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Las sociedades andinas frente

a los cambios pasados y


actuales
González Gózar, Olenka
Los chimú en el valle de Chicama (costa norte
del Perú): entre el desierto y el fenómeno del
niño
El análisis de los asentamientos de los Chimú en el valle
de Chicama proporciona una comprensión parcial de
cómo los habitantes de la costa norte se adaptaron a las
condiciones climáticas extremas de la región. La aridez
habitual y los eventos El niño recurrentes eran, en este
sentido, verdaderos desafíos que aceptaban los Chimú,
durante el Intermedio Tardío.
La escasez de agua obligaba a desarrollar un sistema de
riego eficiente y también a controlar recursos hídricos
aguas arriba. La ocupación de los Chimú en el fondo del
valle medio parece relacionada con el agua; los
principales asentamientos de la región dominaban las
confluencias del río Chicama con sus afluentes, entre
ellos el río Ochape y el río Chuquillanqui que aumentan el
caudal. El control del agua del río aguas arriba de los
cultivos y su gestión meticulosa, a través de canales
eficaces, permitieron paliar la aridez y aprovechar las
vastas tierras del valle bajo de Chicama.
La llegada del fenómeno El niño trastornaba esa situación
y obligaba a los Chimú a aplicar varias estrategias para
superar esos episodios climáticos catastróficos. Los
muros que atravesaban algunas quebradas y los canales
especialmente diseñados para desviar pequeñas
escorrentías debían limpiar los daños y destrucciones.
Pero estas construcciones de prevención y de protección,
cuya eficiencia es incierta en ausencia de restos bien
conservados, fueron complementadas por un dispositivo
promoviendo la reacción de la gente para rehabilitar el
sistema de riego. La concentración de los sitios con
recintos aislados alrededor de las secciones destruidas de
los canales por los torrentes temporales sugiere que la
movilización de la fuerza de trabajo era facilitada por
estos edificios que podían reunir grandes grupos de
personas. Esta interpretación se ve reforzada por el hecho
de que estos recintos están construidos sobre todo donde
ninguna presa protegía los canales de las corrientes de
agua de las quebradas.
A estas estrategias de protección y de reconstrucción
rápida de los canales, se adjuntaba una cierta movilidad
por parte de los habitantes del valle que se asentaban
temporalmente en las quebradas para aprovechar la
humedad y cultivar allí. La explotación de estas áreas
normalmente desérticas, permitía sobrevivir hasta la
rehabilitación del sistema de riego. Sin embargo, los
eventos El niño siguieron siendo momentos de crisis que
desestabilizaban loas sociedades prehispánicas. Si los
chimú fueron capaces de superar estos fenómenos
climáticos, parece que no fue el caso en el valle de
Lambayeque. Según la leyenda Naylamp, un diluvio pudo
haber desestabilizado la producción agrícola, creando una
crisis política en la sociedad de Sicán. Hoy en día, estos
fenómenos siguen representando una amenaza para el
desarrollo humano y la gente de la costa norte está
esperando ansiosamente la llegada del próximo El niño.
Peligros ambientales y el archivo arqueológico:
culturas y vulnerabilidad antigua en la sierra de
Áncash, Perú
Es interesante que, en general, para Áncash prehistórico,
no podemos reconocer fácilmente divinidades u otros
tipos de representaciones que se refieran de alguna
manera a los grandes fenómenos del desastre. No hay
mucha iconografía que abiertamente represente las
poderosas fuerzas cataclísmicas que ocurrieron en la
región.
Para los periodos Inca y Colonial, por supuesto, tenemos
la muy importante noción de Pachacuti. Sin embargo, es
difícil identificar algo como Pachacuti para épocas más
tempranas, a menos que uno extienda el concepto a sus
asociaciones, tales como los rayos. Las imágenes de
criaturas y monstruos bicéfalos, asociadas con el
concepto inca “amaru”, son quizás la expresión más
destacada de ruptura, o al menos dinamismo físico y
social, en el registro arqueológico de Áncash. Pero tal
como hemos visto, parece que su uso involucraba
también otros campos sociales, es decir las practicas de
guerra y muerte, sobre todo para las expresiones
posteriores a la tradición Recuay. El reconocimiento de
estos eventos como “amaru”, por otra parte, requiere una
continuidad con conexiones históricamente conocidas, y
esto solo puede ser tomado, de momento, como algo
especulativo
Los patrones de asentamiento constituyen quizá la
evidencia más básica de una preocupación por los
peligros ambientales. Estas comunidades se mostraron
abrumadoramente a favor de establecer la mayor parte de
sus asentamientos en las cumbres altas, lejos y por
encima de las tierras bajas del valle.
Fronteras flexibles, territorios permeables:
dinámicas territoriales en las fronteras
meridionales de Moche y Chimú.
El prestigio y el estatus de una cierta región y sus élites se
fundamentaban en el grado de habilidad de manipulación
del flujo de recursos, energía y servicios a una escala
macrorregional mediante el control de las redes de
reciprocidad. Este modelo suele ser muy dinámico y
permite ver y analizar el problema del estrés y la rivalidad
entre las unidades sociopolíticas dentro de los núcleos
culturales, y entre estos últimos y las zonas periféricas.
Algo semejante sucedía con las sociedades prehispánicas
complejas de la costa norte del Perú. En la época
definidas como Horizontes pueden interpretarse desde la
perspectiva discutida como épocas de integración
acelerada, las que se inician y terminan con crisis de
restructuración política, debido a la presión ejercidas
desde las periferias hacia las zonas nucleares. Hay un
consenso general que sugiera la integración norte- sur
tomó particular fuerza durante el Horizonte medio,
anticipando las exitosas conquistas del imperio Inca. Es
también materia de consenso que los fenómenos
culturales como Moche, Cajamarca, Recuay, Chimú y
Lambayeque corresponden a fenómenos de integración a
nivel local o subregional, a pesar de que las opiniones
acerca del carácter preciso de las instituciones políticas y
económicas. Las evidencias arqueológicas registradas del
valle del río Culebras respaldan muy bien este mdelo,
proporcionando datos interesantes sobre el carácter de
las fronteras y zonas limítrofes en el mundo prehispánico
andino.
Cabe resaltar que las reconfiguraciones de patrones de
asentamiento guardan estrecha relación con los cambios
de rutas de comunicación. En cuanto a la naturaleza de
las ocupaciones en el territorio estudiado, en todas las
épocas las sociedades que denominaban el valle tienen
una fuerte vocación agrícola y ocupan lugares centrados
alrededor de las mejores tierras de cultivo agrupadas en
zonas. Dichas zonas guardan estrecha relación con la
ubicación de las fuentes de agua subterránea, conocidas
localmente bajo el nombre de puquios que aseguran el
abastecimiento constante del recurso hídrico durante todo
el año. Contrastando el patrón de asentamiento
prehispánico en los valles vecinos con el paisaje edáfico
reconstruido a partir de los informes de la Oficina Nacional
de Evaluación de Recursos Naturales, se observa el
mismo fenómeno que en el valle de Culebras con la
presencia de varias agrupaciones de asentamientos
centrados alrededor de las tierras aptas para el riego de la
mejor calidad. En periodos, en que la densidad
ocupacional es relativamente baja, esta se limita a áreas
particularmente privilegiadas por la abundancia de agua
en puquiales activos todo el año, por los suelos y por la
buena ubicación respecto a la red de caminos intra e
intervalle. El mapa de aldeas y residencias de élite varía
posiblemente en relación con los cambios coyunturales en
el funcionamiento de puquios que suelen secarse de
manera alterna. Grandes avenidas causadas por
fenómenos ENSO particularmente fuertes también afectan
cíclicamente el mapa de suelos cultivables, hacen variar
el recorrido del río y provocan eventualmente la aparición
de nuevas fuentes y afloramientos de agua subterránea
en la superficie.
La secuencia en la organización espacial de
asentamientos que acabamos de presentar concluye que
la frontera natural entre la costa norte y central peruana
en ninguna época tuvo carácter de limes fortificado, sino
más bien de una zona limítrofe o, en algunos momentos
de su prehistoria, de zona de amortiguamiento, con
fronteras flexibles y territorios permeables.

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