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I. Subraya en el texto siguiente las palabras que reflejan vacilaciones fonéticas vocálicas:
Aunque semos amigos, no te voy a pidir que hagas una injusticia. Tendré toda la pasensia del
mundo y voy a esperar, p`s, los trenta días; pero cuando recoja el mais, agarro el caballo y me voy al
pueblo, a cabildar.
III. Escribe las posibles formas plurales de los siguientes sustantivos en regiones
caribeñas:
- ají
- café
- sofá
- pie
- gallina
- té
gaucho
areito
güipil
mate
ojota
cayo
manatí
guayaba
coca
tapera
loro
hamaca
cóndor
china
chaquira
chicha
macana
butaca
maíz
pulque
cancha
caoba
maní
jaguar
1
cenote
tapir
caimán
molcajete
chocolate
pampa
henequén
huracán
chile
cacique
cacahuate
choclo
barbacoa
sabana
carey
guacal
2.
- “¿Por qué se esconden ustedes? – interrogó Demetrio a los prisioneros.
- No nos escondemos, mi jefe; seguimos nuestra vereda”. (Mariano Azuela, Los de Abajo)
3. “- Pero cómo – dijo el sargento -. ¿Usted no quiere venir con nosotros, don Adrián? Son más de
tres semanas, se sacará su buena platita”. (Mario Vargas Llosa, La casa verde)
4. “Los bebedores de chilate acababan con el guacal en que bebían como si lo fueran a poner de
máscara, para saborear así hasta el último poquito de puzunque salobre. En tazas de bola servía el
atol […].
[…] se levantó de la pila de ropas en que estaba sentada, usaba muchas naguas y muchos fustanes
[…]
Batido en jícaras que no se podrían tener en los dedos, tan quemante era el líquido oloroso a pinol
que contenían, agua con rosicler en vasos ordinarios, café en pocillo, chicha en batidor, aguardiente a
guacalazos mantenían libres los gaznates para la conversación periquera y la comida”. (Miguel Ángel
Asturias, Hombres de maíz)
3.
Martiniana. – (Desde adentro izquierda). ¡Ave María Prurísima! (Con otro tono) ¡Sin pecado
concebida! ¡Apiate no más, Martiniana, y pasá adelante! (Apareciendo.) ¡Jesús, qué recibimiento!
¡Ni que juera el rey de Francia! ... ¡Ay, cólo vienen todos! ... (Saludando) ¡Reverencias” ¡Quédense
sentaos no más! ¡Los perdono!
Rudecinda. - ¡Ay, comadre!, ¡Cómo le va! ¡La conocí en la voz!
Martiniana. – Dejuramente; porque ni me había visto ... Creí mensamente que el rancho se hubiera
vuelto tapera ...
4.
Robustiana. -¡Ché, Prudencia! ¿Querés seguir pisando esta mazamorra? Me canso mucho. Yo haría
otra cosa cualquiera.
Prudencia. – Pisala vos con toda tu alma. Tengo que acabar esta pollera.
Robustiana. - ¡Que sos mala! Llamala a mama entonces o a Rudecinda.
Prudencia. – (Volviéndose, a voces). - ¡Mama! ... ¡Rudecinda! Venga a servir a la señorita de la casa,
y tráiganla un trono para que esté a gusto.