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Unidad 1: Conociendo la Historia de Chile

Contenido: Introducción al estudio de la Historia


Autor: Joan Pages, I SEMINARIO DE DIDACTICA DE LA HISTORIA, 1999. Instituto de Historia Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso

TEXTO

¿Por qué la enseñanza de la historia es uno de los temas educativos que más revuelo causa en los medios?
¿Qué luchas de poder esconden los diseños curriculares de historia?
¿Cómo partir de problemas sociales actuales para enseñar historia?

La historia escolar es, desde sus orígenes, un plato cocinado por los gobiernos para socializar a la
juventud y formar su identidad y conciencia nacional. Ha sido siempre así, y sigue siéndolo, en prácticamente
todos los países del mundo. Sin embargo, las intenciones de quienes consideraron que la historia sagrada,
primero, y la historia patria, después, eran altamente educativas para las nuevas generaciones se han ido al traste
con la evolución experimentada por los medios de comunicación y con el conjunto de las sociedades
mediatizadas.

Hoy, la socialización de las nuevas generaciones es un proceso mucho más complejo en el que
intervienen más variables que antaño, algunas de las cuales –quizás las más importantes- se escapan del control
al que las administraciones educativas, y los partidos e ideologías que están detrás, no cejan en su empeño de
seguir utilizando el conocimiento histórico escolar para educar las conciencias de las nuevas generaciones en los
valores más conservadores.

Con poco éxito, desde luego, aunque en el camino siembren la duda sobre aquello que conviene que
las nuevas generaciones sepan de su pasado y puedan utilizar para construir su futuro. Entre tanto, la enseñanza
de la historia en la educación obligatoria sigue creando problemas e insatisfacciones entre quienes la enseñan y
entre quienes la aprenden. Los primeros, porque no consiguen generar aprendizajes en su alumnado.

Los segundos, porque no ven ningún valor en su aprendizaje y consideran su estudio como una
pérdida de tiempo. Quienes nos dedicamos a la didáctica de la historia y de las ciencias sociales tenemos el
compromiso profesional y ético de estudiar la situación y proponer alternativas para su mejora. ¿Cuál es la
naturaleza de este problema?, ¿Cuáles son sus causas?, ¿Qué soluciones se proponen al mismo?

Problemas de la enseñanza de la historia

Los problemas de la enseñanza de la historia hay que situarlos dentro de la concepción curricular aún
dominante en la actualidad. Es sabido que el actual curriculum centrado en las disciplinas es un legado que data
de principios del siglo XX, una época en la que los estudiantes de la clase obrera empezaban a aprovechar las
oportunidades que les brindaba la educación secundaria. Las asignaturas que fueron concebidas, en buena

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medida, para servir a los intereses de las clases media y alta terminaron por ser consideradas como la definición
válida del curriculum de secundaria para todo el conjunto de alumnos.

En este sentido, el actual curriculum natural es, en muchos aspectos, un curriculum históricamente
específico que no satisface las necesidades de todos los estudiantes” (Hargreaves et. al., 1996, pp. 143-144).

La defensa, encarnizada en la mayor parte de las veces, de la concepción de la enseñanza de la historia


que está presente en este tipo de currículos sólo se entiende, y se puede combatir, contextualizando
históricamente las intenciones educativas de sus promotores.

Efectivamente, durante el reciente período de gobiernos de derecha en Europa y los Estados Unidos, se
asistió a un curioso fenómeno: la defensa de la presencia de más historias en los currículos por parte de dichos
gobiernos que los modificaron según sus intereses de clase ¿Por qué la derecha europea y americana estaba
interesada en fortalecer la enseñanza de la historia en el currículum de la educación obligatoria? Sin duda,
porque sigue pensando que es un instrumento de gran utilidad para adormecer las conciencias de los niños y la
juventud.

Los hechos y los personajes objeto de estudio se presentan como elementos naturales que han servido
para engrandecer ala patria, pero que, por lo general, tienen poca relación con el común de los mortales. Por
ello, lo que el alumnado estudia tiene poco significado para sus vidas y para sus problemas. Es algo lejano, que
sólo sucede en la escuela y que no se relaciona ni con la vida ni con las personas.

Deiana (1997), profesor de historia de un liceo italiano, considera que la historia que se hace en las
escuelas es aún hoy una espesa historia de museo, que no tiene presente ni futuro(...); útil para aprobar los
exámenes, pero incapaz de hacer madurar la idea que un joven tiene del mundo. El mundo real contemporáneo,
vivido, es paradójicamente extranjero y queda fuera de un conocimiento histórico fuerte (en la forma del
presente como historia)... Deiana 1997:28). Una opinión parecida es sostenida por Bevilacqua (1997) quien
valora la historia que aparece en los textos escolares como un mundo mudo, que no propone a la juventud ni
preguntas ni interrogantes acerca de su mundo, ni acerca de sus inquietudes.

¿Por qué la derecha pretende convertir la enseñanza de la historia en una especie de droga blanda para
la juventud?. Apple, al analizar la política educativa de reaginismo y del tacherismo señaló algunas de las
claves.

La ofensiva de la derecha para que la historia tenga más presencia en el curriculum social se enmarca
en el intento de crear una auténtica ideología orgánica a fin que toda la sociedad participe de una misma
voluntad popular social.

En definitiva se trata, como señalan en un trabajo reciente Black y Macraid (1997) de afirmar el
predominio de la ideología política de derecha por encima del conocimiento histórico y de su potencial valor
educativo, transformador. Para estos autores, los frecuentes debates producidos en relación con el contenido del
curriculum de historia indican la naturaleza ideológica del problema y su importancia como instrumento al
servicio de la política. Y señalan que las pasiones que levantan estos debates no se producen en otras disciplinas
escolares.

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Este peculiar interés de los políticos por la historia escolar ha tenido y tiene repercusiones en el estado
en que se encuentra su enseñanza.

El valor educativo del aprendizaje de la historia

Sin duda, la enseñanza de la historia preocupa, en todo el mundo, a quienes seguimos creyendo en su
valor educativo en la necesidad de formar a las jóvenes generaciones para que, ubicándose en su mundo y en
sus orígenes, sean los auténticos protagonistas de la construcción del futuro.

Ahora bien, ¿cuál es hoy el valor educativo de la enseñanza de la historia? ¿Para qué queremos que
utilicen los niños y los jóvenes el saber histórico?¿Cuál puede ser su valor ante los retos del siglo XXI? Como
es sabido, la historia es el pasado y la interpretación de ese pasado. Los conocimientos históricos son el
resultado de la reflexión que cada generación ha hecho sobre sus orígenes con el intento de comprender como su
presente está condicionado por ellos. Pero son también unos conocimientos para situarse en el presente y poder
prever como las decisiones que se toman en él pueden prefigurar el futuro.
Permiten a las personas y a las sociedades proyectarse hacia lo que ha de venir, hacia lo que puede
ser.

Son muchas las voces que reclaman una relación más estrecha entre el pasado el presente y el futuro.
Evans (1990), por ejemplo, propone una enseñanza de la historia centrada en la reflexión crítica de la sociedad
que pueda contribuir a su transformación hacia mayores niveles de democratización y de justicia social.

En su opinión, la enseñanza de la historia ha de ser una reflexión sobre los problemas sociales del
pasado y del presente y ha de ir dirigida a la educación para la acción social.

Otro de los autores citados, Deiana (1997), propone una renovación de la enseñanza de la historia
basada en once tesis:

Aspectos centrales en la enseñanza de la Historia.

1. La renovación de la educación histórica exige una nueva relación entre enseñantes y


estudiantes y una estrecha conexión entre enseñar y aprender, para afrontar con mayor
eficacia los problemas de la historia y de la didáctica de la historia.

2. Mirar al presente buscando las raíces en el pasado, para proyectar el futuro.

3. La historia de nuestro siglo ha de estar en el centro del curriculum: los tiempos están
maduros para tener una visión global, sintética y problemática del siglo XX.

4. La historia sin epistemología es ciega. Hay que concebirla como ciencia social histórica;
un saber objetivo, científico para conocer racionalmente.

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5. Ni historia nacionalista, ni historia eurocéntrica, sino historia mundial. La clave de la
lectura de la mundialización y de la globalización.

6. La dialéctica global – local también en la cultura histórica escolar y en la mediación didáctica.


6. De la historia general a la historia de y viceversa: otro eje para definir la riqueza de la
historia de la civilización.

7. Entre la historia y las ciencias sociales existe una estrecha relación que tampoco puede ser
eludida por la didáctica.

8. La educación cívica está muerta ¡viva la educación cívica!

9. Ni la escuela ni la enseñanza de la historia pueden asistir inmóviles a la revolución de la


multimedia actual.

Como puede comprobarse en ocasiones se trata de actualizar viejas ideas definidas desde los clásicos
principios de la Escuela Nueva, del humanismo, de las teorías didácticas más progresistas. A ellas se les han
añadido nuevas ideas fruto de los cambios experimentados en todos los órdenes de la vida. También de las
nuevas teorías del aprendizaje y de las aportaciones epistemológicas de la teoría crítica del post modernismo.

Sin duda, las nuevas concepciones del aprendizaje, especialmente el contructivismo social, pueden
aportar un nuevo dinamismo a la enseñanza y el aprendizaje de la historia. La función educativa del
conocimiento histórico requiere la formación de la estructura mental del alumnado.

Para Mattozzi (1997), la función cognitiva de la historia, es decir, las competencias cognitivas para
pensar el mundo en términos históricos, no ha sido reconocida más que recientemente en la enseñanza y aún no
es considerada a la hora de la construcción del curriculum. Este es otro de los problemas al que hay que dar
solución.

La obsesión por un curriculum cargado de contenidos factuales ha impedido, demasiado a menudo,


profundizar en la complejidad de los saberes históricos y convertir al alumnado en protagonista de su
aprendizaje. Por esta razón parece que en los aprendizajes escolares de la historia, el alumnado utiliza maneras
de pensar y conceptos habituales de su vida más que conceptos interpretativos elaborados por la historia para
explicar y comprender el pasado (Lautier, 1997).

La necesidad que el alumnado desarrolle su pensamiento histórico y social para leer la realidad en
términos históricos choca con un discurso y una conceptualización compleja que, que no reciben una atención
adecuada ni en los materiales curriculares ni en la práctica (Pagés: 1997 a). Esto no impide al alumnado
memorizar y recordar hechos y personajes, ordenarlos según un relato o una narración cognitivamente poco
sofisticada. En cambio, puede convertirse en un obstáculo para que comprenda, interprete y valore los hechos y
los problemas históricos con conocimiento de causa y los proyecte en la mejora de su práctica social.

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La formación del pensamiento histórico social se desarrolla a través de las capacidades que el
alumnado pone en funcionamiento cuando se enfrenta a un reto o a un problema histórico o a un problema
actual.

Capacidades a desarrollar en el alumno.

· Utilizar y analizar evidencias.


· Formularse preguntas.
· Sintetizar y comunicar información.
· Comprender los mecanismos del cambio y la complejidad de la causalidad histórica.
· Argumentar los propios puntos de vista y valorar lo de los demás.
· Respetar la diversidad cultural o saber comprender los puntos de vista de los demás.

Este punteo es considerado por algunos autores como uno de los atributos vitales de los ciudadanos en
una sociedad democrática, ya que puede ser transferido a otras áreas de interés intelectual y puede ser aplicado a
la vida diaria (Knight, 1996:20).

Para el profesorado, esta nueva concepción de la enseñanza de la historia requiere, en primer lugar,
predisponer al alumnado para que acepte los retos que le presenta el conocimiento histórico. Una vez
predispuesto, el profesorado ha de saber renunciar a las pretensiones holísticas de la historia, seleccionar el
contenido según las potencialidades educativas que pueda tener para su alumnado, comunicarle la
intencionalidad de su enseñanza y articular estrategias de enseñanza y aprendizaje variadas que combinen la
utilización de todo tipo de recursos y el trabajo individual con el cooperativo.

El profesor de historia ha de ser, como señala Bevilacqua, un buen conocedor y un apasionado del
presente y de sus problemas.

Un profesional competente capaz de innovar y ser creativo, capaz de romper los corsés que a menudo,
le impone su formación disciplinar y presentar el contenido histórico a su alumnado en estrecha relación con
problemas del presente.

En definitiva, se trata de apostar por una enseñanza de la historia en consonancia con los retos del
siglo XXI deparará a nuestro alumnado. La nueva sociedad de la información requiere personas con la cabeza
bien ordenada más que personas con la cabeza muy llena, pero mal organizada. Requiere personas que sepan
utilizar las nuevas tecnologías de la información, más que personas que sean utilizadas por quienes manejan y
manipulan la información. Un buen aprendizaje de la historia no sólo ha de permitir saber cosas sobre el
pasado, sino también ha de permitir a la ciudadanía saber cómo el pasado es y puede ser utilizado para atentar
contra la libertad de pensamiento y acción.

La larga sombra del pasado sobre el presente puede ser libertadora o alentadora, conservadora o
transformadora, estar al servicio de la democracia y de la justicia social o contra ellas. La historia escolar no es,
no ha sido nunca, un producto intelectual neutral. Enseñar historia es comprometerse con una determinada
visión del mundo y del futuro. Aprender historia ha de ser asumir protagonismo en la construcción responsable
y solidaria del futuro y la democracia para todo el mundo. Y es esto o que parece que no están dispuestas a
tolerar las derechas en ningún lugar de nuestra pequeña aldea.

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I SEMINARIO DE DIDACTICA DE LA HISTORIA, 1999

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