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MARCHA ATRÁS
Wilfried Nelles
Evolución de la conciencia,
crecimiento espiritual y
constelación familiar
Desclée De Brouwer
La vida no tiene
marcha atrás
Evolución de la conciencia,
crecimiento espiritual
y constelación familiar
Wilfried Nelles
La vida no tiene
marcha atrás
Evolución de la conciencia,
crecimiento espiritual
y constelación familiar
Desclée De Brouwer
Título de la edición original en alemán:
Das leben hat keinen rückwärtsgang.
Die Evolution des Bewusstseins, spirituelles
Wachstum und das Familienstellen
© 2009 Innenwelt Verlag GmbH, Köln, Alemania.
La presente obra ha sido editada por acuerdo con Wilfried Nelles.
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
PARTE I
LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA HUMANA
Cómo se des-arrolla la conciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Viejos y nuevos dioses . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Todo crece, o: ¿Qué es el crecimiento espiritual? . . . . . . . . . . 28
Primer acercamiento: Las etapas de desarrollo de la conciencia 35
El modelo: las siete etapas de la conciencia en panorámica . . 41
Jerarquía: ¿escalera o círculo? –o: ¿por qué es una etapa más
alta que la otra? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
PARTE II
LA CONSTELACIÓN FAMILIAR COMO TERAPIA ESPIRITUAL
Conciencia y terapia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175
Origen y evolución de la psicoterapia. Al servicio de la
liberación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178
Terapia sistémica. La anulación de la vida . . . . . . . . . . . . . . . 184
El trabajo de constelaciones. Acompasarse al movimiento
de la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186
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ÍNDICE
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Prólogo
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LA VIDA NO TIENE MARCHA ATRÁS
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PRÓLOGO
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LA VIDA NO TIENE MARCHA ATRÁS
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PRÓLOGO
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Agradecimientos
Quisiera dar aquí las gracias, en primer lugar, a todos mis pro-
fesores, buenos como pocos, amables como pocos. Me he apoyado
en todos ellos, y cada uno a su manera me ha ayudado. Gracias.
Dos personas han sido especialmente importantes para mí,
personas que no se consideran a sí mismas maestros, pero de los
que quizás por ello es de quienes más he aprendido. Osho, del que
me he considerado discípulo espiritual durante quince años, y Bert
Hellinger, que durante diez años ha sido una fuente viva de inspi-
ración y un amigo y compañero de camino. Me he separado de
ambos, pues debía seguir mi propio camino, pero me une a ellos la
gratitud y el amor.
Deseo mencionar también a un antiguo amigo, Deva Basir
(Roland Werner), con el que veinte años atrás discutí largo y ten-
dido sobre lo que ahora es mi modelo de crecimiento, y del que he
aprendido mucho.
Heinrich Bauer y Joachim Vogel leyeron la primera versión del
manuscrito, me advirtieron de algunos errores e hicieron valiosas
observaciones, y la calurosa colaboración con Heinrich Breuer en
diversos congresos y en nuestro instituto Eurasys me ha alentado
y fortalecido de múltiples maneras.
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LA VIDA NO TIENE MARCHA ATRÁS
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I
Las evolución
de la conciencia humana
Cómo se des-arrolla la conciencia
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LA VIDA NO TIENE MARCHA ATRÁS
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CÓMO SE DESARROLLA LA CONCIENCIA
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CÓMO SE DESARROLLA LA CONCIENCIA
Escalones
Así como toda flor se enmustia y toda juventud cede a la edad,
así también florecen sucesivos los peldaños de la vida;
a su tiempo surge toda sabiduría, toda virtud,
mas no les es dado durar eternamente.
Es menester que el corazón, en cada llamada,
esté pronto al adiós y a comenzar de nuevo,
esté dispuesto a darse, animado y sin pudores,
a nuevos y distintos desafíos.
En el fondo de cada comienzo hay un hechizo
que nos protege y nos ayuda a vivir.
Debemos ir serenos y alegres por la Tierra,
atravesar espacio tras espacio
sin aferrarnos a ninguno cual si fuera una patria;
el espíritu universal no quiere encadenarnos:
quiere que nos elevemos, que nos ensanchemos
escalón tras escalón. Apenas hemos ganado intimidad
en un morada y en un ambiente, ya todo empieza a languidecer:
sólo quien está pronto a partir y peregrinar
podrá eludir la parálisis que causa la costumbre.
Aun la hora de la muerte acaso nos coloque
frente a nuevos espacios que debamos andar:
las llamadas de la vida no acabarán jamás para nosotros...
¡Ea, pues, corazón, arriba! ¡Despídete, estás curado!
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CÓMO SE DESARROLLA LA CONCIENCIA
sea ardiente, sino hasta frío y calmo como un lago (See) de aguas
profundas. Está más ligado al alma (la palabra alemana See-le,
alma, viene de See) que al deseo. El chacra del corazón se sitúa en
medio de los otros seis, es la conexión entre arriba y abajo. Así
como en el hara hallamos nuestro centro corporal, encontramos
en el corazón nuestro centro espiritual. Pero ello nos exige dar un
paso desde el control a la confianza. Quien halla aquí su hogar,
vive en la confianza sentida de que su vida es atendida, aunque no
haya nadie en especial que cuide de él y no pertenezca a nadie. Las
palabras de Jesús acerca de los pájaros que ni siembran ni cose-
chan y que sin embargo se alegran por la vida remiten a este nivel.
Aparentemente, sus afirmaciones favorecen el punto de vista desde
el que el nivel 3 contempla a las personas que viven o quieren vivir
así, las cuales aparecen como locos o soñadores. Puede que haya
alguna que otra persona que lo resista, pero no puede ser la mayo-
ría. La mayoría puede, a lo sumo, encender un mechero y cantar
con John Lennon “You may say I’m a dreamer / but I am not the
only one / I hope someday you’ll join us / and the world will live
as one” –al día siguiente, empero, hay que ir a trabajar a la oficina.
Pero cuando uno entra en el nivel 4 o está secretamente en él, se
hace evidente que la presunta contradicción en las palabras de
Jesús es solo aparente. Uno vive como un pájaro y cultiva el cam-
po, solo que a diferencia de lo que ocurre en el nivel 3, sin estrés.
5. Si ascendemos desde el chacra del corazón llegamos a la
parte más estrecha de nuestro cuerpo, el cuello. Y con ello al pun-
to en el que todo lo que procede de nuestro cuerpo, corazón y alma
se transforma en sonidos, recibe expresión, voz: la garganta. Apa-
rece aquí una nueva forma, que es el fundamento de lo específica-
mente humano, la palabra y el lenguaje. El quinto chacra, el de la
garganta, es como el ojo de una aguja en el que lo que carece de
forma produce una densa vibración y se somete a ella. De ahí que
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Etapa de la conciencia Experiencia del Sentimiento Modo de vida Móvil de la Meta Palabras clave
mundo del yo conducta Pasos de crecimiento
7 conciencia total nada ninguno ser todo nada es
transición renuncia a uno mismo
CÓMO
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4 conciencia de sentirse unido uno mismo compartir amor solidaridad Actúo
DESARROLLA
vinculación Confío
Puedes ser como eres
Puedo ser como soy
LA
trascendencia
transición
VIDA
transición climaterio
4 la propia mirar fenomenológica adulto 1 matrimonio/ corazón
mística de la percibir pareja
44
TIENE
transición
5 contemplación clarificación y serenidad serenidad
llamada
espiritual
transición
4 terapia espiritual apertura “movimientos cordialidad alegría tristeza
45
terapia integrada afectiva del alma” amor (no
DESARROLLA
transición movimiento
humanista
CONCIENCIA
3 terapias integración del constelación pareja de una vida, fuerza abatimiento, desfallecimiento,
humanistas yo sistémico- etapa de la vida desesperación, ira
autoexpresión constructivista ”autorrealización”
en/a través de la
relación
LA
amor “libre”
planificación
familiar
amor emocional
VIDA
terapia sistémica
terapia
conductista
NO
psicoanálisis
transición comienzo de la
psicoterapia
46
TIENE
antepasados
constelación del
iniciación nacimiento
chamanismo unión con el constelación
rituales de origen chamánica
ATRÁS
curación
transición
1 iniciación apareamiento inocencia miedo
plano constitución política sistema social modo de producción sistema jurídico
deconciencia
7
transición
CÓMO
6
SE
transición
El plano colectivo
5
transición
4 instituciones y redes redes informales sociedad de servicios derecho internacional
transnacionales sistema económico
transnacional
47
globalización
DESARROLLA
transición
existir experiencia alguna al respecto.)
LA
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primeros años que fui al colegio castigar a los niños con una vara
aún formaba parte de la educación. Tenía diez años y estaba en
cuarto curso cuando el profesor golpeó con toda su fuerza mis
muslos desnudos, dejándome claras señales, con una gruesa vara
que guardaba con el resto del material didáctico. Como mis padres
no lo permitieron –lo que no quiere decir que no me pegaran– el
profesor fue trasladado, y con ello el castigo físico sistemático –no
así el guantazo o incluso el puñetazo del profesor cuando se enco-
lerizaba– quedó abolido en nuestra escuela.
La opinión de que el castigo físico no es un buen recurso didác-
tico se impuso en Alemania durante los años setenta. Coincidió
con el giro cultural de finales de los sesenta, que supuso el paso de
la conciencia colectiva de la mayoría del nivel 2 al 3. No por ello
somos mejores que nuestros padres. Solo abarcamos más con la
mirada y vemos que el castigo físico es más bien perjudicial para la
educación de los niños, mientras que antes pasaba por ser útil.
Antes o después los demás crecerán hasta alcanzar esta conciencia.
Requiere tiempo, y genera conflictos, pero no es posible forzar a
las personas para llegar a ella. Incluso la arrogancia “progresista”,
tal y como se expresa en la compasión hacia las “pobres mujeres”
de tales pueblos, es completamente inadecuada. Es perfectamente
equiparable a la arrogancia de un adolescente que se ríe de un niño
o lo compadece por sentir y actuar de manera distinta.2
De todo esto se colige que los niveles de la conciencia constitu-
yen en efecto planos jerárquicamente organizados, que se trata de
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Las etapas de la vida y la conciencia
y su correspondencia con las etapas
de la vida humana
Etapa 1
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LAS ETAPAS DE LA VIDA Y LA CONCIENCIA
Madre
Hijo
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Etapa 2
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Madre
Hijo
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Osho
Never Born, Never Died: Only Visited this Planet Earth
between Dec 11 1931 – Jan 19 1990
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Esta sencilla canción expresa una visión de las cosas que, des-
de luego, se halla dolorosamente lejos de la realidad. Una amiga
americana me dio el texto en el año 2007, porque se sentía afligi-
da y avergonzada por la América de Bush y quería mostrarme que
también hay otra América. Pero esta otra América aún no está
enraizada en la conciencia colectiva, América en su conjunto aún
no se siente en casa en esta conciencia, pese a que algunos ya esta-
ban en ella doscientos años atrás. Por aquel entonces, sin embar-
go, y como decíamos antes, grandes grupos de población fueron
eliminados: con toda certeza nadie pensaba en los primeros habi-
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Guerra y conflicto
Los conflictos son inevitables, una parte elemental de la vida;
la guerra, en cambio, no. La guerra pertenece al nivel 2. Es un
modo infantil (y también adecuado al niño) de resolver los con-
flictos. Cuando un niño quiere el juguete con el que otro juega, se
lo quita, sin más. Si el otro lo defiende, se entabla una pelea y gana
el más fuerte. Este patrón queda ligeramente modificado por la
influencia de profesores, padres y otros adultos, pero solo mien-
tras se hallan al alcance de los adultos. Tan pronto como se que-
dan solos, impera de nuevo el derecho del más fuerte. Lo mismo
ocurre con la conciencia del nivel 2: aquí vale la ley del más fuerte,
y en caso necesario, se impondrá por medio de la violencia. La
resolución de conflictos por medio de la guerra es más o menos
normal. Se basa en el pensamiento grupal que acabo de describir.
Es un modo de pensamiento que perdura en nuestros días. Dos
amigos míos imparten cursos de constelaciones en Afganistán por
encargo de la fundación Friedrich-Ebert, para trabajar con la gen-
te de allí la posibilidad de una vía de resolución de conflictos dis-
tinta de la guerra. Entre las muchas experiencias impactantes que
recabaron está la de representar en constelación a los distintos
bandos. Al principio los participantes se mostraron sorprendidos,
después pensativos, como si en la constelación vieran que el ban-
do opuesto también sufría en la guerra, que también tenía vícti-
mas y lloraba a sus muertos. Era algo nuevo para ellos, nunca
antes se les había pasado por la cabeza.2
Puede parecernos casi increíble, pero el entusiasmo con el que
los soldados del emperador en 1914 y la mayoría de las tropas ale-
manas en 1939 fueron a la guerra no tenía esencialmente otro fun-
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3. Apodo que utilizaban los soldados franceses e ingleses para referirse a los
alemanes. [N. de T.]
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sirven para nada. En torno a 1900 la idea de que las guerras son
absurdas no se le pasaba a casi nadie por la cabeza. Quizás a algu-
nos intelectuales, pero no al hombre del pueblo. Pero ahora la
gente corriente piensa así, cada vez más. Esto se debe, ciertamente,
al desarrollo armamentístico, pero no solo. No dispongo de cifras
exactas, pero contemplando los institutos de mi entorno me da la
impresión de que en Alemania, entre los jóvenes que se preparan
para la selectividad, son más los que prestan el servicio civil sus-
titutorio que el militar. Con esto no quiero decir que la abolición
del ejército sea una buena idea. Seguiremos necesitándolo por
mucho tiempo, y podemos alegrarnos de que haya personas que
encuentren en él su lugar en el mundo. Pero está claro que la con-
ciencia cambia, y que hoy en día hay que resolver los conflictos de
modo distinto a como se hacía antes. Y para una conciencia que
realmente ha alcanzado la edad adulta, es posible hallar otras
soluciones.
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“madre”.4 Con el paso del tiempo, este se vuelve cada vez más
abstracto y racional. En lugar de la relación directa con el todo
que el rito mantiene viva aparecen instituciones, reglas, dogmas,
valores, reflexiones y sistemas filosóficos y teológicos que han de
asegurar que el individuo se mantiene ligado y que no pierda la
conexión con el todo que lo sostiene y que por ello se considera
importante. Hoy en día muchas de estas cosas nos parecen repre-
sivas, un innecesario lastre, así como crueles e inhumanas por su
efecto sobre los destinos individuales. Pero en estas valoraciones
se pasa por alto el enorme valor para la vida de este sistema. Sin
él jamás habríamos llegado hasta aquí, a donde hoy nos encontra-
mos, sino que habríamos sucumbido como niños abandonados.
Los grandes textos religiosos como la Biblia y el Corán, las
doctrinas de Aristóteles, San Agustín, Tomás de Aquino en Euro-
pa, de Confucio en el este de Asia, de Shankara en la India, han
constituido durante más de dos mil quinientos años la base de que
el grupo ocupara el primer lugar y de que el individuo se subordi-
nara a él. Mucho de ello sigue siendo hoy en día válido. Entre ellos
sobresalieron iluminados como Buda, Laotsé o Jesús, que poco o
nada tenían que ver con estas tradiciones, y enseñaron que y cómo
cada uno podía reconocer su divinidad y su identidad con el todo.
Por un lado se adelantaron varios miles de años a su tiempo, por
otro su vida y doctrinas no se hallan libres de la conciencia-con-
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Etapa 3
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Del nosotros al yo
En la etapa 3 lo que importa es el descubrimiento y desarrollo
de la personalidad, de lo propio, del yo. Para ello la conciencia
debe abandonar casi completamente la casa parental. En la medi-
da en que el yo se sitúa por delante del nosotros, nuestra visión del
mundo, nuestro punto de vista, cambia. El anhelo fundamental no
es ahora formar parte de, sino ser independiente, encontrar lo
propio, realizarse a uno mismo. Aunque ello no destruye nuestra
necesidad de pertenencia, esta pasa a un segundo plano o queda
sumergida en lo inconsciente, desde donde, como más adelante
veremos, se revela a través de múltiples síntomas. Lo mejor sería
tener ambas cosas: lazos y autonomía. Este es el nudo gordiano
que en el tránsito y realización del nivel 3 no hay que cortar, sino
deshacer: ¿Cómo alcanzar la autonomía sin negar la pertenencia?
¿Cómo convertirme en un yo sin arrancarme del nosotros del que
procedo y me ha formado? En relación a esto debe quedar claro
que el movimiento de la conciencia tiende hacia el “hacerse un
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1. Para América, este criterio quizás no sea decisivo, porque los Estados Unidos
se erigieron desde el comienzo en refugio de minorías religiosas y siempre han
albergado una pluralidad de confesiones religiosas, pese a hallarse en la etapa 2.
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De la vida a la vivencia
El desarrollo del yo, su independización del grupo y de la tra-
dición y de sus valores dados, asociaciones y deberes tiene un alto
precio: uno pierde la referencia fija desde la que juzgar, por ejem-
plo, qué es correcto y qué incorrecto. Todo lo que uno hace de este
o aquel modo podría hacerlo de otra manera. Cuando no hay
punto de referencia fijo salvo uno mismo, se vive bajo la amenaza
de perder a cada momento la orientación y el sentido. Porque
orientación y sentido presuponen un punto de referencia. Nor-
malmente me oriento con arreglo a algo que se halla fuera de mí,
de lo contrario solo doy vueltas en torno a mí mismo. Igualmente,
el sentido de las cosas exige una referencia a algo o alguien distin-
to a mí. Cuando yo me erijo en criterio único, ¿dónde hallar el
sentido que me trasciende y podría darme una dirección? Quizás
en los hijos, mientras viven con nosotros. Pero después abando-
nan el hogar parental para hacer su propia vida –y hoy en día es
muy común que la hagan muy, muy lejos– y este sentido también
se pierde con el paso del tiempo. Tanto tiempo como nuestra pers-
pectiva no trascienda la etapa 3, lo único que entonces nos queda
es sacarle a la vida tanto partido como se pueda o, mejor dicho,
consumir tantas vivencias como nos sea posible.
En la etapa 3, la vida se torna consumo, y no, ciertamente, por
culpa de la “maligna sociedad de consumo” o por la lógica del
capitalismo, sino porque es lo que corresponde a la lógica interna
del despliegue de la conciencia. Y esto exactamente es lo que nos
ofrece la sociedad moderna: coleccionar experiencias. Si en la
sociedad tradicional lo importante era que uno viviera su vida
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2. Wilber lo utiliza, sobre todo, para hablar del pensamiento y las teorías que
siempre se mueven en el mismo plano horizontal. Ver, por ejemplo, Eros,
Kosmos, Logos, Frankfort en el Meno, 1993.
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Etapa 4
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El porvenir
de la pareja
El porvenir El porvenir
de la mujer del hombre
Procedencia Procedencia
de la mujer del hombre
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Actualidad
En el nivel 4 surge un nuevo paradigma. Ese es el nombre que
recibe en la teoría de la ciencia el marco fundamental desde el que
uno ve y entiende los datos del mundo. Comenzamos a ver y reco-
nocer que somos partes de un todo, que el movimiento propio del
mundo –y con ello también el nuestro, el de nuestra voluntad y
conducta– no parte de nosotros, sino de ese todo. Que también
nosotros somos movidos, y que en ese “ser movidos” también
somos dirigidos, sostenidos y protegidos. Obsérvese bien: comen-
zamos a ver estas cosas. Solo en las siguientes etapas alcanzamos
a penetrarlo hasta el final y sentirnos ahí en casa.
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Duda y confianza
Vida deliciosa
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Vulnerabilidad y fragilidad
El nivel 4, no obstante, comporta algo que en la Teoría U de
Otto Schamer apenas se considera: una apertura del corazón que
inicialmente se experimenta como fragilidad y vulnerabilidad. Al
fin y al cabo, uno se entrega a algo que no conoce y de lo cual
ignora qué va a depararle. Uno deja de tener “la sartén por el
mango”. Y este es el gran escollo que disuade a muchos. Desde la
perspectiva de la conciencia del yo, el camino del corazón aparece
como un camino marcado por una gran vulnerabilidad y, por ello,
repleto de riesgos. Y no debe olvidarse que vías de conocimiento
y decisión como la “dulce empeiria” o el “Open Mind – Open
Heart – Open Will” de Scharmer no son técnicas que uno pueda
aprender y aplicar cuando le venga en gana. El camino del cora-
zón es una opción vital, ha de ser vivido, y siempre de nuevo, por
añadidura. Para salir al encuentro del otro con el corazón real-
mente abierto y sin reservas, tenemos que superar la desconfianza
y nuestro miedo a que nos hagan daño interiormente. Y esto se
aplica especialmente al plano emocional. En el plano espiritual ya
no tenemos ese miedo, aún poderoso en el nivel 2. Pero esto se
debe únicamente a que en la tercera etapa lo emocional se disocia
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Yo – Tú – Uno mismo
He descrito el camino que va de la etapa 2 a la 3 como la tran-
sición del nosotros al yo. La etapa 3 se entusiasma al comienzo
con el yo, y en su transcurso el yo se apodera cada vez más de ella.
Curiosamente, apenas hay alguien que lo apoye abiertamente. El
yo siempre se esconde más o menos avergonzado, por ejemplo,
tras buenas (no egoístas) intenciones, supuestas necesidades obje-
tivas, etc. También tras el esfuerzo por trascenderlo. Y esto ocurre
por una buena razón: el yo solo puede triunfar ocultándose. Tan
pronto como sale a la luz, desnudo, todos lo señalan con el dedo.
Pero en ese momento le queda a uno especialmente claro que el yo
no tiene sustancia, que es solo apariencia. Puede comprobarlo con
un sencillo ejercicio. Colóquese frente a cualquier persona, mírela
a los ojos y diga (sin apartar la mirada): “Soy independiente. No
necesito a nadie. Me basto enteramente a mí mismo”. Notará que
esto no se sostiene. No es verdad, sencillamente.
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Etapa 5
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fuerte que tuve que detener el coche para recoger por escrito los
niveles y hacer las primeras anotaciones. Durante los días siguien-
tes me despertaba en mitad de la noche con nuevas ideas para mi
modelo. Entonces se me hizo claro que escribiría un libro, concre-
tamente, uno que no se limitaría a describir mi trabajo –lo que
habría sido más fácil–, sino algo completamente nuevo (para mí)
a cuya disposición tenía que ponerme. Anotaba las ideas sin pen-
sar demasiado en ellas, y me volvía a la cama. Al cabo de una
semana en la que dedicaba el día a algo completamente distinto,
el plan de la obra estaba prácticamente terminado. Mi editora lo
aceptó de inmediato, y estaba tan claro, que ambos pensamos que
podría escribirlo en unos pocos meses. Me tomé por si acaso un
año escaso, pero luego resultó ser muy poco. No había contado
con que yo mismo iba a tener que evolucionar hasta el libro –apa-
rentemente ya preparado– para poder escribirlo desde él mismo, y
para ello necesité un año más.
Podrían darse tantos y tantos ejemplos de procesos similares
que resulta asombroso que no sepamos cómo surgen esas expe-
riencias y lo que se oculta tras ellas. Nos las habemos aquí con el
auténtico núcleo del proceso creativo, y, pese a ello, sobre él segui-
mos estando en la oscuridad. Cuando uno trata de aproximarse al
fenómeno, recibe el rechazo de los demás y es despreciado como
esotérico. El hecho de que las grandes obras y los momentos subli-
mes de la humanidad procedan de un estado allende la voluntad,
el poder y el control –o, digámoslo así, de que estos elementos
hayan sido desactivados– no ha conducido hasta ahora a que uno
se tome realmente en serio la fuente de la creatividad.1 Por lo
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LAS ETAPAS DE LA VIDA Y LA CONCIENCIA
demás, se tematiza este aspecto solo como algo que los artistas,
sorprendentemente, poseen, pero no como algo fundamentalmen-
te accesible a la conciencia de todos nosotros.
Ahora bien: en lo que se refiere a la quinta etapa de conciencia
no se trata, como ocurre con todas los niveles de mi modelo, de
una experiencia parcial, puntual u ocasional, sino de un contexto
de conciencia general en el que vivimos. O, dicho con una imagen:
del lugar en el que nuestra conciencia se encuentra en casa. Como
solo muy pocas personas están realmente familiarizadas con el
nivel 5, menciono estos ejemplos para ofrecer una idea de lo que
sea la conciencia de tener una misión. El artista, deportista, ora-
dor o terapeuta que de repente se ve conectado a una fuente crea-
tiva externa cuyos impulsos sigue como un medium, no suele
saber cómo ocurre esto. Su patria espiritual se hallaba antes en la
etapa 2, ahora en la 3 o, en casos excepcionales, en la 4. Hermann
Hesse, por ejemplo, era una persona interiormente desgarrada
que sufría depresiones, a veces severas, entre sus grandes obras.
No pudo terminar el que, a mi juicio, es su mejor trabajo, Sidd-
harta, sino tras una larga interrupción durante la que hizo una
terapia con C. G. Jung. Pese a ello, la obra misma irradia la sabi-
duría intemporal de la etapa 6 de la conciencia. Su contemporá-
neo Rainer Maria Rilke sufría igualmente entre el contexto del
nivel 2 en el que había crecido y del que, al parecer, no podía
emanciparse interiormente, la conciencia del yo moderna que se
abría paso con fuerza en el mundo, y las etapas de conciencia más
elevadas a las que su espíritu accedía. Consideró seriamente psico-
analizarse con Freud, pero finalmente decidió no hacerlo porque
temía ver perjudicada su creatividad literaria. La poesía lo elevaba
temporalmente a niveles en los que los problemas se disolvían, y
quizás creía necesitar el sufrimiento para alcanzarlos.
Hasta cierto punto, esto es verdad. Sin sufrimiento falta lo que
nos impulsa a crecer. Pero si permanecemos en el sufrimiento tam-
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2. Traudel Junge, Bis zur letzten Stunde. Hitlers Sekretärin erzählt ihr Leben,
Múnich-Zürich, 2003.
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Etapa 6
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II
La constelación familiar
como terapia espiritual
Conciencia y terapia
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3. Reich era judío, al igual que Freud, y en los años treinta tuvo que huir de los
nazis. A través de Suecia llegó a Estados Unidos, donde en 1956 fue encarce-
lado por desoír la prohibición de divulgar el acumulador de orgón que él ha-
bía desarrollado y los escritos correspondientes. Sus trabajos fueron enviados
a la hoguera (¡en la América libre, en el año 1956, esto es, 20 años después de
la quema de libros por parte de los nazis!). Reich murió en la cárcel en 1957.
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El método de las constelaciones:
Salto hacia lo desconocido
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5. Ibídem.
6. Klaus Grochowiak observa certeramente: “La suposición [de que los repre-
sentantes solo viven e interpretan una disposición espacial] contradice, sin
más, los hechos. Un padre a la espalda se vive a veces como apoyo, otras
como amenaza. Una persona a la que se coloca lejos de los demás… vive
unas veces su aislamiento como una exclusión dolorosa y otras siente alivio
por hallarse al fuera de la “locura” familiar. Podemos añadir a estos tantos
ejemplos como queramos”. K. Grochowiak, “Das Austellungsphänomen…
und warum der Konstruktivsmus damit Probleme hat”, en Praxis der Sys-
temaufstellung 1/2006, p. 81.
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“Cuanto más sé, tanto más claro tengo que no sé nada”. Por eso
siempre advierto a las personas que se muestran interesadas en
formarse conmigo lo siguiente: “El trabajo con constelaciones,
cuando se toma en serio, es una máquina demoledora de ideas. De
tus ideas, de lo que ahora piensas y das por seguro, al final no va
a quedar nada”.
Constelación y meditación
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10. Amén del clásico de Helliger Felicidad Dual, la mejor descripción de la forma
antigua, relativamente estática y ritual de constelación familiar, se halla en la
obra de Berthold Ulsamer Ohne Würzeln keine Flügel, Múnich, 1999. Ulsa-
mer se cuenta, sin embargo, entre los remisos a la profundización de trabajo
de constelaciones que aquí presento.
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Un nuevo paradigma
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13. Esta es la razón por la que los representantes de esta dirección dan mucha
importancia a la afirmación de que Hellinger no fundó sino que solo desarro-
lló la constelación familiar. Se remiten a Virginia Satir o a Ivan Boszormeny-
Nagy, que realizaban constelaciones antes que Hellinger o desarrollaron una
teoría intergeneracional. Con ello da a entender que la teoría de las genera-
ciones y la mera representación de un escenario familiar es el núcleo de la
constelación familiar. Si así fuera, tendrían razón en afirmar que Hellinger no
es el fundador, pero la constelación familiar es más que esto.
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14. En Sudáfrica, los negros han encontrado un camino, inspirado en una an-
tigua tradición zulú, para la digestión del Apartheid, que no fue capaz de
seguir Occidente, y sigue siendo incapaz de seguir, tal y como muestra el
tribunal de La Haya: los criminales debían presentarse a las víctimas y reco-
nocer su culpa, pero ni se los mataba ni se los enviaba a la cárcel para el resto
de sus vidas (como a los nazis en Alemania) sino que volvían a ser acogidos
en la comunidad del pueblo.
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17. También ocurría esto a veces antes de la “nueva constelación familiar”, por
ejemplo, en una constelación que tuvo lugar en Berlín en el año 2000, que se
hizo pública en un vídeo que llevaba por título La guerra (serie Movements
of the Soul).
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Contenidos y conocimientos
de las constelaciones familiares
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Tres historias
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CONTENIDOS Y CONOCIMIENTOS
La matriz familiar
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CONTENIDOS Y CONOCIMIENTOS
hay padres malos. Pero tampoco –y aquí me opongo a él– los hay
buenos. Solo hay estos padres, esta familia, y ambas cosas están
más allá del bien y del mal. Sencillamente, son, eso es todo.
Puesto que una matriz tiene muchas capas, es difusa y a menu-
do contradictoria en sí misma (ya por el mero hecho de tratarse de
un patrón energético compuesto por la familia del padre y de la
madre), tenemos infinitas posibilidades de combinar sus elemen-
tos particulares pese a estar marcados por ella. A la luz de esta
pluralidad de capas, la antigua idea de Hellinger –a la que ya no
se atiene y, me parece, nunca se ha atenido en realidad– de que
solo puede hacerse una constelación de la familia de origen, se
revela obsoleta. Una matriz no está formada por un único tema.
Tras un tema fundamental hay muchos otros que han de ser vis-
tos. También la idea de que uno se siente “identificado” con una
persona de la familia de origen me parece cuestionable. La identi-
ficación se da con toda la matriz, de la que se destaca un tema (a
menudo una serie de temas conectados entre sí) para cada indivi-
duo y fase de la vida.
La matriz misma, empero, nos viene dada, y solo hay una. Se
compone de la totalidad de pensamientos y sentimientos o, for-
mulado neutralmente, energías que actúan sobre el niño. Pero pre-
cisamente porque nacemos forzosamente en el seno de una matriz
no puede decirse que haya para nosotros una buena o una mala
matriz. Esto también significa que tampoco hay “ataduras”. Por-
que el concepto de atadura contiene la idea de que algo no está
bien o no es como debería ser.
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La vía de solución
de las constelaciones familiares
La “Trinidad” de Hellinger
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“Sí” significa: Acepto que sois mis padres y que yo soy vuestro
hijo.
“Por favor” significa: Por favor, aceptad que soy vuestro hijo.
“Gracias” significa: Acepto la vida que he recibido con gratitud.
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LA VÍA DE SOLUCIÓN
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LA VÍA DE SOLUCIÓN
No hace falta más que decir esta frase. Uno puede omitir ente-
ramente el sesgo moral que Hellinger imprimía a estas afirmacio-
nes y frases en los años noventa sin menguar el efecto de las mis-
mas y de la constelación. A mi modo de ver, no es necesario, por
ejemplo, trabajar para conseguir que alguien reconozca o dignifi-
que a sus padres. Solo hace falta que los vea. Pero tiene que verlos
de verdad y no solo a medias. Tiene que verlos como son. Lo que
en la práctica significa invitar a los clientes a contemplar a sus
padres –o a las personas que constituyen el tema de una constela-
ción, también a la pareja o a los hijos–. Al contemplar a mi madre
veo que soy su hijo, y que esto es inevitable. Y justo en este ver
tiene lugar un movimiento interior. En el momento en que de ver-
dad veo que soy el hijo de mi madre tiene lugar el reconocimiento,
me inclino ante ella, le digo “sí”, todo lo cual sucede por sí mis-
mo. Lo que en ese momento veo es la realidad, y cuando veo la
realidad, actúa sobre mí.
En efecto: solo podemos rechazar a nuestros padres si nuestros
ojos están cerrados. En las terapias arriba mencionadas, en las que
uno da rienda suelta a su ira contra los padres, el cliente no con-
templa a sus padres. Solo se ve a sí mismo, y de sus padres solo ve,
si acaso, la imagen que se ha formado de ellos. Cuando en una
constelación tiene a su padre delante y de verdad lo ve, todo esto
se derrumba. También frases como “no te quiero como padre”,
“te rechazo”, “ya no soy tu hijo” se revelan ridículas tan pronto
como contemplamos abiertamente a nuestros padres. En seguida
se pone de manifiesto que carece de importancia si uno quiere que
su padre sea su padre o no, pues en ambos casos es nuestro padre.
Lo mismo ocurre con la frase “te odio”. Cuando alguien mira a su
padre a los ojos y la pronuncia, ocurre algo sorprendente: se da
cuenta de que lo odia porque lo quiere.
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LA VÍA DE SOLUCIÓN
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LA VÍA DE SOLUCIÓN
del niño. Lo que este cuadro no muestra es que tenemos que aban-
donar a la familia. Y no solo debe abandonarla nuestra psique,
también debe hacerlo nuestra alma. Tanto tiempo como nuestra
alma permanece en esta imagen no alcanzamos la condición adul-
ta. Unas veces resulta fácil, otras es más difícil, y a veces es una
lucha a vida o muerte. Sea como fuere, la vida quiere que así sea.
Quiere que abandonemos la protectora envoltura de la madre, y
quiere igualmente que abandonemos la siguiente envoltura que se
nos ofrece y protege, la de la familia. Y al igual que no podemos
crecer ni corporal ni anímicamente si permanecemos en el seno
materno, tampoco crecemos si permanecemos emocionalmente en
la familia. Y aquí ocurre lo mismo que en los partos difíciles: a
menudo es necesario el conflicto para abandonar a la familia. Con
otras palabras: la rebelión de la juventud, por muchas que sean las
limitaciones que entraña, es una etapa importante en el proceso de
alcanzar el estado adulto.
Helliger acertó a ver que no conseguimos liberarnos de la
familia tanto tiempo como la rechazamos o le dirigimos repro-
ches, porque el conflicto, la discordia y los reproches vinculan. De
ahí que sea tan importante –de cara a proseguir nuestro camino y
desligarnos de la familia– reconciliarse con la propia familia. Solo
la aceptación, mejor dicho: el amor, nos reporta libertad interior
para continuar caminando.5 Pero también forma parte de esta
aceptación la aceptación del conflicto y la separación, así como la
aceptación de la partida. Las constelaciones móviles lo ponen de
manifiesto. Cuando el constelador no trabaja en la dirección con-
traria, la solución final no es en ellas la imagen infantil de la fami-
lia, sino un movimiento hacia el interior de la propia vida, hacia
el propio futuro. Y ahí el protagonista está solo.
5. Véase también mi libro Liebe, die löst. Aussichten aus den Familien-Stellen,
Heidelberg, Carl-Auer, 2002.
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Hijo
Envoltura 1: el vientre materno
Madre
Familia
Envoltura 2: familia
Madre Hijo
Pandilla
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Mundo
Envoltura 4: el mundo
Familia de origen Adulto
Nueva familia
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7. Lo que no quiere decir que no haya situaciones en las que el hijo haya de
arrodillarse ante el padre para encontrar sosiego. Cuando el terapeuta es lo
suficientemente receptivo, la constelación revela cuál es el movimiento ade-
cuado.
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primer día, cuando aún me portaba bien con él, no me dio ningu-
na oportunidad. Media año antes del examen de selectividad tuvi-
mos una disputa. Intentó dejarme en ridículo delante de toda la
clase con ocasión de una diferencia de opiniones sobre el arte:
“Nelles, no solamente no tiene ni idea de nada, tampoco tiene
modales, es usted un fresco y un descarado”, entonces me levanté
y me coloqué junto a él (yo le sacaba una cabeza), le miré a los
ojos y dije: “Y en mi opinión, usted es un gilipollas”. Esto, claro
está, puso fin a la clase de arte, él se dirigió a la sala de profesores
y nosotros regresamos al aula. Me sentí profundamente liberado.
Un amigo se acercó a mí y me dijo: “Te has pasado mucho, tienes
que disculparte, si no te va a caer encima una buena”. De entrada
no estuve de acuerdo, pero luego medité sobre ello. Cuando termi-
namos las clases, dos horas después, fue de nuevo al aula de arte.
El profesor me miró como preguntándome: “bueno, ¿y ahora
qué?”. Yo le dije: “Señor Wolbert, quisiera disculparme por haber-
le insultado. Retiro lo de gilipollas”. Tras una pausa, añadí: “Pero
no lo demás. Me siento injustamente tratado por usted desde hace
nueve años. No voy a tolerar que siga tratándome así”. Se quedó
pasmado: “No esperaba de usted que viniera a disculparse”.
Entonces me invitó a sentarme y sostuvimos una larga conversa-
ción en la que me explicó que no tenía conciencia de haberme tra-
tado injustamente. Pero también, por primera vez, me escuchó.
Tuve por primera vez la impresión de que era una persona. Pocas
semanas después puso las últimas notas que recibimos antes del
examen de selectividad. Me había puesto un notable en arte.
Quince años después me tropecé con él en el autobús. Al principio
no me reconoció. Me senté a su lado y charlamos amistosamente.
Y hoy en día siento que es el profesor al que más cariño tengo.
Percibí entonces su debilidad, y con ello su humanidad –¡y todo
por llamarlo gilipollas!
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tione (no como profesor en general, sino en cada uno de los temas
objetivos que se tratan y en relación a mi conducta en relación a
él) sin que ello implique la ruptura de la relación? Solo entonces
soy un profesor que se haya en casa en el corazón y sale al encuen-
tro del discípulo como adultos. En caso contrario instauro un
orden propio de la etapa 2 y con ello detengo al discípulo en la
etapa infantil. Lo anteriormente dicho es importante sobre todo
cuando se trata de sentimientos y de la apertura del corazón. Pues
estos casos son propicios a que el profesor y el discípulo se desli-
cen a una relación padre-hijo. Pues la relación afectiva adulta,
desconocida para la mayoría de las personas salvo en el caso de
las relaciones de pareja, es una relación entre iguales.
Que la conciencia joven opine, cuando se separa de los padres,
que la vida le pertenece, que es libre y autónoma, es un error, sin
duda, pero también es un paso necesario. En el momento en el que
se pronuncia claramente el no, uno percibe también que no se lle-
ga muy lejos por ese camino, que en algún momento tendrá que
decir que sí. Pero para ello hay que decir antes que no, de lo con-
trario se queda uno atascado en la seminegación. Y aquí la terapia
puede resultar de ayuda. Pero solo lo consigue si abre su corazón
a la rebeldía y la arrogancia juveniles. Tiene que ver que la con-
ciencia juvenil siente que ha de decir no para hacer justicia a su
futuro, pero que a la par no se siente capaz de separarse entera-
mente de los padres, esto es, de la conciencia del nosotros, porque
aún depende de ella. Un no claro nos deja realmente solos –y nos
liga de nuevo a algo mayor, con el propio camino o como uno
desee llamarlo.
Pero este no ya no procede de la rebeldía. Cuando uno lo pro-
nuncia, está enteramente en calma, en él constatamos algo, sin
más: no, no voy a hacerlo; no, eso no es verdad; no, no voy a
seguirte en eso. Es importante que al hacerlo no se rompa el vín-
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LA VÍA DE SOLUCIÓN
culo (cerrando los ojos, dando la espalda) pues así podemos pro-
nunciarlo con amor. Pero el no en el amor es el final de un proceso
habitualmente principiado por el conflicto. Este es el punto en el
comienza el camino propio, el proceso de hacerse adulto. Si uno
avanza por este camino, la vida nos conduce hacia nuevas realida-
des mayores que nosotros. Hay una enorme diferencia entre aden-
trarse en estas realidad mayores (niveles 4 al 7) con una concien-
cia del yo fuerte o una débil. Para trascender el ego o penetrar su
carácter ilusorio debemos primero experimentarlo y vivirlo, y
para ello es necesario distanciarse claramente de los padres y afir-
mar lo propio.
En lo tocante a las palabras mágicas que curan al alma y pre-
paran el camino para seguir creciendo, propongo una “Trinidad”
diferente a la de Hellinger. Sustituyo el “por favor” por el “no”,
esto es:
1. Sí, sois mis padres y yo soy vuestro hijo: acepto la vida tal
y como la he recibido, os acepto como sois y me acepto
como soy.
2. No, no soy vuestra propiedad, y no estoy ahí para satisfa-
cer vuestras necesidades y expectativas. Vuestra vida es
vuestra vida, y mi vida es mi vida. No os pertenezco, tam-
poco me pertenezco a mí mismo, sino que persigo lo que
me parece adecuado para mí.
3. Gracias por la vida y por todo lo demás que me habéis
dado. Lo tomo todo y sacaré, a mi manera, el mejor parti-
do de ello.
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Leyes fundamentales de las relaciones
humanas y su transformación
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LEYES FUNDAMENTALES
vínculo – solidaridad
pertenencia – totalidad
equilibrio – intercambio
jerarquía – movimiento de la vida
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LEYES FUNDAMENTALES
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LEYES FUNDAMENTALES
Compensación e intercambio
La vida es un intercambio incesante, un incesante tomar y dar.
La esencia de las relaciones sociales radica en este intercambio. El
dar y el recibir tienden fundamentalmente al equilibrio. El recurso a
la fuerza y estrategias de dominación pueden prologar intercambios
con beneficiarios unilaterales, pero estos sistemas caen antes o des-
pués. Cuando uno considera el rechazo espiritual y la devastación
que experimentan familias que se han enriquecido a través de la
esclavitud, el trabajo inhumano de otras personas o una explota-
ción similar, parece como si los beneficiarios tuvieran que pagar por
ello en otra faceta de sus vidas. Las constelaciones de familias que
(en su momento) se hicieron muy ricas y poderosas son lo más
duro, en el pleno sentido de la palabra, que he conocido en mi tra-
bajo. Por lo demás, me da la impresión de que la migración masiva
de nuestros días, en la que personas pobres del Tercer mundo llegan
a Europa, sobrecargan el sistema social y modifican la cultura, lle-
van a una suerte de equilibrio en relación a la colonización y la
explotación. Teniendo en cuenta periodos de tiempo largos y com-
probando en ellos que las ventajas y desventajas materiales pueden
también compensarse en el plano psíquico quizás nos resulte más
fácil comprender la ley de la compensación.
Regalándole algo a una persona le comunicamos nuestro deseo
de trabar amistad con él; es también un modo de asegurarse el afec-
to de los demás. Quien toma algo, queda en deuda con el que da.
Este puede ser el comienzo de una intensa relación en la que se da y
recibe alternativamente, pero también puede desembocar, cuando el
dar y el recibir son unilaterales, a que dador y receptor queden liga-
dos por un vínculo de dependencia y profunda culpa. Esto vale tan-
to en sentido positivo como en sentido negativo, esto es, cuando se
causa un mal a alguien y se le quita algo. Cuando robo algo me hago
culpable, y mi alma lo sabe y no lo olvida. Tampoco lo olvida el
alma de la familia. Y dado que es parte de mi matriz energética, se
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LEYES FUNDAMENTALES
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LEYES FUNDAMENTALES
2. Los conflictos entre hermanos, sobre todo, tienen a menudo su origen en que
el que ha nacido después no reconoce la primacía del que ha nacido primero.
Una afirmación como: “Tú eres el (la) mayor, yo soy el (la) pequeño/a”. obra
aquí maravillas y resuelve conflictos de años.
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Ver lo que es o aprender de la vida
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VER LO QUE ES O APRENDER DE LA VIDA
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VER LO QUE ES O APRENDER DE LA VIDA
que haya sido así, entra a formar parte del pasado. Y solo cuando
me apruebo a mí mismo, cuando apruebo que soy como soy (lo
que incluye también mi origen) estoy enteramente ahí.
Las constelaciones familiares fomentan el proceso de hacerse
adulto, porque ponen en el centro el mirar y contemplar. Y al hacer-
lo se ponen al servicio del crecimiento personal. No atiborrándonos
de ideas sobre la espiritualidad, sino conduciéndonos en la vida y
haciendo que tomemos parte en su movimiento interior. Para la
conciencia moderna, detenida en la rebelión y autosuperación juve-
nil, alcanzar la edad adulta es el siguiente paso. Y si nos retrotrae a
la familia de la que procedemos, no lo hace para retenernos allí,
sino porque hemos olvidado algo: decir “sí” y “gracias”.
Para ello se ofrecen dos posibilidades: uno puede coger al clien-
te de la mano y llevarlo como a un niño hacia su infancia –este es
la vía a seguir con la conciencia infantil. A veces este trabajo es
indispensable, por ejemplo en el caso de graves traumas o enferme-
dades psíquicas. Pero también puede animar al niño o al joven a
pronunciar claramente el insoslayable no que ha reprimido, para
abrir paso con ello al sí a uno mismo y a la vida. La tarea propia
de una terapia espiritual consiste en restablecer y fortalecer el con-
tacto con el movimiento interior de la vida y la conciencia. Pode-
mos confiar en que una conciencia adulta aceptará la vida tal y
como ella es. De cara a la terapia esto significa: uno ayuda al clien-
te a ver lo que es. También significa que dejo que su familia y los
acontecimientos que han tenido lugar en ella sean como son. En lo
referente al trabajo de constelaciones esto supone despedirse del
antiguo modo de proceder (el de los años noventa), en el que se
sometía a la familia a un nuevo orden.
Un trabajo adulto y espiritual con constelaciones renuncia a
cualquier modificación de lo que ha sido. La conciencia adulta, a
diferencia de la infantil o joven, se entrega a la vida tal y como
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Wilfried Nelles sobre sí mismo
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LA VIDA NO TIENE MARCHA ATRÁS
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Muñecos, metáforas y
soluciones
Constelaciones Familiares
en sesión individual
y otros usos terapéuticos
María Colodrón
ISBN: 978-84-330-2355-1
“Es éste uno de esos pocos libros que es difícil dejar de leer una vez
empezado. Y esto porque descubrir claridad, innovación, profundidad,
sentido común y pedagogía para aplicar en la vida cotidiana tan bien
hilvanadas en un mismo texto, es como hallar el cofre del verdadero tesoro
cuando sólo estábamos jugando a seguir las pistas de un plano por el
simple hecho de divertirnos”.
Alfonso Colodrón
Psicoterapeuta transpersonal
Las constelaciones
familiares
En resonancia con la vida
8ª edición
Peter Bourquin
ISBN: 978-84-330-2181-6
Ulrike Dahm
ISBN: 978-84-330-2465-7
Lola Poveda
ISBN: 978-84-330-2501-2
ISBN: 978-84-330-2521-0
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Desclée De Brouwer