Está en la página 1de 4

EL ESPAÑOL DE AMÉRICA

I. Subraya en el texto siguiente las palabras que reflejan vacilaciones fonéticas vocálicas:
Aunque semos amigos, no te voy a pidir que hagas una injusticia. Tendré toda la pasensia del
mundo y voy a esperar, p`s, los trenta días; pero cuando recoja el mais, agarro el caballo y me voy al
pueblo, a cabildar.

II. Indica las marcas de pluralidad nominal en el siguiente texto dominicano:


La mujere sirvieron lo cafese. Hasía par de año que no lo veían, porque se lo llevaron a un
hospital de enfermo mentale. El grupo de loh presente no dijeron ná cuando él aparesió; no querían
buhcarse problema.

III. Escribe las posibles formas plurales de los siguientes sustantivos en regiones
caribeñas:
- ají
- café
- sofá
- pie
- gallina
- té

IV. Identifica los tipos de voseo en:


- vos cantás, vos partís
- vos cantas, vos tienes
- tú partís, tú tenés

V. En la serie que aparece a continuación, reconoce y escribe:


- las palabras antillanas
- las nahuas
- las quechuas
- las de otras procedencias, identificando el origen

gaucho
areito
güipil
mate
ojota
cayo
manatí
guayaba
coca
tapera
loro
hamaca
cóndor
china
chaquira
chicha
macana
butaca
maíz
pulque
cancha
caoba
maní
jaguar
1
cenote
tapir
caimán
molcajete
chocolate
pampa
henequén
huracán
chile
cacique
cacahuate
choclo
barbacoa
sabana
carey
guacal

VI. Identifica el cambio semántico de las siguientes palabras patrimoniales en el español


de América:
- estancia
- pampanilla
- rancho
- piña
- alzarse
- cuadra
- flete
- botar
- guindar
- maroma
- antojitos

VII. Identifica las fórmulas de adopción de indigenismos presentes en los siguientes


textos cronísticos:
- “En esta isla (la Española) ningún animal de cuatro pies había, sino dos maneras de animales
muy pequeños, que se llaman hutía y curí, que son a manera de conejos”. (Oviedo, Sumario).
- “… estrújanlo en un cibucán, que es una manera de talega, de diez o más de luengo, y gruesa
como la pierna, que los indios hacen de palmas, como estera tejido …” (Oviedo, Sumario).
- “Pero la del zumo que mata es en las islas donde ha acaecido estar algún cacique o principal”.
(Oviedo, Sumario).
- “… y porque no se pase de la memoria qué cosa es aquella chicha o vino que beben, y cómo se
hace …” (Oviedo, Sumario).
- “Asimismo, cuando el demonio los quiere espantar, promételes el huracán, que quiere decir
tempestad”. (Oviedo, Sumario).
- “… escriviéndoselo en un pedazo de cuero de venado, que era el papel que entonces se usaba, y
la tinta era hecha del betún que llaman bixa, que era colorada”. (Aguado, Sta. Marta, I)

VIII. Comenta la importancia de este texto como testimonio de un hecho decisivo en la


composición del léxico indígena adoptado por el español:
“En todas las provincias del Perú había señores principales, que llamaban en su lengua curacas
que es lo mismo que en las Islas solían llamar caciques; porque los españoles que fueron a
conquistar el Perú, como en todas las palabras y cosas generales y más comunes iban mostrados de
los nombres en que las llamaban en las islas de Santo Domingo y San Juan y Cuba […], donde
habían vivido, y ellos no sabían los nombres en la lengua del Perú, nombrábanlas con los vocablos
que de tales cosas traían aprendidos, y esto se ha conservado de tal manera, que los mismos indios
del Perú […] nombran estas cosas generales por los vocablos que han oído de ellos [los españoles],
como al cacique, que ellos [los quechuas] llaman curaca, nunca le nombran sino cacicua; y aquel su
2
pan […] le llaman, maíz, con nombrarse en su lengua zara […] y así de otras muchas cosas”.
(Agustín de Zárate, Historia del Descubrimiento y Conquista del Perú, Libro I, cap. 10).

IX. Identifica los americanismos en los siguientes textos: indigenismos y adaptaciones


patrimoniales:
1.“Una casa grande de bahareque y tejas […]; al fondo, la cocina y unas piezas destinadas a almacenar
las yucas, topochos y frijoles que producían los conucos para el consumo del personal; a la derecha, el
caney sillero y los que servían de dormitorios de la peonada, y, entre éstos y aquél, la tasajera, donde se
secaba al aire y al sol, pasto de las moscas, la carne salada”. (Rómulo Gallegos, Dona Bárbara)

2.
- “¿Por qué se esconden ustedes? – interrogó Demetrio a los prisioneros.
- No nos escondemos, mi jefe; seguimos nuestra vereda”. (Mariano Azuela, Los de Abajo)

3. “- Pero cómo – dijo el sargento -. ¿Usted no quiere venir con nosotros, don Adrián? Son más de
tres semanas, se sacará su buena platita”. (Mario Vargas Llosa, La casa verde)

4. “Los bebedores de chilate acababan con el guacal en que bebían como si lo fueran a poner de
máscara, para saborear así hasta el último poquito de puzunque salobre. En tazas de bola servía el
atol […].
[…] se levantó de la pila de ropas en que estaba sentada, usaba muchas naguas y muchos fustanes
[…]
Batido en jícaras que no se podrían tener en los dedos, tan quemante era el líquido oloroso a pinol
que contenían, agua con rosicler en vasos ordinarios, café en pocillo, chicha en batidor, aguardiente a
guacalazos mantenían libres los gaznates para la conversación periquera y la comida”. (Miguel Ángel
Asturias, Hombres de maíz)

X. Indica las características gramaticales y léxicas de los siguientes fragmentos:


1.
- ... Una tarde el malacara relinchó. Los soldados entraron y se quisieron llevar a los dos. Papá se
rebotó y entonces lo balearon y se lo llevaron al parejero. Todavía me acuerdo de mamá
lamentándose sobre el cadáver y retando a los soldados. Papá tenía los ojos abiertos. Miraba
hacia afuera. Yo pensé que estaba mirando cómo el sargento hacía tornear a su malacara
mientras lo llevaba, sin poder decir nada. Pero ya estaba muerto y las moscas se estaban
juntando sobre su sangre en el suelo.
- Si hubiera sido liberal, Juandé, por lo menos no le hubieran matado.
- No. Luchí. No hay liberal ni colorado. Hay paquete y descalzo solamente. Los que están arriba y
los que están abajo. Eso no más es lo que hay... – el pecho lampiño se agitaba bajo la blusa
desgarrada.
- ¡Y que vamos a remediar nosotros! – farfulló la voz bajo la gorra.
- Te an un máuser y de ordenan: ¡meta bala! Y hay que meter bala contra los contrarios del
gobierno. Aunque sea contra tu propio padre.
- Para eso estamos en el ejértico, vyro...
- Sí, orden es orden. Y uno no es más que un conscripto... – los ojos pardos del muchacho se
fijaron animándose un poco en el compañero amodorrado; después de una pausa, entre
confidencial y receloso, agregó -: Te voy a contar una cosa, Luchí ...
- ¿Qué?
- Yo metí bala en el estero ...- dijo deñalando con un gesto el opaco resplandor que bailoteaba
entre cortaderas -. Metí bala, sí, pero no contra ellos.
El otro se incorporó pestañeando.
- ¿Contra quién entonces?
- Disparé todos los tiros hacia arriba. Nadie se dio cuenta.
- Pero ... – no encontraba palabras para su extrañera, entre furibundo y asustado -. ¿Por qué ...
hiciste eso?
- Maliciaba no más que de repente iba a aparecer papá en su malacara, de cualquier parte. Me
arrastré entre los karaguatá para no verlo. Sabía que si abría los ojos lo iba a ver mirándome con
3
sus ojos de muerto y el pecho lleno de sangre. Por eso tiraba con la tropetilla del mosquetón bien
alta, para no acertarle ...
- ¡Pero vos estás loco, Juandé! – bufó el otro -. ¡Si llega a saber eso el capí no te va a perdona!
- Podés contarle si querés. Ya no me importa ...
- Yo no le voy a contar. ¿Y si te hubiera visto? Después de todo, era un asunto de matar o morir.
Los montoneros pudieron matarte.
- ¿Pero por qué vinomos a matarlos nosotros? Somos descalzos como ellos ...
- Ahora no – le interrumpió Luchí -. Llevamos los reyunos del ejército ...
Juandé se quedó mirando la centelleante lejanía, sin encontrar dónde descansar los ojos. (A. Roa
Bastos, Hijo de hombre)

2. Oliveira se quedó mirándolo como si Traveler fuera un panda gigante.


- Por fin – dijo -. Se destapó la olla. Ahí abajo la Maga está pensando lo mismo. Y yo creía que a
pesat de todo me conocían un poco.
- No es la Maga – dijo Traveler -. Sabés perfectamente que no es la Maga.
- No es la Maga – dijo Oliveira -. Sé perfectamente que no es la Maga. Y vos sos el abanderado, el
heraldo de la rendición, de la vuelta a casa y al orden. Me empezás a dar pena, viejo.
- Olvidate de mí – dijo Traveler, amargo -. Lo que quiero es que me des tu palabra de que no vas a
hacer esa idiotez.
- Fijate que si me tiro – dijo Oliveira - , voy a caer justo en el Cielo.
- Pasate de este lado, Horacio, y dejame hablar con Ovejero. Yo puedo arreglar las cosas, mañana
nadie se va a acordar de esto.
- Lo aprendió en el manual de psiquiatría – dijo Oliveira, casi admirado -. Es un alumno de gran
retentiva.
- Escuchá – dijo Traveler -. Si no me dejás asomarme a la ventana voy a tener que abrirles la puerta
y va a ser peor.

3.
Martiniana. – (Desde adentro izquierda). ¡Ave María Prurísima! (Con otro tono) ¡Sin pecado
concebida! ¡Apiate no más, Martiniana, y pasá adelante! (Apareciendo.) ¡Jesús, qué recibimiento!
¡Ni que juera el rey de Francia! ... ¡Ay, cólo vienen todos! ... (Saludando) ¡Reverencias” ¡Quédense
sentaos no más! ¡Los perdono!
Rudecinda. - ¡Ay, comadre!, ¡Cómo le va! ¡La conocí en la voz!
Martiniana. – Dejuramente; porque ni me había visto ... Creí mensamente que el rancho se hubiera
vuelto tapera ...

4.
Robustiana. -¡Ché, Prudencia! ¿Querés seguir pisando esta mazamorra? Me canso mucho. Yo haría
otra cosa cualquiera.
Prudencia. – Pisala vos con toda tu alma. Tengo que acabar esta pollera.
Robustiana. - ¡Que sos mala! Llamala a mama entonces o a Rudecinda.
Prudencia. – (Volviéndose, a voces). - ¡Mama! ... ¡Rudecinda! Venga a servir a la señorita de la casa,
y tráiganla un trono para que esté a gusto.

También podría gustarte