispersión, correspon-
diendo a aquella la transformación de la fuerza de trabajo y a éste los medios de producción.
El problema consiste en considerar cuáles son las formas que asumen en el espacio la concentración y
la dispersión en los medios de producción y de la fuerza de trabajo y avanzar en este punto una hipótesis:
supongamos que la permanencia de la forma de ciudad, forma particular que asume la concentración
(relativa) de los medios de producción y de la fuerza de trabajo, es contradictoria y no se aplica tanto por
algunas contradiciones específicas del modo de producción basada en el capital, como por la constatación
de momentos históricamente distintos a fases distintas del proceso de producción y reproducción en el
capital social (capital fijo).129
Por tanto, podemos señalar una línea-fundamento que, de acuerdo con Folin,
cualifica y define lo que son el campo y la ciudad:
f) El problema del espacio físico consiste en considerar cuáles son las for-
mas que asumen la concentración y dispersión de los medios de produc-
ción y de la fuerza de trabajo.
Este último punto sería la clave para que se puedan distinguir los procesos
que caracterizan la ciudad y el campo. En él se condensarían las líneas para tal
investigación.
Ahora bien, debemos conocer los ejes desde los cuales M. Folin establece
para la exploración de la ciudad. Éstos quedan trazados a partir de los rasgos
siguientes:
76
Los pensadores de la ciudad
Estos elementos o partes hacen referencia ciertamente a los diversos usos que la ciudad debe asumir en el
interior de este modo de producción, en una subdivisión funcional de la misma. Sin embargo, dicha sub-
división funcional está siempre representada por manufacturados físicos, precisamente productos que
llegan a ser posibles merced a aquellas funciones.131
El hecho de que la ciudad quede construida como producto condiciona, asimismo, que quede fijado el
modo en que es utilizada (es decir, la condición y el límite para que tenga lugar una relación social). En
este sentido, el hecho de que la ciudad sea un producto para el cambio significa que se utiliza en tanto que,
y sólo si es, objeto de cambio, lo que quiere decir que para que sea “utilizada” la ciudad debe ser cambiada
como mercancía por dinero.132
La otra consideración hace referencia a la ciudad como capital fijo que posee
un uso que es función del proceso de producción, relacionado por ello –nos dirá
Folin– con la producción material. Para él este uso constituye la condición mate-
130
Idem, p. 33.
131
Idem, p. 35.
132
Idem, p. 37.
77
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Desde este punto de vista se desprende otro punto no menos importante que
se refiere al funcionamiento de la ciudad:
La ciudad, pues, es capital fijo; en tanto que es inmediatamente máquina para cada proceso de produc-
ción... no es sólo una parte de la ciudad la que se presenta bajo esta forma de “máquina”, sino que,
progresivamente, la ciudad en su totalidad funciona, en algún aspecto de tal funcionamiento, como “má-
quina”. Esto tiene lugar con el proceso evolutivo del modo de producción basado en el capital.135
Por último, sería posible destacar la referencia de aquel otro sector en el cual
se integra la ciudad: el del “consumo individual”.
[La ciudad] en calidad de producto para el consumo, aparece “fijada”, y en este sentido, el consumo que
de ella se hace es social —si bien, tiene lugar individualmente.
Ahora bien, este producto se da al consumo social (individual), en este su carácter precisamente social,
aparece cada vez más como medio de subsistencia socialmente necesario para la reproducción de la fuerza
de trabajo, en la medida en que es tendencia del capital extender las relaciones de producción existentes.136
133
Cfr., loc. cit.
134
Idem, p. 38.
135
Idem.
136
Idem, p. 48.
78
Los pensadores de la ciudad
8. Christian Topalov
La ciudad constituye una forma de socialización capitalista de las fuerzas productivas. Ella misma es el
resultado de la división social del trabajo y es una forma desarrollada de la cooperación entre unidades de
producción. En otros términos, para el capital el valor de uso de la ciudad reside en el hecho de que es una
fuerza productiva, porque concentra las condiciones generales de la producción capitalista. Estas condi-
ciones generales a su vez son condiciones de la producción y de la circulación del capital y de la producción
de la fuerza de trabajo. Son además, el resultado del sistema espacial de los procesos de producción, de
circulación, de consumo; procesos que cuentan con soportes físicos, es decir, objetos materiales incorpo-
rados al suelo (los inmobiliarios).
137
Christian Topalov, La urbanización capitalista (1978), Edicol, México, 1979.
138
Op. cit., p. 13.
79
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Este sistema espacial constituye un valor de uso específico, diferenciado del valor de uso de cada una
de sus partes consideradas separadamente; es un valor de uso complejo que nace del sistema espacial, de
la articulación en el espacio de valores de uso elementales.
Llamaré a esos valores de uso complejo, efectos útiles de aglomeración.139
139
Idem, p. 20.
140
Cfr., op. cit.
80
Los pensadores de la ciudad
Efectivamente hay contradicción, puesto que cada uno de los elementos del sistema que constituye la
ciudad es un proceso autónomo, el cual tiene como base un objeto inmobiliario que es un producto y que
circula de modo independiente de los otros.
Porque los medios de producción son privados, porque las relaciones de producción son capitalistas,
los valores de uso complejo, urbano, están formados por un proceso ciego, sin sujeto, es decir, el movi-
miento de búsqueda de la ganancia privada de cada polo autónomo de acumulación.141
Por tanto, la urbanización capitalista es, ante todo, una multitud de procesos privados de apropiación de
espacio. Y cada uno de estos está determinado por las propias reglas de valoración de cada capital particu-
lar, de cada fracción del capital. En consecuencia, la reproducción misma de esas condiciones generales,
urbanas, de la producción capitalista se transforma en un problema. No se la puede garantizar. De ahí, la
contradicción entre el movimiento de socialización capitalista de las fuerzas productivas y las relaciones
de reproducción capitalista. Esta contradicción es la fundamental, expresada en el espacio de ese modo de
producción, pues va a producir históricamente formas siempre nuevas de socialización.142
141
Idem.
142
Idem.
81
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
9. Lewis Mumford
A partir de sus orígenes, la ciudad puede ser descrita como una estructura equipada especialmente para
almacenar y transmitir los bienes de la civilización, suficientemente condensada para proporcionar la
cantidad máxima de facilidades en un espacio mínimo, pero capaz también de un ensanche estructural que
le permita encontrar lugar para las nuevas necesidades y las formas más complejas para una sociedad en
crecimiento y su legado social acumulativo.143
Al hacer un cómputo de las actividades de la ciudad, se debe distinguir entre otros aspectos, a saber, las
funciones humanas comunes, que se cumplen en todas partes, pero que a veces resultan muy ayudadas y
enriquecidas por la constitución de la ciudad, y las funciones urbanas especiales, productos de los víncu-
los históricos y de su singular estructura compleja, las cuales sólo se cumplen dentro de la ciudad. A fin de
conservar con más nitidez en la memoria esta forma de actividades, las resumiré en los términos de movi-
lización, mezcla y exaltación. Pero de estos procesos y funciones surge una capacidad superior para la
cooperación y se ensancha la zona de la comunicación y la comunión emotivas; y de estos elementos
143
Lewis Mumford, La ciudad en la historia (1961), Infinito, Argentina, 1966, p. 34.
82
Los pensadores de la ciudad
nacen nuevos objetivos, que ya no están asociados a las necesidades originales que dieron lugar al naci-
miento de la ciudad.144
• movilización
• mezcla
• exaltación
La ciudad desempeña [una] función importante que ya he descrito en otra parte, a saber, la función de
materializar [...] lo vemos palmariamente al hacer una recorrida por la ciudad; pues los edificios hablan y
actúan, no menos que la gente que habita en ellos; y a través de las estructuras físicas de la ciudad,
acontecimientos del pasado, decisiones tomadas largo tiempo atrás, valores formulados y alcanzados,
permanecen vivos y ejercen una influencia.145
144
Op. cit., p. 121.
145
Idem, p. 143.
83
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
El ritmo de vida en las ciudades parece estar constituido por una alteración entre materialización y
eterialización. La estructura concreta independizándose debido a una creación humana, adquiere un signi-
ficado simbólico, uniendo al conocedor con lo conocido; en tanto que las imágenes subjetivas, idea e
intuiciones, sólo en partes formados en su expresión original, asumen igualmente atributos materiales, en
estructuras visibles, cuyo tamaño, posición, complejidad, organización y forma estética extienden la su-
perficie del significado y el valor, inexpresables de otro modo. El diseño urbano es, así, el punto culmi-
nante de un proceso socialmente adecuado de materialización.146
e) El ritmo de vida en las ciudades parece estar constituido por una alteración
entre materialización y eterialización.
No podemos más que reafirmar el valor incalculable que guarda este autor y su
obra en dirección específica de lo que señala el estudio de la ciudad en sus dife-
rentes planos de existencia y su vínculo insoslayable del movimiento general de
146
Idem.
84
Los pensadores de la ciudad
147
Los textos de F. Braudel que nos sirven de referencia son: El mediterráneo y el mundo y mediterráneo
en la época de Felipe II [1a. ed. franc., 1949; 2a. ed. franc., 1966], FCE, 2a. ed., Esp. Méx., 1976 (2 t);
Civilizacion material, economía y capitalismo (1a. ed. franc., 1979; ed. esp., 1984), Alianza Editorial (3
t), España, 1984; La dinámica del capitalismo (1a. ed. franc., 1985; 1a. ed. esp., 1986) FCE, México,
1986, y Las civilizaciones actuales (1966), Tecnos, España, 1970.
148
F. Braudel, Civilización material..., ed. cit., p. 5.
149
F. Braudel, La dinámica..., ed. cit., p. 18.
150
Loc. cit.
85
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
La premisa de toda historia humana es, naturalmente, la existencia de individuos humanos vivientes.
i) El primer estado de hecho comparable es, por tanto, la organización corpórea de estos individuos y
como consecuencia de ello, su comportamiento hacia el resto de la naturaleza. No podemos exami-
nar aquí, naturalmente, ni la contextura física de los hombres mismos ni las condiciones naturales
con que los hombres se encuentran: geológicas, las orohidrográficas, las climáticas y las de otro
tipo.
ii) Toda historiografía tiene necesariamente que partir de estos fundamentos naturales y de la modifi-
cación que experimentan en el curso de la historia por la acción de los hombres.
[En las notas al margen de su texto —según nos dice el editor— aclara:]
a) Producción de medios de vida.
b) Estas condiciones no sólo influyen decisivamente sobre la organización originaria de los hombres
—o sea sus diferencias raciales—, sino también sobre todo su desarrollo o no-desarrollo ulterior
hasta el día de hoy.151
La verdad es que las monedas y las ciudades participan a la vez de la cotidianidad inmemorial y de la más
reciente modernidad [...] las ciudades existen desde la prehistoria. Se trata de estructuras multiseculares
que forman parte de la vida más común. Pero son asimismo multiplicadores capaces de adaptarse al cam-
151
K. Marx, La ideología..., ed. cit., p. 19.
152
Cfr., F. Braudel, Civilización material..., La dinámica..., eds. cits.
86
Los pensadores de la ciudad
bio, de ayudarle poderosamente. Podríamos afirmar que las ciudades y la moneda fabricaron la moderni-
dad; pero también siguiendo la regla de reciprocidad tan cara para Georges Gurvitch, que la modernidad,
la masa en movimiento de la vida de los hombres, impulsó la expansión de la moneda y construyó la
creciente tiranía de las ciudades. Ciudades y monedas son, al mismo tiempo, motores e indicadores, pro-
vocan y señalan el cambio. Y también son su consecuencia.153
Visualizamos estos dos planos en los que no solamente puede ser ubicada la ciu-
dad en la obra de Braudel sino que ellos mismos podrían ser identificados en la
existencia concreta de ella. Aunque ésa es la idea fundamental, también la “ciu-
dad” está presente en la capa más alta, en el capitalismo, o más concreta en lo que
Braudel llama economía-mundo y que ubica en la “fase de dominaciones nacio-
nales”:154
Hay por tanto, dos fases: la de creaciones y dominaciones urbanas y la de creaciones y dominaciones
“nacionales”.155
... una “casa” dondequiera que se encuentre, dura y expresa las lentitudes de las civilizaciones, de las
culturas, obstinadas en conservar, en mantener, en repetir.159
153
F. Braudel, La dinámica..., pp. 21,22.
154
Cfr. F. Braudel, “El tiempo del mundo” en La dinámica... (pp. 85-127).
155
Idem, p. 103.
156
Loc. cit.
157
L. Mumford, La ciudad en la historia, ed. cit., p. 125.
158
H. L., De lo rural..., ed. cit., p. 20.
159
F. Braudel, Civilización material..., t. 1, p. 223.
87
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Esté donde esté, una ciudad implica un cierto número de realidades y de procesos, con evidentes regula-
ridades. No hay ciudad sin división obligada del trabajo y no hay división del trabajo un poco elaborada
sin la intervención de una ciudad. No hay ciudad sin mercado y no hay mercados regionales o nacionales sin
ciudades [...] no hay intercambios lejanos sin ciudades.160
Tampoco hay ciudades sin poder a la vez protector y coercitivo, sea cual sea la forma de ese poder, sea cual
sea el grupo social que lo encarna.161
... por encima de rasgos muy diversos, originales, hablan todas obligatoriamente un mismo lenguaje fun-
damental: el diálogo ininterrumpido con los campos, primera necesidad de la vida cotidiana; el abasteci-
miento de hombres, tan indispensable como el agua para la rueda del molino; la actitud distante de las
ciudades, su voluntad de distinguirse de los demás, su situación obligatoria en el centro de las ideas de co-
municaciones más o menos lejanas; su articulación respecto arrabales y a las demás ciudades. Pues una
ciudad jamás se presenta sin el acompañamiento de otras ciudades. Unas ocupan un lugar preeminente,
otras cumplen una función de siervas o incluso esclavas pero están íntimamente relacionadas, forman una
jerarquía, tanto en Europa como en China, o cualquier otra parte.162
160
Op. cit., p. 420.
161
Idem.
162
Idem.
88
Los pensadores de la ciudad
Por último, destacaré esta otra idea que ubica a la ciudad en la dimensión
histórico-cultural:
Otro rasgo común a todas las ciudades y que, sin embargo, se encuentra en el origen de las profundas
diferencias de fisonomía, es que éstas son siempre producto de sus civilizaciones.163
Con las observaciones anteriores deseamos destacar, entre otras cosas, que
Braudel desarrolla esta temática tanto en su obra El Mediterráneo... como en
Civilización material..., y que en ambas obras se establecen los referentes his-
toriográfico-económicos fundamentales para la comprensión de nuestro tiempo y
para los fines de nuestra investigación.
Tomando en consideración el conciso recuento sobre la ciudad en Braudel,
pueden ser destacadas las siguientes líneas:
d) No hay ciudad sin división del trabajo y no hay división del trabajo un
poco elaborada sin la intervención de una ciudad.
e) No hay ciudad sin mercado.
f) No hay mercados regionales o naciones sin ciudades.
g) No hay apertura del mundo, no hay intercambios lejanos sin ciudades.
h) No hay ciudades sin poder a la vez protector y coercitivo.
i) Las ciudades hablan todas ellas un lenguaje fundamental:
163
Idem, p. 443.
89
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Mi trabajo se asemeja al del joven campesino cuando sube la pendiente remolcando el trineo de montaña
y luego la dirige a su cortijo en peligroso descenso; al del pastor [que] con su andar lentamente meditabun-
do arrea su ganado pendiente arriba; al del campesino cuando dispone en forma adecuada las innumera-
bles tablillas para su techo. Allí arraiga su inmediata pertenencia a los campesinos.
Al hombre de la ciudad una estadía en el campo, como se dice, a lo más lo “estimula”. Pero la totalidad
de mi trabajo está sostenida y guiada por el mundo de estas montañas y sus campesinos.166
91
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
vida. Esta negación hace de Heidegger un portador de una especie de “odio fun-
damental”167 hacia la ciudad y lo convierte, efectivamente, en “filósofo de campa-
nario”.168
Dichas observaciones no pueden constituirse sino como límites que se abren ha-
cia la reflexión, como prevención más que como censura, su intención radica en la
clarificación más que en la obsolescencia, en el inicio más que en la conclusión.
Por ello se busca la introspección objetiva de la ciudad y lo urbano en Heidegger.
Una tarea que requiere de la diferenciación discursiva y la puesta en trayectoria
de los sitios precisos que aluden explícita o implícitamente nuestro objeto de
exposición.
En la explicación del objeto que nos atañe, Heidegger no es ambiguo, por el
contrario, es tajante y reacio:
El mundo de la ciudad está a punto de sucumbir a una falsa creencia corruptora. Una impertinencia muy
ruidosa, muy activa y muy delicada parece, a menudo, preocuparse por el mundo y la existencia del
campesino. Pero con ello se niega precisamente lo que ahora sólo hace falta: mantener la distancia de la
existencia campesina; abandonarla —ahora más que nunca— a su propia ley; ¡fuera las manos!, para no
arrastrarla en una falsa habladuría de literatos sobre lo popular y el amor a la tierra. El campesino ni quiere
ni necesita en ningún caso esta exagerada amabilidad ciudadana.169
La verdadera crisis de habitación se remonta más allá del pasado de guerras mundiales y sus destruccio-
nes, más allá del problema de la sobrepoblación, más allá del obrero y la industria. La verdadera crisis de
167
Bolívar Echeverría, loc. cit., p. 34.
168
Bolívar Echeverría, notas de clase: curso Filosofía y Economía, Facultad de FyL, UNAM, 1988.
169
Heidegger, “¿Por qué permanecemos...”, ed. cit., p. 50.
170
M. Heidegger, “Construir, habitar, pensar” (1954), revista Aporte (CUDECH), núms. 8-9, mayo/junio,
1983, pp. 15-25, trad. Dulce María Granja.
92
Los pensadores de la ciudad
la habitación reside en que los mortales están prestos siempre para buscar el ser de la habitación, cuando
les falta primero aprender a habitar.171
• ¿Qué es la habitación?
• ¿Cómo el construir toma parte en la habitación?
• ¿Quién nos proporciona la regla o la medida con la cual podemos medir
tanto el ser del construir como el ser del habitar?174
La caracterización de la pregunta que interroga por el ser, siguiendo el hilo conductor de la estructura
formal de la pregunta en cuanto tal, ha puesto en claro que esta pregunta es una pregunta sui géneris, de tal
suerte que ya al hacerla en la debida forma, y no se diga al contestarla, requiere de una serie de considera-
171
Op. cit., p. 23.
172
Cfr., op. cit. (N. del T.).
173
Cfr., op. cit., p. 15.
174
Idem.
93
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
ciones fundamentales. Pero lo señalado de la pregunta que interroga por el ser únicamente saldrá a luz por
completo cuando estén suficientemente acotados su función, su mira y sus motivos.175
Con estas ideas del propio Heidegger podemos comprender el nivel o la posi-
bilidad (el poder) de extensión del pensar el habitar y el construir expuestos en su
trabajo. La forma de proceder del discurso heideggeriano comienza con la persecu-
ción de la pregunta a través del lenguaje, esto es, del “hablar del habla”. La re-
flexión pretende una concepción acerca de lo que es el habla en general. La validez
o utilidad de la reflexión heideggeriana sienta sus bases en su generalidad, en su
poder de abarcamiento, cuya vigencia teórica se hace presente. En esto radica la
cientificidad de todo pensar:
Lo general, lo que vale para toda cosa, se llama la esencia. Representar lo general, lo valedero universal,
tal es, según el juicio dominante, el rasgo fundamental del pensar.176
***
La palabra “construir”, en el viejo alemán es Buan y significa habitar, es decir: morar, residir, permanecer.
Hemos pues perdido la significación propia del verbo “bauen” –que usualmente significa construir– a
saber, habitar, morar.177
175
M. Heidegger, Ser y tiempo (1927), FCE, p. 8, México, 1988.
176
M. Heidegger, “El habla” (1959), Espacios, núm. 6, UAP, Puebla, México, 1985, p. 59.
177
M. Heidegger, “Construir...”, p. 16.
94
Los pensadores de la ciudad
Habitar, estar puesto en seguridad, quiere decir: permanecer resguardado (eingefreidet) dentro de eso que
nos es familiar (in das Frye) es decir, dentro de eso que es libre (in das Freie) y que protege a toda cosa en su
ser. El rasgo fundamental de la habitación es precisamente esa protección que penetra a la habitación en toda
su extensión, lo cual nos manifiesta que la condición humana radica a la habitación en el sentido de la
residencia de los mortales sobre la tierra. Pero este “sobre la tierra” quiere decir también un “bajo el
cielo”. El uno y el otro significa además de esto un “morar frente a las divinidades”, e implica “pertenecer
a la comunidad de los hombres”. Estas cuatro realidades: la tierra, el cielo, las divinidades y los mortales,
forman un todo a partir de una Unidad Original.179
Pero además existe una aclaración importante que puede formar parte de la
argumentación pro-ecologista o pro-natura. Nos dice:
95
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Las cosas que de cierta manera son lugares, otorgan y conceden, por sí mismas, espacios (Raum). La
vieja significación de esta palabra Raum nos lo aclara. Se llama Raum, Rum a una plaza o equipo rendido
libre gracias al establecimiento de colonos. Un espacio (Raum) es algo establecido, instalado, algo vuelto
182
Cfr. op. cit., p. 20.
183
Idem, p. 20.
184
Idem.
96
Los pensadores de la ciudad
libre hacia el interior de un cierto límite, en griego perdz... El espacio es, esencialmente, lo que ha sido
“instalado”, es dotado, siempre, de un sitio (gestattet) y de esta manera insertado (Gefügt),185 es decir:
reunido gracias a un lugar.186
De lo anterior Heidegger afirma que: “los espacios reciben sus seres de los
lugares y no del espacio”.187
Podríamos averiguar aún más sobre la idea de espacio en Heiddeger y su
relación más o menos detallada con la de lugar. Esto resulta de orden central para
nuestra clara comprensión.
Un lugar, en cuanto cosa –según Heidegger–, pone en sitio un espacio reu-
niendo el Quatriparti. El espacio instalado por la cosa encierra una variedad de
sitios alejados o próximos a la cosa; estos sitios pueden ser considerados simple-
mente como colocaciones o situaciones entre las cuales subsiste una distancia
mensurable: en griego, nos dice Heidegger, stadion. La distancia, como stadion
es –nos dice él– lo mismo que, en latín, un spatium, un intervalo:
La proximidad o alejamiento entre las cosas y el hombre pueden transformarse de simples distancias a
alejamientos de un espacio... Del espacio —entendido como simple intervalo— pueden desprenderse las
extensiones siguiendo simplemente la longitud, la altura y la profundidad.188
Esta diversidad de las tres dimensiones Heidegger le llamará (en latín) extensio,
una extensión. Gracias al spatium (distancia o intervalo) y a la extensio (exten-
sión) se hace posible el medir las cosas y los espacios introducidos por ellos.189
Observamos así la reflexión heideggeriana respecto a lo que él llamó espacio
particular (cfr., c. 80), la otra idea sobre el espacio pone de manifiesto su relación
con el hombre y alude una reflexión que en su ensayo no es efectuada y que
podría ser buscada en el resto de su obra. Trataremos de extraerla enseguida:
Los espacios que recorremos diariamente son “instalados” o establecidos por los lugares, con lo que el ser
es fundado sobre cosas del género construcción.
185
En las notas de la traducción nos comentan: Gefügt: estructurar, encajar, ensamblar, insertar, agregar,
juntar (cfr. op. cit., p. 25).
186
Idem, p. 19.
187
Idem, p. 20.
188
Idem.
189
Idem.
97
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Con lo anterior se dan indicios para una afirmación importante y –en aparien-
cia– no metafísica, más bien nos muestra un rasgo humanista básico según el cual
el espacio no se encuentra frente al hombre sino que forma parte de él: no se dan
los hombres y además el espacio. Por lo tanto afirma:
El espacio no se encuentra frente al hombre. No es ni una experiencia exterior ni una experiencia interior...
Si yo me dirijo a la salida de esta sala es porque ya, de alguna forma, soy en ella; pues yo no podría
dirigirme ni siquiera a ella si estuviese hecho de otra forma que siendo en ella, que existiendo en ella.191
La referencia del hombre a los lugares, y por los lugares a los espacios, reside en la habitación. La relación
entre el hombre y el espacio no es otra cosa que la habitación pensada en su ser.192
g) Una construcción es una cosa, pero no todas las cosas son lugares.
h) Una cosa es un lugar en tanto que reúne el Quatriparti (cosa de un espa-
cio particular): instala un sitio.
i) Sólo lo que es en sí un lugar es capaz de conceder un sitio.
j) El espacio es, esencialmente, lo que ha sido instalado (algo vuelto libre
hacia el interior de cierto límite), dotado siempre de un sitio y de esta
manera estructurado.
190
Idem.
191
Idem, p. 21.
192
Idem.
98
Los pensadores de la ciudad
Construir, es en su ser, hacer habitar. Realizar el ser del construir es edificar lugares por la unión de
espacios. Es solamente cuando podemos habitar que podemos construir.193
El construir jamás da forma al Espacio, ni mediata ni inmediatamente. Sin embargo, el construir dado que
produce cosas como lugares, está más próximo al ser de los espacios y al origen del Espacio que toda la
geometría y las matemáticas.195
193
Idem, p. 22.
194
Idem.
195
Idem.
99
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Ordinariamente entendemos por producción una actividad en la que las operaciones son seguidas de un
resultado: la construcción acabada. La producción (Hervorbringen) representada de este modo expresaría
algo, sin duda alguna, exacto. Pero sin embargo no alcanza el ser del producir, el cual es conducir y
colocar (ein Herbringen..., das vorbringt).198
Producir se dice en griego tijto.199 La raíz tej200 de ese verbo se encuentra también en la palabra téjne,201 la
técnica. Esta palabra no significa para los griegos ni arte, ni oficio, sino más bien: hacer aparecer alguna
cosa, de una u otra manera, enmedio de las cosas presentes. Los griegos pensaban la téjne, la producción,
a partir del “hacer aparecer”. Sin embargo la producción que construye no estaría caracterizada de forma
apropiada si la pensáramos únicamente en el sentido original de la téjne griega como un “hacer aparecer”
que coloca una cosa producida como cosa presente, entre las cosas ya presentes.202
100
Los pensadores de la ciudad
ñ) Construir es, en su ser, hacer habitar. Sólo el poder habitar abre el poder
construir.
o) El construir jamás da forma al espacio ni mediata ni inmediatamente.
***
... en el develar se funda todo producir. Pero éste reúne en sí las cuatro modalidades del dejar-venir —la
causalidad— y las rige. A su dominio pertenencen fines y medios, pertenece lo instrumental. Esto vale
como rasgo fundamental de la técnica.203
Ge-stell significa lo que reúne (Versammelnde) de aquel interpelar (Stellen) que interpela al hombre, es
decir, que lo provoca a develar lo real como “fondo fijo acumulado”, según la modalidad del conminar.
Ge-stell significa la modalidad del develar que impera en la esencia de la técnica moderna y que no es en
sí mismo nada técnico.205
101
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
La esencia de la técnica es ambigua en un sentido extremo. Tal ambigüedad nos dirige hacia el secreto de
todo develamiento, es decir, a la verdad. Por un lado, lo Ge-stell provoca a entrar en el movimiento furioso
del conminar, que bloquea toda visión sobre la producción del develamento y así hace peligrar desde sus
fundamentos la relación con la esencia de la verdad. Por otra parte, lo Ge-stell se produce en lo que
concede y que determina el hombre a persistir en su ser —inexperimentado aún pero experto quizá en el
futuro—, el que es mantenido a velar sobre la esencia de la verdad. Así aparece el amanecer de lo que
salva.208
II
Problematización de la “ciudad” y “lo urbano” en general
102
Los pensadores de la ciudad
103
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
III
Tentativa argumental
105
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
a) Relación hombre-naturaleza.
b) Proceso de reproducción social.
c) Relación cultura-civilización.
d) Mediación de la tecnología/complejo tecnológico.
4. Una explicación posible del “mundo” físico de la ciudad puede ser lograda
mediante la exposición del dominio rutinario del sistema económico en cuanto
tal, que se reproduce en el espacio físico imponiendo sus leyes (encadenamien-
tos sistematizantes) y moldeándolo en contraposición con la vida política de la
sociedad engranada como “maquinaria” tecnológico-histórica. Esta presencia
106
Los pensadores de la ciudad
107
CAPÍTULO 2
S. Rodríguez, El Mayor
109
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
cido de acuerdo con condicionantes naturales pero no sujetos a éstos. Los medios
de trabajo general no sólo constituyen complejos instrumentales técnicos sino
como –siguiendo a Marx– locus standi (lugar donde estar): La tierra misma.3 En
esta consideración global podemos incorporar a todas las ciudades pre-capitalis-
tas y, como vemos, el nivel de generalidad y abstracción sigue siendo aún muy
grande. Con este grado de generalidad podemos introducirnos a una comprensión
de la ciudad en las Formen4 a los trabajos de Braudel5 y a las consideraciones de
G. Sjoberg basadas en los estudios históricos de Gordon Childe.6
Un tercer plano teórico bajo el cual podemos acercarnos a la ciudad en un
modo de generalidad menor, es el de la ciudad capitalista. Dentro de la considera-
ción más general –podríamos decir mejor– histórica global, este tercer plano es
también parte de la segunda forma de existencia del proceso de reproducción
social, correspondiente a su forma no-natural o artificial. Existencia en la cual la
ciudad somete a su dinámica de reproducción capitalista no sólo a la inmensa
mayoría de sus sujetos sociales y forma de apropiación de la naturaleza que ocupa,
sino a toda su naturaleza circundante incluyendo de forma tendencial a los campos
que constituyen su hinterland, así como al resto de la naturaleza en el sentido
empleado por Heidegger como Ge-stell.
Esta trilogía señalada antes corresponde, sin lugar a dudas, a la ordenación
tripartita de “niveles de organización humana” de que nos habla Gideon Sjoberg:
1. la sociedad primitiva;
2. la sociedad civilizada preindustrial o sociedad “feudal”; y
3. la sociedad industrial.7
3
Idem, p. 219.
4
Véanse Apéndices de este acercamiento.
5
Citados en el cap. 1.
6
Gideon Sjoberg, “El origen y evolución de las ciudades” (1965), Selecciones de Scientific American, H.
Blume. Cfr. V. Gordon Childe, Los orígenes de las civilizaciones (1936), FCE, México, 1980.
7
G. Sjoberg, op. cit., p. 17.
110
Proceso de reproducción social y ciudad
1. civilización material;
2. civilización económica; y
3. capitalismo.8
I
Proceso de reproducción social natural
8
Cfr. c. 1.
9
Del material magnetofónico grabado en el curso Capitalismo, historia y teoría, impartido en la DEP de
la FE-UNAM, octubre de 1989, Bolívar Echeverría, El discurso crítico de Marx, Era, México, 1986.
10
K. Marx, El Capital, loc. cit., supra.
111
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
1
Estas cuatro premisas o aspectos del metabolismo natural constituyen las relacio-
nes históricas originarias e iniciales básicas del proceso de reproducción social.
Las dos premisas iniciales hacen referencia propiamente a una misma cosa,
denominada por Marx la naturaleza como cuerpo inorgánico del hombre:
La universalidad del hombre se manifiesta en la práctica cabalmente en la universalidad con que convierte
toda la naturaleza en su cuerpo inorgánico, tanto en cuanto es 1) un medio de vida directo, como en
cuanto es 2) la materia, el objeto y el instrumento de su actividad vital. La naturaleza es el cuerpo inorgá-
nico del hombre; es decir, la naturaleza en cuanto no es ella el cuerpo humano. Decir que el hombre vive
de la naturaleza significa que la naturaleza es su cuerpo, con el que debe mantenerse en proceso constante,
para no morir. El que la vida física y espiritual del hombre se halla entrelazada con la naturaleza no tiene
11
K. Marx, La ideología..., ed. cit., pp. 19, 28-32.
12
Idem.
112
Proceso de reproducción social y ciudad
otro sentido que el de la naturaleza se halla entrelazada consigo misma, pues el hombre es parte de la
naturaleza.13
113
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
114
Proceso de reproducción social y ciudad
natural en un proceso que, como queda dicho, es dual; trabajo o producción (t) y
consumo o disfrute (d). Tal acción y reacción tiene como finalidad (telos) la pro-
ducción de un objeto práctico social (Op) que mientras se encuentra en la fase de
la producción es un producto (P) accidental provocado de la naturaleza y sólo
cuando es consumible y entra en la fase del disfrute, entonces se constituye como
objeto práctico dotado de un valor de uso general o bien (B). Así, fase productiva
(SN-OIP) y fase consuntiva (SN-OIB) quedan integradas en el proceso de repro-
ducción social natural y son éstas las que lo constituyen directamente como tal.
2
Las siguientes dos premisas (3 y 4) entran en la consideración de la producción de
la vida social misma. La primera de ellas, la producción de la vida humana ajena
o procreación, es –de acuerdo con Marx– la más natural de las relaciones entre
uno y otro ser humano y constituye el vínculo más estrecho con la naturaleza en
tanto que humana es, podríamos decir, la escala de humanización de la naturaleza
humana:
En esta relación natural entre los sexos, vemos que la relación entre el hombre y la naturaleza es directa-
mente su relación con el ser humano, como la relación entre el ser humano es directamente con la natura-
leza, su propio destino natural.16
La socialidad misma de éste [sujeto social] existe como materia con la que él, como totalización de
individuos sociales, construye su identidad y la identidad diferencial de sus miembros. El ser sujeto, la
sujetidad, consiste así en la capacidad de constituir la concreción de la socialidad.17
Considerando la socialidad como materia podemos tocar este punto del acer-
camiento sin abandonar la temática, más bien observaremos el final como su
16
K. Marx, Manuscritos..., ed. cit., p. 616.
17
B. Echeverría, La “forma natural...”, loc. cit., p. 32.
115
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
La apropiación real a través del proceso de trabajo ocurre bajo supuestos, los cuales no son ellos mismos
producto del trabajo, sino que aparecen como los supuestos naturales o divinos de éste. Contando siempre
con esta misma relación fundamental como base, esta forma puede realizarse de maneras muy diversas.18
Los “supuestos” a los que hace referencia Marx son los siguientes:
116
Proceso de reproducción social y ciudad
3
El grado de generalidad empleado mediante las consideraciones teóricas anterio-
res, se dirige hacia la concreción de aquel grado de abstracción a través de recursos
teóricos que por decenios han formado parte del discurso histórico-antropológico
pero que no han sido estructurados aún en la argumentación global de la ciudad.
Hago referencia a las nociones de cultura, civilización y tecnología, términos
que, para buscar la propiedad de su uso, quizá tengan que ponerse como plurali-
dades mundiales si se quieren emplear para esclarecer la heterogeneidad del desa-
rrollo social a lo largo y ancho del mundo.
Si buscamos reunir un conjunto de usos y significaciones de los términos
cultura y civilización, el mejor recaudo que resulta importante en ese intento y
que guarda una enorme relevancia es el efectuado por Braudel.21 Su valía radica
en la exposición historiográfica acerca del mundo; esto quiere decir que en su
investigación sigue lineamientos teóricos que no discute con profundidad y que,
sin embargo, en ellos radica la importancia del detenimiento que le brindamos.
Respecto al origen de los términos cultura y civilización nos dice Braudel:
Cultura y civilización nacen en Francia en el mismo momento. Cultura, cuya vida anterior es larga (ya
Cicerón hablaba de cultura mentis) no toma en realidad su sentido peculiar de cultura intelectual hasta la
mitad del siglo XVIII. Que yo sepa, civilización aparece por primera vez en una obra impresa en 1766. El
término no había sido sin duda empleado antes. Nace en todo caso, con mucho retraso sobre el verbo
civilizar, y el adjetivo civilizado, que se remonta al siglo XVI y XVII. En realidad, fue necesario inventar,
fabricar por entero el sustantivo civilización. Designa, desde un principio, un ideal profano de progreso
intelectual, técnico, moral y social.22
21
Cfr. Fernand Braudel: “Gramática de las civilizaciones”, en Las civilizaciones actuales (1966), Tecnos,
España, 1970; “Aportación de la historia de las civilizaciones”, en La historia y las ciencias sociales
(1968), Alianza, España, 1989; y desde luego: Civilización material..., cit. cap. 1.
22
F. Braudel, La historia..., p. 135; cfr. Las civilizaciones..., p. 13.
117
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Algo similar ocurre con “tecnología”, término aún no definido en los siglos
XVII y XVIII (véase apéndice 1).
Muy a pesar de los usos dados a los términos cultura y civilización, Braudel
nos da una idea fundamental para nuestras anotaciones. Aludiendo a Marcel Mauss
refiere “una definición fácilmente utilizable para la observación y suficientemente
emancipada de todos los juicios de valor”, lo cual resultaría un poco difícil de
creer, sin embargo, debe destacarse:
Una civilización es, en primer lugar, un espacio, un “área de cultura”, como dicen los antropólogos, un
alojamiento. Imagínese en el interior de una localización, más o menos amplia pero nunca muy reducida,
una masa muy diversa de “bienes”, de rasgos culturales: tanto la forma, el material o los tejados de las
casas como un determinado arte de emplumar las flechas, un dialecto o un grupo de dialectos, unas aficiones
culinarias particulares, una técnica peculiar, una manera de creer, una manera de amar, o también la brúju-
la, el papel, la prensa de impresor. El agrupamiento regular, la frecuencia de ciertos rasgos y la ubicuidad
de éstos en un área precisa constituyen los primeros síntomas de una coherencia cultural. Si a esta cohe-
rencia en el espacio se añade una permanencia en el tiempo, llamo civilización o cultura al conjunto, al
“total” del repertorio. Este total constituye la forma de civilización así reconocida.23
La sociedad tiene hoy demasiada civilización (es decir), demasiados medios de subsistencia, demasiado
comercio.24
Las fuerzas productivas de que dispone [la sociedad] no sirven ya al desarrollo de la civilización burguesa
y de las relaciones de producción burguesa; por el contrario resultan demasiado poderosas para estas
relaciones, que constituyen un obstáculo para su desarrollo; y cada vez que las fuerzas productivas salvan
23
F. Braudel, La historia..., p. 74.
24
Idem, p. 138.
118
Proceso de reproducción social y ciudad
119
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
1. El modo como los hombres producen sus medios de vida depende, ante todo, de la naturaleza misma de
los medios de vida con que se encuentran y tratan de reproducir. Este modo de producción no debe
considerarse solamente en cuanto es la reproducción de la existencia física de los individuos. Es ya, más
bien, un determinado modo de vida de los mismos. Tal y como los individuos manifiestan su vida, así
son. Lo que son coincide, por consiguiente, con su producción, tanto con lo que producen como con el
modo cómo producen. Lo que los individuos son depende, por tanto, de las condiciones materiales de
producción.28
2. Lo que diferencia unas épocas de otras no es lo que se hace, sino cómo, con qué medios de trabajo se
hace. Los medios de trabajo no sólo son escalas graduadas que señalan el desarrollo alcanzado por la
fuerza de trabajo humana, sino también indicadores de las relaciones sociales bajo las cuales se efectúa
ese trabajo.29
28
K. Marx, La ideología..., pp. 19, 20.
29
K. Marx, El Capital, loc. cit.
120
Proceso de reproducción social y ciudad
30
Cfr. Bronislaw Malinowski, Una teoría científica de la cultura, Editorial Sudamericana, Argentina,
1976.
31
Tendríamos que considerar —además de sus trabajos ya citados— “los apuntes” correspondientes a las
ponencias del curso Esbozo para una teoría marxista de la cultura, expuestos del 19 al 22 de marzo de
1983 en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía, UNAM.
121
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
De la primera idea de Marx (cfr. c. 29) tenemos una “dualidad”: de una parte
la existencia social como modo de vida (modo de manifestar la vida) y de otro la
vida misma. Esto significa de una parte el modo de ser y de otra el ser. Se pone en
juego de manera abstracta la “dualidad” de forma y contenido, de esencia y apa-
riencia de un lado, y de otro la intención de Marx que consistiría en teorizar la
existencia vital general humana. La clave está en la negación de esta “dualidad”
cuando se afirma:
Lo que son coincide, por consiguiente, con su producción, tanto con lo que producen como el modo cómo
producen.
Lo que diferencia unas épocas de otras no es lo que se hace, sino cómo, con qué medios de trabajo se hace.
122
Proceso de reproducción social y ciudad
función sino del modo y del instrumento que las vuelve posibles, pero que deter-
mina también –como afirma Marx en la segunda parte de su idea– el nivel o grado
de cultura y civilización:
Los medios de trabajo no sólo son escalas graduadas que señalan el desarrollo alcanzado por la fuerza de
trabajo humana, sino también indicadores de las relaciones sociales bajo las cuales efectúa su trabajo.
4
Dadas las consideraciones antepuestas, nos detendremos un poco en las cinco
premisas del proceso de reproducción social a partir de las ideas de Marx, tocan-
do de manera enfática un aspecto central para nosotros, a saber: la producción de
la materialidad. Esto implica un análisis del objeto práctico o bien dentro del
proceso reproductivo en tanto que “natural” y de su función comunicativa o ac-
ción discursiva.
Bolívar Echeverría, en diferentes trabajos, ha puesto de manifiesto el doble
carácter del proceso de reproducción social: de una parte político y de otra físico.
Es político porque el sujeto social necesita producir en sociedad y no de manera
123
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
32
Cfr. Bolívar Echeverría, “La forma natural...”, p. 38.
33
Idem, p. 40.
124
Proceso de reproducción social y ciudad
En este (primer) estrato apenas imaginable, puesto que sólo existe ya como trascendido, el objeto sería
naturaleza transformada según un conjunto de capacidades y necesidades instintivas del sujeto. En el
segundo nivel, en el cual el primer estrato se encuentra en tanto que formado o refuncionalizado, el objeto
es la entidad que posibilita esa reproducción física o animal del sujeto y los individuos sociales, pero lo
que ella tiene de sustrato de reproducción “política” o intersujetiva de uno y otros.35
La estructura biplanar del objeto práctico aparece también con una doble forma
como consecuencia de la politicidad del objeto práctico en la tensión entre pro-
ducción (intención de forma) y consumo (expectativa de forma), a ello se debe
que de un lado aparezca como producto y de otra como bien respectivamente.36
Si puede entenderse la libertad como “conciencia de la necesidad” es doble-
mente válido concebir la libertad como una necesidad de la conciencia. Concien-
cia que en este estado de libertad es capaz de crear (imaginar creativamente) nuevas
necesidades y, entendida así, la libertad es la necesidad abierta. Es el sujeto social
con necesidades de consumo y, por tanto, de producción abiertas, infinitas. Limi-
tadas sobremanera por el progreso técnico cultural-civilizatorio al que pertenecen;
es este progreso el que determina o condiciona el grado de desarrollo de las capa-
cidades de producción y consumo de este sujeto social.
34
Idem.
35
Idem.
36
Idem.
125
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Observemos que aquí se trata del despliegue de la generalidad del objeto prác-
tico. Marx se encarga de desdoblar su mistificación capitalista señalando su vínculo
con los momentos económicos fundamentales:
37
M. Heidegger, “La pregunta...”, ed. cit.
38
K. Marx, Elementos..., ed. cit., p. 10.
126
Proceso de reproducción social y ciudad
Partiendo del análisis de Heidegger, nos damos cuenta que no nos permite
hacer una distinción real global como la de Marx, más bien nos muestra momen-
tos y elementos constitutivos singulares abstractos importantes. Para reflexionar
en esta diferencia pondremos como referencia las ideas de Marx.
El sujeto social en calidad de miembro de una entidad comunitaria global
necesita de un valor de uso determinado (bien). Como valor de uso para el consumo
el sujeto social “solicita” una forma determinada del objeto práctico. Este objeto
práctico en tanto que dotado de valor de uso requiere le sea asignada una forma
cuya función es la de ser un bien, el valor de uso cuya forma es socialmente
necesaria es entonces la “conciencia de la necesidad” socialmente aceptada. La
forma así asignada es una forma funcional social-natural inmediata. Se trata de
una forma para el uso y disfrute sociales. El consumo de esta forma es al mismo
tiempo una forma de la socialidad. Esta forma de la socialidad es lo que determina
la funcionalidad de la forma y es esta última, en tanto valor de uso, un objeto
práctico posible, deseable y por tanto imaginable (modificable).
Marx se ha encargado de explicar la relación mediadora entre producción y
consumo, del jalonamiento de la otra hacia sí misma.39 En esta relación observa-
mos una vez más la importancia dominante de la fase productiva y con ella la
“asignación” de formas del objeto práctico. Es la fase de la cuádruple causalidad
de que nos habla Heidegger, donde domina un determinado campo técnico y tec-
nológico gracias al cual es posible todo “hacer aparecer” (develar).
Entre más directa es la relación producción-consumo, más directa es la
co-incidencia entre forma funcional socialmente necesaria del objeto práctico
“solicitado” y forma funcional técnicamente “asignada”. El develamiento de la
doble formalidad como coincidencia se realiza gracias a los momentos siguientes:
39
Cfr. op. cit. (véase particularmente la Introducción...).
127
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
128
Proceso de reproducción social y ciudad
forma del objeto instrumental responde a la forma que el objeto práctico “solicita”
en este ciclo productivo para asegurar la reproducción social física y política. El
campo instrumental es de forma definitiva el productor fundamental de dicha
reproducción, de ahí que sea el “sistema óseo y muscular” de la sociedad y “la
forma más acabada del objeto social”.42 En el cuarto y quinto momentos se efec-
túa el dejar venir y hacer aparecer (develar: Heidegger) del objeto práctico, sucede
el momento técnico por excelencia. Se trata de lo técnico como poiesis (cuarto
momento) y como episteme (quinto momento) de acuerdo con la caracterización
instrumental de la técnica en Heidegger.43 El cuarto momento es poiético porque
“pro-duce” un objeto práctico poseedor de un orden técnico-estético y el quinto
momento epistémico porque el objeto práctico devela el discurso (significación)
que el sujeto social ha expresado en él. Con esto entramos enteramente en la
dimensión semiótico-estética del objeto práctico.
En la forma del objeto, el sujeto de la producción ha cifrado, sobre la sustancia del mismo (sobre el
alimento que hay en un comestible, el resguardo que ofrece un espacio habitable, la ayuda que da un
servicio, etc.), una intención transformativa que el sujeto consumidor descifra al absorver adecuadamente
esa sustancia... Producir y consumir objetos es producir y consumir significaciones. Producir es comuni-
car (mitteilen), proponer a otro un valor de uso de la naturaleza; consumir es interpretar (auslegen), vali-
dar ese valor de uso encontrado por otro.44
• Propositiva (comunicante)
• Asuntiva (interpretante)
• Fática (contacto)
• Significadora (referente)
42
Idem.
43
Cfr. M. Heidgger, “La pregunta...”
44
B. Echeverría, loc. cit., p. 42.
129
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
• Metasignificadora (código)
• Estética (mensaje)
130
Proceso de reproducción social y ciudad
FIGURA 8
El proceso práctico de comunicación/interpretación47
46
B. Echeverría, loc. cit.
47
Idem.
131
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
II
Supuestos y presupuestos para el surgimiento de las primeras ciudades
132
Proceso de reproducción social y ciudad
El segundo pudo darse en la conquista de un pueblo por otro, o bien, por una
disposición de orden político. Este último camino presupone la existencia de un
133
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
49
Gordon Childe, Los orígenes de la civilización (1936), FCE, p. 92.
134
Proceso de reproducción social y ciudad
natural benefactor para tal forma de vida social sedentaria como supuesto y de la
agricultura como presupuesto.
Vida sedentaria es, entonces, negación de nomadismo. Pero nomadismo no
sólo es vagabundeo sino todo aquello que configura esa acción. Nomadismo es
principio y final de una acción comunitaria productiva como proceso o desarrollo.
El desarrollo de éste estuvo matizado por un conjunto de actividades huma-
no-genéticas que configuraron lentamente, pero cada vez más, la no-naturalidad
del sujeto social. Tales actividades vistas en su inmediatez precedente al seden-
tarismo –y como presupuestos de éste– son precondiciones técnico-sociales sin
las cuales los asentamientos permanentes no serían posibles, a saber:
135
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
136
Proceso de reproducción social y ciudad
• Hidrografía. El agua es otro elemento vital sin el cual la vida animal no sería
posible. La ubicación de los primeros asentamientos protourbanos estuvo deter-
minada por la existencia de agua potable, es decir, no del agua en general en la
que se haría referencia también al agua salada de mares y océanos principal-
mente, puesto que es la que más abunda en el planeta, sino del agua apta para
ser bebida por el hombre y demás animales; en otras palabras: el agua dulce. La
reproducción social sedentaria sólo sería posible en la antigüedad, junto a ríos y
lagos de agua dulce. Todas las ciudades arcaicas conocidas son prueba de ello.
Una vez acontecido el asentamiento y elegido su clima óptimo, el ciclo de éste,
junto al ciclo hidrológico, no sólo evocan una “lógica hídrica”, sino que marcan
los movimientos o actividades de la reproducción social temporaria establecien-
do un verdadero calendario de la reproducción social-vital. Los ríos constituían
un medio de transportación natural gravitacional del agua desde las colinas y
guardaban una gran posibilidad de enriquecimiento y fertilización de los suelos
aluviales que corrientes abajo esperaban pacientes la disminución del gradiente
de velocidad (al disminuir tres veces la velocidad de una corriente disminuye de
manera cuadrática –esto es, nueve veces– el tamaño de las partículas acarrea-
das por ésta);51 eran fundamentalmente importantes las inundaciones de los
abanicos aluviales o deltas de las llanuras que resultaban de una corriente flu-
vial al abandonar las montañas y penetrar en una planicie o valle amplio, des-
embocando en un lago o en un océano. La topografía sin duda alguna jugó un
51
Richard M. Pearl, Geología, CECSA.
137
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Los puñados de estas semillas, esparcidos sobre el sedimento húmedo de la avenida del Nilo, vendrían a
ser los ancestros directos de todos los cereales cultivados. Y la irrigación natural sería el prototipo de
todos los sistemas de cultivo.54
En todo el mundo, estas plantas silvestres pasarían a ser los soportes funda-
mentales de grandes culturas-civilizaciones una vez establecido el régimen agrí-
cola. Con relación a esto nos dirá F. Braudel:
... en todos los casos, la agricultura ha optado, se ha visto obligada a optar, desde un principio, por una
determinada planta, y con posterioridad se ha visto obligada a estructurarse en función de esa antigua
elección prioritaria, de la que todo, o casi todo había de depender. Tres plantas han gozado de un éxito im-
portante: el trigo, el arroz y el maíz; aún hoy siguen disputándose las tierras de labor del mundo entero.55
Respecto a la planta del maíz Richard S. Macneish afirmó en 1964 que de acuerdo
con las excavaciones efectuadas en los lechos lacustres sobre los que se edificaba
la Ciudad de México, se descubrió –tras largas investigaciones– que desde hace
unos 80 mil años existe una forma de maíz silvestre y que es perfectamente posi-
52
M. Sorre, idem.
53
Gordon Childe, op. cit., p. 95.
54
Idem.
55
F. Braudel, Civilización..., p. 78.
138
Proceso de reproducción social y ciudad
ble que el maíz descienda de sí mismo56 y no es sino por el año 3000 a.n.e. en que
el maíz aparece cultivado.57 También nos proporciona el dato según el cual en el
Valle de Tehuacán, Puebla, aparece la planta de maíz ya cultivada hacia el año
5000 a.n.e.58 Estos datos no hacen más que confirmar lo anterior.
Una vez almacenados los granos, el agricultor pudo tolerar que los musmones o los bueyes muertos de
hambre invadieran sus parcelas cultivadas. Éstos estarían demasiado débiles para huir, demasiado flacos
para que valiera la pena matarlos para servir de alimento. En lugar de eso, el hombre pudo estudiar sus
hábitos, ahuyentar a los leones y lobos que podían devorarlos y, tal vez, incluso ofrecerles alguna cantidad
de grano que sobrara de sus provisiones. Las bestias, por su parte, deben haber crecido mansamente y se
acostumbraron a la proximidad del hombre.59
Los cazadores actuales y, sin duda, también en los tiempos prehistóricos, han estado acostumbrados a
tener favoritos entre los cachorros de los animales salvajes, con propósitos rituales o por simple diversión
[...] En las condiciones de desecación incipiente, el agricultor tuvo oportunidad de agregar a su familia no
sólo cachorros aislados, sino restos de rebaños o manadas completas, comprendiendo animales de ambos
sexos y de todas las edades. Si se dio cuenta entonces de la ventaja de tener un grupo de estas bestias
medio mansas rondando en la cercanía de su vivienda, como una reserva de caza que podía coger con
facilidad, pudo encontrarse en la vía de la domesticación.60
56
Richard S. Macneich, “Los orígenes de la civilización en el Nuevo Mundo” (nov. 1964), en La ciudad,
su origen e impacto en el hombre. Selecciones de Scientific American, H. Blume (cfr. supra, c. 6), p. 69.
57
Op. cit., p. 71.
58
Idem, p. 75.
59
G. Childe, op. cit., p. 99.
60
Idem.
139
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Cualquiera que haya sido su origen, la cría de ganado dio al hombre control sobre su propio abastecimien-
to alimenticio, tal como lo hizo también la agricultura. En la agricultura mixta, la ganadería asumió una
función equiparable a la del cultivo, dentro de la economía productora de alimentos.61
61
Idem, p. 103.
140
Proceso de reproducción social y ciudad
2. Condiciones tecno-sociales
Con todo, la estructura embrionaria de la ciudad ya existía en la aldea. Tanto la casa como el altar, la
cisterna, la vida pública y el ágora —que no era aún un mercado especializado— se configuraron inicial-
mente en la aldea. Se trataba de invenciones y definiciones orgánicas que aguardaban su ulterior desarro-
llo en la estructura más compleja de la ciudad. Lo que es válido para la estructura general de la aldea,
también lo es para las instituciones. Los comienzos de la moral organizada, del gobierno, del derecho y la
justicia existía en el Consejo de Ancianos de la aldea.63
62
Mumford, La ciudad..., ed. cit., p. 11.
63
Idem, p. 28.
141
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Esto confirma en buena medida lo dicho más arriba, lo cual tendremos que
verificar, no sin antes recordar también algunas ideas de Marx enumeradas en el
capítulo precedente (cfr. c. 7, cap.1), según las cuales la ciudad es ya obra de:
1. Concentración de la población.
2. Concentración de los instrumentos de producción.
3. Concentración del capital.
4. Concentración del disfrute.
5. Concentración de las necesidades.
No era —nos dice Marx— como en los tiempos modernos, un capital tasable en dinero, en el que tanto da
que invierta en tales o cuales cosas, sino un capital directamente entrelazado con el trabajo determinado y
concreto de su poseedor e inseparable de él; era, por tanto, en este sentido un capital estable.64
64
K. Marx, La ideología..., p. 59.
142
Proceso de reproducción social y ciudad
En la fórmula del capital en la cual el trabajo vivo se comporta con el material en bruto, tanto con el
instrumento, como también en los medios de subsistencia requeridos durante el trabajo tratándolos como
no-propiedad, de manera negativa, d’abord está implicada la no-propiedad de la tierra, es negado aquel
estado en el cual el individuo que trabaja se comporta con la tierra como con algo propio, esto es, que
trabaja, que produce, como propietario del suelo. La propiedad del suelo implica potencialmente tanto la
propiedad del material en bruto como la del instrumento originario, la tierra misma, como también la de
los frutos espontáneos de ésta. Puesto esto en su forma más originaria, significa comportarse con la tierra
como propietario, encontrar en ella material en bruto como algo disponible, también instrumento y medios
de subsistencia no creados por el trabajo sino por la tierra misma.65
La historia asiática es una especie de unidad indiferente de ciudad y campo (en este caso las ciudades
verdaderamente grandes deben ser consideradas meramente como campamento señorial, como superfetación
sobre la estructura propiamente económica).66
65
K. Marx, Elementos..., p. 480.
66
Idem.
67
Cfr. op. cit. de Marx, Mumford, Childe.
143
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
con L. Mumford– oscilaba entre una docena y unas setenta, cada una con su pro-
pia vivienda,68 su propio dios doméstico, su propio altar, su parcela propia para
los entierros de manera particular o en algún cementerio colectivo.69 De ninguna
manera deberá caerse en los argumentos cuantitativos, únicamente se intenta aludir
a sus implicaciones sociales; éstas han de prefigurarse a partir de la vida sedenta-
ria una vez que se efectuó la elección cultural-civilizatoria.
La vida sedentaria cerca de los ríos y los lagos presupone la instalación de un
sitio habitable, la construcción o producción de un lugar para el resguardo social
o, en otras palabras, la estructuración de un espacio para la vida aldeana. En esto
Heidegger tiene toda la razón cuando nos dice que el bauen de la habitación es el
edificar construcciones, el ponerse en seguridad, y el habitar es el morar entre las
cosas teniendo la habitación como cuidado y contemplación (preservando el Qua-
triparti: la tierra, el cielo, las divinidades y la comunidad de los mortales); pero
morar –nos dice– es salvar la tierra, arrancarla del peligro, liberándola, restituyén-
dola a su propio ser (cfr. c. 180, cap.1). El suelo protourbano tuvo que ser cons-
truido, el espacio estructurado mediante la excavación de canales, el drenaje de
pantanos, la construcción de diques y plataformas que resguardan a la colectividad
de las fuertes inundaciones. Esto tiene también como presupuesto la labor de
desmonte realizada por la comunidad entera para edificar el hábitat aldeano. Tanto
los protosumerios como –en Mesoamérica– los protonahuatlacos tuvieron que
estructurar el espacio haciéndolo habitable junto a ríos y lagos. Respecto a esto
apunta G. Childe:
No fue dios (–según el génesis–) sino los protosumerios quienes crearon la tierra... El terreno sobre el cual
se erigieron las grandes ciudades de Babilonia, tuvo que ser, literalmente, creado.70
144
Proceso de reproducción social y ciudad
importante en la medida que nos señala, en primer lugar, la dificultad que tendría
una vida nómada muy numerosa en relación con el cuidado de niños y ancianos,
y en segundo lugar porque, una vez en un asentamiento permanente, trae como
consecuencia la densificación humana del suelo habitado que se traduce en con-
centración de la población, concentración –por tanto– de las necesidades de pro-
ducción y consumo (tal como lo señala Marx, supra). Se trata, pues, de una gran
hazaña colectiva, de una división colectiva del trabajo o división natural de éste.
La división colectiva del trabajo o división natural, coexistía con la propiedad
colectiva del suelo habitado y cultivado, “propiedad” es aquí posesión colectiva,
valor de uso colectivo. Posesión o valor de uso del suelo incluía también “mate-
rial en bruto disponible, intrumento de trabajo y medios de subsistencia no creados
por el trabajo, sino por la tierra misma” (K. Marx, cfr. c. 66).
El incremento de las necesidades de consumo supone, al mismo tiempo, un
incremento de las capacidades de producción, o viceversa (indicar con precisión
en qué sentido –único– se daba esta relación sería muy arriesgado, antidialéctico y
quizá hasta absurdo), supone también la adecuación del instrumento de trabajo a
las nuevas necesidades de producción.
Para bocetar algunas necesidades protourbanas podrían traerse a colación las
sugerencias de L. Mumford y de Le Corbusier. Mumford nos señala que las acti-
vidades citadinas tienen un conjunto de funciones humanas comunes que se cum-
plen en todas partes, ayudadas y enriquecidas, a veces, por la ciudad (cfr. cap.1, c.
144), y Le Corbusier nos habla de una tetrafuncionalidad urbana (recordar que se
refiere al hombre en general y a la ciudad “moderna” en particular): habitar, tra-
bajar, circular y recrearse “en las horas libres” (cfr. cap.1, c. 30). Cuán absurdo
resultaría aquí atisbar la forma en que se “recreaban” los sujetos sociales en las
protociudades (el término “recrearse” aparece en Le Corbusier como “divertirse”
o “distraerse” en el tiempo de ocio, esto significa en términos de funcionalidad
“moderna” capitalista, “matar el tiempo libre”). Las sugerencias de Mumford son
mucho menos nefastas y mucho más útiles para el estudio del estadio histórico
que venimos analizando.
145
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
146
Proceso de reproducción social y ciudad
les. Obra de la mujer pudo ser también el mejoramiento del vestido median-
te el uso de pieles curtidas y confeccionadas de mejor manera que las
fabricadas –quizá– con tejidos vegetales. Los ancianos pudieron ser quie-
nes se encargaron de la manutención de la vivienda y sus cercanías, edi-
ficada con antelación por los hombres más jóvenes. Los niños pudieron
ser útiles en el cuidado del ganado y de los animales domésticos más
allegados a las viviendas humanas.
c) Los materiales empleados, tanto los objetos de trabajo como los instrumen-
tos o medios de trabajo, jugaron un papel fundamental para la edificación
y estructuración del espacio físico protourbano. Ante todo por la mayor
permanencia y estabilidad del resguardo de la comunidad por el uso más
duradero de viviendas elaboradas con argamasa arcillosa o barro con jun-
cos o carrizos, o mejor aún, por la invención del ladrillo fabricado con
una masa de barro mezclado con paja o por el uso de ensambles rocosos
con argamasa (como en Mesoamérica) o sin ella (como en Sudamérica).
Poco a poco se fueron extendiendo los usos de materiales duraderos ha-
cia otras estructuras que moldearían el espacio protourbano. De ahí la
afirmación de Mumford:
147
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
148
Proceso de reproducción social y ciudad
149
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
La división del trabajo lleva aparejada, además, la contradicción entre el interés del individuo concreto o
de una determinada familia y el interés común de todos los individuos relacionados entre sí [...], la divi-
sión del trabajo nos brinda ya el primer ejemplo de cómo mientras los hombres viven en una sociedad
natural, mientras se da, por tanto, una separación entre el interés particular y el interés común, mientras las
actividades, por consiguiente, no aparecen divididas voluntariamente, sino por modo natural, los actos pro-
pios del hombre se erigen ante él en un poder ajeno y hostil que lo sojuzga, en vez de ser él quien los
domine.77
150
Proceso de reproducción social y ciudad
Las ciudades propiamente dichas surgen junto a [las] aldeas sólo en aquel punto que es particularmente
favorable para el comercio con el exterior o allí donde el gobernante y sus sátrapas intercambian sus
ingresos (plusproducto) por trabajo, gastan esos ingresos como labours-funds.78
III
El campo y la ciudad
151
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
que cuentan con 2 500 habitantes.80 En Estados Unidos existe una determinación
cuantitativa según la cual se emplea la noción de zona urbana, conteniendo ordi-
nariamente varios lugares urbanos (un lugar urbano: 2 500 hab.). En el censo de
población de 1960 se registraron 5 445 zonas urbanas en las que había 125 millo-
nes de habitantes.81 Si dividimos esta cifra entre la anterior nos da un número
promedio de 22 957, muy por arriba de la proporción de 2 500 habitantes.
Para que las cosas estuvieran claras, necesitamos disponer de un límite mínimo evidente, indiscutible, que
fijase el comienzo de la vida urbana. Sobre ese punto nadie está, nadie puede estar de acuerdo. Máxime,
teniendo en cuenta que semejante límite cambia con el tiempo.82
Para la estadística francesa, una ciudad es una aglomeración de por lo menos 2 000 habitantes (aún en
la actualidad), es decir del tamaño del Varzy hacia 1 700. Para las estadísticas inglesas, la cifra se eleva a
5 000 [...], en Alemania, a finales de la Edad Media, había 3 000 localidades con el título de ciudad.
Ahora bien, tenían una población media de 400 individuos. El umbral habitual de la vida urbana se sitúa,
por tanto, muy debajo del tamaño de Varzy, en el caso de Francia y seguramente en el de todo Occidente.83
Tras exponer la necesidad que tiene la historia urbana de ampliar estos “lími-
tes mínimos”, pasa a presentar su idea central:
[...] lo importante sería poder evaluar la masa total de los sistemas urbanos, su peso global, descender, por
tanto, a su límite inferior, a la articulación entre ciudades y campos. Nos serían más útiles cifras de conjunto
80
ONU.
81
Edwin S. Mills, Economía urbana, Diana (1975), p. 24.
82
F. Braudel, Civilización..., p. 420.
83
Idem, p. 421.
152
Proceso de reproducción social y ciudad
que las particulares: colocar en un platillo de la balanza todas las ciudades y, en otro, toda la población del
imperio, o de la nación, o de la región económica, y calcular la relación entre los dos pesos, lo que
constituye un procedimiento bastante seguro de calibrar ciertas estructuras económicas y sociales del
espacio observado.84
Esto es lo que nosotros bien podríamos llamar promedio histórico global ur-
bano de occidente. Las ideas cuantitativas de trasfondo histórico suenan –quizá–
como el canto de las sirenas homéricas, sin duda alguna interesantes pero mate-
máticamente distintas. Su conclusión cuantitativamente reflexiva, es igualmente
inquietante:
Faltaría saber, para interpretar la gama de estas cifras, en qué punto (¿quizá hacia el 10%?) la urbanización
de una población alcanza un primer nivel de eficacia. Posiblemente haya otro umbral significativo, alrede-
dor del 50%, del 40% o incluso por debajo.85
Sea cual sea, el criterio cuantitativo será siempre insuficiente, ya que no ex-
plica qué es lo rural y qué es lo urbano.
153
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Las diferentes fases del desarrollo de la división del trabajo son otras tantas formas distintas de la pro-
piedad.88
154
Proceso de reproducción social y ciudad
156
Proceso de reproducción social y ciudad
89
Cfr. c. 162, cap. 1.
157
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
158
Proceso de reproducción social y ciudad
• Debe también hacerse notar que en los tiempos ancestrales de las ciudades,
el fenómeno distintivo entre lo urbano y la ciudad era prácticamente inexis-
tente. En lo que se ha dicho hasta aquí, se ha empleado indiferentemente
la noción de “lo urbano” y la “ciudad”, esto se debe a que en sus orígenes
arcaicos prácticamente no existía una distinción entre ellos. La causa de
ella aparece en la medida del desarrollo de los medios de comunicación y
propagación de las formas de uso y consumo de la materialidad técnica-
mente más desarrollada, existía también su forma de existencia urbana.
Aparece de nuevo la consideración de la noción cultura-civilización en
términos territoriales en tanto que urbana-citadina bajo las ideas antedi-
chas. La distinción problemática se presenta en tiempos recientes en que
pueden existir culturas-civilizaciones rurales (campesinas) con formas de
uso-consumo de la materialidad y la socialidad inducidas desde la ciudad.
159
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
160
CAPÍTULO 3
I
Ordenación del sistema
161
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
162
La ciudad contemporánea: estructura y sistema
Cuando consideramos un país dado desde el punto de vista económico-político comenzamos por su pobla-
ción, la división de ésta en clases, la ciudad, el campo, el mar, las diferente ramas de la producción, la
exportación y la importación, la producción y el consumo anuales, los precios de las mercancías, etc.
Parece justo comenzar por lo real y lo concreto, por el supuesto efectivo; así, por ejemplo, en la
economía, por la población que es la base, y el sujeto del acto social de la producción en su conjunto. Sin
embargo, si se examina con atención, esto se revela como falso...
...Si comenzara, pues, por la población, tendría una representación caótica del conjunto, y precisando
cada vez más, llegaría analíticamente a conceptos cada vez más simples; de lo concreto representado
llegaría a abstracciones cada vez más sutiles hasta alcanzar las determinaciones más simples. Llegando a
este punto, habría que reemprender el viaje de retorno hasta dar de nuevo con la población, pero esta vez
no tendría una representación caótica de un conjunto sino una rica totalidad con múltiples determinacio-
nes y relaciones.2
Debe distinguirse que en este sentido del análisis radica justamente el regreso
al que hago referencia y parte de las categorías concretas “asentadas” en las ciu-
dades, determinando y regulando el crecimiento regional. Este método es, sin
duda, complejo pero sumamente radical y crítico, ya que marca el regreso y el
sentido humanista de la historia real y concreta del desarrollo cultural étnico-
regional y heteroregional-nacional. Con esto se señala un camino de la investiga-
2
K. Marx, Elementos..., pp. 20-21.
163
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
164
La ciudad contemporánea: estructura y sistema
II
La ciudad y el sistema
165
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
La teoría de la sociedad como sistema [la economía como sistema] sólo surge allí donde la sociedad es ya
de por sí sistema en el que ella no sólo está bastante diferenciada sino donde la diferenciación conduce a
3
Puede recordarse un antiguo proverbio oriental que dice:
“Si quieres matar al dragón de cien cabezas ataca al corazón, así las cabezas caerán solas.”
166
La ciudad contemporánea: estructura y sistema
una dependencia universal y a la autonomía respecto de esa dependencia y concatenación, y donde, por
tanto, la realidad, la propia sociedad, se constituye como un todo articulado. En este sentido el capitalismo
es el primer sistema.4
... el movimiento social como un todo, desarrollado y puesto en práctica por la actividad consciente y la
realización de los fines particulares de los individuos se transforma en algo independiente de estos mismos
individuos, cuando la mutua relación social de los individuos se convierte en un poder autónomo sobre el in-
dividuo que aparece como una fuerza natural, casual o de otra índole.5
1
El sistema como tal, encuentra su existencia social-material al mismo tiempo que
se generaliza como producto final y resultado de la hegemonía política y económica
de un determinado proyecto perteneciente, a su vez, al grupo o sector dominante,
el cual será más eficiente y funcional según sea la forma que la fuerza productiva
(base técnica) organice y estructure su base material y la someta a dicho fin, o sea,
la subsuma materialmente a dicho fin. La realización del todo económico en tanto
sistema de vida, es siempre la concreción histórica o plasmación de un proyecto
4
K. Kosík, Dialéctica de lo concreto, México, Grijalbo, p. 107, 1976.
5
K. Marx, Elementos..., citado por K. Kosík (op. cit., p. 106). Puede recordarse también la aceptación por
Marx de un sistema de la economía burguesa. Refiriéndose a su obra El Capital, escribe:
“La obra de que se trata en primer lugar es crítica de las categorías económicas o, if you like, el
sistema de la economía burguesa expuesto críticamente. Es al mismo tiempo exposición del sistema y,
mediante la exposición, crítica del mismo.”
Carta de Marx a Lassalle, del 22 de febrero de 1858 (citado por Bolívar Echeverría en El discurso
crítico..., p. 38). Cfr., también, Introducción general..., Siglo XXI (Colección Pasado y Presente), p. 84.
167
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
2
El capitalismo como sistema es una tendencia que se totaliza en contradicción
consigo misma. Tendencia que es también –y, como tal, gracias a que es– una con-
tradicción:
6
Cfr. Herbert Marcuse, El hombre unidimensional, Artemisa, México, 1985, p. 26.
168
La ciudad contemporánea: estructura y sistema
7
Sobre el origen de esta denominación deben considerarse las observaciones de Bolívar Echeverría según
las cuales existiría una doble temporalidad del proceso de reproducción social: 1) una perteneciente al
tiempo ordinario en la cual el sujeto social vende su fuerza de trabajo y 2) otra perteneciente al tiempo
extraordinario, que es el tiempo de la política, la fiesta, la festividad religiosa, etc.; o sea el tiempo en el
que el sujeto se puede reunir para hacer política [Notas de clase]. Asimismo, el término pseudoconcreción
se opone a otro: concreción. El primero perteneciente a la vida enajenada de la cotidianeidad capitalista:
el nivel de la práctica utilitaria, o bien, de la praxis fragmentaria de los individuos. El segundo es la
visión concreta de la realidad desmistificada, de la liberación del “objeto” (cfr. K. Kosík, Dialéctica...,
ed. cit.).
8
Le Corbusier, La carta de Atenas, (cfr. cap. 1 de este trabajo).
169
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Ante el análisis crítico del sistema se revela estrategia, se devela como decisión (finalidad decidida),
proyecciones éstas sobre el terreno de la sociedad en la que tales decisiones estratégicas han sido tomadas.9
El hombre no es definido como es de por sí, sino en relación con el sistema. El problema originario no
consiste en saber qué es el hombre, sino en determinar cómo es el hombre, a fin de que el sistema de
relaciones económicas pueda ponerse en marcha y funcionar como un mecanismo.10
170
La ciudad contemporánea: estructura y sistema
del sistema sino que éste es insuficiente (incompleto) en tanto tal, como
para absorber por completo la realización de la vida social no-incorporada
o bien “insuficientemente” enajenada. Este hecho se observa con más cla-
ridad en tanto más nos acercamos al desarrollo desigual de manera endógena
y exógena a un proyecto de nación o país, cuando damos una mirada analí-
tica al desarrollo desigual entre naciones, más aún cuando nos acercamos
al diálogo entre ciudades y campos y logramos distinguir la subsunción del
campo a la ciudad, manifestación ésta de un proceso doble: inserción cul-
tural (material e inmaterial) del campo en la ciudad (genéticamente hablan-
do) y expansión de la vida citadina (urbana) en el territorio rural (campo).
Este proceso –debo insistir– es más claro en la misma proporción en que la
fuerza productiva (base técnica y tecnológica aplicada) no ha logrado edificar
el mundo material capitalista a su servicio. En una palabra: en tanto el
capitalismo es menos “desarrollado”, como en los países “tercermundistas”,
la estructura material económico-política es menos “eficiente” y “funcio-
nal” y el todo expansivo se vuelve un sistema fracasante, motivo de discurso
y por-venir.
3
La afirmación formulada anteriormente según la cual la ciudad es el sitio en el que
el todo económico se realiza como sistema; donde se expresa la vigencia del
proceso de reproducción social capitalista en cuanto tal, encuentra sus anteceden-
tes y su fundamento en las ideas de Marx, que podemos enumerar como sigue:
La ciudad es:
a) Concentración de la población
b) Concentración de los instrumentos de producción
c) Concentración del capital
d) Concentración del disfrute
e) Concentración de las necesidades
f) La política en general (el régimen colectivo): administración, policía, im-
puestos, etcétera.
171
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
t->o t o
⎛ 29
Δí ⎞
Donde: ⎜ — ⎟ = es la tasa de plusvalía y t es el tiempo de la duración total del ciclo de rotación del
⎝ 5í ⎠ capital global.
En tanto que la mediación física (D, Ca) se acorta más y, por tanto, se aproxi-
man los puntos terminales (P, C) del ciclo económico, las leyes del capitalismo se
cumplen y se realizan dando lugar a su perfeccionamiento completándose cada
vez más como un sistema mejor regulado. Esta tendencia será verificada una y
otra vez tanto en el espacio tridimensional como en el tiempo social y es en estas
11
K. Marx, La ideología..., ed. cit.
172
La ciudad contemporánea: estructura y sistema
4
La ciudad deviene en sistema en la medida que el capitalismo se cierne sobre el te-
rritorio con fines de reproducción; esto se realiza gracias a la estructuración del
espacio social (tetradimensional) por la estructuración económica, primaria y
dominantemente, materializada en las estructuras mismas de la edificación de la
ciudad como ente orgánico funcional.
El hacer referencias a la materialización de la estructura económica no significa
que la estructuración del espacio tenga una configuración completamente defini-
da a priori, tal y como lo podría estar la estructura económica, pues, en rigor, ni
siquiera ésta lo está. Materializar la estructura económica no es edificar siempre
una materialidad social-histórica pantográfica, sino someter la edificación de la
sociedad a las leyes de aquella sólo como tendencia dominante; la estructuración
del territorio social no es la copia fiel, la expresión de la estructura económica,
sino la construcción de la materialidad social bajo las leyes de tal estructura do-
minante que requiere someter a todas y cada una de las manifestaciones sociales
173
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
5
El proceso de reproducción social es siempre más rico y más complejo que la
estructuración del sistema capitalista superimpuesto y en él habita siempre el prin-
cipio de esperanza para la construcción humana del mundo, la vida material y la
vida espiritual o intelectual abrigan en esta riqueza la posibilidad múltiple de su
realización.
Se puede decir, por lo tanto, y de acuerdo con Karel Kosík:
El romántico desprecio del sistema y de la abstracción olvida que el problema del hombre, de su libertad
y concreción radica siempre en la relación entre el hombre y el sistema. El hombre existe siempre dentro
del sistema, y como parte integrante de él es reducido a determinados aspectos (funciones) o apariencias
(unilaterales y cosificadas) de su existencia. Pero, al mismo tiempo, es siempre más que el sistema y —como
hombre— no puede ser reducido a él. La existencia del hombre concreto se extiende en el espacio com-
prendido entre su irreductibilidad al sistema o la posibilidad de superarlo, y su inserción de hecho o su
funcionamiento práctico en un sistema de circunstancias y relaciones históricas.12
III
La estructura y la ciudad. Momentos económicos fundamentales
La temática expuesta en este capítulo es, sin duda alguna, fundamental en tanto
que juega el papel central de toda argumentación general o global del funciona-
miento capitalista como entidad urbana. Es en esta exposición de procesos donde
se corre el riesgo de la esquematización o reducción no-dialéctica no sólo del
funcionamiento estructural capitalista sino –y esto es lo más delicado– del re-
duccionismo teórico del hombre al sistema. El reduccionismo real del hombre al
12
Idem, p. 115.
174
La ciudad contemporánea: estructura y sistema
175
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
176
La ciudad contemporánea: estructura y sistema
a) Los momentos generales (P, D, Ca, C) del ciclo reproductivo son insepa-
rables y, por tanto, coexisten atribuyendo cualidades al espacio físico
citadino sobre el cual se erigen.
b) El espacio físico citadino en el que se expresa el ciclo reproductivo es
diferenciable en la misma medida en que es diferenciable también cada
momento del ciclo general.
c) La diferenciabilidad del espacio físico debida al emplazamiento citadino
de los momentos del ciclo de la generación de la riqueza social puede
expresar la dominación y, con ello, la subsunción de uno o unos momen-
tos respecto de otros.
d) La configuración física del espacio citadino puede expresar la subsunción
social a los momentos del ciclo de reproducción de la riqueza, pero la
vida material y espiritual de la sociedad no se reduce a ellos.
1
La producción crea los objetos que responden
a las necesidades; la distribución los reparte
según leyes sociales; el cambio reparte lo ya
repartido según las necesidades individuales;
finalmente, en el consumo el producto abando-
na este movimiento social, se convierte direc-
tamente en servidor y objeto de la necesidad
individual, a la que satisface en el acto del dis-
frute.
178
La ciudad contemporánea: estructura y sistema
17
Idem.
18
Bolívar Echeverría, notas del curso Capitalismo, historia y teoría, impartido en la DEP de la FE, UNAM,
1989.
19
K. Marx, Introducción..., p. 45.
179
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
180
La ciudad contemporánea: estructura y sistema
ocupa la función, en su territorio dominante o tan sólo en alguna parte) como una
esfera especializada:
El cambio es un momento mediador entre la producción y la distribución que ella determina, por un lado,
y el consumo por el otro, y en tanto que el propio consumo aparece también como un momento de la
producción, es evidente que el cambio está incluido en la producción como uno de sus momentos.21
181
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
El resultado al que llegamos no es que la producción, la distribución, el cambio y el consumo sean idén-
ticos, sino que constituyen las articulaciones de una totalidad, diferenciaciones dentro de una unidad.24
Esta conclusión es válida también para el estudio físico del territorio citadino,
constituyéndose la ciudad como una tendencia real hacia esa unidad. La validez
de tal afirmación se funda, por una parte, en que todos y cada uno de los momen-
tos del ciclo reproductivo de la riqueza capitalista está presente en la dinámica de
las ciudades en mayor o en menor medida; y, por otra, esta mayor o menor medida
es la vara con la que se mide lo que podríamos llamar el grado de eficiencia
capitalista determinado por la funcionalidad de la ciudad como unidad, la cual
marca su existencia como sistema. Tal existencia depende, a su vez, del desarro-
llo de las fuerzas productivas capitalistas y, en tanto, del empleo de la técnica y la
tecnología para fines reproductivos cultural-civilizatorios de la sociedad en su
conjunto. Si esto se contempla dentro del desarrollo desigual del capitalismo de
manera global, aparecen como una tendencia general que se cierne sobre las ciu-
dades como un haz de luz que crepusculiza la opacidad nebulosa de la vida urbana.
2
Intentemos analizar el ciclo reproductivo de la riqueza capitalista abstrayendo
cada momento respecto de los otros.
24
Loc. cit.
182
La ciudad contemporánea: estructura y sistema
a) La producción y la ciudad
La posibilidad de la existencia de la ciudad, el plano sobre el cual la ciudad queda construida como tal, se
plantea en el interior de las condiciones materiales de la producción, es decir, aquellas condiciones defi-
nidas por la producción históricamente dominante.26
25
Op. cit., p. 33.
26
Cfr. Marino Folin, c. 124, cap. 1.
183
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Esta idea de Folin está directamente vinculada con otra de Marx referente a
las condiciones generales de toda producción y que implica:
184
La ciudad contemporánea: estructura y sistema
Es de la más imperiosa necesidad que cada ciudad establezca su programa, promulgando leyes que permi-
tan su realización... Debe prever las etapas en el espacio y en el tiempo, debe unir en una fecunda concor-
dancia los recursos naturales del lugar, la topografía del conjunto, los datos económicos, las necesidades
sociológicas y los valores espirituales.
185
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
b) La distribución y la ciudad
186
La ciudad contemporánea: estructura y sistema
gún modo casual ni azaroso sino que obedece a las reglas de valorización del
suelo citadino geoeconómicamente diferenciado, condicionado con frecuencia a
tales implantaciones. Este acontecimiento es importante en lo que podríamos deno-
minar el fenómeno de tipificación zonal del suelo citadino y que consiste en la
“representación” de tal o cual lugar de la ciudad por una o varias edificaciones
urbanas.
187
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
188
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191
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192
La ciudad contemporánea: estructura y sistema
3
Es posible que en una ciudad domine uno o varios momentos del ciclo general de
producción de riqueza. Cuando esto ocurre, la ciudad adquiere una función espe-
cializada dentro del conglomerado general de ciudades –o, si se quiere, sistema
de ciudades– que entretejen la red urbana del territorio de un país o región sub-
continental, continental o mundial. Cuando esto ocurre pasa a formar parte de lo
que se conoce como división internacional del trabajo, pero atendiendo al mo-
mento dominante del ciclo, y desde un punto de vista físico, podría denominársele
especialización funcional del territorio.
En este acontecimiento material de reproducción de la riqueza se pone de
manifiesto el juego de fuerzas económicas y el desbalanceo entre ellas que, como
parte de su lucha hegemónica, obedece también a las condiciones materiales (am-
bientales) que ofrece o favorece la ciudad en cuestión debido a su implantación
industrial (producción), política (distribución), comercial (inter-cambio) o turís-
tica (consumo suntuario).
Tal predominio “desbalanceado” del ciclo puede ser resultante de fuerzas di-
rigidas como:
193
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
194
EPÍTASIS
1
El drama social material de la civilización contemporánea es el drama de la ciu-
dad, el drama de su totalización. Este último consiste en la tendencia expansiva
general de la ciudad a escala planetaria, siendo tal globalización la expresión
fenoménica de la urbanización y ocultamiento de su esencialidad histórica: el uso
parasitario del territorio social. Es fenoménico porque en su manifestación se
expresa el claroscuro de los modos de uso del territorio habitable proyectados en
múltiples formas de la cultura capitalista contemporánea:
196
Alcances de la ciudad contemporánea en la vida social
2
Entendida la ciudad como mercancía-producto global, ella cumple con esa dupli-
cidad que el capitalismo le confiere a toda la producción mercantil. Por un lado es
valor y por otro es valor de uso. En tanto que posee valor es producto para el
cambio y tras esta forma de comportamiento estructura todo un complejo feno-
ménico derivado: el territorio de la ciudad es un producto vendible o comprable
de acuerdo con las leyes zonales de valorización del suelo conforme a una dife-
renciabilidad estratégica de valorización del espacio físico estructurado o edificado
conforme a un proyecto de valorización funcional del espacio material edificable.
Lo que hemos denominado diferenciabilidad del espacio físico citadino es la
manifestación material (resultante) de un complejo de fuerzas sociales económi-
cas que al mismo tiempo que usan el suelo, lo cambian como bien, en tanto que
espacio físico habitable o como parte de las condiciones generales para la pro-
ducción.
El territorio citadino en calidad de bien obedece a reglas y cumple con requi-
sitos sociales para el uso:
198
Alcances de la ciudad contemporánea en la vida social
199
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
200
Alcances de la ciudad contemporánea en la vida social
• Del nivel singular (la habitación): ¿Por qué reina la forma mercantil
rectangular de los mínimos elementos funcionales (sala de estar, come-
dor, baño y w.c, cocina, dormitorio)? ¿Qué papel desempeña la arqui-
tectura doméstica en la reproducción de la individualidad hacia la familia
y de ésta hacia la socialidad exterior? ¿Es posible otra organización del
espacio habitable supracapitalista y cómo se prefiguraría críticamente?
• Del nivel particular: ¿Cuál es el papel de la calle en la socialidad mate-
rial y de qué manera la vía pavimentada niega esta posibilidad? ¿Cómo
tendría que ser ésta (la calle) para articular materialidad social y materia-
lidad técnica (automóviles, etc., vs. socialidad). ¿Cómo debe organizarse
el nivel mínimo de agregación (unidad de habitación) para generar
habitación y vida social? ¿Cómo se articulan o deben articularse arqui-
tectura colectiva (la llamada arquitectura del paisaje), esteticidad do-
méstica contemporánea y funcionalidad material para generar un estado
de bienestar material y psicológico?
• Del nivel general: ¿Contribuye la arquitectura (estructuración del espacio)
de la ciudad a la creación de lazos de socialidad mediante la promoción
operante de uso y consumo de su espacio material edificado? ¿De qué
manera la ciudad confirma o niega la socialidad de sus habitantes en-
samblando funcionalidad técnica y humanización social? Etcétera.
3
La comprensión de la socialidad material citadina contemporánea comienza con
el análisis de la funcionalidad social en su modalidad funcional-capitalista. Es el
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Alcances de la ciudad contemporánea en la vida social
205
APÉNDICES
APÉNDICE 1
1
M. Heidegger, “La pregunta...”, p. 54.
209
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
La palabra [técnica] proviene de la lengua griega. Tejnikón mienta lo que pertenece a la tejne.3
2
M. Heidegger, idem, p. 57.
3
loc. cit.
4
Idem.
210
Apéndice 1
Todo el mundo conoce —nos dice Heidegger— los dos enunciados que responden a nuestra pregunta.
Uno dice: la técnica es un medio para un fin. El otro dice: la técnica es un hacer del ser humano... A ello,
a lo que la técnica es, pertenece la fabricación y la utilización mismas, pertenecen las necesidades y los
fines a los que ellas sirven. El conjunto de estos dispositivos es la técnica. Ella misma es un dispositivo;
dicho en términos latinos es un instrumentum (loc. cit).
¿Quién querría negar —nos dice Heidegger— que —la definición— es correcta? Ella se guía notoriamen-
te por lo que se tiene ante los ojos cuando se habla de la técnica. La definición instrumental de la técnica
es incluso tan intranquilizadoramente correcta que también resulta atinada todavía para la técnica moder-
na, de la que por lo demás se afirma con cierto derecho que es, frente a la vieja técnica artesanal algo
completamente diferente y por ende nuevo (idem).
... también la técnica moderna es un medio para fines. Por eso la representación instrumental de la técnica
determina todo esfuerzo por colocar al hombre en una relación correcta con la técnica. Todo reside en
manipular adecuadamente a la técnica como medio. Se pretende como se ha dicho, “tener espiritualizada
en las manos” a la técnica. Se pretende ser su maestro. El pretender-ser-su maestro se torna más insistente
cuanto más la técnica amenaza con escapar del dominio del hombre (idem, p. 55).
211
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Porque la esencia de la técnica no es algo técnico, por ello la reflexión esencial sobre la técnica y la
explicación decisiva respecto de ella tienen lugar en un dominio que, por un lado, está emparentado con
la esencia de la técnica y, por el otro, le sea no obstante fundamentalmente diferente... Semejante dominio
es el arte...5
***
Muy a pesar de la lejanía de la técnica con su esencia, según la reflexión de
Heidegger, puede realizarse una rápida aproximación a su pensar en torno a ella.
Ha quedado expuesta la correcta definición instrumental de la técnica.
5
Idem, p. 68.
212
Apéndice 1
La correcta definición instrumental de la técnica no nos muestra todavía su esencia. Para llegar a ella o al
menos permanecer en su cercanía tenemos que buscar lo verdadero a través de lo correcto.6
¿Hacia dónde nos hemos extraviado? Preguntamos por la técnica y ahora hemos sido colocados ante la
aletheia, ante el develar. ¿Qué tiene que hacer la esencia de la técnica con el develar?8
6
M. Heidegger, “La pregunta...”, p. 55.
7
Idem.
8
Ibid, p. 57.
213
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Respuesta: todo. Pues en el develar se funda todo producir. Pero este reúne en sí las cuatro modalidades
del dejar-venir —la causalidad— y las rige. A su dominio pertenecen fines y medios, pertenece lo ins-
trumental. Esto vale como rasgo fundamental de la técnica. Si preguntamos paso a paso por lo que es la
técnica representada como medio, entonces llegamos al develar. En él descansa la posibilidad de toda
elaboración productiva.9
9
Ibid.
214
Apéndice 1
a) la máquina y la herramienta,
b) la fábrica,
c) el trabajador y el trabajo, y
d) el producto.
a) Máquina-herramienta,
b) trabajo y
c) producto.
215
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Cita 1. Un rasgo de toda la producción capitalista, en tanto no se trata sólo de proceso de trabajo, sino a la
vez de proceso de valorización del capital, es que no es el obrero quien emplea la condición de trabajo,
sino, a la inversa, la condición de trabajo al obrero. Pero sólo con la maquinaria ese trastocamiento ad-
quiere una realidad técnicamente tangible. Mediante su transformación en autómata, el medio de trabajo
se enfrenta al obrero, durante el proceso de trabajo, como capital, como trabajo inanimado que domina y
succiona la fuerza de trabajo viva.11
Cita 2. La subordinación técnica del obrero a la marcha uniforme del medio de trabajo* y la composición
peculiar del cuerpo de trabajo, integrado por individuos de uno u otro sexo y pertenecientes a diversos
niveles de edad, crean una disciplina cuartelaria que se desenvuelve hasta constituir un régimen fabril...12
En las líneas anteriores Marx nos habla de un “trastocamiento –que sólo con
la maquinaria– adquiere una realidad técnicamente tangible”. ¿Por qué en lugar
de decir técnicamente tangible no nos dijo “tecnológicamente” tangible? La res-
puesta se encuentra inmediatamente conectada con mi subrayado de la cita ante-
rior cuando Marx nos evidencia una “subordinación técnica del obrero a la marcha
uniforme del medio de trabajo”.
Antes de revisar este aspecto, consultaremos otras ideas en las que Marx toca
de paso la significación de la técnica.
En relación con la fábrica nos dice Marx:
11
K. Marx, El capital, t. I, cap. 13, ed. cit., p. 516.
12
Cf. C. 13, p. 517… *El subrayado es nuestro.
216
Apéndice 1
Cita 3. ... en la fábrica —esto es, en el taller fundado en el empleo de maquinaria— reaparece siempre la
cooperación simple, y ante todo, por cierto (prescindimos del obrero), como conglomeración espacial de
máquinas de trabajo similares y que operan simultáneamente. Así, por ejemplo, una fábrica textil está
constituida por la yuxtaposición de muchas máquinas de coser en el mismo local de trabajo. Pero existe
aquí una unidad técnica,* puesto que las numerosas máquinas de trabajos similares reciben su impulso,
simultánea y uniformemente, del latido de un primer motor colectivo, y lo reciben por medio de un meca-
nismo de transmisión que también le es común, en parte, ya que sólo está ligado a cada una de las máqui-
nas-herramientas por ramificaciones particulares que de él derivan.13
Cita 4. La maquinaria, con algunas excepciones que habremos de citar más adelante, sólo funciona en
manos del trabajo directamente socializado o colectivo. El carácter cooperativo del proceso de trabajo,
pues, se convierte en una necesidad técnica dictada por la naturaleza misma del medio de trabajo.14
Cita 5. ... el régimen fabril ha conquistado cierta amplitud de existencia y determinado grado de madurez;
no bien, ante todo, su propio fundamento técnico, la maquinaria misma, es a su vez producido por máqui-
nas...15
***
Como podrá observarse, cuando Marx emplea la palabra técnica, hace referencia
a la relación de dos elementos centrales: la maquinaria (medio de trabajo) y el
trabajo.
Al observar estas cinco citas podemos dar las siguientes ideas:
Con la maquinaria –en tanto fábrica unidad técnica– opera una subordinación
técnica del obrero a la marcha uniforme del medio de trabajo. Sólo con la maqui-
naria se produce un trastocamiento que adquiere una realidad técnicamente tangi-
ble en la cual no es el obrero quien emplea la condición de trabajo, sino, a la
inversa, la condición de trabajo al obrero. El fundamento técnico del régimen
fabril lo constituye la maquinaria misma.
13
Cf. op. cit., p. 461. El subrayado es nuestro.
14
Loc. cit., p. 470.
15
Loc. cit., p. 549.
217
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
218
Apéndice 1
Cita 6. La escisión entre las potencias intelectuales del proceso de producción y el trabajo manual, así
como la transformación de las mismas en poderes del capital sobre el trabajo, se consuma, como ya
indicáramos, en la gran industria, erigida sobre el fundamento de la maquinaria. La habilidad detallista
del obrero mecánico individual, privado de contenido, desaparece como cosa accesoria e insignificante
ante la ciencia, ante las descomunales fuerzas naturales y el trabajo masivo social que están corporificados
en el sistema fundado en las máquinas y que forman, con éste, el poder del “patrón” (master).16
Podemos decir, entonces, que la técnica (en el sentido en que Marx emplea este
término, es decir, como técnica capitalista) es todo lo instrumental-inmediato que
16
Op. cit., p. 516.
219
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Cita 7. El principio de la gran industria —esto es, el de disolver en sí y para sí a todo proceso de produc-
ción en sus elementos constitutivos y, ante todo, el hacerlo sin tener en cuenta para nada a la mano huma-
na— creó la ciencia modernísima de la tecnología. Las figuras petrificadas, abigarradas y al parecer
inconexas del proceso social de producción, se resolvieron, según el efecto útil perseguido, en aplicacio-
nes planificadas de manera consciente y sistemáticamente particularizadas de las ciencias naturales. La
tecnología descubrió asimismo esas pocas grandes formas fundamentales del movimiento bajo las cuales
transcurre necesariamente, pese a la gran variedad de los instrumentos empleados, toda la actividad pro-
ductiva del cuerpo humano, exactamente al igual que la mecánica no deja que la mayor complicación de la
maquinaria le haga perder de vista la reiteración constante de las potencias mecánicas simples. La indus-
tria moderna nunca considera ni trata como definitiva la forma existente de un proceso de producción. Su
base técnica, por consiguiente es revolucionaria, mientras que todos los modos de producción anteriores
eran esencialmente conservadores. La industria moderna, mediante la maquinaria, los procesos químicos
y otros procedimientos, revoluciona constantemente, con el fundamento técnico de la producción, las fun-
ciones de los obreros y las combinaciones sociales del proceso laboral...17
En la cita anterior podrá notarse sin duda alguna la gran diferencia que Marx
otorga a la consideración de la tecnología y la técnica. Mientras que la primera es
connotada como “ciencia modernísima”, la segunda es connotada en la “forma
existente de un proceso de producción” cambiante.
17
Op. cit., pp. 592, 593.
220
Apéndice 1
Cita 8. ... Beckmann llamó tecnología al conocimiento de las artesanías, manufacturas y fábricas, en
1772... La tecnología en su sentido estricto comenzó con Reaumur y Shaw. El primero dio cuenta [de sus
estudios] a la Academia de Ciencias y ésta le permitió desarrollar todos sus planes, y lo apoyó con muchos
investigadores experimentados. Véase su obra: Descriptions des Arts et des Metiers, faites ou approuvées
par Mwssieurs de I’Academie Royale des Sciences. Avec figures en tailledouce. Grossfolio, París, princi-
pios de 1761 (7-92).18
La tecnología teórica —nos dice Dussel— se cultivó en el siglo XVIII en Alemania (Kameralwissenschaf-
tlichen Lehre) primeramente en Halle, después en Goettingen. Aquí enseñaba J. Beckmann desde 1766
como profesor de filosofía, en las materias matemáticas, física e historia natural; desde 1804 dictó cátedra
en Frankfurt en agronomía, tecnología, etc., siendo a quien se atribuye la creación del concepto “tecnolo-
gía”. Su alumno en Tübingen fue U. H. M. Poppe. Beckmann adoptó la posición materialista de la Ilustra-
ción; distinguió el arte de la tecnología y a ésta de la artesanía. Puede decirse que fundó la primera escuela
alemana de tecnología, que Poppe divulgó, y que J. Karmarsch continuó.19
221
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
20
M. Heidegger, “La pregunta...”, p. 56.
222
Apéndice 1
Cita 9. En la medida en que la división del trabajo reaparece en la fábrica automática, se trata, ante todo, de
la distribución de obreros entre las máquinas especializadas... El grupo articulado de la manufactura es
desplazado por la conexión entre el obrero principal y unos pocos ayudantes. La división esencial es la
que existe entre los obreros que están ocupados efectivamente en las máquinas-herramientas... y los sim-
ples peones de estos obreros mecánicos...–póngase atención a lo siguiente–... junto a estas clases principa-
les figura un personal numéricamente carente de importancia, ocupado en el control de toda la maquinaria
y en su reparación constante, como ingenieros, mecánicos, carpinteros, etcétera. Se trata de una clase
superior de obreros, en parte educada científicamente,* en parte de índole artesanal, al margen del círculo
de los obreros fabriles y sólo agregada a ellos. Esta división es puramente tecnológica.21*
223
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
224
Apéndice 1
La tecnología pone al descubierto el comportamiento activo del hombre con respecto a la naturaleza, el
proceso de producción inmediato de su existencia...
23
De esta forma cobra mayor relevancia la afirmación: “... la dificultad intrínseca para la construcción de
la Historia Crítica de la Tecnología estriba, precisamente, en que la tecnología es el fundamento material
del todo social que se desarrolla, de donde su crítica es la premisa de la crítica global de la sociedad,
incluida la crítica de la economía” [cfr. Jorge Veraza, Carlos Marx y la técnica. Desde la perspectiva de
la vida, revista Crítica de la Economía Política, núms. 22/23 (pp. 49-170), p. 63].
225
APÉNDICE 2
I. Caracterización general
1
K. Marx: Formen die der kapitalistischen produktion Vorhergehen (cfr. Elementos fundamentales para
la crítica de la economía política 1857-1858, México, Siglo XXI, 1971. Véase también en Formaciones
económicas precapitalistas, Siglo XXI (Colección Pasado y Presente), México, 1986).
2
K. Marx: Grundrisse...
227
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
3. El Capítulo del capital. Se analiza “el dinero como capital”, “el proceso de
producción como contenido del capital”, “el proceso de valorización del capi-
tal”, “la plusvalía”, “la desvalorización del capital”, “la acumulación específica
del capital [transformación de plusvalor (rédito) en capital]”, “acumulación
originaria del capital (acumulación real)”, “circulación del capital y circula-
ción del dinero”, “el capital que rinde ganancias. Transformación de la plusvalía
en beneficio”, entre otros elementos fundamentales.
Las Formen constituyen parte del cuerpo argumental del punto 3 anterior co-
rrespondiente al “Capítulo del capital” y de forma específica al análisis crítico de
su génesis: a la “acumulación originaria del capital” (acumulación real). De este
modo, las Formen pueden ser ubicadas grosso modo en esta parte del lugar del
discurso crítico de Marx, lo cual facilitará su comprensión.
El propio Marx caracteriza su trabajo del siguiente modo: se trata de una
exposición “[...] acerca del proceso que precede a la formación de la relación de
capital o a la acumulación originaria”3 (Karl Marx, Grundrisse, p. 433).
3
El subrayado es mío.
4
H. Lefebvre, De lo rural a lo urbano, Lotus Mare, p. 17.
228
Apéndice 2
... nuestro método pone de manifiesto los puntos en que tiene que introducirse el análisis histórico, en los
cuales la economía burguesa como mera forma histórica del proceso de producción apunta más allá de sí
misma a los precedentes modos de producción históricos. Para analizar las leyes de la economía burguesa
no es necesario, pues, escribir la historia real de las relaciones de producción. Pero la correcta concepción
y deducción de las mismas, en cuanto relaciones originadas históricamente conduce siempre a primeras
ecuaciones —como los números empíricos por ejemplo en las ciencias naturales— que apuntan a un
pasado que yace por detrás de este sistema. Tales indicios, conjuntamente con la concepción certera del
presente,* brindan también la clave para la comprensión del pasado; [...] Este análisis correcto lleva
asimismo a los puntos en los cuales [se prefigura] el movimiento naciente al futuro, se insinúa la abolición
de la forma presente de las relaciones de producción.5*
Las condiciones y supuestos del origen, de la génesis del capital, suponen que el capital aún no es, sino
que tan sólo llega a ser; desaparecen, pues, con el capital real, con el capital que pone él mismo, partiendo
de su realidad, las condiciones de su realización.6
... precisamente en cuanto tales supuestos históricos pertenecen al pasado y por tanto a la historia de su
formación, pero de ningún modo a su historia contemporánea, es decir, no pertenecen al sistema real del
modo de producción dominado por el capital.7
229
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
... han quedado a la zaga —nos dice Marx— “como pródromos históricos8 de su devenir, al igual que los
procesos a través de los cuales la Tierra pasó de mar fluente de fuego y vapores a su forma actual, se sitúan
allende su existencia como Tierra.9
Marx parte de los supuestos que nos definen la existencia de capital, éstos son:
• El trabajo asalariado.
• Separación del trabajo libre con respecto a las condiciones objetivas
de su realización (medio de trabajo y material de trabajo).
• Existencia de un mercado de trabajo.
Con base en estos supuestos teóricos, Marx discurre en los momentos lógi-
cos-históricos necesarios que debieron presentarse en el desarrollo de las forma-
ciones económico-sociales.
En el cuerpo argumental del trabajo de las Formen pueden distinguirse tres
grandes partes fundamentales:
8
El subrayado es nuestro.
9
Idem, p. 221.
10
K. Marx, (estudio introductorio de E. Hobsbaum), Formaciones económicas precapitalistas, Siglo XXI
(Colección Pasado y Presente).
230
Apéndice 2
Las formaciones económicas precapitalistas son presentadas por Marx como es-
tadios del desarrollo social (pródromos históricos), cuya determinación está regida
por las formas de relación de posesión de los elementos (categorías) que determinan
la pre-existencia de un capital. Estas categorías son: el trabajo vivo, el material en
bruto, el instrumento de trabajo, los medios de subsistencia y la no-propiedad de la
tierra. La dialéctica histórica de la relación de estos elementos nos muestra, en las
Formen, la dialéctica de la génesis del capital y con ello los lineamientos de la
acumulación capitalista.
Las consideraciones teórico-metodológicas de la génesis del capital y el capital
propiamente dicho son válidas también para el estudio del origen o génesis de la
ciudad capitalista, esto es, la ciudad precapitalista y de la ciudad capitalista pro-
piamente dicha. Estas consideraciones a la vez que fundan un punto de partida
teórico que se devela de la crítica marxista, se orienta y guía con los conceptos y
con el método expresado en la fuente categorial, definiendo los elementos funda-
mentales que dan origen a la ciudad, y los lineamientos para la crítica teórica de la
ciudad capitalista. Las dificultades para lograr dicha finalidad son múltiples, en
primer lugar porque Marx no hizo explícita una teoría de la ciudad ni de su
génesis, y en segundo lugar porque esta no-explicitación implica una labor de
exégesis con un carácter negativo y crítico. Esto significa que por lo menos deben
tenerse nociones del método marxista para vislumbrar el trabajo no realizado.
Para hacer referencia inicial y globalmente a las Formen en torno a la ciudad,
debe decirse que las ciudades “aparecen” o “surgen” no como un fin histórico en
sí mismo, sino como una expresión, como un resultado social-histórico. Este re-
sultado es una consecuencia de un determinado modo de producir no solamente
los medios de subsistencia sino la existencia misma. El producir los medios de
subsistencia encierra un hecho económico-social y es –en efecto como afirma
Marx– este hecho económico-social la primera premisa para hacer historia. En
esta premisa no se desvincula a la ciudad de ningún hecho económico, sino por el
contrario se fundamenta.
231
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
En los pasajes de las Formen en los que Marx hace referencia a la ciudad, la
presenta como algo que aparece, es también un supuesto histórico, pero que es
la expresión de otros supuestos que determinan las relaciones sociales, éstos son
los supuestos económicos. Así puede ser concebido el estudio materialista de la
ciudad, orientado fundamentalmente por los fenómenos económicos, pero en un
análisis global de la ciudad deben incluirse los elementos tanto materiales como
inmateriales, esto se logra al incorporar tanto los elementos de cultura material
como los elementos de cultura inmaterial. Aquí se inserta el estudio de la ciudad
en las consideraciones teóricas en torno a la relación hombre-naturaleza, lo cual
de manera forzosa contempla el momento mediador de carácter instrumental de
esta relación: la tecnología (las fuerzas productivas). Los elementos que incluyen
un análisis más o menos riguroso de la ciudad y su proceso de génesis, contem-
plan los diversos estadios tecnológicos por los cuales pasa determinada forma de
comunidad, las condiciones geológicas, topográficas y geopolíticas que condi-
cionan los diversos grados de desarrollo y unas formas de relación social.
Marx no hace explícita la historia real de la humanidad, sino que devela las
leyes que conducen la existencia del capitalismo e, implícitamente, sus formas de
ciudad y las de su génesis.
En las Formen Marx nos presenta algunas formas de ciudad como expresión
de sus determinaciones económicas y que no tienen un carácter económico sino
político, como en el caso de aquellas ciudades que se forman por reunión y por
mutuo acuerdo, cuyas determinantes son más bien supraestructurales (políticas).
Éstos son finalmente casos excepcionales que “pueden” presentarse, es decir, son
posibilidades o alternativas históricas.
232
Apéndice 2
... es una unidad indiferente de ciudad y campo (en este caso las ciudades verdaderamente grandes deben
ser consideradas meramente como campamento señorial, como excrescencia superimpuesta a la estructura
propiamente económica) (loc. cit., p. 60).
En el mundo antiguo, la ciudad con sus tierras colindantes es el todo económico... La historia antigua
clásica es historia urbana, pero con ciudades basadas sobre la propiedad de la tierra y la agricultura
(loc. cit.).
Claro está que lo que aquí nos define un estadio histórico de la ciudad es la
forma de propiedad en relación directa con la comunidad, o sea, a la existencia
social de la propiedad históricamente dada.
233
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
... La Edad Media (época germana)11 surge de la tierra como sede de la historia [historia], cuyo desarrollo
posterior se convierte luego en una contraposición entre la ciudad y campo... (op. cit., p. 60).
Como resultado de la concentración* en la ciudad la comunidad como tal posee una existencia económi-
ca; la mera existencia de la ciudad como tal es diferente de la mera pluralidad de casas independientes. En
este caso el todo no consiste en sus partes. Es una especie de organismo autónomo (loc. cit.).
Entre los germanos, entre quienes los cabeza de familia se establecen en los bosques, separados por gran-
des distancias, la comunidad solamente existe, considerada sólo externamente, en virtud de cada acto de
reunión de sus miembros, aun cuando su unidad existente en sí [misma] está puesta en la ascendencia, la
lengua, el pasado y la historia comunes, etc. En consecuencia la comunidad aparece como una reunión, no
como una unión, como acuerdo entre sujetos autónomos que son los propietarios de la tierra, no como
unidad. Por ello la comunidad no existe in fact como Estado, como entidad estatal, tal como entre los
antiguos, porque no existe como ciudad* (loc. cit.).
11
El subrayado es nuestro.
234
Apéndice 2
En esta parte vale la pena detenerse a reflexionar en torno al espacio. Sin duda
alguna es fundamental para la consideración de la existencia espacial de la ciu-
dad en tanto que existencia en mayor o menor grado de la propiedad colectiva o
comunitaria de la tierra, o si se quiere, del suelo. Sólo que así, estas denominaciones
son sumamente imprecisas y abstractas por ser demasiado generales, puesto que
en sí mismas usadas como categorías no definen su existencia social. Cabe men-
cionar inicialmente que en el contexto de las Formen, las categorías, la tierra y el
suelo poseen una dualidad, un significado y un significante. El significado es
inseparable de la existencia histórico-social de la propiedad y con ella del régi-
men comunitario que de ahí se establece. En tanto que el significante de ambas
definiciones nos denota el sentido histórico de la propiedad, su tendencia. Cuando
Marx nos habla de la tierra, esta expresión connota la existencia de la comunidad
más o menos rural de la propiedad, y cuando Marx nos habla del suelo entonces
la connotación ahora aparece como propiedad más o menos urbana. No ocurre lo
mismo cuando empleamos la denominación espacio, puesto que ésta en sí misma
tiene un significado y un significante abstracto, filosófico; es una generalización
meramente teórica.
La noción de espacio sólo es útil es su sentido actual del término, pero bajo
ciertas aclaraciones:
235
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
todos sus momentos, incluso en aquellos cuyas abstracciones se vuelven fundamentales para la defini-
ción de lo concreto.
Según M. Heidegger: “El espacio es, esencialmente, lo que ha sido “instalado”, establecido, lo que ha
sido introducido en su límite. Lo que ha sido “instalado” es dotado, siempre, de un sitio (getattet) y de
esta manera estructurado [armado, insertado, ensamblado], es decir, reunido gracias a un lugar...” (M.
Heidegger, “Construir...”, ed. cit., supra, p. 19).
Véase la importancia de la diferenciación entre lugar y espacio y, asimismo, la existencia concreta de
ambos, cuyo ser no es ni uno ni otro en sí mismos, sino el construir en tanto que producir y a la inversa,
el producir en tanto que construir. [En esto reside la clave de la crítica y superación al propio Heidegger].
Puede observarse aún más la reflexión de Heidegger: “El ser de las cosas en tanto que lugares es donde
reside la referencia del lugar y del espacio. Ahí también en el ser de las cosas, en tanto que lugares, reside
la relación de lugar para el hombre que se detiene en él” (idem, p. 20). Así pues, este “detenerse en él” es la
relación fin-medio, esto es, el habitar.
13
La habitación, ni aquí —ni mucho menos en la existencia real— se reduce a la habitación como vivienda
sino que es, más bién, un habitar. “Habitar es —nos dice Heidegger— siempre un morar o residir entre
las cosas. La habitación como cuidado y contemplación preserva el Quatriparti [cielo, tierra, divinidades
y mortales] es aquello en donde los mortales moran: las cosas” (idem, p. 18).
14
Loc. cit., p. 21.
15
Op. cit., p. 15.
236
Apéndice 2
Construcción de viviendas.* De suyo se comprende que, entre los salvajes cada una tiene su propia caver-
na o choza, como los nómadas ocupa cada uno su tienda aparte. Y el desarrollo ulterior de la propiedad
privada viene a hacer aún más necesaria esta economía doméstica separada. Entre los pueblos agrícolas, la
economía doméstica común es tan imposible como el cultivo en común de la tierra. La construcción de
ciudades representó un gran progreso. Sin embargo, en todos los periodos anteriores, la supresión de la
economía aparte inseparable de la abolición de la propiedad privada, resultaba imposible, entre otra cosas
porque no se daban las condiciones materiales para ello. La implantación de una economía doméstica
colectiva, presupone el desarrollo de la maquinaria de la explotación de fuerzas naturales y de muchas
otras fuerzas productivas, por ejemplo de las conducciones de agua, de la iluminación por gas, de la
calefacción a vapor, etc., así como de la supresión [de la contradicción] de la ciudad y el campo. Sin estas
condiciones la economía colectiva no representaría de por sí una nueva fuerza de producción, carecería de
toda base material, descansaría sobre un fundamento puramente teórico; es decir, sería una quimera y se
reduciría, en la práctica, a una economía de tipo conventual. Lo que podía llegar a conseguirse se revela en
la agrupación en ciudades y en la construcción de casas comunes para determinados fines concretos
(prisiones, cuarteles, etc.). Que la supresión de la economía aparte no puede separarse de la supresión
de la familia, es algo evidente por sí mismo. (Nota de Marx y Engels) (La ideología alemana, Ediciones de
Cultura Popular, pp. 29, 30).
La cita anterior nos muestra un supuesto fundamental para el habitar del hom-
bre en su desarrollo histórico, esto es la construcción de viviendas. Condición
indispensable de toda época histórica y –como ya vimos– de todo producir en
tanto que construir en el amplio sentido del término. Lo anterior es una síntesis
densificada, condensada no sólo del resguardo, o la morada del hombre indivi-
dual como propietario particular, sino expresa la particularidad de la propiedad
en relación con su existencia social y la función que en ella representa dicha
socialidad en la creación de ciudades como concentración de viviendas y activi-
dades económico-políticas que definen y determinan la existencia rural y urbana
así como su contradicción. Deberá observarse la relación de fin a medio de todo
habitar como objeto del construir.
* El subrayado es nuestro.
237
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
La propiedad tribal presupone la existencia de una gran masa de tierra sin cultivar, la división del trabajo se
halla todavía muy poco desarrollada y no es más que la extensión de la división natural del trabajo existen-
te en el seno familiar.17
Aquí ya nos debimos percatar de que la ciudad, desarrollada como tal, aún no
existe, sino que se trata de la existencia comunitaria de vida y habitación in-
diferentemente rural y urbana. La contradicción propiamente dicha entre ciudad y
campo aún no se presenta.
238
Apéndice 2
Donde se da ya separación de los miembros de la comunidad como propietarios privados con respecto a
sí mismos como comunidad urbana* y como propietario de territorio urbano*, se hacen presentes tam-
bién condiciones a través de las cuales el individuo puede perder su propiedad, es decir, se da la doble
relación que lo hace ciudadano de igual nivel, miembro de la entidad comunitaria, y lo hace propietario.18
239
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
y los de la vida rural, y, dentro de las mismas ciudades, con la contradicción entre
industria y comercio marítimo. La relación de clases entre ciudadanos y esclavos
ha adquirido ya su pleno desarrollo” (La ideología, pp. 21, 22).
En el pasaje anterior tiene –además– particular importancia la “contradicción
entre estados”, pero más aún porque “representan de una y otra parte los intereses
de la vida urbana y los de la vida rural”. ¿Cuál es su significación? ¿Acaso existían
“estados urbanos” y “estados rurales”? ¿Acaso la existencia misma del “estado”
no presupone la existencia de vida y actividad urbanas? En relación con el desa-
rrollo histórico anterior, podríamos pensar que se trata más bien de una alusión al
desarrollo desigual de los pueblos debido al “desarrollo desigual y combinado”
en tanto que estados más o menos apegados a la “tierra” y por tanto a la “vida
rural”.
19
Cfr., ed. cit., pp. 78-96.
240
Apéndice 2
Así como la antigüedad partía de la ciudad y de su pequeña demarcación, la Edad Media tenía como punto
de partida el campo. Este punto de arranque* distinto hallábase condicionado por la población con que se
encontró la Edad Media: una población escasa, diseminada en grandes áreas y a la que los conquistadores
no aportaron gran incremento.20
Los últimos siglos del Imperio Romano decadente y la conquista por los propios bárbaros destruyeron una
gran cantidad de fuerzas productivas; la agricultura veíase postrada, la industria languideció por falta de
mercados, el comercio cayó en el sopor o se vio violentamente interrumpido y la población urbana decreció.
Estos factores preexistentes y el modo de organización de la conquista por ellos condicionado hicieron
que se desarrollara, bajo la influencia de la estructura del ejército germánico, la propiedad feudal.21
241
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
La necesidad* de asociarse para hacer frente a la nobleza rapaz asociada; la exigencia de disponer de lugares
de venta comunes en una época cuando el industrial era al propio tiempo comerciante: la creciente compe-
tencia de los siervos que huían de la gleba y afluían en tropel a las ciudades prósperas y florecientes, y la
organización feudal de todo el país hicieron surgir los pequeños capitales* de los artesanos sueltos, reuni-
dos poco a poco por el ahorro, y la estabilidad del número de éstos en medio de una creciente población
hicieron que se desarrollara la relación entre oficiales y aprendices, engendrando en las ciudades una
jerarquía semejante a la que imperaba en el campo.23
Obsérvese aquí la imagen presentada por Marx de la Edad Media y las formas
de propiedad feudal en la que aparecen los hilos estructurales de la totalidad, que
nos son útiles para comprender el tejido urbano y rural que nos interesa –particu-
larmente– para comprender la existencia sustancial y fundamental de las ciuda-
des feudales medievales. Otro esfuerzo aún se necesitaría para articular la estructura
económico-social y su existencia física. Pero aquí las bases están echadas.
Terminaremos este pasaje con una precisión de Marx respecto de la relación y
articulación de ambas formas generales de propiedad feudal.
Por tanto —nos dice Marx concluyendo esta caracterización general—, la época feudal, la forma funda-
mental de la propiedad era la de la propiedad territorial con el trabajo de los siervos a ella vinculados, de
una parte, y de otra el trabajo propio con un pequeño capital que dominaba el trabajo de los oficiales de los
gremios. La estructuración de ambos factores hallábase determinada por las condiciones limitadas de la
producción, por el escaso y rudimentario cultivo de la tierra y por la industria artesanal. La división del
trabajo se desarrolló muy poco, en el periodo floreciente del feudalismo. Todo país llevaba en su entraña
la contradicción entre la ciudad y el campo;* es cierto que la estructuración de los estamentos se hallaba
muy ramificada y patente, pero fuera de la separación entre príncipes, nobleza, clero y campesinos, en el
campo,* y maestros, oficiales y aprendices, y muy pronto la plebe de los jornaleros, en la ciudad,* no
encontramos ninguna otra división importante.24
Aparece aquí una clarificación que es a la vez fuente fundamental para cualquier
estudio –“sociológico”, “antropológico”, “económico”, e incluso “arquitectónico”,
23
Op. cit., p. 24. *El subrayado es nuestro. La importancia de la categoría necesidad no surge solamente de
la voluntad de la comunidad social, sino que es una consecuencia social histórica.
24
Idem, pp. 24, 25. *El subrayado es nuestro.
242
Apéndice 2
Si un supuesto del trabajo asalariado y una de las condiciones históricas del capital es el trabajo libre y
el cambio de este trabajo libre por dinero a fin de reproducir y valorizar el dinero, a fin de ser consumido
por el dinero como valor de uso para el dinero, del mismo modo otro supuesto es la separación del trabajo
libre con respecto a las condiciones objetivas de su realización —con respecto al medio de trabajo y al
material de trabajo...25
243
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
e) Separación del trabajo libre con respecto a las condiciones objetivas (me-
dio de trabajo y material de trabajo) de su realización [esto es, abolición
(histórica) de las formaciones económicas precapitalistas].
Lo que nos interesa aquí en primer lugar es esto: el proceso de disolución que transforma a una masa de
individuos de una nación, etc., en trabajadores asalariados [dinámei] (en individuos obligados al trabajo
26
En torno a esto nos dice Marx: “Se trabaja primero a partir de un cierto fundamento —primero natural,
luego supuesto histórico—. Pero luego este fundamento o supuesto mismo es eliminado o puesto como
un presupuesto que ha de desaparecer y que se ha vuelto demasiado estrecho para el despliegue de la
masa humana en progreso” (op. cit., p. 76).
244
Apéndice 2
y a la venta de trabajo sólo a través de su carencia de propiedad), supone, por el otro lado, no que las
fuentes de ingreso y, en parte, las condiciones de propiedad de estos individuos existentes hasta ese mo-
mento han desaparecido, sino, a la inversa, pues sólo su utilización ha cambiado, que la índole de su
existencia se ha transformado, que han pasado a otras manos como fondo libre o también que han quedado
en parte en las mismas manos.27
... tiene como presupuesto el predominio por parte de la otra forma: por consiguiente, en todas estas
formas predominan las contribuciones en especie y los servicios en especie sobre los pagos en dinero y las
prestaciones en dinero.28
Puede notarse el papel que juega el dinero en la forma originaria del capital
y cuya existencia pertenece a la “prehistoria” de la economía burguesa. A ello
hace referencia Marx de la manera siguiente:
La forma originaria de capital no ocurre, como se piensa, porque el capital acumula medios de subsisten-
cia e instrumentos de trabajo y materias primas o, en suma, porque acumule las condiciones objetivas de
la producción separada del suelo y ya fundidas con el trabajo humano. El capital no crea las condiciones
objetivas del trabajo. Sino que su formación originaria ocurre simplemente en tanto, a través del proceso
histórico de disolución del antiguo modo de producción, el valor existente como patrimonio-dinero ad-
quiere, por un lado, la capacidad de comprar las condiciones objetivas del trabajo, por el otro, la de
cambiarles a los trabajadores liberados el trabajo vivo por dinero.29
Lo citado antes implica ya una actividad productiva más activa y más desa-
rrollada como consecuencia del desarrollo de las fuerzas productivas y asimismo
del comercio. Este gran periodo se venía gestando a lo largo de la Edad Media, de
forma paulatina hasta ocurrir los cambios que más adelante marcarían las pecu-
liaridades de su época histórica: el predominio del valor de cambio sobre el valor
de uso impone el flujo e intercambio de mercancías, así como de las actividades
27
Op. cit., p. 83.
28
Idem, p. 86.
29
Idem, p. 89.
245
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
Esta acción del dinero –en el desarrollo del valor de cambio– sólo era posible bajo el supuesto de la actividad
artesanal urbana, la cual no estaba basada sobre el capital y el trabajo asalariado, sino sobre la organiza-
ción del trabajo en corporaciones, etc.30
La única acumulación presupuesta en la génesis del capital es la del patrimonio dinero, que considerado
en y por sí mismo es enteramente improductivo, en tanto sólo surge la circulación y sólo a ella pertenece.
El capital forma rápidamente un mercado interno a través de la aniquilación de toda la industria campesina
accesoria y así hila y teje para todos, a todos viste, etc., en suma otorga la forma de valores de cambio a
todas las mercancías antes creadas como valores de uso inmediato, un proceso que se deriva por sí mismo
de la separación de los trabajadores con respecto al suelo y a la propiedad (aun cuando sea la forma servil) de
las condiciones de producción.31
246
Apéndice 2
Nada más estúpido entonces —enfatiza Marx— que concebir esta formación originaria del capital como
si éste hubiera acumulado y creado las condiciones objetivas de la producción —medios de subsistencia,
material en bruto, instrumentos— y las hubiera brindado a los trabajadores despojados de ellas. Más bien,
el patrimonio-dinero ayudó en parte a despojar de estas condiciones a las fuerzas de trabajo de los indivi-
duos capaces de trabajar y en parte de este proceso avanzó sin él. Una vez que esta formación originaria
hubo alcanzado un cierto nivel, el patrimonio-dinero pudo colocarse como intermediario entre las condi-
ciones objetivas de la vida así liberadas y las fuerzas de trabajo vivas, liberadas, pero también aisladas y
vacantes y pudo comprar así la una con las otras.32
Bajo este mismo contexto teórico del “epílogo” de las Formen, Marx no olvida
ni deja de lado la existencia humana de las personalidades que intervienen en el
proceso de generación de capital; aquí radica la potencialidad del discurso crítico
marxiano en torno a la esencialidad de las formas de existencia de capital. Veamos
finalmente una de las conclusiones fundamentales de Marx:
247
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
de esto por completo. En cuanto en este proceso el trabajo objetivado es puesto al mismo tiempo como no-
objetividad del trabajador, como objetividad de una subjetividad contrapuesta al trabajador, como propiedad
de una voluntad ajena a él, el capital es al mismo tiempo necesariamente el capitalista y la idea de algunos
socialistas de que necesitamos el capital, pero no los capitalistas, es enteramente falsa. En el concepto del
capital está puesto que las condiciones objetivas del trabajo —y éstas son el propio producto del capital—
asumen frente a éste una personalidad o, lo que es lo mismo, que sean puestas como propiedad de una
personalidad ajena. En el concepto del capital está contenido el capitalista.34
Conclusión
Para terminar recurriremos a los “lugares” del discurso de Marx donde bordea de ma-
nera explícita la cercanía de un intento de definición general de la ciudad (donde,
ante todo, su preocupación principal parece ser el análisis del surgimiento de la
“contraposición” entre la ciudad y el campo como totalidad y no la visión parcelaria
de la ciudad –visión que en su unilateralidad deja de ser dialéctica–). Estos luga-
res discursivos pertenecen a La ideología, y específicamente al apartado titulado
“Intercambio y fuerza productiva”. Aquí Marx alude implícita o explícitamente a
todos los elementos de las Formen hasta aquí identificados. Bajo la definición
anterior de todos ellos la imagen del concepto de ciudad quedará ya desplegada.
Nos dice Marx:
34
Idem, p. 94.
248
Apéndice 2
1. Concentración de población.
2. Concentración de los instrumentos de producción.
3. Concentración del capital.
4. Concentración del disfrute.
5. Concentración de las necesidades.
Los elementos anteriores son complementados con otros que de ninguna ma-
nera son menos importantes y los cuales Marx hace explícitos.
Con la ciudad aparece, al mismo tiempo, la necesidad de la administración, de la policía, de los impuestos,
etc., en una palabra, del régimen colectivo y, por tanto, de la política en general” (idem, p. 55).
La contraposición entre ciudad y campo sólo puede darse dentro de la propiedad privada...
La separación de la ciudad y el campo puede concebirse también como la separación del capital y la
propiedad sobre la tierra, como el comienzo de una existencia y de un desarrollo del capital independien-
tes de la propiedad territorial, de una propiedad basada solamente en el trabajo y en el intercambio” (idem,
p. 56).
Por lo anterior, puede también entenderse por “ciudad” a la negación del campo
o, en otros términos, negación de propiedad territorial:
7. No-propiedad territorial.
y, por tanto:
Al constituirse el cambio de una clase especial y al extenderse el comercio, por medio de los mercaderes,
hasta más allá de la periferia inmediata de la ciudad, se opera inmediatamente una acción recíproca entre
la producción y el intercambio. Las ciudades se relacionan unas con otras, de una ciudad a otra se llevan
nuevos instrumentos de trabajo, y la separación entre la producción y el intercambio no tarda en provocar
una nueva división de la producción entre las distintas ciudades, y pronto vemos cómo cada una de ellas
tiende a explotar, predominantemente, una rama industrial. La limitación inicial a una determinada loca-
lidad comienza a desaparecer, poco a poco (idem, pp. 60, 61).
Y por último, habrá que considerar otro elemento que cae en el dominio de la
superestructura y la cultura inmaterial:
Al entrar en contacto unas ciudades con otras, estas condiciones comunes se desarrollaron hasta conver-
tirse en condiciones de clase. Idénticas condiciones, idénticas antítesis, e idénticos intereses tenían nece-
sariamente que provocar en todas partes, muy a grandes rasgos, idénticas costumbres” (idem, p. 60).
250
Apéndice 2
251
RECOMENDACIONES
253
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
254
BIBLIOGRAFÍA
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Bibliografía
257
La ciudad: pensamiento crítico y teoría
258
Bibliografía
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ÍNDICE DE ILUSTRACIONES
261
Impreso en los Talleres Gráficos de la
Dirección de Publicaciones del
Instituto Politécnico Nacional
Tresguerras 27, Centro Histórico, México, DF
Enero de 2005. Edición: 1000 ejemplares