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Definición nominal.
Dialéctica es una técnica, un arte o una ciencia cuyo objeto es el pensamiento en su
movimiento, o en tanto está en movimiento.
Definición real:
Es aquella parte de la Lógica que gira en torno de las proposiciones y demostraciones que
no alcanzan la verdad “per se” sino sólo la verdad probable, es decir, una suerte de opinión
probable. Es un tratado especial dentro de la ciencia o arte de la Lógica, que, al igual que
esta, es una ciencia o arte preceptiva que juzga en general la validez y corrección de las
operaciones de la razón, para asegurar la verdad pero la diferencia que la específica es que
se aplica en todo el ámbito de las proposiciones probables, las tesis opinables, es decir,
meramente verosímiles pero que no alcanzan una verdad cierta y definitiva. En este ámbito
del pensamiento humano no cabe la infalibilidad ni la absoluta certeza, sino la mera
probabilidad. Toda la Tópica de Aristóteles gira en torno a esto.
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afirmaciones que alcanzan la necesarias.
verdad en la mayoría de los casos
aunque en algunos se separen de
ella.
Es que lo conocido de algún modo puede llamarse “materia” del conocimiento. Y esta
materia impone límites a la inteligencia. La materia contingente impone ciertos límites al
modo en que puede ser conocida. Y esto es importante porque las ciencias prácticas (Ética,
Derecho) tienen que habérselas con esta materia: la conducta humana, que es máximamente
contingente, mudable, variable, cambiante. Dice Santo Tomás: “en los negocios humanos
no puede darse una prueba demostrativa e infalible, basta una certeza moral como la que
puede engendrar el orador” (Suma Teológica, I, II, Q. 105, a.2, ad. 8). Si tenemos que
hablar de cosas humanas, donde hay mudanzas y variaciones, la precisión, certidumbre y
exactitud (akribeia) que podamos tener es relativa, nunca será totalmente una verdad
segura, precisa y dotada de plena certeza porque la conducta humana está afectada por la
libertad humana. Todo aquello que se vincula con la libertad del hombre es sólo probable.
Aristóteles dice en la Tópica que, en esta materia, en el ámbito de las cosas humanas, no es
posible llegar a formular juicios completamente seguros, es decir, dotados de akribeia, sino
que hay que contentarse con bosquejos, aproximaciones.
Dentro de esta misma idea, el Aquinante reflexiona: “según Aristóteles, “no se debe exigir
la misma certidumbre en todas las materias. Acerca de los actos humanos, sobre los que
versan los juicios y son exigidos los testimonios, no puede darse una certeza demostrativa,
ya que dichos actos tienen por objeto cosas contingentes y variables, y, por lo tanto, es
bastante la certeza probable que alcance a la verdad en la mayoría de los casos, aunque en
algunos se separe de ella” (Suma Teológica, I, II, Q. 70, a. 2, respondeo).
La razón práctica se ocupa de cosas contingentes, que son el ámbito de las acciones
humanas, y por eso, aunque se dé necesidad en los principios más generales, cuanto más
descendemos a lo particular, tantos más defectos encontramos. En efecto, hay un nivel
científico acerca de la conducta humana en el marco del cual pueden formularse algunos
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juicios dotados de akribeia: es el nivel científico de la conducta humana, el ámbito propio
de los principios más universales de la moral y del derecho, ámbito en el cual se habla en
universal, mediante afirmaciones generalísimas. Pero la conducta humana singular y
concreta, en tanto es manifestación de la libertad humana es algo contingente mientras que
la akribeia es propia de lo necesario. Por lo tanto, la zona de la conducta particular y
concreta sólo admite la dialéctica.
“Será cada vez más defectible a medida que se desciende a lo concreto … porque cuanto
mayor número de condiciones se señala, mayor es el número de casos en que el principio
puede fallar o no ser recto o verdadero” (Suma Teológica, I-II, Q. 94, a. 4, respondeo). Y
agrega LAMAS: “la razón sólo puede conocer con certeza absoluta, en el orden práctico,
los principios generales; pero, de otra, es necesario acercarse a lo concreto, donde mayor es
la falibilidad humana” (La experiencia jurídica, pág. 393)
La dialéctica es, también, la lógica del pensamiento en movimiento, del pensamiento que
está buscando una verdad segura, pero mientras no la tiene se dice que ese pensamiento es
investigación y búsqueda de la verdad. Es, por lo tanto, la lógica que guía el proceso de
investigación, es decir, la lógica del pensamiento que se está moviendo hacia la verdad
mientras todavía se está moviendo.
Así, la dialéctica es:
la lógica de lo probable
la lógica de la investigación científica
la lógica de la enseñanza
la lógica de la argumentación en materia práctica contingente (moral, política y
jurídica)
Razonamiento (genero):
Riguroso, demostrativo o apodíctico: (Aristóteles, Analíticos I y II). Es el
razonamiento o raciocinio que parte de premisas verdaderas y primeras, es decir,
axiomas o principios (verdades inmediatas, evidentes y automanifestativas) o bien
proposiciones que se siguen de aquellos axiomas. Por lo tanto, arriba a conclusiones
también ciertas y verdaderas.
Erístico: Cuando las premisas de las que parte el razonamiento son cosas que
parecen plausibles pero no lo son. Como las cosas plausibles no son evidentes, a
veces pueden presentarse como admitidas cosas que no lo son.
En el silogismo dialéctico las premisas no son verdaderas sino que son opiniones admitidas
por la mayoría o por los más sabios. La tópica estudia el razonamiento dialéctico. Los
esquemas formales de la lógica general y los de la lógica tópica son similares, lo que
cambia es la materia: en la primera razonamos con materia necesaria mientras que en la
tópica razonamos con materia contingente. Lo que diferencia a una demostración de un
razonamiento dialéctico no es su forma sino su materia. Por lo tanto es necesario disponer
de todo el arsenal y herramientas de la lógica general para manejar la lógica dialéctica o
tópica. El único elemento propio de la dialéctica es el uso de entimemas: silogismo en el
que está presupuesta por lo menos una premisa. Es un rasgo característico de la
argumentación dialéctica la utilización más frecuente de entimemas.
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2.- Enunciados o proposiciones contingentes.
Conviene detenerse este tipo de enunciados porque son aquellos de los que se ocupa la
dialéctica. Son enunciados en los que no hay una relación necesaria entre sujeto y
predicado. La relación o el nexo entre S y P es de alguna manera contingente.
1. Los que por regla general y en la mayoría de los casos son verdaderos. Por ejemplo:
“el sol sale todos los días”
En el capítulo 2do, del libro I de la “Tópica”, Aristóteles examina cuáles son las funciones
de la Dialéctica, y brinda tres funciones. Luego, en la Retórica brinda una cuarta. Lo que
sigue es una síntesis de dichas obras:
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aquellas proposiciones particularmente aceptadas por el otro, las que nos permitirán
disputar desde sus propias creencias (Topica, I, 2, 101, a, 30).
En Topicos, I, 2, 101 a 36 Aristóteles dice que no es posible demostrar los principios toda
vez que ellos son los elementos con los que las demostraciones comienzan; de modo que la
única vía posible de discusión de estos principios es la dialéctica.
Acerca de los principios de una ciencia, la propia ciencia no puede decir nada. La
argumentación sobre los principios es dialéctica. Los principios son proposiciones “per se
nota”, son de suyo evidentes. Los principios no pueden ser demostrados porque son
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autoevidentes o automanifestativos de verdad. Seria una contradicción pretender
demostrarlos. Pero puede ponerse de manifiesto su evidencia a través de una argumentación
dialéctica. En este caso la demostración dialéctica apunta a tornar evidente lo que no lo es,
pero no a demostrar mediante un conocimiento anterior pues de hecho no existe.
Es función dialéctica también la refutación de las razones dadas por los impugnantes de un
principio. Si hay alguien que pretende atacar un principio, la dialéctica sirve para poner en
descubierto las fallas en el razonamiento del impugnante, para demostrar el error en el que
incurre quien ataca un principio. Esto se llama confutación. Una de las funciones de la
dialéctica es, por lo tanto, la confutación de aquel que ataca los principios.
Función 4ta: la estructura lógica del discurso retórico y prudencial. Es la lógica del
discurso destinado a convencer.
A las tres funciones de la dialéctica que apunta Aristóteles en la “Tópica” hay que agregar
una cuarta, que se enuncia en la “Retórica”. La dialéctica constituye la estructura lógica del
discurso retórico que es aquel que es apto para persuadir. La dialéctica es el método
adecuado para convencer a alguien, para enseñar a quien no está aún en condiciones de
hacer argumentaciones.
Dentro de los discursos que tienen por finalidad persuadir encontramos la argumentación
jurídica del abogado que es una típica argumentación tópico-retórica. El abogado trata de
convencer al Juez respecto de la justicia de su posición, o respecto de la aplicabilidad de
una determinada norma al caso concreto. Por lo tanto, la retórica es la forma necesaria de la
argumentación jurídica y la dialéctica es la lógica de la argumentación en materia práctica
jurídica..
Uno de los elementos centrales que opera como materia de la dialéctica y de la retórica son
los “topoi”, los tópicos o lugares. Dialéctica y tópica designan la misma cosa sólo que
connotando distintos aspectos. El topos –plural: topoi- es un “lugar” en sentido metafórico
de donde se toman las premisas para la argumentación. Todo razonamiento, toda
argumentación tiene que adoptar un punto de partida, es decir: una afirmación que opere
como premisa mayor del silogismo, como principio a partir del cual o “desde el cual” –de
alli la metáfora del lugar-, comenzar a argumentar. La expresión “tópica” hace referencia a
la metodología de búsqueda de los lugares de la argumentación. La dialéctica se identifica
con la tópica, en cuanto arte de encontrar los pasajes, afirmaciones y opiniones que pueden
servir de principio o palanca para argumentar.
¿Cómo se obtienen las premisas que operan como principios de los razonamientos?
Hay cuatro fuentes:
(i) la percepción y la experiencia;
(ii) la inducción: el pasaje de uno o varios conocimientos particulares a un
conocimiento universal;
(iii) la deducción, es decir, el silogismo o raciocinio; y
(iv) los “lugares” o “tópicos” que contienen una creencia, una opinión o incluso un
saber científico objetivamente constituido.
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A. Lugares comunes: son conceptos, juicios o esquemas de argumentación comunes a
muchos. Esto significa que no dependen de una ciencia o no son exclusivos de un sector
científico determinado sino que son opiniones o proposiciones reconocidas, aceptadas y
admitidas por todos.
A.1. Lugares comunes admitidos por todos: se trata de afirmaciones que son
admitidas por todos, o bien por un sector grande de la población, de un auditorio,
etc. Si bien no es una proposición científica de la que pueda predicarse la verdad
segura y firme, se la toma como punto de partida en la medida en que todo el mundo
la da por verdadera. Por ejemplo: es un lugar común actual es la expresión según la
cual “hoy el mundo está en crisis”. A partir de esta proposición o lugar común yo
puedo comenzar a razonar.
A.2. Lugares comunes admitidos por los más sabios: hay lugares que son comunes
porque provienen de personas dotadas de autoridad epistemológica, es decir,
autoridad intelectual, y que, por ello, son dignas de crédito. La opinión de aquel que
goza de este tipo de autoridad, del sabio, del ilustrado, del que goza de mayor
prestigio, del científico que ha estudiado con profundidad el asunto, se la acepta
como válida, sobretodo si además es coherente, no es absurdo, etc. Esto es: hay
razones objetivas de credibilidad que se suman a la autoridad científica del opinante.
Por ejemplo: las tesis sostenidas por un gran científico, laureado con el premio
nobel en general son aceptadas. Lo que dice el Papa en materia moral suele ser
aceptado por los católicos.
Sin ser evidente, parece que pueden concederse estas afirmaciones porque así lo admiten ya
sea todos, o los que más saben. Por eso es que estas opiniones que tienen cierta cuota de
razonabilidad o verosimilitud, tienen cierta fuerza que permite que se la tome como punto
de apoyo. Los juristas razonan de esta manera: no pueden proceder como el matemático,
pero si pueden derivar sus proposiciones opinativas de una premisa suficientemente fuerte o
que cuente con cierto peso.
Por ejemplo: cuales son los topoi o lugares que puede tomar el abogado o el jurista como
punto de partida de su argumentación:
1. Un principio jurídico general como el deber de no dañar a otro.
2. Una norma de derecho natural como “no matar a otro”.
3. Una norma general de derecho positivo, ya sea de la constitución, de una ley o de
una norma de inferior jerarquía.
4. Una norma particular aceptada por la jurisprudencia.
5. Un aforismo jurídico.
6. La opinión unánime de los más prestigiosos doctrinarios.
C. Lugares particulares: son los llamados lugares en función de la persona. Una afirmación
admitida en un dialogo particular entres dos personas. Teniendo en cuenta lo que el otro
dice o afirma, yo me apoyo en eso, sin aceptarlo necesariamente, para luego refutarlo o
demostrar su incoherencia, que es absurdo o contradictorio.
Todos estos lugares o topoi (comunes, específicos o particulares) son susceptibles de ser
tomados como punto de partida para una argumentación dialéctica.
La retórica es un arte cuya finalidad es persuadir o convencer, que utiliza como instrumento
lógico a la dialéctica, pero que no se reduce a dialéctica porque además de la corrección
racional del discurso tiene en cuenta las pasiones del auditorio, los apetitos del interlocutor,
las emociones del espectador, la disposición del oyente, ya que busca mover y conmover al
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destinatario del discurso. Es un arte distinto de la dialéctica puesto que su propósito propio
es lograr la aceptación del oyente de las premisas, argumentos y conclusiones que se
postulan, pero incluye necesariamente a la dialéctica para conferirle orden lógico, rigor
lógico y corrección formal a la argumentación. La retórica es algo más que la dialéctica
pero la necesita. La dialéctica es la estructura lógica de la retórica (según la 4ta función que
hemos enunciado más arriba). La retórica y la dialéctica tienen una relación recíproca de
“contrapaso” (baile), la retórica es la forma de utilización de la dialéctica.
La retórica se distingue de la dialéctica porque tiene algo más que la dialéctica. Agrega a la
dialéctica unos lugares específicamente retóricos que se vinculan con las disposiciones o
inclinaciones del oyente. El orador o el rethor tienen que tener en cuenta las emociones, los
gustos, las pasiones y los sentimientos del auditorio. La retórica presupone un cierto
conocimiento del hombre y de su conducta. Tiene que tener en cuenta que todo mensaje es
filtrado en la percepción del hombre concreto en función de las pasiones y estados de
ánimo (odio, amor, simpatía, matriz ideológica, etc.). El orador debe tomar especialmente
en consideración la disposición del oyente para, sobre la base de ello, construir su discurso.
Debe adecuar su manera de dirigirse a esa persona concreta, a ese auditorio particular. El
examen del auditorio, sea general, particular, o una persona concreta, es necesario para
conocer si está bien o mal dispuesto para aceptar lo que el orador le va a decir. Sócrates fue
el primero en señalar esto con el método de la ironía. Es imposible enseñar al que cree que
sabe, es imprescindible en forma previa desmontar la soberbia del oyente.
Por ejemplo, el discurso argumentativo del abogado litigante que apunta a convencer al
juez de que adopte una determinada resolución favorable a la posición de su cliente, es a la
vez dialéctico y retórico:
1. Dialéctico, porque por un lado es una argumentación que exige un discurso lógico
que se adapte a la materia contingente de la acción y le confiera racionalidad.
2. Retórico, porque por otro lado, es una argumentación que requiere un discurso que
opera con las disposiciones o inclinaciones del juez que va a decidir, considerando y
tomando estas disposiciones como premisas, principios del razonamiento o
“lugares” desde donde argumentar. El abogado debe intentar influir sobre el juez
con argumentos retóricos.